JOB | Enzo Vogrincic, Matías...

Per nnini____

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─❝Es un simple beso, chiquita.❞─ A veces, esperar que ocurra algo interesante y relativo en tu vida, puede s... Més

Preface.
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Per nnini____

En el calor del momento, cada que Lía se estremece entre sus brazos hasta quedar sin aliento, Enzo se pregunta una y mil cosas...

¿Qué es lo que la hace seguir?

¿Qué pasa por su cabeza cada que entre la oscuridad, lo mira directamente?

Cada cerrar de ojos soltando leves suspiros, ¿Le hace desear estar en ese mismo lugar realmente? ¿O es todo parte del dejarse llevar?

¿Lo siente?

¿Quién la lleva más alto?

No puede soportar mas la presión que su cabeza ejercía en él a cada movimiento que hacía. Necesitaba una sola respuesta para poder seguir haciéndola sentir bien.

Necesitaba saber que era él.

Quería escuchar de Lía, que Enzo es lo único en lo que piensa ahora mismo, quitarle de la mente esa errónea idea, de que no puede dejar de pensar en Matías ni un segundo cuando está a su lado.

Por qué, ¿Quién puede pensar en alguien como Mati, cuándo está conmigo en esta situación?

Enzo le resta importancia a esas voces en su cabeza un solo segundo, cuando un jadeo silencioso por parte de Lía choca contra su cuello, él de inmediato repite el gesto. Desliza las yemas de sus dedos con delicadeza por toda la espalda de la chica, esperando por escuchar de nuevo aquel sonido tan satisfactorio. 

Lía vuelve a jadear, acompañada de un evidente escalofrío que erizar su suave piel, al igual que la de Enzo.

Enzo sabe que cualquier parte donde toca, es como quemarla. Y como quemarse así mismo, ya que es tan jodidamente excitante, que con toda seguridad se imagina lo difícil que será no volver a desear un momento como este. Mientras mira con detalle los hombros que la ropa de Lía deja a la vista, siente sus delicadas manos alzarle el rostro.

Enzo la mira, se muere por decirle a la cara lo mal que lo tiene, lo loco que lo vuelve, lo mucho que le gusta ese color frío en sus ojos, lo adictivo que le resulta tocarla, y ser tocado por ella.

Lía comienza a dejar besos que se sienten como una caricia por toda su cara, y a partir de aquella sensación tan dicha, Enzo empieza a tener la certeza, de que esto no volverá a pasar.

Cuanta suerte tiene Matías.

A veces, en ocasiones muy remotas, por la mente de el chico pasa aquel vago deseo de ser él por un segundo, o al menos correr con su suerte. Jamás lo había visto así, Enzo nunca quiso ser alguien más que el mismo en su vida. Así comienza a imaginar, y entender que Lía, está provocando algo fuerte en él, algo muy grande.

Matías y su buena suerte.

Matías, Matías, Matías.

—Contestale, decile que todo bien. —ordena Enzo.

El teléfono de Lía no había parado de sonar desde hace un par de horas. Lo habían estado evadiendo durante un buen rato, pero el sonido empezaba a fastidiar demasiado a el chico.

Pero Lía simplemente tiene el valor, toma el teléfono, y no puede hacer nada más, que quedarse inmóvil viendo la pantalla.

—... Dame acá. —dice arrebatandolo de sus manos—. No le vas a decir mentiras, estás bien.

Enzo comienza teclear dejando a Lía en suspenso.

Por suerte no escribe nada más que lo que menciona, tampoco era su intención joder el momento.

La fotografía de perfil que tiene su amigo, en dónde ambos aparecen juntos en aquel viaje, lo hace detenerse a pensar en Matías, más concretamente solo un par de segundos, vaya amistad. Y vaya amigo de mierda.

El llamativo aroma corporal de Lía inunda su nariz por milésima vez cuando esta mueve su largo cabello, borrando cualquier mínimo rastro de remordimiento que hay en Enzo, así termina por enviar el mensaje, lanzado lejos ese teléfono.

Vuelve a rodear la cintura de ella, apegándola con tanta fuerza, que sus colonias se mezclan en un penetrante olor que se impregna en sus cuerpos debido al tacto de sus pieles semidesnudas.

La forma en que llevan las manos a cualquier parte del cuerpo del otro es fluida, sin vergüenza alguna, ambos han deshecho los límites que alguna vez los detuvo a estar en esta misma situación. Así que no iban a retroceder para luego hacer como si nada.

En el fondo ambos sentían tanta curiosidad por el otro, en más de un sentido. Los hombros marcados de Enzo eran muy grandes, su cabello largo, sus labios gruesos, su voz profunda, su respiración, sus manos acariciando desde sus muslos, hasta su espalda. La manera en que la mira, sus clavículas marcadas, su respiración... Todo era tan erótico, y tan delirante para cualquiera.

En ese momento Lía recordó el día que se conocieron, y lo mucho que le hubiera gustado no hacerlo. Pasaba por su mente el día que estuvieron en ese jacuzzi charlando por horas, sintiendo el calor del cuerpo del otro, sin siquiera imaginarse que en un futuro, se encontrarían justo así. Traicionando descaradamente la confianza de un buen chico.

Mientras ve sus ojos, y siente lo cuidadoso que es al tocarla, Lía trata de convencerse de que quizá en el fondo, hay algo bueno en él, además de lo increíblemente caliente que es. Pero a pesar de tener frente a ella una de las imágenes más eróticas que ha presenciado en toda su vida. Es imposible dejar de pensar en alguien como Matías.

Incluso teniendo al mismísimo Enzo Vogrincic frente a ella, dispuesto a hacer lo que ya todos sabemos. No puede dejar de pensar en Matías.

Y Enzo lo nota con facilidad.

Siendo siempre tan atento hasta a los pequeños detalles, puede sentirlo. Siente como a Lía le falta bastante racionalidad, esa mirada fría y desesperada parece de alguien más, el como lo toca, o como lo apega a ella, siendo tan descuidada, tan diferente a lo que realmente es... Aquello lo hace darse cuenta de que no, la chica no quiere tener aquel encuentro.

Enzo no es alguien que busca muestras de amor a la hora de follar, de hecho es bastante de irse por el lado rudo. Pero puede sentir que Lía está dejándose llevar, y mucho.

No puede entender como Matías interfiere entre aquellas ganas tan grandes que hay, Matías sigue siendo ese tabú que no les permite ir más allá, a pesar de que se mueren el uno por el otro, a pesar de que no está presente, a pesar de que Enzo sabe que su amistad está jodida...

Un nudo en su estómago se hace presente una vez se plantea las cosas. Porque Lía no quiere hacerlo, y si tener sexo significa el límite en su "relación" o eso provocará que ella termine de repudiarlo, Enzo está seguro de que aún no es hora de que termine, ya a pesar de todo, sexo ya no es lo único, mucho menos lo más importante, que él busca en ella.

Sin darse cuenta las expectativas en su mente le están empezando a jugar sucio, muy sucio, llevando sus ilusiones hasta el punto de imaginar cosas que jamás van a pasar.

—¿Qué tenés en la cabeza ahora mismo? 

La pregunta es demasiado para el momento. Es por eso que la cuestiona mirándola con esa frigidez de siempre, está seguro que haciendo reaccionar a la chica, ella sí tendría la fuerza de voluntad para detener lo que está sucediendo.

Sabe que Matías es más para ella, mucho más que solo tener una noche con Enzo.

Siente como su respiración se detiene, siente sus manos sudorosas, su cuerpo temblando, puede casi leer el gesto que Lía tiene en rostro. Y Enzo no pone resistencia. 

Tenía razón.

La chica enfrenta tantos sentimientos en el cuerpo, que le es complicado hasta moverse. Tiene tanta presión en la cabeza, que no puede decir ni una sola palabra mientras se alza de los muslos de Enzo.

Sabe que con esa acción, responde su duda. Así que no tiene nada que decir, o eso cree, pues mientras abrocha las cintas de sus botas, de pronto una duda la carcome, y tiene que hablar antes de irse, preguntando...

—¿Esto era lo que querías?

Enzo sube la vista confundido.

En ese momento su orgullo le queda chico. Además de ser rechazado por Lía, esa pregunta le da en un lugar que realmente le duele.

Sus sentimientos. Su sinceridad.

Ya que de corazón, él sabe bien que las cosas no son así. Por más que lo parezca, y después de haberse demostrado tan vulnerable frente a la chica, confesando lo que sentía por ella, escuchar esa pregunta le resultó un tanto absurdo, y molesto.

—... ¡Dime! Dijiste todo eso simplemente por qué a esto querías llegar, ¿No es así?

Pregunta de nuevo. Lía niega al no recibir nada más que una cara de fastidio, y se acerca hasta el sofá donde se encontraban minutos atrás para lanzarle la primera prenda que se encontró a la mano, antes de irse.

—... Eres un idiota, si esa es tu técnica para acostarte con quién sea, pues deberías cambiarla. —recalca—. Y tienes que saber una cosa, Enzo... Conmigo no te funcionó...

—Si no hubiera preguntado nada, vos misma te hubieras sacado la ropa, Lía. —esa es su respuesta. Luchando consigo mismo por callarse la boca al menos una vez en su vida, pero le es imposible, es parte de su personalidad ser tan franco, hasta el punto de buscar herir a quien se enfrenta— ¿Querés seguir con esto pensando en Matías? ¿Pensás que soy tan poca cosa, en serio?

Lía no dice nada,  por otro lado ella es completamente torpe a la hora de tener cualquier enfrentamiento, nunca ha sido capaz de decir lo que realmente piensa, ni lo que quiere decir, terminando por hablar cualquier cosa.

Es por eso que ante aquellas preguntas decide solo callar, está tan abrumada. La oscuridad, el calor, la sensibilidad en su cuerpo, Enzo frente a ella en ese sofá, hablando con aquel tono tan duro... Todo la hace llegar a un límite, en dónde está por llorar.

Pero no va a hacerlo.

—... Respondeme. Sé sincera Lía. —murmura. Intentar controlar tanta rabia que siente en el cuerpo, lo hace temblar, soltar suspiros pesados, y tener el pecho de arriba a abajo—. Decime que mientras me besabas no pensabas en él.

—Cállate. —rectifica dando pasos hacia atrás cuando Enzo se pone de pie frente a ella.

—¡Decime! Sé capaz Lía, decime que no pensabas en él. —pide. La forma en que insiste parece casi como suplica, pero es algo que busca simplemente para mantener su orgullo—. Qué cuando estaba levantando tu falda, no pensabas en Matías.

La chica se siente pequeña frente a él, su enojo parece multiplicar por cien su tamaño. Su voz, su mirada, sus gestos, todos son tan fuertes y marcados, que Lía teme un poco.

Opta por solo darle una mirada sin responder nada, antes de irse.

Por un momento pensó que la entendería, pero Enzo era solo de un modo, y Lía ya no podía seguir con eso.

—... ¿Y a dónde mierda vas? —pregunta. Cuando la chica comienza a salir de la habitación—. Estás loca si crees que voy a perseguirte por ahí a las cuatro de la mañana. —escupe. O al menos así lo siente Lía—. No sos más que una niña tonta que no sabe lo que quiere, por eso ahora seguro vas a hacer más drama.

Ni siquiera él se reconoce, y habla siendo totalmente consciente de que mañana, cuando su temple esté más tranquilo, se arrepentirá tanto de parecer uno de esos típicos patanes que se enfurecen cuando no consiguen sexo. Pero en ese momento simplemente no puede guardarse el orgullo de ser rechazado de dicha forma, y no hablo de la sexual.


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HOLA AMIGAS, INICIANDO BIEN ABRIL JEJJE, ESPERO TODO OS ESTÉ YENDO DE MARAVILLA, ABRAZOS, Y BESOS 💗💗

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