Digimon: Arkadia

By Brayleon

1.8K 236 146

DIGIMON: ARKADIA || ¿Y si tuvieras la oportunidad de ser el protagonista de tu propia historia Digimon? Acomp... More

Prefacio I
Prefacio II
Prólogo
Capítulo 01 · Marte
Capítulo 02 · Ave Fénix
Capítulo 03 · Monstruos Digitales
Capítulo 04 · Mundo Digital
Capítulo 05 · La Arkadia Perdida
Capítulo 06 · Digivice: Digital Device
Capítulo 07 · Digisoul
Capítulo 08 · Luna Creciente. ¡Evolución!
Capítulo 09 · Utopía
Capítulo 10 · Torbellino Interdimensional
Capítulo 11 · Crossover
Capítulo 12 · Una Película De Los Ochenta
Capítulo 13 · Flor De Loto
Capítulo 14 · ¡Seremos Una Caca Más!
Capítulo 16 · Tamers
» Ficha De Personaje: Esnou
» Ficha De Personaje: Makena
» Ficha De Personaje: Agatha
» Personajes Secundarios
» ¿Qué Universos Existen?
· Amor Rojizo ·
· El Heroico Ogremon (Adventure) ·

Capítulo 15 · Caprichoso Hado

44 6 7
By Brayleon

AVISO
Se trata de una adaptación del relato "Amor Rojizo", respecto a la trama final de Arkadia. Se recomienda su lectura, ya que tiene cambios respecto al escrito original,  así como una escena inédita.


El mundo de los humanos era abismalmente diferente al Mundo Digital, por ende el shock inicial que sufrían algunos digimon al cruzar los portales conectores degeneraba en una tortuosa adaptación. A priori, la ausencia de los característicos elementos digitales suponía un drástico cambio para los recién llegados. ¿Dónde estaban? Desconocían los peligros inherentes a cosas tan básicas como la propia muerte ¿Qué efecto tendría sobre ellos la hostilidad autóctona? ¿Podrían evolucionar para defenderse? Estás incógnitas les generaban situaciones de estrés. Secundariamente, la falta de recursos tales como alimentos, refugios y los problemas de comunicación, podían significar una auténtica pesadilla.

El origen de este fenómeno seguía siendo desconocido. La aleatoriedad y fugacidad con la que se manifestaba provocaba que numerosos digimon, aparecidos por todo el globo terráqueo, perdiesen la oportunidad de regresar a sus hogares; como fuese el caso de un espécimen de la familia de las focas, que había quedado atrapado en una pequeña masa acuosa de la ciudad asturiana de Avilés, España.

Digimon de nivel Infantil y atributo Datos.

De nombre Gomumon se trataba de una foquita de piel negruzca y suave, algo más clareada en la panza, con pequeñas manchas moradas en la espalda. Sus ojos verdes destacan en su rechonchito rostro de mirada inocente, por debajo de un gorro de neopreno carmesí del que sobresalían dos tímidas orejitas.

El parque público Ferrera, en el centro de la ciudad, contaba con una amplia extensión repleta de llanuras de césped bien desbrozado, múltiples caminos que conectaban entre sí y que conducían a las salidas exteriores, así como a un estanque artificial normalmente habitado por patos, gaviotas y otras aves acuáticas. Aquel parque representaba la mayor zona de entretenimiento al aire libre para los avilesinos¹.

**********

Los primero días tras su llegada fueron decisivos para la supervivencia de Gomumon. Competir por la comida con las gaviotas era arduo, mas sus voraces picos trataron en más de una ocasión de aprisionarle sin éxito para devorarle. Su principal sustento eran los trozos de pan y otros alimentos arrojados al agua, que aunque desconocidos para su paladar, lograron apaciguar el hambre de su estómago.

El Ferrera solía atraer una afluencia de gente constante, incluso en invierno. Pequeños y mayores lo transitaban, cual fuese su objetivo, y en numerosas ocasiones hacían un alto en el camino para sentarse en los bancos que rodeaban el estanque, brindándole la oportunidad para aprender de esa especie novedosa para él: el ser humano.

A determinada hora de la tarde, justo minutos después del estridente sonido de una sirena, un grupo de escandalosas adolescentes solía sentarse en el banco central que estaba enfrente de la orilla. De diferentes edades, todas estudiaban un módulo en el instituto que se encontraba en la otra acera, frente al muro que rodeaba el parque.

—Tía, ¿te puede crees que me ha bajado la nota por llegar tarde a clase ese gilipollas? —Se quejó la más habladora, que parecía su líder—. Encima pretende que haga un trabajo extra para recuperarlo, ¿sabes? Antes de hablarme debería aprender a vestir como un hombre de su edad.

—Te tiene manía, Yoana —contestó otra con voz recatada.

La foquita no entendía ninguno los temas de conversación. Generalmente hablaban de los estudios, quejándose de algún profesor o de la dificultad de los exámenes, criticaban a sus compañeros, pero también debatían a menudo sobre chicos. Pronto llegó a la conclusión de que los humanos estaban compuestos por dos géneros bien diferenciados. Algunos rasgos de ello eran los atributos físicos, la voz, pero también los gustos personales. El de ellas viraba principalmente por un tal Bertu, que decían era el más bello de la clase.

—Se apuntó a nuestro módulo porque se comenta que su padre quiere dejarle el negocio familiar, tías. Un futuro empresario, ¡qué partidazo! —Yoana disfrutaba siendo el centro de atención, por eso traía siempre los cotilleos más candentes—. Que a ninguna de vosotras se os ocurra ponerle una mano encima, zorras.

En una esquina del asiento, siempre en silencio, solía sentarse con ellas Agatha, que rara vez manifestaba su opinión al respecto, más pendiente de los talismanes que colgaban de su cuello.

—Agatha, tú te sientas con él en clase, ¿no? —La líder le guiñó el ojo. Ardía en deseos de conocerlo más—. Podrías hablarle de mí...

—Sí. Me siento a su lado. —La expresión de la mística se terció incómoda. No deseaba responder a esa pregunta—. Pero Bertu es muy callado. Nunca hablamos de nada que no sean los ejercicios de clase.

—¡Qué aburrida eres! No me extraña que estés soltera.

La foquita se compadeció de Agatha, tan desubicada en su círculo de amigas como lo estaba él en aquel estanque. No la conocía. Ni siquiera tenía intención de hacerlo, pero su mirada incómoda le generó un sentimiento melancólico que le resultó familiar.

**********

Los días continuaron pasando y el portal por el que había entrado seguía sin aparecer... Llegados a ese punto, Gomumon dedujo que no lo haría. De hecho, la fugaz aparición de otro digimon le provocó un terrible pesar al confirmar sus peores sospechas: estaba atrapado y, quizás, había llegado la hora de aceptarlo y marcharse si quería sobrevivir.

El estanque era cómodo, seguro, pero apenas tenía libertad para moverse. Se pasaba escondido la mayor parte del día, cuando el parque abría al público, velando porque ninguno de esos humanos se fijase en él. Definitivamente tenía que buscar otro lugar, pero, ¿cómo? No conocía nada más allá de lo que la vista le permitía. Por esa razón empezó a dedicar las noches a explorar el terreno. Un par de estructuras pequeñas, columpios para infantes, algunos objetos destinados al ejercicio y, en el exterior, edificaciones que se alzaban hacia el cielo, con numerosas carreteras de asfalto transitadas por veloces vehículos.

—Es imposible —sentenció.

Sus expectativas se esfumaron al comprender la complejidad inherente a lo que quería hacer. Era una simple foquita a la que se le daba bien nadar, no desplazarse en la superficie. Embarcarse en tal aventura era un suicidio asegurado que terminó por doblegar su voluntad. Eso propició una enorme resignación que mermó su carácter... No obstante, supo combatir las pobres expectativas de futuro gracias a su curiosidad.

Desde que tenía uso de razón había sentido atracción por lo desconocido y aceptó su desdicha como una oportunidad para abrir nuevos horizontes, como aprender los diferentes tipos de dialectos hablados y de los que fue memorizando términos particulares.

Ye lo que hay, como dicen por aquí. —Al mal tiempo le puso buena cara.

Los humanos, como especie, tenían mucho que ofrecer. Raudo, descubrió que sólo había empezado a arañar la superficie en sus primeros análisis, ahondando más en sus peculiaridades, semejanzas y diferencias: al igual que los digimon, tenían diversas etapas evolutivas. Sin embargo, el tránsito era más orgánico. Por lo que había escuchado, tampoco nacían de digihuevos, aunque no fuese capaz de averiguar el método exacto. Además, dedujo que disponían de infinitas maneras de comunicarse, no simplemente con el idioma, sino a través del lenguaje físico.

Un abrazo podía significar respeto, pero también simpatía. Una mirada antipática, desprecio o malestar. Lo que más desconcierto y a la vez interés le causaba fueron las variadas muestras de afecto. Mientras que las féminas eran más cercanas y abiertas a realizarlas, como lo era él, los varones se mostraban más reacios al respecto. Esto derivó en la búsqueda de su propia identidad, nunca antes necesaria, que finalizó al reconocerse a sí mismo con una mayor amplitud de rasgos similares a los de una mujer. Por último, algunos humanos, generalmente de distinto sexo, se demostraban los sentimientos mediante besos. Amor lo llamaban... Si bien era impropio de los digimon, le llamó poderosamente la atención.

**********

Durante dos días de la semana no sonaba la sirena estridente. Ni siquiera acudía al parque el rebaño de adolescentes entre los que se encontraba el grupo de chicas. En cambio, la solitaria Agatha se sentaba en aquel banco día tras día. Gomumon tuvo la impresión de que estaba esperando a alguien, quizás a una amiga, y se sorprendió al ver aparecer a una joven de cabellos lisos que besó apasionadamente a la mística.

—Pensé que ya no vendrías. —Pausó—. Te he echado de menos.

—¿Estás segura de que no quieres venir a mi casa? No hay nadie. —La recién llegada miró preocupada a su alrededor. Hacía frío, había poca gente, pero emanaba muchísimo calor—. Podrían vernos.

—Lo sé. ¿Cuánto más piensas alargar esta situación?

La rubia se giró bruscamente. Aquel comentario le tensó tanto que le temblaron las manos, las cuales acompañaban su acelerada respiración. Por el contrario, Agatha, más serena, acarició el amuleto que caía por encima del jersey rosa pastel con el que iba ataviada.

¿A qué se debía la tensión? La foquita se ubicó estratégicamente en los maderos de la caseta para aves que destacaba en el estanque. Desde esa posición tenía una mayor visibilidad para observar con detenimiento y escuchar sin el constante ruido del agua agitarse por culpa de los patos.

—Te quiero, Eva —soltó de improvisto—. Por eso necesito saber que nuestra relación va en alguna dirección, yo... no quiero seguir viviendo atrapada en una mentira.

Eva se mantuvo distante. Sus pupilas dilatas indicaban pánico, como su piel erizada. Temor. Estaba a nada de echar a correr, aferrándose a su acolchado plumas como mecanismo de defensa.

—Para ti es fácil. Tus padres están muertos y no tienes a nadie a quien defraudar, pero los míos esperan muchas cosas de mí. —Se giró con los ojos acuosos, consciente de la magnitud de su contestación—. Quieren que algún día les dé nietos y lo entiendo, es lo normal.

—Lo normalizado no quiere decir que esté bien —replicó con ímpetu. Pese a mantener la compostura, era palpable que las palabras que la chica que amaba le había dedicado le habían hecho perder el aliento. ¿Acaso merecía tanta crueldad? Pronto el enojo se abrió camino—. Tienes que vivir tu propia vida, Eva, no la que otros elijan por ti. ¿Quiénes son tus padres para decidir que debes casarte con un hombre? ¿Quiénes son para exigirte si debes o no tener hijos? ¡No les debes tanto!

La rubia no fue capaz de contestar. Daba igual que estuviera de acuerdo, la sola posibilidad de tomar un camino diferente al que le hubieran marcado le aterraba. De hecho, estar allí presente le había supuesto un gran esfuerzo tras una ardua lucha interna sobre si asistir.

—Nunca he querido presionarte —intentó rebajar su tonalidad de voz. Se mordió el labio, tragó saliva y prosiguió—. Por eso he venido todos y cada uno de los días aquí, al banco donde chocamos ese otoñal sábado, y he esperado el momento que estuvieras preparada para aparecer.

Cuando Agatha y Eva impactaron aquel día, surgió química entre ellas. Ninguna podía quitarle la mirada a la otra ni sabía qué decir. Fue un flechazo instantáneo que continuó a diario con mensajes, fotos y llamadas. Lentamente, con el paso del tiempo, se fueron encariñando la una de la otra hasta el punto de enamorarse, pero únicamente una de las dos había sacado el valor necesario para aceptarlo.

—Aquí nos dimos nuestro primer beso...

La rubia se encogió de hombros, ruborizada.

«Qué estampa más incómoda», pensó Gomumon, que continuaba observándolas en silencio. En realidad no tenía que entenderlas para poder vivir con la misma intensidad que ellas la escena. No conocía el amor, no podía identificarlo. Simplemente se dejó llevar por el flujo de emociones que rodeaba la atmósfera creada.

—Y nos acabamos de dar el último, Agatha. —Volvió a mirar a su alrededor buscando una excusa para ceder a su cobardía, no aguantaba más, encontrándola al reconocer un rostro—. ¡Apártate de mí, lesbiana!

Una puñalada de verdad en el corazón le habría dolido menos que aquel cobarde y vil acto, que arrojó inevitablemente a la mística a un precipicio sin red de seguridad. Yoana, su compañera de clase, se detuvo en seco al escuchar el comentario hiriente de la rubia antes de que ésta se marchase en dirección contraria. ¡Menudo bombazo!

Muy avergonzada y desbastada por dentro, Agatha se quedó sin habla al cruzar sus miradas mientras combatía fervientemente por no echarse a llorar... Ni siquiera pudo encontrar consuelo al acariciar su amuleto. Tenía la seguridad de que sería víctima de su lengua viperina el próximo lunes sólo por haber intentado ser ella misma, y aunque estaba orgullosa de su propia valentía, temía la reacción de sus compañeras.

—Ahora entiendo que no hables con Bertu. —Le repugnaba su condición, tanto que podía saborear la repercusión del cotilleo. En los próximos días no se hablaría de otra cosa—. Te encuentras más cómoda poniendo en práctica la tijera... Bollera.

El apelativo malintencionado terminó por rematar a la doliente. No sólo había sido rechazada, sino que su secreto había salido a la luz de la peor manera posible, exponiéndola ante sus compañeras. Con total seguridad se convertiría en el centro de burlas de sus iguales, sentimiento que se vio reflejado en su agobiado rostro y con el que la foquita se identificó de inmediato.... En el Mundo Digital, su color negruzco generaba rechazo entre los blanquecinos Gomamon de la bahía donde residía. Estos se metían con ella, la aislaban y la consideraban un ser inferior sólo por sus diferencias, justo de la misma forma que preveía iban a actuar con aquella pobre chica.

A continuación, su noble instinto le impulsó a cometer una temeridad. Invadida por la impotencia al escuchar el llanto de la mística, Gomumon esperó a que la otra humana se marchase antes de reunir el suficiente coraje para exponerse. Quizás no podría escapar de su prisión, pero sí consolar a quién más lo necesitaba en ese instante... Seguidamente brincó al agua, nadó hacia la otra orilla y se impulsó para caer sobre el césped con soltura.

—No llores por quien no tenga la capacidad de abrazar lo diferente —le dijo con voz tierna, aunque temblorosa—. Se feliz por cómo eres y no cedas ante la opinión de los demás.

Aquel alarde de empatía convirtió lo que hubiera sido una secuencia terrorífica, sacada de una película de ciencia ficción, en un inesperado alivio que sorprendió a Agatha. ¿Qué clase de animal estaba mirando? Aturdida, se enjugó los ojos para limpiarse las lágrimas y esperó que al abrirlos la criatura negruzca hubiera desaparecido, pero no fue así.

Por lo general creía en aquello que podía ver y tocar. En cambio su abuela, durante su infancia, no había cesado en su intento de hacerla creer en antiguas leyendas e historias que en la actualidad eran consideradas ficción, como la mitología griega: fábulas, dioses, animales fantásticos. Debido a sus raíces familiares atenienses, había tratado de inculcarle todo en lo que ella creía, sin cuestionarse su credibilidad.

—¿E-eres real?

La foquita enmudeció.

—Nunca había visto una cría de foca con unas manchas como las tuyas. Por no mencionar tu don de la palabra —rió para quitarle hierro a la surrealista situación y, sin pretenderlo, entendió su motivación.

Ambas eran distintas a los ojos de los demás por circunstancias que no se podían elegir y que iban intrínsecas en cada ser: como el color de la piel o la orientación sexual. Ese punto en común, ese rechazo sufrido, propició un entendimiento al margen de a qué especie pertenecieran. La personalidad de cada una era la mejor herramienta para darse a conocer y, por disparatado que pudiera resultar, sólo les bastó una única mirada para entenderse.

—Yo nunca había hablado con un humano... A secas.

Una risa conjunta tendió un puente. Digimon y humana se volvieron a mirar, esta vez a los ojos, para confirmar lo real del encuentro. Sentían un cosquilleo interior que no reconocían, un magnetismo que les incitaba a continuar, a dar un paso al frente a lo desconocido. A ser valientes.

—Me llamo Agatha. —Una preciosa sonrisa se esbozó al acercase a la orilla con amabilidad. Los lamentos por Eva o Yoana habían quedado opacados por la curiosidad—. ¿Tú tienes un nombre?

Gomumon se dispuso a contestar, lo ansiaba, y al hacerlo dio inicio a lo que llegaría a convertirse en una bonita y estrecha amistad, construida en la aceptación y respeto de aquello que las diferenciaba del resto. De su encuentro confirmó que el acto de besarse era una demostración pura de amor que no debía ser cuestionada, mas el amor en todas sus vertientes no conocía barreras ni género. Sólo para quienes poseían una mente cerrada e incapaz de aceptar la libertad del prójimo.

—Me llamo Gomumon. Encantada.

**********

Esnou y Teddy aún miraban con asombro a Agatha y Gominola después de que éstas terminasen de contar la historia sobre cómo se habían conocido. Cejas arqueadas, mejillas sonrojadas y cierto atisbo de fascinación en sus ojos. El alarde de superación que ambas había demostrado, además, les generó orgullo.

—Estabais destinadas a conoceros. —El osezno desprendía una alegría sincera por ellas debido a los sentimientos que tenía él mismo por su compañero—. ¡Qué historia más interesante!

La mística se ruborizó, de hecho el bello de los brazos se le erizó, mientras que la cetácea mostró la hilera de afilados dientes al sonreír.

Los digimon no sólo estaban ocasionando incidentes en el mundo humano, sino que también estaban empezando a integrarse en la sociedad... ¿Qué repercusiones a futuro podrían desencadenar estas uniones? El tamer se permitió fantasear con la posibilidad de un escenario donde todos tuvieran su propio compañero, quizás en la Arkadia perdida.

—¿Te ha comido la lengua el gato? —bromeó Agatha—. O mejor dicho, el oso.

Esnou, tan absorto en sus pensamientos, se sonrojó aún más. Todavía no daba crédito a lo que veían sus ojos, pero una parte de él sintió un gran alivio ante la oportunidad de poder compartir la carga a su espalda con alguien más que no fuese Caronte.

—A decir verdad, sí. —Tragó saliva y se serenó hasta recuperar el color de piel habitual en él. A continuación sacó el móvil del bolsillo y al hacerlo se percató de que la noche había caído y la luz de la luna presidía el cielo—. Deberíamos regresar a casa, pero antes... ¿Me darías tu número de teléfono, por favor? Me gustaría poder conoceros a fondo.

Gominola retrocedió a la etapa Infantil antes de que su compañera pudiera contestar, y ésta la cogió en brazos para que no se manchase con el barro del suelo. Juntas, bajo el cielo estrellado, casi parecían una ilusión. Un radiante y bello obsequio del caprichoso hado².


¹Avilesinos: Gentilicio de los habitantes de Avilés.

²Hado: En la tradición clásica, fuerza desconocida que obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos.


El principal cambio de este capítulo es la sustitución de Otamamon (Red) por Gomumon. De forma secundaria, el físico de Agatha también se ha visto ligeramente afectado.


El arte promocional de Agatha & Gominola corre de la mano de @/Betsumon. Podéis encontrarla en Twitter.

Continue Reading

You'll Also Like

11.9K 1.3K 34
¿Nunca os habéis preguntado qué pasaría si una persona normal como vosotros acabara en el mundo Pokémon? Eric, un chico solitario y amante de Pokémon...
11.5K 1K 22
Luego de los acontecimientos de la batalla en Kamino, un inesperado secuestro se suscita en plena batalla. Constante tortura aplicada para corromper...
95.1K 5.5K 62
¿Que harías si despiertas un día en un lugar totalmente diferente y desconocido?... Bueno. Quizás no tan desconocido... Esta es la historia de un jov...
63.4K 4.3K 10
Naruto Uzumaki, se alejó del borde de la villanía Pará perseguir un Nuevo sueño bajó la guía de UA. ¿Se convertirá en un símbolo de esperanza para pe...