—Esta noche dormiré en tu cama, muñeca—Presionó sus labios fríos sobre los míos. Coloqué mis manos en su pecho tratando de empujarlo y detenerlo. Era una estúpida ¿Cómo había podido caer tan fácil?
Coloqué mis dientes sobre los suyos y luego apreté a estos, haciendo abrir la boca a Jimin, emitiendo un pequeño grito de dolor, sin embargo, no se apartó de mí. Sus manos apresaron más a la mías y empujó su cuerpo más al mío. Sentí el sabor de su sangre en mi boca y solté su labio de prisa. Lo había lastimado—
-Eres mi salvaje—Habló Jimin relamiendo mis labios lentamente y sin tratar de evitar que su labio lastimado estuviera en contacto con mi boca—Lo que no sabes es que... mientras más salvaje, mientras más me rechaces... más te quiero.
-Eres un idiota—Lo empujé al fin, escupiendo a un lado. Mi saliva era de color rojo debido a la sangre de Jimin que albergaba en mi boca. Jimin subió la mano a su labio sin quitar esa sonrisa vacilante y coqueta de la comisura de sus labios.
-Bueno—respiró hondo-- ¿Prefieres que duerma con ropa o solo en bóxer? O quizás...-- relamió su labio—desnudo.
-¡Lárgate!—Grité caminando hasta la ventana, señalándola y exigiéndole que se marchara y saliera de mi puta habitación-- ¡Lárgate de aquí,
Park! ¡Te quiero fuera de mi habitación!
El sonido de los resortes de la cama siendo aplastados por el cuerpo de Jimin llegó a mis oídos. Giré la mirada hacia mi cama, viendo a Jimin echado sobre esta, acomodándose y manteniendo sus manos en las colchas, como acondicionando un lugar en donde se pueda recostar—
-Bastante cómodo—Cerró los ojos—Todo esto huele a ti. Ven y acuéstate conmigo, muñeca—
Apreté los puños sintiendo mí sangre hervir. ¡Me ignoraba! ¡Solo ignoraba mis palabras y hacia como si nada!—
-¡Park!—Chillé caminando hacia él en zancadas furiosas—Vete de mi habitación.
Extendí las manos hasta su nuca para sujetar de su chamarra e intentar tirar de él, creyendo que tal vez lograría obtener la fuera de un toro y arrastrarlo, para lograr tirarlo lejos. Pero no. Jimin se giró tan de prisa, moviendo uno de sus pies por los míos y tumbándome. Sus manos me sujetaron y me jaló contra su cuerpo cayendo completamente tendida sobre él, con el rostro centímetros del suyo. Había detenido mi respiración pero mi corazón latía con fuerza, haciendo que me preguntara si él podía sentir a mi corazón golpeando mi pecho y por ende, el suyo—
-Nada mejor que domarte—Su mano ya estaba sobre mi mejilla, deslizándola por mi piel y generándome escalofrió.
Me empujé abruptamente de su cuerpo, tratando de apartarme y recuperar el aire que había perdido al contener mi respiración hace unos segundos. Solté una bocanada de aire, recuperándome y teniendo las mejillas en un color muy rojizo, ardiendo.
-No te sonrojes. Aunque te ves igual de hermosa así—La sonrisa de los labios de Jimin no desaparecía. Parecía que se vacilaba con lo que ocurría, y a diferencia mía que moría en ganas de estrangularlo hasta que no pudiera moverse más.
-Lárgate Jimin—Mi timbre de voz era tan duro como pude, a pesar de que el sonrojo de mis mejillas aún seguía—
Jimin me ignoró nuevamente y esta vez, tomó asiento en la cama para empezar a desatarse los pasadores de sus zapatos, quedando solo en unas medias color azul oscuro, enseguida se deshizo de su chamarra y bajó las manos hasta su pantalones... ¿qué va a ser? ¡No!—
-No hagas eso—Miré a lado—
-¿Qué cosa? ¿Quitarme los pantalones? Muñeca. Pero si no va a ser la primera vez que me veas sin ellos. Tragué saliva sin poder normalizar mi respiración. Eres un imbécil, Jimin. ¡Un bastando!
-Lárgate, Jimin. No te quiero cerca de mí—
Y nuevamente él hizo como si nada—
-Como quieras. No me quitaré los pantalones—Levantó las sábanas y se metió entre ellas.
-¡Jimin! –Volví a gritar—Te estoy hablando—
-Y yo te escucho muñeca. Ahora ven a la cama. Es hora de dormir—Relamió su labio inferior—No querrás que te castigue por no meterte temprano a la cama ¿Verdad? Me había quedado muda ante las palabras de él. ¿Cómo podía ser un reverendo idiota?
-Genial—bufé—Quédate que yo me voy a otra habitación—
Emprendí mis pasos en dirección hacia la puerta, dispuesta a macharme y dejar solo a Jimin. Él no se saldría con la suya. A unos pasos de la puerta, Jimin se votó contra esta, quedado en frente mío e interponiéndose entre la salida y yo. Crucé los brazos con el rostro fruncido—
-Muévete Park. Ya te di lo que querías. Dormir en mi cama dijiste. Pues ahí tienes—Señalé en dirección hacia mi cama, la cual estaba destendida después de que Jimin abandonada las sábanas blancas y las colchas de un color dorado claro—
-Ahí tienes. Duerme en mi cama.
-(TN)—Ladeó la cabeza—Sabes perfectamente que no me refería a eso—Dio dos pasos hacia adelante y yo retrocedí la misma cantidad para mantener mi distancia—
-No te atrevas a acercarte más, Park—
-Quiero dormir contigo (TN). Está bien... si no quieres que te haga el amor esta noche, no te obligaré... solo déjame abrazarte. Oler tu perfume y apretarte contra mí. Tragué saliva sintiendo mi cuerpo tensarme. Mis ojos recorrían el cuerpo de Jimin. Su polo manga acero dejaban desnudos esos fuertes brazos y hombros, bien formados. Su piel levemente bronceada desprendía un destello dorado, dando sombras en las partes que se formaban los músculos de sus hombros y brazos. Unos amplios hombros, fuertes y perfectos. Recordaba un poco en cómo era sentirse estar rodeaba por sus brazos... cuando te tenía en sus brazos, solo anhelabas que te apretara cada vez más, aferrándote y obligándote a sentir los bíceps de su abdomen contra tu cuerpo. Sus ojos negros me miraban fijos, y una sonrisa pícara se posaba en la comisura de sus labios. Carraspeé la garganta y giré la mirada hacia un lado al encontrarme con sus ojos negros, descubriéndome en la forma en que lo miraba. Como si mi hambre por él era insaciable, inacabable.
-Muévete—mi voz sonó más débil de lo que me sentía.
¡Maldita sea! ¿Por qué cada vez que me siento con fuerzas de patear el trasero de Jimin y mandarlo a volar para sacarlo de mi vida, tiene que volver y joderme más de lo que ya estoy?—
-Quédate conmigo—Dio dos pasos más.
"Retrocede (TN), retrocede y aléjate" me exigía a mí misma, sin embargo mi cuerpo se negó a acceder a mis órdenes y no se movió ni un centímetro... era como si esperara que Jimin llegara hasta mí y me tomara en brazos para llevarme a la cama, enterrar mi rostro en su pecho y respirar su perfume hasta quedarme profundamente dormida.
-Perdóname, (TN)—Ya estaba a tan solo un par de pasos de mí-- ¿Qué quieres que haga para conseguir tu perdón? Soy un reverendo idiota, y eso no lo niego—
Solté un suspiró sarcástico. Idiota. Menudo imbécil.
-No hay disculpa que valga Jimin. Solo lárgate de mi habitación—Cortó los dos pasos y se paró en frente mío—
-No es eso lo que quieres (TN) ¿Por qué no te sinceras contigo misma? Me quieres y jamás me olvidaste... como yo jamás me olvidé de ti. Te dije que te esperaría y aquí estoy. Esperando una segunda oportunidad... solo una más...
-Pierdes tu tiempo—Bufé mandando a rodar los ojos—No importa lo que digas Jimin. Yo ya no quiero tenerte en mi vida—Sus manos reposaron en mis mejillas—
-Mientes—Clavé la mirada en sus ojos. Me estremecí por segundos, sintiendo mi rodillas temblar y empezar a ceder con debilidad—Mientes... sé que lo haces.
-Ya... detente—Mis palabras sonaron tan temblorosas que ni yo misma me reconocía—Detente Jimin. Por favor—
En sus labios se dibujó una sonrisa leve y segundos después sus labios ya reposaban sobre los míos. Gemí ahogada sin querer detenerlo, y llevé mis brazos a hasta su nuca, para jalarlo contra mí.
Sus labios devoraban a los míos de manera tan lenta pero profunda. Nuestras lengua se enredaban, serpenteándose entre una lucha entre ellas. Su aliento entraba por mi boca y mi respiración se entrecortaba. Me vi empujada por pasos de él hasta chocar con la cama, y luego caer sobre esta, con él tendido sobre mi cuerpo.
Me negaba a apartarme de él. Era como una droga o vicio que creía haber superado... pero luego... vuelvo a caer en el mismo hoyo y tropezar con la misma piedra—
-Dímelo, (TN)—susurró Jimin en mis labios—Dime que aún me amas y regresa conmigo.
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