Amelie Moore y la maldición d...

By siriusblack33

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Hasta sus once años, Amelie fue una chica muy normal... o creyó serlo. Por más asombroso que parezca, ella t... More

Sinopsis
Advertencia
El día en que todo cambio
Más allá de la plataforma 9 ¾
Sexto año
Volar en escoba, por Amelie Moore
Entre cazadores y capitanes
-NotadeAutora-
¡GUERRA!
Vacaciones de mal genio
El enigma de la mujer de la fotografía
Zorras por Francia
Las tres D
La mejor no cita del universo
Programa de infidelidades
Baile de pociones (Parte 1)
Baile de pociones (Parte 2)
Gwenog Hera Moore
Compañeras de cuagto
-NotadeAutora-
Pica-pica
Lily Evans
Séptimo año
Jamelie
Jodidas debilidades
Bufandas para el frío
El plan
La asquerosa mariposa del amor
Otra vez... ¡¿Qué?!
Visitas inesperadas
Los Weasley
Si ella lo dice...
Por ti
La trágica historia de una patética pelirroja friendzoneada
Desde James
Tercera, la vencida
Chicles de sandía (Parte 1)
Chicles de sandía (Parte 2)
Epílogo
Albus Potter y la maldición de los Potter
One-Shots
PLAGIO

El clásico

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By siriusblack33

-Eres un idiota -volvió a repetir Amelie por décima vez.

Louis se volteó a verla con una ceja alzada y una mueca de dolor.

-¿En serio no tienes otra cosa para decirme?

-No, no, no -dijo Amelie, con su mentón en alto, siguiendo a la gran multitud hacia las gradas.

No podía perder a sus amigos de vista, por lo que ni siquiera se volteó hacia el rubio para reírse en su cara. No como mala persona, pero era divertido burlarse de él... tal vez de esa forma entendiera las cosas.

-No sé cómo no he podido darme cuenta antes.

-Eres un idiota.

-¡En serio, Am! ¡¿No puedes decirme otra cosa?!

La suave brisa golpeó en su cara y, en ese pequeñísimo momento, perdió de vista el largo cabello de Kyle. ¡Rayos! Ahora se quedaría sin lugar. Cruzó los dedos para que consideraran reservarle un asiento, sino no sabría que hacer.

-Estoy considerando repetirlo varias veces a ver si lo entiendes -le confesó-. Te he dicho que Emily era mucho pero muchísimo mejor que Annabeth miles de veces. Tal vez deba repetirte que eres un idiota unas millones.

Louis rodó los ojos y bufó, frotando su nuca y agachando la cabeza, frustrado. Amelie no tenía idea de si se había molestado o no, pero ahora mismo le importaba muy poco: era necesario que supiera que estaba haciendo las cosas mal.

Un par de alumnos apresurados le pisaron el pie y el tercero de ellos le dio un pequeño empujón, a lo que Amelie comenzó a maldecir por lo bajo. Pedazos de idiotas, ¿Qué diferencia había entre ir tan sólo 5 minutos tarde? Además, de seguro que a ellos no les importaba el partido tanto como a ella, quien estaba dispuesta a apoyar a su equipo hasta la muerte.

Inmediatamente agradeció ser paciente y no adelantarse en la gran mar de alumnos, porque si no, Fred no hubiera podido encontrarla. El pelirrojo ni siquiera la saludo, más bien se dedicó a tomarla por el codo y tirar de ella hacia el pasillo que daba a los vestuarios.

-No puedo creer que haya podido encontrarte -suspiró.

Amelie siguió a Fred por el pasillo hasta atravesar el umbral donde todo el equipo de Gryffindor estaba reunido.

-... por decirles, es que les aconsejo no perder la calma. ¡Por Merlín, contrólense! -exclamó James, desde el otro extremo, frente a todos los jugadores como un buen capitán. Entonces, sus ojos captaron a los recién llegados y apuntó inmediatamente a su primo, amenazante-. Y lo digo por ti, idiota.

No es que supiera dar buenos discursos de aliento, pero al menos era sincero.

-¡Oye! -chillo Fred-. ¡Recién llegó! ¡Y para colmo, mira lo que traigo!

El pelirrojo le dio una palmada a Amelie en la espalda, adelantándola un paso, a lo que Amelie bufo hastiada y contrariada.

-Siempre te sales de tus casillas con los Slytherin -gruñó, suavizando su rostro en cuanto se volvió a Amelie-. Hola, Moore.

-Potter -saludo ella, ladeando la cabeza.

En el exterior se escuchaban los gritos de la multitud, los tambores resonando y la voz de Lysander Scamander comenzando a recibir a los alumnos por el micrófono.

Los jugadores de Gryffindor se miraron entre sí y, aunque Amelie era la cazadora principal del equipo, se sintió una intrusa. Le dolía muchísimo no poder jugar el último partido del año... bah, su último partido en general.

-El partido comenzará en media hora, ya deberíamos ir preparándonos para la salida -pensó James en voz alta, abriendo la puerta del pasillo hacia la cancha, provocando que el bullicio del exterior resonara con mayor fuerza.

El aire era tenso y nervioso. Cada uno se tomó su tiempo para alzar sus escobas y comenzar a formarse en fila india para atravesar el pasillo que James custodiaba.

-Lily, tu primero -indicó James, indicándole a su hermana con un movimiento de cabeza que avanzara-. Patéale el trasero a Albus.

La buscadora soltó una risita y chocó la palma de su mano con la de su hermano, completamente de acuerdo.

-Hugo, por favor, no olvides que estas hecho para esto. No escuches lo que te griten los demás.

En los últimos partidos, muchos de los Slytherin que habían aprendido a tenerle rencor al más pequeño de los Weasley por su gran talento, habían comenzado a insultarlo y bajarle la autoestima. Y, como Hugo era tremendamente inestable, les daba resultado. Lograban distraerlo de las Quaffles y el pelirrojo no paraba de disculparse con el equipo una y otra vez.

Con una mueca, Hugo chocó la mano de James de la misma forma en que lo había hecho Lily, pero no comento nada al respecto. Como un último intento para animarlo, el capitán sacudió su cabello.

-Fred, contrólate -volvió a mencionar James, tratando de chocar su mano también con la de su primo, quien lo ignoro y le sacó el dedo mayor-. Abercombie, espero que te quiebres una pierna en tu último partido.

-No dudes de eso -rio Ernie, melancólico, al recordar lo que había ocurrido en su primer partido, y chocó la mano de James sin dudarlo.

-Lorcan, pon atención en el juego -llamó James esta vez, agachándose para dejar su cara a la altura del rostro de su más pequeño cazador-. Llegó a ver que pierdes la Quaffle por tener UN sólo ojo en MI Lily y juro que no te dejaré acercarte a ella ni a treinta metros.

-Igual, es tu último año -respondió Lorcan, burlándose de James en su cara y encogiéndose de hombros.

El capitán soltó una risa fría y sarcástica antes de rechinar sus dientes y rodear su cuello con el dedo índice. Lorcan sonrió arrogante ante su amenaza, siguiendo su camino hacia el pasillo.

-Creevey... -llamó finalmente James, amenazante, pero detectó la ceja alzada de Amelie-. Tienes suerte de que Moore este aquí -refunfuñó.

Apresurando su paso, Colin aprovechó su salvación de los regaños de su capitán. Nada más atravesar el umbral, la puerta se cerró tras su espalda.

-Moore -sonrió James cínicamente, soltando la manivela de bronce.

-Sí sabes que no juego.

-Bien, pero sigo siendo tu capitán -remarcó James, acercándose a Amelie y tomándola por la cintura-. Dame mi beso de buena suerte.

-Justo estaba por decirte que no me van tus consejos de capitán arrogante, pero este me gusta bastante.

Luego de los últimos dos días, James había estado insistiendo demasiado en un nuevo beso... y siempre que tenía oportunidad se lo robaba. Había permanecido con Amelie a toda hora, jugueteando, coqueteando y charlando. Lo que ella pensó que sería incómodo fue exactamente todo lo contrario: se sintió totalmente a gusto, al igual que disfrutaba estando con él cuándo eran amigos, sólo que esta vez, por suerte, cuando pensaba o recordaba su paso por la Friendzone, James se encargaba de ponerse cariñoso y... pegote.

Sí, pegote. Y Amelie, que pensaba que algo como eso sería irritante, no podía desmentir que le encantaba.

Y en cuanto a los demás: nadie lo sabía. No eran novios, al menos oficialmente, y esa era la única razón por la que la pelirroja detenía las carantoñas muchas veces. Por suerte, James parecía entenderlo, y sólo insistía cuándo estaban a solas y puede que sólo un par de veces frente a Dean y Kyle.

Aun así, por los pasillos se comentaba, y ellos dos riendo, llevándose bien y estando tanto tiempo juntos, traía suposiciones muy cercanas a la realidad.

James tomó su barbilla con delicadeza, en una suave caricia, mientras ella hacia puntillas y acercaba sus labios a los suyos, sólo presionándolos y separándose rápidamente. Él soltó un quejido.

-¡Un besito nomas!

-No grites, Potter -musito Amelie, dividiendo su puchero en dos al colocar el dedo índice en medio.

-Pero... pero... -hablo sobre su dedo y en un sólo movimiento se lo mordió suavemente-. No me silencies. Bueno, en realidad... sí puedes silenciarme, pero esa no es la forma.

Soltó una risotada y Amelie rodó los ojos, separándose de él y caminando hacia la puerta por la que había llegado, pero no alcanzó a dar un paso que él volvió a tomarla de la mano.

-Oye, si no me das un beso no podré concentrarme -volvió a hacer un puchero y le besó la punta de sus dedos-. Te estaré viendo tooooodo el partido y sabes que eso no será bueno.

-A ver... -dijo Amelie, fingiendo que pensaba-. Si ganas y juegas de maravilla como siempre, te prometo que tendrás una recompensa más grande.

Los ojos de James se iluminaron y Amelie se obligó a seguir su propia regla y no perder su promesa y decisión de no besarlo ahora mismo hasta el cansancio.

-Por eso eres la mejor -declaró, abrazándola por la cintura y alzándola unos centímetros del piso-. ¿Sabes que podría secuestrarte ahora mismo? -preguntó James con los labios pegados a su oído.

Amelie soltó una carcajada y se separó rápidamente a él, esta vez corriendo hacia la puerta por la que había llegado. Cuando su mano estuvo sobre la manivela de bronce sintió las manos de James ciñéndose a su cintura y respirando pesadamente sobre su cuello.

-¿A qué te recuerda?

Allí, en los vestuarios, de aquella misma forma, habían tenido su primer beso y sintió que volaba, al tiempo en que se asombrara porque James lo recordara de tan bien.

Tal como lo había hecho aquella vez, dio media vuelta entre sus brazos y lo examinó. Él no había cambiado en nada... seguía siendo tan perfecto como hace tanto, pero al mismo tiempo Amelie sentía que James era completamente otra persona.

No podría explicarlo... o tal vez sí. Tal vez la diferencia residía en que ahora, él era SU james.

-Tienes partido -murmuró Amelie, sin querer separarse realmente de él, tomando su barbilla con la mano y acariciándole la mandíbula con el pulgar.

-¿Por los viejos tiempos?

Sin decir más, Amelie rompió su promesa consigo misma y lo beso al igual que la primera vez. Se asombró porque las mariposas en su estómago revolotearan de la misma cursi forma, porque sus labios siguieran teniendo olor a sandia, porque James seguía besando increíblemente bien... y porque pudiera estar disfrutando de él sin ningún tipo de remordimiento, temor o engaño.

Era totalmente libre de poder estar con James todo lo que quisiera y por esa razón se (y lo) culpaba por haber sido tan lenta (lento) de no declararse mucho antes. ¿Es que acaso no había visto la forma en que la miraba? ¿Es que acaso no había notado esas sonrisas tan especiales? ¿Es que no había notado que cuando estaba con ella no parecía importarle nada más? Ni siquiera el estúpido partido de Quidditch por el que hubiera estado pendiente tiempo atrás. Pendiente de una forma obsesiva.

-James -lo llamo Amelie, colocando las manos en su pecho y empujándolo levemente para separarlo-. Si no me dejas ir ahora, no podré gritarte bien, bien fuerte cuando entres a la cancha.

Él rio de acuerdo y coloco un mechón de cabello pelirrojo tras su oreja.

-¿Podrías llevar mi campera? Si te veo con ella jugaré mejor que bien... y aún quiero esa recompensa.

Era imposible decirle que no cuando la miraba con esa cara de cachorrito abandonado, por esa razón, Amelie se dedicó a ladear la cabeza con ternura y caminar hacia la banca donde su abrigo descansaba. Por suerte, no hacía demasiado calor, podría soportar el cargarla sobre su remera del equipo.

Tal vez, el que en su espalda lleve su apellido, podría causar un poco de impresión y curiosidad a los chismosos, pero ya ni le importaba. Lo haría por James, claro estaba... Y porque quería que su equipo ganara ese maldito partido.

-¿Me alentarás mucho, mucho, mucho?

Amelie rio, asintiendo con su cabeza y le regalo un beso en la mejilla antes de salir al pasillo por el que Fred la había guiado y caminar a las gradas, las cuales ya estaban llenas y rebosantes de gente por donde se mirase. Camino apresuradamente con la mirada agachada, tratando de no pisar ningún pie y reconociendo para sí misma que en parte pretendía ocultar su rostro con su cabello. Ya podía sentir todas las miradas sobre su espalda, siguiendo el apellido "Potter" que en ella figuraba.

Escucho un par de murmullos, gente preguntándose como mierda es que la campera del capitán revoloteaba por las gradas en manos ajenas. Pronto, obviamente, la gente ya había adivinado que se trataba de ella, provocando que comentarios de todo tipo saltaran hacia sus oídos. Desde sorprendidos hasta felices, incluyendo a aquellas voces chillonas de las admiradoras de James que comenzaron a soltar crudas palabras envidiosas.

¿Es que aquellas chicas no tenían dignidad? Bien, Amelie entendía que las fanáticas de James actuaban así porque él era hermoso, inteligente, carismático, hábil y muchísimas cosas más, pero... ¡ÉL ERA DE ELLA!

Y no, no era celosa.

Refunfuñando maldiciones, alzó su mentón con porte orgulloso y altivo, en el momento exacto en que la voz de Kyle resonaba un par de cabezas más arriba:

-¡MOORE! ¡Eh, si tú!

-¡La que lleva la campera de Potter! -chillo Dean, carcajeándose, provocando que las pocas miradas que aún no estaban sobre ella, la persiguieran.

Merlín, ese chico estaba pasando tanto tiempo con Kyle que hasta ya sabía sobre Amelie a la perfección. Su mejor amiga ya debería de aprender a moderar su cháchara de vez en cuando.

En respuesta, Amelie le enseñó el dedo de en medio. Dean rio más fuerte.

Como buenos amigos, le habían guardado un lugar a su lado y Amelie se sintió totalmente agradecida por ello. Ya había comenzado a creer que tendría que ver todo el partido parada, desde algún lugar alejado donde James ni siquiera pudiera localizarla. Y si, principalmente esa última era su verdadera razón para preocuparse por un buen asiento.

-¿Estas nerviosa? -inquirió Kyle, codeándola mientras se sentaba a su lado.

-Por ahí ha estado nerviosa, pero ya sabes que dicen que el buen ejercicio mantiene un buen estado de ánimo y tranquilidad -musito Dean en tono burlón, mientras su novia fruncía el entrecejo-. Una de las razones por las que te quiero tanto -comentó, riendo e inclinándose sobre Kyle para regalarle un beso en la frente-: por esa mente tan sana que tienes. ¿Es que no ves que Moore tiene la campera de Jimmy? ¡Y que viene de los vestuarios! ¡Donde los adolescentes norteamericanos de las películas muggles hacen sus cositas!

Rápidamente, Amelie tiró de Kyle para abajo y saltó sobre ella para llegar hasta el estúpido-me-gusta-gritar-para-avergonzar-a-mi-amiga de Dean. Lo golpeó en el brazo con fuerza y, en el momento en que él se quejaba y debilitaba, le dio una patada en las rodillas, provocando que se doblara, desestabilizara y cayera sobre las chicas de la fila de adelante.

-¿Realmente has oído hablar de lo del buen ejercicio o lo sabes por experiencia propia? -replico Amelie mordaz, mientras se volvía a su lugar y observaba como su mejor amiga le daba una mirada amenazante antes de tirar de su novio de un brazo.

-Oh, tienes razón. Eso es todo por experiencia.

Completamente indignada y ofendida, Kyle enrojeció y Amelie supo muy bien que no era por vergüenza: estaba furiosa. Sin más, su mejor amiga soltó a su novio, el cual volvió a caer sobre las muchachas de la fila de adelante, las cuales comenzaron a quejarse, empujándolo, maldiciéndolo y golpeándolo. Kyle, por su parte, disfruto eso con una sonrisita burlona.

-¡Amor! -refunfuño Dean, zafando de las garras femeninas y tratando de poner en orden sus cabellos.

-No digas eso cuando nunca lo hicimos... y si lo has hecho con otras no es como si quisiera saberlo. Y si lo hubiéramos hecho, pues tampoco era como para que lo dijeras.

Amelie se tensó. Podía sentir el denso ambiente que se había generado entre los tortolitos y se sintió culpable por haber hecho esa pregunta... aunque tal vez el de la culpa era Dean, por querer tener siempre la razón y ser tan sinvergüenza. Sin embargo, sabía que esta pelea no iba durar más que las anteriores: por más que estaban todo el día discutiendo, siempre era por estupideces que arreglaban a los besos a los dos minutos después.

-Kaaaaaaaaaaaaaaaaay -rogó Dean, arrodillándose ante ella-. Perdóname.

-Te pasaste -replico la aludida, con los brazos cruzados.

Con las manos en forma de rezo a sus pies, Dean volvió a abrir la boca, pero justo en ese instante, la voz de Lysander Scamander por los micrófonos le ganó la oportunidad. El rubio había comenzado a dar la bienvenida a todos los estudiantes, con una de sus inigualables presentaciones de apertura, iniciando así el último partido de la temporada.

Sin más, fue presentando a cada uno de los jugadores de Slytherin, haciendo hincapié en todos aquellos que estaban en su último año, ya que entrenadores de los grandes equipos de la Liga de Quidditch habían asistido al partido, dispuestos a descubrir nuevos talentos que agregar a sus clubes. Estaba presente Gwenog Jones, de las arpías de HolyHead, Jocelyn Wadcock del Puddlemere United y Finbar Quigley de los Murciélagos de Ballycastle.

Sin darse cuenta, Amelie cruzó los dedos. Esperaba que alguno de ellos tuviera un ojo fijo en James, persiguiéndolo en todo momento: de esa forma, no sólo que el entrenador ganaría un muy buen jugador, sino que James también tendría un estupendo futuro asegurado.

El primero en aparecerse por los campos fue Albus, seguido de Scorpius, con su cabello rubio reluciendo al sol. Por último, Hallie Zabini comenzó a gritar en medio del campo cuantos puntos le robaría a Gryffindor, lo que provocó que los alumnos de Slytherin se armaran de aliento antes las palabras de su capitana.

Finalmente, la cabellera pelirroja de Lily hizo su fabulosa aparición en el campo, luego de que Lysander le diera la bienvenida al equipo de los leones por el altavoz. Se notaba que su devoción hacia su casa superaba la imparcialidad que le había prometido muy débilmente a la profesora McGonagall.

Finalmente, James fue revelado por los rayos del sol, abriéndose paso con toda su altivez y arrogancia por la cancha, comenzando a dar vueltas en su escoba para pedir gritos y alabanzas a toda la casa de Gryffindor. Examinó las gradas al completo y Amelie reconoció el momento en que sus ojos se cruzaron, no tan solo porque parecían emanarle algún tipo de magnetismo, sino, también, porque James se había dedicado a guiñarle un ojo muy descaradamente. Como sólo él podía hacerlo.

-¿Sabías qué cuando llegamos a las gradas, James estaba sentado aquí mismo? -le reveló Kyle, con una sonrisita de insinuación-. Él quería asegurar el lugar para saber dónde mirar al dedicar sus puntos. Porque al menos tu si tienes un novio que te dedica algo...

-Él no es mi novio... -comenzó a replicar Amelie, pero fue interrumpida.

-¡Kyle! -renegó Dean, tratando de abrazarla-. ¡Si sabes que soy un asco para el Quidditch!

-Y por eso deberías saber que nunca podrás llevarte bien con mi familia...

Amelie soltó una carcajada al imaginar a Dean tratando de integrarse a los Wood, los cuales tenían al Quidditch como una religión. Algo divertido, realmente en verdad, sería ver como el merodeador trata de ser aceptado por Oliver Wood... Que Merlín, Dios y los Dioses del Olimpo lo amparen.

-Créeme que a eso ya lo sé, no hace falta que me lo recuerdes -refunfuñó Dean-. Pero sabes que si jugara Quidditch te dedicaría hasta el mundo entero.

Por más que intentaba hacerse la dura e indiferente al apartar la mirada de su novio, Amelie sabía muy bien que esas palabras habían derretido a Kyle, porque ella era tan amante de lo cursi como su padre del Quidditch.

-Eso es tremendamente empalagoso -dijo una voz tras sus espaldas y por el acento francés, Amelie pudo deducir rápidamente quien era.

Paris tenía una mueca de asco y repulsión, con la vista fija en los tórtolos. Pareciera que iba a vomitar en cualquier momento y Amelie la comprendió perfectamente.

-Extraño cuando se peleaban -musitó Gaia Turner, con voz soñadora, justo al lado de Paris.

Tras la muchacha de pelo blanco, Amelie vio asomar a otro Ravenclaw. Tenía los rizos negros desordenados hacia todos lados y uno de los tantos caía con gracia sobre su frente, al igual que su hermano.

-¿Estas saliendo con Potter? -inquirió Ethan Corner, con el ceño fruncido.

Uno de los tantos problemas de este chico es que era demasiado amante de los gestos y solía abusar de ellos de forma obsesiva. Claramente, con una sola expresión, podías deducir todo lo que estaba pensado.

En la cancha, James y Hallie estrecharon sus brazos. Acto seguido, Madame Hooch lanzo la Quaffle al aire, dando comienzo oficial al último clásico del año.

-Nop -murmuró Amelie, explotando la "p" en sus labios y tratando de no incomodarse.

-Aaaaaaaaah. Pues perfecto entonces, porque mi hermano me ha pedido que averiguara si estarías soltera para cuando terminaras el año. Ya sabes, planea caer sorpresivamente a tu trabajo... del cual también tengo que averiguar ahora que recuerdo, así que, ¿Qué harás al salir del colegio?

-Eres un pésimo investigador, Corner -opinó, acertadamente, Paris.

-No es de tu incumbencia, Peyton -replico él-. Lo importante es que mi hermano no se entere de que se lo he preguntado directamente a ella, así que, Moore... ¿Podrías contestar a mi pregunta? Ah, y también estaría bueno que fingieras sorpresa cuando lo veas llegar, algo como...

Comenzó a pensar luego dela rapidez con la que había mencionado todas aquellas palabras. Hablaba demasiado rápido, tratando de seguir el ritmo de sus pensamientos. A su lado, Gaia, quien permanecía totalmente concentrada en la conversación, lo ayudó con su plan.

-Algo como... "¡Oh, Eric, tanto tiempo sin verte! ¡Que coincidencia!" -había acompañado su idea con una voz chillona, abriendo exageradamente su boca y sosteniendo sus mejillas con las manos.

Ethan asintió fervientemente, de acuerdo.

-O más bien... "¡Oh, Eric, pero que guapo te ves! ¡Casi tanto como tu hermano!".

Amelie gruñó, rodó los ojos y comenzó a enumerar con sus manos, mientras la Quaffle pasaba a manos de Colin y los gritos de ánimo de Paris interrumpían su respuesta.

-En primer lugar, yo no tengo esa voz. En segundo lugar, no crean que soy una actriz tan barata, en tercer lugar, creo que lo correcto sería... "¡Oh, Eric, no me importa una mierda como te ves! ¡Yo ya sé que soy muy hermosa, pero me importas tanto como tu hermano!". Y, por si no quedo claro -remarcó, aprovechando para tomar aire-, no me importas ni un cuerno, Ethan.

Al dar media vuelta, Amelie se aseguró de afirmar su gesto de diva al voltear su coleta con rapidez. Sólo que Paris era quien estaba tras ella y al tragar sus cabellos pelirrojos, comenzó a maldecirla por lo bajo.

Por más que aquello que le había contado Ethan sobre su hermano le había tomado por sorpresa, aun no podía sacarse de la cabeza el hecho de que James se había asegurado de que ella pudiera sentarse allí solo para poder darle un vistazo. Era un gesto simple, pero tan encantador como sólo él podía serlo.

-Zabini zigzaguea a Creevey... Scamander va por ella... ¡Pero que rayos tienes en la vista, Lorcan! ¡Estaba justo frente de ti, idiota! ¡¿Y así te llamas mi hermano?! A mi apellido no lo llevas ni una m...

Acto seguido, se escuchó el ruido del forcejeo entre McGonagall y Lysander por el micrófono, a un par de metros de donde el muchacho había estado relatando hace un minuto, dado que a medida que había empezado a criticar a su hermano se fue alejando cada vez más de la directora. Mientras tanto, en la cancha, el partido estaba tan peleado que ninguno de los jugadores se había detenido a ver el espectáculo del comentarista. Hugo había logrado salvar la pelota del intento de Zabini y, en el mismo momento, Fred había redirigido una Bludger hacia uno de los cazadores de Slytherin, distrayéndolo de las órdenes de su capitana. Furibunda, Hallie dirigió una mirada amenazante al pelirrojo, quien sonrió con suficiencia.

-¡Excelente, Fred! -Jenna Adams estaba situada a dos filas de distancia de Amelie.

La aún novia de Fred parecía feliz y emocionada, alzando sus brazos en señal de festejo. Fred ni siquiera se molestó en buscarla. Por otro lado, a la serpiente no parecía importarle estar rodeada de personas de su casa y alentar a uno de los Gryffindors cuando todos sus compañeros la miraban con mala cara.

-¡Vendida! -chillo Dean, y Amelie se apresuró a golpearlo en la cabeza-. ¡Ay! ¿Pero a ti que te pasa?

-No seas desubicado, idiota. ¿Por qué le gritas? No es necesario, sólo está alentando a su novio.

Amelie no tenía idea alguna de porque la defendía, pero sentía una leve lastima hacia ella, aunque la odiaba al mismo tiempo por todas las traiciones que le había tendido a Hallie.

Lorcan le dio un pase a James, y este zigzagueo a los cazadores de Slytherin sin esfuerzo, casi como si se aburriera. Tenía el rostro concentrado y enfrascado en el juego y su camino, cargando la Quaffle bajo el brazo. En cuanto llegó a estar frente a Scorpius, logró distraerlo para embocar sin problemas.

-¡DIEZ PUNTOS PARA GRYFFINDOR! -chillo Lorcan, en cuanto recuperó el micrófono.

-¡Eso, Potter! -grito Amelie emocionada, arrancando todas sus cuerdas vocales de un solo intento. Sólo quería que James la escuchara.

Y respondiendo a sus deseos, James se volteó a verla y le guiñó el ojo. Amelie observó como todos los alumnos delante de ella se giraban a verla y se resistió a no dar media vuelta para confirmar que todos los que estaban situados detrás de ella estaban haciendo exactamente lo mismo.

Realmente no le gustaba llamar la atención, pero a James parecía darle igual. Y en ese mismo momento, a Amelie también.

-Oye, Amelie. ¿Estas segura de que Potter sabe que no están juntos? -escuchó la voz de Ethan resonar tras suyo.

-A ver si lo entiendes, Corner. ¡A ella no le interesa salir con tu hermano! Y la entiendo perfectamente, de solo saber que comparte tu sangre... la sangre de idiota se propaga con mucha velocidad -Paris asintió fervientemente, mientras Ethan refunfuñaba maldiciones por lo bajo y se cruzaba de brazos. Gaia soltó una risotada.

El partido continuó peleado, mareando a los espectadores con la velocidad con la que iban en sus escobas. Lily y Albus ya habían localizado la Snitch tres veces, pero la habían perdido de vista tan rápido como alguno de los capitanes de ambos equipos metía un tanto. James le había guiñado su ojo a Amelie otras cinco veces más y a Hugo se le habían escapado las Quaffle unas ocho veces. Considerando que Lorcan había logrado superar a Scorpius una vez más, podía decirse que Gryffindor iba perdiendo 80 a 70, pero no por eso estaban desanimados. Todo lo contrario: destacaban asombrosamente sobre sus rivales, especialmente gracias a la participación de Fred, quien había logrado obtener unas diez miradas amenazantes de Hallie, por cada vez que la hacía distraerse al tirarle con la bludger por muy cerca.

En ese momento exacto, los ojos almendrados de Lily y los verdes de Albus conectaron al mismo tiempo con la Snitch, la cual rondaba a una misma distancia de uno a otro buscador. No necesitaron más para salir volando en busca de la pequeña pelota que les aseguraría la victoria.

Al mismo tiempo, James volvía a anotar un nuevo punto, empatando el juego, y, esta vez, su dedicación a Amelie se volvió más obvia porque en vez de guiñarle el puto ojo, le tiró un beso por el aire y soltó una carcajada al pronunciar su apellido.

Si a nadie le había quedado claro aún quien era Amelie, podía observarlo muy claramente ahora que estaba iluminada por el rojo de sus mejillas. Kyle, a su lado, dio un gritito emocionada y Dean rodó los ojos.

-¡Arruinas mi relación, Potter!

Pero su amigo apenas le prestó atención: Hallie se acercaba peligrosamente a los aros, con el rostro enfadado, dispuesta hasta de golpear a Hugo con la Quaffle si no lograba embocar.

En las gradas, todo el mundo se tensó.

Lily y Albus seguían a la Snitch a la misma altura. Zabini estaba casi sobre la marca de notación, preparada para su lanzamiento.

James no lograba llegar a tiempo. El marcador zumbaba con el empate. La respiración pesada de Lysander resonaba por el micrófono.

Y Hallie lanzó, limpiamente hacia el aro al que Hugo nunca podría llegar.

Bajo los ojos atónitos de todos, a un segundo de que la Quaffle pudiera colarse y marcar 10 puntos de diferencia, una Bludger la golpeó, desorbitándola de su objetivo.

Y Lily alzó la Snitch entre sus dedos, ante las narices de su hermano, mientras Fred Weasley observaba entre maravillado, sorprendido y orgulloso de sí mismo, cómo había logrado batear la Bludger con su puntería implacable para desviar el seguro tanto de Zabini.

Todo se sumió en un silencio, tanto que Filch, desde el Castillo, había comenzado a respetarlo, mudo de asombro de que los alumnos pubertos no gritaran como posesos.

Hallie, derrotada, sólo dirigió una mirada amenazante a Fred, una vez más, antes de bajar a tierra con su ligereza atlética. El pelirrojo, con el ceño fruncido y una mezcla de emociones en el rostro, la siguió.

En el momento exacto en que creyeron que Hallie se daría media vuelta para tumbarlo de un golpe en la mejilla, pareció recordar que era una persona cuerda y sólo se volteó, con una mano en la cintura y rostro afligido.

-¿No estas enojada? -fue lo primero en preguntar Fred, estudiando minuciosamente a la rubia.

-Mmmm... no exactamente. Creo que ustedes jugaron bien -Hallie se encogió de hombros-. Y era mi último partido.

La muchacha rechinó los dientes y Fred pareció darse cuenta de que le estaba mintiendo, por lo que dio un pequeño paso hacia atrás.

-¡Ja! Entonces... ¡En tu cara, Zabini! -chillo, con el dedo a un centímetro de distancia de la nariz de la rubia-. ¡¿Quién gano?! ¡YOOOOO! ¡¿Quién perdió el punto?! ¡SIIIII! ¡TÚ!

Amelie se tapó la cara con una mano, deseando golpear a Fred por ser tan idiota. ¿En serio pensaba estar con Zabini jugando con ella de esa forma? Era idiota.

Alargando un poco la vista, pudo ver como Jenna alzaba una ceja indiferente a su novio. Al parecer, ni siquiera le gustaba verlo peleando con Hallie.

Sin pensárselo dos veces, Amelie comenzó a bajar fila por fila, apresurándose a llegar a las canchas. El silencio que se había formado por el final del partido permaneció ante el enfrentamiento entre los rivales.

-Weasley... -advirtió Hallie, rechinando los dientes y apretando los puños a sus lados.

La Slytherin estaba haciendo un esfuerzo impresionante tratando de calmarse. Trataba de respirar pausadamente y aun así su yugular palpitaba bajo su pálida piel.

En el momento exacto en que Amelie posó sus pies en el cuidado césped verde de los campos, Fred volvió a hablar:

-Ya da igual, Zabini. Acepta la derrota, sé una buena perdedora -la sonrisa socarrona con una mezcla de cinismo de Fred alumbró todo su rostro pecoso-. Acepta que soy el maestro supremo y que eres mi esclava... o sumisa si quieres, claro -le guiñó un ojo y a Amelie le pareció escuchar la forma en que el párpado de Jenna adoptó un pesado tic.

-Fred, contrólate -advirtió James esta vez, recordándole lo que le había dicho en los vestuarios.

Pero ya era muy tarde. Los ojos violetas de Hallie refulgían con una llamativa ira que ya no podía, ni iba a ser retenida. Sus puños se armaron y desarmaron, calculando su fuerza, antes de alzar ambas manos al cielo y soltar un grito histérico.

-¡¿ESTA ES TU FORMA DE MOLESTARME?! ¡¿ESTA ES LA ÚNICA FORMA QUE SOPORTAS PARA HABLARME?! ¡Eres un cobarde, Fred Weasley! ¡Un cobarde en absoluto! ¡Si todo lo que dices es verdad, tendrías todo el valor para probarlo frente a quien sea!

Las manos de Hallie hacían exagerados aspavientos siguiendo sus palabras. Su furia la había hecho explotar de tal forma que estaba empujando con el dedo a Fred cada vez que decía algo. El pelirrojo mantenía una sonrisa de suficiencia y a la misma Amelie le dieron ganas de darle la bofetada de su vida.

Antes de que nadie pudiera preverlo, ni siquiera la misma Hallie, Fred jaló del dedo con el que lo estaba señalando y la acercó a él con la otra mano en su cintura, de tal forma que sus narices quedaron pegadas. No faltó más de un segundo para que Fred deseara y terminara, finalmente, esa distancia.

Hallie se resistió, con los labios de Fred ejerciendo una impresionante presión sobre los suyos. Ella intentó, débilmente, empujarlo con el puño que había formado alrededor del cuello de su camiseta de Gryffindor, pero el pelirrojo no la dejó ir de ninguna forma, todo lo contrario: se acercó más ella y colocó una de sus manos sobre el furioso puño de Hallie, tranquilizándola. Ante la sorpresa de todos, la muchacha cedió, borrando el ceño fruncido sobre sus ojos, relajando la fuerza de sus párpados hasta ocultar completamente su iris violeta, desarmando su puño sobre el pecho del merodeador y profundizando el beso, dando todo el permiso a Fred.

La mirada verde Amelie recorrió todo el campo, empezando por James, quien parecía tener una mezcla de sentimientos confusos y maravillados, hasta llegar a Jenna, a quien los alumnos maldecían por pisar sus pies en su intento desesperado por desaparecer del estadio. Llevaba la cabeza gacha y el pelo cubriendo todo su rostro.

-Y Adams se va de la cancha... -resonó, sobresaltando a todos (menos a la pareja, claro), la voz de Lysander por los altavoces.

-¡Scamander! -se escuchó gritar a la directora a lo lejos.

-Digo... ¡Y Lily Luna atrapa la Snitch! ¡GRYFFINDOR GANA! -McGonagall volvió a su lugar, al fin tranquila, pero claro que Lysander tenía que darle un final memorable a su trabajo y cubrió su boca y el micrófono con una mano, como si fuera a decir un secreto-. Suelten esas lenguas.

-¡SCAMANDER!

El silencio se evaporó, y los leones, junto a las águilas, los tejones y todos aquellos profesores que los apoyaban, dieron un grito al cielo, lleno de júbilo y alegría. Sobre el pilar del comentarista, McGonagall alzó la copa y James Sirius montó su escoba en su búsqueda.

-¡Am! -chilló Lily, corriendo hacia ella-. ¡Le patee el trasero a Albus! -el aludido, quien había ido a felicitar a su hermana como era debido, rodó los ojos y se volvió sobre sus pasos: como siempre arrepentido ante todas las decisiones que tomaba respecto a sus dos arrogantes hermanos-. ¡Ganamos!

-¡Felicitaciones! -trató de hacerse oír Amelie, sobre todos los gritos.

-¡Nada de felicitaciones, idiota! ¡Ven aquí! ¡Si eres del equipo!

Por más que no había jugado la final, Amelie había formado parte del equipo los últimos dos años, parte de su participación había logrado que ellos se encontraran en tal puesto. Se merecía festejar como jugadora y gritar como leona orgullosa más que cualquier persona en las gradas.

James comenzó a volar alrededor del estadio con la copa alzada en ambas manos. Rápidamente, el resto de los jugadores se montaron en las suyas y lo siguieron. Pero se olvidaron a Fred sobre el piso y Amelie trató de encargarse de él... de alguna forma.

Hallie y Fred seguían con su beso, respirando con dificultad y haciéndoles preguntarse a todos si respiraban por las orejas. Era un beso tan desesperado y hambriento que Amelie se imaginó a Fred como una planta carnívora tratando de devorar a Hallie al completo. Pero... ¡Vamos, era obvio! Habían estado deseando eso por tanto tiempo, ambos, que ahora no podían detenerse de ninguna forma. Y Amelie no quería separarlos, por más que Fred tuviera que ir a alzar la copa: ellos eran una pareja tan linda que sólo un ser desalmado y poco sutil sería capaz de separarlos.

-¡Hey, Fred! -chillo James, sobrevolando a la pareja y utilizando la escoba de su primo que llevaba en mano para darle pequeños golpecitos a su dueño en la cabeza-. Luego te la sigues comiendo... ¡Ganamos!

Sorprendentemente, el pelirrojo se separó con mucho pesar de Hallie... o al menos despegaron sus labios. Sonriendo, Fred apoyó su frente sobre la de ella, quien respiraba pesadamente con los ojos cerrados, tratando de recobrar el sentido. Los ojos del pelirrojo recorrieron el rostro de la Slytherin, mientras Hallie seguía desconcertada, y colocó el mechón violeta que se había soltado de su coleta tras la oreja.

-Te quiero -murmuró, medianamente alto para escucharse sobre todos los festejos. Y, Amelie, quien no estaba muy lejos, logró oírlo perfectamente-. No lo olvides, por favor.

Nunca creyó conocer un Fred Weasley igual. ¡Le había dicho te quiero! Y con un sonido de voz tan dulce, tan sincero, tan sentido... ¡Fred Weasley había sido tierno! Este, era, definitivamente, un día para recordar.

Cuando Amelie dio media vuelta con una risa ante lo que había descubierto, dispuesta a volver a las gradas en busca de Kyle, sus ojos recorrieron el alto y esbelto cuerpo que se imponía como una muralla ante ella.

-¡Ganamos, Am! -chillo James, con los brazos abiertos de lado a lado.

Amelie soltó una carcajada, observando su rostro rebosante de felicidad. Él parecía la persona más feliz del mundo y Amelie sabía que estaba disfrutando más que nadie, que nadie estaba más feliz que él por haber ganado la temporada. Era tan importante para James... Y ella pensaba darle su apoyo, por eso saltó sobre él, envolviéndolo en un abrazo.

-¿Cuándo puedo reclamar mi recompensa? -inquirió él, en su oído, alzándola con tal fuerza que Amelie sentía que sus pies no tocaban el piso.

-¿No crees que todos estos ya tuvieron mucho con Fred y Hallie? -replicó, divertida.

-Mmm... puede que tengas razón. Pero no olvidaré lo que me debes.

Se quedaron unos minutos en silencio, Amelie prácticamente alejada del mundo, ni siquiera con la necesidad de preocuparse por el mantenerse parada, ya que James no parecía querer soltarla. Parecía como si el pudiera mover todo su mundo si lo deseara, se sentía como si lo necesitara para todo y, en ese momento, se dio cuenta que le sería difícil separarse alguna vez de él.

Ya se había olvidado de todo el mundo a su alrededor, festejando y celebrando, mientras estaba totalmente perdida en el aroma de James, cuando alguien a sus espaldas carraspeó.

-¿James Potter? -preguntó una voz aguda, de mujer.

Con cuidado, el aludido fue dejando a Amelie en el piso, sorprendido ante la persona que lo había llamado. Con el ceño fruncido ante la adoración en los ojos de James, Amelie dio media vuelta, encontrándose con Jocelyn Wadcock, la entrenadora del Puddlemere United que había llevado a su equipo cinco veces al triunfo, por no mencionar que en su época era de las mejores jugadoras.

Ah, claro, y cabe mencionar que James era un gran fanático del club.

-Lo siento -musito la mujer, dándole una rápida mirada a Amelie en señal de disculpas-. Pero me pregunto si sería oportuno hablar con usted un par de temas, señor Potter. Temas que tengo entendido que le interesaran.

James ladeó su cabeza, asintiendo eufóricamente nada más comprender lo que podrían significar todas aquellas palabras... ¡Se estaba abriendo una oportunidad! Y eso era excelente, no tan solo porque siempre había querido dedicarse al Quidditch, sino también, porque podría hacerlo en su equipo favorito.

La entrenadora dio media vuelta, indicándole a James con un movimiento de su mano que la siguiera.

-Deséame suerte -murmuro el muchacho, antes de dar un paso, decidido de seguir a Jocelyn.

Rápidamente, Amelie tomó la mano de James entre la suya y jaló de él para poder darle un fugaz beso en la mejilla.

-Buena suerte, Potter.

Él pareció relajar sus nervios y ansias por un momento, cuando se volteó a verla con una sonrisa de lado.

-No es exactamente el beso de buena suerte que me gusta, pero, considerando que aún me debes algo, dejaré que guardes energías -le guiñó un ojo, besando los nudillos de su mano antes de soltarla y correr para poder seguir a un buen ritmo a la entrenadora del Puddlemere.

Con una sonrisa deslumbrante (como de las que solía tener desde aquella noche en las cocinas), Amelie se encaminó hacia las gradas, tratando de buscar con la vista a sus amigos, los cuales permanecían en el mismo lugar. Kyle y Dean estaban separados por un asiento vacío, por lo que supo que aún no se habían arreglado. Por otro lado, Paris estaba hablando sobre los escalones con Colin Creevey, mientras que Ethan y Gaia los observaban en un silencio máximo, sin ningún tipo de disimulo.

Los alumnos estaban saliendo poco a poco de las gradas. Los Slytherin se habían esfumado más rápido que Hagrid ante una dieta, por supuesto, mientras que el resto de los alumnos que apoyaban a los leones aún seguían felicitando y comentando las noticias.

A Amelie le pareció escuchar su nombre por todos lados. Al principio creyó que era paranoia, pero por cómo las miradas eran aún más penetrantes que antes, supo que estaba en lo cierto: que era el tema del día. Aún más que el triunfo de Gryffindor. Y... bueno, no, a la novedad de Hallie y Fred no la superaba nadie.

-Le está diciendo que es fabuloso -escucho decir a Gaia, en cuanto llegó a su lugar.

La muchacha de cabello blanco tenía su vista fija en su mejor amiga y el rubio, con tanta concentración que Amelie creyó que se pondría roja. Ethan, a su lado, alternaba su mirada de Gaia hasta la pareja.

-¿Que más podría estar haciendo? -inquirió Ethan bruscamente-. Está leyendo sus labios.

-¿Lees labios? -pregunto Amelie, sorprendida.

-Ajá. ¿Cómo crees que me entero de todo lo que pasa en Hogwarts? Sé todos y cada uno de los cotilleos de este colegio... así como que a James no le gustan los besos de buena suerte en la mejilla.

¡¿QUÉ?! ¿Cómo había podido hacer eso? Cuando habían hablado, James y ella habían estado, al menos, como a 100 metros de distancia del lugar de Gaia. ¡¿QUÉ CARAJOS?! Esta chica era toda una caja de sorpresas.

-Sabía que estaban juntos -murmuró Ethan.

-No estamos juntos. No somos pareja, ¿bien?

Y lo peor de todo es que no mentía. James y ella no eran novios, no se daban muestras de afecto en público, no tenían un título oficial. James y ella, más bien, tenían una relación rara... eran raros.

En cuanto Colin y Paris dejaron de hablar, Amelie se despidió de todos y siguió a Kyle y Dean escaleras abajo. Seguramente ahora se haría una pequeña fiesta en la Sala Común, pero a ser sincera, no podría quedarse. Había perdido tantos días de clases luego de la Cámara que aún tenía que recuperar todo aquello, más el hecho de que tendría que estudiar para los EXTASIS sí o sí, si es que no quería reprobarlos. Estar tan atareada con jugadores, James, el partido y el Parsél, la habían hecho despreocuparse de sus clases.

Aun así, sabía que se quedaría, aunque sea, tan sólo unos segundos, al menos para felicitar a James como era debido.

Pero en cuanto llegó, entre todos los alumnos que felicitaban a los jugadores, James no estaba. Y Lorcan, Lily y Fred tampoco. ¿Dónde se habían metido? Amelie no tenía idea, así que tan sólo felicitó al resto de su equipo y subió las escaleras a su habitación.

Con cuidado a no tropezarse por estar tan a oscuras, caminó con su vista fija en los peldaños. Ella y la torpeza eran buenas amigas así que no tenía que descuidarse. Pero, entonces, cuando llego a la cima y volvió su vita al pasillo, sus ojos se abrieron de par en par.

Lorcan y Lily estaban besándose ante Amelie, sin alertar su presencia. Estaban tan ensimismados el uno en el otro que la recién llegada tuvo que carraspear incómodamente para que volvieran al mundo. Menos mal que había sido ella quien había subido y no cualquier otra que podría haber ido gritándolo a los cuatro vientos, provocando que James o alguno de los primos Weasley se enterara y acabara con la vida del pequeño Lorcan.

Antes, hubiera dicho: "pequeño e inocente Lorcan". Pero claro que ese chico no tenía nada de inocente, cosa que Amelie reafirmo al ver la escoba olvidada en el suelo, seguramente su única forma de haber subido hacia los dormitorios de las chicas.

-Amelie... ¡Oh, por Merlín! -musitó Lily, tapándose la boca con la mano y mirando alternativamente a Lorcan y la aludida, para luego darle al rubio un golpe en el hombro, empujándolo.

-¿Qué haces? -rezongó Lorcan.

-¡Por favor, por favor, no le digas a mi hermano! -murmuró Lily, arrodillándose frente a Amelie y colocando sus manos en forma de rezo.

-Yo puedo defenderme de él -refunfuñó Lorcan, con las manos en los bolsillos, revolviendo su cabello con nerviosismo.

-No es por ti, idiota. A nadie le importas -le soltó Lily bruscamente, para luego volver su atención a Amelie-. ¡No dejara de molestarme si se entera! ¡Me cansará!

Por más que le estaba pareciendo graciosa y divertida la idea de burlarse de James al informarle que no solo ya había perdido a Paris, sino, también, a su pequeña hermana, no podía decirle nada. No tan sólo porque Lily se lo estaba pidiendo, sino porque la forma de reaccionar de James siempre era demasiado... exagerada.

Claro, y ella tampoco quería que él tuviera problemas con Lorcan o quien sea.

-Quédate tranquila, Lily, no le diré nada. Pero luego tú y yo tendremos que hablar -advirtió Amelie, señalándola con una ceja enarcada.

-¡Sí, sí, sí! ¡No hay problema! ¡Eres la mejor! -la abrazo eufóricamente y luego tomo la escoba de Lorcan, golpeando con ella en el pecho a su dueño, obligándolo a irse.

Amelie, definitivamente, tenía que preguntarle que era ese extraño comportamiento.

Encogiéndose de hombros, siguió con su andar hacia su cuarto. Hua y Kyle habían elegido seguir con el festejo, así que estaba sola en la habitación, sacando los apuntes y libros de su maleta y desperdigándolos sobre su litera. Por más que podía escuchar todos los gritos y festejos de sus compañeros, la puerta lograba amainarlos levemente y la tranquilidad y silencio del exterior lograba tranquilizarla. Estaba algo cansada, así que tan sólo se recostó a leer y repetir las palabras de las hojas, iluminada por la tenue luz de la luna.

Cuando llegó a las Conferencias de Magos de 1853, un golpeteo incesante sobre la ventana arruinó su tranquilidad. Dio media vuelta y se encontró a James, con una sonrisa arrogante y triunfadora, montando su escoba.

-Vengo a reclamar mi recompensa -exclamó, observándola de pies a cabeza y sonriendo al darse cuenta de que ella aun llevaba su campera.

-Lástima, porque ahora estoy estudiando.

-¡No es justo! No sólo gane el partido, sino que ahora estás viendo al nuevo cazador del Puddlemere United -indicó, inflando su pecho.

-¡Eso es genial! -olvidándose de todo a causa de la emoción, Amelie dio un brinco de su litera, tumbando al suelo todos sus apuntes.

James soltó una risita por lo bajo al ver como a Amelie se le teñían las mejillas de rojo, avergonzada de su torpeza. Se bajó de su escoba, haciendo equilibrio sobre el alféizar y saltando dentro de la habitación, para agacharse junto a su pelirroja y ayudarla a recoger sus apuntes.

-Fred también fue seleccionado, como golpeador de reserva... ¡Ah! Y Hallie formará parte de las Arpías de HolyHead. Al parecer, les gustó su agresividad.

Enfrascada en lo que James le contaba, Amelie volvía a colocar sus apuntes sobre la litera, apuntes que James volvía a recoger para meterlos en la mochila que su madrina Hermione había hechizado con un encantamiento de extensión indetectable. Solo cuando termino de alzarlos, Amelie se dio cuenta de lo que el muchacho estaba haciendo.

-¡Potter!

-¡Moore! ¿Te he dicho cuan bien te queda mi campera? ¿Y mi apellido en tu espalda? Es toda tuya, te la regalo.

Aunque eso la había emocionado más de lo que le gustaría admitir, aún estaba enojada por lo que James había hecho con sus apuntes. Hastiada, Amelie rodó los ojos y se cruzó de brazos.

-¿Por qué has hecho eso?

-Porque ahora mismo nos vamos -respondió James, decidido, y ante la inconfundible expresión de negación de Amelie, agregó-: necesitas tomar un poco de aire. Si quieres, ven y estudiamos los dos juntos... no estás tan atrasada como debes pensar.

Lamentablemente, James tenía razón y Amelie lo sabía perfectamente. Toda su vida había adelantado sus tareas y los temas más que los demás, y, por más que le habían exigido estos últimos días de descanso, ella aún tenía más temas vistos y estudiados que todos sus compañeros.

Por otro lado, ya había pasado demasiado tiempo con James y... ¡Bah! ¿A quién engañaba? No podía decirle que no.

-Bien, pero a estudiar -remarcó Amelie, alzando su dedo índice.

James asintió fervientemente, con la sonrisa del gato de Cheshire, para luego tomar a Amelie de los hombros y presionar sus labios con los suyos en un casto beso. En cuanto se separó, corrió hacia la ventana y volvió a montar su escoba.

-Has perdido tu recompensa con ese beso -le informó Amelie, tratando de no esbozar una sonrisa y tomando la mano que él le ofrecía para tomar impulso y pisar el alféizar antes de montarse en la escoba.

La leve brisa era refrescante y apenas conseguía mover un poco sus cabellos pelirrojos. El viento zumbaba en sus oídos, impidiéndole oír la perorata que había soltado James sobre cuán insistente era con sus estudios.

Dirigieron el mango de la escoba hacia las orillas del Lago Negro, debajo de una gran haya. Mientras James estiraba sobre el césped una manta, Amelie dio un vistazo hacia las tranquilas aguas, las cuales eran tan oscuras que se confundían con el cielo de la noche. Si había una diferencia, eran las estrellas y la gran luna menguante, que hoy brillaban como ningún otro día.

Cuando Amelie dio media vuelta, se encontró a James tumbado en la manta, invitándola, con un golpeteo a su lado, que se sentara junto a él.

-Trae el libro de Astronomía -le pidió.

Sin dudarlo dos veces, algo extrañada por la asignatura que había elegido, rebuscó entre sus apuntes hasta encontrar el manual que le había recomendado la profesora Sinistra. Estaba algo desgastado en los lados, sobre todo en los dibujos de las constelaciones, página por la que James lo abrió en cuanto se recostó a su lado.

-Esa de allí es Draco, y allí Orión -señalo James al cielo, acertadamente, sin ayuda del manual-. Y más allá esta la estrella Sirio, derivación de mi segundo nombre, ¿lo ves? -Amelie comprobó lo que decía con ayuda de los dibujos-. La familia Black uso durante generaciones los nombres de las constelaciones...

A la luz de la luna las facciones de James se veían más relajadas. Tenía los ojos brillantes con su charla y su boca se movía con emoción, relatando a Amelie todo lo que sabía. Ella apenas era capaz de entenderle, no era fácil estudiar con él en lo absoluto y, lo peor de todo, es que la culpa no era suya, sino que de ella, quien no podía dejar de verlo y embobarse por la forma en que sus curvas pestañas creaban sombras en sus mejillas.

Entonces, en el momento en que ella lo estaba observando, James volteó, encontrándose con sus gigantescos ojos verdes. En otras ocasiones, Amelie hubiera alejado su mirada rápidamente, pero ahora se sentía totalmente libre de hacer todo lo que quería. Totalmente libre de cumplir sus deseos.

Y, eso era porque James había sido su principal deseo desde hace mucho, mucho tiempo.

Amelie se apoyó sobre su codo, elevándose e inclinándose hacia él, regalándole un suave beso en los labios, exactamente como a James le gustaban. Así sin más, ella se recostó sobre su pecho, dejándose llevar por el latido de su corazón, el cual iba tan rápido como el suyo.

-Espero que eso sirva como recompensa.

-Sólo me basta estar contigo... -musitó James, acariciando su mejilla-. No sé si alguna vez voy a poder separarme de ti.

Amelie se dejó llevar por el cariño en su gesto, cerrando los ojos y respirando profundamente.

-Pienso exactamente lo mismo -concordó Amelie, sonsacando una sonrisa a James.

El dedo de James trazó un camino desde su mejilla a su mentón, para luego dibujar y trazar la forma de los labios de Amelie con su pulgar. Por primera vez en muchos años, él se sentía cómodo con alguien... sentía que realmente no habría problema alguno en expresar sus sentimientos. En dejar de ser una maldita piedra.

Decidió ser sincero con ella, no callar ni una sola palabra más.

-Te quiero, Am.




***************

PARIS: Tremendamente empalagoso, Juli.

JULI: Es Jamelie, ¿Qué esperabas?


IMPORTANTE

¡PERDONEN LA TARDANZA! Mi razón número uno es que estoy llena de evaluaciones, pero la semana que viene ya tengo las últimas, así que puedo decir que después de eso soy totalmente libre del colegio y subiré más seguido.

Mi segunda razón, es que este capítulo no es lo único que he subido en estas dos semanas: ¡Ya está disponible el prólogo de Albus! ¡Taran! Así que los invito a pasarse por mi perfil para leerlo, o tan solo darle al link que aparece en los comentarios ligados a este párrafo si es que están por el móvil. No tiene spoilers, obvio. Son solo cosas necesarias para que comience la novela y hay tan solo un relato que es posterior al final de Amelie. Verán que varios relatos concuerdan con capítulos de esta novela, por ejemplo: la cena en la que Albus y Paris se hacen amigos, luego de que Amelie golpeara a James en el ojo; qué pasa con Albus después de que Alice besa a Elvendork; como es que Alice y Albus se ponen de novios.

Estoy segura de que les gustara, ya que ambas historias estarán conectadas.

No comenzaré a subir los capítulos de Albus hasta darle fin a Amelie, ya que el primer capítulo será exactamente un día después al epilogo de esta novela... lo sé, un lío.

Y ya que hablamos del epílogo y líos... Ciertamente me di cuenta que estuve expresando mal la cuenta regresiva. Hace ocho capítulos, dije: "Quedan diez capítulos para el final" y luego comencé a decir: "¡*#* capítulos para el final!". Y... me confundí hasta yo misma, así que lo explicaré claro y preciso por si se perdieron como yo (no estoy para números):

-QUEDAN DOS CAPÍTULOS PARA EL FINAL contando al epílogo.

Eso es, nunca me exprese bien en si me refería a "el capítulo final", porque si hablamos de eso... el capítulo final será el próximo. Y luego tan solo le seguirá el aburrido epílogo cortito (mentira, será hermoso).

En fin, espero haberme explicado bien.

Muchos besos y saludosssssssss.

(PD: No crean que a mí no me deprime, también, que ya este por terminar).



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