Jungkook
3 años más tarde
- Kookie... Kookie... - suspira mi precioso marido contra el gran ventanal suite en la que estamos celebrando nuestra noche de bodas.
Su aliento sobre el cristal desdibuja el precioso skyland de Seúl. Tengo apresadas sus dos manos con las mías y lo aprisiono mientras le penetro desde atrás. Busco sus labios y gustoso me devuelve el beso.
En cuanto siento como me aprisiona con las paredes de su recto, acelero el ritmo porque estoy deseando correrme con él. El choque de nuestras pieles llena la habitación mientras ambos jadeamos.
- Te quiero, Taehyung - susurro en su oído justo un segundo antes de que ambos estallemos en el éxtasis más absoluto.
La esencia de Tae ensucia de manera sexy el cristal mientras yo me derramo en su interior. Deja caer su cabeza en mi hombro y me regala una sonrisa perezosa.
- ¿Estás bien? - le pregunto mientras beso su trapecio.
- Sí, pero no puedo volver a hacerlo... estoy agotado - pone un puchero que le quito a besos.
- Venga, vamos a la cama - intento cargarlo en brazos al más puro estilo princesa, pero se me escurre como una anguila. - ¿A dónde vas?
- Tengo que limpiar 'eso' - señala su corrida en el ventanal.
- Taehyung, esta es una suite nupcial. No creo que sea la primera vez que tienen que limpiar el semen de alguien... - me río porque está poniendo una cara de asco indescriptible.
Le veo ir hasta el baño y en seguida sale con un rollo de papel higiénico en las manos. Va hasta el gran cristal y se agacha para limpiarlo. El muy descarado menea el culo delante de mis narices y estoy a punto de reírme por su descaro hasta que veo mi semen salir de su culo. Corro. Literalmente corro hasta su lado y le agarro por las caderas. Me lo llevo hasta el sofá y lo tumbo sobre mi regazo. Siento un fuego arrasar mis entrañas. Y es que nunca voy a tener suficiente de él. Después de todos estos años, le sigo deseando, con más ardor si aún cabe.
- Me vuelves loco - digo más para mí mismo, que para él. - Ni te imaginas todo lo que quiero hacer con tu cuerpo. Y tú te dedicas a exhibirte de esta manera - cuelo un dedo en su culo y sale más semen. - ¿Sabes lo que provocas en mí?
Tae me mira por encima del hombro y me descoloca su gesto. Es altivo, pero sonríe.
- En serio, ¿a estas alturas de la película me preguntas eso? - si incorpora y se sienta a horcajadas. - Te recuerdo que puedo ver dentro de tu alma. Eres una pervertido que siempre está pensando en follarme - me regaña, pero no lo hace en serio.
- No siempre... - intento defenderme, pero su cara me invita a callarme.
- ¡Qué cara más dura tienes! - me golpea el pecho. - En cuanto me has visto llegar hoy al juzgado, en vez de pensar en lo guapo que estaba, has empezado a idear en cómo quitarme el traje que llevaba puesto.
No puedo reprimir una carcajada, porque es la verdad. Nunca podré ocultarle nada a Tae. Lejos de sentirme amenazado o cohibido, estoy feliz de que siempre vaya un paso por delante.
- ¿Tengo que recordarte lo que tú me has dicho cuando has llegado a mi lado? - le agarro por la nuca. - Me has dicho que habías metido una última cláusula en nuestra acta de matrimonio donde estoy obligado por ley a satisfacer tus deseos sexuales, a diario - pego mi cara a la suya, antes de lamer sus labios.
Da igual las veces que hagamos el amor, es alucinante lo que seguimos provocando en el otro. No puedo evitar imaginarnos follando con 80 años.
- En serio Jungkook, eso es asqueroso - me dice antes de partirse de risa.
- Tú los has pedido. Todos los días de nuestra vida - me encojo de hombros.
Y así, riendo, en los brazos del otro, iniciamos nuestro matrimonio. Cuando sea ese hombre de 80 años, quiero echar la vista atrás y mirar con orgullo que he sido completamente feliz. Sentirme satisfecho por haber criado a unos hijos buenos y honestos. Deseo darles las herramientas suficientes para que puedan labrarse una buena vida, pero, sobre todo, quiero ofrecerles un hogar lleno de amor, al que siempre poder volver. Pero lo que más deseo es saber que he sido feliz por haber amado incondicionalmente al mejor de los hombres. Y lo mejor, que él me haya amado de igual forma.
- ¿Qué piensas? - me pregunta Tae, acurrucado en mi pecho.
- Ya lo sabes - le contesto coqueto.
- Quiero oírlo de tus labios - me pide mimoso.
- Quiero pasar el resto de mi vida junto a ti, tal como te he prometido hoy. Quiero que nuestros niños crezcan sanos y felices. Quiero que nuestra familia nos acompañe por muchos muchos años - me emociono al pensar en todos ellos y en lo mucho que han aportado a mi vida. - Y quiero envejecer junto a ti. Quiero disfrutarte cada puñetero día como si fuese a ser el último... - me corta cuando pega sus labios a los míos. Se beso aletea en mi boca suave, como una caricia.
- Yo quiero lo mismo, Jungkook.
El momento se rompe cuando de pronto suena mi teléfono móvil. Me río cuando veo la cara de decepción de mi esposo, al quitármelo de encima para poder atender la llamada. Sonrío cuando veo que es Yugy. Le enseño la pantalla a Tae y se tira de manera dramática en la cama, resoplando.
- Hola hijo - contesto.
- Hola papá, ¿ya estáis en el avión? - es Yoko. - Ya os echamos de menos.
- Sólo llevan fuera una noche - le reprende BamBam - Hola papás - nos saluda.
- Hola chicos, ¿qué tal habéis dormido? Voy a poner el manos libres para que papá también pueda oíros - les informo.
- Chicos, ¿cómo estáis? - les saluda su padre.
- ¡Papi! Muy bien, ¿y vosotros? - es Hana, que ya está hecha una señorita.
- Muy bien también, princesa - contesta Tae y podemos escuchar a Yugy murmurar alguna grosería.
- Acodaros de traerme un vestido bonito de Bali, porfiiiii - suplica la niña.
- Prometido - sonríe Tae.
- ¡Yo quiero una cometa con un dragón, papá! ¡No lo olvides! - Yoko chilla para que le podamos escuchar bien.
- ¿Rojo o verde? - le pregunto mientras me siento junto a Tae. Entrelazamos nuestras manos, contentos de hablar con los niños.
- ¡Verde!
- Verde será - le contesto.
- Nos vamos a preparar. En un par de horas nos pasan a recoger para llevarnos al aeropuerto - dice Tae. - Os llamaremos antes de embarcar.
- Perfecto. Luego hablamos - se despide BamBam pero podemos escuchar claramente a Yugy decir que tenemos tiempo para...
- ¡Soldado Kim! - hablo antes de que cuelguen. - Estás al mando hasta mi regreso.
- A sus órdenes, señor - me contesta el mayor, que ha decidido seguir el linaje militar familiar.
- Gracias... hijo - le digo, porque estoy muy orgulloso de ser su padre.
- De nada - a veces, sigue siendo un sieso. - Pasadlo muy bien y tranquilo que yo me encargo de todo. Te... te quiero... papá - me dice justo antes escuchar el inequívoco pitido, cuando cuelga la llamada.
Miro a Tae y le abrazo, porque además de regalarme todo su amor, en el mismo pack venían cuatro ángeles que, aunque han puesto mi vida patas arriba, también la han llenado de luz.
- ¿Eso que veo ahí es una lagrimita? - me toma el pelo mi esposo.
Le miro mal, pero es la verdad, soy un padre orgulloso de mis cuatro hijos, pero que mi hijo mayor me llame papá, me desarma, porque lo hace en contadas ocasiones. Tae me acaricia el rostro con dulzura.
- Has resultado ser un padre increíble, Kookie. Y te juro que me encanta y me pone como una moto - habla mientras se pone a cuatro patas junto a mí y me mira con cara de cazador. - Pero durante los próximos 15 días te reclamo en exclusividad. Ya volverás a ser el padre abnegado cuando regresemos del viaje de novios. Hasta entonces, Teniente, exijo su absoluta atención - acaricia mi polla sin vergüenza alguna.
- Sus deseos son ordenes para mí, Sr. Kim - le digo mientras recuento en la cama y el se tumba sobre mí antes de darme un beso.
- Te quiero, Jungkook.
- Te quiero y te querré siempre, mi amor.
***Fin***