12.

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—¿Te gustó? —Matías recarga su hombro en el marco de la puerta, y con la cabeza un poco inclinada, la mira. Lía puede sentir la forma en que la ve, es una mirada muy linda, tranquila.

Y verlo ahí, después de traerla de regreso a casa, con el cabello levemente desordenado, y su bolso colgando en uno de sus hombros, le da un plus de ternura.

Inevitablemente él sonríe, sé sentía muy satisfecho con la noche, todo había salido perfecto. Mejor de lo que pudo imaginar, Lía la había pasado bien, habían bailado, bebido, reído, logró hacerla hablar tanto como ella quiso, y mantuvieron una charla sin lagunas incomodas.

—Estuvo genial, la pasé muy bien. —ella no miente. Después de meses sin salir a alguna fiesta, ver a Juan mezclar tres tipos de sustancias diferentes en un solo trago, Esteban terminado la noche sin poder alzar la cabeza del lavabo, Felipe bailando según él como robot frente a toda la pista, y Matías siguiéndole el juego. Sin duda volvieron la noche, una de las mejores en los últimos meses.

Todos y cada uno de los chicos eran geniales, divertidos, amables. La incluyeron en todas sus pláticas por más extrañas que fueran, preguntaron cosas para conocerla, y le dijeron lo mismo que Matías, cuando le contó que no hablaba con nadie del equipo. Que podía acercarse a cualquiera de ellos para lo que fuera, y sin vergüenza.

Eso fue tomado tan en serio y literal, que en algún momento de la noche, Juan y ella, se encontraban haciendo una especie de baile "sensual" frente a Matías y Blas.

Ambos estaban sentados en medio de la pista, y ambos veía perdidamente como Lía movía la cadera. A pesar de que a el más chico le correspondía el baile de Juan, debía admitir que no podía contenerse mucho a no ver a la chica.

Lía lo hizo solo para seguirle la corriente, pero a penas y sintió su cuerpo moverse demasiado, dio la vuelta para disculparse entre risas avergonzada. Juan por otro lado pudo llegar casi al límite, y faltó poco para besar al pobre chico que estaba sentado frente a él.

Fue una noche divertida, y llena de risas, a excepción de algunos segundos en los que cruzaba miradas con el único que no habló durante todo el rato, y a su cuerpo le era imposible no tensarse. Al parecer era así siempre, pues a ninguno de los chicos les resultó extraño que solo estuviera ahí.

—Podés acompañarnos siempre que quieras, hacemos reuniones mucho más pequeñas, casi todos los días en cualquier departamento. Todos los chicos viven acá, así que no tendríamos que ir tan lejos.

Lía sonríe en forma de agradecimiento, y después de darle un vistazo a su reloj, vuelve a verlo.

—¿No quieres pasar? —si no hubiera tenido esos tragos encima, probablemente nunca lo hubiera preguntado. Pero su cuerpo seguía ambientado, y quizás sentarse en su balcón y seguir charlando sobre lo que sea, no era mala idea.

Matías se sobresaltó al escuchar la pregunta. Había pensado todos los escenarios habidos y por haber para tener soluciones, pero este, no le pasó por la mente ni un segundo.

Claro, no estaba imaginando cosas extremas, simplemente lo tomó por sorpresa. Y ahora si estaba nervioso. Segundos después, aún sin respuesta, Lía le alzó la cejas como volviendo a preguntar, y así reaccionó.

—Claro, claro. —a penas respondió, Lía sé hizo a un lado para dejarlo pasar, y entró.

Lo primero que sintió fue un fuerte aroma abrazar su nariz, era como si estuviera olfateando a cinco Lías al mismo tiempo, y le gustaba, su aroma era dulce, y entre más se adentraba, el olor era más relajante. Caminó solo un par de pasos por el corredor detrás de la chica, y al entrar a la habitación, encendió la luz.

Echó un vistazo a su al rededor, y le sorprendió lo limpio y ordenado que se veía todo.

—Una habitación igual a esta yo la comparto con Enzo. Vos estás en una suite. —bromea dejando el bolso de Lía sobre una pequeña mesa de centro.

Ah, sí. Enzo.

—Tengo suerte. —responde riendo—. Voy a cambiarme de ropa, estás botas me están matando. ¿Te molesta si te pido sacar estos pequeños sofás al balcón?

—Para nada. —tan pronto lo pide, Matías ya lo estaba haciendo.

Mientras la chica entra a el cuarto de baño, deja salir esa sonrisa exagerada que estaba ocultando desde que le preguntó si quería pasar. Tan pronto acaba hacer orden en el balcón, mira por el balcón hacia abajo.

Y desde ahí ve la piscina del edificio, la luz en ella, le permite reconocer las siluetas de la gente que está nadando. Sin hacer tanto escándalo levanta las manos moviéndolas de un lado a otro, pero no logran verlo.

—¡Hey! —los llama en un corto grito, son sus amigos. Uno de ellos voltea. Es Esteban, ve como les toca el hombro a los demás, y los hace voltear a verlo también— Miren dónde estoy.

—¡¿Dónde?! —el grito de Juan hace eco, y seguido de eso, alguien le dice algo mientras señala el edificio. Él se cubre la boca exagerando su sorpresa cuando cuenta los pisos, y vuelve a gritar— ¿Tan rápido te la vas a garchar? ¡Aaaah, grande Mati!

—Pelotudo. —murmura entre risas haciendo con su mano señas de "no"

—¿Cómo? —Lía pregunta de la nada a sus espaldas, y le hace pegar un brinco.

Ojalá no haya oído la pelotudez que dijo Juan.

—No, nada. Hablo con los chicos. —dice señalando hacía afuera, la chica sale de la habitación, y asoma la vista.

Ambos se acercan hasta tener el barandal pegado al pecho, y así logran verlos. Todos en la piscina, pero inconscientemente su mirada busca a uno solo, no por nada, sino que justo en ese momento, recordó que horas atrás la había invitado a ir con él. Y hubiera preferido darle una respuesta.

Efectivamente estaba ahí, aunque no alcanzaba a verlo muy bien, su cuerpo más grande que el de todos, llamó rápido su atención, para su sorpresa, esta vez no estaba mirándola.

Menos mal.

Lía sacude su brazo regresándole el saludo a los chicos, que en cuanto la ven, saludan entusiasmado. Como si no se hubieran visto hace dos horas.

—¡No olviden cuid...

Felipe no deja a Juan terminar, y para evitar hacerle pasar un ridículo a Matías. Se lanza sobre él para hundirlo en el agua.

Lía carcajea, si que estaban locos.

—¿No te gustaría ir un rato allá? —le pregunta Matías— Dicen que el agua nos ayuda con el alcohol.

Lía frunce el ceño, y suelta una risa.

—¿Quién te dijo eso?

—Ah, nadie. Lo ví en tik tok.

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Estoy a nada de los mil votos, y en verdad estoy que no me la creo. Muchas gracias por votar, y leer, me hace muchísima ilusión ver como esperan actualizaciones, y amo todos sus comentarios, gracias infinitas a todooos.

Espero esto les siga gustando, y prometo hacer los capítulos más completos, y mejores. (⁠。⁠•̀⁠ᴗ⁠-⁠)⁠✧

JOB | Enzo Vogrincic, Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora