Había una vez... [SEVENTEEN]

By PiaDramaQueen

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Siete historias; siete princesas; un Seungkwan con mucha imaginación. Parodia | Cuentos de Disney y otros | T... More

Había una vez una casa sin luz
Wonwoonieves y los siete enanos
El enano durmiente
Jeonghanzel
La Bella y la Bestia (?)
El Direnito
La Boolla y la Verstia
Y vivieron felices para siempre

Minghaocienta

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By PiaDramaQueen

Había una vez, en un reino muy lejano, un chico rubio con peinado de señora que fregaba los pisos de una enorme casa.

Su padrastro Seungcheol, lo obligaba a ser la servidumbre de la casa, a pesar de que en realidad por legitimidad era el dueño, por lo cual su rostro siempre estaba lleno de ceniza, y sus hermanastros le llamaban Minghaocienta —porque Cenicienta ya es marca registrada—.

El padre de Minghaocienta había muerto misteriosamente porque había caído de las escaleras, y su madre murió mucho antes, cuando él había nacido.

— Minghaocienta —llamó su padrastro azabache mientras bajaba las escaleras que el rubio apenas había limpiado.

— Minghaocienta, ¡ven aquí! —Sus dos hermanastros, Mingyu y Hansol, caminaban tras su padre, haciendo escándalo mientras peleaban entre ellos.

— Oh, aquí estás, pequeñín. —El rubio suspiró—. Bien querido, toma apunte, esta es la agenda de hoy —Minghaocienta sacó de su mandil una libreta y un lápiz—; cita con el dermatólogo a las diez, a medio día tenemos las clases de "cómo ser bonito e inteligente a la vez" para tus hermanos, a las dos tomamos el té, a las cinco me tienes que dar un masaje en los juanetes y deja libre a partir de las ocho para jugar Monopoli, tengo una racha de diez victorias consecutivas.

— También tienes que limpiar mi colección de espejos —añadió Mingyu.

— Y decirme que soy lindo —terminó Hansol.

Minghaocienta se tomó la cabeza por lo mucho que las chillonas voces de esos tres le habían mareado. El timbre sonó y el rubio corrió a abrir.

Por la puerta entró un muchacho de ropas finas, cabellos castaños y nariz prolongada, con un pergamino en un mano:

— Soy el mensajero real, Seokmin. A la honorable familia de esta casa; el rey Jisoo y el rey Jeonghan se complacen en invitarles a la fiesta de cumpleaños de su hijo, el príncipe Soonyoung, esta noche. Habrá tamales y barra libre.

El mayor de todos en la casa se acercó corriendo hasta donde el mensajero se encontraba, con una sonrisa de emoción en el rostro.

— ¿El príncipe Soonyoung? ¿Por fin elegirá marido?

— Así es señor. Si no sale este año, ya ni en rifa lo sacamos —suspiró el mensajero—. En fin, esperamos contar con la presencia de todos ustedes. Hasta la noche.

El castaño se marchó, y los hermanastros de Minghaocienta comenzaron a armar un escándalo sobre qué deberían ponerse. Seungcheol rodó los ojos y puso orden en la sala.

— Niños, ¿no lo entienden? ¡Está es nuestra oportunidad! Alguno de ustedes tiene que enamorar y casarse con el príncipe; la fama y la fortuna serán nuestras.

— Seguro nos ofrecen un programa en E!. Seremos los próximos Kardashians. —Apoyó Mingyu.

[

¿Kardashians? —Interrumpió Junhui.

Son unas tipas que se dedican a hacer nada y lo transmiten por TV de paga.

Ya sé quiénes son —explicó el chino—, solo digo que quedaría mejor "I wanna marry Harry"... —todos le miraron extraño—, ¿Qué? Es mi segundo programa favorito después de "Fashion Police".

Lo que sea.

]

— Todos prepárense para salir a las ocho.

— ¿Padrastro? —Llamó la suave voz de Minghaocienta en medio de aquel alboroto— ¿Yo también iré al baile?

Wueit, wueit, wueit —habló Mingyu—. ¿Quién dijo que estabas invitado, Minghaocienta?

— El mensajero dijo que todos los habitantes de esta casa lo están.

— ¡Pero claro que lo estás, Minghaocienta! —Seungcheol colocó una mano en el hombro del rubio—, pero antes debes terminar todas las tareas de hoy, y no te olvides de ir a pagar el agua, la luz, el cable, el internet, la tenencia del carruaje, comprar el gas y un garrafón de agua, ir a cobrar la tanda, mandar los trajes a la tintorería y ver si ya puso la marrana.

>> Si terminas a tiempo, con todo gusto te llevamos.

Seungcheol y sus dos hijos subieron a sus habitaciones mientras reían malvadamente. Minghaocienta suspiró deprimido; era prácticamente imposible que pudiera terminar antes de las ocho. Él tenía muchas ganas de ir al baile ya que habían tamales gratis.

[

— ¿Es Minghaocienta ó Seungkwancienta? Porque sólo tú te atascas de tamales.

— Jeonghan hyung, Hansol me está diciendo gordo.

— Hansol, no le digas gordo al gordo.

— ¡Hyung!

— Continúa —reclamó Soonyoung.

]

Entonces, Minghaocienta tenía muchas ganas de ir al baile ya que había un concurso de b-boys y el ganador se llevaría 100 mil seventidólares, suficientes como para huir de su casa.

— Oye, chico, ¿por qué estás tan triste?

Minghaocienta miró al suelo, encontrándose con dos pequeños ratones que le hablaban —y no, no se había drogado—, uno de color negro y otro de color rosado. El rubio se frotó los ojos pero se dio cuenta que no era su imaginación.

— Porque mi padrastro no me dejará ir al baile. Quiere que haga muchas cosas y no lo lograré antes de las ocho...

— No te preocupes, tierno chico con pronunciación fea, mi hyung y yo te ayudaremos, ¿verdad, Woozi hyung?

— Como sea.

— Mi nombre es Dino.

Minghaocienta sonrió, y con ayuda de sus amiguitos ratones comenzó a hacer las tareas. Al cuarto para las ocho de la noche, Seungcheol y sus hijos bajaron a la sala, perfumados y listos para la gran fiesta.

— Padrastro, terminé todo lo que me pidió que hiciera, ¿puedo ir al baile?

— ¿Vestido así? —Se burló Hansol.

— Lo siento, Minghaocienta, pero no te puedo llevar en esas fachas. Seríamos la burla.

El azabache y sus dos hijos se fueron de la casa, dejando solo a Minghaocienta. El rubio, frustrado, se echó a llorar en medio de la sala, mientras sus dos amigos ratones trataban de consolarle.

El timbre de la enorme casa sonó, y Minghaocienta, afligido aún, abrió la puerta de madera. Encontró a un chico de cabellera castaña, que desprendía glitter y luz de todas partes, en la mano una varita con una zanahoria rosada en la punta y una bonita sonrisa en el rostro.

— Hola, querido, mi nombre es Jun y soy tu hada madrina.

— ¿En serio? —Preguntó ilusionado el rubio—. ¿Pero por que tocaste la puerta y no apareciste en medio de la sala?

— Ay, querido, había mucho tráfico en la carretera China-Reinomuylejano. Casi no llego. Pero ese no es el punto. Vengo a ayudarte a ir al gran baile de hoy.

El castaño entró a la casa y casi se infanta al ver a dos pequeños ratones observarle. Se aclaró la garganta y dio media vuelta, quedando frente a frente con Minghaocienta. Colocó sus manos en jarras y dijo:

— Tenemos que cambiar el pelo, necesitas urgentemente unas BB cream, esa ropa es de la temporada pasada... ¡Eres un desastre!

El hada madrina Jun agitó su varita y al instante Minghaocienta cambió a un estilo perfecto para el baile; el ratón rosado se convirtió en un pequeño chico de piel blanquecina y cabellos rosados; el ratón negro se transformó en un hermoso caballo; y en la entrada de la enorme casa, una zanahoria se convirtió en un lindo carruaje.

— Ahora estás listo para ir al baile, el ratoncito te llevará hasta allá.

— ¡Muchas gracias, Hada Madrina Jun! —Le tomó de las manos al castaño.

— Bueno, bueno. Pero te quiero aquí a las 10.

— ¿Qué? Pero si ya casi son las 9.

— ¡Todavía que te doy permiso!

— Madrinaaaa... —se quejó el rubio—. Déjame hasta las 2.

— A las 12 y es mi última oferta; pero Woozi te va a acompañar, me mandas el teléfono de la casa a donde vayas y tengo que hablar con la mamá de alguno de tus amiguitos.

— Está bien —se resignó Minghaocienta.

[Mientras tanto en el castillo...]

La fiesta ya había comenzado, y en el puesto más alto del salón, la familia real veían atentos el baile al que todo el pueblo fue invitado. Las personas hablaban entre sí, bebían y comían tamales, la fiesta estaba siendo todo un éxito.

— Hijo —llamó el Rey Jeonghan —, ¿has encontrado a alguien que llame tu atención?

— Aún no, padre. —Contestó el príncipe Soonyoung—. Pero no es muy urgente que me case, ¿cierto?

— Claro que es urgente —gritó el rey Jisoo—, tu padre y yo llevamos manteniéndote por diecinueve años. No queremos que te quedes a vestir santos.

— ¿Crees que esta cara se mantendrá joven para siempre? —El rey de larga cabellera frunció el ceño—, quiero ser el abuelo más joven y hermoso del reino.

— Como sea... Iré a bailar —el príncipe bajó de su silla y caminó al centro de la pista.

— Consigue marido, hijo. —Aconsejó el rey pelirrojo.

— Tal vez el amor de tu vida está aquí y tú no lo ves por lo pequeños que son tus ojos.

— ¡Papá!

El príncipe rubio caminaba por la fiesta, encontrando todo muy aburrido, hasta que encontró una pequeña rueda donde algunos chicos bailaban hip-hop, y uno en especial llamó su atención.

— Hola, mi nombre es Soonyoung —se presentó el príncipe, y el rubio de los rizos le sonrió.

— Hola mi nombre es...

— ¿Te gustaría bailar?

— Claro.

Ambos rubios se dirigieron hasta el centro de la pista y comenzaron a bailar una pieza movida de
Dirty, dirty, jam, jam. Pero antes de que la canción terminase las doce campanadas del enorme reloj del castillo sonaron y Minghaocienta salió corriendo del gran salón, con el príncipe tras de él. Mientras huía, Minghaocienta dejó un tenis de cristal en las escaleras de la entrada.

[

— ¿Tenis de cristal? ¿No es absurdo eso?

— ¿Y tacones de cristal son más lógicos?

— Tuché.

]

Al siguiente día, mientras Minghaocienta limpiaba los muebles, alguien llamó a la puerta. El rubio fue a abrir y encontró a un joven azabache de ojos afilados y fas seria.

— Buenos días, mi nombre es Wonwoo y yo soy el buscadomiselos real. Vengo a buscar al dueño de este tenis de cristal, necesito que todos los damiselos de esta casa se la midan.

Seungcheol y sus hijos bajaron corriendo a la estancia en cuanto escucharon al sirviente real.

— Wonwoo, ¿encontraste ya al amor de mi vida? —El príncipe Soonyoung entró a la casa, con un puchero en la cara y de brazos cruzados.

— En eso estoy, príncipe —contestó cansado.

— Su majestad le aseguro que alguno de mis dos hijos es el chico que usted busca.

— ¡Soy yo! —Gritó Hansol.

— ¡No, soy yo!... Aunque sí quieres quedarte con el príncipe, yo pido al buscadomiselos real —dijo Mingyu.

Los hermanos comenzaron a pelearse hasta que empujaron al buscadomiselos real y el tenis de cristal salió volando hasta caer al suelo y romperse frente a Minghaocienta. El príncipe Soonyoung abrió los ojos al encontrarse de frente con el rubio bailarín.

— ¡Eres tú! Ese peinado de señora lo reconocerá en cualquier lugar. ¡Casémonos!

Minghaocienta aceptó y se casó al siguiente día con el príncipe Soonyoung; ambos formaron un grupo de dance cover de grupos k-pop y se volvieron famosos en un tour mundial. Y vivieron felices para siempre.

[

— ¿Y qué pasó con todos los demás? —Preguntó Seokmin

— Seungcheol y Hansol siguieron en la miseria; Mingyu se casó con el buscadamiselos real; El Hada Madrina Jun, junto a Woozi y Dino, ahora son dueños de un programa en Discovery H&H llamado "Cámbiame el Look"; los reyes Jeonghan y Jisoo se fueron a un crucero en el Caribe y Seokmin se quedó a cargo del reino.

— Esta fue una mejor historia —opinó Hoshi.

— Para mí sigue siendo malísima. Cuenta otra.

— Hush... Está bien, tengo público exigente. A ver... Había una vez...

]

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N/A.
Felices fiestas, queridas. He comido tantos tamales que ya los alucino... En fin.

Viva el H8shi.

Espero les siga gustando la historia y no les parezca muy asgsjdjkdj. Me emocioné mucho al ver que a muchas les gustó el primer capítulo. Muchísimas gracias, en serio.

Nos vemos en el siguiente cuento, ¿quién creen que sea?

PiaPia.

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