Piedras Preciosas. Una nueva...

By GwenLightwood

10.4K 391 81

Todo ha vuelto a la normalidad. Si es que a esto se le puede llamar normalidad. Gwen y Gideon han derrotado a... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7 (Matthew POV)
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11 (Gwen POV)
Capítulo 12
Portadas (1/2)
Portadas (2/2)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
PEQUEÑO AVISO

Capítulo 19

179 6 1
By GwenLightwood

Era increíble lo rápido que el clima había cambiado durante el tiempo que había estado en Londres, pero aun así era hasta cierto punto relajante, pues era casi como si el estado de tiempo se estuviera acomodando con respecto al ánimo que tenía o a lo que estuviera pasando.

En aquellos momentos las gotas de lluvia caían acompasadas contra el cristal de la ventana del automóvil que nos llevaba a Raphael y a mí hacia la Logia mientras todo lo demás permanecía en un agradable silencio (supongo que en algún punto de aquel día mi cerebro se había sobrecargado con tanta información y ahora simplemente necesitaba un poco de calma). Cosa rara que los Vigilantes hubiesen mandado un auto pequeño, aunque del obligatorio color negro, en vez de una de sus amadas limusinas; aquello sólo podía significar que ellos debían de estar mucho más asustados de lo que dejaban ver, y no había manera de negarlo.

El próximo movimiento del conde era algo inminente y el único verdadero problema era tratar de unir las piezas de su enrevesado plan, pues nada parecía estar conectado realmente de alguna manera.

De hecho, aún tenía escalofríos por lo que habíamos descubierto por la mañana y ahora, a pesar de la terrible ansiedad que sentía por saber que escuchaba la voz del conde en mi cabeza, trataba de no parecer tan afectada.

Y, después de que Raphael me explicara que en el pasado el conde solía meterse en la mente de las personas, hablar sin mover los labios dentro de sus cabezas y hasta (en el caso de Gwendolyn) ahorcarlos sin mover un sólo músculo nos quedó más que claro que el conde sí que planeaba algo conmigo y que en estos precisos momentos se encontraba vagando por las calles londinenses, acechando, listo para lo que fuera que estuviera tramando, a menos de que ahora pudiese realizar todos esos trucos a kilómetros de distancia de nosotros, lo cual era un inconveniente aún más grande.

Además, si faltaban indicadores para saber lo mal que todos debían de estar incluso Xemerius, que siempre parecía tan despreocupado y divertido por la vida (sin contar los momentos en los que se ponía todo dramático y fingía enfurruñarse con el mundo) tenía un aire claramente nervioso. Hasta Raphael que no podía ver al daimón gárgola me susurró durante una de las rondas de vigilancia de Xemerius que Gwendolyn pensaba que era en extremo difícil conseguir preocupar por demasiado tiempo a Xemerius, a pesar de su increíble lealtad. Realmente debía de temer por la vida de su amiga inmortal y de toda su familia.

Y a todo eso teníamos que agregar lo que había pasado la noche anterior durante la junta de los Vigilantes.

-No se supone que les cuente esto -había dicho Xemerius mirando de un lado a otro con nerviosismo y con sus garritas básicamente temblando cuando finalmente se decidió a revelarnos sobre lo que estaban hablando Gwendolyn y Gideon en el tejado-, pero qué más da. Por la noche, mientras los Vigilantes seguían discutiendo sin llegar a nada en concreto aparecieron más versos sin sentido en la vieja mazmorra en donde tenían encerrado al conde. Bueno, en realidad no eran profecías ni nada como eso, eran pedazos de poemas de Shakespeare, pero que claramente fueron enviados por el conde, así que el significado del mensaje termina siendo el mismo que si escogieran palabras al azar de un diccionario de los gordos.

Seguramente me le quedé viendo a Xemerius con los ojos como platos porque Raphael, que no había escuchado nada de lo que había dicho el daimón agitó mi brazo mientras trataba de conseguir que yo hablara.

-¿Qué ha dicho? ¿Por qué pones esa cara? ¿Tan malo es?

-¿Qué? No, no tanto -le había respondido, porque era la verdad, aunque saber cada vez con más seguridad que el conde ya podría estar instalado nuevamente en Londres no era ni mucho menos más reconfortante. Entonces le expliqué lo que había dicho Xemerius, aunque por obvias razones omití su último comentario (lo admito, tenía su gracia, pero tenía pensado comenzar a ser tomada un poquito mas en serio cuando se tratará sobre el asunto del conde y todo eso y Xemerius no era precisamente de mucha ayuda).

Raphael sólo me había mirado consternado, claramente tratando de entender qué se proponía el conde con todos esos jueguitos.

-Bueno, ahora tenemos algo más que robar -concluyó Raphael después de un rato -. Tal vez los demás no lo entiendan, pero ¿quién dice que nosotros no podríamos encontrar un patrón en todo esto? Yo voto porque le echemos una ojeada también a esos versos.

-Creo que esta vez estoy de acuerdo con el chico, Val -terminó Xemerius antes de que mister Bernhard fuera a avisarnos que ya habían llegado los Vigilantes por nosotros.

Ahora, mis deseos por saber en dónde encajaba yo en todo esto eran aún más grandes que cuando todo comenzó.

-Hemos llegado -dijo mister Marley cuando el coche finalmente se detuvo frente a la Logia.

-Gracias -respondimos al unísono Raphael y yo mientras nos apeábamos del automóvil. Ambos seguíamos demasiado anonadados como para parecernos un poco a nosotros mismos.

Cuando entramos nos habíamos encontrado con mistress Jenkins que estaba sentada detrás de una pila de papeles incluso más grande que el día anterior, pero sin contarla a ella  la Logia parecía inusitadamente vacía.

Gwendolyn, Matthew y Gideon habían llegado una hora antes a Temple, pero como  tanto Raphael como yo habíamos necesitado más tiempo para hablar, y sobre todo para convencer a Xemerius de que no dijera nada, por lo menos no hasta que entráramos en la Logia por la noche nos habíamos retrasado a propósito.

Así que aquí estábamos, a las seis de la tarde siendo escoltados por los pasillos de la Logia por mister Marley y Xemerius que no dejaba de parlotear de manera nerviosa. Yo hacía veinte minutos que no le prestaba verdaderamente atención.

Caminamos un buen rato y entonces dimos la vuelta en el pasillo que daba a la Sala del Dragón, cuando apareció Philip doblando la siguiente esquina.

Su aparición era como una señal. Era donde todo esto comenzaría. El plan para infiltrarnos en Temple y desenterrar el misterio que escondía la Logia daba inicio justo ahora.

-Oh, están aquí -dijo Philip al vernos, su rostro tan relajado que nadie se imaginaría nunca que nos estaba ayudando a desentrañar los secretos de la Logia -. Mister De Villiers te está buscando, padre. Habrá otra junta esta tarde, esta vez sólo con los miembros del Círculo Interior y Exterior, nada de adeptos; ya me encargaré yo de ayudar a elapsar a los nuevos Rubí y Diamante.

Marley dudó un instante; frunció el ceño analizándonos a fondo tanto a Raphael como a mí, antes de asentir y dejarnos ir con Philip.

En estricto sentido Raphael no tenía razones para estar dentro de la Logia en aquellos momentos, menos considerando que la junta que se celebraría aquel día iba a ser tan exclusiva, pero ahí estaba, acompañándome por cualquier situación y preparado para deambular por los pasillos de Temple, esperando no ser descubierto (aun menos por sus padres), dispuesto a preparar el terreno para la excursión nocturna del día siguiente.

Caminamos con total parsimonia hacia el lado contrario de donde estaba la Sala del Dragón (a donde tendría que haber estado dirigiéndose mister Marley que permaneció parado en el mismo lugar que antes).

-Bueno, aquí los dejo mis pequeños saltamontes. No quiero presenciar cómo mister Tomate comienza a hacer caras a sus espaldas. -comentó Xemerius mientras nos alejábamos -Muy gracioso si me lo preguntan, pero en estos momentos tengo misiones muchísimo más importantes.

Poco me faltó para no soltar una sonora carcajada.

Los tres mirábamos al frente, completamente callados, conscientes de la fría mirada de mister Marley a nuestras espaldas.

Después de caminar otro tramo doblamos finalmente la esquina. Escuchamos por fin los pasos del padre de Philip, alejándose de nosotros, pero tras un par de zancadas, el sonido de los lustrosos zapatos de mister Marley, que resonaba contra las paredes, volvió a escucharse más cerca de nosotros.

-Tal vez deberías vendar a la chica -dijo Marley, ofreciéndole un pañuelo con la mano a Philip cuando todos nos giramos.

-Oh, sí por supuesto, padre -soltó Philip, seguramente más nervioso de lo que realmente pretendía -. Puedes...podrías...ya sabes, darte la vuelta -me dijo con las manos imperceptiblemente temblorosas sobre el pañuelo.

Asentí obedientemente. Estaba totalmente confundida por el giro inesperado que había tomado esto. ¿No había dicho de hecho ayer Raphael algo relacionado con los Vigilantes y su costumbre de vendar a las personas en las que no confiaban? Ya no lo recordaba.

Entonces me giré y Philip comenzó a colocarme el pañuelo sobre los ojos. Obscuridad absoluta instantánea.

El pañuelo era más grande de lo que parecía a simple vista y muchísimo más grueso de lo que esperaba, eso estaba claro. En cuanto Philip terminó de anudar la tela, no sin haber atrapado entre el nudo un par de mis cabellos, cosa que me estaba generando un poco de daño aunque yo no pretendiera admitirlo, mucho menos protestar por ello, me sentí perdida.

Aquello era mucho peor que cuando de pequeña había jugado a la gallina ciega o cuando me habían hecho dar como cincuenta vueltas antes de intentar golpear la piñata en una fiesta de cumpleaños de Theo.

Sólo había estado una vez por los pasillos de la Logia y ya eran lo suficientemente complicados como para que ahora tuviera que ir con los ojos vendados, sin contar que la tela me cubría tan bien que no había ni un sólo resquicio que dejara entrar luz en mi campo de visión. Incluso comenzaba a considerar si así se sentía cuando te quedabas ciego. Por lo pronto sentía una inmensa desesperación que me recorría de pies a cabeza.

-Perfecto -conseguí escuchar a mister Marley. A pesar de la penumbra en la que estaba envuelta podía sentir cómo su voz estaba cargada de regocijo e intentaba no sonreír; era obvio que disfrutaba de mi vulnerabilidad -. Nos vemos en un rato Philip, no puedes llegar tarde hoy.

-Sí, padre -respondió Philip como un autómata.

Como no podía ver a nadie tenía los nervios de punta, lo único que conseguía atinar era que había una fuente de calor a mi izquierda y otra a la derecha. Nada mas.

-Ya se fue -escuché susurrar a Raphael después de unos segundos que se me hicieron eternos.

Estuve a punto de preguntar por qué susurraba, pero conseguí entender lo estúpido de la pregunta. Si ya una vez mister Marley había regresado de improviso, por qué no podría hacerlo una segunda vez, además era obvio que no le tenía un gran afecto a Raphael y mucho menos a mí.

Entonces sentí como una mano se asía de mi antebrazo y un brazo me rodeaba por un hombro y colocaba una mano en mi espalda, por debajo de mi otro hombro.

-Bien podríamos evitarnos todo esto -dijo Philip desde mi derecha, del lado del que provenía el  brazo que me sostenía por la espalda. Por su voz se le notaba divertido ante esta situación, aunque a la vez aún un poco...¿asustado? -, pero quien sabe si nos topemos con algún otro Vigilante y estoy seguro de que no les gustaría verte sin la condenada venda.

Estaba a punto de protestar, diciéndole que ya el día anterior había andado por toda la Logia sin esa molesta venda cuando una risita ahogada me detuvo y Philip dijo:

-Además, hace siglos que no llevamos por toda la Logia a una chica vendada. Esto será divertido.

Y ya creo que aquello sería divertido, pero definitivamente no para mí.


Tal y como lo esperaba el trayecto hacia la Sala del Cronógrafo con la venda fue toda una aventura.

Para empezar, a pesar de que supuestamente Raphael y Philip estaban cuidándome y me mantenían firmemente agarrada en todo momento, el cuartel general de los Vigilantes contenía más objetos picudos, estorbosos o con salientes de los que parecían a simple vista. También había suficientes escalones como para que yo hubiese estado a punto de caerme mas de una docena de veces.

En conjunto todo eso hacía de el trayecto mucho más tardado que el día anterior (por lo pronto yo me había preguntado más de una vez si Philip no nos había hecho dar un rodeo sólo para molestar, ya que incluso la distancia se sentía mayor)

Realmente estaba esperando que ya estuviéramos a punto de llegar a las escaleras que llevaban al piso inferior, en donde estaba la Sala del Cronógrafo cuando Philip se detuvo de golpe. Por suerte no iba adelante de mí, porque sino hubiera chocado contra su espalda, y eso se hubiera agregado a la lista de choques embarazosos que había tenido aquel día.

-Espérenme un momento aquí, voy por las cosas para estudiar -fue lo único que le escuché decir a Philip, aunque pareció que después de ello siguió hablando, seguramente solo.

Pero espera un segundo ¿Estudiar? ¿Qué? Esperaba que se refiriera al plan o por lo menos a su iniciación como Vigilante del Círculo Exterior, porque, sinceramente, hacia menos de una semana ya había terminado mis exámenes finales y no pensaba tener que estudiar nada mas hasta que volviera a entrar la escuela, y para eso bien podría faltar toda una eternidad. Aunque por los Vigilantes seguramente me la podría pasar estudiando historia y a ellos no les importaría en lo más mínimo, incluso podrían llegar a alegrarse.

Pero todo aquello me hizo pensar en algo que cada que escuchaba la voz o veía un mensaje de alguno de mis amigos de México hacia que se me cayera el alma al suelo. ¿Y si nunca podía regresar con ellos? ¿Y si ya no podía volver a ver a mi familia a menos de que vinieran hasta Londres a visitarme? ¿Seguiría asistiendo a una escuela o ahora sería obligada a permanecer en Bourdon Place (o la Logia) las 24 horas del día mientras alguno de los Vigilantes se las apaña para hacer que miles de datos sin importancia entraran en mi revuelta cabeza? No podría soportarlo. Me derrumbaría por completo en un mes o dos.

Esos pensamientos sólo conseguían que mi corazón se encogiera de una manera desmesurada.

Raphael aun me mantenía firmemente agarrada cuando escuché pasos a lo lejos seguidos de la voz de Philip.

-Ya, eso era todo, esto es más pesado de lo que... -tal vez planeaba seguir hablando pero de un instante a otro sus palabras se perdieron en el aire y se hizo un silencio sepulcral.

El agarre de Raphael se volvió instantáneamente más fuerte sobre mi brazo y de repente la mano que de seguro tenía libre Philip voló nuevamente hacia mi espalda.

Entonces escuché un débil sonido ahogado que provenía de algún lugar enfrente mío. Por mí, bien podría tratarse de el lastimero gimoteo de un perro, aunque pensándolo bien era como una exclamación de sorpresa reprimida por un chico.

Dios, cuanto odiaba no poder ver nada.

-¿Qué... -«Demonios», pensé en cuanto oí esa simple palabra. Reconocí la voz de inmediato y las ganas de arrancarme la venda fueron casi incontenibles - qué hacen aquí? Pensé que estarían en la Sala del Cronógrafo. Tío Falk me acaba de mandar a elapsar.

¿Era sólo yo o debajo de su típico tono de superioridad y la formalidad que había adquirido al llegar a Londres se percibía algo de...nerviosismo? Era casi como si lo hubiésemos atrapado haciendo algo completamente indebido; todo un escándalo para un De Villiers.

-Hola a ti también primo -soltó Raphael con voz burlona aunque increíblemente sombría a la vez -. Es una lástima que ya no nos saludemos como personas civilizadas.

Comencé a morderme el labio inferior de pura ansiedad. Me moría por ver la expresión que tendría Matthew en aquellos momentos.

-Hacia allá nos dirigíamos -replicó Philip antes de que Matthew tuviera siquiera oportunidad de contestar-. Solamente pasé por un par de libros que me pidió recoger tu padre para el nuevo Rubí.

No pude ver la reacción de Matt, pero me imaginé que tendría una ceja levantada y una expresión escéptica, considerando que inmediatamente Philip siguió hablando.

-Es lo típico: historia universal, un poco del siglo XVIII Y XX principalmente, términos ya no tan comunes, vestimenta, algunos libros de francés, inglés, italiano y alemán... -cada que agregaba un tema a su lista de «temas típicos» me iba mareando un poco más; no quería ni imaginarme lo que serían las cosas no tan...básicas- ¡Ah, y por supuesto hay un libro especializado en danza! Todo lo necesario para que Giordano no sufra de un paro cardiaco cuando conozca a la chica.

Matthew no emitió sonido alguno, pero me lo podía imaginar perfectamente sonriendo con suficiencia hacia Philip.

Todo aquello resultaba verdaderamente irritante: sólo era necesaria la simple aparición de Matthew para que Philip actuase casi indiferente, ya que antes de que Matthew llegara había estado llamándome todo el tiempo Valentina, como si fuéramos amigos.

Y ahora sólo esperaba que Matthew no fuera a elapsar conmigo, porque aquello sería insoportablemente incómodo. Claro sin considerar que durante el tiempo que elapse yo estaría leyendo sobre nuestro plan ultra secreto, que bien podría estar resguardado en la Sala del Cronógrafo en aquellos mismos momentos dentro de una carpeta con un rótulo que pusiera TOP SECRET en color rojo.

Pero claramente eso sería demasiado como de película, porque la realidad era diferente.

Si Matthew sospechara, aunque fuera sólo un poco nos mataría, y en el sentido más literal de la palabra. Sólo habría que recordar la mirada que nos había dirigido el día anterior a Raphael y a mí.

-Entonces ¿vamos a la Sala del Cronógrafo? -dijo Philip con jovialidad. Seguramente en ese momento estaría sujetando fuertemente contra su pecho todos los libros que había recogido.

Sentí como Raphael se ponía lentamente furioso sin razón aparente mientras poco a poco ejercía más presión sobre mi brazo. Un poco más y aquello realmente me resultaría doloroso.

-Vamos -respondió Matthew.

Esta vez, el resto del camino lo recorrimos en absoluto silencio y noté que incluso los chicos evitaban que sufriera mas golpes. Todo se sentía demasiado...correcto.

Cuando íbamos bajando por las escaleras de caracol las cosas se complicaron ligeramente y por poco y me terminaba rodando por todo el tramo de escaleras que faltaban por recorrer. En algún punto de nuestra bajada mi pie simplemente se había doblado por completo y había sentido como chocaba mi hombro derecho contra la barandilla, entonces las manos de Philip, que me había tenido que soltar para no caer él mismo por culpa de los libros, me sujetaron firmemente por los hombros. O eso quise pensar, porque en cuanto estuve estable las manos me soltaron y durante todo el incidente Philip sólo soltó un grito ahogado (nada del sonido de libros cayendo), cosa que me hizo pensar que quizá las manos pertenecían a otra persona, más específicamente a Matthew.

Y entonces, después de dar traspiés por varios pasillos más, llegamos a la Sala del Cronógrafo. Raphael se encargó de desatarme la oscura venda tratando de llevarse la menor cantidad de cabellos míos en el proceso.

-Lo siento -murmuró cuando ya casi terminaba de deshacer el último nudo.

Inmediatamente después de quedar liberada de la opresora oscuridad tuve que entrecerrar los ojos, pues ahora todo me parecía demasiado brillante. Raphael volvió a tomarme por el antebrazo casi instintivamente.

Philip estaba sacando el cronógrafo de su arca cuidadosamente mientras Matthew aparecía en mi línea de visión hojeando con suma naturalidad los libros que el pelirrojo había dejado sobre una de las mesitas. Con su otra mano Matthew apretaba algo firmemente dentro del bolsillo de su sudadera.

Todos, incluido Matthew, estábamos con los cuerpos en tensión, en guardia, esperando a que algo pasara, la interrogante era ¿qué estaba esperando exactamente el pequeño Diamante?

-Ya está todo listo -dijo de pronto Philip, haciendo que todos levantáramos la mirada- ¿Año? -preguntó después, dirigiéndose específicamente a Matthew.

-Esperaré a que el Rubí elapse primero -respondió el aludido sin despegar sus verdes ojos del piso, no queriendo establecer contacto visual con nadie.

Eso me pareció un poco extraño, pero a nadie mas pareció importarle, así que lo ignoré.

Di un par de pasos al frente hasta situarme junto al cronógrafo, curiosamente con Raphael todavía tomado de mi brazo. Philip se interpuso entre Matthew y los libros y los tomó, cuidando que nada se moviera de su lugar, para entregármelos; tuve que acomodar unos cuantos dentro de mi mochila escarlata para evitar que se me cayeran.

-Está bien, entonces...hmm, ¿lista para el 17 de octubre de 1948? -Philip estaba inclinado ante lo que supuse debía de ser otro de los Anales y pasaba una que otra hoja, analizando algunos de los datos que estaban escritos.

Después de todo ese tiempo Raphael finalmente me soltó. Esta vez yo me limité a asentir.

Philip ya había ajustado todas las palancas y ruedecitas del cronógrafo, así que ya sólo me quedaba introducir un dedo en la abertura y dejar que saliera una gota de mi sangre. Por un momento, aquello me hizo pensar en la historia de "La bella durmiente", aunque nadie había caído dormido por culpa de esta misteriosa máquina...

La aguja acababa de traspasar la ahora frágil piel de mi dedo índice cuando Matthew habló.

-Sí, toda una lástima que ya nada sea como antes, Raphael -comentó Matthew como si estuviera hablando sobre el clima, aunque con suma frialdad-. Pero, dime ¿qué haces en la Logia? Pensé que tus padres te habían prohibido venir desde lo de tu hermano.

Todo se estaba poniendo borroso y la habitación se iluminó del típico rojo rubí antes de que pudiera escuchar la respuesta del primo de Matthew. Seguramente si me hubiera dicho eso a mí él ya tendría la nariz perfectamente rota, y no dudaba que Raphael fuera capaz de algo igual o peor.

Cuando llegué al pasado esperé encontrarme con el viejo sótano oscuro al que me habían mandado el día anterior, pero para mi sorpresa me encontré con un par de lámparas de petróleo colocadas a ambos lados de la habitación. Aquello era muy extraño.

Observé a mi alrededor para captar todos los detalles que el día anterior no había podido apreciar a la luz de mi teléfono y por raro que pareciera hasta consideré el sótano acogedor. Claro,  aquello ya era mucho decir, pues estaba hablando del sótano de la Logia del conde de Saint Germain; sabiendo lo que sabía sobre él ahora todo me parecía un tanto escalofriante, aunque no lo suficiente para asustarme.

Sujeté firmemente con una mano los libros que tenía afuera, tratando de abrir mi mochila con la otra y rescatar del fondo de ella la linterna que había guardado antes de salir. Tendría que pasar cuatro horas leyendo aquellos pesados libros y desde que el día anterior había tenido que estar todo el tiempo a la escasa luz de mi celular había decidido que de ahora en adelante llevaría a todas partes una potente linterna. Ahora no sería tan necesaria, pero aun así quería asegurarme que no hubiera ratas escondidas en los rincones del sótano; los ratones no eran tan malos, podían llegar a parecerme incluso tiernos, pero con las ratas tenía una lucha a muerte.

Todo estaba vacío, exceptuando por supuesto el desastre en el que se encontraba el sótano en 1948, y fue precisamente eso lo que me hizo dudar un poco más acerca de las lámparas de petróleo que iluminaban la sala. Era de noche, hasta donde yo sabía (recuerdo que Gideon alguna vez me había explicado que los viajes en el tiempo siempre eran mejores durante la noche a menos que fueras a alguna misión especial) y la Logia tendría que estar casi sola, pero en caso de que algún adepto aburrido estuviera deambulando por todo el lugar me parecía sumamente inusual que hubiese colocado esas lámparas cuando bien pudo haber encendido el foco que colgaba del techo del sótano.

No, alguien más había estado en aquel lugar antes que yo y bien podía regresar en cualquier momento. Yo quería pensar que simplemente algún Vigilante despistado había dejado las luces encendidas y se había largado sin mirar atrás, pero la posibilidad de un viajero del tiempo comenzaba a parecerme mucho mas creíble.

No debía entrar en pánico, así que sin pensarlo dos veces tomé la pata rota de una silla que se encontraba entre todos los muebles que había. En comparación con los tubos de papel de cocina que había usado para jugar con mis primos, la pata de la silla era toda una espada digna de un caballero.

Necesité unos momentos para respirar y concentrarme en los libros que sujetaba con la mano izquierda. Eso era lo importante ahora y por lo menos ya había pasado suficiente tiempo como para asegurarse de que Matthew no se aparecería por esa época. Perfecto.

Tomé asiento en uno de los desvencijados muebles que cubrían el suelo de la sala. Era un cómodo sofá cubierto con una manta blanca que parecía aún no haber sido usado. Saqué todos los libros de mi mochila y los coloqué a mi alrededor, decidiéndome por donde empezar. Philip no me los había entregado con un orden específico o al menos eso esperaba pues ya estaban todos dispersos en el sofá y era imposible que intentara encontrarles el sentido adecuado sin alguna pista.

Todos eran de distintos temas, colores y tamaños, aunque tenían en común el hecho de que todos tenían por lo menos 500 páginas. Pensé que lo más lógico sería comenzar con el libro de la historia de la Logia, porque hasta donde yo sabía por lo menos ahí se encontraban los mapas.

Así que tomé el tomo más grande y grueso que se encontraba a mi derecha. Estaba perfectamente encuadernado con cuero y el título en letras doradas y estilizadas, aunque a la vez imponentes. Gritaba Vigilantes lo mirases por el ángulo desde el que lo mirases.

Comencé a pasar las hojas, mirando detenidamente cada cosa que había impresa, pero llegó un punto en el que tanto orden me aburrió y decidí pasar a las últimas páginas. Curiosamente en ellas se encontraban los mapas detallados de toda la Logia, incluidos los pasadizos escondidos que había por todas partes. Eso era verdaderamente genial.

Estaba a nada de seguir investigando el libro, segura de que ahí no había nada por descubrir cuando noté que había algunas páginas pegadas y otras mas dobladas, como si fuesen un folio gigante aparentando ser una página normal.

Una sonrisa se me escapó.

Tras encargarme cuidadosamente de desprender todas las páginas pegadas y desdoblar y cortar con una pequeña navaja las hojas dobladas encontré el plan de acción de Philip.  Todo eso era simplemente alucinante. De hecho el tomo entero era como un libro para niños que contenía varias pestañas con consejos y mensajes sobre los capítulos, cosas que debía de memorizar sí o sí y comentarios específicos de Philip. Cómo había conseguido armar todo eso en un sólo día era todo un misterio, pero claro, si se trataba de tiempo libre los Vigilantes que tenían que pasar todo el día apostados en los pasillos de la Logia seguramente lo poseían.

Había tantos pasadizos secretos y túneles que pasaban por debajo de la Logia y que estaban en completo desuso que el plan iba a resultar más fácil de lo previsto.


Aproveché lo mejor que pude las cuatro horas que tenía para elapsar. Básicamente ya me sabía el plan de memoria y conocía cada pedazo del mapa de la Logia de manera que ya podía llegar a cualquier lugar sin ser vista o perderme. Incluso sabía que lo que ahora era la Sala del Cronógrafo había sido una vez un laboratorio secreto de alquimia. Eso me daba mucho que pensar, porque tratándose todo esto de la condenada piedra filosofal, que mejor lugar para esconder esa clase de secretos que ahí, en el viejo laboratorio de alquimia. Bien pensado, mister Whitman pudo haber inducido a los Vigilantes a guardar el cronógrafo en aquella sala por alguna razón específica.

El resto de los libros que habían enviado conmigo sólo eran señuelos, según había comprobado. Ahora sólo esperaba que cuando regresara al presente no me encontrara con Matthew y este tratara de hacerme preguntas en latín o sobre los minués y las gavotas porque sencillamente yo ya no tenía cabeza para aquello y le respondería alguna tontería de las que solía decir Xemerius en el mejor de los casos; en el peor de los casos...dudo que él lo quisiera averiguar.

Había comenzado a guardar por separado todos los papeles que me había dejado Philip en mi mochila, lo más alejados de los libros posible cuando escuché cómo alguien trataba de encajar una llave en la cerradura de la puerta y forcejeaba por abrirla.

Contuve el aliento por unos instantes.

Por lo visto la puerta se le resistía enormemente a la persona que trataba de entrar y yo aproveché para aventar todo dentro de la mochila y esconderme detrás de uno de los muebles. Bien podría ser alguien simpático como mister George o un viajero del tiempo que estuviera con el conde, pero la poca sensatez que tenía me decía que lo mejor era no averiguarlo.

La puerta seguía sin ceder y el mareo que anunciaba el viaje en el tiempo se comenzaba a hacer presente en mí. Aun estaba considerando si esto era algo bueno o algo malo cuando escuché una voz que seguramente pertenecía a la persona del otro lado de la puerta.

-¡Mierda! Tendré que conseguir una nueva llave, si Gwendolyn llega a aparecer no puede sucederle esto.

En el mismo momento en que la puerta se abrió con un click viajé de regreso al presente.

Esa voz claramente no me sonaba de nada, pero había mencionado a Gwendolyn. Podría ser...no, serían demasiadas coincidencias pero Gwen...ella una vez dijo que lo había visto en 1948 y que le había prometido dejarle una manera de poder ir a visitarlo.

¿Sería él? ¿Había estado a caso a punto de encontrarme con lord Lucas Montrose?

Y sí, ahora es el momento en el que pueden matarme por no haber actualizado en tanto tiempo. Lo lamento en serio muchísimo y no hay manera de compensarlos porque dentro de mis alocadas cuentas les debo casi 11 capítulos. Además ni siquiera conseguí acabar el maratón otra vez (pueden ir arrojándome tomates si quieren). De hecho mi maestro de música una vez le dijo a mi grupo que parece que cuando pensamos todo nos sale mal y que deberíamos dejar de hacerlo y parece que desde esa vez me cayó la maldición de que cuando planeo algo nada me sale bien 😭😭😭
Luego tuve un proyecto tras otro en la escuela justo antes de los exámenes, así que hasta ahora que estoy de vacaciones he podido escribir durante un rato y aún así tuve que cambiar un millón de veces este capítulo porque no me convencía (sigue sin convencerme del todo).
Así que en resumen en serio lo siento mucho y trataré de escribir todo lo que pueda durante las vacaciones. Perdónenme también si este capítulo es demasiado relleno, pero si les soy sincera yo lo único que quería era escribir los siguientes dos capítulos que me emocionan mucho, pero pues claramente no podía escribirlos sin hacer este.
Y pues eso es todo, espero leer sus comentarios y en serio los amo-adoro muchísimo si es que siguen leyendo esto. Besos y hasta el siguiente capítulo, que espero que llegue muy pronto.

Continue Reading

You'll Also Like

380K 34K 49
𝙃𝙤𝙪𝙨𝙚 𝙊𝙛 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠 || 𝐒𝐚𝐠𝐚 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 "Ser una Black digna de su apellido" Estos eran los pensamientos de Madelyn...
236K 19.4K 45
Historias del guapo piloto monegasco, Charles Leclerc.
97.9K 5.7K 24
𝐒┊𝐒 𝐂 𝐑 𝐄 𝐀 𝐌★ 𝐋 𝐀 𝐑 𝐀 no entendía el por que le temian tanto a su compañero de universidad 𝐓 𝐎 𝐌, el tenía actitudes raras pero no lo...
47.6K 6.6K 37
Elladora Black es la hija menor de Orion y Walburga criada para ser una sangre pura perfecta, sin embargo no es lo que planearon. Narcisista, egoíst...