Fate

Eri-crowford द्वारा

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Reconocimiento. La única palabra que importaba, y que buscó por mucho tiempo, mas sin embargo jamas recibió... अधिक

#01- Neji
#02- Hinata.
#03- Sasuke
#04- Hanabi.
#05- Chō-nankan no daiichi shiken.
#06- Henka no kaze.
#07- Seishitsu Henka
#08- Kyōfu.
#09- Kōfuku.
#10- Sōke.
#12- Hanabi no shimei.
#13- Hyūga Sōke no Juinjutsu.
#14- Miko no shukufuku.
#15- Nigai unmei.
#16- Jiken Hyūga.
#17- Yūkai.
#18- Chūdan.
#19- Ketsugi.
#20- Atai.
#21- Kyūshutsu Sakusen.
#22- Yūjō.
# 23- Kibō-teki kansoku
#24- Teian.
#25- Taka.
#26- Bōei keikaku.
#27- Kaikon.
#28- Kyōkatsu.
#29- Monogatari.
#30- Fukushū.

#11- Hokugun

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Eri-crowford द्वारा

-Konoha-

Fuegos artificiales iluminaban el oscuro cielo, dejando leves chispas de distintos colores hasta que estas desaparecían, siendo reemplazadas por otras para terminar de la misma forma. Una corta existencia efímera.

Faltaba un poco más de una semana para el tan ansiado día del festival Rinne, y desde ese día, los aldeanos, shinobi e incluso el mismisimo rokudaime Hokage, estaban en el distrito de compras de la aldea, buscando algún obsequio con el que representar el afecto que sentían por los suyos.

TenTen habituaba a pasar con Rock Lee y Neji esas fiestas, desde dos años atrás, sólo con Lee, asi buscaba algunas armas, y estaba literalmente embelezada con unas finas espadas ninjas colgadas tras algunos adornos de la época, al final eran cómo regalar algo a la persona más importante en su vida. Ella misma.

Kakashi por su parte, buscaba kunais. Era lo que identificaba a la Mitarashi, asi que estaba pidiendo incluso que le grabaran algo a la hoja de acero.

Algo alejada del bullicio, Hinata sentada bajo un enorme árbol, observaba a las personas pasar, mientras abrazaba sus piernas y ocultaba la parte inferior de su rostro tras sus rodillas, moviendo sus opalinos ojos ante el movimiento.

Ella había hecho la compra más importante de todas muchísimos meses atrás, hilo rojo para tejer una bufanda que yacía rota en un muy cuidado cajón. Era irónico que ya no sirviera para nada. La enorme bola había quedado en su empaque, junto con los implementos de tejer.

También había comprado algo para Hanabi. Aunque ya estuviera grande, y ya casi fuera una chūnin, todavía era su pequeña hermana. Una hermosa muñeca esperaba en un elaborado empaque a ese día. También tenía un obsequio para su niisan.

A ella no le importaba tener que darlos casi a escondidas, o que parte del dinero de sus misiones se fuera en eso. El siemple hecho de dar algo a aquellos que sentía cercanos le era más que suficiente.

Se levantó, ya sintiendo el aire frío azotar en contra, volvería a la mansión, y trataría de dormir.

Iba casi suspirando, casi. Había desperdiciado mucho tiempo intentando ver al dueño de sus suspiros aparecer entre la multitud y este jamás apareció. Tenía de una buena vez que olvidarse de Naruto, él estaba casado, con Sakura, él amaba a Sakura, y por ello intentaba de todas las maneras posibles meterse la idea en la cabeza, aunque era difícil, pasó los últimos años de su vida admirando y amando en secreto a ese shinobi.

Por alguna razón, sus pasos se habían desviado, llevando directamente a la kunoichi al cementerio. Podría llamarlo casi cómo un acto simbólico para enterrar ese sentimiento que más que felicidad, le había acarreado tormento.

Pero no estaba sola. Lograba sentirlo, por inercia sacó una kunai, activando su byakugan en el proceso.

La visión periférica casi perfecta, analizaba cada centímetro del lugar, desde el leve movimiento de las hojas acariciadas por el viento, hasta los pequeños insectos que huían de sus depredadores naturales.

Al lado derecho, movimiento entre unos arbustos, estaba sopesando las opciones que tenía. Podía atacar, y asi quizá librarse de alguna amenaza, o esperar y verificar de quién se trataba.

Mientras la figura más se acercaba, más podía identificarlo, pronto bajó sus armas y volvió a guardarlas, suspirando de alivio por tener suficiente paciencia.

Hanabi se acercaba a paso lento, llevando de la mano a su niisan, seguramente le dirigía hacia la tumba de su sensei. Era casi una rutina, cada mes hacian eso.

— Konbanwa, Hinata-neesan— Saludó Hanabi al momento de verle.

— Imōto-san, Neji-niisan... ¿No, no es muy...tarde para...estar aquí?

El par de castaños asintió, pero ninguno dijo nada más. Hanabi literalmente arrastró a su oneesan con ellos, hasta donde se levantaba una pequeña lapida, con el nombre de Maito Gai.

El silencio de Neji era casi sepulcral, ninguna de las dos Hyūga, dijo nada mientras el genio guardaba silencio. Comprendían bien a Neji y el profundo agradecimiento que sentía a su sensei por haberle salvado la vida.

Pasó casi media hora, cuando el Hyūga se puso en pie.

— Arigatō gozaimasu, Gai-sensei.

El genio hizo una reverencia y apoyado en Hanabi y Hinata, volvieron sobre sus pasos en dirección a la mansión.

Habían motivos por los que Neji no salía solo al exterior. Uno de ellos es que el relieve cambia. El no podría memorizar cada detalle si este cambiaba por el paso del tiempo. Hoy podría haber un árbol y mañana ser arrancado, para construir una casa, o un negocio, o lo que fuera.

Su orgullo podía sentirse por los suelos, pero él tenía profundo aprecio a su sensei, por salvar su vida. Todavía no encontraba el sentido de seguir en pie, y no haber caído ese día ante esas mortiferas estacas enviadas por ese monstruo...pero estaba seguro que todavía tenía algo importante que hacer en la tierra antes de pasar al mundo de los muertos.

En el momento que los tres llegaron a la mansión Hyūga, Hanabi se apartó de ellos, siguiendo el irresistible aroma de algunos dorayakis.

— ¿Dónde estaba?— Preguntó el genio.

— Yo...— Hinata bajó un poco el rostro. No quería decir que estuvo esperando a ver aunque sea desde lejos a Naruto, y sentirse estúpida por haberlo hecho.

La vida era difícil para Hinata, arrebatando de sus manos, cada cosa que amaba, primero Naruto y ahora la oportunidad de entregarle algo hecho por ella misma.

Por alguna extraña razón, levantó la vista, habían algunos miembros del sōke cerca, desde dos días atrás, que le observaban con algo parecido al profundo odio.

Sacudió la cabeza, no estaba en el momento de ponerse a pensar en cosas negativas, quizá estaba paranoica, pensando que los miembros del consejo le odiaban, y en el fondo, no sabía ni por qué.

Con el último pensamiento, un escalofrío recorrió lentamente su espalda, pero, ya estaría muerta de ser asi.

— Hinata-sama...es peligroso el que este sola y más en estás fechas. Debéis tener cuidado, el que seais una jōnin no os hace intocable.

El genio por su parte mostraba genuina preocupación en su monocorde tono de voz, aunque sólo limitó en darle una palmadita en la cabeza y revolver un poco el cabello de su itoko-chan.

— Ha... Hai, Neji-niisan.

Con la típica manía que tenía desde que era una niña, comenzó a darle vuelta a sus índices el uno sobre el otro, con una ligera sonrisa mientras miraba a su siempre serio primo. Al menos lo que pudiera pasarle le preocupaba a alguien, al menos ese alguien era él.


Todavía en el área de compras y ante la excentricidad del bullicio, TenTen hacia cuentas, unas cuantas misiones, dos quizá, le ayudarían a comprarse esas hermosas espadas ninja, su mente inclusive hacia una visión de ella en un traje táctico a su medida, luciendo las peligrosas espadas a su espalda.

A su lado Rock Lee, caminaba hablando cómo un loco sobre el poder de la llama de la juventud. Claro está, ocupandose en distraer a la experta en armas, ocultando algo que había hecho.

Una sombra cruzó rápidamente desde detrás de un enorme tronco, era algo pequeña, cómo de un niño de unos doce años.

En segundos, seguido por la vista del shinobi de traje verde, el menor llegó al establecimiento de armas, dejando un pequeño papel y una pequeña cajita de dinero.

Ahora instando a la joven de castañas coletas, comenzaron a caminar, alejándose poco a poco del muy concurrido distrito de compras.

— He notado algo en Neji— Murmuró la maestra en armas, sentándose en una pequeña banca, colocando su enorme pergamino de invocación sobre sus piernas.

El viento frío azoraba su rostro, poniendo un poco sensible sus mejillas que pronto adquirieron un cremoso tono rojizo.

— Neji ha seguido entrenando— Replicó la gran bestia verde de Konoha con gran entusiasmo— El genio ante la dificultad ha seguido el camino del trabajo duro...¡Me siento tan orgulloso!

En ese momento, Rock Lee comenzó a limpiar algunas lágrimas de su rostro, mientras mostraba una enorme sonrisa.

TenTen, aunque no podía negar la tenacidad de su antiguo compañero del equipo Gai, se refería a otra cosa, asi que esperando que el entusiasmo de Rock Lee descendiera aunque sea un poco, procedió a explicar.

— Jamás lo había visto...feliz— Lanzó un suspiro lleno de frustración— Ni siquiera cuando lograba dominar las técnicas secretas de su clan.

— Neji estaba movido por la venganza, el odio, no podía estar feliz. Esos sentimientos extinguian la llama de la juventud en su pecho.

— Yo creo que es otra cosa, Neji está...— No podía siquiera mencionarlo, la sola idea le torturaba. No entendía que podía interesarle a él de... ella.

Ella era su prima, hija del hermano gemelo de su padre, eso no podía ser siquiera natural...

Rock Lee por primera vez guardaba silencio, observando el llanto de la kunoichi, mientras esta aseguraba que su compañero de equipo estaba enamorado de su prima. A Lee la mención no parecía molestarle, por el contrario, le parecía normal que eso haya sucedido, y sólo deseaba que su amigo fuera feliz.

— TenTen, sé que estás mal y no te sentirás mejor pronto, pero antes de irme a mi misión, quiero dejarte un regalo para aumentar tu buen humor.

Con una sonrisa de oreja a oreja, la gran bestia verde de Konoha sacó de detrás de su espalda una estilizada caja que de inmediato puso en el regazo de la kunoichi, disfrutando de ver cómo su rostro enrojecido por el llanto cambiaba al asombro con un matiz de agradecimiento.

— Oh Lee, no tenías que...

— Nada de eso, ahora me tengo que ir, mañana voy a una misión algo difícil y estoy muy emocionado.

TenTen se puso en pie, instando a Lee hacerlo también, necesitaba dormir un poco.

Al día siguiente y a las puertas de la aldea, Ino Yamanaka sentía el aire fresco azotar contra su rostro, mientras terminaba de empacar su equipo y vigilar a los niños de Suna que regresarían a su aldea.

Media hora antes, un familiar del clan había salido junto a Rock Lee y otro ninja de nombre aún desconocido para una misión de rango A.

Lanzó un suspiro, y con un gesto se despidió de Shikamaru, y de Temari, sonriendo por tener entre manos una estrategia para vengarse del godaime Kazekage y su ofensa de verle cómo una idiota.

— ¡Nos vemos el mes próximo!— De manera tranquila y con su típico aire provocativo, se despidió de todos los presentes, al final lo que el Nara pidió para brindar sus ideas no resultó algo tan difícil.

Hinata luego de ver a la Yamanaka desaparecer de su rango de visión, volvió sobre sus pasos hacia la mansión Hyūga, de todos modos, no había otra cosa que hacer, y por alguna razón, no tenía misiones.

Por la tarde y desde un corredor que conectaba al patio exterior de la rama principal del clan, el líder del clan, Hiashi, con expresión firme, observaba a su hija Hinata y a su sobrino Neji entrenar.

Parecía extraño el ver al genio de pie, y más aún, el ver que Neji superaba a Hinata aún sin su visión. Eso no debía asombrarle, estaban hablando de un genio.

Hinata por su parte, luego de caer pesada en la tierra, volvió a levantarse negandose a rendirse. La joven se esforzaba cada vez más en resistir y contraatacar, en jamás dejarse caer, y siempre seguir adelante con un espíritu que le recordaba mucho a la madre de sus hijas.

Sí, Hiashi se había equivocado al juzgar precipitadamente a su hija, ella no era tan débil como creía, cómo siempre creyó. Su tenacidad era de admirar, similar a un solitario árbol azotado por las peores tempestades, incluyéndose a si mismo cómo uno de los peores.

"Sólo quiso ser reconocida por usted Hyūga-sama, que admirase su verdadero valor"

Las palabras de Kurenai Yūhi seguían martillando su mente, mientras sus ojos seguían los movimientos de aquellos que entrenaban. Movimientos que partían de la delicadeza a la fuerza en segundos, sin perder la elegancia del Jūken. Cómo una especie de danza mortal bellamente ejecutada.

Mientras seguía observando, fijó la vista en Neji, su sobrino, ese quien hubiera merecido ser el heredero del clan Hyūga, ese en que la sangre del clan corría con más fuerza que en ningún otro miembro, y que había sido relegado a un simple miembro del bōke al igual que su querido hermano Hizashi.

Mostraba la fuerza necesaria y la firme posición para imponerse ante las distintas y peligrosas peticiones de los demás miembros, algo de lo que Hinata carecía...carácter.

Lanzó un suspiro, y dio media vuelta con una peligrosa idea cruzando su mente.


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La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...