Capítulo 03 · Monstruos Digitales

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La criatura, fuese cual fuese su origen, había renacido cual ave fénix de sus cenizas. Esnou supuso que, al igual que todo ser viviente, tenía un proceso de desarrollo que abarcase desde su etapa bebé, la actual, a su plena madurez, el guerrero tribal; sin embargo eso seguía sin responder qué era o su propia procedencia.

Dedicó el resto del día a investigar en su ordenador sobre agujeros de gusano, al estar convencido de que se había tratado de eso, para dar con algún tipo de respuestas... ¿Eran viables? En teoría sí. Ahí tenía una clara justificación, pero, ¿por qué Asturias? Los mejores científicos no aclaraban con exactitud el por qué de muchas cosas, asumiendo que la ubicación podría tratarse de una simple aleatoriedad. La siguiente pregunta que se hizo, y para la que no obtuvo respuesta, fue: ¿volvería a repetirse el fenómeno en el futuro? Nadie lo sabía.

La pequeña bolita por el contrario se la pasó brincando, comiendo y durmiendo. Sin saber qué tipo de alimentación podía tener, el joven se arriesgó a darle un poco de leche en una botella de plástico pequeña, que hizo las veces de biberón, además de trocitos de galletas emblandecidos para que pudiera masticarlos.

—¡Teddy! ¡Mon! —festejó feliz la criatura.

—¿Teddy-mon? —rió Esnou. Odiaba admitirlo, pero la bolita le despertaba una ternura inexplicable—. Te llamaré Teddy. Sí, Teddy.

Teddymon se comió la última galleta antes de bostezar y dormirse acurrucado a los pies del joven, bajo el escritorio del ordenador. Allí le había colocado una manta para que no se ensuciase con el suelo de madera.

—Descansa.

Esnou tenía una mañana ajetreada. Sin hacer ruido regresó a la caseta y se dispuso a limpiar. Primero recogió los trozos de cascarón y las cenizas, tirándolos a una bolsa de basura junto al paño que había utilizado durante la noche, para después limpiar la sangre con más facilidad de la esperable. Por último, al haber arrastrado el cuerpo del oso por el jardín, se valió de la manguera para eliminar cualquier rastro o mancha que pudiera delatar elementos extraños.

Al terminar decidió relajarse frente al televisor en la sala de juegos que compartía con Caronte. Era gran admirador de las series, en particular del género de la ciencia ficción distópica: Snowpiercer, The Walking Dead, Invasión, etc. Encontraba cierta atracción por sus worldbuilding¹, de hecho él mismo había escrito en el pasado un par de historias por el estilo. Así estuvo durante horas hasta que sus tripas, y las de Teddy, rugieron feroces.

—Está bien, está bien. Ya voy.

Él se preparó algo sencillo, media pizza con salchichas, y repitió la fórmula de leche con galletas para la bolita. A continuación ambos se sentaron sobre la hamaca para escuchar un poco de música relajante, Aurora, antes de irse a dormir... Les esperaba un siguiente día interesante.

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La alarma sonó a las diez de la mañana. Por norma general Esnou no solía utilizarla, pero dadas las circunstancias quiso revisar una última vez que todo estuviera en orden antes de la llegada de su mejor amigo.

A pesar de trabajar a cuarenta y cinco minutos, y de hacerlo de cinco a seis días a la semana, Caronte había decidido comprar una casa de dos plantas con parcela en Teverga. Le encantaba el campo, la naturaleza, y aspiraba en un futuro poder encontrar un trabajo de lo suyo en los alrededores. Mientras tanto se contentaba con la gentileza de los amigos, que le permitían hacer noche sin problema en sus respectivas casas de la gran ciudad, para poder ir al gimnasio por las mañanas y ahorrar en gasolina.

Impaciente, Esnou elaboró un infalible plan para esconder a Teddymon: primero puso una lavadora que tendió rápidamente, cerciorándose de que su amigo no tuviera ninguna razón para entrar en la caseta trasera, para luego abastecer a la bolita con agua y comida suficiente tras hacerle con mantas una mullidita cama.

Digimon: ArkadiaWhere stories live. Discover now