Capítulo veinte y tres

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Maratón » parte dos

— ¡Dylan! — mamá se sorprendió — ¿Qué haces despierta a éstas horas? ¿Ya encontraste dónde estudiar?

— No, ma' — respondí — Aún estoy en esas...

— No puedes tardarte mucho. Lo sabes, ¿verdad? Podrías atrasarte demasiado. — dijo pero en realidad iba divagando mucho rebuscando entre los cajones de la cocina — Dejé...

— ¿Qué dejaste?

— Dejé la identificación del trabajo y mi llavero. Siempre las pongo por... ¡Aquí están!

— ¡Bueno! — me respingué — Entonces, que tengas un buen día, mamá. — dije besándole momentáneamente la mejilla.

Mamá soltó una risita — ¡Vaya! ¿Estás votándome de mi propia casa? ¿Qué planeas hacer?

Me tensé aunque lo disimulé riéndome entre dientes. — Yo...

De repente el mismo ruido prominente de algún lugar muy cerca de la casa me interrumpió. Abrí los ojos como platos pero intenté no parecer muy obvia. Comencé a inquietarme cuando mamá me miró de hito en hito totalmente estática. ¿Por qué cojones tuvo que hacer eso ahora?

— ¿Qué fue eso?

— ¿Qué cosa? — me hice la loca frunciéndome el ceño.

Pero la mente se me fue en blanco cuando mamá endureció su semblante y pasó por un lado de mi para rebuscar en los cajones otra vez. Sacó un cuchillo y se me palideció la cara.

— ¿Qué vas a hacer con eso?

— Es imposible que seas tan despistada. — dijo con desdén — ¿Por qué siempre tratas de llevarme la contraria? ¡Llevo escuchando el mismo ruido por días alrededor de la casa y estoy cien por ciento segura de que se trata de un lobo! ¡No estoy loca!

Se me estrelló mi risotada nerviosa. — ¡Mamá! ¿Qué cosas dices? ¿Cómo podría haber un lobo alrededor de la casa? ¿Sabes lo que significaría eso?

— ¡Claro! ¡Que habría que matarlo y reportarlo para que el personal inicie la búsqueda de una presunta manada en nuestro pueblo! ¿Ves lo peligroso que suena eso? — mamá tiró los cajones de mala gana — Juro que vengo escuchándolo desde nuestro sótano...

— ¿En el sótano? — tragué saliva — Mamá, no hay nada en nuestro sótano. Acabo de subir de ahí. Nosotras...

— ¿Que subiste de dónde? — mamá se detuvo en seco y me miró — ¿Qué cojones se te perdió allá abajo? ¡Sabes que tienes prohibido bajar!

Se me apretaba el nudo en la garganta cada vez que me ponía más nerviosa. Mamá no paraba de gritarme y de verdad tenía que salirme de éstas.

— ¡Contéstame! — me respingó — ¿Por qué estabas ahí?

— Mamá, suelta esa cosa... Estás poniéndome nerviosa. Yo...

— ¡Deja de esquivarme, Dylan Wood y contéstame de una jodida vez! — Gritó manoteando con el cuchillo. Volví a tragar saliva — ¿Qué hacías allá abajo?

   El miedo me dejó pasmada. No podía decir una palabra sin vacilarla y trabarme la lengua. El estómago estaba revolcándoseme más y más fuerte. No sabía qué excusa meter ésta vez. Mamá no podía averiguarlo. No con lo que había acabado de decir si llegaba a encontrar al lobo. Me volvería loca...

Entonces mamá no siguió esperando a que le contestara nada más. Comenzó a irse a zancadas por los pasillos dispuesta a meterse al sótano.

— ¡Mamá, mamá, mamá! — la perseguí — ¡Tienes que tranquilizarte! No es lo estás pensando que es... ¡Eso es ridículo!

Afternoon » njh Where stories live. Discover now