El alma de la sacerdotisa

Por Ann_Ra

6.7K 631 293

๐‘†๐‘– ๐‘ ๐‘–๐‘Ÿ๐‘ฃ๐‘’๐‘  ๐‘Ž ๐‘ข๐‘›๐‘Ž ๐‘‘๐‘–๐‘ฃ๐‘–๐‘›๐‘–๐‘‘๐‘Ž๐‘‘, ๐‘ก๐‘ข๐‘ฆ๐‘Ž ๐‘’๐‘  ๐‘™๐‘Ž ๐‘”๐‘™๐‘œ๐‘Ÿ๐‘–๐‘Ž, ๐‘ ๐‘– ๐‘™๐‘Ž ๐‘ก๐‘Ÿ๐‘Ž๐‘–๐‘๐‘–๐‘œ๐‘›๐‘Ž... Mais

Sinopsis
Preludio
Capรญtulo 1
Capรญtulo 2
Capรญtulo 3
Capรญtulo 4
Capรญtulo 5
Capรญtulo 6
Capรญtulo 7
Capรญtulo 8
Capรญtulo 9
Capรญtulo 10

Capรญtulo 11

132 9 6
Por Ann_Ra

Las palabras no surtieron el efecto deseado en mí, en realidad, durante un breve instante sí, antes de aterrizar los pies en la tierra, antes de comprender que cualquier acción que me retuviera era sinónimo de peligro para Malkolm.

—¿En un lugar seguro? —Le cuestioné con el corazón acelerado y di un paso hacia atrás, ignorando ese pequeño desnivel—. ¿Y eso por qué? ¿Qué es este lugar?

Malkolm volvió a aproximarse con las manos alzadas mirando un punto tras de mí.

—Ten cui-.

Eché un vistazo, pero fue un error, perdí el equilibrio y Malkolm solo pudo atrapar la camisa antes de que aquel resbalo desembocara en un charco profundo. Me salvé de un buen baño de lodo, pero no diría lo mismo de mis botas y la parte baja de mis pantalones. Mi pareja me ayudó a salir de las paredes del hoyo y cuando toqué suelo firme, solté un suspiro junto a una risita compasiva.

—Hoy no es mi día, definitivamente.

Malkolm emitió un gruñido que coincidió conmigo.

—Eres un imán para estas cosas.

—¿De acabar llena de barro o de atraer los problemas en general? —No era la primera vez que soltaba esa pregunta sarcástica delante de él.

—Un poco de ambas, pero, ¿qué sería de la Sarah que me enamoré si no los tuviera? —Terminó por soltar una débil risa después de ver mi cara enrojecida. Aquello me avergonzó un poco y también ablandó mi corazón. Se inclinó hacia mi rostro con aire de petulancia—. Ahora no soy el único que necesita un baño, ¿eh?

—Una cosa es estar sucia por el barro y otra por el olor... o por ambas cosas —Le sonrío atrevidamente.

—Bien, pues todo se soluciona con un baño fresco —Malkolm escudriñó el bosque—. Debe haber un pequeño manantial por aquí.

La idea apetecía hasta que mi cabeza se asentó a la realidad. Me aferré al brazo de Malkolm, a modo de retención.

—Pero, no deberíamos alejarnos...

Aunque no estaba segura si estamos cerca o lejos del campamento después de pasar esa luz extraña.

Él frunció el ceño como si no viera lo mismo que yo.

—Solo buscaremos agua para lavarnos. ¿Qué problema hay?

—Es que... —Mordí mi labio inferior apartando la mirada—. como insinuaste a Breyton que me ibas a llevar contigo, que no volvería al campamento...

—Lo pensé muchas veces... Pero no lo haré —Aquella frase aflojó el peso que cargaba en mi estómago y me hizo preguntarme qué le hizo cambiar de idea. Malkolm retiró un mechón de mi mejilla que no percibí su existencia hasta ahora—. Solo lo insinué porque no me gusta que Breyton o cualquiera crea que tiene poder sobre ti.

Había olvidado lo cansino que es cuando se provocaban uno al uno.

—¿Pero está bien que creas que tú sí?

Arqueó una ceja.

—¿Cómo?

—"Es mi hembra y la madre de mi futuro cachorro. Y si quiero llevármela, lo haré". —Recité sus palabras con una voz grave y dramática.

Su sonrisa no debió aparecer y tampoco debió de gustarme tanto.

—No falta verdad en que eres mi hembra y la madre de mi futuro cachorro... Pienso recordárselo a cada macho con pérdida de memoria como Breyton —El dedo que circulaba vagamente por el hueso de mi mandíbula que se posó en la barbilla junto a su pulgar.

Su rostro se aproximó al mío, pero, en contra del deseo, coloqué unos dedos sobre sus labios, bloqueando el beso.

—Me refiero al poder de pasar por alto mi voluntad. Sé que no lo harías, hasta el momento no lo has hecho, has respetado mi decisión sobre el trato de Daiah y más cosas, pero tengo miedo que estas nuevas circunstancias cambien tu modo de actuar... Hasta yo he cambiado.

«Más que cambiado, actué mal.»

—Yo no te obligaría a nada que no quisieras, Sarah. Y como dije antes, no soporto que cualquiera crea que tiene poder sobre ti, y esto me incluye a mí —Aparecieron unas líneas profundas en su expresión mientras me acariciaba el cuello—. aunque una aparte de mí, de esta naturaleza, no lo quiera aceptar y a veces se adueñe de mis palabras.

No lo dijo, pero supe que se estaba disculpando. Me preguntaba si después de confesarle todo lo que había ocurrido en su ausencia... Me mirará de la misma manera.

Puede que la culpa me animara a ponerme de puntillas hacia su boca. Le entregué un beso que supo jugoso y él lo endulzó como un bálsamo caliente, que se derritió como mi calor interior. Su gran mano abarcó parte de mi cabeza y nuca mientras que yo me colgué en un puño de su camisa como en la tienda. Y compartimos un último intercambio de saliva y aire, antes de separarnos y observar el brillo que dejó el beso en los verdes de sus iris.

—Sígueme.

Y lo hice, con la mano enredada a la suya mientras avanzábamos entre la frondosa vegetación en busca de agua limpia.

Ojalá también pudiera limpiar las manchas de mi vergüenza, pero aún más el miedo que se extiende como la niebla púrpura de aquel bosque.


...


En el camino, Malkolm me explicó sobre la nueva naturaleza de ese bosque. Según llegué a la conclusión, se trataba de una pequeña dimensión atrapada en otra, es decir, de donde provenimos. El cómo fue creada no me lo dijo y aunque me lo dijera, dudo que lo entendiera a no ser que tuviera un buen conocimiento de la física, ¿o sería la magia? Aquí, como los dos existentes que conozco, existe un tiempo independiente y la magia es más palpable al ser primitiva. Sólo los dioses y sus siervos y aquellos que comparten su compañía directa pueden acceder a él. Por eso me dio el énfasis que estábamos a salvo y solos. Aún así, a mi cuerpo no le convencía su determinada seguridad.

Bastante cerca para mi sorpresa, nos topamos con el caudal de un arroyo. Me conformaba con ello para asearme un poco y lavar mis pantalones y botas, pero para Malkolm no, me insistió en seguir la pendiente para dar con el manantial. A regañadientes lo hice. Cinco minutos de camino equivalía el triple para mí, el haber montado a caballo, luchar contra bestias lobunas, mi estado de embarazada y estas malditas botas mojadas... Estaba tan sudorosa y enfadada con Malkolm que no permitía que me llevara de ninguna forma. Y por poco estuve de rendirme cuando, al fin, estaba allí, tras dejar la espesura forestal. Me costaba creer que estaba despierta, aquello parecía sacado de un sueño. Era más hermoso que el último que visité en mi viaje hacia la fortaleza. No descarté encontrar pequeños seres feéricos jugando entre las rocas y plantas como en los cuentos populares. Las aguas oscuras transmitían tal calma y pureza como un extenso espejo boca abajo, hasta el límite de la pequeña cascada que mantenía la reserva del agua del manantial y al extremo opuesto una segunda que hacía nacer el arroyo que seguimos.

Malkolm me ayudó a descender hasta estar en un suelo más estable.

—Es precioso —murmuré sin aliento. Miré a mi pareja sin dejar de sonreír—. Seguro que lo es más cuando aparece el sol.

Hizo un gesto de convenir con la cabeza junto a su mirada encendida de pequeños farolillos verdes y una calma extraña que no había estado ahí antes.

Lo primero que me costó desprenderme fue de mi carcaj y mi arco. Dejarlo sobre la orilla se sintió como hacerlo con un valioso tesoro a la vista de cualquier ladrón escondido, pero la única persona presente era Malkolm y no lo veía capaz de hacer algún mal con el arma por más que no simpatiza con la persona me lo confió. Empecé a quitarme las botas hasta terminar únicamente con la camisa prestada de Breyton, que en ausencia de los pantalones, parecía más un vestido corto oversize. Malkolm también se unió a quitarse la ropa en silencio, y creo que con más paciencia que yo puesto que no apartaba la mirada de mí. Yo también lo hacía, pero claro, era más discreta y avergonzada. Por un vistazo algo más extenso, me hizo recordar a esa familiar tentación de pasar la lengua por sus músculos para hacer un registro de su densidad y sabor. No descartaba hacerlo en cuanto mi libido tomara el control. Seguramente para esa noche, teniendo en cuenta que nuestro tiempo corre para atrás.

Con pasos bien planeados para evitar más accidentes, me adentré en el agua hasta las pantorrillas y me sorprendió la temperatura templada; lo natural era sentir el entumecimiento del frío en aguas profundas y más cuando era en la noche. Levanté el pantalón delante de mí para apreciar cada mancha antes de inclinarme y sumergirlo. No pude tratar de quitar ninguna porque Malkolm me lo arrebató y se zambulló rápidamente como un perro a una piscina para que no pudiera alcanzarlo aunque en ese momento no pensé hacerlo, mi cerebro le costó procesar lo que acababa de hacer.

«¿Malkolm está jugando conmigo a robarme la ropa?»

—¡Ey, eso es mío! —Apunté con el dedo.

Malkolm muestra una sonrisa traviesa que cambia por completo su rostro.

—Me gusta verte sin pantalones —admitió descaradamente—. En realidad, sin nada, a no ser que sea con mi ropa.

—Lo sé, pero que muy bien —murmuré entre dientes. Mi mirada estudió el agua lamiendo mis piernas y luego a Malkolm, que mantuvo su desafío con un semblante arrogante impropio de su naturaleza—. Me vas a obligar a ir tras él, ¿verdad?

—De algún modo u otro iba a conseguir un baño contigo, ya que la última vez, la bañera era pequeña pero aquí... —Extendió sus brazos, como si el manantial fuera solo suyo y para su disfrute—. tenemos espacio de sobra.

Claro que lo sospechaba en el momento que se negó a usar el arroyo.

—¿Sabes? Podrías habérmelo pedido.

—¿Habrías venido y dejado la ropa para otro momento?

Fingí pensarlo.

—Quizás sí.

Mis pies avanzaban tímidamente, sentí alguna piedra ceder ante mi peso. Extendí mis extremidades al no tocar fondo y ahí comiencé a nadar en espiral hacia Malkolm que me espera paciente. Uno de mis brazos lo tomó y choqué contra su duro pecho. Acunó mi rostro entre sus manos, antes de descender y capturar mi boca como si aquella paciencia que lo acompañaba solo fuera una ilusión. Duró un momento, pero fue suficiente para robar parte de mi oxígeno y obligar a anclarme a su cuello. Después, pero mucho después, me percaté que Malkolm ya no tenía mi prenda.

—¿Y el pantalón?

—Sobre esa roca —Señaló con la cabeza detrás de mí.

Fue fácil encontrarlo sobre una roca erguida en el agua cerca de la orilla. Me volví hacia Malkolm sorprendida.

—¿Pero cómo has llegado...? En ningún momento te he quitado la vista.

Malkolm se encogió de hombros con una sonrisa enigmática. Era otro ejemplo que me demostraba que tenía control mágico sobre aquel espacio. Me pregunté qué otras cosas es capaz de hacer.

Sentí en mis carnes el repaso de su mirada, tan concentrada en admirar los matices de mi rostro. Fluyó hacia abajo, hacia mi cuello, mi clavícula, mi pecho... me sonrojé ante la provocación reveladora de mis senos. El agua había absorbido la tela dejándola translúcida y adherida a mi piel, un bonito erotismo a sus ojos. Pero él también lo era, bueno, lo era aún más con su cuerpo totalmente desnudo. Cada gota deslizándose por la curvatura de su piel oscurecida y perlada de luz blanquecina del bosque. Era tan hermoso... si no lo conociera, aquí y ahora, pensaría que era una sirena masculina con su poder de atracción mortal. En cierta manera, su naturaleza de cambiaforma no se alejaba mucho.

Me desprendí del agarre de su cuello. No supe por qué, la verdad. Aunque sus manos en mi cintura continuaban allí, incluso, el más leve alejamiento de mi cuerpo por mantener el flote, lo atraía hacia él con ímpetu.

Es como si dijera en silencio: "puedes soltarme, pero no alejarte de mí."

—Si pretendes comerme con la mirada... lo estás consiguiendo —No escondí el nerviosismo excitante que me provocaba.

Una sonrisa bien diseñada, casi, solo por muy poco, terminó por debilitarme.

—¿A estas alturas no te has acostumbrado,?

—Cuando se trata de ti, es difícil acostumbrarse...

Esperé que no malinterprete mis palabras. Con él todo es un mundo, inexplorado y mágico como aquel mismo. Aquel amor sobrepasa mi estabilidad de una forma hermosamente devastadora. Entonces escuché un sonido extraño de su pecho que me animó a entablar nuestras miradas.

—Cómo no hacerlo...—susurró sensualmente mientras reunió aún más presión en nuestros cuerpos calientes. Contuve la respiración, si la soltaba, mi corazón podría escapar—. Eres lo más hermoso y dulce que hay, me siento tan afortunado de que sólo yo pueda disfrutarlo... Así que permítete el lujo de admirarte todo lo pueda cuando he estado muchos días recordándote.

El esfuerzo por no dejarme desbordar por estas emociones era mayor que una cuesta bien inclinada.

Otra sonrisa masculina y otra mía. Otro trago en mi garganta seca y un gruñido en el suyo. Y otro latido grave en mi pecho y que supuse que él debe haberlo escuchado.

Me sobresalté cuando Malkolm me liberó de su cuerpo. Observé su frondosa cabeza hundirse por completo en la oscuridad profunda de las aguas. Esperé mientras un mal cosquilleo en mi nuca me advertía de otro plan de los suyos. Y efectivamente. Sentí sus dedos tocando como teclas mis costillas. Mis risas estallaron con dolor.

—¡No! ¡Quita! ¡Quitaaa! ¡Ah!

En nuestro espacio saltaba ráfagas de agua y chapoteos furiosos. Traté de alejarme de su crueldad nadando en otra dirección y salpicando a la cara, pero siempre conseguía atrapar una de mis piernas y atraerlo hacia él.

—¿A dónde vas?

—¡Lejos de ti, jodido abusón!

Malkolm respondió con una risa perversa que acelera mi excitación.

—Ya sabes que me encanta jugar contigo antes de devorarte.

Mi corazón se precipitó al escucharlo. Lo ignoré, y aproveché la breve pausa de tranquilidad para lanzarle entre mis dos brazos una buena ráfaga de agua que lo dejó medio aturdido. Huí entre risas. Me hubiera gustado alargar su juego de persecución.

En el último minuto, se abalanzó sobre mí y consiguió que sus brazos se transformaran en grandes cadenas en la parte alta de mi cuerpo. No me molesté en escurrirme como la otra vez que también me atrapó, pues empezó los síntomas del cansancio, entre ellos la visible respiración errática.

—Me rindo, pero que conste que esto no está compensado. Este cuerpo humano que carga con un bebé en proceso no puede competir con las habilidades de un cambiaformas.

—Pero si casi tienes la misma fuerza que yo.

—¿Qué estás proponiendo? ¿Echar un pulso?

Responde con una corta carcajada.

Y luego, el silencio ocupa lugar entre nosotros. No era un silencio tenso, era uno calmado y agradable.

Observé el cielo nocturno como quien mira una pintura abstracta y quiere entenderla. Está casi invadida por un polvo púrpura como la niebla del bosque. Sólo lo acompañan unos destellos contados, estrellas, pienso.

—Qué pocas estrellas... Es como si careciera de vida.

—Porque no existe un cielo realmente.

Sonó estremecedor.

—¿De verdad que estamos solos?

—Sí.

—¿Cómo puedes estar seguro?

—Porque puedo percibirlo, lo siento.

Fruncí el ceño.

—¿Lo sientes como un lobo o como...? —Sopesé para encontrar el significado más cercano.

Malkolm se me adelantó.

—Como el siervo de un dios.

Daiah. El nombre femenino que sacude el cuerpo de uno.

Malkolm descargó un suspiro que decía muchas cosas: cansancio, perturbación, indignación...

—¿Qué pasa?

—Ojalá pudieras quedarte aquí, al menos, es más seguro que el mundo que nos espera fuera, que cualquier fortaleza o manada —confesó y creo que percibe en sus brazos mi inquietud—. No te preocupes, no voy a encerrarte aquí aunque la idea me tiente.

En esos segundos de silencio, decidía si abordar el tema o dejarlo estar. Me decanté por lo primero.

—No es solo por mí, porque respetas mi decisión ¿verdad?

—Daiah me ha recordado bastante bien en estas semanas que debo serle leal y eso significa no interponerme en tu misión.

—Estaré bien. Lo estaremos.

Sentí la tensión en los brazos que me rodeaban. A pesar de la noticia en saber que no podrá llevarme con su manada, me sorprendió saber lo bien que lo llevaba desde que entramos aquí.

El puente de la nariz de Malkolm se frotó contra mi sien. Me entregó un beso cariñoso, sonoro. Y luego, me encogí contra él en cuanto recibí otro por debajo de mi oreja. Una mezcla de quejido y risa salió de mi garganta. Sin pudor, contornea intencionalmente su cuerpo para demostrarme su excitación en la parte baja de mi espalda.

—Quiero escucharte, pero tendrás que quedarte quieta.

Mi corazón bombeó contra mi pecho. No podía ver su cara, pero apostaba que estaba sonriendo de anticipación.

Este hombre sabía cómo derretirme con muy poco.

No era fácil mantenerme quieta contra él mientras sus brazos rompen el nudo muscular y se estiran por mis curvas.

La yema de un pulgar tropieza con el pico de uno de mis senos nada más acogerlo abiertamente con la mano. Me arrancó un gemido y otro cuando lo repitió. Otros dedos se enredaron en mi cuero cabelludo, proporcionando reconfortantes masajes. Mi cabeza se inclinó a un lado a merced de sus directrices. Se encorvó para besar mejor la columna de mi cuello. Cerré los ojos una vez más por las dulces sensaciones.

Pronto, cambió la primera atención de mi pecho para recorrer la figura de mi vientre hasta llegar ahí. Un pensamiento intrusivo me recuerda que no es adecuado hacerlo por todo aquello que escondo a su costa.

Pero desaparece en el momento que uno de sus dedos se hunde en los labios de mi sexo. Mis músculos sufren un pequeño espasmo del placer y encierro entre mis muslos la mano culpable. Malkolm se las arregló para estimular el área con deliciosos movimientos sincronizados. Esa mecha en mi interior crece poco a poco para disfrutar del proceso. Los sonidos que hacían eco dentro de su pecho se volvieron más fuertes como los míos.

—Un poco más... —Le pedí con una voz medio perdida que lo más probable era que no me entendiera.

Pero él estaba atento a cada una de mis reacciones tanto corporales como auditivas.

—Pues abre un poco más estas preciosas piernas y te lo daré.

Me esforcé por controlar los músculos de mis piernas para abrirlas. Bajo el agua, los dedos de mis pies escarbaron la tierra sedimentada en cuanto el toque abarcó la intensidad que necesitaba. Y el hecho de sentir su dureza en mi espalda, frotándose un poco, aumentaba el deseo.

—Dioses, tan preciosa... —Su voz que enterneció mi corazón y avivó mi temperatura—. Solo yo puedo tocarte, ¿verdad?

En ese momento no entendí esa clase de prueba.

—Sí...—Mis uñas se clavaron en el antebrazo próximo—. Solo te quiero a ti.

—Así me gusta.

Y no hizo falta que sus dedos tantearan en mi interior, ninguna maniobra más para conseguir lo que se proponía. La chispa estalló en una gran exploción. Lo demostré con un gemido alto, con mis uñas arrancando la piel que encuentro y con un crujido de huesos en mi espalda por la violencia en reclinarme. Mis rodillas cedieron, pero gracias a sus brazos no me hundí. No, no me ahogué, porque seguro que sería capaz de hacerlo con aquella borrachera orgasmica.

Malkolm clamó ese antinatural gruñido que rozaba a ronroneo y que lo asocié a satisfacción. Giré mi cabeza y lo miré con el ceño fruncido:

—No se te ocurra soltarme aunque toque suelo o moriré ahogada.

Su risa rebotó en bonitas ondas como el agua de este ecosistema antes de darme un beso significativo.


...


Al abrir mis ojos, comprendí que me quedé tan drásticamente dormida que no había reaccionado ante el cambio del lugar. Debajo de mí, la hierba se sintió como una manta de borrego sin dar excesivo calor, una maldita fantasía como a mi alrededor, que se levantaban ejemplares de plantas de hojas y flores vibrantes de color. Sigo esperando encontrarme con el revoloteo de una hada, alguna prima de Campanilla.

Malkolm se encontraba recostado de lado como yo. La mayor parte de mi vista se concentró en su pecho descubierto, tan cerca que podría escuchar su corazón si cortaba el pequeño espacio que nos separaba. Pensé que también se había quedado dormido, por eso no moví ningún músculo hasta que la palma de su mano empezó a acariciar mi vientre abultado.

—No me había dado cuenta hasta ahora cuánto ha crecido el cachorro en mi ausencia —dijo con una ligera sorpresa, sin embargo, percibí también una pizca de temor.

Busqué su mano y la apreté fuertemente.

—¿Llevo mucho tiempo dormida?

—Solo un rato insignificante —comentó, ahora despreocupado—. Se nota que tu cuerpo está fatigado por el día. Y más por una batalla, nada menos. Me hubiera gustado ver cómo los matabas al igual que me hubiera gustado participar —Su confesión me cortó el aire un segundo y ladeé la cabeza hacia su rostro.

Escucharlo me recuerda a Breyton, con una sonrisa satisfecha mientras la sangre discurre por su rostro. No pude reprimir el escalofrío gélido de mi espalda.

—Acabas de sonar un poco...

Su mirada saltó sobre mí en un milisegundo, como si sospechara el nombre que pensé y no le gustara en absoluto.

—Siniestro —dije en cambio. Añadí una sonrisa para relajar su ceño—. Pero bueno, tú siempre has tenido un poco de eso.

—Lo soy —Reconoció con una expresión seria mientras abandonaba la posición de descanso y se sentaba—. ¿Y esa cara? ¿Qué te preocupa?

Pensé que no se me notaría, quizás fuera esta la señal. Debía hacerlo. Me comprometí a ser honesta con mi pareja.

—Me siento mal... —Empecé a decir, sin pensar en la consecuencia que trae no expresarme bien puesto que la expresión de Malkolm se convirtió en una turbulenta. Me incorporé de inmediato con un codo sobre la tierra—. No en ese sentido. Me siento mal porque...—Suspiré hondo y decidí sentarme. Ahora nuestras caras estaban casi igualadas, perfectas para compartirlo todo en mejor confianza—. Antes de hacer alguna cosa más, debo hablar contigo sobre todo lo que ha pasado mientras estabas de viaje y te pido, de verdad, que mantengas la calma.

Esperé alguna señal de su parte antes de que siguiera. Lo único que hizo fue distraerse con un mechón de mi cabello; sus dedos siguieron la longitud del mismo y la punta extrajo una gota de agua cayó sobre mi muslo. Entonces, sus ojos se centraron en mí, como si recordara la atención que le demandé.

Malkolm era el único hombre que conocía que me hacía sentir emociones intensas cuando me miraba fijamente en silencio, con ese aire lleno de misterio y poderío. Cuando lo rompió, mi corazón respondió con un golpe en forma de estallido, como si fuera el de un vaso de cristal.

—No malgastes saliva. Lo sé todo.

Fui yo quien casi perdió la calma.

...

N/A

Se vienen cositas interesantes con Malkolm jejeje

Los que me conocen, saben que subo cuando mi tiempo lo permite como mi inspiración. Y los que trabajan pueden entenderlo bastante mejor. Agradezco esta semana santa por tener la oportunidad de cumplir con la historia y espero que también fuera fructífero para ustedes 🫶

Un abrazo 💕

Continuar a ler

Tambรฉm vai Gostar

2.5K 190 11
Bridgette quiere una nueva meta que no sea un Fรฉlix . Fรฉlix siente curiosidad por el repentino cambio de su amiga. Despuรฉs de la historia, nada es ig...
37.3K 2.2K 12
Toneri Otsutsuki de 24 aรฑos vuelve a Konoha despues 14 aรฑos en busca de su esposa y futura madre de sus hijos bueno es lo que penso y dijo el Sexto H...
2.4K 385 34
Amara Iglesias se muda a una pintoresca cabaรฑa en Aguas Negras para escribir su libro nuevo; una isla sobre un lago donde viven los misteriosos herma...
2.3M 249K 64
๐Ÿ”ฅ ALESSANDRO ๐Ÿ”ฅ Alessandro es lujuria, es pecado, es aquello que solo puedes desear en lo mรกs profundo de tus fantasรญas, es un sueรฑo hecho realidad...