Capítulo cuarenta

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Dylan

   No volví a salir de mi habitación. Escuché los traqueteos de mamá cuando se fue de la casa horas después de que me hubiera encerrado. Obviamente no me avisó y tampoco me extrañó. Yo había tomado una siesta tan profunda que cuando me levanté, me sentí en otra dimensión. Me aturdió demasiado y odiaba cuando eso me pasaba. Cuando miré el reloj, la hora se marcaba por encima de las ocho de la noche. No esperaba a que hubiera dormido tanto...
   Él hambre me picó el estómago. No había comido nada más desde el desayuno en casa de Jade. Bajé a la cocina y agarré una bolsa de galletas de vainilla. Me apoyé de la encimera sin nada en qué pensar. En realidad, no tenía idea de qué iba a hacer ahora. No quería quedarme aquí encerrada con los gritos de mamá golpeándome la cabeza. Había faltado al trabajo y no tenía ninguna llamada perdida.

¡Qué peste a desintereses!

Me soné la nariz, cambiando de posición. De verdad no quería pensar en nada. Quería tener la mente en blanco -como en muchas ocasiones se me iba.- Pero por alguna razón, ahora no podía evitarlo.

"¡¿Por qué diablos Exton Scott dice conocerte?! ¡¿Qué líos tienes con él?!"

"¿Qué sabes tú de lo que estás diciendo, mamá? ¡Dime!"

"¡Y esos Scott no son nada bueno para ti!"

Lo único que me carcomió el sistema fue en la manera en que estaba tan segura de sus palabras. Con altanería y sin titubeos. Se trataba de mi madre, no de una cualquiera que me había detenido para cuestionarme. Sin embargo, se hubiera sentido menos así si mi madre me hubiera acostumbrado a tenerla como amiga además de madre.
Ella no los conoce. No sabe nada de ellos... ¡Ni si quiera sabe que todos llevan el mismo tatuaje en diferentes partes del cuerpo y que Luke, Susan y Exton comparten una cicatriz! Entonces, ¡¿por qué se expresaba así?! ¿Qué había pasado mientras yo no estuve? ¡Carajo, no era la primera vez que Exton se presentaba en mi casa buscándome! ¿Por qué cojones ahora reaccionaba así? ¡De la noche a la mañana! ¡Un tal Exton Scott que promete ti destrucción! Joder... Ya tenía demasiado con los berrinches de él mismo.

"No tienes derecho a olvidar a tu padre"

Fue la gota que faltaba para disecarme la sangre. Mi padre... ¿En qué entraba todo esto mi padre?

Me detuve frente a la puerta del sótano. Mamá gritándome histérica fue lo único que resonó en mi cabeza. Porque aquí se encontraban muchas de las pertenencias de papá que mamá guardaba como si fuera un santuario. Por eso me tenía prohibido bajar si ella no estaba presente. Eran cosas muy valiosas como para dejarlas en manos descuidadas como ella pensaba que eran las mías. Sin embargo, eso ya no venía al caso. Ya que habíamos hecho de todo esto una bronca, que lo jodiera más solamente iba a costarme otra cachetada.
Agarré una linterna para iluminarme el camino antes de abrir la puerta. Cuando si el primer paso, la madera crujió bajo mi peso y así estuvo sucesivamente iba bajándolas todas. Cuando llegué, encendí la luz eléctrica que pestañeó por unos segundos y apagué la linterna. El sótano, además de ser una de las habitaciones más pequeñas de la casa, era donde más cosas teníamos guardadas. Así que, cualquier cosa iba a encontrar.
Me acerqué a las primeras estanterías que vi y comencé a husmear. Levanté demasiado polvo moviendo unas cuantas cosas y la nariz comenzó a picarme amenazándome con estornudar. Sin embargo, un resplandor al final de la tabla nivel tres me cegó la vista. Alargué mi brazo para tomar una especie de caja y sacarla de la estantería. Supuse que debía servirme, así que me la llevé para rebuscar algo que me sirviera como fuente de información.

Afternoon » njh Where stories live. Discover now