Amelie Moore y la maldición d...

De siriusblack33

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Hasta sus once años, Amelie fue una chica muy normal... o creyó serlo. Por más asombroso que parezca, ella t... Mais

Sinopsis
Advertencia
El día en que todo cambio
Más allá de la plataforma 9 ¾
Sexto año
Volar en escoba, por Amelie Moore
Entre cazadores y capitanes
-NotadeAutora-
¡GUERRA!
Vacaciones de mal genio
El enigma de la mujer de la fotografía
Zorras por Francia
Las tres D
La mejor no cita del universo
Programa de infidelidades
Baile de pociones (Parte 1)
Baile de pociones (Parte 2)
Gwenog Hera Moore
Compañeras de cuagto
-NotadeAutora-
Pica-pica
Lily Evans
Séptimo año
Jamelie
Jodidas debilidades
Bufandas para el frío
El plan
La asquerosa mariposa del amor
Otra vez... ¡¿Qué?!
Visitas inesperadas
Los Weasley
Si ella lo dice...
Por ti
Desde James
Tercera, la vencida
El clásico
Chicles de sandía (Parte 1)
Chicles de sandía (Parte 2)
Epílogo
Albus Potter y la maldición de los Potter
One-Shots
PLAGIO

La trágica historia de una patética pelirroja friendzoneada

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De siriusblack33

Sentía una hoja picando en su oreja. Y tenía una rama clavándose en su trasero.

Oh, mierda, que patética. Para sumar a su desgracia, el sol estaba dando justo en su cabeza y no la hubiera sofocado tanto de no ser por el llamativo color de su cabello, el que la obligaba a tener que colocarse la capucha de su campera negra para poder cubrirlo.

Se sentía realmente idiota por estar escapando de James y llegar a situaciones tan extremas. Había sido la primera vez en la semana que salía de su habitación para algo más que ir a las clases y, había decidido, que si se encontraba a James debería enfrentarse a él o al menos fingir que nada había ocurrido. Pero no hizo eso en cuanto lo vio. Obviamente, ella había querido creer que su suerte era tan perfecta que no tendría por qué cruzarse con James; lo que había olvidado es que se llamaba Amelie Moore y el destino jugaba en su contra la mayoría del tiempo.

-Hola, Rosie -escucho la gruesa voz de James, y sintió una enorme felicidad embargarla nuevamente. ¡Lo extrañaba!

-Jaaaaaames -chillo Rose, colgándose de los hombros de su primo al abrazarlo.

Por alguna extraña razón, Rose estaba fingiendo para cubrirla. No pensó en otra cosa más que gritarle mil gracias -literalmente- en cuanto saliera.

-Hasta que te veo -escucho la voz de Albus y, muy segura, se lo imagino dirigiéndose hacia Paris, quien había acompañado al mayor de los Potter hasta ellos.

No pudo escuchar lo que contestó la pelirroja, ni lo que comentó Scorpius luego. Estaba demasiado concentrada en mantenerse escondida y tan sólo escuchar la conversación entre James y Rose, no adrede, sólo porque su oído parecía captar con mayor precisión el extrañable sonido de la voz de su viejo amigo.

Viejo amigo, mejor dicho, porque parecía más que claro que nada volvería a ser igual.

-Oye, cuando veníamos con Paris me pareció ver dos cabelleras pelirrojas, no tan solo la tuya.

-¿Dos cabelleras pelirrojas? -musito Rose con un fingido tono de sorpresa-. Esto de no juntarte más con Moore está destruyendo tu única neurona.

Entre los arbustos, Amelie trataba de reprimir una risa. Rose Weasley no sólo la estaba ayudando, si no que prácticamente la estaba animando a que saliera al fin y diera la cara. Pero Rose no tenía poderes sobrenaturales.

-¡¿Lo ves, Paris?! Te dije que Moore no estaría por aquí -evito la mirada de Rose, refunfuñando por lo bajo-. Dudo que alguna vez salga de su habitación.

Si tuviera oportunidades de escapar ya lo habría hecho desde hace mucho, de eso estaba segurísima, pero no había ninguna forma de huir sin que la vieran. Tras su arbusto había una pared y delante de ella, Albus, Scorpius, París, Rose y James hablaban animadamente. A excepción de este último, que ahora estaba... ¡Joder, estaba mirando hacia ella!

-¿Qué hay allí? -inquirió James con el ceño fruncido, señalando hacia el arbusto donde Amelie estaba escondiéndose.

-¿Allí? ¿Allí donde? -intervino Rose, con una risita nerviosa.

Junto a Albus, Paris y Scorpius habían detenido su conversación para prestar atención al premio anual de Gryffindor. Amelie sintió que la respiración se le entrecortaba y entendió, que si James la terminaba descubriendo iba a ser por el muy llamativo color que estaban adquiriendo sus mejillas.

"Pelirroja patética ha muerto de vergüenza tras ser descubierta al estar escondida tras un arbusto. Ha encontrado su cuerpo la persona a la que le había dado una patética confesión de amor una semana atrás, antes de haber desaparecido del mapa por esconderse en su habitación" Ya podía leer e imaginar el gran titular y los millones de hechiceros riendo de su cobardía. Sería toda una notica tanto en "Corazón de Bruja" como en "El Profeta", junto a la exclusiva primicia de Rita Skeeter sobre su trágico paso por la friendzone.

Pero, al parecer, el mundo aun no quería deshacerse de la presencia de Amelie Moore, ya que la atención de James -y la de todos- fue atrapada por una alegre pareja que se acercaban hacia ellos. Obviamente, las miradas se dirigieron a sus manos entrelazadas. ¿Qué carajos, ocurría?

-¡¿QUÉ?! ¿Ahora nadie puede pasearse con su lindo novio? -escupió Kyle, sonriéndole encantadoramente a Dean.

Olvidando que James estaba allí, que probablemente estaba hecha un desastre por haberse escondido en unos arbustos y que posiblemente la tratarán de ridícula, Amelie dio un brinco y corrió hacia su amiga.

-¡¿Y ustedes desde cuándo?!

-El espantapájaros Moore -se burló Dean, sin borrar su boba sonrisa.

-¡Ja! ¡¿Lo ves?! ¡Te dije que estaba aquí! -escucho chillar a París, dándole un codazo a las costillas a James, quien tenía su cara graciosamente confundida y sorprendida.

-¿Hasta en un arbusto? ¿Te escondiste hasta en un arbusto para evitarme? -sonaba dolido, pero Amelie tenía otras cosas que enfrentar ahora.

Alice cruzó el camino de grava hacia ellos. Tenía una alta coleta sosteniendo su cabello y una brillante sonrisa en el rostro al ver a Albus, quien parecía tan deslumbrante y feliz como ella. No sólo Paris, rodó los ojos, Scorpius, Rose, James y Amelie la ayudaron.

Y, por suerte, la llegada de Alice hizo a James olvidarse -al menos de momento- del vergonzoso escondite de Amelie. Con una mueca de desagrado, James golpeó a la recién llegada en la frente, juntando sus dedos pulgar e índice, como si ella fuera un feo insecto.

Alice tomó a Albus de la mano y lo miro fijamente, parpadeando rápidamente como si estuviera tratando de convencerlo en algo. En respuesta, Amelie observo como Albus daba una sonrisa de medio lado, con los labios sellados.

-Nosotros... emmm... tenemos que ir hablar.

¡Por favor! ¿Qué se pensaba Albus? ¿Qué tenían dos años? ¡Ja! Amelie solo esperaba y rogaba porque ese "hablar" terminara en tan sólo un par de besuqueos a escondidas, sin sobrepasar nada más. ¡Él era su pequeño y tierno Albus!

Los ojos de Paris se abrieron inmensamente, lo que obligo a Amelie el bajar la ceja que había alzado, ya que por un segundo temió horriblemente que se fuera unir a su cuero cabelludo. Tendría que aprender a dejar de asombrarse y permitir que Albus hiciera lo que quisiera: él ya tenía cualquier derecho a ser tan grande como estúpido.

No quería sonar como una madre sobreprotectora... Y más aún cuando ni siquiera era su hermana.

-Pues... ¡Bien! -exclamo James, de repente, abandonando al fin su perplejidad. Seguramente estaba más sumido en sus pensamientos que fue el único quien no logro creer la excusa de su hermano-. Porque nosotros también tenemos que hablar...

Un segundo después, Amelie sintió la mano de James ceñirse a su muñeca y halarla en dirección al castillo, tratando de alejarla de sus amigos.

-Uf, que intensas que están las parejitas últimamente -comento Paris por lo bajo y Amelie deseo que su mirada tuviera rayos láser.

-¡Apaaaaa! -se burló Dean-. Conque hablar. -y bailo sus cejas de arriba a abajo.

-¡SUÉLTAME, POTTER! -chillo Amelie, desesperada.

Había dicho que en cuanto lo viera se animaría a enfrentarse a lo que tuviera que escuchar, al muy posible rechazo y todo lo que eso conllevaría, y claro que lo haría. Como una valiente Gryffindor soportaría toda la dolorosa verdad... en algún momento.

Y mejor tarde.

-No tenemos nada de qué hablar -espeto decidida, soltándose de él y arreglando las mangas de su túnica.

Cuando se dio media vuelta, algo dolida, pudo observar el ceño fruncido e interrogativo de Kyle, tratando de escabullirse en su mirada y sonsacarle todos sus secretos. Por otra parte, Scorpius y Paris se mordían el labio con nerviosismo, tensos, rehuyendo de la mirada curiosa de Dean, quien parecía entender menos que los merodeadores en una clase de buenos modales.

-Tenemos clases con el profesor Lupin, ¿vamos?

A paso firme y decidido, evitando las miradas de sus amigos, Amelie se adelantó y continúo su andar rápido y presuroso hacia el aula. Quería evitar preguntas de todo tipo y golpearse mentalmente por haber pensado que había sido una buena idea abandonar su habitación. ¿Es que iba a ser tan difícil evitarlo? Claro que extrañaba a James, se había acostumbrado demasiado a él, pero todo sería mucho más fácil si existiera algo que pudiera borrarle la memoria... se corregía: algo legal que pudiera borrarle la memoria. No podía pararse frente a él y soltar un "Obliviate" así como así, o echarle un frasco de la Poción del Olvido en el rostro: no es como si James fuera tan idiota.

Podía escuchar los pasos apresurados de sus amigos tras de ella y, al segundo, James estuvo nuevamente a su lado.

-Oye, por favor, po...

Pero antes de que él siguiera hablando, Amelie cubrió sus orejas con ambas manos y comenzó a tararear una canción infantil que apenas se sabía. ¡Vamos! Ella podía ser muy madura cuando quería, solo cuando quería.

A su lado, observo como el rostro enfadado de James se tornaba rojo y trato de reprimir una risa. Debía recordarse que pretendía estar enfadada con algo de lo que supuestamente él tenía la culpa, así que no podía estar riendo como en los viejos tiempos.

Estaba tan nostálgica de tener a James a su lado, charlando y jugando amistosamente, que su espera y ausencia le sonaban a años.

Cuando atravesaron el umbral del aula de Transformaciones, Amelie se encontró al trasero de Fred en su lugar.

-Sal, Weasley.

-¿Sal? ¿Para qué quieres sal?

-Sabes que esa estupidez no da risa, ¿verdad?

El pelirrojo pareció meditarlo, con una sonrisa cínica y burlona que provocaba que los nervios de Amelie se crisparan tanto y como su cabello en días de humedad. Y sus furiosos sentimientos contra Fred aumentaron cuando recordó que él la había encerrado junto a James en los vestuarios.

-Sé que no da risa -respondió finalmente-. Pero sirvió para mantenerte entretenida mientras Dylan se sienta a mi lado.

Desde la silla que debería ocupar Kyle, el aludido la saludaba animadamente, luego de meses sin hablarle a causa del beso que le había robado. Parecía que hoy, el universo estaba dispuesto a hacerle recordar todos los malos momentos que le habían hecho pasar los merodeadores.

Las puertas de madera se abrieron de golpe y Teddy hizo su espectacular entrada, con sus cabellos al viento, haciendo suspirar a todas sus compañeras y... a Amelie, pero de odio. Cuando las hormonadas muchachas que compartían la clase con ella suspiraron, el golpe que resonó en la cabeza de Kyle llamó su atención.

-¡Oye! ¡Soy tu novio! -la regaño Dean, dejando su manual-acomodador-de-ideas sobre su pupitre.

-¡Con más razón no deberías golpearme!

Escucho a Dean bufar y murmurar algo como que Teddy era un viejo feo y desastroso que nunca se fijaría en Kyle, antes de darse cuenta que no tenía lugar donde sentarse.

Aunque había estado peleada con Kyle todo este tiempo, siempre se había sentado con ella en las clases que tenían juntas. Era como un acuerdo que no se rompía por nada del mundo y, ahora, Amelie parecía ser abandonada por el nuevo y espantoso novio merodeador que la odiaba.

Si Fred y Dylan estaban juntos y Kyle y Dean también... Fred le dio una sonrisa desde su asiento. «Maldito y estúpido, pelirrojo», pensó mientras, rendida, tiraba en un estruendoso ruido su mochila sobre el único lugar desocupado.

Junto a James.

Una vez que se acomodó, evitando la mirada de su compañero de banco, situó sus ojos al frente, esperando a que Teddy comenzara su lección. Pero allí estaba el metamorfomago, con una sonrisa macabra, igual a la de Dean, Fred y Dylan, quienes habían volteado sus cabezas como un búho para intentar molestarla. Estúpidos y malditos merodeadores con estúpidas y muy buenas ideas. Eran inteligentes, lamentablemente.

A lo que fue la clase... no sabría decirlo. Lo único que veía eran los labios de Teddy moverse monótonamente, explicando una lección que a él mismo aburría. Y, por más que sus ojos trataron de seguir a su profesor, el resto de sus sentidos eran arrebatados por la persona a su lado. Su concentración estaba puesta en los movimientos de James, a su cercanía. Su nariz estaba embriagada de tanto olor a chicle de sandía y su oído estaba pendientes de sus reguladas respiraciones. Por más que él no hiciera ni el más mínimo movimiento, Amelie no podía dejar en paz su presencia.

Sus sentidos reaccionaron y en su cabeza comenzó a sonar un "¡Alerta roja! ¡Alerta roja!" cuando se dio cuenta de las intenciones de James al acercarse. Inconscientemente, su trasero se deslizo por el asiento, alejándose de él, pero el sigiloso chirrido del metal de la silla con el piso hizo que Amelie se sobresaltara al notar que James estaba casi pegado a su lado. Volvió a deslizar su trasero por el asiento y... ¡PUM!

-¿Moore? -el profesor Lupin se acercó a ella con el entrecejo fruncido, mientras Amelie captaba la forma en que James mordía su labio para evitar reír.

Desde abajo, todos se veían mucho más altos.

-¡Oh, por Merlín! ¡Eres tan torpe, Moore! -rio Fred, mientras se retorcía sobre su estómago.

Por más enfurecida que estaba, la expresión de Amelie se contrajo en una mueca de dolor. Había caído millones de veces al piso, pero esta vez había sido tan imprevisto... que su retaguardia dolía. La cantidad de accidentes por las que había pasado su trasero eran innumerables.

-¿Y? ¿Te levantarás? -inquirió James con una sonrisa burlona, mientras le ofrecía una de sus manos, la cual se ganó una mirada asqueada de parte de Amelie.

La pelirroja, con su barbilla en alto y su orgullo intacto, sacudió el polvillo de su uniforme y arrastro su silla hasta el escritorio del profesor Lupin, sin importarle el molesto sonido que hizo chirriar los dientes de la mayoría de sus compañeros.

-¿Qué se supone que haces? -le pregunto Teddy en un susurro, luego de que hubo dado una actividad a sus alumnos.

-Alejarme de mis problemas.

El profesor rodo sus ojos y bufo divertido, al tiempo que se daba media vuelta y comenzaba a caminar entre las hileras de pupitres, controlando la forma en que tomaban su varita y pronunciaban sus hechizos. Amelie trato de concentrarse y hacer lo que Teddy había explicado, o, por lo menos, lo que había escuchado de ello.

En cuanto intento alzar su varita, una bolita de papel golpeo su cabeza.

No puedes evitarme toda una vida.

James-súper-perfecto-Potter.

La letra improlija y destartalada de James estaba presurosamente escrita en el trozo de pergamino.

Nada es imposible.

Amelie-no-me-importa-una-mierda-Moore.

Sonrió al observar su prolija letra cursiva y, con un "Winguardium Leviosa", hizo levitar la nota en cuanto Teddy no estaba mirando. Sonriendo, observó como golpeaba el ojo de James.

El muchacho bufo y froto su adolorido ojo mientras leía la nota. Luego, alzó su vista y sonrió hacia Amelie, quien rápidamente desvió su mirada hacia la pulida madera del escritorio de su profesor, aunque aun así no soporto más de unos segundos y volvió a alzar sus ojos verdes para hacerle una consulta a Teddy, aprovechando para observar disimuladamente como James escribía una respuesta.

Y, cuando la nota escurridiza de James encestaba en su oreja y Amelie la retiraba con un gruñido, se oyó una fuerte y estruendosa explosión en los pasillos.

-¿Qué diablos ocurre aquí? -por primera vez en su vida, Amelie escucho a Teddy Lupin enfadado y es que nunca lo había visto correr tan preocupado hacia los corredores.

-¡Lo mataré!

Amelie giro rápidamente su mirada hacia James, encontrándose con la suya. El muchacho ladeo su cabeza, pidiéndole que lo siguiera y, ella, así lo hizo.

No era raro escuchar a París Peyton en medio de una travesura, pero siempre era interesante saber que había hecho esta vez. Por esa misma razón, el resto de la clase salió tras James y Amelie, tan intrigados como ellos.

El pasillo estaba lleno de rosa y violeta por donde se viera. Parecía haber sido una explosión de pintura pero podía verse una pequeña voluta de humo rosado sobre las cabezas de los alumnos de Quinto. Todos y cada uno de ellos estaban bañados en ambos colores y, aunque Amelie trataba de buscar alguna explicación lógica, no la encontraba.

-¡Tranquilízate! -chillo Albus, sosteniendo a Paris de la cintura, tratando de controlarla.

El muchacho tenía dos círculos dibujados alrededor de sus ojos, posiblemente porque antes de la explosión de color había estado usando sus lentes. Y Amelie pudo comprobar eso al ver la perfecta y -ahora- arruinada copia de Cazadores de Sombras sobre el piso, bañada en rosa y violeta.

-¡Ya, Paris! -escucho exclamar a Gaia, situándose frente a ella con ambas manos en su cintura, separando a su amiga del muchacho frente a la francesa, quien reía a carcajadas.

-No lo puedo creer -lloriqueo Scorpius-. Mis Converse nuevas.

Rose golpeó al rubio en la cabeza, con su cabello pelirrojo más alborotado y crispado que de costumbre.

-Que pedazo de patética eres, Peyton -escucho burlarse a una muchacha regordeta junto a Miranda Nott.

-Agh. Cállate, Goyle -gruño Paris como un animal.

-¡El rosa te queda de ensueño, zanahoria! -rio el muchacho que estaba detrás de Gaia y quien parecía esperar su muerte a manos de Paris.

-¡CIERRA EL MALDITO CULO, CORNER! ¡No ayudas en nada! -gritó Albus, con un esfuerzo sobrenatural al intentar encarcelar la furia de su mejor amiga.

-Sabes que Ethan no parará aunque se lo digas -intervino una rubia, a la que Amelie reconoció como Leslie Jones, una de las integrantes del sequito de Longbottom junto a Silena McLaggen, la siguiente en hablar:

-Peyton no se calmara hasta cometer un delito.

-Yo opino que la sueltes y dejes que mate a Corner -intervino Alice, encogiéndose de hombros-. Después de todo, el idiota se lo merece por habernos bañado en pintura.

Y entonces, simplemente, Albus soltó a Paris y Amelie se tentó a gritarle: "¡Potter estúpido, estúpido y gobernado!". ¿En serio era necesario que hiciera todo lo que Alice decía?

Como un perro rabioso, Paris corrió hacia Ethan Corner, quien ahora tiritaba de miedo. Pero, por suerte, alguien se abrió paso entre todos los alumnos de Séptimo y, segundos después, la cabellera rubia de Colin Creevey agitaba sus brazos frente a la furia francesa, impidiéndole seguir. El recién llegado termino ensuciando todo su uniforme de rosa, pero pareció importarle muy poco.

-¡¿Qué mierda paso aquí?! -chillo Troy Spiegelman, corriendo tras Colin y alejando su túnica de todo lo que pudiera mancharla.

Los alumnos de quinto comenzaron a chillarse unos a otros, llamando la atención de los que pasaban, los cuales formaban un corro a su alrededor. Por un lado, estaban Alice y Albus demasiado amorosos, y por el otro, Paris seguía exclamando improperios hacia Ethan Corner, quien no hacía más que provocarla con insultos relacionados a su cabello.

-Se pueden lavar -comentó Joseph Krum, interviniendo entre Scorpius y sus Converse.

-Tú cállate, idiota.

-¡Scor! -lo regaño Rose.

-¡CIERREN LA BOCA TODOS! -explotó Paris-. ¡Mellis!

En momentos como este, Amelie se preguntaba cómo es que los profesores no intervenían. Es decir, Teddy definitivamente no contaba como docente y menos cuando parecía estar disfrutando del drama más que los merodeadores.

Del gran corro salieron Ives y Elliot Peyton, con las manos a la cintura y dispuestos a responder al llamado de socorro de su hermana. En menos de un segundo, Ethan Corner se encontraba gimiendo de dolor en el piso, con los mellizos sobre su espalda, tratando de hacer súper flexibles las piernas y brazos del enemigo.

-¡Ahora voy yo! -Paris intento soltarse de Colin una vez más, pero no le servía de nada-. ¡¿Dónde están mis supuestos mejores amigos?!

-Gaia es de las mí... -pero el pie desnudo de Ives se introdujo en la boca de Ethan antes de que pudiera terminar la oración.

-¡¡¡ALBUS!!! -reclamo la francesa.

-Está conmigo ahora -le recordó Alice, rodando sus ojos.

-Zorra de pacotilla -gruño Paris, sin dejar de forcejear con Colin.

-Puedo escucharteeeee -canturreo Alice, dando un pequeño beso en los labios a Albus, mientras la pelirroja hacia una mueca de asco.

-Lamentablemente, yo también.

Amelie levantó una ceja hacia Teddy, quien reía a carcajadas al ver como Elliot estaba sentado tranquilamente sobre el trasero de Ethan, sin despegar la vista de su libro y, al mismo tiempo, su mellizo hurgaba la nariz de su víctima con la varita de este. Dylan y Fred habían desaparecido y, al otro extremo del pasillo, los hormonados de Dean y Kyle compartían saliva como animales. En cambio, James seguía a su lado, dándole una mirada divertida, la cual se esfumó en cuanto la actitud de Paris cambió.

-¡A ver, rubio teñido, o te mueves de aquí o...

Los labios de Colin interrumpieron a los de Paris, los que no tuvieron duda en responder correctamente. En menos de un segundo habían olvidado a todos los alumnos que los observaban. Los verdes y brillantes ojos de Albus se desorbitaron y su mandíbula se descoloco, para luego insinuar una sonrisa burlona, al igual que Ethan Corner, quien aprovechó el momento para bajar a los pasmados hermanos de Paris de su espalda y ponerse de pie en un brinco, señalando a la pareja:

-¡Y yo que por un momento habían pensado que la zanahoria era homosexual!

La mano de Paris que se encontraba sobre el hombro de Colin, frente a Ethan, se alzó enseñando su dedo mayor. Aun sin separarse del rubio.

Sin embargo, cuando Amelie se volteó para buscar a James con una sonrisa, el premio anual ya estaba caminando hacia la pareja con una ceja alzada.

La fuerza de James tiró a Colin a un costado, del cuello de su camisa. El rubio se quedó boqueando como un pez fuera del agua, para luego alzar sus párpados y fijar sus furiosos ojos azules en James.

-¡POTTER, IDIOTA!

-¿Perdón? -inquirió James, con toda la tranquilidad del mundo-. ¿Cómo te atreves a llamarme así, jovencito? ¿Te diste cuenta de que intentas estar con Paris? Y para eso, necesitas pasar por la prueba de todos los Weasley.

-Me estas jodiendo, ¿verdad? -bramo Colin, completamente enfadado.

-No. Paris es como mi hermana.

-Pero no lo soy -intervino la aludida, con las manos a la cintura y expresión frustrada.

-Pero nosotros sí -saltaron los mellizos, golpeando sus pechos con sus puños-. Y por eso dejamos que el miopito le haga las pruebas.

-Oh, si -dijo James, con una sonrisa cínica hacia Colin.

En el momento, Amelie entendió que Paris necesitaba su ayuda y se animó a abrirse paso entre la multitud.

-¡Y PARA TI VA LO MISMO, ENANA! -regaño James a Lily, quien recién se integraba a la muchedumbre con el ceño fruncido al no entender nada-. Oh, y también para ti, Moore.

Con el dedo índice de James señalándole, Amelie tomó a París de una mano y tiro de ella para hablar tranquilas. Sentía los numerosos ojos clavados en sus espaldas, mientras tomaban la intersección de la derecha para tener su conversación en un pasillo menos transcurrido.

Tras pasos y pasos, pararon a una distancia bastante alejada, tanto que ya ni siquiera podían oír las chismosas voces.

-¿Qué se supone que ha pasado allí?

-¿Importa ya, Am?

Pero antes de que la pelirroja mayor pudiera contestar, Paris la silenció colocando su mano sobre su boca sin ninguna sutileza, y se volvió un par de pasos hasta llegar a uno de los extremos del pasillo. Cuando Amelie iba a preguntar porque actuaba más extraño que de costumbre, Paris tiro de la oreja de James, despojándolo de su escondite tras uno de los pilares.

-Estoy segura de que sabes que lo que tramas no es de buena educación.

-Ya suéltame, Cesita -refunfuño James-. Sobre que ya de por si eres una traidora...

-¿Yo? ¿Traidora?

-Ajá. Besaste a Colin y pensaba que serías la única esperanza que pudiera encerrar en un convento.

-¿Ya has aceptado que Lily tiene una fila de seguidores? -se burló Amelie, recordando una de sus antiguas conversaciones con James, en el que él estaba seguro de que su hermana viviría con 30 gatos.

-Cállate, Moore -gruño-. Si no quieres que te obligue a hacerlo.

No es que fuera obediente, sólo que... se había quedado muda de la impresión. Por un momento se imaginó como una caricatura, con sus ojos tan abiertos de la sorpresa que saltaban de sus cuencas y rodaban por el piso.

Paris carraspeo, algo incómoda.

-Okeeeeeeeey... Por Merlín y el Dios Cristiano -murmuro, abanicándose el rostro con su mano derecha-. Que intensidad.

-¡Eres una idiota! -bramo James-. No me refería a eso. Quería decir que la hechizaría.

-Pfff, claro, como no... -dijo con sarcasmo, provocando que sus hoyuelos se acentuaran-. Tensión sexuaaaaaal. Incomodoooooooo. -canturreo por lo bajo, mientras las mejillas de Amelie se encendían cual pino de Navidad.

-Agh. Te odio. Me voy. -decidió James rápidamente, sacudiendo su cabello con nerviosismo y dando media vuelta para huir por el camino de regreso.

Paris alzó una mano, pidiendo silencio y no la bajo hasta después de unos segundos.

-Esa, querida amiga, es la mejor y única forma de ahuyentar a James Sirius Potter.

Tal vez por sus nervios y porque aún estaba un poco avergonzada, comenzó a reír. Era incómodo, de eso no había duda, pero disfrutaba la cercanía de James de cualquier forma, aunque ella siguiera firme en su decisión de no hablarle.

Lo extrañaba más de lo que le gustaría admitir y eso le dolía aún más de lo que su corazón estaba acostumbrado. Simplemente quería correr hacia él, colgarse de sus hombros y gritarle que estaba perdidamente enamorada pero que también estaba dispuesta a dar todo por olvidar sus sentimientos y tratar de ser sólo su amiga si él lo quería. Sólo anhelaba el simple hecho de su cercanía. Sólo lo quería con ella.

-Sé que tú eres quien quiere interrogarme, pero no te dejare hasta que me expliques que pasa con James.

Y Amelie le conto todo, de principio a fin. Desde el primer y verdadero lugar donde había conocido a James hasta las últimas horas, sin omitir nada. Y el rostro de Paris no se llenó de horror o asco al saber sobre su don; más bien, parecía fascinada.

Se sintió rara, considerando que hacía unos pocos meses odiaba a Paris y que ahora mismo la estaba eligiendo como la primera persona a la que contarle toda su verdad. Ni siquiera Kyle sabía sobre todas las palabras que la boca de Amelie estaba escupiendo, y tal vez no era porque no se sentía confiada de su amiga. La única razón y explicación a su extraña conducta, era que nunca se había visto tan necesitada de ayuda y consejos más que en ese mismo momento, cuando Kyle era lo que más solicitaba y lo que más le faltaba.

-Vaya -comentó Paris en un suspiro una vez que Amelie hubiera terminado. Estaban sentadas en el piso, con la espalda apoyada en una de las paredes. Hombro a hombro-. Tengo una amiga que sabe hablar con serpientes, ¿Quién lo diría?

-¿No te da miedo?

-¡¿QUÉ?! ¡No! ¡Es genial! Aunque me alegro de que ahora seamos amigas, verdaderamente no me gustaría ser tu enemiga -fingió que un escalofrío le recorría el cuerpo-. No quiero imaginarme despertar con miles de serpientes alrededor del cuerpo. Aunque ahora que lo pienso bien... a Alice le vendrían de maravilla.

Amelie soltó una carcajada.

-Esa idea es maravillosa, pero... ¿Qué paso realmente con Colin? Digo, si sigues con tus ansias asesinas hacia Longbottom, ¿Qué hay de Albus?

-No es fácil olvidarme de él, Am, y menos cuando lo tengo a mi alrededor continuamente -suspiró y apoyo su cabeza contra la pared, dejando que su trenza pelirroja se deslizara por su hombro-. Por cierto... ¿recuerdas que me debes un favor?

El entrecejo de Amelie se frunció, tratando de buscar en su memoria algo relacionado a lo que Paris decía. Pero tras pensarlo unos segundos, no pudo lograrlo.

-Vamos, Am. Fue por esa vez que perdiste la memoria luego de la fiesta de Slughorn.

En su cabeza resonó un "¡Click!" luego de que sus engranajes conectaran. Aquella vez que se había emborrachado... Paris la había acompañado hasta su habitación y, según con lo que le habían contado, Amelie había terminado su día semidesnuda y admitiendo un amor incondicional por James.

Oh, Merlín, que vergüenza que le daba ahora eso. París había prometido que nadie se enteraría de ello a cambio de un favor que podría tomar cuando quisiera.

-Oh, sí, ahora lo recuerdo -admitió, ocultando su rostro con su cabello pelirrojo, algo avergonzada.

-¿Y recuerdas lo que dijo James recién antes de irse? Que si no hacías lo que él decía, te obligaría.

-Sí y... ¿Qué tipo de relación tiene una cosa con la otra?

Paris suspiro profundamente y se giró hasta que sus ojos se conectaran con los de Amelie, trasmitiéndole toda la sinceridad que se le permitía. Parecía decidida.

-Que como sé que si te pido ir a la Cámara de los Secretos acompañando a James no me obedecerás, aprovecharé el favor que me debes para obligarte a hacerlo.

Por un momento, Amelie sintió que el mundo se detenía. Que Paris, al fin, había perdido la cordura. Pero, la intensidad de los castaños ojos de la muchacha le decían todo lo contrario.

Y, lo peor, era que no podía negarse.

Un favor era un favor y debía cumplirse de todas formas. Amelie trató de convencerla en elegir cualquier otra cosa que quisiera: hasta se ofreció a hacer su tarea por todo lo que restaba del año. Y, por más que Paris se lo pensó, la francesa no cedió.

-¡Por favor, por favor! ¡Cualquier cosa menos eso! -rogó Amelie, arrodillada ante Paris como nunca pensó encontrarse.

-Tome mi decisión y no quiero cambiarla. James no está bien sin ti y tú sin él tampoco.

-Yo estoy perfectamen...

-¿Crees que una persona que no sale de su habitación por más de una semana está perfectamente bien? -la interrumpió Paris, frustrada-. Y... ¿Has visto a James? Nunca lo había visto tan desesperado por intentar hablar con alguien... ¡Tal vez porque nunca se había visto así por nadie! Mira Amelie, no sé si James te corresponde o no -admitió, mirándola fijamente-, pero sé que el verdadero James Potter no hubiera huido sin contraatacar a lo que hablamos sobre callarte, tanto como sé que él nunca hubiera llegado a un nivel tan bajo como para arriesgarse a oír tras una columna. No sé si le gustas, si le aborreces, si lo enamoras, si le molestas, si le encantas o si tan solo le agradas, pero sé muy bien que él nunca antes había perdido la dignidad de tal forma por una persona.

Dando media vuelta sobre sus talones, Paris se alejó de la pelirroja contoneando sus caderas al son de su trenza, dando tiempo a Amelie de tragarse su orgullo.

-Está bien -suspiró rendida-. Lo haré.


**************

¡TEAM PARIS! ¡ A TODAS LAS QUE LA ODIARON! ¡EN SUS CARAS! (Vale, sé que les di razones)

¡KYAN IS REAL, BITCHES!

Les he presentado a casi todos los personajes de la historia de Albus en este solo capítulo. No se olviden de ellos.

CINCO CAPÍTULOS PARA EL FINAL.

(Sé que el título les ha dado a pensar otra cosa... I'm sorry)


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