Estaba atónito. No podía creerlo.
Aquello no estaba pasando.
Sintió que su garganta se cerraba cuando no veía rastros de ella o una señal que le indicara que pronto se reincorporaría al enfrentamiento. Nada de eso sucedía. (Nombre) no salía de entre los escombros manteniéndose firme a la promesa que ella misma se hizo y que él se juró presenciar.
¿Cómo saber si ella estaba bien? Tratar de hacerlo significaría darle la espalda al enemigo, dejar desprotegidos a esos niños que seguro estaba escondidos por ahí cerca y, sobre todo, significaría que el deseo de (Nombre), pasara lo que pasara con ella, no sería una realidad. Porque, además de aquel anhelo de la chica, Kohaku debía ser detenido para que ningún otro héroe fuera afectado por su particularidad.
Entonces ¿estaría bien dejarla a un lado?, fue lo que se preguntó Katsuki mirando desesperadamente el edificio que terminaba de colapsar apenas su compañera lo traspasó. Y Kohaku, satisfecho de haberse deshecho de ella de una buena vez, dio media vuelta para encontrarse con un intenso fuego que vacilaba entre las decisiones que debía tomar. Y aunque todas estaban bajo su determinación, no todas llevaban al resultado que deseaba tener, porque sabía muy bien que algo se tenía que sacrificar para poder ganar.
Esos niños no podrían defenderse. Kohaku no podría escapar de nuevo teniéndolo delante de él y hasta que llegaran más refuerzos debía detenerlo. Y (Nombre), ella podría estar sufriendo ya los efectos de la enfermedad que afectaba al enemigo, sin saber qué tanto avance podría tener sobre ella.
—Ya era tiempo de que se fuera —alegó Kohaku meneando su mano, restándole importancia y generando más rabia en Katsuki.
Él deseaba gritar su nombre y que ella le respondiera. Pero no sabía si tenía la oportunidad de hacerlo aun cuando decidiera atacar. No obstante, cuando el mayor se había cansado de perder el tiempo con aquel encuentro, obligó a Katsuki a moverse de su lugar, esquivando un nuevo ataque que lo ponía en duda porque no sabría si su particularidad dañaría más a su compañera de lo que ya podría estarlo haciendo.
Aquello formó un pequeño bucle en el que Bakugo no estaba seguro de atacar todavía, porque necesitaba asegurarse de no hacerle daño a (Nombre) en el intento. Pero también se dijo que debía detenerlo cuanto antes, esperanzado a que de esa manera tendría la oportunidad de buscarla y asegurase de que estuviera a salvo, lejos del peligro.
Lo que Dynamight no sabría para ese momento, era que Kohaku comenzaba a sentirse extraño. Una pesadez que amenazaba con dejar plantados sus pies sobre el suelo la próxima vez que deseara moverse y no lograba entender la razón de ello; y ahí, comprendería que aún le faltaba conocer más su particularidad más que explotarla como lo hizo desde que tenía memoria. Pero no se mostraría vulnerable ante un joven que aún no tenía idea del mundo de los héroes, se decía; en sus planes no estaba perder con alguien como él y su objetivo se hacía cada vez más grande porque admiraba a detalle la particularidad del chico y su gran habilidad para moverse por aquí y por allá.
—De nada te servirá huir, héroe —alegó el peligris, deseando cortar su piel para activar su particularidad y hacerse de otra.
No obstante, cuando estuvo a punto de cortar el brazo de Katsuki, una incesante tos lo invadió, desequilibrándolo y arrebatando su atención del chico creyendo que podría detener aquel síntoma que no había experimentado meses atrás. Sus manos estaban cubiertas de sangre, las observó apenas terminó de toser y maldijo internamente.
Bakugo también lo observó, llegando a la conclusión de que la enfermedad del hombre regresaba nuevamente a él, o más bien, la habilidad curativa de GrandAlpha ya no era tan eficiente como solía hacerlo. Entonces, comprendió que aun debía permanecer a la defensiva, obligando Kohaku a utilizar su particularidad. Formuló una hipótesis en la que la particularidad del padre de (Nombre) comenzaba a desaparecer debido a que ya no tenía el suficiente "espacio" para almacenar un don más, y ese quirk que necesitaba ocupar ese "espacio" era el de la chica.
Sería una jugada arriesgada, porque eso pondría en peligro a la joven. Bakugo confiaba en que ella soportaría un poco más hasta que él pudiera detenerlo porque, sabiendo que (Nombre) no contaba con una habilidad curativa, al estar en el cuerpo de Kohaku, éste ya no podría recobrar las energías que parecían ser ilimitadas gracias al quirk de GrandAlpha. Por lo tanto, debía apresurarse a detenerlo.
Sin embargo, ninguno de los dos podría darse cuenta de lo que estaba sucediendo en aquel edificio con (Nombre), mucho menos que los niños se habían armado de valor para ir en su ayuda con la plena inocencia de que decir «No te rindas» sería suficiente para que ella pudiera regresara la batalla. Pero su sorpresa fue tan grande cuando la encontraron de pie, observando lo que podrían ser sus manos y siendo rodeada por un aura oscura que avivó más su emoción.
(Nombre) dio media vuelta al percatarse de su presencia y pese al cansancio que sentía se permitió sonreírles porque le alegraba el hecho de verlos con bien. Pero, dentro de ella, una tristeza danzaba, queriéndose ir pero también queriéndose quedar un rato más, pues sabía muy bien que aquella había sido la despedida que nunca pudo tener con su padre y que sus palabras nunca habrían sido escuchada por él.
—Lamento haberlos preocupado...
Fue lo que dijo y les pidió que se alejaran del lugar, que estarían seguros si caminaban un poco más en dirección opuesta a la que ella se dirigía, manteniendo su sonrisa hasta creerse que todo estaba bien, que todo mejoraría.
—Prometo regresar por ustedes —se dirigió a la pequeña, que parecía ser la mayor.
Y tras verlos correr y desaparecer por la puerta que aún conservaba su función, su sonrisa se borró adquiriendo un semblante más serio y con cierta inseguridad. Caminó entre los escombros con lentitud, apreciando aquella corriente de aire que venía del frente y cambiaba su tonalidad grisácea a una más oscura, pero sin llegar al negro completamente. Juraba sentirse un poco más fuerte que la última vez que ejerció fuerza en sus puños. Y que el cansancio poco a poco no representaba un problema.
Entonces comprendió las palabras de su padre y el posible poder de la particularidad de Kohaku: además de intercambiar, también le era posible mezclar, justo como le estaba sucediendo a ella con el don de su padre.
...
Por otra parte, Endeavor se encontró con la difícil posición de carecer de fuerza y experiencia; había llegado a esa conclusión tras querer realizar ataques que había perfeccionado con el paso de los años y que al querer realizar para detener a la chica de dominaba la tierra le fue imposible derrotarla al instante. Se preguntó en qué momento había sido influenciado por un quirk que tuviera la capacidad de aquello; Kurama no podría ser, conocía su particularidad y aquello era tan real como para encontrarse en una ilusión que él hubiera creado para distraerlo.
Sin embargo, el héroe número uno no tuvo la oportunidad de descifrar aquel pequeño misterio que lo llevó a un aprieto muy grande, pues el tiempo se le estaba yendo encima con cada ataque de la chica que utilizaba parte de la infraestructura de concreto para atacarlo, debilitando el soporte que no sabría cuánto tiempo aguantaría el peso de los vehículos acumulados en la carretera. Pero, para su suerte, los cuerpos de policía llegaron en su ayuda, suponiendo una ventaja que le ayudaría a detener a Kurama y al joven del que se percató apenas se movió evitando un golpe severo de una estructura de concreto.
—No me parece justo que nos superen en número —alegó el mayor manteniendo una sonrisa malévola.
Y, sin que nadie lo esperara, algunos cuerpos de policía comenzaron a atacarse entre sí, despertando gran confusión entre ellos. Para la suerte de Endeavor, ninguno de ellos había optado por utilizar las armas que llevaban consigo, sino que habían comenzado a repartir golpes por aquí y por allá, solo aumentar su tensión y hacerle pensar en más situaciones y personas que debía salvar como el héroe que era.
Ahí, Endeavor volvió a sentirse solo en el campo de batalla, pero con más carga mental en la que debía idear una estrategia que le asegura la victoria y el bienestar del equipo que llegó a apoyarlo sin tener la oportunidad de desempeñarse debido a Kurama que por fin se había decidido a dejar de ser un espectador solo para aprovechar la oportunidad de abrir las puertas del camión de valores y extraer todo su contenido, saboreando la riqueza que le esperaba más adelante.
—Es difícil ser héroe ¿No lo crees, Endeavor? —cuestionó a modo de burla, quitando el seguro de las puertas metálicas— ¿A quién salvarás primero?
Y soltó una risa burlesca, sin percatarse que, luego de delar caer los sellos de seguridad que resguardaban el dinero que transportaban, las puertas de metal se abrieron bruscamente y Kurama solo pudo sentir dolor en su barbilla al recibir una patada de Mirko, que se encontraba dentro del vehículo que no llevaba nada de efectivo.
—Me parece que elegiste el camión equivocado —se burló la albina mirándolo desde su altura, arruinando los planes de Kurama que no había pensado en ningún momento en que Mirko estaría ahí—. Disfruta tus últimos momentos de libertad.
Y solo una patada más bastó para dejarlo inconsciente y permitir que los cuerpos de policía regresaran a la normalidad. La heroína conejo también se encargó de detener al acompañante de Kurama, sintiendo pena por él a ser tan joven; y eso, solo dio paso a que Endeavor regresara a la normalidad y tuviera la posibilidad de detener a la chica que dominaba la tierra que se vio sorprendida por encontrarse con la estructura sin los daños que había provocado, como si alguien en segundo hubiera construido nuevamente la estructura.
—Se acabó —sentenció Endeavor antes de propinarle el golpe de gracia que la detendría definitivamente.
...
08ABR2024