Capítulo 18

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-¿Y cuál es el plan para el día de hoy? -dijo Raphael cuando llegamos a mi cuarto, tras el incómodo desayuno que tuvimos después de la llegada de Matthew.

-Raphael, ¿puedo contarte algo? -aun debía hablar con Xemerius, que se había quedado en el comedor "dormido" sobre uno de los candelabros, pero este era un tema aun más apremiante, si hablábamos de prioridades.

-Claro, lo que sea -respondió Raph, aun sin recuperarse absolutamente y mirando continuamente preocupado a la puerta cerrada de la habitación.

-Creo que estoy más segura que nunca de que soy el Rubí -comenté, tratando de introducir el tema de una forma no tan abrupta -. O por lo menos lo más parecido que hay en este momento a Gwen.

-¿Por qué?

Respiré profundo, esperando que este no fuera el momento de una de las inesperadas apariciones de Xemerius.

-¿Has oído sobre la magia del cuervo? ¿Esa que se supone que es la que hace al Rubí tan mágico y especial? -claro, sin contar que en las profecías también se habla de la inmortalidad, cosa que ahora me temía, si es que de alguna manera me había vuelto el nuevo Rubí.

-Claro. Dicen que la magia del cuervo es la causante de que la tía Gwen hable todo el día con ese daimón gárgola llamado Xemerius, espera...-Raphael estaba entendiendo lo que trataba de decirle por sí solo, así que lo dejé sacar sus propias conclusiones sin interferir mas -. ¿Me estás diciendo que ahora tú también puedes verlo? ¿Y hablarle?

Asentí.

-¿Sabes lo que eso significa? -exclamó, tan emocionado como la tarde anterior.

-¿Que ahora tengo a mi propio comediante ambulante y que soy la única que puedo escuchar sus tonterías, además de Gwen, de casualidad? -hice una mueca, pensando en que de ahora en adelante, si esto seguía así, el despertador no sería lo único que trataría de golpear por las mañanas, en un vano intento de apagarlo.

Y lo malo es que aunque lo intentara lo único que conseguiría sería atravesar a Xemerius.

Un segundo...

Él no podía ser el único fantasma de por aquí, y yo sólo esperaba que no fuera el peor, porque no podía ni pensar en como sobreviviría a toda una horda de fantasmas o daimones que fueran verdaderamente exasperantes.

-No, no me refiero a eso -contestó Raphael, dejando momentáneamente de lado su efusividad .

-Entonces...

-Bueno, si se pone de nuestro lado, esto es perfecto para lo que sea que vayamos a hacer mañana por la noche. Por lo menos él podría revisar que no haya moros en la costa.

Emití un bufido. Sólo pensar en Xemerius cooperando tan servicialmente, sin decir ni un sólo comentario sarcástico (cosa que era mucho pedir), me producía querer soltar una inmensa carcajada. Pero me contuve.

-Ni lo pienses, pero si quieres intentarlo, pídeselo tú mismo. Ya verás como reacciona cuando lo quieras usar como nuestro policía invisible privado.

Los verdes ojos de Raphael se abrieron de par en par.

-¿Está aquí? ¿En este preciso momento? -comenzó a inspeccionar toda la habitación con la mirada, casi esperando ver un atisbo, aunque fuera de la cola, de Xemerius -. La tía Gwen siempre está hablando de él, a veces incluso nos cuenta lo que está diciendo y mamá dice que cuando estaban en el instituto solía haber un fantasma del siglo XVIII llamado James August Peregrin Pimplebottom. Creo que nombraron a mi hermano James por él; incluido el August, aunque James nunca lo admitiría frente a más personas. Nunca supe que fue de ese James, mamá nunca me lo contó, aunque ahora que tú también puedes ver fantasmas tal vez podríamos visitarlo y él podría narrarte más de las historias que solían contarme cuando James y yo éramos más pequeños... -su voz era absolutamente soñadora y hablaba como si tuviera cinco o seis años nuevamente, con un entusiasmo casi infantil por conocer a todos esos fantasmas que él no podía ver.

Piedras Preciosas. Una nueva generación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora