Afternoon » njh

By frimixn

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Tenía dos piernas y cuatro patas. ♢ frimixn, 2015 - 2016 ♢ niall fanfic puesto con otro nombre » No se... More

Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo diez y seis
Capítulo diez y siete
Capítulo diez y ocho
Capítulo diez y nueve
Capítulo veinte
Capítulo veinte y uno
Capítulo veinte y dos
Capítulo veinte y cuatro
Capítulo veinte y cinco
Capítulo veinte y seis
Capítulo veinte y siete
Capítulo veinte y ocho
Capítulo veinte y nueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Capítulo cuarenta y tres
Epílogo
¡Gracias!

Capítulo veinte y tres

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By frimixn

Maratón » parte dos

— ¡Dylan! — mamá se sorprendió — ¿Qué haces despierta a éstas horas? ¿Ya encontraste dónde estudiar?

— No, ma' — respondí — Aún estoy en esas...

— No puedes tardarte mucho. Lo sabes, ¿verdad? Podrías atrasarte demasiado. — dijo pero en realidad iba divagando mucho rebuscando entre los cajones de la cocina — Dejé...

— ¿Qué dejaste?

— Dejé la identificación del trabajo y mi llavero. Siempre las pongo por... ¡Aquí están!

— ¡Bueno! — me respingué — Entonces, que tengas un buen día, mamá. — dije besándole momentáneamente la mejilla.

Mamá soltó una risita — ¡Vaya! ¿Estás votándome de mi propia casa? ¿Qué planeas hacer?

Me tensé aunque lo disimulé riéndome entre dientes. — Yo...

De repente el mismo ruido prominente de algún lugar muy cerca de la casa me interrumpió. Abrí los ojos como platos pero intenté no parecer muy obvia. Comencé a inquietarme cuando mamá me miró de hito en hito totalmente estática. ¿Por qué cojones tuvo que hacer eso ahora?

— ¿Qué fue eso?

— ¿Qué cosa? — me hice la loca frunciéndome el ceño.

Pero la mente se me fue en blanco cuando mamá endureció su semblante y pasó por un lado de mi para rebuscar en los cajones otra vez. Sacó un cuchillo y se me palideció la cara.

— ¿Qué vas a hacer con eso?

— Es imposible que seas tan despistada. — dijo con desdén — ¿Por qué siempre tratas de llevarme la contraria? ¡Llevo escuchando el mismo ruido por días alrededor de la casa y estoy cien por ciento segura de que se trata de un lobo! ¡No estoy loca!

Se me estrelló mi risotada nerviosa. — ¡Mamá! ¿Qué cosas dices? ¿Cómo podría haber un lobo alrededor de la casa? ¿Sabes lo que significaría eso?

— ¡Claro! ¡Que habría que matarlo y reportarlo para que el personal inicie la búsqueda de una presunta manada en nuestro pueblo! ¿Ves lo peligroso que suena eso? — mamá tiró los cajones de mala gana — Juro que vengo escuchándolo desde nuestro sótano...

— ¿En el sótano? — tragué saliva — Mamá, no hay nada en nuestro sótano. Acabo de subir de ahí. Nosotras...

— ¿Que subiste de dónde? — mamá se detuvo en seco y me miró — ¿Qué cojones se te perdió allá abajo? ¡Sabes que tienes prohibido bajar!

Se me apretaba el nudo en la garganta cada vez que me ponía más nerviosa. Mamá no paraba de gritarme y de verdad tenía que salirme de éstas.

— ¡Contéstame! — me respingó — ¿Por qué estabas ahí?

— Mamá, suelta esa cosa... Estás poniéndome nerviosa. Yo...

— ¡Deja de esquivarme, Dylan Wood y contéstame de una jodida vez! — Gritó manoteando con el cuchillo. Volví a tragar saliva — ¿Qué hacías allá abajo?

   El miedo me dejó pasmada. No podía decir una palabra sin vacilarla y trabarme la lengua. El estómago estaba revolcándoseme más y más fuerte. No sabía qué excusa meter ésta vez. Mamá no podía averiguarlo. No con lo que había acabado de decir si llegaba a encontrar al lobo. Me volvería loca...

Entonces mamá no siguió esperando a que le contestara nada más. Comenzó a irse a zancadas por los pasillos dispuesta a meterse al sótano.

— ¡Mamá, mamá, mamá! — la perseguí — ¡Tienes que tranquilizarte! No es lo estás pensando que es... ¡Eso es ridículo!

— ¡Claro que es ridículo que mi hija no sepa cuidarse sola en la casa! — ironizó — ¿Y si se tratara de un tipo asaltando la casa y tú sin escuchar nada? — tan pronto salimos al pasillo que nos dirigía directo a la puerta mamá volvió a pararse de golpe y me miró con una ceja enarcada — ¿Será que estás escondiéndome algo, Dylan?

Arrugué mi cara — ¿Qué podría estar escondiéndote? ¿Desde cuando dudas tanto de mí?

— Desde que empezaste a demostrar que no puedo confiar en ti. — sentenció.

Mamá hizo ademán de abrir la puerta pero yo volví a cerrarla metiéndome en el medio.

— ¡Quítate! ¿Qué estás haciendo? ¿De verdad estás escondiéndome algo? — abrió los ojos de par en par — ¿Qué hay allá abajo?

— Nada

— ¡Entonces quítate antes de que ese animal devore la casa, maldita sea! — manoteó para quitarme de encima de la puerta. 

— ¡No devoran a nadie y no son peligrosos, mamá! — grité — ¡Ellos...

Mamá ni si quiera soltó una palabra pero me interrumpió cuando la cara quiso caérsele de lugar. Dejó de forcejear conmigo y retrocedió unos cuantos pasos a punto de entrar en histeria. Acabo de meterme en la misma boca del lobo.

— Mamá, yo...

— ¿Qué estabas diciendo? — preguntó asustada — ¿Hablas de los lobos, Dylan?

   Comencé a tartamudear cuando mi respiración iba más rápido cada vez. Mamá a penas se atrevía a pestañear del impacto y yo no sabía qué más añadir para calmar las aguas -sino las jodía más de lo que estaban-. Mamá me empujó fuera de la puerta y bajó las escaleras al sótano de dos en dos. Encendió la lamparilla que no se encendía hace décadas y miró a su alrededor. Sofocó gritos de espanto mientras se arrugaba la cara con asco.

— ¿Eso es sangre? — Se acercó cautelosamente al lienzo que había dejado tirado y lo levantó de una esquina. Lo tiró en cuanto comenzó a gotear. — ¡Metiste a un lobo sangriento en nuestro sótano! ¡Perdiste la cabeza, niña estúpida!

— ¡No metí nada en ningún sótano, mamá! — grité con dolor en la garganta — ¡Estás imaginándotelo todo tú sola!

— ¡Y lo metiste por la ventana! — se rió con la incredulidad saliéndosele sola — Es que no sé qué está pasando contigo... ¡Estás loca!

   Miré la ventanilla que también había dejado abierta cuando ambos salimos. Quise golpearme miles de veces en la cara. Pero ya no podía mentirle a mamá cuando lo había deducido todo. Me sentí estúpidamente abatida de no haber podido protegerlo como él lo hizo conmigo. ¡Maldita sea! Estaba nublándoseme la vista mientras más seguía tragándome el nudo en la garganta.

— Sólo estaba tratando de ayudarlo... — susurré.

— ¡Y lo aceptas! — mamá gritó soltando el cuchillo en una tabla de la estantería de un manotazo — ¡No puedo creer lo que hiciste, Dylan; eres una ignorante! ¡¿Quieres meterte en un gran lío?! Porque no voy a sacarte el trasero de dónde tú misma lo metiste.

— ¿¡Y qué hay de malo con eso!? — rematé alterándome yo ésta vez — ¡Los únicos ignorantes con las cabezas como mimes son los malditos guardas de éste pueblo! ¿Qué tiene de malo esos animales?

— ¿Acaso estás escuchándote? — mamá se trastrabilló con sus risas — Dylan, eres una completa ingenua. Sabes muy bien la revolución que hubo en el pueblo contra los animales que siempre nos están atacando. ¡Y te vas por encima de eso creyendo que lo sabes todo mejor que nadie!

— ¡Ellos no atacan a nadie! ¡Somos nosotros quienes los asustamos con nuestras fechorías, mamá! ¡Ábrete la cabeza!

— ¡Ábretela tú, malcriada! — Gritó alterándose demasiado. Se le subiría la presión y tal vez podría causarle un desmayo si seguía alzándome la voz. — Voy a decirte una cosa y espero que se te quede bien grabada en la cabeza como todas las estupideces que tienes ahí. — me señaló — Si vuelvo a escuchar algo por aquí o incluso si logro verlo... Te juro, Dylan; te juro que vas a arrepentirte de la estupidez que causaste.

   Me amenazó mirándome directamente a los ojos. Sentí que pudo lastimarme con su mirada incluso mucho más de lo que hicieron sus palabras. No puedo soportar más. El labio comenzó a temblarme avisándome que pronto mis emociones tendrían el control sobre mi cuerpo.
   Así que, luego de eso me subí a mi habitación. No le contesté a mamá y tampoco le grité de vuelta. Me había limitado a llorar y a llorar. Todo por un jodido lobo al que trataba de proteger. Se me hacía el pecho más grande y caliente cuando me recordaba de la manera en que ella se expresó. Así sonaban todas las malditas personas del pueblo pero nunca pensé que ella fuera una más del montón. Incluso Roy me llegó a la mente; él y todo lo que me había dicho anoche. De momento me sentía completamente sola. Ahora mismo no contaba con nadie a quién llamar para que me ayudara a tranquilizarme cuando normalmente, hubiera llamado a Jade pero con ella tampoco podía asegurarme de nada.
   Mientras más seguí pensando en eso más ganas me entraban de lloriquear. Me sentí tan pequeña tratando de probarle a mamá que estaba equivocada. ¡No pude hacer nada! Incluso se me metía a la mente la mirada tristona del lobo y me sentía más culpable. ¡Maldita sea! Necesitaba ayudarlo. Ahora no sabía en donde pudo haberse metido pero seguramente no regresaba. ¿Y si de verdad se moría? ¡Joder, joder, joder! Se me partió el alma. ¡No sirvo para nada; ni si quiera puedo salvar a una maldita hormiga! Soy tan inútil... A lo mejor Exton sí tenía razón en todo lo que decía. Soy exagerada, dramática, tonta, llorona, terca, estúpida, ilusa... Todos los parches me los pegaba yo misma.


   Me levanté de la siesta en la que me había caído luego de lloriquear tanto. Me revolqué en la cama tapándome la cara bajo las sábanas pero me las quité de golpe en cuanto me espabilé por impulso. Sentí que había dormido por tres años. Tanto que me sentía bien perdida. Me pesaba levantar los párpados, además tenía los ojos irritados e hinchados. No quise esforzarme pero alargué mi brazo hasta la mesa para alcanzar mi celular. Cuando encendí la pantalla se me nubló la vista y casi me caía de cabeza en la cama otra vez. Cuando noté la hora supe que mamá no estaba en casa, sin embargo, al revisar el historial de llamadas perdidas ahí estaba su icono dos veces, el de Roy tres y el de Jade cinco. Incluso había un número no identificado. Qué ironía...
   Me metí a darme una ducha caliente de una hora si era posible. La entrada de la tarde se había enfriado mucho más y yo necesitaba relajarme. Me lavé el pelo otra vez y me afeité las piernas. Cuando salí enrollada en un lienzo, encendí la música que tenía descargada en mi iPod para distraerme un poco mientras me alistaba.
   Me subí en unas leggins color negro y me puse un par de botas. Me pasé un vestido de puntos blancos por la cabeza que me llegaba por encima de las rodillas y la falda se despegaba de mis muslos. Me abrigué con una chaqueta que iba a juego de los colores y me enrollé una bufanda por el cuello. Acomodé mi cabello una vez se había secado y me tapé los ojos rojos e hinchados con un poco de maquillaje.

No tenía planes de ir a ninguna parte pero de momento se me había pasado por la cabeza  una de tantas estupideces, así que no me quedaría cruzada de brazos. Además, me iría yo sola.

   Agarré un par de envolturas de galletas de una caja nueva que supuse que mamá tuvo que haberla comprado y de momento me pasó otra estupidez por la cabeza de llevármelas todas. Normalmente arreglaba la casa antes de salir, pero ésta vez no me dio tiempo ni para pensarlo porque es que de verdad el despiste me comió el cerebro. Tarareaba una canción que ni si quiera me sabía mientras me asomaba por todas las ventanas a mi alrededor para mirar hacia afuera. Estaba nevando un poco pero eso no era excusa para no salir.

Abrí la puerta mientras iba rebuscando mi llavero en mi bolso. En cuanto estuve a punto de dar paso fuera de la casa, pegué el grito en el cielo respingándome como un gato asustado. Se me quería salir el corazón del pecho.

— ¿¡Qué haces... — Ambos preguntamos lo mismo de golpe. Uno más alterado que el otro pero no terminamos la pregunta cuando reparamos que íbamos en las mismas.

— ¿A dónde vas? — Exton se adelantó enarcándose una ceja.

— ¿Qué haces aquí? — pregunté ignorándolo.

Aunque la bocanada de aire que tomó iba en plan de rehusarse a contestarme, me sorprendió que no comenzara con la lata. — Vine a recogerte. — me señaló moviendo su barbilla en mi dirección — Tú turno.

— ¿A recogerme? — fruncí mi ceño — ¿En qué momento...

— Contéstame, Dylan. — se cruzó de brazos.

Pero ahora era yo la que quise rehusarme. — No sé por qué estás aquí...

— Entonces deberíamos irnos ya que no quieres contestarme. — dijo con aires despreocupados tirando su cabeza hacia atrás para señalarme su auto. — ¿Nos vamos?

Que estaba bloqueándome la salida del mío.

   Bufé dejándole claro que él era el colmo que me faltaba para terminar de arruinarme el día. Lo miré con fastidio pero él iba con una parsimonia que hasta se le salía de la mirada. Hoy vestía del mismo color de siempre, sólo que no traía ninguna chaqueta lo que me resultó extraño. El mínimo detalle marcaba la diferencia con cojones. Iba con el pelo húmedo y alborotado en la frente. El rubio se le había oscurecido como si se lo hubiera lavado recientemente. ¿Cómo es que estaba resistiéndose al frío?

— ¿A dónde vas tú?

— ¿Tú me contestaste? — me remató mirándome con la ceja enarcada.

Suspiré con fastidio desviándole la mirada. Noté que rápidamente Exton iba a soltarme el sermón por el bendito sonido, así que decidí írmele por encima.

— ¡Lo siento! — me disculpé con sorna poniendo los ojos en blanco — Iba para el pueblo. Tengo cosas qué hacer...

— Y tú y yo tenemos cosas sobre qué hablar. Dejarás eso para otro día.

Solté una risa seca — ¿Discúlpame? ¿Tenemos?

— Así es. ¡Vámonos! — se dio la vuelta pensando en que iría detrás de él.

— ¿Desde cuando te he dado la oportunidad para que hables y las haz ignorado? — rematé cruzándome de brazos y apoyándome del umbral de la puerta sin planes de salirme de la casa.

— ¿Desde que lo único qué haces es gritarme y salir corriendo cuando trato de explicarte? — dijo haciéndose el loco — Sí, eso creo.

Lo fulminé con la mirada tragándome la saliva. Me encojonaba lo bien que siempre se salía con la suya.

— Espérate — lo detuve haciendo que se girara soltando una bocanada de aire — ¿No tienes frío? Ni si quiera te secaste bien ese pelo...

   Exton cerró los ojos y estiró el cuello echándose la cabeza hacia atrás. Supuse que le fastidiaba que estuviera quitándole tanto tiempo pero de todas formas él fue el que apareció en mi casa sin previo aviso para sacarme como si yo fuera cualquier cosa. Ahora tenía que atenerse a mis consecuencias. La cosa que me encojonó fue la forma en que su manzanilla se brotó demasiado y cómo todos sus lunares quedaron a la vista. Me encojonó mucho más cuando tragó saliva y la manzanilla se le movió. No, pero me encabronó el doble el hecho de que siempre terminaba encontrándome con él. Supuse que ya no tenía salida. Tarde o temprano, aparecería de todas formas.

— Como quieras... — dijo alzándose de hombros para quitarme de encima.

   Me giré para acercarme al pequeño armario del vestíbulo en dónde mamá y yo guardábamos chaquetas, suéteres o abrigos para emergencias. Los míos siempre eran una o hasta tres tallas más grande porque me gustaba que me cubrieran todo el cuerpo, así que seguramente una que otra debía quedarle a Exton. Nadie notaría que eran de mujer...

— Eso está horrible, Dylan. — dijo mirándo la chaqueta con un mohín — No pienses que voy a ponerme eso.

Devolví la chaqueta adentro y cerré la puerta de golpe. — Entonces que se te congelen las tripas.

— ¿A cuántas personas se la ofreciste antes que a mí? — dijo haciéndome burla y riéndose de su propio gran chiste.

— Eres un idiota... — dije pero a Exton le causó más gracia — Quítate del medio.

— ¿Qué estás haciendo? — preguntó cuando me vio encaminarme a mi auto.

— Necesito que saques tu auto para poder irme.

— Dije que te vienes conmigo. — espetó esfumándosele la risa de repente.

— Y yo dije que tengo cosas qué hacer. — vociferé — ¡Muévete!

— ¿Qué no entendiste sobre tengo que hablar contigo? — dijo acercándose — ¿Ves lo que siempre haces?

— ¿Y tú ves dónde siempre terminamos? — rematé — ¡Ya estoy harta de que me digas lo mismo para terminar discutiendo contigo! ¡Ahora saca tu maldito auto!

— Y todo gracias a ti, ¿no es demasiado obvio?

— ¡Ya cállate! — grité volviéndome para darle la cara.

— Entra a mi puto auto. — masculló mirándome de hito en hito.

— No

   Me acerqué un poco más hasta él intentando demostrarle que ésta vez no iba a ceder. Hoy estaba harta de odio y no me dejaría joder por nadie más. Mucho menos por él. Exton apretó su mandíbula y de momento dejó de mirarme de hito en hito cuando la pupila se le dilató drásticamente.

— ¡Hey! — Exton me agarró de los brazos — ¿Estás bien?

Sentí que mi cuerpo se había fundido como una bombilla y estaba esperando a estrellarme contra la nieve. A Exton se le cayó el semblante de encojonado y ahora me sujetaba tratando de mantenerme en balance. Me miraba con el ceño fruncido en angustia. ¿Qué cojones había sido eso?

— Sí... — vacilé separándome hasta que dejó de tocarme — Mueve tu auto.

— Dylan...

— Exton — lo interrumpí —, mueve tu...

— Dylan — Exton me interrumpió haciéndome mirarlo a los ojos.

   No soltó más palabra pero para él fue suficiente para guiarme hasta su auto. Se encargó de subirme y de abrocharme el cinturón de seguridad. No sé qué me había pasado. Recordé que no desayuné en la mañana pero eso no podía ser razón alguna desde que no era la primera vez que no desayunaba. Se me pegó un dolor punzante en la esquina de mi cabeza en cuanto un montón de imágenes se me acumularon de repente.

El lobo y sus ojos dilatándose.

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vi que este ship casi no aparecia en wattpad, asi que vi la oportunidad y la use :v