Girls Like U (Camila Cabello...

By lanzcelot_

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Drogas. Sexo. Música. Es lo único que pasaba por mi mente, claro, la música estaba primero, luego lo demás. E... More

uNo; InTo It.
dOs; DiVe.
tReS; PrInCeSs CoMpLeX.
Cinco; You and I.
Seis; Nobody's Home.
sIeTe; FoR yOu.
OcHo; WhY tRy.
NuEvE; i'M tHiNkInG aBoUt HoRsEs.
Diez; Can't help falling in love.
Once; Something's gotta give.
Doce; Idfc.
Trece; Sometimes i want 2 die.
Catorce; One last time. (Final)
Epílogo.
Scared of happy (one shot)
OMG (one shot)
Agradecimientos.
All these years (one-shot)
goodnight n go. (one-shot)
More than words. (one-shot)
R.E.M (one-shot)
Nueva historia.
Knives/Expectations. (OneShot)

CuAtRo; CaN i Be HiM.

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By lanzcelot_


Camino de un lado a otro, ansiosa. Mi madre está con su teléfono jugando Candy Crush y mi hermana está ayudando a mi sobrino hacer su tarea.

Llevo mis dedos a la boca con ansiedad, mi hermana me da un par de miradas cuando me ve así pero sigue en lo suyo.

Mi madre ni se inmuta, le parece más interesante terminar de romper la gelatina del juego. Doy un par de respiraciones profundas para tranquilizarme y no para salir corriendo a buscar algo de cocaína.

Voy al refrigerador mientras mi sobrino Nathan, salta con mucha energía del asiento, con tanta felicidad porque ha terminado sus deberes.

Busco algo de comer y cuando lo encuentro me voy al sillón a comer. Había decidido quedarme con mi madre un par de semanas y ya esto se había vuelto un mes.

Aunque me gustaba pasar tiempo con mi pequeña familia, a veces me estresaba tener que permanecer encerrada. Sin embargo, la ansiedad de probar aunque sea solo un poco de marihuana me estaba destrozando.

Cuando mi sobrino llega hasta mí, con un balón de fútbol en las manos para que podamos jugar el distintivo claxon de Mike me hace sonreír.

—¡Dile que pase!—me dice mi madre, yo asiento y le tomo la mano a Nathan para que salgamos los dos juntos a recibir al insoportable de mi mejor amigo.

—¡Perr...—se detiene cuando ve a mi sobrino, yo era un poco gruñona cuando se trataba de ejemplos para él.

Por eso, en la casa de mi madre me comportaba, no habían malas palabras (a menos que se me saliera sin culpa) no había insinuaciones de sexo, no había drogas y no había llamadas para mí.

—¡Mike feo!—le dice Nathan corriendo hacia él.

—Aún recuerdo esa vez—le comento graciosa, porque hice a mi sobrino (en ese tiempo solo tenía un año) decirle eso mismo.

—¡Estás grande!—le remueve el cabello y le sonríe ampliamente—_____—se acerca a darme un abrazo—traje una sorpresa—me dice y yo frunzo mi ceño.

—¿En serio? ¿Y Ruby?—le cuestiono y él le quita importancia con un gesto que hace con su mano.

—La abuela no la dejo venir...—me dice para que los dos soltemos una gran carcajada—no, está grabando y me dijo que lo sentía.

—¿Y bien?—pregunto cuando no me dice mucho sobre mi sorpresa.

—¿Qué?—me pregunta desconcertado.

—La sorpresa—le recuerdo.

—Ah sí—dice y se coloca a mi lado haciendo una señal para que espere.

Cuando estoy a punto de decirle que no estoy para sus bromas, veo como la puerta de su auto deportivo se abre y de ahí sale la diosa castaña.

Con unos lentes oscuros y una sonrisa superior cierra la puerta del auto. Camina con confianza y seguridad, hasta acercarse a nosotros.

—Hola—quita sus lentes oscuros y me ve fijamente.

—Hey—elevo muy poco una de mis comisuras dándole una sonrisa de lado.

—Vamos Nathan, quiero saludar a tu abuela—empuja un poco al chico y se pierde en el interior de la casa.

—Parece que no estás feliz de verme—me dice acercándose un poco más a mi cuerpo—¿Ya no quieres ser mi amiga _____?—me pregunta frunciendo su ceño.

No joder. Claro que no. Quiero tenerla como la primera vez que la conocí y no sabiendo que está sufriendo por una chica que no le importan sus sentimientos.

Hago una pausa. Qué mierda ¿A mí me interesan sus sentimientos? Agito con delicadeza mi cabeza y me acerco más al cuerpo de la morena.

Cuando estoy lo suficientemente cerca, la rodeo con un abrazo disfrutando de su fragancia embriagadora. Acaricio su cabello, mientras ella me apreta con fuerza.

—No seas tan dramática—es lo único que sale de mi boca muy bajo, pero ella lo escucha.

—Lo tengo que ser... Hace un mes y medio no te veía—aún no me suelta, lo que me hace sentir bien.

—¿Y me extrañaste?—indago.

—Claro que sí, por eso he venido hasta acá—se separa de mi cuerpo y con lentitud deja un beso en mi mejilla.

—Pudiste venir cuando quisieras—aparto un poco de su cabello que cubre el lindo rostro que tiene.

—Sí, estaba un poco ocupada—me dice y yo hago una mueca alejándome de su cuerpo, no quiero ni imaginar con quién estuvo ocupada.

—Sí, me lo imaginé—al parecer Camila se da cuenta de lo que pienso y frunce su ceño.

—No estaba con ella—noto molestia en su tono de voz—pasé todo el día y la noche en el estudio por mi álbum—me dice enojada y yo solo me acerco a la pared de mi casa, me apoyo en ella y la veo fijamente.

—Yo no he dicho lo contrario Camila—mi tono de voz sale tranquilo para que no sepa, que no le creo en lo mínimo.

—Pero sí tu tono—finge enojo porque sé que es verdad—da igual, no te incumbe si he estado con ella—se pone a la defensiva.

—No. No es de mi incumbencia—le digo con tranquilidad pero en mi interior hay ira, el puto infierno se mueve en mi interior—pero soy yo la que tengo que aguantar tu llanto nena—le doy una sonrisa fingida que la deja desconcertada.

—Nadie dijo que tenías que escucharme...—yo giro los ojos porque ya vamos a empezar a pelear.

Me alejo de la pared en la que estoy recostada y me acerco a ella, Camila sigue hablando sobre algo que no me interesa y con mucha lentitud le abrazo. Pegándola a mi pecho para que cierre la boca, acaricio su cabeza y sonrío.

—Yo también te extrañé—le digo para que deje de pelear—cierra la boca y déjame disfrutar de tu compañía, porque ella ya lo ha hecho y yo no.

***

Y estoy tan drogada, podría ser las drogas, podría ser el momento pero de cualquier manera no puedo apartar mis ojos de ti—me emociono demasiado que alargo la última sílaba y luego respiro profundo.

—De nuevo, has desafinado en lo último. Me hiciste sangrar los oídos—me dice Mike y puedo ver reír a Camila.

—¿De verdad?—pregunto con vergüenza, la parte de que si desafine, porque está más que claro que no le hice sangrar los oídos.

—No idiota, solo bromeo. Está bien así—le saco el dedo estando en la cabina, con tranquilidad quito los enormes cascos y los dejo en el micrófono.

—Mike, tu parte ha sido opacada por la mía—le digo mientras él sigue editando los pedazos de canción.

—Sí, yo soy él más importante del disco niña—me dice y yo empiezo a reír—solo escucha ésta belleza—le da play a lo que tenemos de canción.

¿Sabías que estás que ardes?—escucho mi voz y yo suelto una gran carcajada. Él, muerto de risa, trata de quitarla.

—Sí cariño, sé que te gusta mi voz—Mike sigue riendo por su fallo mientras que Camila solo ve nuestra interacción.

—Me gusta mucho esa canción—dice Camila—me gusta como suenan sus voces—nos dice y yo le sonrío.

—Camila, a quién no le gusta mi voz—dice egocéntrico y yo rió al compás de Camila.

—Ya, olvidé que hablaba contigo—le dice y puedo ver que algo cambió en su rostro, al parecer recordó algo.

—Voy a tomar un poco de aire ¿Vienes?—le pregunto, Camila asiente y Mike me ve fijamente.

—Claro, y dejas al esclavo aquí. Eso es discriminar, no sabía que eras así cariño—me grita cuando voy saliendo de la habitación donde grabamos.

—¿Lo dejarás editando solo?—me dice Camila y yo asiento.

—Él a veces desaparece—me encogí de hombros, camino con lentitud mientras que Camila ve hacia al frente yo en algunas ocasiones la veo a ella.

—Me gusta que compartan su música conmigo—me dice Camila luego de un largo silencio.

—No es la gran cosa—le quito importancia —quería que dieras una opinión sobre la canción, saber si te gustó—le comento lo más casual que puedo, pero ansiosa de que me diga que sí.

—¿Es una broma?—me pregunta incrédula—me gustó demasiado, es algo que usualmente no escribes—me sonríe ampliamente y mi pecho se llena de orgullo.

—Gracias—le digo feliz—hable con Mike, sobre la canción. Tenía la necesidad de meterla en el disco.

—¿Cómo son las otras? ¿Iguales?—me pregunta interesada.

—En teoría—me encogí de hombros—Camila—le llamo la atención cuando llegamos al pequeño balcón del edificio.

—¿Sí?—me dice y cuando voy a decirle que tengo demasiados sentimientos encontrados hacia ella, su teléfono me detiene—dame un segundo—me dice cuando ve de quién se trata.

—Tómate tu tiempo—le digo mientras trato de no ser cobarde y decirle lo que siento.

—Ahora no Lauren—escucha que habla y yo frunzo mi ceño—estoy ocupada—trato de escuchar lo que dice pero me es imposible, así como contener mi ira. Otra vez ella—está bien, estoy ahí en una media hora—respiro profundo y cierro mis ojos con lentitud. Estoy bien. No estoy enojada.

—¿Ya?—le pregunto dándole una sonrisa forzada.

—Eh... ¿Podemos hablar luego?—me pregunta y yo presiono mi mandíbula, asiento con dificultad y le vuelvo a sonreír—es algo importante—me dice.

—Ya veo que sí—mi tono de voz suena tranquilo, todo lo contrario a lo que hay en mi interior.

—Luego te llamo—Camila se acerca y me da un rápido beso en la mejilla. La veo alejarse lo suficiente como para que no me escuche insultar a su amada.

Me basta con despedazarme los nudillos golpeando con mucha fuerza la pared. En qué lío me he metido, que es lo qué he hecho.

Por qué tuve que dar esa estúpida idea de solo ser amigas, por qué tuve que desarrollar sentimientos hacia ella. Lo único bueno de esa estúpida llamada es que no le dije sobre mis sentimientos.

Me hubiese odiado mucho más si le decía lo que sentía y Camila se iba.

Furiosa entro a la habitación donde grabamos, Mike está sentado frente el teclado haciendo su magia, cuando me escucha entrar dice alguna cosa que no escucho.

Voy a la libreta que hay en el sillón, la tomo con fuerza y empiezo a borrar la letra de una canción. La borro con tanta ira que al final termino rompiendo la hoja.

—¿Qué mierda te sucede?—me pregunta Mike—¿Por qué mierda tienes sangrando los nudillos? ¿Dónde está Camila?—me interroga dejando de lado lo que estaba haciendo.

—Se ha ido... Nuevamente, con ella.

Escucho un suspiro de su parte y yo empiezo a escribir de nuevo la canción. Siento la mirada de Mike y luego escucho sus pasos.

—¿Por qué estás borrando la letra de mi amada?—me pregunta y luego se sienta a mi lado.

—Porque me enferma pensar en esa canción—cuando tomo un lápiz vuelvo a colocar el mismo título pero ahora la canción tiene otro significado—me enferma escribir las cosas bonitas que nunca van a pasar.

—¿Qué harás entonces?—me pregunta acariciando mi espalda.

—Voy a escribir lo que creo pasara, si ella y yo estuviésemos juntas—le digo—lo real, sin cuento de hadas.

—Pero esa canción no era para ella—me dice Mike—la escribimos mucho antes de que la conocieras.

—Lo sé, pero necesito hacer esto.

—¿Le escribirás otra canción?

—No, está vez, escribiré de ella en una canción.

Basta decir que quité toda esa mierda, que decía sobre alguien que me había enamorado. Que sin siquiera intentarlo lo logró.

Algunas frases sí las dejé, solo porque Mike había considerado que serían geniales para la canción. Todavía representaba el que yo estuviese cayendo en un abismo.

Sin embargo, no de la mejor forma. Representaba ese odio hacia la chica que le hacía daño, representaba el odio que le tenía a ella y a su perfume embriagador que me hipnotizó hace meses atrás.

Representaba haberla encontrado en el departamento con ella, luego de haber llorado por ella, luego de haber follado con ella. Era tanta mi furia que ya había perdido la cuenta de cuántas veces había roto la punta de mi lápiz.

Pero, sobre todo, representaba el que solo quería estar con ella en mi sofá. Mike me ayuda un poco con lo que es la letra, aunque no opina mucho sobre ella ya que está más empeñado en subirme un poco el ánimo.

Eso era lo que amaba del chico con cabello azul, que se encontraba a mi lado. Podría comportarse como un gilipollas de vez en cuando (por no decir la mayoría de veces), pero cuando notaba que mi estado de ánimo no era el mejor trataba de animarme con sus estupideces.

—Estaba viendo un vídeo que decía que si tienes dolor de cabeza, sirve más ver la foto de un ser querido que tomar una pastilla...—escucho que me dice mientras sigo escribiendo, yo asiento para que siga—a mí me dolía la cabeza... ¿Sabes lo qué hice?

—¿Qué?—lo miro dejando de lado la libreta.

—Está más que claro... Ver una foto mía—me dice encogiéndose de hombros mientras una pequeña risa sale de mis labios.

—No me sorprende Mike—sigo riendo—¿Así o un poco más narcisista?

***


Cansada, me tiro en el sillón azul que hay en la sala de estar. No había nadie en casa, Mike había salido con Ruby. Me habían invitado a ver un par de películas en casa de Ruby pero no estaba de ánimos.

Había salido a correr un poco y ahora estaba en el sillón tirada. Empezaba a aburrirme de la vida mediocre que había estado llevando desde que me desmayé aquél día.

No había drogas, no había sexo para mí. Solo música que tal vez eso era lo que me tenía aún con vida.

Empiezo a quitarme la ropa, quedando solo en ropa interior para ir a darme un ducha. Aunque el constante toque del timbre, me detiene y me hace querer matar.

Camino con rapidez hasta el interruptor y dejo pasar a la persona que espera abajo. Entre abro la puerta porque estoy segura de que es Mike que ha olvidado sus llaves.

Cuando estoy levantando la ropa deportiva que he tirado por la sala de estar, escucho que la puerta es cerrada.

—No. No sé qué se hicieron tus llaves, y no, no estaba haciendo nada malo—digo distraídamente sin verlo.

—¿Llaves?—escucho que habla una dulce voz, mis ojos se cierran con fuerza. No quería verla.

Había estado evitando a Camila casi una semana y cuando empezaba a creer que ya no me importaba, aparece haciendo que mi estúpido pedazo de carne que bombea sangre por todo mi cuerpo... Empiece a latir, a latir más fuerte de cómo lo hizo cuando estaba corriendo.

—¿Qué haces aquí?—le pregunto y ella frunce su ceño.

—¿No puedo visitarte ahora? ¿Por qué has estado evitandome?—observa todo mi cuerpo y luego quita con rapidez su mirada.

—No te he evitado—mi semblante estaba serio.

—¿De verdad?—me dice.

—No. Tengo que darme un ducha, puedes volver otro día—cortante, camino hacia mi habitación pasando por su lado.

—¿Qué te sucede?—me exclama.

—Lárgate—le grito—no quiero verte—me doy la vuelta enfadada.

—No, hasta que me digas qué sucede. Hace una semana estábamos hablando normal—Camila se cruza de brazos haciéndome desesperar.

—Sí, antes de que te fueras a follar con ella—le grito caminando hacia donde está, Camila parece sorprenderse—cierra la boca—le gruño cuando veo que va hablar—no te atrevas a mentirme—le advierto.

—No... No puedo...—trata de hablar pero estoy lo suficientemente cerca para intimidarla.

—¿Qué no puedes?—le digo cuando coloco las manos en su cintura, Camila entre abre su boca y examina mi rostro—¿Follar conmigo cómo lo haces con ella?

—Por favor—me ruega.

—¿Por favor qué Camila?—le digo casi enojada—¿Ella te lo hace con delicadeza o te lo hace salvaje y con fuerza?—indago—dímelo, tal vez logre estar a su nivel—da pequeños pasos hacia atrás, tratando de alejarse pero yo no suelto mi agarre.

—Deja de hablar de ella—me dice, yo suelto un suspiro pesado.

—Me gustas—le suelto—y desearía poder ser ella—Camila me ve fijamente y aunque suelto una risa, es de ironía—pero luego recuerdo que ella te daña, te usa, te hace sentir nada... Y prefiero ser la estúpida que contesta tus llamados a las tres de la madrugada.

—_____—trata de tocar mi rostro pero me alejo con rapidez, sus ojos me dicen que va decir algo que no quiero escuchar.

—¿Qué está haciendo ella por ti?—doy dos pasos hacia atrás—nada, nada más que meterte en ptoblemas—le digo cuando no me contesta.

—Para—me dice empujándome.

—¿Qué significa ella para ti? ¿Qué significa realmente para ti?—le pregunto cuando tomo sus manos, las cuales nuevamente iban a empujarme.

—Sueltame—me dice, yo presiono mi mandíbula y la libero.

Por una milésima de segundo pienso que Camila me va a dar una cachetada tan fuerte que me va tirar al suelo. Pero no sucede así, solo siento sus manos alrededor de mi cuello tirándome hacia ella fundiendo nuestros labios.

No tardo demasiado en hacerla caminar hacia el sillón que hay en la sala de estar, Camila empieza a quitarse la camisa que lleva puesta mientras que nos seguimos besando.

Una vez que llegamos al sillón, soy yo la que le quita el pantalón con rapidez. Maldita sea, la suerte de esa chica es increíble. No quiero imaginarme a Camila solo para mí, porque eso ni en mis mayores sueños ocurre.

Sus roncos gemidos por mis besos y toques, son alucinantes. Podría jugar que prefería mucho más esto, que la maldita cocaína y marihuana juntas.

Su labio inferior se muerde cada cierto tiempo cuando me alejo de su boca, a su clavícula. Disfruto el tocarla y besarla, porque probablemente solo hoy será mía.

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