── Ahora si, explícame cómo fue eso, quiero saber para qué usaste mi nombre.
── Tranquilo, tranquilo, te contaré todo pero primero relájate. No quiero qué le cuentes a nadie sobre lo qué te diré, ¿de acuerdo?
── Si. No te preocupes.
Hace un par de horas atrás, el rubio había vuelto a su alcoba real para poder descansar, había llegado muy agotado y con sueño, se quedó a altas horas de la madrugada con su chico a contemplar el hermoso mar de estrellas y tan solo unos minutos de haber llegado a acostarse, fue levantado por su mejor amigo. Ness le regañó por ser un descuidado e irse a dormir a tales horas, quería saber sobre tal motivo exacto y sobre su uso de nombre.
── Vamos. ── el príncipe tomó por la muñeca al castaño y ambos fueron rumbo hacia el calabozo, lugar qué odiaba el hechicero
Ambos chicos bajaron hasta las profundidades de aquella prisión, solo para ir a encontrarse a la entidad qué sería presentada ante su fiel amigo. Mientras bajaban por aquellos sucios, oscuros y fríos escalones, el invitado se abrazaba fuertemente del brazo de su majestad, temblando levemente por el frío y la oscuridad qué se resguarda allí, no sabía qué cosa exactamente le presentaría su amo, pero si estaba seguro qué era un peligro si se bajaba hasta el fondo del lugar.
El temblar de su cuerpo solo hacía reír al menor, bromeando acerca de su situación actual y calmando lo con algún comentario positivo, le decía qué no había peligro exacto y qué a quién irían a ver, era una persona muy especial para él ya qué hacía latir su corazón de manera desenfrenada, en su mirada se perdía y en sus ojos podía contemplar el espacio mismo, a la persona qué verían le traía mal, era cómo el más exquisito licor para volver adicto a cualquiera.
── No seas exagerado.
── Alexis, amó realmente con el corazón.
El mayor no pudo hacer de otra más qué soltar un suspiro, se resignó a aceptar a la persona qué traía así de mal a su amigo, quién fuera qué sea, esperaba de una cálida y tranquila persona por qué conocía al rubio, solo sus opuestos le atraen realmente, si Kaiser era un bufón molesto, entonces a quién ama era una persona sensata y seria.
¿Es Michael capaz de enamorar a alguien así?
Definitivamente no.
── ¿Qué te vio? ── soltó por accidente, tosió un poco para mirar a otro lado
── Ni idea. ── con tranquilidad, sin qué le afectará aquella pregunta, contestó ── Supongo qué lo gracioso, eso me dijo una vez.
── Eres sorprendente, tienes un encanto único con las personas. ── una cálida sonrisa reposaba sobre sus labios, mientras veía expectante al teñido
── ¿Eso crees? ── cuestionó admirado
── Lo veo por mi mismo, todas las personas te aman. ── aunque pocas veces veía a su alteza, sabía qué en todo el pueblo se hablaba de él y su admiración a su persona
Kaiser rio ante tal comentario y miró de manera coqueta a su seguidor, quiso molestarlo un poco antes de llegar y tras opacar toda su atención, soltó un provocativo comentario.
── ¿Acaso te llegué a gustar? ── con una sonrisa coqueta y una mirada encantadora, incitaba a su amigo al enfado
── No aspires a aires de grandeza, dije todos los demás, yo no.
── Auch, dolía menos una caída a caballo qué tus palabras. ── ese comentario de cierta manera le había echo sentir indignado
Ambos rieron y sin darse cuenta, llegaron hasta el piso al qué iban y tras aquella puerta esperaba su sorpresa, el alemán se alegró muchísimo y abrió la puerta metálica para dar espacio a su acompañante a qué pasé de primero. Alexis entró con nervios dentro del calabozo y miró a todas partes muy asustado, no sabía si lo podrían atacar o no.
── Tranquilo Lexis, él no te hará daño.
── Si.. ajá. ── murmuró suavemente sin despegar su mirada de los alrededores
Un ruido sorprendió a ambos y al girarse a ver, un chico salía por debajo de unas mantas bostezando, se veía muy lindo a simple vista. Ness rápidamente se acercó a su amigo y susurrando en su oído artículo una pregunta, ¿quién era ese chico lindo? El entrecejo del más alto se frunció ante tales palabras, los celos le invadieron por un momento, solo suspiro ante descabellada reacción y luego a pasos rápidos se acercó a su amado, solo para extender le su mano y ayudarle a qué se levanté sin sufrir algún golpe.
── Yoichi~ Ya volví ¿Has dormido lo suficiente?
── Michael, ayer toda la noche me hiciste sentir muy especial. Gracias por preocuparte por mi. ── una encantadora sonrisa se formó en aquellos agraciados labios
Hermoso.
── ¿Q-Qué le hiciste? ── más qué apenado, el rostro del castaño estaba muy ruborizado, muestra de su gran vergüenza
── Ayer nos quedamos toda la noche despiertos, observando el mar de estrellas y contando una a una, ¿por qué? ── Kaiser se mostraba algo confuso por la espontánea reacción
── Oh.. De acuerdo. ── decidió mejor desviar su mirada, evitando cruzar aquellos acusadores ojos
El demonio alzó su mirada al invitado y examinó con mucho detalle al qué parecía brujo, se preguntaba mentalmente de quién se trataba ese sujeto y qué hacía con ellos. Abrazó con cariño a su chico y tras unos momentos de pensarlo suficiente, su mente hizo click ante un vago recuerdo, solo pudo fruncir su ceño al ver al invitado.
── Te conozco, eres el ayudante de la reina.
── N-No, te haz equivocado. Chico demonio, yo sirvo a su alteza, el príncipe Kaiser y soy su fiel seguidor.
── ¿Me conoces?
── Desde hace muchos siglos atrás, recuerdo muy bien.. tú, eres el niño de.. ── calló al darse cuenta qué casi suelta de más y frente al rubio
── Oh~ Conoces eso. Creí qué nadie lo haría.
El de iris azul cielo se separó un poco de la comodidad y miró con extrañeza a ambos chicos, queriendo saber de qué hablaban, ¿desde cuándo Alexis conocía a Yoichi? Eso se le hacía muy raro y confuso a la vez, quería saber por qué no le dijo nada de eso, luego les va a cuestionar a cada uno, primero seguiría abrazando a su chico. Recordó a qué había llegado en primer lugar y se separó por completo del otro cuerpo, se levantó y ayudó al de azulejos, se volvió a dónde su amigo y empezaría con la "presentación"
── Hemos venido por qué él quería conocerte, conocer al chico con quién me reúno. ── con su dedo índice de su diestra, señaló del pecho al hechicero ── Él es Alexis Ness, es mi mejor amigo y fiel ayudante. Alexis, él es Yoichi Isagi, el chico a quién más admiro y quiero.
Ante la graciosa presentación del alemán, ambos chicos estrechan sus manos en señal de acuerdo mutuo.
── Oye Kai, te recuerdo lo de tu madre la reina. Ya es un nuevo día, tienes qué presentarte a ella por lo menos.
── Tienes razón, no tardaré mucho, ¿puedes quedarte con Yoichi por un momento? No lo quiero dejar sólito.
El mayor soltó una risita divertida ante tal comentario y afirmó con su cabeza, le daba la afirmación de quedarse con su demonio.
── No tardó mucho, cuídense. Yoichi no seas grosero con mi amigo. ── antes de salir se despidió en un ademán qué fue correspondido por los otros
Subir aquellas gradas era algo agotador pero podía tomarse todo el tiempo qué quisiera, sabía qué aquel azabache estaba en buenas manos y qué el castaño no tenía problema alguno para relacionarse con la entidad, se sentía alegre de cierta manera al pensar en ello.
Recorrió todos aquellos pasillos en busca de la reina, quería darle el informé de su llegada de aquel "paseo" ya qué en eso habían quedado la última vez qué se vieron.
Se acercó a preguntar a algunos guardias, los cuáles les respondieron con qué su paradero era la sala principal, aquella en dónde siempre se hacían reuniones para hablar cosas, muy agradecido, les agradeció a aquellos hombres y siguió su camino, le agradaba qué todos fueran amables con él.
Frente a aquella inmensa puerta se encontraba en debate, no quería entrar y saber qué irrumpe algún asunto importante, pero tampoco quiere dejarle a la incógnita sobre su "llegada". Cuándo al fin se decidió por abrir, antes de hacerlo escuchó una discusión allí adentro y al mirar por un pequeño hoyo, se sorprendió al ver a unos extraños frente a su madre.
¿Quiénes son?
Aquellos desconocidos llevaban túnicas muy bonitas y adornos qué parecían fuera de estas tierras, de joyas adornaban sus ropas y cabellos, eran muy extravagantes esos sujetos, se podía percibir.
Su corazón empezó a latir fuertemente al escuchar las palabras de ellos, una guerra esa gente estaba exigiendo tener una guerra entre sus reino contra el suyo, todo por qué les negaban ver a alguien importante, la reina les había negado ver a un fragmento qué ellos han estado buscando por décadas.
── Buscamos a nuestro chico, devuelve a nosotros su cuerpo.
── Él le pertenece a nuestro rey, danos al chico o tú reino perecerá.
── No sé de qué hablan, pero él chico a quién buscan no está aquí.
── Te arrepentirás de esto, bruja engañosa.
Corrió a toda prisa a esconderse, pudo haber escuchado los pasos de esos acercarse a la puerta y tras estar seguro, veía con sigilo el cómo se iban a quién sabe dónde. Había esperado unos largos minutos para dirigirse nuevamente a aquella sala, tocó dos veces y pidió permiso, luego entró sin más encontrándose de frente a su majestad, posada en su trono con sus manos cubriendo de su rostro estaba en un completo silencio, la atmósfera allí mismo se sentía diferente, se sentía muy densa y apagada, eso transmitía su madre. Sintió piedad de su situación.
── Madre. ── se acercó hasta dónde ella cómo si nada hubiera visto o oído ── Eh vuelto, tal y cómo dije, quería anunciarlo para no preocuparte.
La reina permaneció en silencio y luego despegó sus manos de su rostro, miró a su hijo y con voz firmo contestó: ── Te veo hijo, eres un chico muy responsable y es una disciplina muy decente para alguien de tú linaje, puedes retirarte si eso gustas. Me alegra qué hayas regresado con bien.
Asintió ante su llamado y tras pensarlo, decidió dejarla en paz, sabía qué necesitaba espacio para desahogarse.
── Me marchó madre, Alexis me espera. Nos veremos más tarde, cuídate. ── tras haberse reverenciado, salió con tranquilidad
Tras cerrar la puerta detrás suya, se dejó caer en el respaldo de esta y sacó todo su aire afligido, le costó contener su curiosidad y preguntar sobre esos sujetos, pero sabía qué estaba mal.
Fue nuevamente para aquella prisión.
Al abrir la puerta se quedó atónito por lo qué sus ojos veían, frente a él se encontraba un castaño riendo a carcajadas con su amado teniendo el rostro muy negro de polvo, entre sus manos sostenía dos frascos de cristal y por lo qué captaba, intento hacer una pócima nueva lo cuál no le funcionó para nada, ya comprendía por qué Alexis se reía.
── ¡Yoichi! Dios, ¿qué te pasó? ── de uno de sus bolsillos, sacó un pequeño pañuelo y comenzó a limpiar su rostro con delicadeza
── Ness me estaba enseñando a hacer pociones, pero fallé en esta, no le hice caso en un paso. ── cómo todo niño regañado, mantenía su vista hacía el suelo
── Ness, ten más cuidado.
── ¡Lo hice, lo hice! ── reía sin parar ── Pero tú chico fue algo insensato al no escucharme en una instrucción.
Suspiro al darse cuenta qué tenía frente a él a dos chiquillos, pero se alegraba de saber qué ya se llevaban muy bien esos dos, era una carga menos.
Ahora estaría seguro de qué si faltaba un solo día en la vida del más bajito, su amigo iría a atenderlo y ayudarle, después de todo sabía qué el hechicero poseía un gran corazón y eso le gustaba de él.
¡Chicos, los amó mucho!
Ness, cuida mucho a mi niño, los días qué falte, irás tú.
Te amo Yoichi y Ness también te amará, ya tienes dos amigos.
No llores más, mi pequeño chico,
te estuve buscando por todos lados.
Al fin te encontré.