Inaccesible ©

By Erikadcgm

424K 30.5K 5.8K

Es una ley, mundialmente reconocida, que absolutamente nadie puede ignorar a un Cleveland. Entonces, ¿cómo es... More

Inaccesible.
1. Yo no tengo ningún... ¡Espera! ¡¿Me está mirando?!
2. Creo que el destino me odia.
3. Mensajes y llamadas telefónicas.
4. Impulsividad.
5. Sorpresa, sorpresa, "pequeña ilusa".
6. Fiesta de pijamas y llamadas telefónicas.
7. Aclaraciones.
8. Momentos de impacto.
9. Noticias inesperadas.
10. Confesiones de medianoche.
11. Más claro que el agua.
12. No fue un beso de amor.
13. No dejaré que gane la batalla.
14. Nerviosismo y ansiedad.
15. Cita.
16. Descubrimientos que impactan.
17. Descubriendo nuevas emociones.
18. El dúo de los chicos abandonados.
19. Sinceridad a flor de piel.
21. Perseguida por la mala suerte.
22. Confesiones por doquier.
23. Debe ser un sueño
24. Testosterona por doquier.
25. Un poco de cliché no sienta nada mal.
26. Noche de sorpresas.
27. Imposible.
28. Día del desastre.
29. Juego Cruel.
30. Baile de graduación.
Epílogo.
Capítulo extra: Inaccesible.

20. Acabando con la tortura.

8.9K 766 219
By Erikadcgm

Capítulo veinte: Acabando con la tortura.

"Decidí concentrarme en el beso. Los suaves labios de David se movían con seguridad sobre los míos, sus movimientos eran dulces pero decididos, nos movíamos al mismo son, siguiendo un baile que sólo nosotros conocíamos. La sensación de mi pecho se intensificó, pero poco me importó: sólo éramos David y yo en este momento y nada más importaba..."

Con la llegada del recuerdo de mi primer beso con David, me separé bruscamente de Robert antes de que el beso durara más de dos segundos. No podía hacerlo, simplemente no podía hacerlo.

Me senté nuevamente.

—¿Qué ocurre? —preguntó Robert, sentándose también junto a mí. En sus ojos, la confusión y el dolor eran visibles.

Tomé aire forzosamente para evitar que las lágrimas salieran a la luz. Ya sé que me estaba comportando como una estúpida ante los ojos de los demás, que David me había dejado claro que nuestra relación era sólo algo temporal y efímero... Y sin embargo no podía evitar seguirlo amando, seguir pensando en sus besos, el tacto de sus labios sobre los míos, nuestros movimientos al mismo son.

Maldición, me había enamorado como una completa idiota y era más que obvio que no seguía sintiendo nada por Robert, más que el cariño de una amistad de muchos años.

—Robert, perdóname, yo no debí. Yo no puedo, yo... —dije ahogándome con mis propias palabras.

Robert me sonrió con tristeza y deslizó su mano por mi mejilla donde se encontraba una lágrima en la que no había reparado antes.

—Ya es demasiado tarde, ¿no es así? Ahora tu corazón le pertenece a él y no a mí...

Demonios, ahora me sentía aún peor sabiendo que había lastimado a Robert. ¡Malditos sean mis impulsos y mi error en intentar escuchar a mis amigos!

—Lo siento, Robert, no fue mi intención hacer esto —Me disculpé.

Robert se encogió de hombros.

—No puedo reclamarte nada, sé lo difícil que debe ser para ti todo esto y también que en todo lo referente al corazón, no existen razones —dijo él.

Lo abracé fuertemente.

—Gracias, Robert —dije con la cabeza sobre su hombro.

—No tienes por qué darme las gracias, Claire —aseguró él—. Sólo digo la verdad.

No sé por qué, pero sentía una sensación extraña recorriéndome el cuerpo. Quería estar en mi casa, ahora mismo.

—No quiero ser maleducada pero, ¿podrías llevarme a casa, por favor? —pregunté en voz baja, separándome de él.

Robert asintió sin decir nada.

El camino a casa fue silencioso y había comenzado nevar repentinamente. No era uno de esos silencios incómodos, sino uno tranquilo y analítico, uno de esos que te sirven para darte cuenta de lo cegada que estabas al pensar que ya habías superado a alguien.

Cuando habíamos llegado y estaba a punto de bajar del auto, Robert me tomó la mano deteniéndome.

—Sólo quiero que sepas que, pase lo que pase, seguirás contando conmigo como tu amigo, confidente, pañuelo de lágrimas o simple compañero de maratones de películas de terror —explicó, sonriendo con lo último.

Yo no pude evitar reír ligeramente.

—Gracias, de nuevo, por todo Robert —Me despedí.

Me guiñó un ojo, como solía hacer siempre que le daba las gracias, a modo de respuesta.

Terminé de salir del auto y entré a mi casa.

Ya eran las diez de la noche, por lo que mi mamá debía de estar durmiendo tranquilamente.

Solté un suspiro melancólico, echaba mucho de menos a Zack, con el combo de estupideces incluido. De alguna manera, quería que él me aconsejara qué hacer en una situación así, necesitaba de su apoyo e, incluso, de sus chistes de mal gusto que por lo menos hacían que mis pensamientos se concentraran en modos de darle un golpe, en vez de los problemas que pudiese tener.

Me encaminé hacia las escaleras, para poder irme a llorar a mi habitación con lo patética que se había vuelto mi vida en estas tres semanas. Justo cuando tocaba el barandal de la escalera, tocaron la puerta.

Rodé los ojos con frustración. ¿Es que acaso ya no podía una hundirse en sus tristeza sin se interrumpida?

Seguramente era Robert, ahora que recuerdo, no le devolví la chamarra que me prestó cuando me vino a buscar y comenzó a hacer frío.

Una parte cruel de mí pensó en dejarlo afuera, irme a mi cuarto y regresarle la prenda mañana en el colegio. Pero el resto de mí se dirigió a la puerta, después de lo bien que se había portado Robert conmigo, sería una perra sin corazón si lo dejaba afuera con la nieve.

—Robert, aquí está tu... —Mis palabras quedaron en el aire al abrir la puerta, mi cerebro quedó en blanco y parpadeé más de una vez para asegurarme de que no era una alucinación—. David... —Fue lo único que pude pronunciar en un suspiro.

El chico venía sin gafas, tenía la cara roja debido al frío y estaba lleno de nieve.

Me hice a un lado para dejarlo pasar.

—Gra-gracias —dijo con voz temblorosa. Se llevó las manos a la boca y sopló aire en ellas para calentárselas.

Sin decir nada, fui rápidamente al armario debajo de la escalera y saqué unas mantas. Se las di para que se calentara un poco y él volvió a agradecer.

Quería abrazarlo, besarlo, decirle lo mucho que lo había extrañado y lo importante que era para mí que hubiese ido a buscarme.

No obstante, tenía orgullo y dignidad. Él me había evitado en el instituto, en el laboratorio de biología apenas y me había hablado para hacer los experimentos y ni siquiera fue capaz de llamarme para ver cómo estaba, así que la idea de hacer esas muestras de lo que sentía quedaron firmemente descartadas.

—¿Qué haces aquí? —pregunté en un tono tan glacial, que incluso a mí misma me sonó extraño escucharlo a través de mis oídos.

—Yo... Yo estaba caminando y comencé a pensar en ti, como ya me era costumbre... Antes de poder evitarlo, estaba aquí tocando tu puerta —explicó. Yo me quedé callada, mirándolo con mi pose indiferente, aunque por dentro mi corazón latía desbocado, y dejé que siguiera hablando: —Claire, estos días sin ti han sido una tortura, no ha pasado una sola noche desde nuestra última conversación en la que no piense en ti, en tus besos, en tus caricias, en tus ocurrencias locas que me hacían reír... Claire, te extraño mucho, tanto que duele.

Oh maldición, eso había sido... Casi mando todo a la mierda y me lanzó en sus brazos, cual loca lectora con su protagonista de libro.

Casi...

—Me dijiste que pensabas que lo nuestro no era más que una simple relación pasajera, que era una egoísta y...

Antes de poder terminar con mi lista hiriente y resentida de las cosas hirientes que me había dicho, David me envolvió el rostro entre sus manos que, a pesar de haber estado un rato entre las mantas, seguían heladas y me besó.

Sus labios estaban fríos y, sin embargo, sus movimientos seguían siendo cálidos.

Al principio intenté resistirme, presa de la rabia y la indignación, pero cuando sus labios comenzaron a moverse, abriéndose paso a los míos, todos mis pensamientos, todo mi dolor, todas las noches que había pasado llorando en mi almohada por su culpa; simplemente todo, se desvaneció y quedó reducido a nada.

Mis manos se encontraron detrás de su cuello, acercándolo aún más a mí. Lo quería sólo a él y me di cuenta de que sus besos me hacía más falta de lo que estaba dispuesta a admitir.

Nuestros movimientos eran frenéticos y las manos de David abandonaron mi rostro para tomar lugar en mi cintura, pegando aún más su cuerpo al mío y dejándome ver lo mucho que él también me había extrañado.

El recuerdo de todas estas noches en vela, y la humillación que me había hecho pasar David aquel día, acudieron nuevamente a mi mente.

Me separé de él repentinamente y le clavé un rodillazo en las pelotas, provocando que su cuerpo se doblase a la mitad y llevase sus manos a la zona afectada.

—Eso es por haberte comportado como un completo imbécil conmigo —expliqué, sonriendo satisfecha al vez cómo se retorcía de dolor.

¿Qué? ¿Ahora una chica no podía ser un poco sádica y rencorosa?

—Sé lo que dije y no sabes lo arrepentido y apenado que estoy —dijo David con voz aguda. Después de unos segundos, respiró hondo, se aclaró la garganta y se enderezó nuevamente con un poco de dificultad—. No considero lo nuestro como algo pasajero, ni tampoco pienso que seas una egoísta, ni mucho menos la razón de mi comportamiento era que no te quisiera... Simplemente estaba aterrado, Claire, no esperaba que te enterases de eso así y me comporto como un completo gilipollas cuando las cosas se salen de mi control y tengo miedo. En el momento pensé que tal vez te haría menos daño si terminábamos la relación ahí, pero no puedo, no quiero dejarte ir porque te amo y el amor a veces es egoísta. ¿Podrías perdonarme, por favor?

Estuve casi segura de que en ese momento morí y volví a nacer. Las palabras de David simplemente me aseguraban de que él sí era ese chico tierno, admirable y sentimental del que me enamoré loca y perdidamente, en vez de ese idiota que me había menospreciado en la biblioteca de su casa.

Me hice la pensativa como por cinco minutos, en los que la tortura eran notables en la mirada de David, antes de contestar.

Bueno, creo que con la patada que le había dado, más los minutos de suspenso, habían sido suficientes para satisfacer a mi orgullo.

—Claro que te perdono —dije finalmente. Sus ojos brillaron de alegría y pegó su frente a la mía con una sonrisa radiante adornándole el rostro—. ¿Por qué no me lo habías dicho antes? —interrogué en un susurro.

David me miró fijamente a los ojos. La sinceridad era casi palpable en ellos.

—Supongo que no estoy del todo seguro de querer irme a Sydney —confesó con simpleza.

Yo no dije nada al respecto y comencé a dejar un camino de besos dispersos por toda su cara.

David sonrió radiantemente.

—Te extrañé mucho, David —Le confesé.

Él me dio un pequeño beso en los labios.

—Yo también te extrañé muchísimo, mi pequeña acosadora —respondió él.

Lo miré indignada.

—¡Oye, no soy una acosadora! —exclamé.

Él esbozó una sonrisa, ahora burlona y asintió con la cabeza.

—Sí que lo eras, me acosabas con preguntas cuando comenzamos a conocernos —afirmó.

Yo me crucé de brazos y lo miré con arrogancia.

—Pero bien que te gustaba —Fue lo único capaz de salvar un poco de mi orgullo que pude decir.

David rió.

—Eso fue lo que más me gustó —bromeó.

Yo me comencé a reír, hasta que un estornudo salió de David.

Fue entonces cuando recordé que había estado caminando bajo la nieve y su ropa debía de estar empapada.

—Ay demonios, había olvidado que habías venido caminando. Ve a mi habitación, te buscaré algo de lo que Zack dejó aquí para que te cambies —ordené.

Hizo un gesto militar.

—A sus órdenes, capitana —Se burló.

Ambos subimos y él entró a mi habitación como le había pedido. Yo me encaminé unas puertas a la izquierda y llegué a la que era la habitación de Zack. Todo tenía una capa de polvo encima por el desuso y el tiempo. Para mi fortuna, mi hermano nunca había sido un chico realmente desordenado, por lo que me fue fácil conseguir una camisa, un pantalón de pijama y ropa interior.

Al entrar a mi habitación, me encontré a David sentado en mi cama con una manta como único cobertor de su torso.

—Aquí tienes —avisé colocando las cosas junto a él.

—Muchas gracias —dijo quitándose la manta de encima y dejando su torso al desnudo.

La última vez que lo había visto así, fue cuando me pidió que fuese su novia y su cuerpo seguía luciendo jodidamente sexy. Se notaba que hacía ejercicio regularmente.

Soltó una carcajada, haciéndome salir del rumbo nada sano, ni inocente, al que habían comenzado a encaminarse mis pensamientos.

Fruncí el ceño al ver su rostro contorsionado por aguantarse la risa.

—¿Qué te resulta tan gracioso? —pregunté sonrojada sin comprender.

—Es que me mirabas como si fueses a violarme, cariño —contestó.

Rodé los ojos, con mis mejillas ardiendo aún más por la vergüenza.

—No digas idioteces y ponte la ropa que te traje —pedí.

Él enarcó una ceja.

—¿Por qué? ¿Acaso te pone nerviosa tenerme semidesnudo en tu habitación? —preguntó con picardía.

Me encogí de hombros fingiendo indiferencia, aunque sus conjeturas no eran tan descabelladas que digamos... Quiero decir, ¡era la primera vez que tenía a un chico, que de paso era mi novio, medio desnudo en mi habitación!

—Sólo lo digo porque te vas a resfriar —Bueno, eso no había sido del todo mentira. Lo último que quería era que David se resfriara ahora que finalmente nos habíamos reconciliado.

Él me miró de manera burlesca, pero hizo lo que le había pedido y se puso la camisa. Después fue al baño para terminar de cambiarse, cuando volvió, fue mi turno de entrar a ponerme la pijama. La verdad llevaba horas queriendo estar en pijama.

Cuando salí del baño, David estaba mirando la foto de mi peinadora en la que estaba con Zack hace unos años.

—Eran muy cercanos, ¿no?

Yo me acerqué por detrás y también vi la foto. Toqué el cristal del marco sin poder evitarlo.

—Somos —Le corregí—. A pesar de la distancia, siempre nos hemos mantenido en contacto.

David se removió con un poco de incomodidad y dejó la foto en su lugar.

—¿Y él supo de...? —dejó la pregunta sin terminar, dando a entender que se refería a la pequeña ruptura que habíamos tenido.

Negué con la cabeza.

—Pensaba decírselo cuando viniese en unos días a recibir el año aquí en casa —expliqué—. De nada serviría preocuparlo en estos días.

Él soltó un suspiro de alivio.

—Gracias a Dios, ya me imaginaba a tu hermano asesinándome lenta y dolorosamente sin piedad —dijo en broma, aunque su tono de voz dejó entrever que realmente había estado preocupado al respecto—. Tal vez ya deja irme, es más de medianoche.

Hice pucheros.

—¿Y si nos recostamos un rato y te vas luego? Realmente no quiero que te vayas aún —dije.

David me miró dudativo, pero aceptó.

—Pero no mucho tiempo —Fue la única advertencia que hizo.

Nos acostamos en mi cama, con su cuerpo entrelazado con el mío, y comenzamos a hablar de temas sin mucha importancia, de lo que habíamos hecho en estos días y de lo idiotas que habíamos sido por perder tanto tiempo, bueno él, porque yo no había tenido la culpa. También nos besamos y nos reímos por cosas sin sentido.

Antes de poder darme cuenta, las palabras comenzaron a ser menos, mi cuerpo comenzó a quedar sin resistencia alguna y mis ojos empezaron a cerrarse.

Mi último pensamiento consciente fue el de lo feliz que me hacía David y lo mucho que había echado de menos sus brazos alrededor de mi cuerpo.





Nota de la autora:

Este capítulo estaba programado para el 24 de diciembre, como sorpresa de Navidad... Pero en vista del revuelo que se estaba haciendo en los comentarios y de los muchos malos entendidos que se estaban ocasionando con la historia, decidí acabar con la tortura y subir el capítulo hoy mismo.

Apuesto a que muchas se habían asustado cuando dije lo de incluir un poco de realismo a la historia, soy mala, lo sé *insertar risa malvada*

¿Cuántas extrañaban al papirruqui de David?

Yo lo extrañaba *-*/

Sé que algunas eran Team Robert, pero, tal y como él mismo dijo, en temas del corazón no existen razones.

Bueno, son las 2:34 a.m. y ya debo estar durmiendo.

Los quiero.

Xoxoxoxoxoxoxo.

Continue Reading

You'll Also Like

2K 328 36
Ya han pasado varios meses, y las cosas volvieron la normalidad, si es que alguna vez fueron normales. Ahora Alfred es el responsable de velar por el...
69.5K 4.2K 15
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...
268K 24.7K 9
Una estudiante rebelde y un deportista ejemplar, que se odian desde la infancia, se verán obligados a guardar cuarentena juntos por el coronavirus. ...
50.5K 1.5K 47
"me gustaría ser más cercana los chicos del club, pero supongo que todo seguirá siendo igual, no?"