- ¡Adam! – le gritó, él chico la miro enseguida, y corrió hacía ella.
- ¿qué pasa? – pregunto al llegar a su lado.
- Harry ha querido hablar conmigo.
- ¿Y?
- Y…que no he querido hablar con él, pero le he dicho que en otra oportunidad si, pero no quiero y a la vez sí. – dije nerviosa. Adam siguió en silencio, analizando la situación.
- No se que te asusta. – hablo por fin. – no me haz dicho que ha pasado, no puedo ayudarte. – concluyó.
«M¡erda»
Era verdad, Adam no sabía que había pasado, debía contarle resumidamente si no quería echarse a llorar allí mismo.
- Nuestra relación fue una apuesta. – Adam me miró asombrado. – se acerco a mí, yo era horrible. – sonrió. – no era popular ni nada, era extraño que alguien cómo él se acercará a mí. Nos hicimos amigos con el tiempo, fui ilusa. Luego, nos hicimos novios, me invito al baile y allí una chica, mi enemiga lo descubrió, me hizo saber como había jugado Harry conmigo en todo ese tiempo.
- Por eso estás acá. – __________ asintió. –
- Huí. Las cosas no estaban bien en mi casa, nos mudaríamos y que más que a Nueva York, a miles de kilómetros.
- Pensaste que sería difícil…
- Si, seria difícil volver a encontrarme con Harry, pero ya vemos que no.
- El mundo es un pañuelo. – susurra. - ¿por qué has venido a mi? – cambió el tema.
- Porque necesito que me ayudes.
- ¿En qué? – pregunta interesado. –
- No lo sé Adam, que a ti se te ocurra algo, por eso he recurrido a ti.
- ¿Algo feo? – yo sólo reí. –
- Espera… puede ser, hablaré con él. Luego te llamo para ver si tienes ideas.
- Está bien, tengo algunas ¿Por cuánto duro aquella apuesta? – baje mi cabeza, recordando, exactamente dos meses.
- Dos meses. – musite como pude. – dos meses y una semana. – conté la semana de preparación para el baile.
- Está bien, tengo algunas ideas.
- ¿En serio? ¿Cuáles?
- Eh, eh, hablamos luego. – sonrió y se levanto. – iré con los chicos, nos vemos luego.
- Claro. – bese su mejilla.
Ahora, a caminar y luego hablar con Harry