Abro los ojos con lentitud, la luz que entra por la ventana me hace gruñir y girar en la cama para darle la espalda a la estúpida luz.
Siempre he mantenido las cortinas cerradas, voy a matar a Mike de seguro las abrió solo por joderme mi puta existencia.
Con fastidio me levanto con una increíble sed y hambre, me detengo a pensar un poco y recuerdo que ayer me encontré a la diosa de cabello color castaño, olvidé su nombre como es regular, pero no puedo olvidar su despampanante cuerpo.
Lo tenía muy bien escondido debajo de ese vestido, con una sonrisa me levanto y frunzo el ceño. Me parece extraño que ya no esté en la cama, ya que usualmente casi todas las chicas tenían que ser echadas por mí ya que no querían irse.
Con lentitud veo la nota que hay en mi mesa de noche y leo con detenimiento.
Quién diría que lo buena que eres cantando, lo eres de buena en la cama. Espero verte nuevamente.
Camila.
Riendo, tomo la nota y camino fuera de la habitación. Con paso lento y bostezando llego a la sala de estar donde me espera un Mike y una Ruby sentados.
—¡Mira quién a despertado por fin!—dice Mike.
—¿Y bien?—dice Ruby cuando ve que no digo nada.
—¿Qué?—le pregunto de golpe.
—Estuve muy preocupado, ni siquiera me avisaste. Llamé a la policía—me dice y yo subo mis cejas en modo de impresión.
—¿En serio lo hiciste?—le pregunto incrédula.
—No. Pero casi lo hago—me rió.
—Olvidé llamarlos, mira me encontré a ésta chica... Bueno ella me encuentró en el baño, y se me puso en bandeja de plata—me encogí de hombros—¿Y Diane?—le pregunto a la de cabello corto.
—En el set, está grabando—se encogió de hombros.
—¿Y tú porque no estás ahí?—le pregunto cuando voy al refrigerador por la caja de jugo de naranja.
—Es mi día libre—Mike bosteza viendo. Ruby dándole a entender que le aburre.
—¿Qué tal un poco de locura hoy?—nos propone Mike mientras yo me como lo que sea que veo en el refrigerador.
—Joder tengo hambre—exclamo ignorando a Mike.
—No, yo paso. Ustedes siempre terminan drogándose o tomando, yo prefiero un poco de tranquilidad—dice Ruby riéndose.
—Bah, déjala, ella toma y se droga con otras personas no con nosotros—me hago la dramática y Mike se ríe.
—Yo me refería a jugar un poco con el Play, ya saben, un poco de peleas, hace mucho no hacemos eso—dice Mike y yo giro los ojos.
—Sí, pero primero quiero comer—le digo y él se levanta con fastidio.
—¿Quieren café?—nos pregunta, yo asiento porque lo necesito y Ruby también asiente.
—¿Con azúcar?—nos pregunta pero antes que yo conteste Ruby contesta.
—Obviamente que con azúcar ¿Qué clase de pregunta es esa?
—Lo puedes tomar sin azúcar—le de vuelve Mike desafiante a Ruby, yo solo giro los ojos porque otra vez empezaron a pelear.
—¿Sí pero quién de nosotros lo toma?—me pregunta retóricamente.
—Lo quiero sin azúcar y fuerte—le digo a Mike y él sonríe ampliamente.
—Ahí está tu respuesta querida—le dice egocéntrico y yo giro los ojos.
—¿Quién fue la afortunada de tener una noche de pasión ayer?—me pregunta Ruby con su teléfono en su manos, yo le saco la lengua a Mike que está concentrado en no quemar toda la cocina por solo hacer un café.
—Una castaña con cuerpo infernal, su nombre es Camila—le digo y me tiro en el sillón azul.
—¿Camila qué?—me pregunta y yo giro los ojos.
—Ruby, apenas y recuerdo como se llama. Y eso es porque tengo su nombre en la nota—le digo tirando la nota en una pelotita, el papel pega en su rostro y se ríe.
—¿No dejó su número?—me pregunta y yo me rió.
—Sí, solo que está en tinta invisible—le digo sarcástica cuando tomo mi teléfono para ver todas las menciones en Twitter.
Me empiezo a reír de un vídeo editado de la entrevista de ayer, ya que se nota que estamos muy drogados.
—Mike, tienes que ver esto—le digo riendo fuertemente a Mike, que está luchando para terminar de hacer el maldito café.
—Oye...—me llama Ruby y yo la volteo a ver deteniendo mi risa—¿Te suena Camila Cabello?—me dice Ruby y yo me siento con rapidez—¿Te suena ésta cara?—me muestra una foto de la chica castaña, con el mismo vestido de ayer y con una sonrisa de confianza.
—Eh... Sí—le digo un poco desconcertada por la belleza de la chica.
—No te creo—se cruza de brazos y yo giro los ojos—ella es hetero—suelto una carcajada y niego con lentitud.
—No fue lo que yo vi ayer—subí los hombros riendo aún por lo que me dijo Ruby.
***
—¡Esto es una mierda!—estoy apunto de tirar el mando contra la televisión pero soy detenida por el grito de Mike.
—¡Relájate loca!—me grita y yo lo veo fijamente, a veces pienso que él es gay.
—Acabas de sonar muy gay—le digo y Ruby se ríe por la expresión del rostro de Mike—puedes decírmelo, no tengas miedo—le animo y le doy el mando a Ruby.
—¿A dónde vas?—me preguntan los dos al unísono.
—¡Mi auto!—exclamo, él se ríe y Ruby le sigue.
—Nosotros ya nos encargamos de eso—me dice Ruby mientras que veo como Mike, le va ganando en el juego.
—Bien, entonces saldré, para no romper otra vez la pantalla—les sonrío tomando mis llaves y me acerco a despedirme de ellos.
—Llama si sucede algo—me dice Ruby y Mike asiente.
—Sí, no quiero tener que encargarme de tu funeral—me dice Mike y yo le saco el dedo del centro riendo por su comentario.
Cuando he llegado hasta el garaje mi teléfono empieza a sonar y con mucho cuidado contesto entrando en mi auto.
—¿Estás ocupada ahora mismo?—me pregunta una voz femenina, yo frunzo el ceño y enciendo el auto.
—Hola, ¿Quién demonios habla?—el estéreo suena y una sonrisa se escapa de mi boca porque es una de mis canciones.
—Stella—me dice y yo hago una mueca, joder, por un momento pensé que era la diosa castaña.
—¿Stella?—le pregunto y trato de recordar quién es—¿La rubia de la bañera?—me siento un poco malnacida por solo así recordarla pero es el único recuerdo que me viene a la cabeza.
—Sí...—me dice y yo hago una mueca.
—Tengo cosas que hacer—le miento y salgo con lentitud del garaje—tal vez luego te llame—le vuelvo a mentir para que no se moleste en llamar de nuevo.
—Claro, yo estoy un poco cerca de tu departamento con una amiga, es un poco fan tuya y me dice que quiere conocerte—me dice y yo presiono mis labios, me detengo casi saliendo del garaje.
—¿En serio?—le digo totalmente desinteresada—que bueno, luego quedaré con ustedes. Solo déjame acabar esos asuntos—le murmuro un poco aburrida por la larga conversación.
—Genial, Camila se pondrá feliz—freno con brusquedad al escuchar el nombre. Debe ser una jodida broma.
—¿Camila qué?—le digo luego de un par de segundos en silencio y alejo las manos del volante.
—Cabello, somos muy amigas—me dice.
—¿Sabes qué?—le digo casi riendo—¿Estás con ella ahora mismo?—indago un poco y espero a que me conteste.
—Sí, está comprando un par de cosas y luego vamos a ver que hacemos ¿Por qué Madison?—tengo unas inmensas ganas de reírme pero no digo mucho.
—Voy a ir por ustedes, las cosas que tenía que hacer no son tan importantes, solo un par de condones para Mike—le miento y escucho la risa de la chica rubia—él se las podrá arreglar solo. Dime dónde están y voy estar ahí—le digo y le bajó un poco el volumen al estéreo.
—Claro, estamos un par de cuadras cerca de tu casa. Podemos llegar hasta ahí, no te preocupes.
—Perfecto, aquí las espero—la rubia corta la llamada y es ahí donde me doy cuenta que mi auto es deportivo, solo una persona puede entrar.
Suelto una grosería y vuelvo adentrarme en el garaje, mientras me adentro llamo rápidamente a Mike, él tenía que tener un maldito Audi RS 7.
—¡Mike!—le exclamo cuando atiende la llamada.
—¿Qué?—me pregunta—estoy tratando de pelear con Ruby, se breve.
—Necesito el RS 7—le digo cuando me estaciono con rapidez en el garaje.
—No—me dice.
—¡En serio Mike! ¡Es una emergencia!—le grito y empieza a reír.
—Bueno, pero me debes un favor—yo giro mis ojos por su interés.
—¡Sí mierda!—le grito corriendo hacia el auto—gracias, eres un sol—escucho que se despide de mí pero estoy tan apurada que solo corto la llamada.
Abro la puerta con rapidez y me cercioro de que el pequeño aparato para bloquear las puertas esté acá. Nunca cerrábamos las puertas de nuestros autos, estaban en un garaje privado, no podían robarlos.
Enciendo el auto con mucha rapidez y con mucha facilidad acelero, no duro mucho saliendo del garaje lo que me hace sonreír con arrogancia.
Soy muy buena con el volante, solo que cuando estoy bajo presión me convierto en una inútil. Con mucha tranquilidad enciendo el estéreo y me acomodo esperando a la chica rubia y la diosa castaña.
La balada que empieza a sonar me hace fruncir el ceño, es tan triste que me hace querer cortarme las venas. Espero que cuando esté en esa situación no suene esa canción. Porque juro, que acabo con mi vida.
Estuve ahí, estuve ahí. Cuando nadie más estuvo, ahora te vas y yo estoy aquí. Tengo preguntas para ti.
—¡Madison!—tocan el cristal del auto haciéndome sobresaltar porque estaba concentrada en la canción.
Con rapidez paso la estación, y me encargo de abrir la puerta para que puedan entrar. No me levantaría para abrirle la puerta, no soy su empleada.
La puerta del copiloto y la trasera es abierta, yo un poco ansiosa espero a que entren en el auto. Stella, se sienta en el asiento de copiloto y Camila se sitúa en los asientos traseros.
—Madison, ésta es Camila—me dice Stella y yo me doy la vuelta para enfrentarle.
Una sonrisa inocente con una pizca de atrevimiento se extiende por su carnosos labios y yo tengo que parpadear varias veces, por alguna razón el solo tenerla al frente me hace sentir drogada.
—Camila ella es Madison o Mad—Mad—escucho la voz de Stella un poco lejos.
—Es un gusto—con la misma sonrisa Camila me tiende la mano y yo con rapidez la estrecho.
—El gusto es todo mío—nuestro agarre dura bastante, hasta que puedo escuchar la voz de Stella interrumpiendo nuevamente el momento—Stella me dijo que eras algo así como muy fan mía—le digo ignorando lo que dijo Stella.
—Algo así—dice Camila sonriendo, con lentitud muerde su labio y luego quita su mirada—quiero hacer... Ya sabes...—mi boca se entre abre por lo que dice.
—Una colaboración—le completa Stella.
—Sí—se ríe un poco aunque yo sé que no hay nada que le divierte—lo olvidé, ya sabes, son los nervios—me ve fijamente y yo empiezo a creer que es totalmente diferente, ella es la que me está intimidando.
—Tendríamos que hablarlo, ahora mismo estoy trabajando con Mike Posner—me acomodo con rapidez en el asiento, pero siento su mirada—¿A dónde las llevo?—le digo a Stella.
—¿Tan rápido te quieres deshacer de nosotras?—me dice en broma Stella.
—No, pero me acaba de llamar mi...—trato de pensar algo con rapidez y nada sale.
—¿Tu?—me pregunta Stella y escucho una pequeña risa que viene de los asientos de atrás. Mierda.
—Mi mejor amigo, Mike, es que me ha dicho que es mejor empezar a grabar esas canciones—me rió con nerviosismo y luego aclaro mi voz—¿Entonces?—indago.
—¿No importa si te acompañamos?—pregunta Camila inocentemente—¡Siempre he querido ver como grabas tus canciones!—dice y Stella la apoya.
—¡Sí! ¡Será divertido!—me dice Stella y yo presiono mis labios, asiento con lentitud y tomo mi teléfono.
Con una sonrisa forzada tomo el teléfono y marco el número de Mike. Con un suspiro espero que Mike escuche su teléfono y atienda la llamada.
—¿Ahora qué?—me dice y escucho a Ruby riendo.
—¡Mike!—exclamo con voz aguda—¿Estás aún en casa verdad?
—Claro imbécil, no he salido de aquí. Te estamos esperando—me dice confundido.
—¡Genial! ¿Ruby está contigo?—escucho un murmullo de él insultandome y yo trato de que entienda mi indirecta—¿Sí?—escucho la voz de Ruby.
—¡Genial! Pues bajen, para ir al estudio.
—¿Qué mierda?—escucho por parte de Mike—¿Qué pasa _____?
—Les dije a éstas chicas que vamos a grabar un par de canciones hoy, y que nos pueden acompañar. Así que bajen, para ir todos juntos—rió nerviosa y espero que entiendan.
—Serás imbécil—me insulta Mike—llevaré Rich white girls, My beloved y A million miles. Son las únicas con letra terminada. Me debes otra y una muy grande.
—Volviste a sonar muy gay cariño—le digo—los espero aquí—suelto un suspiro y luego vuelvo mi mirada hacia Stella—listo, ahora solo tengo que esperar a estos dos—le sonrío y ella me guiña un ojo, mientras da un apretón en mi rodilla.
Mi mirada curiosa sube al retrovisor y cruzo mi mirada con la mirada marrón, la cual me guiña un ojo haciéndome quitar con rapidez la mirada. Ni siquiera a Stella se le ve tan sensual ese guiño como a Camila.
Un teléfono empieza a sonar ahora, yo me cercioro que no es el mío pero muy pronto veo a Stella llevando su teléfono a su oreja.
Escucho como tiene una discusión con alguien y pronto que creo que va salir, escucho un insulto por parte de Stella.
—Mad, Mila. Voy a tener que irme, no sé cómo Kristen se ha dado cuenta que estoy contigo pero está demasiado loca. Lo juro—la rubia abre la puerta y yo frunzo mi ceño—las veo luego—se despide y sale con mucha rapidez del auto.
—¿Quién demonios es Kristen?—pregunto en voz alta para mí misma.
—Su novia—me contesta la dulce voz de atrás.
—¡¿Su novia?!—le exclamo y escucho una risa melodiosa, aunque un poco estruendosa.
—Sí, y probablemente sepa que te acostaste con su novia—Camila acerca su rostro un poco al espacio que hay entre el asiento de copiloto y el de piloto—¿Nos vamos?
Yo sin entender mucho, trato de voltearme para tratar de encararla y preguntarle a dónde vamos. Sin embargo, lo único que puedo ver es su majestuoso culo pasar enfrente a mis narices.
Camila con mucha facilidad se pasa al asiento de copiloto y con confianza, me muestra lo que hay en su teléfono.
Al parecer es un par de mensajes que ha intercambiado con alguien, Camila dice algo de la rubia estando conmigo y la otra persona solo responde con una carita feliz.
—¿Y esto qué?—le pregunto confundida cuando quita el teléfono de mi cara.
—Soy yo hablando con Kristen, ahora arranca que no quiero implicarme en que ella venga a golpearte ahora mismo por tener sexo con su novia—me sonríe y da una palmada en mi pierna.
Desconcertada enciendo con rapidez el auto y acelero olvidándome de mis amigos. No, en realidad lo recordaba pero eso es lo que les diría, ventajas de ser olvidadiza.
—No entiendo por qué si ayer follamos estás haciéndote pasar por alguien que no me conoce. Mientras tú y yo sabemos básicamente que hay debajo de toda la ropa—le digo mientras me mantengo enfocada en la calle.
—Simple. Tú tienes esa reputación de salir con cualquier chica, yo tengo la reputación de ser una chica hetero—le veo por unos segundos en los cuales se encogió de hombros.
—Sigo sin entender.
—Si me ven contigo, mis fans no son estúpidos, van hacer suposiciones...
—Que son ciertas—le interrumpo.
—Pero me harán muchas preguntas en las entrevistas, y si te soy sincera, estoy un poco hartas de ellas—me dice con voz tranquila—solo en las que me preguntan mucho sobre chicos... Oh Dios mío...—me dice casi asqueada y yo suelto una carcajada.
—¿Entonces por qué...
—¿Es esto una entrevista?—me pregunta interrumpiendo mi pregunta—sí, eso pensé—me dice cuando no digo nada.
—Bueno, por lo menos puedo saber a dónde demonios vamos—le digo conduciendo sin ningún destino.
—Griffith Park—me dice y yo frunzo el ceño.
—¿Qué parte?—le pregunto nuevamente y ella parece totalmente enigmática.
—Conduce, yo te guiaré—luego de eso pierde su mirada en la ventana y yo hago una mueca.
El encontrarme con una chica así nunca pasa, siempre me han atraído las personas con pasado y su misteriosa vida. Sé que ella va ser la chica que va dar vida a una nueva letra de una canción. Nunca pasaba y cuando lo hacía era porque alguna chica intentaba ser más lista que yo.
Con tranquilidad, subo un poco el volumen del estéreo y al parecer tomo toda su atención.
Su mirada parece perdida, ve fijamente hacia el estéreo perdida en sus pensamientos y tengo que hacer maniobras increíbles para no chocar y poder verla al mismo tiempo.
La letra de la canción que suena es triste, el ritmo de Gnash y Olivia O'Brien suena con un leve ritmo. Sin duda alguna era fanática de las canciones de ese estilo, lentas y con letras que te hacían reflexionar.
—¿Puedes apagar el estéreo? No soporto esa canción—me dice Camila cuando yo trato de subirle un poco a la canción ya que el coro de la chica me encantaba.
—Claro.
Estuve apunto de decirle que era mi puto estéreo (en teoría porque es de Mike) y que si no le gustaba tendría que soportarlo, pero como la vi, casi sin vida, al parecer recordando momentos tal vez relacionados a esa canción era mejor ceder y cedí. No debí haber cedido.