𝑬𝑳 𝑴𝑰𝑺𝑴𝑶 𝑨𝑰𝑹𝑬, pab...

By moonluhvs

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༓☾ | "tú y yo, pasamos de ser todo a nada" EL MISMO AIRE © pablo gavi x fem!oc More

𝑬𝑳 𝑴𝑰𝑺𝑴𝑶 𝑨𝑰𝑹𝑬
GRAPHIC AREA!
PRÓLOGO
01 - EL ENCUENTRO
02 - JODER
03 - LO QUE SEA
04 - NI SE TE OCURRA
05 - NO PUEDO
06 - DEJARSE LLEVAR
07 - CAYENDO EN PICADO
08 - VISITAS INESPERADAS

09 - LA CUENTA ATRÁS

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By moonluhvs

E L M I S M O  A I R E

EL MISMO AIRE 。・:*:
09. la cuenta atrás
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GAVI NO ERA DE EXTRAÑAR ALGO. Desde muy pequeño nunca le costó separarse de las cosas a las que tenía apego gracias a las idas y venidas de sus padres. Nada era eterno. Y más cuando consiguió convencerlos para que lo dejasen ir a la Masía, dejando la mayor parte de sus pertenencias en su antiguo hogar en Sevilla.

Pero en ese momento, en el campo de entrenamiento en una mañana de sol y con un calor abrasador en Qatar, el joven futbolista frunció el ceño, sus ojos volviendo a las gradas que se encontraban al otro lado, sabiendo que faltaba algo. Alguien.

Era la cuarta vez que se encontraba mirando los asientos en la media hora que había empezado el calentamiento. Sentía ese vacío al ver que no había nadie, sacudiendo la cabeza en un intento de centrarse. Pero su mirada lo traicionaba, volviéndose a dirigir hacia allí disimuladamente.

— ¡Gavi, chaval! ¡Céntrate que es la tercera vez que pierdes el balón! - La voz de Luis Enrique lo hizo espabilar, pestañeando levemente mientras veía a algunos de sus compañeros mirarle confundidos.

El sevillano carraspeó, alborotándose el pelo con una de sus manos mientras volvía a poner el balón en movimiento. Intentó poner la atención en lo que los técnicos les decía, en charlar con sus amigos y disfrutar del buen tiempo y de hacer lo que más le gusta.

Pero cuando se tomaba un descanso, sus ojos viajaban de nuevo a esa zona de las instalaciones, sintiéndose un imbécil por sentirse decepcionado al no ver a nadie de nuevo.

Porque tendría que estar ahí, tendría que estar escuchando su voz gritándole que le metiera caña, su risa acariciándole la nuca provocando una sonrisa en su cara, sus ojos pegados a su espalda a donde quiera que vaya en el campo.

Gavi no era sentimentalista, para nada. Pero ella tenía que estar allí. Valeria tenía que estar ahí. Y por mucho que le echase la culpa al puñetero contrato, sabía de sobra que solo se estaba mintiendo a sí mismo. Gavi echaba de menos a Valeria. La echaba mucho de menos.

Y no es que no haya hablado con ella: según habían aterrizado en el país, le mandó un mensaje, avisándola de que habían llegado y que la llamaría al instalarse en su habitación. Cosa que hizo según pisó el suelo de mármol de su cuarto para esas semanas.

Y no se había quedado corto, llamándola a todas horas para enseñarle cualquier cosa que se topase por su camino y a mayores asegurándose de incluir varias fotos en sus mensajes. Era una adicción, lo sabía. Pero no podía evitarlo, no podía cuando recibía la notificación de que le había respondido, su mirada iluminándose al leer los insultos hacia su persona; la sonrisa asomándose en su boca al escucharla contándole sobre lo cabrones que eran los de la entrevista que había tenido; la forma en la que podía conciliar mejor el sueño al leer el buenas noches que le llegaba aún sabiendo la diferencia horaria de dos horas.

Sí, se podría decir que Gavi estaba desarrollando un apego emocional con la chica. Porque si el Gavi del pasado supiese que un puchero se formaba en su rostro si Valeria no podía hablar con él, le hubiese dado de hostias.

Unas horas más tarde, el entrenamiento por fin dio finalizado. Los jugadores se dirigieron a los vestuarios para poder ducharse y quitarse el sudor acumulado que tenían sobre la piel después de estar a pleno sol en el campo.

El sevillano, el cual tenía pensado ducharse rápido para poder irse a su cuarto aceleró el ritmo, notando la mirada inquisitiva de Pedri sobre su espalda, sabiendo que su amigo tenía ciertas sospechas a cerca de su comportamiento de estos últimos días.

— Gavi, — llamó su entrenador, Luis Enrique, el cual se estaba acercando a ellos portando un rostro serio. El sevillano tragó disimuladamente saliva. — ¿Puedes quedarte un momento? Quería hablar contigo de una cosa.

El futbolista asintió, mirando de reojo a sus amigos los cuales le dieron ánimos para afrontar la bronca que se le venía encima por parte del entrenador. Y es que no es que Luís fuese un mal entrenador, para nada: los jugadores le habían cogido cariño al seleccionador que tantos ánimos les había infundido, el cual había confiado en ellos para representar a España en un campeonato tan importante como era el mundial. Demostraba la suficiente confianza para poder contarle, preguntarle, o mantener una conversación con él sin miedo a ser juzgados.

Sí, incluso Gavi podía ver a Luís Enrique como una figura paterna.

Así que cuando se acercó lo suficiente a su entrenador, pudo ver la leve preocupación en sus ojos, en la forma de la boca y la posición de los hombros. En este caso la mentira no le iba a llevar a ninguna parte.

— Gavi, mira. — Carraspeó el seleccionador. — Sé que debes de sentir una enorme carga sobre ti mismo al estar convocado para una competición como esta. Lo entiendo. Pero no puedo permitir que no estés prestando atención y haciendo los entrenamientos correctamente. — Una de sus manos apretó su hombro izquierdo, en señal de apoyo. — Cualquier cosa que te ocurra puedes contármela. Sabes que lo más importante para mi por encima de todo es vuestro bienestar tanto físico como mentalmente.

Gavi asintió, evitando la mirada inquisitiva que su entrenador le daba. Sí, Gavi podía guardar secretos, es más, se le daba muy bien. Pero su entrenador tenía la costumbre de sonsacarle cualquier tipo de información si presionaba debidamente.

— Y no quiero meterme en donde no me llaman, — empezó, una pequeña sonrisa empezando a asomar en su rostro. — pero es normal que la eches de menos.

Gavi carraspeó, frunciendo levemente el ceño.

— No sé de que me estás hablando, míster. — Se excusó, pero al ver la sonrisa burlona de Luís Enrique, supo que estaba perdido.

— Ay chaval, qué voy a hacer contigo. — Suspiró, alborotando el pelo del menor.— Vete a las duchas anda, a ver si te da tiempo a llamar a tu amada antes de que te entre la llorera. — Lo vaciló, empujándolo levemente en dirección a los vestuarios, viéndolo negar con la cabeza.

El joven sevillano según llegó a los vestuarios, se quitó la ropa llena de sudor, soltando un suspiro al notar el agua caliente relajarle los músculos de la espalda, la música proveniente del altavoz de Balde llenando la sala acompañado de las risas de sus compañeros.

Gavi se permitió cerrar los ojos, sonriendo levemente al saber que dentro de unas horas recibiría la llamada de Valeria, pudiendo disfrutar de oírla quejarse por cualquier cosa con tal de que le haga caso. Sí, el mister tenía razón: la echaba mucho de menos. No era normal en él tener tanto apego por una persona, pero la rubia de ojos verdosos lo había calado fondo, dejándolo con una necesidad de su apoyo, de su atención sobre él.

Salió de la ducha, una toalla alrededor de su cintura mientras se dirigía hacia su taquilla, sacando la ropa limpia para vestirse. Una sonrisa se instaló en su rostro al ver la pantalla de su móvil encenderse, varios mensajes de su rubia apareciendo en ella.

— Parece ser que lo del contrato va bien. — La voz de Pedri a su lado lo sobresaltó, dándole la vuelta al teléfono rápidamente mientras levantaba la vista hacia su compañero de equipo, el cual se encontraba rebuscando en su propia taquilla sin siquiera mirarle.

— ¿Qué? — Preguntó el sevillano, frunciendo el ceño levemente. Vio al canario parar sus movimientos mientras le devolvía la mirada, un rostro serio adornando sus facciones.

— Valeria y tú. La verdad es que me sorprende que estés tan enganchado a ella, sabiendo lo mucho que querías quitártela de encima. — Replicó, parpadeando levemente mientras se cruzaba de brazos. — Pero ya veo que te has enamorado.

— No estoy enamorado. — Negó Gavi rápidamente, tragando saliva. Puede que sí que lo estuviese, o puede que no. No estaba seguro. Pero lo que estaba claro es que había desarrollado sentimientos por la mujer, y en el camino, se había olvidado del motivo de todo, de la razón por la cual se encontraba junto a ella.

— Ya. Di lo que quieras Pablo. Si quieres mentirme, adelante si te hace sentir mejor. Pero te conozco, y te has encaprichado con la chica. Mucho. Y sabiendo como sois ambos, decídete. — Dijo el canario, mirándolo seriamente mientras cerraba su taquilla.

— ¿Qué quieres decir, Pedri? — Frunció el ceño Gavi. Le estaba empezando a cansar estas indirectas.

— Sé perfectamente lo mucho que te gusta jugar con los sentimientos de las chicas, Pablo. Y sé que le vas a hacer daño si sigues así. No le des falsas esperanzas si al final no vas a querer nada con ella más allá que un polvo. Valeria no se merece eso. — Contestó su amigo, tragando saliva. Una de sus manos fue a su hombro, apretándolo levemente. — Cuando termine el contrato, déjala ir. Si de verdad no la quieres, si para ti esto es solo mentira, córtalo antes de tiempo.

— ¿Pero qué dices, tío? ¿A qué viene todo esto? — Pronunció el menor, apartando la mano en su hombro mientras daba un paso hacia atrás, frunciendo el ceño. Pedri solo sonrió con pena.

— Porque lo he visto. He visto como la miras, Gavi. Como cuando la llamas sonríes de verdad y no como para las cámaras. Os he visto juntos y ver como no la dejas fuera de tu alcance en todo momento. Si eso no es amor, no sé entonces qué estás haciendo. Porque he visto también como te mira ella. — Pedri tragó saliva, apartando la mirada unos segundos. — Gavi, le vas a hacer daño si no se lo dices y pronto.

— Sólo es por el contrato. — Murmuró el sevillano. Pedri solo negó con la cabeza.

— Pues si me equivoco, déjala ir. Deja de darle falsas esperanzas por algo que no tiene futuro. Valeria es una buena chica, no se merece que la trates como otro de tus rollos de una noche. Si de verdad no estás enamorado, pon distancia entre ambos. Y cuando el mundial pase, vete y no mires atrás. Ella se merece encontrar a alguien que la quiera de verdad. Alguien que no le rompa el corazón.

El canario le dio una sonrisa seca, pasando por su lado para salir del vestuario, dejando a un Gavi apretando su mandíbula mientras cerraba los ojos. Se cambió, despeinándose el pelo a la vez que en su móvil la llamada entrante de Valeria apareció, sonando, mirándole y reclamándole sinceridad, una declaración. Una verdad que Gavi no le podría dar.

Porque Pedri tenía razón. Gavi solo estaba retrasando lo inevitable. Y cuanto más tiempo pasase, más mentiras lo corromperían. Más dolida saldría Valeria.

Porque Gavi era lo suficientemente egoísta de dejarla creer que correspondía su amor por sentir esa chispa que le provocaba su atención.

Era un capullo en toda regla. Pero eso no quitó que su móvil sonase el resto del día sin atender las llamadas.

Porque esto había llegado a su fin sin siquiera haber empezado.

Valeria no sabía qué estaba haciendo. Para variar. Lo único que tenía en mente era el sevillano. Lo echaba de menos. No se había dado cuenta del impacto que Gavi había creado en ella, llegando a crear una dependencia de él, de sus llamadas, de verle sonreír, de sentir su piel contra la suya.

Por eso mismo se encontraba ahora mismo bajando las escaleras de su jet privado el cual acababa de aterrizar en Qatar. Después de que el futbolista no le respondiera a las llamadas, tomó una decisión un poco loca, arreglando con su equipo para que tuviesen todo listo y poner rumbo hacia el país donde se estaba jugando el campeonato del mundo.

Ella no solía hacer estas cosas. Joder, Valeria sabía de sobra las consecuencias que tenían hacer las cosas sin pensar. Pero no podía negar la sensación de felicidad, de nervios por poder verle en persona después de varias semanas. No podía ocultar la sonrisa que le salió al pisar el aeropuerto, sabiendo que por fin, por fin estaba allí.

— ¡Has llegado! — La voz de Sira llamó su atención, ambas jóvenes abrazándose en la entrada del aeropuerto. Las dos habían congeniado, llegando considerar la una a la otra como amigas. La morena había contactado con Valeria varias veces después de la fiesta, quedando varias veces para cenar o simplemente tomar algo mientras recorrían las calles de Barcelona.

Y eso no era menos al saber que la rubia había aceptado venir a ver el mundial en persona, ya sea por otro motivo.

— ¿Qué tal el vuelo? Ya verás cuando veas el hotel. Tiene unas vistas impresionantes al desierto y una piscina enorme hacia el mar que te va a encantar. — Dijo Sira al separarse, agarrándola de la mano mientras se dirigían hacia el coche que las llevaría a la que sería su residencia por esas semanas.

— La verdad es que se me ha hecho un poco largo, pero estoy feliz de por fin haber llegado. ¿Tú qué tal con Ferran? — Valeria sabía de su relación con el valenciano, lo enamorados que estaban ambos al ver la sonrisa que se le salía a la joven.

— Muy bien. Estoy loca por él, tía. Estoy muy feliz de estar con Ferran. Creo que me completa de formas que nunca pensé que una persona podría. — Valeria sonrió, apretando su mano con cariño, sin poder ocultar los celos que sentía por su amiga.

Sí, ella podía llegar a tener algo así algún día. Pero ella y Gavi eran complicados. La fecha final del contrato estaba llegando a su fin y lo que pasara después seguía siendo un misterio para ella: ¿Se dejaría llevar por una vez y poner su felicidad por delante? Valeria no hubiese descifrado lo que muy pronto esa decisión se tomaría por si sola.

Después de llegar al hotel y desempacar todas sus cosas, había quedado con la morena en ir a la piscina ya que los jugadores saldrían del entrenamiento en breve. Que hablando de ellos, el futbolista sevillano no estaba al corriente de la llegada de Valeria al país. Los únicos que lo sabían era Ferra y la propia Sira, que estaba entusiasmada por la "sorpresa" y no podía esperar a ver la cara de Gavi cuando la viese.

Mientras se ponía la ligera ropa encima del bikini negro, su móvil comenzó a llamar, el nombre de Begoña apareciendo en la pantalla. Valeria tragó saliva, silenciando el teléfono.

Porque esa era otra: nadie sabía que estaba ahí. Ni su representante, ni su padre. Nadie salvo los que ya se encontraban en Qatar. Valeria sabía que estaba mal, que las consecuencias iban a ser duras. Sabía como era su padre, y que esta escapada le iba a costar duro.

Pero tenía diecinueve años. Si no era ahora, ¿cuándo iba a dejar que su padre contralara su vida? Valeria se merecía ser feliz después de todo. Quería experimentar ese amor puro que nacía en las peores circunstancias, en cuando ninguno de los dos lo buscaba. Sí, puede que ella y Gavi chocasen mucho, es más, casi ni se soportaban mutuamente.

Pero era ese desafío constante, esa sensación de querer tirarle de los pelos, esa forma de sentir con tanta fuerza que la hacía sentirse viva. Puede que lo suyo no fuese amor verdadero aún, pero significaba algo. Algo tan grande que la hizo ignorar las llamadas o los mensajes en su móvil, apagándolo y saliendo de la habitación en dirección a la piscina.

Estaba dispuesta a luchar por él. A luchar por la vida que se mereció desde que su padre la golpeó por primera vez. Valeria merecía ser feliz.

Por eso, al llegar a la piscina, deja sus cosas encima de una de las tumbonas, aprovechando el momento antes de la llegada de los otros para echarse la crema solar y calmar sus nervios.

Esperaba que de verdad se alegrase de verla. Sabía que era un poco inesperado y puede que le viniese mal. Pero las ganas le habían podido, y viendo lo desesperado que se le escuchaba por las llamadas, Valeria estaba segura que el joven futbolista estallaría cuando la viese.

— Valeria, métete anda. El agua está buenísima. — Hablo Sira desde la piscina, salpicando hacia la joven sentada en la tumbona.

— Voy pero no me mojes. Quiero que se me seque la quema porque no estoy por la labor de no poder dormir por las quemaduras. — Replicó la rubia, acercándose hasta el borde mientras mojaba los pies, suspirando al sentir la frescura del agua en su piel.

— ¿Estás lista para verlo? — Preguntó la morena, acercándose hasta su amiga con una sonrisa pilla en el rostro.

Valeria no sabía qué responder. Solo sonrió, su mirada viajando hasta las vistas que el hotel les proporcionaba a pie de playa, el sonido de las olas rompiendo en la orilla calmando los nervios que la envolvían entera.

— No le des tantas vueltas, Valeria. Te digo yo que lo vas a dejar con la boca abierta. — Dijo Sira, la cual estaba mirando hacia algo detrás de la joven, guiñándole un ojo.

Valeria giró la cabeza: la figura de Ferran le sonrió, una sonrisa pilla en su boca mientras llevaba al joven sevillano con sus manos sobre sus ojos hacia ellas.

La joven sintió que el aire se le cortaba: sabía que exageraba pero, parecía como si estuviese viendo a otra persona. Desde luego que había cogido el sol en estas semanas, pero por lo que podía apreciar, el futbolista había pasado varias tardes en el exterior, el color de su piel bronceada brillando con los rayos de sol.

Valeria se levantó, una sonrisa escapándose en su rostro mientras asentía hacia el valenciano, poniendo sus manos sobre las suyas mientras Gavi bufaba.

— Ferran tío. Basta ya de juegos que me estás tocando los cojones. — Bufó el joven, negando con la cabeza. Valeria se aguantó la risa.

— Esa lengua, Páez. — Susurró la rubia, sonriendo ampliamente al verlo quitarse sus manos, sus ojos abriéndose ampliamente al dar con su figura. Como lo había echado de menos. — ¿Me has echado de menos, futbolista?

Gavi tardó unos segundos en reaccionar. ¿El calor le estaba afectando demasiado, o de verdad estaba ella aquí?

Sonrió ampliamente, sus manos encontrando su rostro mientras juntaba sus labios con los suyos, disfrutando del característico sabor a frutas, de su olor veraniego envolviendo sus sentidos, del sonido de su risa escapando entre mitad del beso.

Valeria estaba aquí. Gavi no podía negar la felicidad que le recorrió el cuerpo, una suave calma invadiendo su cuerpo. Parecía que hubiese pasado meses sin poder tocarla cuando en realidad ni hacía tres semanas que se habían despedido en el aeropuerto.

Se separó de la joven, admirando sus rasgos, el color dorado de su piel, la sonrisa en su boca. Valeria sin duda era hermosa. Acarició su mandíbula suavemente, notando el latido de su corazón relajarse.

— Tal vez un poquito, rubia. — La vaciló ligeramente, deleitándose al verla rodar los ojos.

— No mientas, chaval. Cada vez que Valeria no te cogía el móvil a la primera parecía que te ibas a poner a llorar toda la tarde. — Dijo Ferran desde la piscina con una sonrisa socarrona mientras agarraba a su novia por la cintura.

— Cállate Ferran. Tú tienes suerte que tu cuñado sea nuestro entrenador. — Se defendió el sevillano, uno de sus brazos rodeando la cintura de la joven posesivamente.

Ambos escucharon las carcajadas de la pareja. El sevillano no pudiendo evitar sonreír al verles tan felices. Sus ojos fueron a parar a Valeria, una calidez envolviendo su cuerpo al verla sonreír, sus ojos brillando levemente.

Hasta que los pensamientos de antes pasaron por su mente, la sonrisa desvaneciéndose a la vez que esa sensación de culpa empezaba a instalarse en su estómago. No estaba bien. Claro que no lo estaba.

— ¿Estás bien? — Murmuró Valeria a su lado, entrelazando los dedos de su mano con los suyos, una expresión de preocupación adornando su cara. Gavi parpadeó, sonriendo de nuevo mientras tiraba de ella en dirección a las tumbonas,

— ¿Contigo aquí? No puedo pedir nada más. — Dijo, intentando que la culpa no lo comiese vivo al verla sonreír con plenitud; al sentir sus labios sobre los suyos; al notar la calidez de su piel junto a la suya al tumbarse encima de él.

Gavi intentó no pensar en lo mal que iba a terminar todo esto.

































author's note
hola hola :)
mucho tiempo sin leernos y todo mi culpa :') entre clases y cero inspiración, me ha costado sacar este capítulo (que ni siquiera es del largo que me gusta normalmente).
os pido perdón por tardar meses en actualizar y espero que os guste este capítulo. me pondré con el siguiente ya mismo porque estoy POR FIN de vacaciones la semana que viene :)
os subo esto justo antes de despegar porque vuelvo a casa de estar fuera estudiando.
no olvidéis comentar todas vuestras opiniones tanto negativas como buenas (tomo en cuenta todo lo que me decís).
¿60 comentarios para el siguiente capítulo?
nos leemos prontito! os adoro <3
pd: volveré a editar este capítulo cuando tenga wifi para poner el gif, la gramática y todo :) nos vemos!

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