Capítulo 6. Caos.

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     Amor dulce entre sus brazos, amor acre en su ausencia. Sus manos recordaban anhelantes el tacto de su piel, aquellos pocos centímetros que había rozado, y las sentía arder. Había pasado mucho tiempo, o quizás no tanto, pero realmente sentía que hacía una eternidad desde que sus cuerpos no se encontraban de aquella manera; Tan unidos. Kuroo se miró las palmas de las manos, tratando de hallar respuesta a sus nervios, a ese hormigueo en el estómago, pero lo único que recordó fue el dolor en su pecho y la mirada de Kenma al decirle que debían volver al cuarto antes de que les echaran en falta.

     Se tumbó de lado en la litera, asomándose para ver por unos instantes como Kenma dormía relajado. Un oportuno rayo de luna le iluminaba la cara, haciendo que sus rubios mechones brillasen en medio de la oscuridad en la que el cuarto estaba sumido.

     Sus pensamientos le tenían desvelado y por muy cansado que estuviera no podía dormir. Se tapó la cara con el brazo y trató de conciliar el sueño por fin. En unas horas debían levantarse, en unas horas tendría que volver a mirar a Kenma, aunque no supiera si iba a ser capaz de aguantarle la mirada. En uno de aquellos parpadeos sus ojos se cerraron y no se volvieron a abrir, cayendo en los brazos de Morfeo su último pensamiento fueron los labios de Kenma... besando a Oikawa.

     A la mañana del día siguiente Kageyama fue el último en despertarse. Dormir tanto le había sentado bien, notaba las piernas más fuertes y creía tener todavía la cabeza sobre sus hombros. Hoy ganaré. Se dijo levantándose de la cama. Tanteó un poco la fuerza de sus piernas dando pequeños saltitos en el sitio. Todo parecía ir bien, hasta que sus ojos se encontraron con los de Oikawa, haciéndole recordar que por mucho que le molestase, le debía una. Bajó la mirada mezclando curiosidad y preocupación y vio su mano completamente vendada; Un hormigueo le recorrió el estómago y no supo que hacer.

     Era una simple prueba en un simple campamento, no debía haber hecho esa idiotez, ese intento de príncipe azul salvando a su dama, o bueno, en este caso, a su caballero. Kageyama chasqueo la lengua y se preparó para ponerse la ropa del día siguiente; Pero había desaparecido.

"Hey, Hinata." Le llamó. "¿Has visto mi ropa?"

"Nadie la tiene todavía." Contestó sacando medio cuerpo de la litera.

"Te vas a caer, idiota."

     Un sonoro pitido se escuchó en la habitación y las mismas placas de metal que el día anterior contenían la ropa que les dieron se abrieron de nuevo. Parece que ya tenemos ropa. Pensó, viendo como Daichi sacaba bolsas y bolsas de dentro de aquel compartimento.

"¿Qué clase de ropa es esta?" Le escuchó exclamar a un chico de pelo blanco. Lev Haiba creía recordar que se llamaba.

"La ropa que tienes que ponerte." Contestó Yaku.

Quiéreme. (Kuroken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora