—¡Pacifica, vámonos de aquí! ¡De prisa! —Gritó Dipper al contemplar el horror absoluto postrado frente a él.
Pacifica no tuvo ni siquiera el tiempo necesario para poder apreciar con total claridad la clase de monstruosidad que se hallaba dentro de aquella caja de gigantescas proporciones, ya que lo siguiente que sintió fue el fuerte tirón que Dipper le dio para comenzar a escapar sin si quiera ponerse a pensar que alguna otra trampa oculta podría estar aguardándolos.
—¿Qué está pasando, Dipper? ¿Qué fue lo que viste?
—¡Nada! ¡Nada! ¡Solo sigue corriendo y por nada de este mundo se te ocurra mirar atrás! —Repitió.
Sin embargo, a pesar de las advertencias dadas; Pacifica no pudo ocultar por mucho tiempo su sobrada curiosidad, así que hizo exactamente lo opuesto a lo que Dipper le había dicho solo para encontrarse con la feroz rabia de un gigantesco y hambriento lobo cubierto de pelaje negro.
—¿Un lobo? ¿Es enserio? —Gritó desconcertante para después dirigirle una mirada asesina a Dipper—. ¿En verdad esa es tu definición de "Todo está bien"?
—¡Te dije que no miraras atrás! —Dijo Dipper, tratando de ir más rápido—. ¡No te detengas y sigue corriendo!
La angustiosa carrera había llegado a un punto medio. Por un lado, Dipper y Pacifica estaban comenzando a sentir el evidente cansancio sobre sus flacas piernas y la inevitable falta de aire en sus pulmones ocasionaba que su huída fuera cada vez más lenta y fatigosa. Y por si eso fuera poco, todas aquellas sensaciones eran inevitablemente acompañadas por una intensa y dramática subida de su ritmo cardiaco. En contraparte, el fiero animal se mantenía íntegro, con un voraz apetito que conforme a los segundos y a la cada vez más cercana posibilidad de poner sus garras sobre los chicos para devorarlos; aumentaba progresivamente. Los chicos bajaron la velocidad, pero eso no significaba que fueran a detenerse a pesar de sentirse perdidos y abrumados dentro de un laberinto pesadillesco en el cual parecía no existir una salida como se los habían prometido antes de comenzar el juego demencial. Dipper giraba los ojos hacia todas partes, tratando de buscar desesperadamente una pista que les dijera como escapar. La tensión, el nerviosismo y la angustia se hacían cada vez más pronunciadas, puesto que el chico sabía que no solo su vida y la de Pacifica estaban en juego, sino la de su propia hermana y la de sus amigas más cercanas. En ese momento, el pie de Dipper se volvió a hundir en el piso, indicando que habían activado otra de las trampas que su captor les había puesto. Para Dipper fue demasiado tarde cuando se dio cuenta de lo que había hecho. De tal modo, Pacifica fue la primera en percatarse cuando de repente; dos de los muros colocados a los extremos se cerraron repentinamente. Gracias a sus increíbles reflejos parecidos a los de un felino; Pacifica alcanzó a detener a Dipper justo a tiempo antes de que las paredes se cerraran frente a sus narices, lo aplastaran y le ocasionaran una muerte instantánea pero al mismo tiempo indigesta y horripilante.
—¡Cielos! —Exhaló aire—. ¡Gracias, Pacifica!
—¡Debes ser más cuidadoso! —Le advirtió.
No hubo más tiempo para una charla más prolongada, puesto que el animal se había detenido; acorralándolos debido a que las dos paredes aún no habían regresado a su sitio creando una especie de trampa doble. Los dos chicos estaban ahora a su merced. Ambos retrocedieron hasta verse en una situación donde las probabilidades de escapar eran prácticamente nulas. Para su desgracia, lo único que podían hacer era contemplar como la causa de su muerte próxima se aproximaba a ellos; llena de colmillos filosos y un par de ojos rojos que brillaban en la obscuridad. Sin más preámbulos, la bestia terminó por lanzarse contra ellos. Ambos alcanzaron a cerrar los ojos, pero justo cuando creyeron que sus días en este mundo habían terminado; fue el tiempo el que esta vez estuvo a su favor, ya que uno de los muros se movió para bloquear el camino que había entre ellos y el animal; ocasionando que este último se estampara de lleno contra el cúmulo de fierros retorcidos.
—¿Qué está pasando? —Preguntó Pacifica.
—El laberinto... Está volviendo a cambiar... —Dijo Dipper.
Dicho y hecho, los muros que conformaban el laberinto se desplazaron para crear otras nuevas y desconocidas rutas. Al terminar, Dipper y Pacifica perdieron la noción de donde se encontraban o de cómo debían continuar a partir de ese punto. Sin embargo, era la joven rubia la que se mantenía un poco más optimista ante los hechos; convirtiéndose en algo evidentemente notorio cuando Dipper se derrumbó sobre el frío suelo con las manos apoyadas sobre él; perdiendo todas las esperanzas de poder salir de ahí con vida.
—Todo terminó... Todo se ha perdido... —Dipper murmuró en un estado de shock a punto de ponerse a llorar.
—¿Qué disparates dices? No podemos darnos por vencidos todavía... —Inspeccionó el lugar con la mirada—. El laberinto ha cambiado dos veces, eso significa que aún tenemos catorce minutos para salir de aquí. ¡Vamos, Dipper! Esto aún no se acaba.
—¡Es inútil! —Le levantó la voz—. ¿No te has dado cuenta de lo que ocurre, Pacifica? No hay salida, ese tipo nos mintió desde que nos encerró en este lugar. Solo piénsalo, todos los que han entrado a este lugar han muerto sin remedio y ahora sé cuál es la razón. Cavamos nuestra propia tumba en el momento en el que decidimos venir a explorar este maldito lugar. Siempre creí que tenía todas las respuestas, pero ahora me doy cuenta de que no soy nada. No tengo el coraje para continuar, ni para salvar a nadie. Soy apenas un chico de doce años... ¿En qué demonios estaba pensando al creer que podía resolver todos los misterios de Gravity Falls por mi cuenta? Siempre imaginé que mientras el diario estuviera conmigo nada malo podría suceder. Pero me equivoqué... Sin ese diario estoy completamente indefenso... Me siento desnudo... No sé qué hacer ahora... Perdóname Mabel... Perdónenme... Candy... Grenda... Lo siento... —Comenzó a llorar desconsoladamente—. Lo lamento...
Pacifica miró la escena completa, aunque no permaneció quieta. A continuación, se colocó frente a Dipper, lo sujetó fuertemente de su camiseta naranja para alzarlo a una altura prudencial y con la ayuda de su mano derecha; propinarle una cachetada que retumbó en el escenario.
—¿Por qué lo hiciste...? —Preguntó Dipper, extremadamente confundido y estupefacto.
—¿Por qué? —Lo miró a los ojos—. ¿Quieres saber por qué lo hice? Me sorprendes, Dipper... ¿Dónde quedó tu espíritu? ¿Dónde quedó el Dipper que no conoce los límites? ¿Dónde está ese Dipper que enfrentó por sí mismo a un espectro de categoría diez? ¡Tan solo mírate! ¡Eres patético!
—Si crees que soy patético... ¿Entonces por qué viniste con nosotros en primer lugar?
—Bueno... Yo... Vine porque... —Pacifica se sintió incomoda con la pregunta y lo soltó—. ¡Qué más da! Eso no tiene importancia...
—¡Para mí sí lo es! —Se acomodó su atuendo favorito.
—Escúchame bien cabezón, yo no soy la que debería de responder las preguntas aquí.
—Solo quiero que me respondas esto... ¿Por qué aceptaste venir con nosotros? —La sujetó suavemente de los hombros para hablarle de frente—. Pudiste rechazar la invitación, pero no lo hiciste. ¿Cuál es la verdadera razón?
—¡Está bien! ¡Te lo diré! —Pacifica soltó la sopa al sentirse acorralada—. Acepté venir con ustedes porque quería tener una emocionante aventura contigo, con tu hermana y con sus amigas... Quería tener un cambio drástico en mi vida. —Se apartó de Dipper, dándole la espalda.
—Pacifica... —La llamó, sin ningún resultado.
—No sé exactamente porque... —La rubia continuó—. Pero desde algún tiempo supe inmediatamente que necesitaba sentir un poco de emoción y riesgo de alto impacto en mi vida cotidiana. Ya estoy cansada de asistir a eventos de gala, a fiestas con las personas más falsas del mundo, fingir una sonrisa y de vestir elegantes vestidos tan solo para subir de rango en el estatus social. ¿Quieres saber algo más, Dipper? Nunca he tenido un solo amigo verdadero en toda mi vida. Todas esas personas que se supone que deberían serlo; me aceptaban únicamente debido al prestigio que mi familia goza de manera injusta en este pueblo. Si mi familia no fuera millonaria; estoy segura de que me harían a un lado como a cualquier otro chico o chica promedio del pueblo. ¡Y francamente ya estoy harta! —Su voz se entrecortó al no poder mitigar su propio llanto—. Pero en ese momento, fue cuando aparecieron tú y tu hermana. En aquél entonces yo aun era controlada por los ideales de mis padres; los cuales hasta antes del día de la fiesta; pensaba que eran los correctos. Tú hermana fue la primera que me habló sinceramente como a una amiga y lo único que hice fue rebajarla y pisotearla como si fuera un saco de basura. Pero ya no pienso permitir que los demonios de mi pasado vengan a atormentarme de nuevo. Además, gracias a ti pude experimentar de esas emociones que había estado buscando con desenfreno. A pesar de lo aterrador que fue; jamás me había divertido tanto en toda mi vida. Y todo gracias a ti, Dipper. Eres el chico más valiente que he conocido en mi vida. Es por eso que no te puedes dejar caer así de fácil. No sé si te han dicho esto antes, pero... No necesitas de ese diario para demostrar tu valor. Ese diario tuyo es simplemente una guía. Todo lo que has conseguido hasta ahora lo has hecho por ti mismo. ¡Velo de esta forma! Ninguno de los otros chicos ricachones y presumidos que conozco se hubiera enfrentado por sí mismo a murciélagos gigantes. Y qué decir de un fantasma todopoderoso. —Suspiró—. ¡Ahora que ya conoces mis razones; sí no te pones en marcha, entonces yo lo haré con o sin tu ayuda! ¡Rescataré a Mabel y a sus amigas así me cueste la vida!
Dipper guardó absoluto silencio. Sin embargo, a los pocos instantes; se dirigió hasta su compañera para postrarse a su lado, entonces colocó su mano izquierda sobre el hombro derecho de Pacifica; provocando que la joven de cabellos dorados cesara su llanto instantáneamente.
—Gracias... —Le sonrió.
—¿Por qué? —Se secó las lágrimas con la ayuda de las mangas de su corta chamarra.
—Por hacerme entrar en razón... Por un momento perdí las esperanzas y la confianza en mí mismo... Tienes razón, este no es el momento más indicado para ponernos sentimentales ni mucho menos para decir que todo se ha perdido. Aún no estamos vencidos. Las vidas de Mabel, Candy y Grenda dependen de nosotros. Es por eso que debemos encontrar una salida pronto.
—Así se habla... —Pacifica le regresó el gesto—. Al parecer has vuelto a ser tú.
—Todo te lo debo a ti. Y por cierto, Pacifica... —Dipper le dirigió una segunda sonrisa aún más tierna, cálida y confortable que la primera—. Me agrada la idea de vivir aventuras junto a ti. —Caminó unos pasos para quedar por delante de ella—. Es emocionante tenerte como a una compañera de misterios. —Soltó una risilla nerviosa—. Además, sé como que se siente cuando no se goza de muchas amistades. Pero no importa la cantidad, sino la calidad. De hecho, mis mejores amigos se encuentran en este lugar... Wendy, Soos y ahora tú. Oficialmente y a partir de este momento puedes considerarte como una parte valiosa de mi círculo de amigos.
—G... Gracias... —Dijo al sonreír, poniéndose completamente roja y desviando la cara para que Dipper no lo notara—. Como sea, es hora de movernos...
—Sí... Deprisa, antes de que el laberinto vuelva a cambiar de forma o antes de que nos topemos nuevamente con nuestro feroz y peludo amigo... —De repente, Dipper alzó levemente la mirara por medio de un reflejo. Entonces, una corazonada atravesó su cerebro como si fuera una flecha envenenada—. Espera un momento, Pacifica.
—¿Qué sucede?
—¡Mira eso! —Le advirtió, enfocándose y señalando la parte media del muro que se había movido anteriormente para salvarlos del ataque del feroz animal—. Ese símbolo... Lo reconozco...
Pacifica dirigió su mirada hacia el lugar indicado, encontrándose con una marca roja colocada sobre una sección dividida entre la pared; dando la pinta de que esta podría ser una especie de interruptor. La marca es sí, parecía ser la de un ser humano dibujado con palitos sobre una hoja de papel.
—¿Qué tiene de especial? —Pacifica alzó una de sus delineadas cejas.
—Creo que esta es la clave para salir de aquí. Ya he visto este símbolo antes... ¡Claro! —Se acercó un poco y golpeó suavemente la palma de su mano izquierda con su puño derecho al prendérsele el foco—. Este es uno de los símbolos que se encontraban en el cuarto de seguridad que conducía a la cámara del cambia-formas en el bosque.
—¿Cuarto de seguridad? ¿Cámara del Cambia-formas? —La chica preguntó, confundida—. ¿Dipper, quieres explicarme?
—Ahora entiendo a que se refería ese sujeto cuando dijo que solo con la ayuda de mi buena memoria podría identificar la verdadera salida. —Dipper continuó hablando como si Pacifica estuviera al tanto de todo lo que había atravesado en los días previos—. Aunque ahora lo que me tiene realmente inquieto es saber cómo ese tipo se enteró de lo que hacíamos en el bunker... Esto no tiene ningún sentido... Debemos salir de aquí y averiguar quién es este individuo... Tengo un mal presentimiento sobre ello... ¡Andando, Pacifica! Creo saber ahora como salir de aquí.
Acto seguido, Dipper se colocó frente al susodicho símbolo y como si supiera exactamente lo que sucedería, colocó su mano sobre la marca en cuestión. En ese momento, la sección se sumió y el color prominente de las luces que bañaban el laberinto cambió de un color rojo intenso a uno azul igualmente intenso para que finalmente; una serie de luces en forma de flechas sobre el piso se iluminara; indicándoles el camino que debían seguir a partir de ahora.
—¡Lo logramos! —Anunció Dipper con toda la confianza del mundo.