El tormento del Asesino © [Tr...

By AlexandraRose-

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Segundo libro de "La mente del psicópata". ↬Las voces en mi cabeza me gritaron que te matara, pero solo eras... More

El tormento del asesino
Esquizofrenia
Prólogo
1. Extraño parecido
2. Suerte o Desgracia
3. Te extrañé, tonta Casey
4. El secreto de Mia
5. Asesinato perfecto
6. La mentira de Adam
7. Buenas noches
8. Encerrada en el armario
9. Dulce sangre. Pt 1
10. Dulce sangre. Pt 2
11. Yes, daddy
12. También te quiero, llorona
13. El trastorno de Beth
14. La guía para no perderse antes de volver a leer
15. El host
16. Verdades y Mentiras
17. Confesión a media noche
18. Un beso antes de morir
19. Adiós, Jayden. Pt 1
20. Adiós, Jayden. Pt 2
21. Final de temporada
22. Especial de año nuevo
23. Segunda parte y guía para no perderse antes de volver a leer
24. El novio de Beth
25. Reencuentro esperado
26. Persecución
28. Mentiras y Secretos
29. Cambios al anochecer. Pt 1

27. Un salto al pasado

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By AlexandraRose-




...

V E I N T I S I E T E

» Recuerdos antes de la tormenta. Digo, antes de una gran aventura en el parque de diversiones :)

...


Elizabeth Kersey siempre había sido descrita como alguien tierna, paciente, complaciente. Alguien que, a simple vista, no parecía matar ni una mosca y que además podía comprar a muchas personas con un lindo rostro.

Pero también murmuraban que, cuando se encontraba "a solas", su comportamiento era muy extraño.

Hablar de su padre era un tema delicado.

Enterarse a tan corta edad de que tenía otra familia fue mucho más shockeante para su madre, Lillian. Pero lo que la golpeó como un meteorito en la cabeza fue darse cuenta de que todo el amor del que le habló su padre fue solo una mentira, porque prefirió a su otra familia antes que a ella. Y la abandonó.

Sus visitas nunca fueron constantes y a la fecha son inexistentes.

Su madre estaba muy ocupada trabajando y teniendo citas con extraños que conocía online.

Las personas en su escuela parecían hablarle por conveniencia y luego abandonarla de la misma manera, diciendo que era bonita, pero un poco rara.

Así que, se quedó sola por un tiempo.

Pero siempre intentó revertir esa situación a su favor.

Nícolas Lancaster sabía todo eso porque la conoció en diferentes etapas de su vida. Y se dio cuenta de que ella era muy distinta a como todos pensaban.

Pero para hablar de eso, tenemos que regresar un poco en el tiempo.

Hace un año y 11 meses.

Era un lunes por la mañana. Beth se arregló el largo cabello rubio y la ropa una última vez antes de bajar corriendo por las escaleras. Le gustaba llegar temprano a la escuela, porque siempre había alguien esperándola.

—Mamá, ya me voy a la... —detuvo sus pasos al pie de la escalera—... escuela.

Sabía que su madre tenía múltiples citas, pero los hombres con los que salía no ponían un pie más allá de la sala de estar y mucho menos se quedaban a comer.

Es por eso que, ver a ese desconocido tomando desayuno en su mesa fue extraño. Ver que estaba acompañado de un chico que parecía su versión joven fue el doble de extraño.

—Elizabeth, él es el señor Lancaster y su hijo, Nícolas. ¿Recuerdas que te hablé de ellos?

Recordaba algo. Vagamente. Muy vagamente. Era posible que hubiera visto a ese hombre a lo lejos alguna vez y lo saludara de la misma forma en la que lo hizo ahora.

—Hola —dijo, levantando una mano.

—Es agradable verte de nuevo, Elizabeth —continuó él.

—Igual —respondió ella sin inmutarse ante su mirada.

—Pensé que tenía catorce —comentó el que se llamaba Nícolas, ganando la atención de golpe.

—Tiene catorce —respondió su madre, llegando a su lado y sosteniendo sus mejillas con una mano para escrutarla con una mirada analítica—. Ya te dije que no uses maquillaje, cariño —la soltó—. En fin, Nícolas te llevará a la escuela. Todas las veces que vino para verte salías con tus amigos, pero pueden aprovechar este tiempo para conocerse.

Nícolas mostró una brillante sonrisa desde su sitio. A simple vista no se veía como un mal tipo, pero había algo en su mirada que no le gustaba.

—Sí, ¿por qué no? —Beth se encogió de hombros de cualquier forma—. Me llevaré el desayuno, lo comeré en la escuela.

—Hasta luego señor Lancaster —se despidió—. Madre, volveré tarde, saldré con mis amigos.

—Está bien hija, cuídate.

Escuchó a ese rubio despedirse de la misma manera y luego un comentario de su madre:

—Es un chico tan educado...

Nícolas, por su parte, cerró la puerta tras él y se topó con Elizabeth esperándolo en la entrada de brazos cruzados. Ella lo escaneó con curiosidad y él hizo lo mismo.

Lucía muy alta, más alta que las chicas de su edad. Su largo cabello rubio y el maquillaje que usaba le sentaban bien. Pero había algo que no cuadraba en ella. No eran su atuendo, accesorios llamativos, el ligero maquillaje ni su forma de hablar. Parecía que así era ella, pero definitivamente no aparentaba su edad. Le habría puesto unos dieciséis.

Subieron al auto.

—¿De verdad tienes catorce? —preguntó.

—Sí, ¿quieres ir a la cárcel?

—Tengo diecisiete, aun no iría a la cárcel —contestó él con una risa—. Me caes bien.

—Tú a mí no, pero mi madre parece muy ilusionada con tu padre —admitió Beth—. No recuerdo muy bien, pero no parece ser la primera ni la segunda vez que lo veo.

—Claro que no, he visto a tu madre muchas veces. Más de las que puedo contar con los dedos, te lo aseguro. Mi padre la adora —pararon por el semáforo que se puso en rojo, arregló su espejo—. Está enamorado.

Beth solo escuchó "bla, bla, bla, padre enamorado".

Normalmente, intentaría actuar super agradable y linda con él, pero había algo en él que no le generaba confianza, que la hacía sentir insegura, juzgada. Decidió ladear la cabeza en su dirección y se encontró con sus ojos clavados en ella. Sintió una alerta en cabeza. Era un chico apuesto, pero le veía cara de todo menos de inocente. La miraba como si la conociera, como si supiera sus secretos. Eso le disgustó.

Abrió el jugo que había guardado en su mochila y se lo llevó a los labios.

—Mi madre se aburrirá en un mes, así que no te preocupes por caerme bien.

—No lo creo —soltó Nícolas, avanzando —. Se ven desde hace medio año.

Beth escupió el jugo.

Nícolas se detuvo en seco.

—Ey, ¡cuidado con las lunas! —recriminó— ¿Quieres que nos matemos?

—¿Medio año? —preguntó la rubia, en shock.

Nícolas asintió, volviendo a retomar el camino.

—Toma —le extendió un pañuelo—.Estoy seguro de que se van a casar.

—¿Casar? —soltó ella, aún más desconcertada—. ¿Una boda?

—Ajá.

Beth estaba cada vez más impactada.

—Es absurdo, ellos acaban de...

—Medio año —le recordó Nícolas.

—Aun así, es muy pronto. No pueden.

El rubio se encogió de hombros.

—Puedes apostar conmigo y perder tu dinero.

Beth sacudió la cabeza y observó por la ventana. Se dio cuenta de que entre todo su aturdimiento, estaban a punto de llegar a su escuela.

—No, gracias, para —dijo dando una repasada rápida a los alrededores—. Me bajaré antes para que no nos vean llegar juntos.

Nícolas enarcó una ceja, observando a al rededor como ella sin ver más que estudiantes metidos en sus propias cosas. Volvió la mirada a ella sin comprender. La vio arreglarse el cabello nuevamente y colocarse la mochila. Tomó la manija de la puerta, transformando su rostro totalmente, como si estuviera muy emocionada de pronto.

Entonces sus ojos cayeron en unas dos chicas que pasaron por un lado del auto y la saludaron con una mano.

El rostro de Beth se desencajó por completo. Sus ojos se abrieron con pasmo por un segundo muy corto, pero solo las saludó con una mano y una pequeña sonrisa.

—Olvídalo, justo nos topamos con las más chismosas —murmuró—. Adiós.

Nícolas alargó una mano para sostener su mochila y retenerla.

Ella se volteó enarcando una ceja.

—¿Me das tu número? —preguntó el rubio y le extendió su teléfono.

Beth pareció querer mirar alrededor nuevamente, pero lo disimuló  muy bien.

—¿Para qué?

—Si vamos a ser hermanos, hay que afianzar los lazos.

Beth le arrebato su teléfono y escribió su número con rapidez.

—No me llames porque no contestaré —advirtió—-. Si me escribes puedo pensar en responderte dependiendo de lo que quieras. Y si mi madre se llega a casar con tu padre, esta será la conversación más larga que tendremos.

Nícolas se despidió con una mano y esperó hasta que ella entró a la escuela.

Estuvo a punto de irse, pero entonces escuchó a un par de chicas pasar hablando a su lado y echándole miradas curiosas. Eran las mismas de hace un rato, las que saludaron a Beth.

—¿Quién será?

—Es otro chico.

—Pobre Tanner, se nota que adora a Elizabeth. Siempre están como chicles.

—Se lo advertí, pero parece que no le importa porque también la engaña.

—¿Qué? Cuéntame.

Nícolas se creó toda una película en la cabeza, pero no era nadie para juzgar, así que solo arrancó el auto y se alejó de allí sin indagar en el tema.

Sin embargo, él era un tipo chismoso y muy entrometido. Así que no pasó mucho tiempo para se acercara a aquellas chicas que siempre murmuraban y miraban en su dirección cuando llevaba o recogía a Beth de la escuela.

Ese día en específico, lo enviaron a recoger a Beth de la escuela para ir a una cena "familiar", pero, en lugar de seguir de largo cuando ella entró a la escuela, se bajó del auto.

Caminó hasta quedar frente a esas dos chicas con las que había visto a Beth salir algunas veces.

—¿Sales con Elizabeth? —preguntó una de ellas.

—No, somos futuros hermanastros —respondió el rubio—, o eso espero. No quiero perder la apuesta en la que fui tan insistente.

Ellas se miraron con sorpresa.

—¿Entonces con su hermanastro también?

—Esto es como esas novelas de amor prohibido.

Nícolas enarcó una ceja.

—A ver. No, no, no —dijo él soltando una corta risa—. Les agradecería si no dicen eso. Si mi padre viene a la escuela y lo escucha, me matará.

—¿No te parece linda? —preguntó la de la derecha.

Nícolas dudó por un segundo.

—Sí, pero...

—Lo sabía —dijo la de la izquierda—. Se verían más lindos juntos.

—Tal vez se enamora de él y deja a Tanner en paz —la apoyó su amiga.

Nícolas no entendía nada, pero puso un billete frente a ellas y se hizo el silencio.

Las dos miradas se desplazaron hacia él con curiosidad.

—Si me cuentan algunas cosas de Elizabeth les daré dinero.

Ambas chicas intentaron tomarlo, pero él lo alejó.

—Primero la valiosa información —advirtió—, y espero que sea verdadera.

—Trato hecho —accedieron—. ¿Qué quieres saber exactamente?

—Siempre escucho que sale con muchos chicos.

—Es cierto, eso pasa desde que se mudó aquí. Todos se enamoran de ella a pesar de los rumores.

—¿Qué rumores? —inquirió el rubio.

—Pues, salió con varios chicos y todos terminaron en el hospital. Es toda sonrisas y muestras de afecto con ellos un tiempo y de la nada dejan de gustarle, los ignora y terminan teniendo un extraño accidente.

—Conocemos a algunos. Uno no sabía nadar y cayó en la piscina de la escuela. Nadie lo ayudó hasta después de minutos enteros, por poco y se muere ahogado —dijo la otra chica, enumerando con sus dedos—. Otro tuvo un accidente con su bicicleta. Se cayó en la pista e incluso lo llevaron al hospital, le quedó una fea cicatriz en la pierna. Y el último cayó de las escaleras. Solo se golpeó un poco porque no estaba tan lejos del final, pero tuvo un gran susto. Igual terminó en el hospital por el dolor.

—Ellos nunca la delataron y tampoco dicen nada malo de ella, pero estamos seguras de que lo hizo.

—Tiene como un encanto especial, algo atrayente —añadió la otra—. Pero luego la conoces de verdad y te das cuenta de que hay algo mal en ella. Aunque no todos parecen pensar lo mismo.

—Habla sola y parece un poquito agresiva cuando nadie la ve. La han escuchado gritar y patear los cubículos del baño.

Nícolas frunció el ceño ligeramente ante todo lo que le decían. Sobre todo porque había visto a su hermanastra salir con ellas muchas veces, sonriendo despreocupada.

—¿No son sus amigas? —inquirió—. Las he visto salir juntas otras veces.

—A veces nos juntamos con ella, pero somos dos grados mayores. Las chicas de su edad la odian.

—La vemos en el almuerzo y algunas veces en la salida. Más que nada por Tanner. Es decir, ella parece una buena persona... siempre que no mires a sus chicos.

—Exacto, a veces asusta.

—¿Y quién es ese Tanner? —preguntó Nícolas.

—Ah, sí. Pobre Tanner, también cayó.

—¿Cómo que cayó?

—Cayó perdidamente enamorado de ella, como los demás.

—Siempre la vieron salir con chicos, sobre todo mayores, pero nunca aceptó ser novia de ninguno. Tanner es el primero oficial.

—Y eso que al principio no parecía nada interesado en ella. Al parecer lo ocultó muy bien. Incluso dicen que la rechazó, pero luego se hicieron novios de la nada. Ahora se ven super enamorados.

Entonces Tanner fue el primero que la rechazó y por eso ella está obsesionada con él, pensó Nícolas.

—Tengo miedo por él —continuó la chica de la izquierda—, Elizabeth es peligrosa.

—Tanner no entenderá hasta que algo le pase.

—Aunque ella actúa bastante... tierna a su alrededor. Nunca la había visto actuar de esa manera, parece como si esa aura de peligro que la rodea hubiera sido reemplazada. De verdad parece enamorada.

—Es cierto. A pesar de esos rumores de que la engaña, todavía sigue con él y no ha tenido ningún accidente. De hecho, siempre están besándose o agarrados de las manos.

Nícolas por fin reaccionó.

—¿Tanner la engaña?

Ambas chicas se encogieron de hombros.

—Todos hablan de eso, pero nadie sabe cómo empezó ese rumor, no se sabe si es cierto o quien es la chica con la que la engaña. La verdad, no creo que sea cierto.

—Exacto, Tanner no haría algo como eso. Y si llega a ser cierto, tal vez...

Entonces una voz se escuchó a sus espaldas.

—¿Por qué están hablando con él? —preguntó Beth.

Ambas chicas abrieron los ojos como platos.

—¡Está celoso de Tanner! —exclamó una de ellas.

Nícolas se quedó helado.

—¿Qué?

—Le dijimos que no tiene oportunidad —apoyó su amiga—. ¡Nos vemos Elizabeth!

Beth se cruzó de brazos y lo observó con extrañeza.

—No es lo que estás pensando —intentó explicar el rubio.

—Solo vámonos —dijo ella, rodeando los ojos y subiéndose al auto.

Y así, Beth cumplió su promesa. Mientras su madre y el padre de Nícolas eran más cercanos y él pasaba más tiempo en su casa, menos se le acercaba y menos le hablaba.

Eso no lo detuvo de acercase a ella en su lugar y molestarla siempre que podía. Había logrado un avance de 0% en su plan de "acercarse a Beth y llevarse bien con ella" a pedido de su padre, en esos dos meses que habían transcurrido.

—Déjame en paz —soltó Beth uno de esos días que él le ofreció unos chocolates que eran sus favoritos— ¿Te gusto o qué?

Nícolas se llevó uno de los chocolates rechazados a la boca.

—Mi padre me mataría —dijo de forma automática y luego dijo algo que había escuchado algunas veces de parte de sus compañeros de escuela solo para ver su reacción—. Y ahora que te conozco mejor, eres bonita, pero a veces das miedo.

Beth ni se inmutó y volvió la vista a aquel libro en sus manos.

—Eso he escuchado, pero nunca me lo dicen de frente.

—¿Quién podría decir cosas tan horribles de ti cuando tienes tantos fans? —el rubio fingió demencia porque había hablado con diferentes grupos de chicos de su escuela y todos le habían dicho cosas parecidas.

—Cuando no están conmigo, van por allí diciendo que soy aterradora y cosas así. Sobre todo las chicas, no les caigo bien.

—Claro, todos son terribles menos Tanner.

Beth bajó el libro y una sonrisa se posó en su rostro.

—Sí, Tanner es... —estuvo a punto de decir, pero luego sacudió la cabeza, volviendo a la normalidad—. Espera, ¿Cuándo te hablé de él?

Nícolas pensó en una excusa rápida, utilizando otro de los comportamientos que había observado de ella cuando estaban solos.

—No lo hiciste, te escuché cuando hablabas sola —respondió—. ¿Es normal o se lo digo a tu madre?

Beth soltó un suspiro, tal vez de tristeza, ante la mención de su madre.

—Así soy yo.

...

Las semanas siguieron pasando y Nícolas pudo enterarse en ese tiempo que el novio de Beth, Tanner, era un tipo solo un año menor que él, aparentemente muy popular e inteligente. Alguien que sabía disculparse muy bien, pues había visto a Beth llegar con ramos de flores luego de escucharla llorar en su cuarto.

Y que cada vez había más rumores de que la engañaba.

Pero también supo que ella los ignoraba todos, porque, después de todo ese tiempo, seguía estando con él muy enamorada.

Nícolas supo que de ser cierto, no importaba lo que ese tipo hiciera, Beth siempre lo perdonaría o, en el peor de los casos, fingiría que nada sucedía solo para seguir con él.

Los días siguieron pasando, Nícolas la acompañaba a la escuela, a veces la recogía y pasaban juntos casi todos los fines de semana, en los que sus padres aprovechaban para salir.

Pero no hablaron ni se conocieron mucho más de lo que ya habían hecho. Beth parecía tener más ganas de hablar con la pared de su habitación que con Nícolas y él pronto se dio cuenta de que, realmente, era extraña y un poco aterradora. Cada vez escuchaba más conversaciones y rumores acerca de ella sin si quiera preguntar. Y ninguno era bueno.

Pero nunca le preguntó al respecto, hasta que llegó ese día.

Nícolas había entrado a su escuela, para dejar el almuerzo de la rubia en la recepción, pero escuchó la voz de Beth y siguió aquel camino, ya que nadie lo estaba mirando.

—¿Quién eres? —inquirió la voz de Beth, sin una pizca de la dulzura con la que le hablaba a su novio por el teléfono.

—¿De qué hablas, Elizabeth? Si es por lo de ayer...lo lamento. No sé por qué dije eso y te juro que no hice nada con ella.

—Yo no... te importo ¿cierto?

—Claro que me importas, no seas tonta. Vamos, recuerda que si quieres terminar conmigo puedes hacerlo, pero hablarán mal de ti. Yo siempre te he cubierto de todo. Todos decían que eras extraña, pero a mí me gusta como eres, me gusta todo de ti. Olvidémoslo, sé que no te gusta quedarte sola.

Nícolas se asomó en el momento exacto en el que vio a Tanner envolver sus brazos alrededor de Beth.

—Me engañaste y fingiste que no me conocías —dijo ella apartando los brazos de él—. Igual que los demás —murmuró, con la mirada totalmente perdida— ¿Si quiera me quieres?

Él la sostuvo con fuerza de los hombros para quedar a una distancia razonable y que lo mirara a los ojos

—Claro que te quiero ...

Ella dio un paso más cerca de él.

—Creo que yo no te quiero a ti. Todos lo dicen y no significa nada. Son puras mentiras, palabras sin valor.

Avanzó, él retrocedió cada vez más cerca del borde de las escaleras.

—Elizabeth, mírame. No es lo que estás pensando.

—Yo podía perdonarte cualquier cosa, pero no que fingieras no conocerme después de todo lo que hice, todo lo que acepté por ti —dijo, por fin levantando la mirada, dejando ver sus ojos llenos de lágrimas—. Quédate con tus estúpidos amigos falsos, no los necesito, solo me importabas tú.

—Hey, basta —Tanner limpió una de las lágrimas de la rubia—. No llores, lo lamento —dijo poniendo una mano en su mejilla y acarició su cabello—. Lo lamento, olvidémoslo, ¿está bien?

Se vio la duda que cruzó por la mirada de Beth por un segundo, pero ella terminó por asentir, poniendo una mano sobre la de Tanner, que sostenía su rostro.

—Está bien, lo olvidaré —soltó con toda la dulzura e inocencia posible en su voz, pero Nícolas vio el momento justo en el que apretó la mano libre en un puño y luego la relajó, como si se hubiera decidido a hacer algo—. Pero deberías tener cuidado...

Tanner la observó sin comprender.

—... porque los accidentes pasan.

Entonces, pasó algo que Nícolas no espero, pero tal vez debió hacerlo. Algo que pasó en una tortuosa cámara lenta en frente de sus ojos y que confirmó aquellos rumores que le habían contado.

La mirada de Beth se transformó en un segundo y empujó a Tanner con su mano libre. Vio como él cayó con un estruendo y golpe seco al primer piso.

Se quedó congelado en su sitio hasta que un grupo de chicos se acercó corriendo.

—¡Tanner! ¿Qué demonios le pasó?

Miraron hacia arriba en las escaleras. Beth bajaban con toda la paciencia del mundo.

—Lo empujó Elizabeth —dijo uno de ellos.

—Estás loco, ella jamás haría algo como eso —negó otro—. Salían desde hace meses.

—Te digo que lo empujó, lo vi.

Entre toda la conmoción, empezaron a pedir ayuda y más personas llegaron preguntando qué es lo que había pasado.

Nícolas retrocedió cuando Beth llegó al pie de las escaleras, sin saber qué hacer, pero tomó valor y se acercó a ella de golpe. La tomó del brazo y la jaló con fuerza hasta que quedó pegada a su pecho. Quedaron ocultos por la pared, lejos de la escena y de los ojos de los demás.

—¿Qué carajos ha sido todo eso? —preguntó, incrédulo— ¿Qué acabas de hacer?

Beth respiró con tranquilad, nada arrepentida.

—Lo empujé —confesó—, espero que se haya lastimado —luego fijó sus ojos en Nícolas—. ¿Es lo que te han dicho de mí, no? Que lastimo personas. Es cierto, lo hice. Todas las veces, todos esos chicos. Fui yo.

Nícolas solo la observó sin decir nada. Él había escuchado todo, cada palabra que dijo Tanner antes de caer y claro que sabía un sinfín de rumores acerca de la tóxica relación que mantenía con Beth. Ninguno era bueno y se pusieron peor a medida que avanzaron los meses.

Sí, puede fuera un idiota manipulador, pero Beth no debió desquitarse de esa manera... ni admitirlo como si nada.

No entendía del todo. Solo sabía que su hermanastra tenía un problema, uno muy grave. Y quería ayudarla. Entonces tomó su mano.

—Vamos, tenemos que arreglar el desastre que hiciste.

...

—Luego de eso, ya saben la historia. La llevaron a aquel internado donde los conoció a ustedes.

Los tres seguían en el mismo lugar, ocultos por los grandes arbustos que separaban las divisiones del parque de diversiones.

—Por lo que sé, sus amiguitos anteriores terminaron de la misma manera, en el hospital seguro después de herirla de alguna forma. Digo amiguitos porque ese Tanner fue el único novio oficial que tuvo —dijo Nícolas—. Ahora tampoco es novia de Oliver, no sé qué se traen esos dos, pero Oliver está realmente enamorado de ella. Si la decepciona de alguna manera, tengo miedo de que algo le suceda.

Jayden y Casey escucharon con detenimiento las palabras de Nícolas. Aunque Jayden recordó que Beth había confiado en él y le había contado aquella historia hace unos meses, en la boda de su madre, solo que muy resumida y sin tantos detalles.

—Bien, supongo que ese fue mi último intento para persuadirlos de alejarse de mi hermana —continuó Nícolas ante el silencio de ambos chicos—. Por sus caras puedo ver que han hecho cosas peores y que no les sorprende en lo absoluto.

Jayden observó a otro lado, no queriendo admitir que era cierto. Casey apretó los labios.

—Mejor no preguntes.

Nícolas soltó un suspiro. No confiaba en ellos, tal vez en Casey un poco, pero los otros dos chicos daban miedo. Aun así, ya había llegado demasiado lejos, así que supo que debía decirles algo más:

—Y me disculpo por mi comportamiento un poco molesto con ustedes desde el principio. Esa es mi forma de ser pero exageré un poco porque quería que se alejen de ella —se ladeó hacia Jayden—. Sobre todo tú, no tiene buenas experiencias con chicos mayores.

—¿Entonces no te gusta Beth? —preguntó Casey, sin poder aguantar la pregunta por más tiempo—. Por un momento pensé que tenían un romance prohibido, como las chicas de la historia.

—Le tengo cariño. Ella tiene un problema e intento ayudarla —respondió Nícolas—. Bueno intentaba hasta que Oliver se metió. Solo los presenté porque pensé que ella lo rechazaría a lo grande, pero ya vieron como terminaron.

—¿Y cómo estás seguro de que no son novios de verdad?

—Porque Beth realmente lo rechazó varias veces, así que no sé por qué ahora ambos fingen que sí —explicó el rubio y levantó la mirada hacia Jayden—. Tal vez quiere ponerte celoso, aunque si ese fuera el caso, Oliver no estaría ayudándola. No lo sé sinceramente. Es muy complicado descifrar lo que piensa Beth.

Jayden frunció el ceño ligeramente.

—Dejen de decir tonterías, ella no quiere verme y ya.

—Jayden, tú no comprendes estas cosas —dijo Casey—, tu opinión no cuenta.

—Ustedes tampoco parecen muy seguros de nada —continuó el mencionado.

—Yo estoy seguro de que estoy preocupado por ellos —intervino Nícolas—. No me termina de convencer esto, pero Beth parece tener un mejor vínculo con ustedes. Y es cierto que algo le sucede. Estoy seguro de que no son más que dramas adolescentes causados por tu culpa —señaló a Jayden—, pero si puede abrirse y soltar todo lo que le preocupa estará bien. Solo quiero ayudarla y que no le pase nada a Oliver.

Entonces extendió su mano hacia Casey.

—Desde ahora queremos lo mismo —dijo ella y sostuvo su mano.

—Primera y única petición, nada de sangre —dijo Nícolas y su mirada se desplazó hacia Jayden como por quinta vez en el día.

Él enarcó una ceja.

—Yo no tengo problema, de hecho iba a pedirle lo mismo a alguien que se está haciendo el dormido.

Las miradas de todos se desplazaron hacia el castaño, sentado en el suelo y apoyado en uno de los arbustos de brazos cruzados. Adam estaba realmente dormido. Sin embargo, como a mitad del relato, Matt había tomado el control y escuchaba todo con atención.

Sonrió y abrió los ojos.

—Bien —dijo.

Nícolas se sobresaltó.

—Nada de sangre, pero acabemos rápido con esto —continuó Matt—. No me gusta jugar a los amiguitos.

—Perfecto, tendré que hacerte firmar algo luego —le dijo Nícolas—, pero tengo una pregunta muy importante.

Los tres lo miraron expectante.

—Ummm,,, ¿Dónde están Beth y Oliver?

...

Mientras tanto...

—¿Ya te sientes mejor? —preguntó Oliver.

—Sí, mejor —respondió Beth.

Ella estaba sentada en la primera banca que encontraron y él estaba agachado frente a ella, con una botella de agua en una mano y la otra sosteniendo el brazo de la rubia, acariciándolo de arriba abajo.

—¿Quieres que nos vayamos? —preguntó, mientras limpiaba una lágrima que aun quería escapar por la esquina de uno de los ojos de Beth.

Ella negó con la cabeza.

—No, está bien —se rio porque él seguía muy atento a cada uno de sus movimientos y expresiones—. Deja de ser tan lindo conmigo, me voy a enamorar de ti y te pasarán cosas malas.

—Tomaré el riesgo —respondió Oliver y se puso de pie—. ¿A dónde quieres ir?

Beth se lo pensó por un segundo, pero su mirada cayó en uno de los juegos a solo unos metros de donde estaban.

—Ummm, ¿qué tal a la casa del terror? Perfecta oscuridad para ocultar lo roja que de seguro está toda mi cara.

—¿Segura? Una vez me dijiste que te da miedo la oscuridad.

—Es de día y estoy contigo. ¿Qué tan terrible puede ser?

Oliver se encogió de hombros y extendió una mano hacia la rubia para que la tomara.

—Si te da miedo, puedes abrazarme. Me conviene mucho, la verdad.

Beth sonrió y observó aquella casa del terror frente a ellos. Tenía tres niveles, ventanas rotas y todo a su alrededor, incluso el grass y la pintura se veía triste y opaca, justo como esas casas abandonadas de las películas donde matan a alguien.

Lo que llamó más su atención fue un cartel que decía que era interactivo, tenían que bajar cada nivel para "escapar" y que no era apto para personas con problemas del corazón. Su sonrisa se borró un poco, pero pensó que era muy tarde para arrepentirse y que después de que Oliver la había visto llorar no podía retractarse después de que ella misma había sugerido ese juego.

—Yo soy la que da miedo y todo es falso —soltó con falso valor—. No me asustaré ni necesitaré ningún abrazo.

Entonces se detuvieron.

—Si tú lo dices —Oliver se giró hacia la señorita de la entrada—. Dos entradas, por favor.

Y ambos se formaron para adentrarse a la espesa oscuridad. Perfecta para que pasaran cosas muy interesantes. Sobre todo, porque cinco pares de ojos los ubicaron justo antes de que se perdieran dentro y se apresuraron a entrar detrás de ellos.

Ya sabes, la diversión está asegurada cuando eres perseguido por algunos asesinos.





...

Hey!
Espero que les haya gustado el capítulo. Por fin conocimos el pasado de Beth, aunque desde el punto de vista de Nícolas. Faltan algunos detallitos que creo que se entienden sin que se mencionen directamente, pero podrán conocerlos más adelante, tal vez confesados por la misma Beth.

Próximamente...
Todo lo que les dije en el próximamente del capítulo pasado :) Como diría Ethan, lo bueno se hace esperar ¿Si o no?
Está bien, les dejo otro pequeño adelanto más.
¿Impacientes porque Jayden y Beth hablen? No esperen más, se puede hablar mucho en la rueda de la fortuna, sobre todo si sucede algún pequeño accidente.
Esto y más en el siguiente capítulo, ¡Muy pronto!

Con amor,
Rose.

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