ᴜᴠᴀs ᴀɢʀɪᴀs

By TakitoSan

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A finales de la era victoriana, Izuku Midoriya es sentenciado por un acto de sodomía. Ingresado a un reformat... More

Introducción
Antecedentes
Acidez
Agridulce
Instinto
Introspección
Cotidiano
Compañerismo
Complicado
Compulsivo
Solitario
Sonriente
Soñado
Soberbio
Devoto
Defectuoso
Debilitado
Doloroso
Difuso
Diáfano
Precipitado
Preocupado
Patológico
Pictórico
Pesadillas
Príncipe
Rey
Reflexivo
Refrescante
Ruidoso
Fanart
Reacciones
Rabioso
Reparable
Virtuoso
Volátil
Venenoso
Fanarts 2.0
Visceral
Vinculos
Verdadero
Verbal
Vorágine
Naranja I
Naranja II
Naranja III
Naranja: Intermedio
Fanarts 3. 0
Efervescencia
Espontáneo
Exposición
Enfermizo
Ecuánime
Errático
Tajante
Transparente
Tolerante
Turbulento
Tumultuoso
Fortalecedor
Frecuente
Fiel
Febril
Futuro
Fantástico

Templado

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By TakitoSan


Un año atrás. 

Septiembre de 1889

París, Francia. 

Katsuki se levantó en un cuartucho de un motel en Montmartre. La cama estaba desarreglada con restos de labial en las sábanas blancas, el cuerpo del rubio se hallaba boca abajo sobre el colchón roído, la espalda lucía rasguños y un brazo caía por un lado de la cama. 

El piso estaba cubierto de tablones de madera gastados y desiguales, el papel tapiz rojo comenzaba a descarapelarse y solo había una mesa pequeña con las patas desgastadas y una silla tambaleante. La cortina polvosa con olor a cigarrillo, las varias botellas vacías de vino tiradas  y el aroma a sexo rememoró lo ocurrido anoche. 

—¡Qué mierda! —El rubio se quejó del dolor de cabeza y se levantó poco a poco como si llevará una piedra en la espalda —¿Dónde diablos estoy? —dijo perdido recordando con luces destellantes las piernas largas que había abierto y como su miembro entró en cavidad caliente y húmeda. 

Katsuki de inmediato miró el lado opuesto de la cama esperanzado en buscar a su compañía femenina y solo halló un lado vacío y la decepción. Su rostro lució lúgubre, tenía unas enormes ojeras y sus ojos se opacaron con depresión. Otra noche que lo abandonaban y despertaba solo. 

—¿Por qué siempre huyen? Seguramente era otra mujer casada... —Katsuki buscó una excusa, todo era mejor que aceptar que nadie lo quería —¡Mejor para mí! No quiero toparme con el marido celoso.

Katsuki al poner un pie en la cama, tuvo un terrible mareo que lo hizo caer y en el suelo comenzó a vomitar. El conde parecía patético, peor que un marginal en Montmartre, en aquellos tiempos era un barrio de clase baja, superpoblado, con calles estrechas que bajaban la colina y atiborrado de casas precarias, cafés y cabarets. Era un barrio bullicioso y vibrante pero precario. 

La atmósfera alrededor de Katsuki era sombría, el cuartucho apenas le llegaba la luz estando en un edificio metido entre más edificios. Intentó desarrugar su traje costoso para verse menos indecente, aunque ni siquiera llevaba sombrero ni corbata, después de vestirse, Katsuki bajó a la recepción a pagar llevando en la mano una botella de chardonnay. 

—Hiciste demasiado ruido anoche, ¿qué eres un gigolo?, voy a cobrarte extra por las incomodidades a nuestros huéspedes.

—¡Qué huéspedes, estafador! ¿Acaso hablas de las prostitutas que bajan y suben cada hora con un tipo diferente o esos maridos descarados que traen a la amante? 

Katsuki metió sus manos en los bolsillos y le arrojó a la mesa unos cuantos billetes.

—Esto es demasiado, espere no tengo cambio para un billete tan grande. 

—¡Ya cállate, la cabeza me va a explotar, quédeselo todo! 

—¿Está seguro, Monsieur? 

—Tengo un montón de esas cosas. 

Katsuki tambaleó un rato por las calles estrechas y empinadas de Montmartre hasta llegar a Pont Neuf, el puente más antiguo de París que cruzaba el río Sena, ahí había puestos de kioscos que vendían periódicos y revistas. Su rostro amargo se iluminó un poco cuando se quedó de pie frente al puesto y halló un precioso tesoro en el estante. 

—¡Ahí está mi "Señorita D"! —dijo sonrojado con una patética sonrisa. 

La mirada verde de Izuku se abrió con el sonido melodioso de su madre quien removió su cuerpo para despertarlo con tranquilidad. 

—Levántate, cariño, se te hará tarde para la escuela. —dijo Inko Midoriya mientras se limpiaba las manos enharinadas en el delantal —El desayuno casi está listo, baja cuando acabes de arreglarte. 

—¡Gracias mamá! —Izuku sonrió con dulzura y se levantó de la cama  fresco como una lechuga, su rostro lucía adorable y su apariencia era la de un muchacho rebosante de energía. Sus ojos eran brillantes como los de un enamorado y su sonrisa parecía nunca desaparecer. 

Izuku vivía en  el distrito 12, un barrio de clase media, repleto de bloques de edificios, con la típica estética parisina, con pequeños negocios en la parte baja de los departamentos. Su casa estaba justo arriba de una tienda de flores. Tenía una habitación propia, decorada con pintura color durazno, unos cuadros modestos acerca de la primavera, y una estantería de libros de contabilidad. Enfrente estaba la cama con un marco de hierro forjado y una colcha sencilla, un escritorio, una silla y un armario. 

—¡A empezar el día! —dijo dando una palmada para darse ánimo, debía ir a la escuela y por la tarde trabajar en el negocio de Todoroki que ya tenían meses de novios. 

Izuku se preparó y al vestirse halló un par de francos olvidados en el bolsillo de su saco. Una sonrisa gigante irrumpió la cotidianidad. 

—¡Qué suerte! —dijo feliz y metió el par de monedas a una gran botella de vidrio que tenía la etiqueta de "Ahorros para la universidad". Izuku la contempló por un instante, tenía planes para el futuro, había calculado que ahorraría la mitad de su sueldo hasta sacar el diploma del colegio y así pagar la inscripción y la colegiatura del primer semestre. 

Izuku bajó las escaleras con sonoridad y llegó a la cocina donde también estaba el comedor, un par de huevos ya lo esperaban. Su padre vestido con traje y sombrero de copa hojeaba el periódico como un clásico burgués. 

—Buenos días, padre —Izuku siempre le ofrecía el mismo saludo respetuoso y su padre siempre respondía pasando hoja al periódico para que viera como asentía con la cabeza. 

—Cariño, apúrate —Inko le sirvió jugó a su hijo —¡Sabes que hoy es el día! 

—Hoy sale publicado el compendio de cuatro episodios de la "Señorita D" —Izuku adivinó con una actitud amigable. —No me olvidaré de pasar por el kiosco, antes d e ir a la escuela. 

—¡Será la primera vez que la señorita D y el señor K tengan una interacción, más allá de una  conversación superficial en alguna fiesta aristócrata! —La mujer bajita dijo emocionada. 

La novela sacaba episodios cada semana en una revista y cada mes hacían un suplemento especial para vender los cuatro episodios juntos. 

—¡Ojalá que se enamoren! —Izuku comentó pensando en lo enamorado que estaba. 

La atmósfera de su casa burguesa era cálida y llena de amor. Izuku jamás podría sentirse solo teniendo la gracia de sus padres al ser un hijo obediente y ser un dulce novio para Todoroki.

 Salió a la calle  agradecido, vestido con un traje oscuro con corbata verde, botas, y un sombrero como dictaba la época. El aroma de la tienda de flores se impregnó en su ropa, y caminó por la acera recorriendo los escaparates de los pequeños negocios de alrededor. La calle era colorida por los anuncios colgando de los establecimientos, Izuku estaba lleno de ingenuidad y sonrisas. 

Pronto llegó al puente Neuf y acercándose al kiosko con amabilidad, logró visualizar la portada rosa de la novela de la "Señorita D". 

—¡Ahí está! 

Entonces su mano acarició la portada para tomarlo cuando otra mano se puso encima suya. 

—¡Lo siento, caballero, yo llegué primero y por consiguiente, es mía! —Izuku reclamó con propiedad la última revista que quedaba. 

—¡Qué! ¡Yo llegué primero, bastardo! —Katsuki jaló el libro de tamaño bolsillo. 

—Pero es la última, Monsieur —Izuku intentó explicar, pero al ver cómo el tipo lucía peligroso echó su mano atrás. El rubio tenía el saco caído de un hombro, la camisa desfajada, los pantalones  flojos y sin corbata. Un estado desaliñado muy desagradable para la época. 

—Qué me ves... —dijo agresivo. 

—Nada, pero realmente un tipo como usted está interesado en una historia para señoritas —dijo Izuku juzgandolo. 

—¿Qué no puedo? ¿Crees que soy un medio hombre? —Katsuki siempre estaba dispuesto a pelear en la calle con cualquier desconocido y por cualquier motivo —¿crees que no tengo con qué pagar, cierto? Podría comprar tu casa y hacer de tu madre mi mucama, imbécil. 

Izuku sonrió tímidamente para ya no hacerlo enojar. Katsuki sintió rabia, el tipo parecía tan radiante y feliz al contrario de él que transmitía una energía oscura y amargada. Entonces tuvo otro mareo y trastabilló, Izuku servicial le tomó de los hombros para que no cayera. 

—Tal vez debería ir a casa, caballero. 

—¿Te crees un príncipe salvando a la damisela en peligro? —Katsuki hizo un ademán agresivo para que lo soltará. —Déjame caer, estúpido. 

—¡No! Puede caer y lastimarse. 

Katsuki chasqueó la boca y dejó de pelear, entonces le dijo que tomará la revista. 

—¿Está seguro? 

—La señorita D se encontrará a solas con el señor K pero seguro no va ocurrir nada, así son estás novelas baratas, siempre sucede algo que los impide ser novios y casarse  —El rubio habló borracho y soltándose de los brazos de Izuku continuó su camino tambaleante. 

—¡Pero al final siempre quedan juntos, se casan y son muy felices aunque sea un cliché! —Izuku gritó y le brindó una enorme sonrisa, propia de dos fans que se encuentran, justo cuando Katsuki volvió su atención hacia él.

La sonrisa de Izuku podía encantar a cualquier persona, era tan dulce e inocente. 

Katsuki, también sabía que la novela de "La señorita D" era un cliché y una pequeña sonrisa emergió de su amargura. 

──❀•❀──

Katsuki despertó. Extrañamente había dormido bien a pesar de haber discutido con su novio, quien tenía un grave problema de celos. Por fin el dolor de cabeza típico de la resaca había desaparecido y solo quedaba una pulsación mínima en el hígado inflamado, ese amanecer fue más singular que los otros amaneceres. 

La habitación parecía más ancha de lo que recordaba, el color arena de las paredes se miraban más intenso al igual que el edredón púrpura del cual estaba enredado, el sonido de los gorriones se oía como un concierto; los pájaros estaban parados en el alféizar. Eran las cinco de la mañana y el sol apenas se desperezaba en el firmamento, sin embargo, los colores de la habitación vibraban como una pintura acerca del verano. 

¡Qué diablos! ¿Por qué de pronto todo se ve nítido! 

Katsuki se sorprendió del cambio de su pequeño mundo en prisión y su corazón se agitó. Todo se veía extraño. Se giró hacía su lado derecho y se topó con el rostro de Izuku que descansaba en posición fetal. Tenía los labios medio abiertos, el flequillo despeinado y su respiración elevaba su cuerpo con una suave cadencia. 

Sus ojos rojos y de forma de almendra se abrieron como si jamás lo hubiera visto en la vida. Notó la claridad de las pecas, el tono perla de la piel, los labios rosados y acaramelados y el tono esmeralda de los rizos embarañados. 

¿Desde cuando Deku se ve tan lindo, ayer no se miraba así o sí? 

Katsuki poco a poco disminuyó la distancia entre sus rostros, quizás tenía un problema ocular, o era la media luz de la ventana que hacía lucir a su conejito siendo bonito, se acercó hasta que su nariz chocó con la de Izuku. 

¿Qué diablos? ¿Por qué su cutis se ve liso y suave? ¿sus mejillas eran así de regordetas y lindas? ¿Y esa boca...? 

El rubio se animó a darle un beso tímido a esa boca para saber si estaba despierto. Al tocar la calidez de sus labios rosados y sentir su aliento, confirmó la realidad. 

¡Joder! ¡Estoy sobrio! 

Katsuki se dio cuenta de que el mundo no se había vuelto raro; siempre había sido así de nítido, incluyendo la dulce belleza de Izuku al dormir. Su cabeza se sentía ligera y sujeta a su cuerpo, sin una gota de alcohol en su cuerpo, su organismo reparaba su hígado inflamado y sus sistema se desintoxico, no había mareos, vista borrosa, vómitos o algún síntoma de resaca. Ya no había dolor. 

Desde los catorce no recordaba estar en mis cinco sentidos, —pensó en la edad que comenzó a beber mientras se tocaba  la sien donde no había ningún retumbo cotidiano —¿Así es como todo el mundo percibe las cosas al cien por ciento? —Katsuki estaba perplejo. 

De pronto la pierna de Izuku se puso encima de él y dormido subió un brazo para apretarlo como un oso de peluche. El rubio volvió su atención en él. 

Como siempre siendo una sanguijuela, Deku. —dijo a murmullos. 

Katsuki sonrió perspicaz. Su novio podía engañar a la vista, con su timidez y con su cara inocente, parecía un *chico bueno*  pero tenía un lado oscuro, era obvio al recordar cómo perdió la razón al golpear a Shishikura con la biblia. Pero Katsuki no tenía miedo, era excitante verlo golpear a otros con una brutalidad y rencor, como sus dientes se apretaban y sus pupilas parecían perderse entre el salpicar de la sangre. Le parecía tan sexy esas reacciones violentas en Izuku,  incluso  cuando era su criado ya poseía esa mirada que le desafiaba y ahora sabía que todas esas veces, era un desgraciado que lo desnudaba con la mirada. 

Lo único de su oscuridad que le fastidiaba era como se ponía cuando tenía un arranque de celos porque el objeto que recibía su violencia era él. De todas maneras no repudiaba su oscuridad, porque él también la compartía; la ira y los celos parecían semejantes en la falta de control, precisamente por eso valoraba más a Izuku, pues no necesitaba fingir ser "un buen chico" para que lo quisiera. 

—Es extraño, ¿no? A veces tienes el don de joderme y otras veces... de fascinarme. —Katsuki dijo a lo bajo mientras daba un suspiró enamorado y de inmediato arrugó el ceño recordando que el imbécil frente a él se atrevió a encerrarlo orillando que hiciera en una bacinica —Pero si no te arreglas, maldito inútil, voy a empezar a castigarte. 

Katsuki se amargó y  extrañó su chardonnay que le provocaba momentos felices y de olvido, ahora debía atender sus problemas con claridad, se volteó quedando boca arriba sin importarle que los brazos de Izuku lo estuvieran atrapando, iba a cerrar los ojos para dormir de nuevo cuando recordó algo importante. 

¡Es hoy! ¡La cita es hoy! ¡Debo de irme! 

Katsuki dudó por un segundo en fugarse de la cama, Izuku dormía con tranquilidad abrazado a él y si se movía le perturbaría el sueño.. Kirishima ya le había regañado de que siempre se metía en problemas, y acudir a la cita podría causar problemas con su conejito, que en lugar de estar hecho de algodón de azúcar era una cosita esponjosa de celos. 

—No te despiertes, Deku. —susurró sin poder evitar su mal comportamiento. 

Katsuki con una mirada concentrada y sacando un poco la lengua,  movió con cuidado el brazo y la pierna de Izuku que estaban encima, se deslizó lentamente fuera del edredón para no descobijarlo y se levantó en su lugar con cierto rechinido del colchón que lo congeló al instante. Quizás estaba mal escabullirse sospechosamente de su novio, sabiendo sus graves problemas con la inseguridad y la mentira pero tenía un asunto importante. 

Katsuki estaba entre la pared y el cuerpo de Izuku, así que debía saltar para bajar de la cama. Saltó y cayó de pie como un gato entonces corrió a la puerta golpeándose en el dedo pequeño del pie. 

—¡Maldito hijo de puta! —gritó y veloz se tapó la boca. Mientras saltaba de dolor miró nervioso a la dirección de su novio,  se removió de la cama pero continuó dormido. 

Con mayor precaución se puso unas botas y salió sin camisa al pasillo rumbo a su cita clandestina de cada mes. No se percató que Izuku había abierto los ojos por el ruido de la puerta cerrándose. 

Izuku adormilado estiró su mano hacia su lado izquierdo para hallar una cama vacía. 

—¿Kacchan? —El pecoso abrió los ojos y vio su lugar vacío, suspiró de nuevo con frustración, se preguntó porque su novio no se podía quedarse quieto —¿Dónde estás? ¿Con quién estás? ¿Qué estás haciendo? —Izuku admitió que se estaba volviendo dependiente, quiso ignorarlo y se ocultó debajo del edredón —Me va pegar si lo persigo de nuevo —chilló intentando sacar las voces que su baja autoestima le gritaba: "Seguramente se fue a ver un hombre". Izuku se removió en el colchón negándose ese cruel pensamiento que lo martillaba, el olor a naranja continuaba aromatizado el ambiente, era insufrible asociarlo con su Kacchan y saber que no podía encerrarlo en una botella como esas naranjas que se fermentaban debajo de la cama. —¡Kacchan me pones loco! —dijo sintiéndose lastimado. 

Izuku se odio al levantarse de un brinco y no lograr resistir la ansiedad de desconocer su paradero, Salió del cuarto para averiguar de qué se trataba su comportamiento tan sospechoso. Vistiendo su bonita pijama de rayas, lo siguió sigilosamente hasta llegar detrás de la iglesia donde se  quedó y se asomó desde la esquina. Lo que vio ocasionó celos pero también lo deprimió. 

Otra vez tiene un encuentro clandestino con un hombre. Y está vez no es un accidente. 

Katsuki seguía siendo descuidado, ni siquiera estaba vestido por completo, su torso marcado se mostró a la intemperie como un plato exquisito a la merced de cualquier vista pervertida o cualquier apuñalamiento. Un chico bajo, de ojos azules y muy lindo asentía con la cabeza y le  daba un sobre del tamaño de una hoja de maquina. Ambos platicaron brevemente y el pequeño chico se sonrojó al admirar sus pectorales que sobresalían de su anatomía. 

 ¡Por dios, Kacchan es un imán para los homosexuales y ni siquiera se da cuenta! 

Izuku había notado los manerismos afeminados del chico que había entregado una especie de "carta de  amor" o al menos eso era lo que  había pensado. Katsuki no lo notaba pero el chico antes de irse lo miró morboso de arriba abajo. 

—Nos vemos el próximo mes, Bakugou —dijo ofreciendo una sonrisa coqueta. 

¡Está coqueteando y no lo ve! ¿No puede ser que alguien que seduce mujeres en bares no note una sonrisa así de directa? 

Izuku se frustró en su esquina entonces el chico lindo pareció apuntarlo. 

¡¿Me vio?! 

Izuku entró en pánico y huyó como si hubiera sorprendido a un asesino cometiendo el crimen más sanguinario. Escuchó unas pisadas endiabladas detrás de él pero no se detuvo a voltear si era real o su imaginación, recorrió el lado externo de la iglesia y entrando se escondió donde estaban los confesionarios sintiéndose como una rata en un agujero con el gato esperándolo con las garras de afuera. 

—¡Deku sal de ahí! 

Izuku guardó silencio, creyó que si no se movía y no decía nada entonces no existía.

—¡Ya sé que estás ahí Deku! ¡Sal! —Katsuki gritó molesto. 

—No puedo salir, Kacchan —Izuku chilló. 

—¿No puedes o no quieres? ¿Quieres que te saqué de ahí? —Katsuki puso amargado sus manos en su cadera, debía ponerle un alto a sus celos porque Izuku no se iba arreglar solo —¡Ya sé que me perseguiste por celos otra vez, de que te escondes, idiota! ¡Sal que te voy a dar tu refuerzo de cariño! 

—Por eso mismo no puedo salir, Kacchan. Si salgo me vas a abofetear, tus ojos se dirigirán a mí con desprecio, me apuntaras a la cara y me llamaras "Eres un monstruo", vas a decirme que ya no me quieres, qué te cansé y me odias y entonces todo lo que había temido se hará realidad y me vas a abandonar. ¡Vas a terminar conmigo cuando ni siquiera hemos empezado! 

—¡Carajo! ¡Deku deberías ser escritor, porque qué talento tienes para inventarte cada cosa que no ha pasado! ¡Deja de crearte historias trágicas! —El rubio semidesnudo dijo harto, Izuku le removía la ira que llevaba semanas controlando y estaba arruinando su buena racha. —¿Cómo te voy a dejar de querer de un día para otro? ¿Estás tonto? Te dije que yo puedo soportar tu lado malo como tú lo has hecho conmigo ¡Ya sal! —ordenó autoritario y sacudió la puerta que se cerraba con un cerrojo desde adentro. 

—Pero vas a pegarme —Izuku se aferró a estar en el confesionario, se imaginó que podría vivir así toda la vida para evitar que Katsuki lo terminará. 

—¡Creó que eso es lo que quieres, quieres que te de tan duro para que te comportes! ¡Me estás provocando, conejito! —Katsuki rechinó los dientes y estiró el cuello a la vez que tronaba sus dedos —¡Abre la maldita puerta! 

Katsuki forcejeó con la puerta del confesionario, el cubículo doble estaba hecho de caoba que le aportaba un tono elegante de rojo y a la vez le daba un aspecto del pecado, en el lado izquierdo estaba el espacio del padre y en el lado derecho el espacio del confesante, ambos divididos por una pared de madera con una ventanilla enrejada. Izuku estaba en el lado del confesor. 

—Si no abres  va a ser peor, Deku. —Katsuki advirtió por última vez y entre más minutos se quedaba atascado en esa discusión, más ardía la llama de su ira. 

—Por qué todos los hombres con los que te cruzas son mejores que yo —Izuku preguntó como un insensato, su voz sonaba quebradiza —Si los comparó todos tienen mejor personalidad, mejor cuerpo, son más simpáticos, más decisivos y más apuestos... Y eso no me gusta porque sé que no podré competir con ellos si un día decides que te gustan... 

—¡No jodas Deku! Es demasiado temprano para hacer esto. —Katsuki le dio un puñetazo a la puerta —¿Y de qué hombres hablas? ¿Cuál personalidad o belleza puede tener Shinso, Kirishima, Tetsu o ese chico de antes? ¡Yo soy el que debería estar celoso porque los registras y notas que son atractivos! ¡Qué belleza les estas mirando, idiota, yo solo tengo ojos para ti! 

Katsuki se detuvo de gritar e hizo una mueca a lo cursi que se había escuchado eso último. Su cabeza estaba demasiado clara para darse cuenta lo enganchado que estaba con Izuku. 

—¡Si eres tan avispado en buscar infidelidades ficticias, idiota, ya deberías haber notado lo enculado que estoy por ti! ¡Abre esa jodida puerta ya! 

Katsuki pateó la puerta del confesionario, por suerte el padre Yagi no estaba presente en el recinto para reprenderlo por la violencia en la casa de Dios, el rubio desprendió la puerta de sus bisagras y entró de golpe al espacio rojizo y estrecho. 

—¡Kacchan! —Izuku se sobresaltó al mirarlo entrar, estaba sentado en la silla de confesor y el lugar era tan reducido que Katsuki cabía de pie, estando a cincuenta centímetros de él. 

—¿Qué tan profundo llegó a tocarte Todoroki para volverte un desquiciado? —Katsuki preguntó con cierta rabia en su voz y vio que Izuku tenía rastros de lágrimas en las mejillas —¿Cuánto dolor te ofreció para que sigas adicto a sufrirlo y seguir pensando que todo mundo va engañarte, mentirte y traicionarte? Todoroki no es solo una infidelidad para ti, es un monstruo que se impregnó en tus venas, neuronas y cabeza, estás enganchado a él a causa del dolor —Katsuki empezó a acariciar con malicia el cabello enredado de Izuku como a un cachorro, Izuku aún no se había peinado así que sus dedos ásperos se atoraban en cierto nudos ocasionando un leve tirón. 

Izuku soltó un leve quejido y Katsuki sonrió perverso al sonido de sufrimiento. 

—Quizás debería hacerte sufrir más dolor qué él para quedarme grabado en tu corazón y sacártelo de la cabeza. —Katsuki estiró su cabello con brusquedad.

Izuku se quejó con mayor sonoridad. 

—¿Así es como funcionas? Entre más dolor te ocasionen más te engancharás a esa persona —Katsuki volvió a tirar de su cabello destrozando a su paso los nudos que tenía. 

—P-por favor, Kacchan perdóname... 

—¿Así que este dolor no es suficiente para que te enganches a mí? —Y volvió a jalarlo. 

La voz áspera de Katsuki era exquisita a los oídos de Izuku, tenía un tono grave y malo que estremeció su cuerpo entero. También le dolía el cuero cabelludo que dejó de pensar. 

—Kacchan yo... —Izuku se quejaba pero no impidió que esa mano violenta y grande agarrara más mechones de su cabello y los usara como se le diera la gana. 

—¿Todavía no es suficiente? ¿Cuál es el pico de dolor donde olvidas el trauma de ese imbécil y te enganchas a mí? —Katsuki volvió a tirar del pelo hasta echar su cabeza hacia atrás y exponer su cuello por completo como los animales someten al más débil antes de morderlo.

Izuku apretó los dientes por el tirón y pasivamente resistió aunque sus ojos húmedos por las lágrimas parecieron brillar con deseo. 

—K-Kacchan no creo que se me quiten los celos de esta forma... ¿ese chico te dio una carta de amor? 

Katsuki chasqueó la boca. 

—Aun sigues pensando en tonterías... Entonces necesitas algo más intenso —Katsuki acercó su mano libre y le apretó el cuello, lastimando  al tocar la herida de dientes que Izuku aún poseía. 

—¡Ah! Espera... —Izuku sintió un nudo en la garganta donde el aire poco a poco se iba reduciendo, estaba sentado en la silla de confesor con la cabeza echada hacía atrás y el cuerpo semidesnudo de Katsuki a punto de caerle encima. 

—¿Esperar a que? —Katsuki dijo provocativo y tomó más cabello para jalarlo. Izuku abrió la boca para respirar con dificultad por la mano cerrando su aire, estaba sufriendo pero sus ojos suplicaban más —Mírate que manso te ves ahora, con un algo de dolor te vuelves tan sumiso. Me gusta esta versión tuya que se somete. ¿Te gusta ser castigado, verdad Deku? 

Izuku no supo qué responder, empezó a jadear con mayor intensidad, entre más Katsuki apretaba su garganta, la caoba, del que estaba construido el confesionario, se ponía más roja como si estuvieran en el infierno. Lo miró hacía arriba con los ojos llorosos y la lengua salida. Su cara estaba sonrojada por el contacto extremo y era verdad que sus pensamientos negativos se olvidaban por el dolor, pero solo si era Katsuki el qué lo provocaba. 

—Kac... kacc... —Izuku gimió con un último sopló y llevó una mano al brazo de Katsuki para pedir que parará, su vista ya estaba borrosa y su cuerpo se sentía asfixiado por el calor. 

Katsuki quedó extasiado por ese rostro suplicante y rojo al borde del colapso y solo pensó en el San Sebastián con heridas penetrantes y desnudo a la merced de las flechas. 

—Placer y dolor como algo tan distinto puede unirse en uno solo... —Katsuki comenzó a sentir ardor y la imagen de su Deku era tan lastimosa y complaciente que subió su libido como nunca —¡Dios! Me provocas violar tu boca  —dijo al ver sus labios acaramelados soltando gemidos de todo tipo, cortos, largos, agudos, ahogados, angustiantes... 

Katsuki liberó del cuello a Izuku dejando la sensación palpitante en su herida de los dientes sobre la manzana de Adán. Izuku jadeó desesperado casi como si estuviera en el clímax al estar cogiendo. Y el confesionario rojo solo acrecentó la humedad y el vapor causada por su propia temperatura alta. 

—¿Ahora si estás pensando en mí, conejito? —Katsuki le despejó bruscamente el flequillo. Contempló esas lindas pecas rojas como clavos hirientes y esos ojos llorones solo podían poseer su reflejó malvado dentro de sus pupilas. 

—¡Si, Kacchan! ¡Ya solo estoy pensando en ti! —Izuku habló jadeante y estaba caliente casi a punto de querer bajarse el pantalón y entregarle el culo para que lo dominará por la fuerza. 

De pronto Izuku en lugar de controlar a su pareja quería ser controlado, que alguien recogiera sus partes malas y las aplacara a golpes para que no pudieran desbordarse, que alguien rompiera esa copa de vino que seguía haciéndolo sufrir en la mente y le cortará la piel para hacerlo reaccionar. Necesitaba que Katsuki lo contuviera a través de mandatos, quizás esa era la forma en que encadenara sus celos que eran como un perro sin dueño. Izuku no lograba hacerlo por sí mismo, por más que se decía que quería ser feliz terminaba queriendo controlar a Katsuki de manera egoísta y malvada. 

—¡Castígame, Kacchan! —Izuku gritó jadeante, su lado sumiso emergió y se dejó llevar por el ambiente rojo y estrecho del confesionario que le incitaba a arrodillarse por un Dios. —¡Pegame por celarte, lo juro no volveré hacerlo! 

—Aunque no me lo hubieras pedido, de todas maneras te iba a castigar. 

Katsuki le abofeteó con dureza las dos mejillas, ya ni siquiera se pudo distinguir el rojo del golpe por el rojo del calor de Izuku. El rubio se relamió los labios, y realmente Izuku lo tenía enchulado porque no podía apartar sus ojos de él, sin importar que fuera un hombre. 

—Me convertiste en un sodomita —dijo sintiendo su corazón agitado por esa boca masculina. 

De inmediato le plantó un beso. Abrió su boca como un copa de vino la cual bebía con ardor en las venas y no espero a meter su lengua a la boca; continuó estirando el cabello verde de su amante mientras la cabeza de Izuku se inclinaba casi noventa grados y se convertía en un hoyo caliente que recibía su saliva con gusto. A Katsuki no le gustaba estar sobrio y su Deku parecía ser una droga que lo sacaba de la realidad. Siguiendo esa emoción se hundió en la atmósfera de éxtasis. 

Katsuki mezcló su propia oscuridad con la de Izuku. La ira transformada en excitación y los celos transformados en deseos de ser el único. Izuku obedeció la voluntad de su amante. Katsuki siguió besándolo a su antojo, mordiéndole los labios, lamiendo la sangre que salía de las heridas y de nuevo metiendo brutalmente su lengua deseando llegar hasta lo más hondo posible del sufrimiento para que Izuku asociará el dolor al placer. 

Izuku actuó como un contenedor de los deseos de su amo y se portó sumiso, sin quejarse del tirón y la dominación. Poseer y ser poseído para Izuku era lo mismo, en cualquier posición ambos se pertenecían. Lo que agitaba su corazón es que Katsuki se comportará así, tan desesperado por su amor y su atención como el de la suya, a tal punto de olvidar a los habitantes del mundo. Además que el dolor y ser dominado le quitaba el egoísmo de los celos porque de pronto solo quería servirle a su Kacchan y complacerlo hasta que él le ordenará que se detenga.

Izuku por fin se movió y se colgó del cuello de Katsuki mientras se ahogaba en besos y la sangre de sus labios se embarraba como un lápiz labial.

—¡Ahh! —Izuku gimió cuando sintió su erección apretar sus pijama de rayas verdes. 

Katsuki se separó por aire y llevó su mirada hacia abajo, estaba sorprendido que también tenía una erección sin ni siquiera estimularse con las manos.

—Si esto no te demuestra lo que me provocas dentro, conejito, significa que eres un jodido ciego... ¡ven a atender lo que paraste! 

Katsuki no esperó a que Izuku se limpiará la boca o recuperará aire, empujando su nuca lo llevó a su pelvis y restregó su cara contra su pantalón. Facilitó la posición como estaban, Izuku estaba sentado y Katsuki estaba de pie, solo tuvo que empujarlo un poco para llegar a su entrepierna. 

Izuku sintió el pene duro sobre el rostro y lo adoró como un ídolo. Katsuki notó la diferencia entre Tetsu que había hecho lo mismo anoche, sus mejillas se sonrojaron y comenzó a mover su cadera por esa cara pecosa que lo tenía enculado. 

Maldita sea que me hizo este hombre. 

Katsuki se despejó el flequillo a causa del calor, el sudor se deslizó por su cuello hasta resbalar por sus pectorales desnudos. Sus ojos rojos y de forma almendrada brillaron intensos, ansiosos por el hombre que acariciaba con una mejilla la forma marcada de su verga sobre su pantalón. 

—¡Qué esperas, conejito! ¡Desabrochame y llévatelo a la boca! 

Izuku alzó el rostro con la boca abierta y admiró la belleza del torso desnudo de su novio y esos ojos dominantes. Obedeció y pasó un nudo de saliva al ver escapar a su miembro de esa prisión de tela. Izuku lo acarició y lo chupó suavemente pero Katsuki chasqueó la boca. 

—¡Esto no es premio, conejito, te estoy castigando! —Katsuki le agarró fuerte del cabello y violó a vergazos la boca de Izuku —¿Así es como quieres que te folle? —Izuku abrió los ojos, no esperaba que se la metiera por completo y menos que le empujará la nuca con tanta violencia. 

Katsuki hundió su cara pecosa contra su pelvis y no permitió que su miembro saliera de la boca de Izuku, se deslizaba unos centímetros del tronco y volvía a embestir duro. Izuku olía su vello púbico y el aroma a hombre le encantaba. Mirando la escena a lo lejos parecía que Katsuki estaba violando a Izuku en el confesionario, parecía arrancarle el cabello al embestir y el pecoso lloraba por lo grande del pene raspando su garganta, sus labios estaban rojos de la fricción. Pero Izuku era un masoquista y lo estaba disfrutando, le complacía ser el único hoyo donde su Kacchan quería verter su semen. 

Sus tendencias sadomasoquistas no solo era lo único que estaba  levantando la libido de ambos, también  les excitó que estaban haciéndolo en un lugar prohibido, donde los pecadores se confesaban y Dios los perdonaba, que más claro que aceptar su oscuridad, haciendo un pecado capital como la lujuria en una iglesia. 

—No dejes que salga nada... —Katsuki advirtió cuando por fin sosteniendo la cabeza de Izuku la detuvo para dar sus últimos gemidos y venirse. Izuku se quedó quieto recibiendo el chorro de semen que tragó con placer. 

El pecoso se limpió la boca y regresó a la posición de estar sentado correctamente en el banquillo de madera, se hallaba débil y febril sintiendo el ardor de la follada en su garganta. 

Katsuki ladeó la cabeza y le despejó el sudor que se pegaba a su flequillo verde. 

—Qué callado estás ahora... —Katsuki se arregló el pantalón. —Me gusta cuando te pones todo domesticado y dócil. 

—Es porque me duele —dijo cabizbajo Izuku y sus mejillas seguían rojas del calor. 

Katsuki bajó la mirada y el miembro de Izuku palpitaba debajo de sus pantalones. 

—¿Me ayudas? —Izuku pidió con una voz delgada porque la garganta le dolía por la magistral follada. 

—¿Ayudarte? Esto no era un premio, era tu castigo pero como siempre tienes que desafiarme —Katsuki se quejó pero hizo la voluntad de su novio, le desamarró los cordones que sostenían el pijama y sacando el miembro de su novio, lo apretó con una fuerza que lo hizo gritar. 

—¡Kacchan! 

—¡Cállate! —Katsuki le tapó la boca y comenzó a tironear de manera abrasiva el pene. 

—Kacchan, no aprietes tanto —Izuku suplicó debajo de esa mano dominante, sentía que le cortaba la circulación del miembro y sus manos agarraron el brazo con el que Katsuki estaba masturbandolo pero no hizo nada para apartarlo. —Sé más suave, por favor... —dijo dulce y esa docilidad le agradó a Katsuki. 

Katsuki liberó su boca. 

—Ahora dime sigues teniendo ganas de celar a una bestia como yo. 

Izuku sacudió su cabeza entre lágrimas por el placer de ser tocado con su agresivo cariño. 

—¡Déjame venirme, Kacchan!  —gimió. 

—¡No te puedes venir, vas a salpicar todo! —Katsuki no quería dejar ni una huella de su actividad. El padre podía reprenderlo y esos brazos gigantes y músculos os como una mole le daban miedo si pensaba en que le diera unas  nalgadas. —¡No te vengas, Deku! —apretó duro el pene de Izuku. 

—Pero me va doler después y quiero sacarlo —Izuku suplicó al borde del orgasmo que estaba atorado en la punta de su miembro rojo y caliente. 

—¡Maldita sea, jodes mucho, Deku! 

Katsuki no fue indiferente a su sufrimiento, así que como pudo, se arrodilló en ese espacio estrecho, quedando a la altura de la cadera de Izuku. 

Izuku quien estaba sentado, abrió las piernas para que Katsuki se acomodara entre ellas y llegará a su pelvis. 

—¡Apunta y dispara, no podemos dejar rastros! —Katsuki abrió grande la boca con resistencia y sacó la lengua para recibir el semen. 

—¿Estarás bien, Kacchan? No te gusta su sabor y lo vomitaste la otra vez. 

—¡Ya cállate y dámelo! 

Katsuki quería acabar rápido con el suplicio, entre más rápido practicará comer semen y se acostumbrará, sería mucho mejor. Desde su posición olió el aroma masculino del miembro de Izuku gotear mientras la punta se posaba en su lengua. 

—¡Kacchan te quiero! —Izuku exclamó cuando fue ahogado por las olas de placer que estremecieron sus piernas, agitaron su corazón e inundaron de dopamina su cerebro para regresar a descargarse desde la punta de su miembro.

El semen salió con una textura líquida que casi resbalaba de las comisuras de la boca de Katsuki.

—A esta saliendo mucho —Izuku pronunció con placer al contemplar como una parte suya terminaba dentro de su amante. 

Por la cantidad, el rubio tuvo que acercarse y empezar a sorber el glande mientras lidiaba con el asco de la leche agria que se pegaba a su lengua. Cuando Izuku vació por completo su semilla, Katsuki apretó la boca y la tapó con la mano para que las arcadas que padeció no se atrevieran a devolver el semen. Unos segundos después, por fin se tragó el semen que pasó por su garganta como un gran nudo de leche. 

—¡Joder qué difícil es tragarlo! —Katsuki se quejó con repugnancia al final, midió qué ya no le daba asco agarrar el miembro de Izuku pero chuparlo y tragarlo todavía era un desafío y pensó que tenía que practicar más sexo oral para perfeccionarse.

—Tienes un poco ahí, Kacchan —Izuku avergonzado le señaló  que tenía una gota de semen en la comisura de sus labios. 

—¡Qué puto asco! —Katsuki se amargó por el sabor, y ya quería irse a lavar los dientes. 

Izuku llevó una mano a su boca y escondió una pequeña sonrisa por el berrinche de su amado. 

—¿Esto no me dará dolor de estómago? —Katsuki preguntó a Izuku. 

—Nunca me ha pasado —Izuku se arregló el pijama y se tocó el vientre recordando sus experiencias —El dolor de estómago aparece más a menudo cuando se vienen muchas veces dentro de tus entrañas y no logras sacarlo todo. —dijo avergonzado de que un par de veces le ocurría ese inconveniente. 

—¡Ah! —Katsuki desvió la mirada avergonzado del tema del sexo anal. Creyó que no podría sentirse tan excitado y eufórico para meterlo donde la mierda sale, ni siquiera su amor por las mujeres lo hizo pensar querer practicarlo con ellas aunque eso decía de estar con un hombre y ahora estaba enculadísimo. —¿Cómo te ves cuando te la meten? —Katsuki preguntó curioso por la imagen excitante que podría ver cuando eso pasara. 

Izuku llevó una mano a la barbilla pensando en su respuesta. 

—No se como me veo, Kacchan, jamás lo he hecho frente a  un espejo —Izuku reflexionó —Solo la otra persona frente a mí, es la única que posee esa imagen. 

Y Katsuki se puso celoso al darse cuenta que Todoroki era el único que poseía la imagen pura, caliente y desnuda de Izuku siendo tomado por un pene. 

Después de la pequeña charla estaban apunto de salir del confesionario cuando oyeron la voz del padre Yagi y volvieron a esconderse dentro. El padre Yagi dejó una cubeta en el piso y comenzó a trapear el piso de la iglesia mientras cantaba una canción religiosa llamada "Tú me levantas":

"Cuando estoy abatido, ¡oh señor! tú me levantas. Cuando los problemas vienen y mi corazón se carga, ¡tú me levantas! Así que te espero aquí en silencio hasta que vengas y te sientes un rato conmigo..."

Katsuki e Izuku escucharon la canción interpretada por la voz de barítono del padre, se miraron entre sí sabiendo que iban a estar un rato ahí, rezando para que al padre no se le ocurriera limpiar ese día el confesionario. 

—¿Qué hacemos, ahora, Kacchan? —Izuku volvió al banco nervioso, teniendo la sombra de Katsuki encima de él. 

—¡Shh! —Katsuki chistó —El padre pudo aceptarnos como pareja pero él no quiere que tengamos sexo  y nos va ir muy mal si sabe que lo hicimos en la iglesia, así que no hables Deku —dijo a murmullos. 

El padre siguió trapeando el pasillo principal con cierto ritmo melódico, preparando todo para la misa de las siete de la mañana con sus feligreses de conducta antisocial. Y continuó cantando una parte conmovedora:

"Hay una parte de mí que a veces se ha perdido. 

Pero hay una luz en la oscuridad de mi noche

Y esa luz brilla, vibrante y clara como el día

Y mi oscuridad te llama a ti, para que llegues a mi lado a iluminar mis pecados. 

Incluso si caigo, tú me levantas".

Katsuki e Izuku se miraron entre sí con mayor sentimiento. La luz de una persona puede ser amada por muchos pero de qué sirve si nadie ama tu oscuridad. El amor real tiene tantos errores humanos y a veces hay más oscuridad que luz. Se ha derramado más sangre por amor que por guerras. Ambos sabían que sus defectos volverían a sacarlos de quicio y pelear pero les dio lo mismo. Después de las crisis se sentían en las nubes y la sensación era adictiva. Katsuki se inclinó a besar a Izuku y cerró los ojos. Izuku recibió su beso, esta vez más suave y dulce y en su pensamiento se entrometió un "incluso si caigo, tú me levantas, Kacchan". 

"Si tuviera fe como un granito de mostaza,

¡Eso dice el señor!

 Yo le diría a las montañas 

¡muévanse, muévanse, muévanse!

Yo le diría a las montañas

 ¡muévanse, muévanse, muévanse!

¡Y las montañas se moverán! 

¡Uh, uh, uh! ¡Se moverán!"

El padre comenzó a bailar con el trapeador en la mano y a cantar con una voz más escandalosa que rompió su burbuja de enamorados y se separaron. 

—Esto va ser un infierno —Katsuki se llevó una palma a la cara —¡Quítate que está mierda va tardar! —Katsuki quitó a Izuku del banquillo con un ademán y moviéndose en el pequeño espacio se sentó en el banquillo para luego jalar por sorpresa la cintura de su novio obligándolo a sentarse sobre las piernas. 

—¿K-Kacchan? —se quejó al caer de nalgas sobre sus rodillas y su cara de nuevo se sonrojó por esa sugestiva posición. 

—¡No seas pervertido! Lo hago para que ambos nos sentemos ¿Qué no te gusta sentarte en mí? —Katsuki dijo hartó de oír a cantar al padre y pasó su mano a la cintura de Izuku para sostenerlo de que no resbalara por sus rodillas. —Métete más para que te sientas mejor, Deku. 

Izuku obedeció y dando brinquitos se acomodó y su trasero logró sentir el bulto de Katsuki debajo suyo. De pronto se inhibió, no quería pensar en cosas sucias. Esperaron unas cuatro canciones religiosas más hasta que el padre salió a barrer la entrada de la puerta. Ambos chicos salieron del confesionario y el viento fresco pegó en sus calientes rostros. Agarrados de la mano, corrieron por el extremo hasta la puerta trasera sin que el padre los mirara entonces se apoyaron a un costado exterior de la iglesia y sus cabezas se enfriaron. 

—¡Nunca había estado tan sobrio mientras me chupaban la verga! —Katsuki se sintió entusiasmado por las nuevas sensaciones que la nitidez en su cabeza le ofrecían —¡Por un momento pensé que no la ibas aguantar, Deku! 

Izuku ocultó sus ojos bajó el flequillo y se tocó la garganta que le raspaba todavía por dentro. Estaba abochornado por la sensación de dejarse dominar y ser disciplinado por su mala conducta. De pronto quería seguir portándose mal y provocar los castigos de Katsuki pero el pensamiento le vino como un rayo y desapareció así como llegó. 

—¿Y ese sobre que te dieron qué es? ¿Es una carta de confesión? —Izuku regresó al tema del principio. 

—¡Ah! ¡Tú nunca olvidas nada! —Katsuki poco a poco estaba conociendo la personalidad agria de Izuku y comenzaba a costumbrarse. 

—¡Y tu pareces olvidar todo! —Izuku debatió pero luego suspiró recuperando la cordura —Si quieres que confíe entonces enséñame todo de ti, Kacchan. No te guardes nada.

Katsuki le dio la razón, hubiera resuelto fácilmente la situación anterior, si tan solo le hubiera despertado y hablado de la cita de cada mes con ese chico en lugar de escapar sospechosamente. 

—Te lo diré pero no aquí, mi reputación podría derrumbarse si llega a oídos ajenos. 

──❀•❀──

La pareja regresó a la habitación y Katsuki se puso serio. Izuku se sentó en la cama y el rubio, desde el pasillo, le advirtió que si se reía de él, primero lo iba a matar y luego iba a terminar con él para nunca regresar. 

—¿Cómo vas a terminar conmigo si ya estaría muerto, Kacchan? —Izuku pensó en la lógica del enunciado. 

—¡Cállate, no me corrijas! —dijo avergonzado y le entregó el sobre. —Te sentirás como un estúpido cuando veas de que trata tu "supuesta carta de amor". 

Izuku abrió el sobre y sacó un libro de bolsillo cuya portada era  una dama que llevaba un vestido pomposo de encaje color rosa, con un tocado de flores y una sombrilla que oscurecía su rostro. 

—¿La señorita D? —Izuku pronunció incrédulo, su cara no parecía decir nada, estaba absorto al leer el título con una tipografía rosada que tenía margaritas entre las letras. —¡La señorita D! —por fin reaccionó y pegó un grito en el cielo. —¿Esto es verdad o hay una especie de código secreto en el libro? ¿Hay que usar criptografía para hallar el mensaje, Kacchan? Debo de contar ciertas palabras, quizás quitar las consonantes y reemplazarlas o usar un papel con agujeros para descubrir el truco... 

Izuku hojeó rápido el libro intentando descifrarlo. 

—¡Deja de crearte historias, Deku! —Katsuki explotó —¡No entendiste con los vergazos qué te metí! ¡No hay un código, no hay una historia de infidelidad detrás, no tengo un amante, ni quedante, ni un admirador secreto! ¡No tengo a nadie en la puta vida! ¡Lo único que tengo eres tú! 

Izuku se quedó boquiabierto y parpadeó procesando la información. 

—Sabes que nunca recibo correo o paquetes de mi familia, así que antes de que llegaras al reformatorio, amenacé al tipo que vistes para que cada mes me trajera el compendio de cuatro capítulos de "La señorita D" —Katsuki explicó. 

—Yo nunca supe qué leías esas cosas, Kacchan ¿porque no me lo dijiste? 

—¡Por qué diablos le iba a decir a alguien que era mi criado, que su amo opresor, con problemas de ira, leía a "La señorita D" y que espera cada mes como una colegiala, a que la señorita D se dé un beso y se case con el señor K! 

Izuku se dio cuenta que sus celos anteriores eran una comedia ridícula, había sido castigado en un confesionario y su garganta fue follada brutalmente por una razón tan absurda que era la entrega de una revista para chicas entonces estalló de risa.

El sonido de su risa llenó con rapidez el ambiente de la habitación, mezclándose con el canto de los gorriones que se posaban en el alféizar de la ventana. Izuku se carcajeó hasta tener que tocarse el vientre del dolor, sus ojos verdes se adornaron de lágrimas y sus mejillas se colorearon por el calor que tuvo por reír sin parar. 

Katsuki pensó que se estaba burlando de él y metiéndose entre sus piernas, empujó a Izuku contra la cama y apretó sus muñecas contra el colchón. 

—Te dije que te mataría si te reías. 

Izuku quiso explicarse pero su risa era contagiosa y no pudo parar. 

—Hijo de puta. —Katsuki frunció el ceño, no importaba si lo amenazara de muerte , Izuku ya se estaba muriendo a puras carcajadas, se reía en alto, se ahogaba, tosía, retomaba el aire y continuaba riendo. 

—Cálmate, Kacchan —dijo entre risas y su vientre se dobló de las carcajadas —No me estoy riendo de ti lo juró... —Izuku se reía de sí mismo por la follada de garganta que se ganó de a gratis. —Espera, Kacchan puedo explicar...

—¡No te rías de mí! —Katsuki gritó y apretó su agarre y sus manos se marcaron rojas en la muñecas de Izuku —¿Solo por leer una novela dirigidas a chicas soy menos hombre para ti? ¿Qué ya no te parezco sexy? 

Izuku por fin dejó de retorcerse en la cama y sus lágrimas de risa se deslizaron por sus mejillas, entonces sus ojos verdes y grandes volvieron a tomar atención a su novio que en esa posición metido entre sus piernas le dieron ganas de pedir que lo follara aunque sabía que Katsuki se negaría, así que decidió no presionarlo más hasta que tuviera ganas de ser uno con él, además aprender cosas nuevas de su Kacchan era muy divertido. 

—Claro que me sigues gustando, Kacchan —Izuku sonrió. —Pero es una lastima... que el señor K esperara en el puente Neuf para ver cómo las luces se reflejaban en el río Sena como estrellas, y la señorita D no llegará a la cita... 

Katsuki se sorprendió y su corazón se agitó. 

—¡La has leído! 

Izuku asintió con gentileza. 

—No es que la haya leído textualmente desde que me encerraron pero mamá siempre me escribe cartas contándome lo que está ocurriendo en la novela, supongo que suena patético compartir un hobbie con tu madre. —dijo avergonzado. 

Katsuki lo liberó. 

—¿De qué diablos hablas? —Katsuki se sorprendió por la comunicación de madre a hijo y saltó del colchón para ir a buscar algo debajo de la cama —¡Eso es increíble que no me lo creo! —dijo haciendo un lado las botellas fermentadas y alcanzó una caja de zapatos —¡Las únicas veces que yo he hablado con mi mamá es cuando ella viene y me reclama por ser un hijo malagradecido y termina diciéndome que soy un monstruo y que hubiera preferido abortarme... —Katsuki sacó la caja y la deslizó en la cama hacía Izuku y continuó hablando casualmente —Yo no me la aguanto y siempre le respondo que ella no se queda atrás siendo la peor madre del mundo y le terminó llamándole bruja. 

—Vaya tú y tú mamá parecen similares —Izuku no supo cómo responder, se sintió extraño al conocer más de Katsuki y su familia aparentemente disfuncional. —¿Qué es esto? —preguntó por la caja. 

—¡No es lo mismo que te la cuenten a leerlo! —Katsuki abrió la caja donde estaban los siete recopilatorios de "La señorita D" que había conseguido durante su estancia —Ten te los regalo. 

—¿De veras? —A Izuku le brillaron los ojos y le dio un beso en la mejilla a su novio para agradecerle luego empezó a chismear de la novela —Si la señorita D no hubiera sido manipulada por su madrastra para que fuera a la fiesta del duque. Si hubiera ido a encontrarse con el señor K en el lago, ¿tú crees que el señor K le hubiera pedido que fuera su esposa, Kacchan? 

—Claro que no, Deku. El capítulo anterior el señor K se enteró de las intenciones del duque de casarse con la señorita D, el duque ha sido un aliado de sus negocios, le salvó la vida en aquel naufragio y es su mejor amigo, no podría traicionarlo. Solo quería ver a la señorita D por última vez y devolverle el collar que se le cayó en el jardín aquel día en que se besaron. 

—Pero si la hubiera visto, Kacchan. Si la hubiera mirada a ella por un instante bajó las farolas, sabría que no querría perderla, que la ama tanto para romper su honor y robársela. ¿Por qué los protagonistas no se dan cuenta que son el uno para el otro? Además sabemos que el duque es malvado, ni siquiera lo salvó del naufragio, él fue quien lo mandó a matar. 

—Pero el señor K no lo sabe así que piensa que está siendo honorable al retroceder de cortejar a la señorita D, además prefiere conformarse en creer que la señorita C es más adecuada para él como le dicen todos. 

—¡La señorita C! No quiero que se quede con la señorita C!  —Izuku chilló. 

—¡Vamos, Deku! La señorita C se lo merece más, ella es más abierta y no se guarda nada, ha dicho públicamente que ama al señor K a comparación de la señorita D que jamás le ha dicho "Te amo" al señor K. 

—No lo entiendes Kacchan, la señorita D, no le ha dicho "Te amo" al señor K, porque ella está esperando un "Te amo " de él. 

—¡Pues que se pongan de acuerdo esos idiotas, no me aguanto su tensión sexual! 

Katsuki e Izuku pasaron toda la mañana creando teorías de los posibles finales de la novela y por la noche Izuku leyó en voz alta para Katsuki el nuevo capítulo de "La señorita D". Ambos se fueron a dormir en la misma cama  sabiendo que un "Te amo" podría acabar la novela en dos párrafos pero de qué sirve un "Te amo" sin un pizca de drama. 

╭─────────────────────❀
Nota de autor


¿Les gustó como Katsuki castigó a Deku por sus celos? 😏 Un poco de venganza no viene mal 🤣 (siempre se andan peleando estos pendejos jajaj) ¿Y que les pareció el chisme de la señorita D?

En fin está es mi forma de escribir romance 😅 ¿Es muy mala?

Tengo otra pregunta:

¿Qué opinan si Katsuki y Deku tienen una cita "imaginaria" o sea ya qué no hay un lugar especial a donde ir, puede que Deku se ponga de acuerdo con Kacchan de imaginar como sería tener una cita estando afuera? Podría escribir a ellos paseando en París, interactuando con sus "padres", yendo a un café o a bailar a algún bar, no sé la idea es que todo es ficticio ¿no sería lindo "verlos" afuera del reformatorio al menos una vez? Aunque no se si ustedes lo consideren relleno ya que nada de lo que suceda será real 🤔

Gracias por seguir leyendo. ❤️ Las vistas se van reduciendo cada capítulo xD pero da gusto estar todavía acompañada mientras escribo este fic.
Cuídense mucho.
🍇🍇🍇

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