Quiéreme. (Kuroken)

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"El amor es frustrante y agotador... Especialmente cuando es imposible, en todas las relaciones hay un punto... More

Capítulo 1. A la caza de un corazón herido.
Capítulo 2. Amor inolvidable.
Capítulo 4. Vuelta al pasado.
Capítulo 5. Hiérete, sáname.
Capítulo 6. Caos.
Capítulo 7. Dulce egoísmo.
Capítulo 8. Redención.
¿Nuevo capítulo?

Capítulo 3. Campamento five lakes.

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La venganza es un plato que se sirve frío, o eso pensaba Kuroo cada vez que veía a su antes gran amigo, acompañado de la persona que probablemente más odiaba en ese momento; Oikawa Tooru. Se había vuelto costumbre para ambos eso de verse a la salida prácticamente a diario. Por suerte para unos, pero desgracia para otros, el instituto de Oikawa terminaba las clases lo suficientemente pronto para que él y su moto pudiesen llegar a buscar a Kenma.

La paciencia de Kuroo era muy limitada en algunos aspectos y en ver como un golfo le robaba a su mejor amigo, era nula. Por no hablar del hecho de que no había vuelto a hablar con normalidad con Kenma desde que se fue con él, desde que le eligió a él. No podía evitar sentir como si la piel le ardiese cada vez que les veía juntos, cada vez que Oikawa le dedicaba una de esas sonrisas que le hacían ver que lo había perdido sin remedio, que nada de lo que fuera a hacer se lo devolvería; Pero él no estaba tan seguro de eso.

"Hoy es el día." Pensó bajando del autobús. Respiró hondo y abrió los brazos, tratando de llenarse por completo de ese fresco aire propio de la sierra de Japón.

Tres semanas le habían bastado para convencer a sus entrenadores de asistir al centro de entrenamiento five lakes, pero eso no era todo. Ese centro de entrenamiento era uno de los más prestigiosos de la zona, aunque andaba de capa caída. Para paliar el déficit de los últimos meses decidieron sacar una promoción un tanto especial.

"Bienvenidos al centro de entrenamiento five lakes." Saludó una hermosa mujer de cabello rubio y curvas pronunciadas. En cuanto comenzó a hablar todas las voces callaron de golpe.

"Señorita, todavía quedan dos autobuses por llegar." Dijo el entrenador del Nekoma.

"No importa, os iré explicando a vosotros de qué tratará el campamento." La sonrisa que se dibujó en su rostro encandiló a la mayoría de los presentes. "Nosotros nos encargaremos de sacar a relucir vuestro máximo potencial. Como bien sabéis otros dos equipos van a venir con vosotros, si no me equivoco son... Karasuno y... Aoba johsai. Bien, aquí competiréis entre vosotros en una serie de pruebas. No lo haréis directamente, lo haréis por puntos. Cada noche en la cena os mostraremos vuestro puntaje y los cuatro peores de cada día deberán irse a su casa. En este centro sólo tratamos a los mejores."

Los murmullos que comenzaron a escucharse en ese momento no eran para nada comparables a los anteriores ¿Irse a casa sin el equipo? Ese sería el peor de los palos para el orgullo de cualquier deportista. Ser señalado como el peor, que todo el mundo te mire, tener que abandonar a tu equipo... ya nadie te miraría igual o eso es lo que pensaban todos en ese momento, todos menos Kuroo, él tenía cosas más importantes en mente.

"Bueno, acompañadme por aquí, os voy a enseñar vuestro cuarto."

Al adentrarse en el complejo comprendieron por qué era uno de los más famosos de la zona, era realmente precioso. Paredes blancas impolutas, baldosas que brillaban tanto que parecía que incluso podían reflejarse en ellas. La entrada principal tenía elegantes columnas de mármol que le daban un aire griego muy interesante, aunque en ese momento apenas ninguno se estaba fijando en la belleza de las decoraciones, todos estaban absortos pensando en quién sería el primero en abandonar el complejo, haciendo memoria de los integrantes de los demás equipos, haciendo apuestas por cuales serían esos cuatro primeros chicos que se verían heridos sin remedio.

Al llegar a la habitación todos se quedaron boquiabiertos. Era un gran cuarto lleno de literas alineadas, cuarto como los de los centros militares en los que al entrar el capitán todos se cuadraban a un lado de sus camas.

Kuroo tragó saliva y por un momento pensó que quizás tampoco sería tan divertido como se imaginaba cuando vio la promoción. Sabía que iba a ser duro, pero no tanto, él se imaginaba incluso noches al aire libre bajo las estrellas, alguna que otra barbacoa y quizás algún paseo en canoa. Lo que menos podía imaginarse es que prácticamente hubiesen entrado a la milicia cuando decidieron ir allí.

"Aquí compartiréis cuarto con los otros dos equipos, al fin y al cabo vais a entrenar a la vez." Su sonrisa cada vez parecía más fría, como si estuviese saboreando el miedo que corría por sus poros. "Por supuesto los entrenadores y los ayudantes tenéis un cuarto para cada uno. Seguidme, os los mostraré."

"Muchas gracias." Agradeció el entrenador. Ya podía imaginarse como sería su cuarto, cuarto que casi con toda seguridad gozaría de todas las comodidades que la habitación de sus chicos no tenía.

"Hoy tenéis el día libre para conocer la zona, las áreas de recreo y bueno, en definitiva, prepararos mentalmente para mañana. Espero que paséis un buen primer día, soldados."

La puerta de la habitación se cerró tras ellos. Comenzaron a ocupar camas y a mirar las pocas cosas que había en la habitación; Un poster de plantas venenosas, otro con la anatomía humana, una máquina dispensadora de agua y un par de sillas pegadas a la puerta. La mayoría estaban en silencio, meditando sobre qué es lo que pasaría al día siguiente.

Con todo el lío del autobús y la charla de esa chica Kuroo no se había fijado en Kenma, ¿Estaría preocupado? Le buscó con la mirada por la habitación y ahí estaba, tumbado encima de una cama, con aparente gesto tranquilo y la Ps vita entre las manos. A pesar de que parecía no afectarle, Kuroo sabía que no era así, al igual que todos él no quería ser el primero en abandonar el complejo, pero había una cosa que no sabía, fueran cuales fuesen los ejercicios, él le ayudaría en todo lo que pudiese y le demostraría que iba a estar ahí a su lado, siempre. No pudo evitar el esbozar una sonrisa al imaginarse como su salvador. Esa era su oportunidad de competir directamente contra Oikawa y hacerle ver que era mucho mejor que él. Debía ganarle como fuese. Volvió a posar sus ojos en él y de repente se dio cuenta de las enormes ganas tenía de hablar con él, aunque apenas fuese cruzar un par de palabras.

"Sigues ignorándome." Dijo, apoyándose en una de las barras de la litera. "¿Estás enfadado?"

"Tres semanas, dos días y..." Musitó mientras bloqueaba y encendía la pantalla de la consola para que saliese la hora. "y 6 horas."

"Se te olvida que eras tú el que pasaba de mi para irse con Oikawa."

"Le pegaste."

"¡Se lo merecía!" Dijo y se le hizo imposible no elevar la voz ante semejante respuesta. Claro que le había pegado y lo volvería a hacer si se terciase.

"Tú no eres quien para decidir eso, Kuroo." Al decir eso notó como la cama daba un bote. Se había sentado a su lado, prácticamente arrinconándole contra el cabecero de la litera.

"Me preocupo por ti, Kenma, más de lo que piensas y sé que él no te merece el no... no..." Las palabras se le atrancaban en la garganta, no sabía cómo continuar la frase, no cuando esos dos ojos amarillos lo estaban mirando directamente.

"Eso no te da derecho a volverte un animal. Yo no quiero a un animal a mi lado, así que, vete, por favor." Dijo, volviendo a encender la pantalla de la consola.

"Te demostraré que él no es mejor que yo, Kenma, te demostraré que no te merece."

El tiempo fue pasando y mientras seguían colocando sus cosas en el cuarto y haciéndolo un poco más confortable, los chicos del Karasuno entraron. Con ellos el aura era buena, las risas se escuchaban en la sala e incluso alguna que otra carcajada. Nunca lo había dicho, pero le gustaban esos chicos, incluso su capitán. Pero no parecía ser el único, sus compañeros parecían estar disfrutando mucho de su compañía.

Kuroo estaba rodeado por varios chicos de su equipo y un par del Karasuno, pero nada de lo que estuviesen hablando le sacaba de sus cavilaciones, estaba deseando ver la cara que pondría Oikawa al ver a Kageyama.

De repente la puerta se abrió y la cálida aura que antes inundaba la habitación se volvió un poco más fría cuando comenzaron a entrar los chicos del Aoba Johsai.

"Bue-nas" Canturreó Oikawa nada más poner un pie en la habitación, pero entonces se encontró con unos ojos que lo miraban de reojo y sintió como si una descarga lo fulminase por completo.

"Si te lo decíamos sabíamos que no vendrías." Le susurró Iwaizumi, tirando ligeramente de su bolsa para que siguiese avanzando, pero en ese momento nada le importaba, solo tenía ojos para ese chico que con tantísimo odio lo miraba. "Vamos, no me hagas golpearte."

Siguió mirándole hasta que prácticamente tuvo que darle la espalda para seguir caminando, caminando con esas piernas que parecían anunciarle que cederían de un momento a otro. Una sonrisa burlona se dibujó en el rostro de Kuroo, todo estaba saliendo tal y como lo planeaba, Oikawa destrozado y lejos de Kenma. Esa sonrisa se borró por completo cuando vio como Kenma se levantaba y se sentaba a su lado. Al ver cómo le cedía su ps vita para que jugase y se distrajese sintió como la furia se agolpaba en su pecho.

"¡Por qué no hacemos una barbacoa!" Exclamó Hinata levantándose de la cama y al momento Kageyama le miró con el gesto torcido.

"¿Y de dónde vamos a sacar todo lo necesario?" Espetó, haciendo que su tan hiperactivo compañero cayese de nuevo contra la cama desilusionado, aunque por lo visto él no era el único que tenía ganas de hacer esa barbacoa ya que tras esa contestación varios se mostraron visiblemente apenados.

"Eres un aguafiestas, Kageyama."

"Aquí debe haber una cocina, podríamos pedir lo necesario y bueno, cerca hay un bosque podríamos coger de ahí ramas y eso." Dijo Yamaguchi casi en un hilo de voz imperceptible.

"¡Hagámoslo!" Exclamaron varios al unísono.

Finalmente cayó la noche y con ella llegaron las estrellas. Allí, lejos de la contaminación de la ciudad se veían mucho más claras; Ese bello cielo estrellado que era confidente de los problemas de los allí presentes. Todos quieren enamorarse, sentir en su propia piel ese calor del que muchos hablan, sentir como si alguien moviese todo tu mundo, sentir que el heliocentrismo es una chorrada cuando se tiene a esa persona a tu lado. Pero la realidad no es esa, la realidad es que hay dos caras de una misma moneda, dos maneras de contar una misma historia, dos formas de hablar del dolor que se siente. Porque el amor no es perfecto y muchas veces ese amor es más doloroso que placentero.

Sentados en el césped de la parte trasera del centro los chicos contaban historias y bromeaban, tratando de olvidar la presión que sentían al pensar en el día siguiente. Ninguno quería ser el primer eliminado, pero cuatro debían de serlo. En ese momento ninguno quería seguir torturándose y decidieron pasar un buen rato en el campamento.

"¿Te gusta, Kenma?" Le preguntó Oikawa con una sonrisa, al ver como se estaba comiendo un trozo de pollo que no parecía muy quemado.

"No está mal." Contestó y le devolvió la sonrisa. Por lo visto en esas tres semanas se habían vuelto mucho más íntimos incluso de lo que podía llegar a parecer. Un hombro donde apoyarse y llorar, alguien en quien confiar; Alguien de verdad.

"Te has manchado." Dijo y una pequeña risita se escapó de sus labios al ver como se limpiaba en todas las partes menos donde de verdad debía limpiarse. Miró hacia los lados, parecía que nadie le estaba mirando en ese instante. "Aquí." Le limpió con cuidado las comisuras de los labios y volvió a darle atención al pollo que tenía esperándole en su plato.

A unos metros de él vio como Kageyama se levantaba, por lo visto iba a por más comida o eso pensó al ver que tenía el plato vacío. Comía mucho más de lo que aparentaba para estar tan delgado. Le pasaba algo extraño siempre que le miraba, era como si su aura le atrajese y le impidiese mirar nada más que no fuese él, aunque al principio no fue así. Sus inicios fueron más convulsos de lo que jamás podría describir, literalmente, le odiaba. Le odiaba por ser tan bueno, le odiaba por reclamar su atención y le odiaba por un millar de cosas más, pero poco a poco ese odio se fue desvaneciendo.

Al ver como se iba, vio su oportunidad de hablar con él, tenía que sacar fuerzas de flaqueza y plantarle cara; Debía hacerlo. Esperó lo suficiente como para que estuviese lejos y se levantó para correr tras él.

"Eh, Kags." Dijo Oikawa con la respiración agitada. Le llamó desde atrás, poniendo su mano en uno de sus hombros. Llevaba tanto tiempo sin tocarle que incluso le parecía irreal. "Hace mucho tiempo que no hablamos y..."

"Y así debería seguir siendo." Contestó con brusquedad, apartando la mano de su hombro.

"¡Jamás me has dejado explicarte lo que pasó! ¿Te parece acaso justo? ¡Ni siquiera me volviste a hablar!" Clamó y por suerte no había nadie a su alrededor que le hubiese escuchado, que hubiese escuchado ese grito que le salió del corazón.

"Tu voz me molesta, aunque más bien eres molesto tú entero. No te das cuenta de que no quiero escuchar tus mierdas de excusas."

Kageyama comenzó a alejarse frente a él y apenas podía moverse, lo único que podía hacer era quedarse ahí parado, viendo como se marchaba sin poder hacer nada más que notar como sus ojos comenzaban a ponerse borrosos. Él era la primera persona por la que realmente sintió algo, la primera persona que con su forma de ser logró ganarse una pizca de su cariño, pero como casi todo lo bueno... llegó a su fin. Un final adelantado, un final que de ninguna manera debía haber llegado tan pronto.

"Eres un bastardo sabías." Dijo Kuroo, que estaba apoyado en la pared, mirándole con aires de suficiencia.

"Vete de aquí, no estoy de humor."

"Eres la pareja de Kenma, o algo así, y te dedicas a irle haciendo pucheritos a tu anterior kohai. Patético." Mientras lo decía una sonrisa burlona se dibujó en su rostro.

"Cállate..."

"Jugar con Kenma de esa manera... No eres más que un trozo de mierda." Espetó separándose de la pared. Lo que menos podía esperarse en ese momento era que en vez de contraatacar... se riese. Comenzó a reírse frente a él, a reírse a pleno pulmón, con lágrimas asomando por sus ojos y una sonrisa de oreja a oreja.

"Veo que eres más tonto de lo que tenía entendido." Dijo mientras se limpiaba las lágrimas de los ojos. Caminó hacia él, quedándose a apenas un par de centímetros de su cara; Frente con frente, fulminándole con esos dos ojos marrones que auguraban que no estaba bromeando. "Aquí el único que ha estado jugando con los sentimientos de Kenma has sido tú."

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