Protecting Yu | winrina

By paradiseworlds

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Han intentado asesinar al embajador del país. Esclavo del miedo, decide aumentar la seguridad de su familia y... More

Introducción
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By paradiseworlds

Karina

Mi pierna temblaba, quería llorar del miedo que sentía dentro. Me había bajado al sofá, estábamos todos esperando la llamada del inspector, de mi padre o de quién fuese, pero algo.

En ese momento de extremo me di cuenta de que lo que sentía por Minjeong era mucho más profundo de lo que imaginaba, y ahí entendí sus palabras; "si te pasa algo me muero". La entendí, porque si le pasaba algo a ella no sabía que haría.

El teléfono sonó y todos saltamos del susto, Melinda que temblaba lo agarró y respondió.

—¿Sí? ¿Inspector? Sí, estamos todos —Melinda se llevó la mano a la boca—, ¡gracias a Dios!

Cuando escuché ese gracias a Dios suspiré, todos lo hicimos. Sentí alivio, pero duró poco.

—¿Pasó algo? ¿Cómo? —hubo un silencio—. oh Dios mío. Vale, yo les aviso. Gracias Inspector.

Melinda soltó el teléfono y se encontró con la mirada de todos en ella.

—¿Qué pasó? —pregunté alterada.

—Me dijo que ya están con ellos, que estaba todo bien —asentí—, pero luego habló de un disparo y no pudo decirme más. Venían de camino.

—¿Qué?! —exclamé.

—¿Un disparo? ¿a quien? —preguntó Jess.

—Me dijo una chica, así que deduzco que fue... —se calló.

—No...

Sentí como mi corazón se encogía. No. No podían haberle disparado. Ella tenía que estar bien. ¿Pero si le han disparado por qué vendrían a casa?

Negué con la cabeza y di un par de pasos hacia atrás.

—Señorita Karina... Tranquila...

—No... No me pidas que me tranquilice.

Todos me miraban extrañados, como si les sorprendiera mi reacción. Lo entendía, pero en esos momentos no podía pensar cuerdamente. Las emociones eran superiores a mí.

Jess me intento tranquilizar pero negué y subí corriendo a mi habitación. Cerré con pestillo.

Mi pecho subía y bajaba con fuerza, el nudo en mi garganta presionaba, sentía un dolor dentro de mí que no sabía explicar y la incertidumbre de no saber qué pasaba lo hacia aun peor.

Noté mis lágrimas empezar a caer por mis mejillas mientras mi respiración aumentaba. Sin darme cuenta había empezado a sollozar, no podía dejar de llorar del miedo que sentía. Lo último que habia hablado con ella fue esa estupida discusión por Jaewook, eso me ponía aun peor.

Escuché un coche entrar a la mansión y me sequé las lágrimas, bajé con rapidez a pesar de tener todo el maquillaje corrido. Al bajar vi que estaban todos en el recibidor, Melinda abrió la puerta y vi a mi padre entrar con el inspector.

—Papá —dije lanzandome a sus brazos en un abrazo.

—Cariño...

De nuevo los sollozos volvieron a salir. Aguante tanto las ganas de llorar que ahora me sentía como un auténtico flan.

—Como me alegro de que estes bien... —le dije entre lagrimas.

—Ya esta... Ya ha pasado.

Al separarnos miré tras él, y en ese momento sentí como si me quitaran un peso enorme de encima. Minjeong iba con Key, ella tenía el brazo pasado por encima del cuello de su padre, como si le costara caminar.

En ese momento no pensé, simplemente fui hasta quedar frente a ella y la abracé sin pensarlo. Ella pasó sus brazos por mi cintura abrazandome con fuerza, enterré mi rostro en su cuello mientras sollozaba.

—No vuelvas... a hacerme esto... —le susurré en el cuello para ella. Ella aumentó su agarre.

—Karina, déjala descansar... Le dispararon —comentó mi padre.

Al escuchar eso me solté, estaban todos mirándonos, la miré de arriba a abajo intentando descifrar dónde había sido ya que no parecía que fuera vendada.

—Mi hija fue precavida y nos hizo ponernos un chaleco antibalas antes de ir —comentó Key, la miró—. Había que protegernos.

Minjeong, que seguía sin decir palabra, le sonrió genuinamente.

—Key, llévala al cuarto. Necesita unos días de descanso, aunque la bala no le haya tocado ha sufrido un golpe bastante fuerte en el pecho del impacto.

Tragué saliva. Ver a Minjeong así me generaba una sensación horrible. Ella me miró unos segundos y agachó la mirada, yendo directa al cuarto con su padre.

Mi padre se quedó con el inspector, le estaba contando lo sucedido así que me metí.

—¿Qué ha pasado, papá?

—Esos hombres sabían información que necesitaba saber, el por qué de todo.

—¿Y qué información es?

—No debes saberlo —dijo apenado. Rodé los ojos—. Es por tu bien, cariño. Cuanto menos sepas mejor.

—El caso de su mujer seguirá abierto hasta próxima orden —comentó el inspector.

¿Qué...?

Mi padre cerró los ojos con fuerza, sabía que el policía habia metido la pata de lleno.

—¿Esto tiene que ver con mamá?

—Cariño...

—¡Deja de tratarme como si tuviera dos años! ¡Soy adulta, y es mi madre! Tengo derecho a enterarme de que mierda esta pasando —dije enfadada.

El inspector le dio una mirada a mi padre y él asintió. Suspiró.

—Creemos que el accidente de mamá fue provocado.

Tragué saliva. Eso... Eso era demasiado. ¿La mataron? Pero... ¿por qué?

—Lo que sea que ocurre viene de muchos años atrás, cariño. Es lo que estamos intentando averiguar.

—Pero... ¿sabéis algo? ¿alguien?

—Ese tipo de información es mejor no darla, señor Yu —comentó el inspector.

—Tiene razón. Sí hay un nombre, pero por ahora es mejor que no lo sepas —resoplé—. Pero te prometo que en cuanto sepamos algo mas te lo contaré todo, ¿vale?

Suspiré. Me atrajo hacia él dándome un abrazo con fuerza, al menos estaba bien. Al menos nadie salió herido... A pesar de haberme enterado de lo de mamá.

Mi padre terminó de hablar con el inspector y se quedó un rato con nosotras en el salón, explicó mas o menos como fue todo y cómo salieron vivos de ahí. Entonces dijo algo que no me esperaba.

—Si no hubiese sido por Minjeong, yo no estaría aqui.

—¿Cómo? —pregunté confusa.

—Ese hombre me iba a .. —se calló—. Minjeong se metió y le disparó a ella. Gracias a Dios llevaba chaleco antibalas, porque fue un disparo a quemarropa. Es un milagro que este bien.

Respiré hondo. No, desde luego que esa chica esta loca, esta jodidamente loca.

—Dios mío... —dijo uno de los trabajadores.

—Minjeong es tan precavida... —comentó Melinda—. Le voy a preparar una tarta para que se recupere.

Me quedé pensando en las palabras de mi padre. Necesitaba hablar con ella.

***

Minjeong

—Auch... —dije acomodándome en la cama.

Mi padre me puso las almohadas bien para que no me hiciera daño.

—El doctor ha dicho que guardes reposo, en uno o dos días volverás a estar como nueva.

—Eso espero, siento que me han hundido el pecho hacia dentro —me quejé—, qué sensación mas extraña.

Key suspiró y se sentó en la silla frente a la cama.

—Gracias, hija. Gracias por los chalecos, por pensar con cabeza, pero no vuelvas a hacer una locura como la que hiciste ahí, ¿me oyes? —dijo molesto.

—Si no lo hacía iban a matar a Minho. Alguien tenía que frenarle, nosotros llevabamos chalecos. Él no.

—Aun así ha sido una locura. Los chalecos antibalas no estan preparados para la distancia a la que te han disparado.

—¿Pero funcionó o no?

—Me da igual, Minjeong. No vuelvas a hacerlo.

Suspiré, asentí. En el fondo sabía que tenía razón, si no he tenido lesiones es porque he tenido suerte.

—Esta bien. Lo siento, papá.

Él suspiró y se puso en pie.

—Voy a buscarte algo de agua —antes de salir habló de nuevo—. Oye... ¿Qué ha sido ese abrazo con la señorita Yu?

Abrí los labios para hablar pero me quedé sin habla. ¿Qué voy a decirte, papá? De todas maneras, después de lo que sucedió... Sea lo que sea que hubiera se ha terminado.

—Me ha cogido cariño —bromeé.

—Parecía realmente afectada. ¿Estas segura de que no pasa nada entre las dos?

—No puede pasar nada. Somos de estatus diferentes, es la hija del embajador.

—Que no pueda pasar nada no significa que no haya algo, Minjeong. Sabes que puedes contarme lo que sea.

—Gracias papá, pero esta todo bien.

—Esta bien —se acercó a darme un beso en la frente.

Tras eso salió de la habitación y suspiré. Necesitaba que se me fuera ya este estupido dolor, era una sensación horrible, como si necesitara que alguien me pusiera una ventosa y me sacara el pecho hundido hacia fuera.

La puerta sonó y me extrañó.

—Adelante.

Ella entró tímida, su rostro era cansado. Se notaba que había llorado mucho. Al entrar cerró la puerta y se sentó a mi lado de la cama.

—Karina... No puedes estar aquí.

Ella no dijo nada, simplemente empezó a sollozar de nuevo y se abrazó a mi cuerpo. Me quedé sin palabras, no sabía que decirle, le acaricié la cabeza despacio mientras intentaba calmarla.

—Karina... Tranquila...

Ella levantó la cabeza y me miró con ojos tristes.

—Mi padre me ha contado lo que hicistes... No vuelvas a hacer eso... ¡Podrías haber muerto!

—Pero esta todo bien —comenté—, tenía que hacerlo.

—¿Pero por qué tú...? Mi padre tiene un montón de guardias para esas cosas... —me agarró de la mano y le dio suaves caricias—. No quiero que te pase nada.

—Es mi trabajo... Estudie para esto. Siento si te he hecho pasar un mal momento.

Ella negó con la cabeza con rapidez.

—Lo siento yo por haber dejado que te marcharas sin explicarte las cosas. Lo de Jaewook y yo... —ella interrumpió.

—No, eso da igual. No quiero saberlo.

—Pero quiero explicártelo. No hay nada entre los dos, yo iba a decirle que...

—Karina —me frenó—, no quiero saberlo.

Ella se acercó a mí y me agarró del rostro con ambas manos. Sus pulgares hacían caricias en mis mejillas, al sentir su piel en la mía me subió un cosquilleo por la tripa.

—Para... Déjame decírtelo...

—No, Karina... —suspiré—. Lo he estado pensando y... —interrumpió.

—No lo digas —susurró sobre mis labios—. No lo digas por favor.

El nudo en mi garganta cada vez era mas notorio.

—Hay que terminar con esto.

Negó con la cabeza repetidas veces.

—No... No quiero.

— Karina —la llamé para que me mirara. Tenía los ojos cerrados, iba a llorar—. Karina, hey.

Esta vez fui yo la que agarró su rostro con ambas manos.

—Me gustas —le dije sin pensar. Ella abrió los ojos en ese momento—, siento cosas por ti que nunca pensé que sentiría por nadie, pero esto no puede pasar. Tú y yo lo sabiamos desde el primer momento.

Ella negó.

—Estoy harta de eso. ¿Por qué no puede pasar? ¿porque trabajas para nosotros? Eso es una tontería. Yo... Yo siento cosas por ti.

—Karina... —sentí mi corazón encogerse con fuerza.

No podemos estar juntas porque esto es más serio de lo que parece. Porque no quiero ocultarte nada, porque hoy podría haber muerto y no podría soportar que pasaras por otra perdida... Porque somos de mundos diferentes, Karina. Tu te mereces alguien que te de mucho más de lo que te puedo dar yo.

Ella se acercó a mí sin avisar y me besó. Dejó un beso suave que le seguí al momento de sentirlo, sus labios encajaban a la perfección con los mios. Me había vuelto adicta a ella, a lo prohibido.

Nos separamos y pegó su frente con la mía.

—Tu trabajo es cuidarme... Por favor, no dejes de hacerlo.

—Mi trabajo es protegerte, no cuidarte... —rebatí.

—¿No es lo mismo?

—No —mi corazón empezó a latir más rápido de lo normal—, porque cuando cuidas a alguien es porque esto de verdad te lo pide —posé mi mano en su corazón.

—¿Y no te lo pide?

—Claro que lo hace, pero no esta bien.

—Basta ya con eso —negó.

—Protegerte es mi trabajo, Karina —sus manos subieron a mis mejillas y me acarició con sus pulgares, mis ojos se entrecerraron—, pero en el momento que pasara a cuidarte... No sería ético. No puedo cuidarte...

—Pero lo haces.

—Claro que lo hago... Pero soy tu guardaespaldas, y lo mejor es que esto pase a ser profesional.

Ella rió incrédula.

—¿Es una broma?

Negué.

—¿Pretendes que me olvide de todo lo que ha pasado en estas semanas? ¿que te trate como una simple trabajadora? ¿eso quieres?

Me quedé en silencio unos segundos. No, no lo quiero. Pero prefiero que me odies a hacerte daño.

—Lo siento.

Los ojos de Karina estaban llenos de lágrimas, se notaba el brillo en ellos, parecía dolida. Se separó de mí y se puso de pie, antes de irse habló de nuevo.

—Esta bien. Eso haré —dijo tajante—, pero que sepas algo. Ayer cuando me viste escaparme para ver a Jaewook era porque había quedado con el para terminar las cosas, pero no me dejaste ir. Al igual que cuando lo subí esta mañana a la habitación —negó—. No es mi novio ni vamos a serlo, entre nosotros no hay nada, pero supongo que ya da igual —enfatizó—. Lo único que nos une es un trabajo.

Ella salió por la puerta y cerré los ojos con fuerza. Mierda.

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