Tras aquellos ojos verdes

By GirlOnFire_00

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¿Qué pensarías si te dijeran que un segundo puede cambiar tu vida? Eso le pasa a Laura, ella es una chica de... More

Prólogo
El linaje Maylor
Caterina
El precio de la verdad
La condición
Don oculto
Acto de valentía
Decisiones
*Capítulo especial*
Los efectos de la Dimaurea
Marta
*Capítulo especial*
El enemigo
Primeras pistas
Llamada telefónica
El don de Sofía
La Guía
Las traducciones
De charlas familiares y corazones rotos
El clan de Sócrates
La falsa Amanda
El lobo y la libélula
Efectos colaterales

Relato del hombre lobo

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By GirlOnFire_00

RELATO DEL HOMBRE LOBO

Me quedé paralizada ¿él? Instintivamente cogí a Sofía y a José de la mano y los empujé hacia atrás.

-Laura, yo... No te voy a hacer daño, yo...

-¡Mostruo! ¡Eres un monstruo! ¿Como he podido confiar en ti?

Empujé a Sofía para que reaccionara y se pusiera a correr conmigo. Empujé también a José, pero no quiso moverse, era listo, encontraría otra manera de huír. Nos fuimos. Sofía gritaba y lloraba, no quería dejar a su hermano.

-¡Vamos Sofía, corre, José volverá!

Pareció relajarse, pero no paró de llorar. Llegamos a una clariana por la que discurría un río que circulaba silencioso. Entonces ya no pude aguantar más. Me senté en la orilla del río y empecé a llorar. Llorar por todo lo que había pasado hoy. Ya no vería más a mis padres, y quizá tampoco a José. Todo en tan poco tiempo... ¿Por qué a mi?

Tenía los ojos hinchados de tanto llorar, horas y horas, ya era mediodía, lo sabía por la posición del sol. Pero... ¿porqué habia confiado en Aran? El había estado a punto de matarme, y no sabía que tenía de importancia mi apellido, pero le di gracias a mis padres por haberme puesto ese. Bueno en realidad no era el de mi padre, que normalmente era el primer apellido de la gente, no, era el de mi madre. Un día me contó que todas las generaciones de la família habían llevado ese apellido, nunca lo habían cambiado y sería así por mucho tiempo más. Quando yo le pregunté porqué, ella me dijo que lo sabría cuando llegara el momento, que hasta entonces sería un simple apellido, pero que podría llegar a ser mucho más. Volví al presente. Tenía que desahogarme de alguna manera, pero no podía permetirme gritar. Así que busqué otra manera. Metí la mano en el agua, estaba fría, algo bueno para ese día tan caluroso de verano. No me pude resistir, el agua era cristalina, no como en el lugar donde yo vivía, nunca había visto el agua igual. Miré a Sofía, se estaba trenzando el pelo añadiendo unas bonitas flores rosas y blancas que encontró en la orilla, era tan hermosa... No pude aguantar más y me dispuse a desvestirme y a meterme en el agua. Daba sensación de tranquilidad, ya no tuve ganas de gritar y me dejé llevar en aquel hermoso río calmado. Me zambullí para refrescarme la cara y quitarme el sudor de encima. Nadie podía interrumpir la paz que sentía. Bueno, quizás alguien si.

-No quiero interrumpir, pero sabes donde estás, ¿verdad?

Era la voz de una chica, pero no la de Sofía, ella permanecía callada haciendose la trenza. Me di la vuelta lentamente, teniendo en cuenta que iba practicamente desnuda, pero a la chica no pareció importarle.

-Mi nombre es Verónica, Vero para los amigos. -Me miró el colgante, que llevaba colgado en el cuello todavía.-Vaya, vaya... Una Maylor, Aran no se equivocaba.

-Soy L...aura.

-¿Aura? Nunca había sentido ese nombre...

-No, Aura no, Laura.

-¡Ah, vale! ¡Ese si que lo conozco! Muy bien, pues Laura vistete y ven conmigo.

Entonces volví a repetir en mi mente sus palabras.

-Espera... has dicho Aran- miré a Verónica a los ojos y me di cuenta de que eran del mismo color que él-. No voy a ir donde esté él.

-Ah... si, ya me contó lo que sucedió...Laura, el es mi hermano, y no te hubiera hecho daño.

-¿Como puedes estar tan segura? ¡Se abalanzó encima mio!

-Tenemos que dar miedo a los de fuera para que no entren aquí, no pueden descubrir nuestra aldea y nuestro secreto.

-¿Sois muchos?

-Muchos.

Un escalofrío recorió mi espalda.

-¿Me puedo fiar de vosotros?

-Si, confía en nosotros, nadie te hará daño. Ven, porfavor.

-Pero...José, mi hermano...

-Está en la aldea, no le ha pasado nada.

Gracias a dios que no le había pasado nada... estaba preocupada por él.

-Avisa a tu compañera y ven conmigo.

-Es mi hermana, y su nombre es Sofía.

Fuí a recojerla, ya había acabado la trenza, que le caía por encima del hombro, decorada con aquellas flores.

-Estás muy guapa. Vamos Sofía ven, José está bien.

Una sonrisa de oreja a oreja recorrió su delicado rostro. Habló Verónica:

- Estamos a bastantes horas de la aldea, así que tendréis que subir en mi lomo.

Puse cara de terror, pero ella se rió y se convirtió en una loba pelirroja, como su cabello rizado.

No con facilidad, me subí en su lomo con Sofía detrás mio agarrando fuerte mi cintura.

No tardamos mucho en llegar a la aldea. Los niños que vivían en ella corrían por delante nuestro jugando, pero se extrañaban al no verme con los ojos verdes. Todos tenían los mismos ojos verdes. Verónica se volvió a transformar en humana y nos indicó que la siguiéramos.

-Verónica...

-Llámame Vero.

-Está bien. Vero, ¿Dónde vamos?

-Aran quiere hablar contigo.

Oh, no, porfavor... Con él no... Entramos en una cabaña. Dentro estaba Aran.

-Laura, porfavor perdoname... No pensé que en la ciudad decíais que eramos peligrosos yo...

Miré a mis lados, pero Vero y Sofía se habían esfumado. Estaba sola, con Aran.

- Ya se lo que eres, pero... ¡Quisiste matarme!

-No te habría matado, es solo que debemos intentar que la gente no se adentre en el bosque.

-Pero... ¿Y qué importaba mi apellido?

-Eres una Maylor, para los lobos, una guardiana, tu trabajo es custodiar a la princesa... Es una larga historia.

-Pero... es que pareces tan humano...

-Lo fuí.- dijo reflejando la tristeza en su cara.- Otra larga historia.

Ahora me sentía mal, y quería ayudarlo.

-Tengo mucho tiempo, me la puedes contar.

Él suspiró. 

-Está bien.

Hizo una pausa antes de empezar a hablar.

-Todo empezó un día de primavera, me había enamorado de una chica llamada Amanda, ella siempre iba sola, era muy misteriosa y muy guapa. Era pálida, rubia y de unos ojos increíblemente dorados, pero había aconseguido que saliera conmigo. Era ya de noche, y estábamos en la playa, estaba muy feliz de haber aconseguido ir con esa chica. Estábamos tomados de la mano, escuchando las olas ir y venir. Todo hasta entonces había salido bien. Entonces ella me miro con una sonrisa y me dijo <<Ven>>. Yo le hice caso y cogidos de la mano, me dirigió hacia una zona escondida tras las rocas de la playa.<<Me ha gustado mucho estar contigo. Lo digo enserio, pero no puede seguir así.>> No entendía bien que quería decir, había estado tan ciego por su belleza, que no había pensado en nada más. Amanda se acercó a mi y sus ojos dorados brillaron más que nunca. Sonrió abiertamente dejando ver sus blancos dientes, pero sus colmillos... Pensé que estaba delirando. No no podía ser verdad lo que veía. Ella se acercó más, pero entonces se giró y lanzó un grito ahogado, allí, contemplando la escena, se allaba un lobo de ojos verdes. Intentando defensar a Amanda, me interpuse entre el lobo y ella. El lobo me miró como diciéndome que sentía mucho que me hubiera pasado esto. Se abalanzó encima mio, tirandome al suelo, immobilizándome. Miré a mi alrededos, buscando a Amanda, pero ella ya se había ido, dejándome solo contra aquél lobo. Traidora, pensé, me había traicionado. No tendría que haber confiado en ella. Cerré los ojos, pensando que allí se acababa todo, pero el lobo siguió igual, como debatiendo en su interior que debía hacer. Sabiendo que yo no tenía la culpa, pero no podía dejarme ir sabiendo que había pasado. Solo pude ver un destello de sus ojos verdes, el lobo ya había decidido lo que debía hacer. A continuación sentí  un dolor punzante en el cuello, sentí como si me recorriera la electricidad por todos y cada uno de mis miembros. El lobo se apartó de mí. Sentí como si la columna vertebral se me doblase excesivamente. Que estubiesen tirando de mí, que me iba a partir en dos, todo por culpa de Amanda. Entonces el dolor cesó, me sentía diferente, vi que me había convertido en un monstruo, en un lobo. Una voz hablo dentro de mi cabeza: <<Nunca me perdonaré lo que te he hecho. Lo siento.>> Comprendí que había hablado el mismo lobo que me había mordido. Miré hacia el cielo. Reinaba la luna llena. Era noche de lobos.

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