Los Hijos del Tiempo

By chaienesantoswriter

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TRILOGÍA COMPLETA 🏆Premio Wattys libro 1. Idea Rectora: Seremos ellos y luego ellos nos crearán. Trilogía in... More

I - El Encuentro
II - La Cabaña
III - El Secreto de Zara
IV - Contacto Inmediato
V - La Revelación
VI - La Misión
VII - La Evolución
VIII - La Elección
IX - El Peligro
X - La Cazada
XI - Nícolas y Zara
XII - La Cara del Mal
XIII - Viviendo entre Humanos
XIV - El Auxilio de Sánchez
XVI - Telequinesis
XVII - El Enemigo
XVIII - La Persecución
XIX - Un Breve Paseo por el Mundo
XX - El Legado de Merko
XXI - El Destino de Silion
XXII - La Semilla de Merko
XXIII - El Lobo Robot
XXIV - La Búsqueda
XXV - La Captura de Nícolas
XXVI - Prisionero
XXVII - El Planeta Vida
XXVIII - El Palacio Real
XXIX - Protocolo Confidencial
XXX - El Brazalete
XXXI - La Fuga
XXXII - La Floresta Mutante
XXXIII - El Amor de Merko
XXXIV - El Regreso
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XV - ADN Alienígena

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By chaienesantoswriter

Drako se teletransportó a Science en el fondo del mar y recogió un barco de transporte anfibio. Sería un medio de transporte estratégico en caso de que algo le sucediera a la nave espacial científica. Drako alquiló un almacén en las afueras de la ciudad donde mantuvo el barco a salvo.

El otro día, Sánchez se estaba preparando para tomar el autobús a la universidad cuando dos motocicletas se detuvieron frente a él. El piloto de uno de ellos se levantó el casco. Fue Drako. Detrás de él, en la parte de atrás, otro se levantó la visera, Tíbor.

Sánchez una vez más casi se desmayó pensando que fue un robo. Sin embargo, la voz familiar lo llamó en la motocicleta justo detrás de ellos.

— Amigo, súbete a mi espalda aquí.

Sus ojos se agrandaron.

— ¡Nick! ¿Dónde estabas y quiénes son estos tipos? La policía te busca.

— ¡No hay tiempo, Sánchez! Te lo contaré todo cuando estemos a salvo. ¡Sube aquí rápido!

— Está bien, hermano.

Aceleraron cuando la motocicleta comenzó a transformarse en un vehículo aéreo parecido a un dron. De repente, estaban volando...

— Hombre, ¿estás seguro de que sabes conducir esta cosa? No puedes ser tú. Nunca te imaginé conduciendo una motocicleta.

— ¡Si! Estoy aprendiendo cosas que nunca creerías.

Con Sánchez muerto de miedo, continuarón su viaje por los cielos hasta que se teletransportarón a un almacén en New York.

Cuando llegaron allí, el latino estaba mirando todo, miró a Zara y ella lo saludó, él vio la nave alienígena en un rincón.

— ¡Guau, hombre! Cuanta tecnología... ¿Y Zara? ¿La chica de la universidad está contigo? ¿Y la motocicleta que vuela? Tendré uno de estos para mí cuando trabaje. ¿Y estos chicos? ¿Y ese barco? ¿Es este un set de película? ¿Y por qué desapareciste? Tu madre está loca buscándote.

— ¡Cálmate, amigo! Te prometí que te lo explicaría todo. Zara me pidió un favor. Y necesitaba irme por un tiempo.

— ¿Qué?

— Es solo ... es ... Mis amigos aquí son de otro planeta.

— Ja, ja, ja ... ¿Puedes contarme otro chiste? Eso fue asombroso. ¿Y Zara?

— Ella también es una extraterrestre. Eso es lo que pensé.

— ¿Entonces me crees?"

— No, creo que te has vuelto loco. Esto de estudiar demasiado, ¿ves? Pero te puedo ayudar. Mi madre conoce a un psiquiatra que es muy bueno.

— Estás equivocado, Sánchez. — Nícolas dijo.

— Déjame ayudarte, Nick.

Zara intercedió para ayudar. Tocó su brazalete y comenzó a retorcerse de dolor. De repente, ella había cambiado.

El joven miró a los demás y también estaban en forma extraterrestre para mostrar la verdad tan difícil de explicar. Ella les pidió ayuda telepáticamente.

Sánchez parecía que iba a enloquecer. Nicolás lo tomó del brazo y le dio apoyo.

— Era mejor que te mostraran la realidad que ninguna palabra mía podría decir.

El latino se detuvo, miró todo con atención y dijo:

— Hombre, en la universidad pensé que finalmente te llevabas bien con una mujer y que ibas a salir. Pero ahora veo que estás en problemas. ¿Y por qué me trajiste aquí? Sería el último lugar en el que quisiera estar.

— Vamos a viajar a otro planeta y salvar a una niña y tal vez a toda la población. Creo que disfrutarás descubriendo otros mundos.

— Si tengo una opción, quiero ir a casa.

— Vamos, Sánchez. En ninguna clase de cosmología aprenderás tanto como en este viaje.

— ¡Está bien! Lo haré, pero necesito decírselo a mi madre. Ella va a enloquecer y parecerse a Lorena.

— Creo que mejor no.

— ¿Por qué?

— Hay algunos tipos de Planet Vida queriendo arrestarnos. Cuando regresemos, han prometido regresar para esta fecha y nadie sentirá nuestro regreso.

— No necesitaba esto. Ahora también habrá viajes en el tiempo.

— Te lo explicaremos todo durante el viaje, Sánchez. Zara dijo después de volver a su forma humana.

— Madre mia... espero estar tomando la decisión correcta.

Nicolas le contó toda la historia a su amigo y observado por él, entrenaba todos los tipos de lucha diariamente por la mañana. Aunque tuviese las teorías en su mente, necesitaba también que su cuerpo adquiriese preparación física, además de armonizar su entrenamiento para aprender a dominar su energía interior.

A partir de los ejercicios iniciales, en pocos días ya mostraba un buen desempeño y conseguía practicar sus enseñanzas junto a su maestro.

Después de mucha práctica Tíbor le llamó para luchar en el tatami improvisado en el almacén. No consiguiendo resistir a la invitación, fue a luchar. Era hora de testar a su alumno. Sánchez e los otros se quedaron mirando luchar a los dos.

El profesor le asestó algunos golpes, pero el chico empezó a darse cuenta de que sabía que lugares alcanzar en el cuerpo del adversario. Por eso no titubeó, atacó. Tíbor era muy bueno con las piernas y brazos, tanto en el ataque como en la defensa. La lucha estaba difícil y Nícolas pensaba en cómo podría derribarle.

Sin pestañear, sujetó los brazos de su maestro y, tomando impulso de su fuerza, calzó los pies de su oponente tirándole al suelo. Enseguida, saltó encima de él para inmovilizarle y le abrazó el cuello para hacerle una llave. De este modo, consiguió finalizar el golpe.

Fue cuando Tíbor le palmeó la pierna tres veces, desistiendo de la lucha. Nícolas entonces pidió disculpas y le dio la mano para levantarle.

— Nícolas, aprendes rápido y estás usando tanto la derecha como las llaves con mucha facilidad... ¡Muy bien! — Dijo el maestro admirado.

El chico agradeció, con el cuerpo un poco dolorido. A fin de cuentas, Tíbor era mucho más grande que él.

En la segunda etapa del entrenamiento, Tíbor decidió llevar al joven a un lugar desierto para que entrenasen en ambientes adversos usando los mejores armamentos que poseían. A partir de ese día, los dos se teletransportaban a un lugar desierto en el Gran Cañón, estado de Arizona. Aún hacían el entrenamiento del gimnasio y también iban al desierto todos los días. Sánchez los acompañó y también aprendió a lanzar algunos golpes.

Tíbor le enseñó cómo usar las armas. Había una lanza que se formaba a partir de una especie de bastón que se desdoblaba soltando dos puntas de rayos laser. Disponían también de la pistola laser y un anillo de ondas sonoras que era usado para desequilibrar al oponente. Un lanzador de rayos cósmicos hacía una perforación grande en sus blancos. Eran armas muy poderosas.

La esencia del entrenamiento de Tíbor era mostrarle al chico que lo más importante dentro del aprendizaje del arte del combate era mantener el honor, el carácter y el altruismo.

Después de observar al joven finalizando un día en cansadísimos entrenamientos, Tíbor dijo:

— Veo que estás casi listo. Esta semana pude constatar tu mejoría tanto física como mental. Estás más fuerte y ya no aquel muchacho delgaducho que conocí. ¡Enhorabuena!

En breve Nícolas sabría si todo aquello que estaba aprendiendo sería valioso para usarlo en una confrontación real.

Así que consiguió un día libre, Nícolas fue a pasear con Zara. Sánchez se quedó con Drako y Tíbor escuchando las historias de sus aventuras espaciales. La pareja se aprovechó una tarde de sábado para caminar en el Central Park. Aquel día, varios actores famosos estaban preparándose para actuar en una pieza de teatro al aire libre. Era costumbre de los neoyorkinos y turistas esperar en colas por horas aguardando el espectáculo. Mientras andaban de la mano, el muchacho la miró y sugirió:

— ¿Qué te parece si asistimos esta pieza? El autor es un famoso escritor inglés del siglo XVI, William Shakespeare.

— Me encantaría —respondió Zara.

— Pero, eso sí, tendremos que esperar en esta cola quilométrica, pues he oído a alguien decir que algunas personas están aquí desde temprano.

— No hay problema. Estoy divirtiéndome como nunca en este paseo. Voy a avisar a Sivoc de que llegaremos un poco más tarde esta noche.

Ella entró en contacto con el comandante para que no se preocupase y le explicó que asistirían una pieza de teatro que acontecería en un anfiteatro a cielo abierto en medio del parque, lo que ya se había convertido en una tradición local. Nícolas compró helados para los dos y disfrutaban los momentos agradables juntos. Él conversó con Zara sobre Shakespeare:

— ¿Conoces a este autor, William Shakespeare?

— Ya vi algo sobre él en las clases sobre cultura del planeta Tierra. Parece que fue un gran escritor.

— Fue uno de los mayores escritores de todos los tiempos. Nació en Inglaterra. Escribía poesías, piezas de teatro y textos que son considerados verdaderas obras de arte. Esta pieza que vamos a ver es una de las más famosas y estoy seguro de que te va a gustar. Se llama Hamlet. Es la obra más escenificada en los escenarios de todo el mundo. Cuenta la historia de un príncipe danés que quiere vengarse de su tío Claudio como revancha por este haber matado a su padre. A pesar de no ser un asesino, Hamlet vive el dilema de llevar adelante su plan de venganza. Una frase notoria de esta pieza que oirás es: "Ser o no ser, esa es la cuestión". Generalmente, el actor la declama sosteniendo una calavera.

— Caramba, Nick. Ya sabía algo sobre ese autor, pero me has dado una estupenda explicación. Con esta voy a entender mejor la pieza cuando la esté viendo. A la hora en me contaste sobre Hamlet yo pensé en agarrar una calavera y pensando en cuánto te amo y queriendo vivir en su planeta decir: ¡Ser o no ser una extraterrestre esa es la cuestión!

Ellos rieron mucho, sólo callándose cuando la pieza inició. Vieron el espectáculo y después de que todo terminó, salieron para pasear tranquilamente cuando ella dijo:

— Nick, tenemos que volver. Hemos estado fuera mucho tiempo.

Las horas fueron pasando mientras los dos estaban distraídos conversando y ya era noche. De repente, tres individuos se acercaron de manera sospechosa y uno de ellos dijo con rispidez:

— ¡Dos tortolitos perdidos en el parque, que bonita pareja formáis! ¡Dadme todo lo que llevéis de valor ahora mismo!

— No te preocupes Zara — dijo Nícolas — Ten calma.

— ¡Ahora! ¡No estamos para bromas! ¡Rápido! — dijo otro tipo, apuntándoles un arma.

Ella le sujetó fuertemente la mano a Nícolas y empezó a sudar frío. Su frente mojada y sus dedos latían. Sentía su corazón disparado y no conseguía tragar saliva. Nícolas vio que estaba pálida. Se asustó y miró a los bandidos. Primero se fijó en el tipo que tenía enfrente, con un sentimiento de rabia intenso y enseguida el arma empezó a levitar.

Ocurrió lo mismo con las armas de los otros, que se soltaron de las manos y fueron lanzadas a más de diez metros de distancia. A seguir, los tres hombres comenzaron a ser levantados del suelo.

El muchacho les miró fijamente y les hizo subir, dejándoles aterrados, mientras gritaban clamando por ayuda. Fueron lanzados a lo alto de un árbol cerca del puente donde estaban.

— ¿Zara, qué estás haciendo? ¡Para... los vas a matar!

Los tres hombres se quedaron colgados como frutos. Zara, poco a poco, fue volviendo a su estado normal y el muchacho la miró, perturbado, diciendo:

— ¿Qué fue eso? ¡Estoy espantado! ¿Cómo has conseguido levantar a aquellos hombres como si fuesen plumas y colocarles en lo alto de los árboles?

— No he sido yo. Jamás conseguiría tal hazaña. ¡Creo que has sido tú quien lo ha hecho! —respondió Zara, pasmada. — Vamos a correr Nick, no podemos ser vistos. Tenemos que salir de aquí rápido. Hay una entrada del metro poco frecuentada allí enfrente, donde podemos escondernos y teletransportarnos a casa.

Llegaron al lugar y fueron al apartamento. Zara se impresionó con lo que vio, pues casi nadie en su planeta consiguiera desarrollar el poder de la telequinesis. Ella solamente conocía a una persona que podía hacer aquello: Merko. Casi todos sabían cómo usarla, pero la telequinesis era una habilidad muy especial. Se decía en el planeta Vida que Merko era capaz de mover objetos y lanzarlos contra sus oponentes. Otros relataban que él conseguía canalizar las radiaciones cósmicas y lanzar poderosos rayos con sus manos, desintegrando a sus enemigos. Además de eso, tenía la capacidad de controlar la fuerza de la gravedad. Se había convertido en una leyenda en su planeta.

"¿Cómo ha podido Nick usar telequinesis en aquellos bandidos? ¿Será que tiene alguna herencia genética extraterrestre?" — pensó Zara, desconfiando del poder del joven. — "Y ese brazalete dice que ganó. ¿De quién era?"

En la comodidad del apartamento, el chico volvió a hablar sobre la forma en como escaparon de los tres hombres:

— ¿Tú dices que crees que fui yo quien hizo aquello? ¿Cómo podría? ¿Qué tipo de poder es aquel?

— Es telequinesis, el poder de dominar las fuerzas gravitacionales.

— Zara, tú debes tener este poder y solamente consigues usarlo en momentos de fuerte tensión emocional o rabia.

— No, Nick. ¡Fuiste tú! De alguna forma has adquirido esta habilidad. Conozco solamente a una persona en mi planeta que consigue hacer eso y todos le temen. Más tarde tendremos que entender eso mejor. Para mí, sería imposible creerlo si no lo viese con mis propios ojos. Tendrás que dominar este poder, pues es muy peligroso.

— ¿Quién tiene este poder?

— Merko, el hombre que está buscándote. ¿Entiendes ahora por qué estamos tan preocupados con su llegada y las consecuencias para todos nosotros?

El joven asintió. Estaba temeroso, pues no entendía la razón de su poder y de cómo consiguiera usarlo con tanta eficacia. Bostezó, miró a Zara y dijo:

— Estoy sintiéndome un poco cansado.

— Por favor, descansa, necesitamos relajarnos. Tú principalmente. La telequinesis exige mucha energía, aún más para alguien sin entrenamiento como tú.

Nícolas se acostó y se preparaba para dormir. Zara le miró:

"Él me parece más complejo de lo que jamás pude imaginar. Esos linfocitos N, telequinesis... ¿Será que tiene ADN alienígena? ¿O esto tiene alguna otra explicación?"

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Lee también #LosHijosDelTiempo 3 - La Batalla de Los Dioses

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