Naruto {One Shots/Short Stori...

By MicDI99

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2. Gaamatsu
3. Familia Uchiha
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6. Naruhina
7. Sasusaku
Sasusaku (Final)
8. LeeSaku
9. Nejiten

3. Familia Uchiha (final)

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Familia Uchiha: "El reencuentro" (Parte 2/Final)

Sasuke observó los retratos que descansaban en una mesa de su casa, casi nada había cambiado, las alfombras elegantes seguían en sus lugares perfectamente limpias, las paredes deslumbraban con su color marrón crema y los muebles estaban perfectamente cuidados, además de la bandera Uchiha en medio de la sala. Sakura había hecho un gran trabajo, ella era una Uchiha completa, una esposa ejemplar y una madre fantástica... ¿Por qué tuvo que dejarla sola?

Dejó la fotografía de Sarada en su lugar y caminó hasta la habitación matrimonial, su esposa descansaba en medio con un trapo húmedo en la frente; su piel continuaba suave y cálida, sus labios rojos y el cabello rosa que tanto le gustaba estaba ahora más largo... seguía tan hermosa como siempre.

- Hmp -Él tomó asiento al lado de la cama y la miró, agarró una de sus pequeñas manos y la acarició junto al anillo de oro. Ella aún lo usaba, ella era fiel a él aunque la haya dejado con una niña recién nacida. Ella siempre lo esperaba y veía por él... ahora era tiempo de que los papeles cambiaran.

- Sarada -Susurró Sakura en sueños, era obvio que le afectaba mucho el estado de su niña, y Sasuke se reprendía también por eso, gracias a él Sarada había crecido con solo uno de sus padres y, él lo sabía, seguramente era objeto de pena y burlas.

- Pero ya estoy aquí -Dijo él- Y ya verá, puedo ser un buen padre.

Al final de esa oración Sakura se removió en la cama, apretó los ojos con fuerza y parpadeó, el dolor llegaba a su cabeza en oleadas, se tocó la cabeza aún con los ojos cerrados.

- Toma -Una voz a su lado la sobresaltó, abrió sus orbes esmeralda rápidamente y se sorprendió al ver a Sasuke a su lado con una pastilla y jugo de naranja- Te hará pasar el dolor.

Ella no dijo nada y tomó la pastilla y el vaso, en un segundo ya se acababa terminando el jugo.

- Gracias -Dijo dándole el resto a su esposo, ambos quedaron en un incómodo silencio- Siento haberte golpeado -Dijo ella rompiendo el ambiente, Sasuke sonrió de lado.

- Me lo merecía...

- Sí -Ella afirmó asintiendo- Pero estuve mal al no comprender, el consejo fue el que te obligó a ir, tú no nos dejaste porque querías.

- El consejo me dio a elegir -Aclaró Sasuke- Acepté ir porque no creí que hubiese alguien más calificado y también porque quería saber que estaba pasando, Naruto no quería que fuera, pero sabes como soy.

- Increíblemente terco -Ella sonrió- Y amargado.

- Qué graciosa -Sasuke tomó de nuevo su mano, ella sintió exactamente la misma corriente eléctrica de antes, el sentimiento hacia él no había cambiado ni un poco- Las extrañe.

Sakura cerró los ojos como si esas simples palabras fueran una anestesia que calmaba el dolor acumulado en su pecho.

- Nosotras a ti -Suspiró, abrió los ojos y tocó el rostro de Sasuke, ahora él cerró sus ojos, extrañaba tanto ese suave tacto- Pero debes saber que Sarada no va a perdonarte fácilmente, ella es igual a ti.

- Hmp, me lo esperaba -Sonrió de medio lado y Sakura lanzó una risita- ¿Está en una misión, no?

- Así es -Ella asintió- Pero no te preocupes, mañana por la noche estarán aquí, a penas son gennin.

Sasuke suspiró.

- Estoy nervioso.

Ella sonrió, como lo había extrañado, y sí, tal vez pareciera una tonta por haberlo perdonado tan fácil, pero también entendía su situación y la de la aldea, además, Sarada se encargaría de darle una lección a su papá.

- Pues es mejor que te relajes esta noche, mañana la tendrás difícil.

Sasuke asintió y se incorporó de la silla, tomó el dobladillo de su camiseta y la sacó de su cuerpo, Sakura no pudo evitar observar el abdomen marcado de su esposo, hacía años que no lo veía.

- No quiero relajarme -Dijo él con una sonrisa traviesa, se subió a la cama y se acercó a ella, sus rostros estaban a pocos centímetros de distancia y se podía sentir el ambiente más pesado- Quiero recordar.

Y la besó con ferocidad y necesidad, se habían deseado mutuamente en todos esos años y la distancia no les permitió estar juntos, esa noche recordarían como era el tacto de sus pieles, el fuego de sus cuerpos y el amor que ambos se tenían.

(...)

- Hey, Sarada, ¿Estás bien? -Se acercó Mitsuki a ella, tomó asiento a su lado y ambos veían el fuego arder en la fogata.

- Hmp, bien -Respondió ella un poco distraída, desde que salieron de la aldea había tenido un presentimiento extraño, y no sabía lo que era. Seguramente tenía que ver con la misión, a penas se habían graduado de la academia y ya les habían asignado una, y ella estaba feliz por eso, pero un poco nerviosa.

- ¿Es por lo que dijo Boruto? -Preguntó el de cabello blanquecino- Que no te afecte, siempre dice las cosas sin pensar.

Ella apretó los puños.

- No es por eso -Respondió bruscamente- Y Boruto es un idiota, estoy de acuerdo con eso, aunque no me importa absolutamente nada de lo que él pueda decir.

- Bueno -Mitsuki suspiró- Supongo que está bien, aunque, si algo te pasa, puedes decírmelo, soy tu amigo.

Se incorporó y la dejó sola de nuevo, ella observó la danza del fuego idiotizada, le encantaba el fuego, le transmitía salud vibrante y energía, también elegancia y fuerza... el fuego era un símbolo poderoso para ella.

Pensó en su padre, ¿Qué estaría haciendo? ¿Pensaría en ella y su madre? Deseaba con todo su corazón poder tener aquellas respuestas, deseaba volverá verlo, ya no recordaba nada de él.

- Ojalá pronto vuelvas -Susurró para ella misma. Quería verlo, aunque una parte de ella deseaba reprocharle toda la falta que le hizo y quedarse sola con su mamá. Apretó los labios. ¿Eso podría pasar? ¿Acaso él nunca volvería?

Y con esos pensamientos se acostó en su bolsa de dormir y cerró los ojos, cayendo en los brazos de Morfeo.

(...)

Una rama partiéndose a la mitad le hizo abrir los ojos, se frotó ambos y tomó sus anteojos antes de incorporarse, los primeros rayos del sol a penas eran visibles y el bosque aún seguía oscuro, lo único que quedaba de la fogata eran las cenizas humeantes.

Se paró de un salto al no ver a su sensei Konohamaru, no estaba.

- Mitsuki -Ella se acercó a él y lo movió- Mitsuki, despierta.

El niño hizo una mueca y parpadeó.

- ¿Eh? -Sus ojos estaban medio cerrados, los frotó y los dirigió a su compañera- ¿Qué pasa, Sarada? -Preguntó.

- Konohamaru sensei no está -Dijo ella, Mitsuki abrió sus ojos azules y recorrió la zona, el único que estaba allí era Bolt dormido con la almohada llena de saliva y un cojín entre sus piernas- Despertemos a Bolt y vamos a buscarlo.

- Bien -Asintió la azabache- pero rápido, tengo un mal presentimiento.

Él se levantó y ambos se acercaron a Bolt, el ambiente estaba frío, y eso que el sol estaba a punto de salir.

- Bolt -Ambos murmuraron moviendo a su compañero.

- No, mamá, Hima lo hizo -Murmuró y volvió a roncar.

- Bolt -Susurró Mitsuki.

- Yo también quiero con salsa de puerco -Frunció el ceño- ¡No me gusta Sarada, papá, es fea!

Un nervio apareció en la cabeza de la Uchiha.

- ¡COMO QUE FEA! -Frunció el ceño y apretó los dientes con furia, Mitsuki se alejó. Sarada tomó a Bolt de la camiseta y lo sacudió con rudeza, eran exactamente iguales a Naruto y Sakura.

- ¿Sa-Sarada? -Bolt Susurró alarmado mientras su cerebro de agitaba en su cráneo- ¿¡Que te pasa, estas loca!?

- Loco te voy a dejar cuando te golpee -Susurró ella todavía agitandolo.

- Chicos -Mitsuki se acercó y los separó, Boruto tenía cara de asustado y Sarada echaba humo por la nariz y las orejas- ¡Callen! Debemos encontrar a Konohamaru sensei.

Boruto observó por todos lados y se dio cuenta de la ausencia de su maestro.

- ¿Donde está? -Preguntó, Sarada rodó los ojos con fastidio y Mitsuki se dio una palmada en la frente.

- Hay que encontrarlo, dobe -Gruñó Sarada.

- No me digas así, pequeña teme.

- Basta ya -Rogó el de ojos azules- Vamos a vestirnos y lo buscaremos por sector.

- ¿No sería mejor separarnos? -Propuso el rubio.

- No, porque el enemigo podría atacarnos mejor si nos separamos -Dijo Sarada.

Los tres se pusieron en marcha, se vistieron y tomaron sus cosas, Konohamaru no pudo ir muy lejos.

Recurrieron el bosque en busca de su sensei, pero no lo encontraron, finalmente decidieron separarse: Mitsuki iría al oeste, Boruto al norte y Sarada al este, ya que el sur lo habían revisado juntos.

- Nos vemos aquí en diez minutos -Dijo el de pelo blanquecino, ellos asintieron y se pusieron en marcha.

Sarada saltaba de rama en rama y observaba todo lo que podía con su reciente Sharingan, hacía muy poco que lo había desarrollado.

De repente oyó un sonido a sus espaldas y se volvió, una bandada de pájaros voló directo hacia ella, Sarada ahogó un grito y los esquivó como pudo, una mujer yacía sentada en la rama de un árbol frente a ella. Era hermosa, tanto que daba miedo.

- No sabía que más de un Uchiha estaba vivo -Ella sonrió mostrando una hilera perfecta de dientes blancos- Tú serás más fácil de vencer que Uchiha Sasuke.

Sasuke. Ese era el nombre de su padre.

- ¿Qui-Quién eres? -Preguntó armándose de valor, había algo muy extraño en esa mujer- ¿Cómo conoces a mi padre?

La mujer abrió los ojos y estos brillaron, una sonrisa se elevó por las comisuras de su boca. Sarada tembló, ese gesto tan frío y automático provocó que un escalofrío recorriera su espina dorsal.

- ¿Hija? -Rió- ¡Parece que me he ganado la lotería! Ese viejo portador del Sharingan ya no me servirá por mucho, pero tus ojos jóvenes... -Se pasó la lengua por los labios rojos- Me servirán de mucho.

Se abalanzó a ella con una sonrisa y una bola de algo que parecía masa negra apuntaba hacia ella, Sarada cerró los ojos, sabía que no tenía oportunidad.

La cosa esa impactó en su pecho, por un segundo dejó de percibir el mundo a su alrededor, no podía pensar en nada, tan solo en un inmenso espacio de color blanco.

- Sarada -Abrió los ojos de golpe.

Se encontraba en una habitación sin color, todo era blanco, excepto por una mujer ahí sentada, una mujer de cabello rosa que tenía en brazos a un bebé

- ¿Mamá? -Preguntó ella. La mujer rió con una voz melodiosa.

- Eres mi pequeña niña -Susurró Sakura plantando un beso en la frente de la bebé de dos meses- Te amo.

- Mamá -Susurró acercándose, ubicó la mano en el hombro de ella, pero la pelirrosa no parecía darse cuenta.

- Sakura -Una voz gruesa y fría habló, la Sarada actual y la Sakura más joven levantaron la cabeza de golpe, Sasuke estaba ahí, su padre.

- Papá -Dijo ella en un susurro a penas audible

- Sasuke -Dijo Sakura con un tono triste, su hija la miró, sus ojos ya no tenían esa felicidad de antes- ¿En serio tienes que dejarnos?

Sasuke suspiró y se acercó a ellas, de un momento al otro se encontraba abrazando a la pelirrosa con fuerza y con los ojos cerrados, besó los labios de su esposa y la frente de su hija.

- Te prometo que siempre pensaré en ustedes -Dijo él ya con más sentimientos cargados en la voz- Por favor, no dejes que ella me odie

Y la imagen de Sasuke se rompió frente a ella.

- ¡Papá! -Gritó Sarada al espacio ya vacío- No te vayas...

De repente comenzó a sentir mucho frío, parecía que de un momento al otro la habitación se tornaba más oscura, su madre seguía parada allí donde Sasuke la dejó, de espaldas a ella.

- No sirvió para nada -Dijo Sakura con la voz fría- Tsk, al final lo único que hice fue perder el tiempo.

Sarada frunció el ceño ante ese cambio tan repentino, sonaba a su madre, pero ella no hablaba así.

- Tuve a esa niña para nada -Gruñó apretando los puños y dejando a la pequeña Sarada en el suelo que inmediatamente empezó a llorar- ¡Cállate de una vez, niña malcriada!

Sarada apretó los labios en una línea y todo su cuerpo se tensó, no, simplemente era una locura.

- Mamá -Dijo- ¿Qué te pasa?

- Ojalá Sasuke se la hubiera llevado, ahora no me queda más remedio que aguantarla, ya toda la aldea la vio... que molesto y fastidioso se volverá. Yo, una de las mejores ninjas médicas tendré que criar a la estúpida descendiente de un desertor, de una familia manchada y corrompida.

- ¡Basta! -Gritó Sarada, llevó ambos brazos a su cabeza y negó con los ojos llenos de lágrimas- ¡Tú no eres mi madre!

La bebé Sarada desapareció, pero Sakura seguía ahí, tiesa. Se volvió lentamente a la niña y sonrió, su expresión era fría y macabra.

- Sólo eres un estorbo para mí -Dijo con voz burlona- Una molestia.

- Mamá -Imploró Sarada, las lágrimas mojaba sus ojos y empañaban sus anteojos- No sigas.

- Te o...

Pero antes de que las hirientes palabras fuesen pronunciadas el efecto se rompió, de pronto Sarada abrió los ojos y se encontraba sentada en la tierra con las rodillas contra su pecho y sus brazos apretando sus oídos.

- ¡Chidori! -Boruto apareció de repente haciendo que la mujer pegue un grito y cayera, el Chidori impactó en su abdomen y fue lanzada contra un árbol, lo partió en dos. Bolt se paró a una buena distancia de ella, tenia los puños firmemente apretados- Sarada, ¿Estás bien? -Preguntó de espaldas a ella.

- S-sí -Logró articular, todo su cuerpo temblaba, su corazón latía veloz y su mente no podía dejar de reproducir la tormentosa escena.

- Tsk -La mujer se incorporó y sacudió su vestido, tenía un rayón de sangre en la mejilla- Un ninito entrometido -Bufó- como si fueras rival para mí. Aunque me has impresionado con esa técnica, dime, ¿Eres hermano de esta niña? Tu técnica es igual a la que hace Sasuke Uchiha.

- Hmp, no soy su hermano -Dijo Bolt- Pero soy su compañero, y no la dejaré sola. Si la quieres tendrás que pasar por encima de mí.

Sarada abrió los ojos con sorpresa. La mujer rió.

- Yo me alimento de la tristeza, cariño -Le dijo- Y tu amiga elevó mis fuerzas, será fácil vencerte y sacarle sus ojos. Estás perdiendo el tiempo.

- Mmm, yo no diría eso, vieja -Bolt gruñó- Un verdadero ninja no deja solo a sus amigos ni compañeros, si algún día quiero llegar a ser alguien respetado y poderoso como mi padre... tendré que derrotarte. Y no me importaría morir en eso.

- Entonces tu deseo será cumplido -Ella elevó los brazos- Buena suerte, niño.

Esta vez la masa no apareció, sino que sus manos y brazos se llenaron de símbolos, unas bolas de color rojo oscuro aparecieron, olía a sangre.

- Sello de maldición -Dijo- ¡Camino al infierno!

Lanzó las bolas, estas cayeron en la arena y dos demonios aparecieron, eran horribles por donde se les mirara, sus cuernos salían de sus cabezas y eran de color rojo, uno de ellos portaba una hoz cubierta de sangre y herrumbre, y el otro llevaba in hacha en igual estado.

- Muerte -Susurró la mujer, los demonios corrieron hacia Bolt con las armas en alto, estaban cerca, pero Boruto hizo aparecer un Chidori de nuevo, nunca se había esforzado tanto, sus manos estaban chamuscadas y adoloridas, pero no podía rendirse.

- ¡BORUTO! -Gritó Sarada.

Unas luces blancas y azules llenaron el lugar y algo explotó.

Sarada fue lanzada lejos y cayó al suelo, aturdida, se incorporó con lentitud, sus anteojos habían caído, no veía nada.

- ¡Sarada!

Esa voz. Esa voz la conocía.

- ¡Mamá! -Gritó, sus pulmones se llenaron de humo y comenzó a toser. Cayó al suelo.

De pronto unos cálidos y suaves brazos la rodearon, su frente estaba mojada, eran lágrimas.

- Ya estoy aquí -Susurró Sakura con voz tranquilizadora- Mamá te tiene, mi amor.

Lo último que Sarada pudo observar, sin mucha precisión, fue a Sasuke y a Naruto juntando los rastros que dejó la mujer antes del Ransendori que ambos hicieron, antes de caer en la inconsciencia.

(... )

- Muchas gracias por llamarnos, Mitsuki -Le dijo Hinata al niño de ojos celestes mientras cambiaba el vendaje de la cabeza de Bolt- Has hecho algo muy bueno.

- Mamá -Se quejó el rubio- Yo también hice algo, ¿Sabes?

Hinata rió.

- Claro que sí, cariño.

- Por nada, señora Uzumaki -Dijo Mitsuki comienzo de su onigiri recién hecho- Ha sido muy amable en prepararme la comida.

- Es lo menos que podemos hacer por ti -Dijo Naruto de repente- Si no nos hubieras llamado tal vez tus compañeros estarían muertos. Gracias.

Los ojos del niño brillaron con emoción, su héroe, el Hokage le estaba agradeciendo.

- Por nada, séptimo -Respondió con una sonrisa- ¿Cómo está Sarada?

Naruto sonrió y tomó asiento al lado de Hinata.

- A punto de despertar, luego de dos días.

(... )

Sarada apretó los párpados y parpadeó, tratando de acostumbrarse a la claridad del cuarto, abrió los ojos y no pudo ver nada, estiró el brazo derecho y tomó sus anteojos, se los puso y observó el lugar en el que se encontraba; las paredes eran de un azul muy claro, el techo de color blanco con un foco de igual color, su nariz percibió el olor a alcohol u medicamentos y sus oídos escuchaban la pequeña máquina que marcaban sus latidos.

- Buenos días, dormilona -Dijo una voz a su lado, ella se volteó y vio a su madre al lado de ella, llevaba una sonrisa plasmada en su rostro- Te has dormido por mucho tiempo y...

- Mamá -Se abalanzó hacia ella y la abrazó con los ojos cerrados.

Sakura sonrió con ternura y acarició su cabello.

- Ya, cariño, estas a salvo, nadie te va a hacer daño.

- Tenía mucho miedo -Admitió la azabache- Fui débil.

Sakura se alejó y tomó su rostro.

- No fuiste débil, hija, lo que pasa es que esa mujer era demasiado fuerte.

- Mi -Tomó aire- Mi padre, él...

- Él estaba allí -Susurró Sakura- volvió al fin, regresó por nosotras.

Sarada apretó los labios, era cierto que estaba feliz, pero también un poco molesta.

- ¿Puedo verlo? -Preguntó. Sakura asintió.

- Lo llamaré.

La pelirrosa se incorporó y salió de la habitación, Sarada observó la mesa al lado de su cama, habían diferentes obsequios, y el que más le llamó la atención era un collar de cuerda, tomó el dije entre sus manos, era de madera con el símbolo del fuego grabado en ella.

- Pensé que te gustaría -Dijo una voz gruesa, ella levantó la mirada y sus ojos chocaron con unos negros iguales a los de ella.

- Es muy bonito -Respondió sin saber que decir- El fuego es mi elemento favorito.

Sakura ingresó atrás de Sasuke.

- Te dije que le gustaría.

Ambos padres tomaron asiento al lado derecho de la cama, Sasuke estaba más cerca de ella.

- Escucha, Sarada -Suspiró el Uchiha- Sé que tal vez me odies y no me perdonarás el hecho de que me fui, pero tuve que hacerlo, aunque no es excusa para que no haya estado en tantos momentos de tu vida... Lo siento, aunque sé que no todo se soluciona con una disculpa.

Un sentimiento de calidez surgió en el pecho de Sarada y un nudo nació en su garganta mientras sus ojos se cristalizaban.

- Tienes razón -Afirmó con el mismo tono indiferente que usaba Sasuke- No todo se soluciona con una disculpa. Te necesité tanto, papá -Murmuró- Quise que me enseñaras los jutsus tan buenos que todos me decían que haces, que me sonrieras y me desearas feliz cumpleaños, que observaras como desarrollé el Saringan.

- Sarada -Sakura susurró y tomó la mano de su hija.

- Está bien, Sakura. Sarada tiene derecho a estar enfadada -Su voz ya no era monótona, se oía rota, lastimada y triste, aunque no dejara ver todo.

Sarada levantó la mirada oscura y la clavó en sus padres.

- No estoy enfadada -Aseguró, Sasuke la miró con sorpresa. Sarada se acercó a él y lo abrazó con fuerza, sintió el abrazo cálido y acogedor de su padre rodeándola y sonrió con lágrimas en los ojos- No sabes cuanto te he querido conocer.

- Te he extrañado, pequeña -Susurró Sasuke- Te amo.

Sakura sonrió ya echando algunas lágrimas, siempre había soñado con ese reencuentro, que su familia al fin esté unida. Sasuke y Sarada se separaron y le sonrieron a la pelirrosa para luego unirla al abrazo.

Y la familia Uchiha al fin estaba unida, junta, como siempre debió ser. Los tres miembros unidos.

Y grande fue la sorpresa cuando, una semana después, Sakura se enteró que esperaba un bebé. Fue un varón, su nombre: Sanosuke.

Y Sasuke nunca más volvió a dejarlos, porque en una familia donde hay amor nunca podrá separarlos nada, ni los peores desastres, ese lazo siempre estará ahí.

N/A: Espero que les haya gustado este shot, siendo sincera, me esmeré en que quedará bien y creo que lo logré. Gracias por leerlo.

Mickey ♡

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