Capítulo 2. Amor inolvidable.

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La enfadada voz de Kuroo comenzó a escucharse en toda la habitación, resonando en los oídos del pequeño cada palabra que le decía, cada queja. Pasaron minutos reprochándose cosas el uno al otro “Jamás pensé que fueras así.” Incriminó el más alto, “¡Tú no eres mejor!” Contestó el otro, tratando de salir del paso como podía, pero ciertamente no daba crédito a lo que sus oídos estaban escuchando. ¿Realmente le estaba juzgando por hablar con Oikawa? Al pensar eso soltó una risa nerviosa, le parecía increíble que, un chico que se acostaba con cualquier chica guapa, le estuviera recriminando el simple hecho de hablar con un chico que, hasta el momento, había sido muy agradable y considerado con él. Las últimas palabras que Kuroo dijo ese día se clavaron como fuego en su corazón “Me has decepcionado.” Dijo con una mirada llena de rabia. Kenma sintió como su corazón se paraba en ese mismo instante ¿Decepción? Eso es lo que sentía él cada vez que le veía irse con alguien que había conocido hacía apenas cinco minutos o cada vez que le decía que no podía quedar porque alguna chica le había llamado. Eso sí era verdadera decepción.

“Vete.” 

Tras esa orden en la habitación se hizo el silencio más doloroso que nunca Kenma había tenido que sufrir. Esa tregua de gritos se rompió cuando un fuerte portazo anunció que la discusión había acabado. Nada más irse Kuroo, el rubio se tumbó encima de la cama, estaba exhausto por la pelea pero su cuerpo aún tenía la fuerza suficiente como para hacer que de sus ojos color ámbar brotasen lágrimas de rabia. En ese momento no pudo pensar en otra cosa que no fuera en todo el odio que creía que Kuroo le tenía.

Pasaron las horas y ninguno de los dos cedía ni un solo milímetro, eran las 2 de la mañana y a pesar de que al día siguiente tenían clase ninguno de los dos podía caer en los brazos de Morfeo, la ira, la rabia y la pena que inundaban sus corazones impedían que pudieran tranquilizarse y dormir aunque fueran cinco horas. Kuroo estaba tumbado encima de su cama, dando toques con un balón de volleyball, el sonido de sus yemas golpeando la bola cesó cuando en una de esas levantadas, al caer el balón, lo sostuvo entre sus manos. En el fondo sabía que el que hubieran discutido era en gran parte culpa suya, se había puesto hecho una furia y ni siquiera le había dejado hablar. “Debería llamarle.” Pensó agarrando el teléfono, pero en ese momento se dio cuenta de las horas a las que estaba despierto y optó por mandarle un mensaje. Al entrar en el WhatsApp vio que el rubio estaba en línea. Sin perder un solo segundo se dispuso a mandarle un mensaje.

Enviado a las 2:19

Oye Kenma, siento lo de antes.

Recibido a las 2:21

Yo también lo siento.

Dos mensajes bastaron para que Kuroo pudiera conciliar el sueño, pero a unos metros de su casa había otro chico que no podía hacerlo. Kenma había llegado a un punto en el que ese amor no correspondido le estaba matando por dentro, ahogándole en silencio. Necesitaba olvidarle, necesitaba pasar página, no quería seguir hundiéndose día sí y día también.

*  *  *

“¿De qué querías hablarme?” Preguntó Oikawa, a un chico de pelo negro algo más bajito que él, aparentaba tener unos 13 años.

“Yo… Creo que te quiero Oikawa-san…” Dijo mientras se giraba hacia él, dejando ver un rostro que, a cualquiera que estuviera informado sobre futuros levantadores estrella, le sería familiar.

“¿Qué estás diciendo Tobio-chan?” El corazón de Oikawa comenzó a latir con rapidez, no daba crédito a lo que estaba escuchando.

“Digo que…” El pequeño hizo una pausa antes de continuar con lo que estaba diciendo. “Digo que me gustaría tener una relación seria contigo, Oikawa-san.”

Quiéreme. (Kuroken)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα