Capítulo 10

257 11 5
                                    

Siento cómo comienzo a despertarme a medida que el sueño que estaba teniendo se desvanece. Por lo menos está vez no había voces extrañas y sombras escalofriantes; todo era mucho más definido y aunque no había elementos de mis sueños usuales éste no me inquieto como los anterirores.

Lentamente abro mis párpados, pero no consigo enfocar realmente nada pues aún estoy envuelta en el sopor del sueño. Entonces, cuando mi cuerpo empieza a ser más consciente de todo a mí alrededor me paralizo.

Por favor díganme que no terminé dormida sobre el hombro de Matthew. Díganme que no babee el hombro de Matthew de Villiers, porque nunca me perdonara haber llenado de baba alguna de sus estupendas chaquetas y mucho menos me permitirá olvidar el haberme dormido contra él.

Hago un esfuerzo y consigo abrir ligeramente los ojos.

Genial, solo estoy junto a su hombro, pero apoyada en mi propio asiento. Dejo que mi visión se haga más amplia y me doy cuenta que hay algo me hace cosquillas en mi nariz. La muevo de un lado a otro tratando de quitar lo que sea que está sobre ella, porque aunque mis ojos están más abiertos sigo demasiado dormida como para ver con suficiente claridad que está en mi nariz. Las cosquillas se hacen más intensas y se convierten en una ligera comezón a pesar de que el objeto que me está molestando es intensamente suave. Bajo ligeramente mi cabeza y me topo con un mechón del cabello de Matthew.

Inmediatamente vuelvo a cerrar mis ojos, tratando de no estornudar, justo un par de segundos antes de sentir una mano sacudiéndome el hombro izquierdo.

-Hey, despierta -oigo susurrar a Gwen a mi lado -. Ya estamos sobrevolando Londres.

Sinceramente yo tengo el sueño extremadamente pesado y aquello no me hubiera despertado ni en un millón de años, pero eso no era realmente importante en esos momentos. Habíamos llegado a Londres.

Traté de fingir que acababa de despertarme y me desperecé lo más convincentemente posible, aunque nunca había manera de que alguien me creyera cuando hacía eso. Por años mi mamá siempre había notado cuando me hacia la dormida en aquellos momentos durante la noche en que yo tenía demasiada energía como para dormir pero ella insistía en que no podía estar jugando y dibujando durante todo el día y que en algún momento debía de irme a dormir.

Cuando terminé de "despertar" abandoné todo sentido de sensatez y aunque tuviera que atravesar a Matthew para hacerlo me asomé por la ventana para disfrutar de la asombrosa vista que me proporcionaba el privilegiado puesto en el cielo que tenía en aquellos momentos.

Siempre en los libros o películas se presenta a Londres como una ciudad en la que nunca para de llover pero a mí me parecía... perfecta. Eran las seis de la mañana allí y el sol apenas comenzaba a mostrar sus primeros rayos, pero a pesar de las densas nubes que le conferían a ese cielo matutino que parecía de acero un aspecto insoldable todo tenía un muy ligero aunque perceptble tono rojizo.

La ciudad, con todos sus edificios y chapiteles, lucía hermoso.

Mi impaciencia por llegar se hizo todavía más grande después de ver lo que me esperaba cuando aterrizara, y cuando el avión comenzó a descender cada vez más ni siquiera me importó lo que el cambio de presión le estaba haciendo a mis oídos.

En el instante en que por fin nos dijeron que podíamos abandonar del avión me puse de pie inmediatamente con mi mochila ya colocada sobre mi hombro. Lo único que traía Matt, además de el teléfono que ya le habían entregado en el aeropuerto, era una pequeña mochila que contenía libros que Gideon había querido traer desde la Ciudad de México y que le había encargado a su hijo.

Así que sin más demoras comenzamos a salir del avión.

La primera bocanada de aire que tomé en suelo inglés me resultó fresca y reconfortante; olía a lluvia. La pista estaba ligeramente húmeda, lo que podía explicar que lo primero que percibí fuera ese olor, pero al menos en esos momentos no caía ni una gota sobre nosotros.

Piedras Preciosas. Una nueva generación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora