Amelie Moore y la maldición d...

Od siriusblack33

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Hasta sus once años, Amelie fue una chica muy normal... o creyó serlo. Por más asombroso que parezca, ella t... Více

Sinopsis
Advertencia
El día en que todo cambio
Más allá de la plataforma 9 ¾
Sexto año
Volar en escoba, por Amelie Moore
Entre cazadores y capitanes
-NotadeAutora-
¡GUERRA!
Vacaciones de mal genio
El enigma de la mujer de la fotografía
Zorras por Francia
Las tres D
La mejor no cita del universo
Programa de infidelidades
Baile de pociones (Parte 1)
Baile de pociones (Parte 2)
Gwenog Hera Moore
Compañeras de cuagto
-NotadeAutora-
Pica-pica
Lily Evans
Jamelie
Jodidas debilidades
Bufandas para el frío
El plan
La asquerosa mariposa del amor
Otra vez... ¡¿Qué?!
Visitas inesperadas
Los Weasley
Si ella lo dice...
Por ti
La trágica historia de una patética pelirroja friendzoneada
Desde James
Tercera, la vencida
El clásico
Chicles de sandía (Parte 1)
Chicles de sandía (Parte 2)
Epílogo
Albus Potter y la maldición de los Potter
One-Shots
PLAGIO

Séptimo año

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Od siriusblack33

Tenía tantos libros nuevos en su valija que había pensado en la idea de usar magia frente a los muggles en cuanto tuvo que bajar las escaleras. Claro que no lo hizo, pero luego se arrepintió. A James tan sólo le dolían los pies de tanto caminar, en cambio, a Amelie le dolía todo. ¿Por qué? Apenas había bajado un sólo peldaño levantando su valija y la jaula de su lechuza, cuando trastabillo con sus mismos pies y rodó escalón por escalón hasta llegar al piso del pasillo que abría a las plataformas de la estación de King's Cross.

James -quien al parecer sólo tenía buenos reflejos montando una escoba-, se reía a carcajadas de ella desde la punta más alta de la escalera.

-Vaya que eres torpe, Moore -se burló, en cuanto llegó hasta ella.

Y Amelie no se lo negó. Ya había tropezado en primer lugar con el paragüero de Grimmauld Place 12 antes de salir y, más tarde, había caído sobre Paris.

Comenzó a despojar el polvillo de su blusa, mientras los demás los alcanzaban. Tenía raspones en todo el cuerpo y realmente agradeció el no haberse roto algo. Seguramente, mañana amanecería con los hematomas más grandes que alguna vez haya tenido.

Avanzó ignorando a los demás, ya estaba bien con que James se burlara como para que también se sumarán Paris y Albus. No tenía buen humor para tolerarlos, así que se adelantó, dispuesta a no dirigirles la atención.

En pocos minutos ya estaba frente a la pared que separaba al andén 9 del 10. Y allí se quedó, mirándola fijamente, congelada. Vio sin moverse como Albus, Paris, Lily y Ginny la atravesaban. Al final, ni cuenta se dio que tan sólo quedaban ella, James y Harry.

Hasta que el señor Potter hablo y aclaró lo que ella más temía.

-Yo que ustedes disfruto este momento... Será la última vez que atraviesen esta pared para comenzar un nuevo año.

Harry salió corriendo y desapareció, dejando en su lugar los ladrillos anaranjados. Amelie comenzó a sentir que sus ojos y nariz picaban, que su rostro estaba por contorsionarse en una mueca. Pronto, comenzó a ver borroso.

-Estas... ¿Llorando?

Sin saber cómo disimular, James se inclinó para poder ver el rostro de su compañera. Sus ojos verdes estaban rojos y noto como una gorda lágrima pendía de sus largas pestañas inferiores, hasta deslizarse por sus mejillas.

Como siempre cuando algo le daba vergüenza, Amelie tapó su rostro con los mechones pelirrojos que se habían desarmado de su coleta, ocultándose de la tierna y melancólica sonrisa de James.

-Ya, ya -trató de calmarla el muchacho, tomándola de la cintura con uno de sus brazos, mientras que con el dorso de su otra mano limpiaba cuidadosamente la lagrimilla de la pelirroja-. Aun tienes un año para soportarme. No te derrumbes tan fácilmente.

Al no poder controlar sus emociones, Amelie soltó una débil risita, a la vez que sentía como James, erguido en toda su altura, sonreía, antes de darle un largo y reconfortante beso en la coronilla de su cabeza.

Y así, James se perdió por el mismo lugar en que había visto a Harry. En cuanto se recuperó, Amelie hizo lo mismo.

Tal vez era el hecho de que este era su último año, pero todo le parecía aún más hermoso que de costumbre. Como si todos los alumnos y padres congeniaran para buscar su felicidad. Podía sentir en el aire el humo de la locomotora y los insistentes chillidos de los adultos, gritando a sus hijos que se cuidaran o los materiales que olvidaban.

Comenzó a buscar con la vista a los Potter, y los encontró con toda su familia. De haber sabido que se agruparían no hubiera sido tan difícil el encontrarlos, ya que todas las cabezas pelirrojas de los primos y tíos Weasley relucían en lo alto.

-¡MOORE! -chillo Fred en cuanto la diviso.

-Weasley.

Ambos primos ya estaban juntos, obvio. Por más que ambos eran muy, muy altos, Amelie pudo notar la gran diferencia que Fred le sacaba a James. Era muy poco creíble, pero si, tal vez la gente no lo notaba porque James era mucho más fornido, mientras que su primo apenas tenía un poco de piel rellenando sus brazos.

-Mira esto -indicó Fred, tomando delicadamente la cabeza de la muchacha para girar su cuello y señalarle una persona-. Adivina quién es.

No entendía, definitivamente, la sonrisa burlona de Fred y James, pero al entrecerrar sus ojos verdes, Amelie pudo notar unas extravagantes iris violetas bajo una sedosa cabellera rubia sobre la muchacha. No tardó mucho en entender de quien se trataba.

Hallie Zabini.

-Esto será divertido -murmuro Fred, frotando cínicamente sus manos entre sí. Se adelantó un paso, dispuesto a ir donde la serpiente, pero James se le adelantó y, con uno de sus recios brazos, interrumpió su paso.

-Ni se te ocurra, no tenemos nada con que negociar esta vez, así que aguántate. Le prometí a papá que no tendría tantos castigos este año.

-Ajá. ¿Y ahora que me dirás? ¿Qué besaste a Amelie? ¡Ja! -exclamó Fred, sarcástico, riendo de lo estúpida que sonaba la situación.

Amelie se removió incómoda y James retiró su brazo, dándose por vencido, regalándole paso libre y permiso a su primo para burlarse de la Slytherin.

Fingiendo no ser parte del plan, para que Zabini tampoco se enojara con ella, volvió su vista sobre el resto del andén, buscando la negra cabellera de su mejor amiga. Distinguió a Scorpius Malfoy a un par de metros, a Dean Finnigan y Dylan Belby por otro lado, pero no podía encontrar la ubicación exacta de su amiga.

-Oh, mira -pidió James, sin separarse de su lado, codeándola levemente y señalando con su cabeza al lugar donde estaba la familia Zabini-. Esto se pondrá bueno.

Y, magníficamente, tuvo razón. Por más que estaban bastante lejos, pudo escuchar como Fred su burlaba cínicamente con ella, tratándola de Barbie plástica y rubia oxigenada. Cosas que a cualquier persona blonda le hubieran ofendido.

Con lo estúpido que era Fred, tampoco parecía haberse dado cuenta que se trataba nada más ni nada menos que la Slytherin más respetada y temida de todo Hogwarts. Y, por ende, más orgullosa.

-Te ves hermosa huequilla, ¿Te inscribirás en el equipo de porristas?

Al segundo, Fred colgaba de una sola pierna, calvo, con incisivos extravagantemente anormales de tamaño y pústulas maravillosamente asquerosas. Humillado.

-Tal vez deberías darle una mano -musito Amelie, preocupada.

-Yo se lo advertí. Él no escucho.

Roxanne, su hermana, no hizo más que acercarse a Zabini y chocar puños amistosamente, mientras que George reía a carcajadas y fotografiaba la vergüenza de su hijo, seguramente para plasmarlo en su negocio y tenerla de inspiración para nuevos productos. Angelina y Molly eran las únicas de la familia que parecían realmente preocupadas, pero tampoco hicieron nada, tal vez porque entendían que Fred se lo merecía.

-¡YA BÁJALO! -escucho Amelie gritar a alguien y, cuando dio media vuelta, se encontró a Jenna Adams, con su cabello como siempre, irregularmente cortado, y el rostro hirviendo de furia.

Zabini, únicamente, rodó los ojos.

-Ya... ya está bien, Hallie -se atrevió Amelie, con temor, mientras James la veía asombrado.

Con un sólo zarandeo de su varita, la muchacha volvió a Fred a la normalidad y sin decir nada, huyó del corro que se había formado a su alrededor.

Fred se acercó refunfuñando hacia Amelie y James, maldiciendo en voz baja mientras miraba sobre su hombro a Hallie, con un notable odio.

Pronto, su campo de visión fue eclipsado por Adams, quien se acercaba con una sonrisita de suficiencia, llevando las manos a su cintura.

-Bien -musito Fred, entre dientes-, gracias Adams. Aunque podría haberlo hecho perfectamente sin ti.

-Ya lo creo...

Las cejas de Jenna eran llamativas y atrayentes, se movían con tanta determinación que podrías sacar cualquier tipo de expresión de ella. Y, en ese mismísimo momento, eran irónicas y burlonas. Tanto como el sonido de su voz.

-Admite que te lo has merecido -lo regaño Amelie.

-No entiendo porque lo defendiste... -murmuro James, pensativo, al mismo tiempo que negaba levemente con la cabeza-. ¡Eso era tan divertido!

Los alumnos ya estaban ocupando su lugar en el Expreso, razón por la cual Amelie comenzó a despedirse educadamente de toda la familia Weasley. Lo que tomó la mayor parte de su tiempo. Agradeció a Ginny por la estadía y, finalmente, subió al tren.

-Les dije. Les dije que no llegaríamos -se quejó James, cuando ya habían preguntado en cinco compartimientos del último vagón si tenían sitios desocupados.

-No tengo la culpa de que tengas una familia tan grande.

Con pesadumbre, arrastró su baúl para poder abrir la puerta corredora de uno de los últimos cubículos. Sorprendentemente, estaba vacío.

-¡Genial! -chillo Fred, emocionado, tras ambos, agitando sus brazos hacia arriba-. ¡Te quiero Amelie! ¡Eres la mejor!

Como un niño pequeño en busca de una pelota, el pelirrojo se abrió paso y corrió desesperadamente para poder elegir lugar primero, pero James le hizo una habilidosa zancadilla, provocando que su primo cayera justo sobre Amelie.

En las películas, cosas así suelen ser románticas, pero claro que exceptúan las reglas obvias de la física muggle. La mejilla derecha de Amelie golpeó fuertemente con las zapatillas Converse de James, mientras que el resto de su cuerpo fue aplastado tanto por Fred como por las tres valijas que llevaban con ellos.

-Vaya que eres torpe, Moore. Tercera vez en el día. No sabía que engañabas a Wood con el suelo.

-Ya deja de burlarte Potter y dame una mano -gruñó para sacar con toda la fuerza que era posible, su brazo de debajo de toda la avalancha.

-Lo haré sólo si... ¡Bésame los pies!

Amelie rodó los ojos. Comenzó a removerse nerviosa, tratando de empujar a Fred hacia un costado.

-Ya quédate quieta, Am. Eres cómoda.

-¡Apa! -se burló James.

-¡YA CÁLLENSE Y SÁQUENME DE AQUÍ!

-Ya te lo he dicho... besa mis pies.

A simple vista no había otra alternativa. La pelirroja maldijo en voz baja y cerró los ojos con fuerza, con sus párpados arrugados y una mueca de asco, cuando apoyó levemente sus labios sobre las Converse.

De un sólo tirón, James levantó a Amelie del piso, sin tener cuidado en toda la fuerza que había utilizado y que, probablemente mañana causaría una gran dolor de músculos en la muchacha. Sin embargo, Amelie se lo agradeció.

-Genial. Serás mi sirvienta todo un año.

-Lo único para lo que tú la puedas querer es para transformarla en una de tus tantas fanáticas -indicó Dean, llegando hacia ellos junto a Dylan, cargando con pesadez su baúl.

-Pero sé que Amelie no caería tan bajo.

Esa era una de las tantas razones por las que Dylan era el único de los merodeadores que agradaba a la pelirroja. Lo saludó con un choque de puños, antes de ocupar un asiento al lado de la ventanilla.

Al parecer, comenzar séptimo año era un gran cambio de un día para el otro. No sólo que ahora peleaba mucho menos con James, sino que en ese mismísimo momento estaba sentada en un compartimiento con todos y cada uno de los merodeadores, sin pelear ni discutir... simplemente charlando. Algo imposible de creer si lo hubiera pensado hace tan solo un año.

-¿Han visto a Kyle? -pregunto Amelie de repente, comenzando a extrañar a su amiga.

-En el tercer compartimiento del segundo vagón -mascullo Dean.

-¿Qué ocurrió?

-¿Porque lo dices?

-Casi escupes cuando mencioné su nombre -se extrañó Amelie, fijando en cómo el chico cambiaba su semblante a uno enfadado y molesto.

-Esta con Seymour McLaggen. Y me ha mandado cartas rechazándome todo el verano. ¡Yo no le he hecho nada!

-Claro que si -interrumpió Fred-. ¡Volviste con Hyde!

Dean se removió incómodo sobre su asiento, cuando todas las miradas decepcionadas de sus amigos se volvieron a él.

-¡Lo he hecho sólo porque ella no admite amarme! ¡Me ama, lo sé!

-¿Porque dan tantas vueltas? Ambos se aman. Final de la historia. -musito James, mientras hacia el nudo de su corbata.

-¡¿De dónde has sacado que yo la amo?! -simultáneamente, todos levantaron una de sus cejas-. ¡Bien! ¡Si la amo! ¡Pero no piensen que se lo diré! ¡No hasta que ella lo haga primero!

-Por estos tipos de pensamientos es que nadie llega a nada. Estoy segura de que Kyle debe pensar lo mismo.

Amelie conocía muy bien a Kyle. Lo suficiente como para saber que tenía el mismo grado de testarudez que su enamorado. Era obvio que, de esa forma, nunca podrían estar juntos, porque no hacían más que pelear, y pelear, y pelear...

¡Bien! ¡Al igual que yo y Potter! ¿Contentos?

-Si la amas... ¿Porque no se lo dices y ya? Seymour te ganará.

-¡¿McLaggen?! ¡Oh, no señor! ¡Él no hará nada! ¡Sobre mi cadáver!

Acto seguido, se levantó enfurruñado, al parecer dispuesto de fijar su destino en el tercer compartimiento del segundo vagón.

-Esto no terminará bien -afirmó Fred, en cuanto se dispuso a seguir a su amigo, dejando a James, Amelie y Dylan solos.

Por su parte, la muchacha siguió mirando por la ventanilla como los paisajes cambiaban y el tren se avanzaba con asombrosa rapidez. Puede que el viaje a Hogwarts fuera algo estresante y agotador por tantas horas y preparativos, pero a final de cuentas era asombroso.

Trato de ignorar las voces de James y Dylan y cerrar los ojos en busca de armonía, para que, con suerte, pudiera caer a los brazos de Morfeo. Pero cabeceó y se deshizo de la idea en cuanto recordó que estaba en un compartimiento con los merodeadores y, el quedar tan indefensa y expuesta, no era un gran plan. Más aún si uno de los integrantes del grupo era nada más ni nada menos que su mayor enemigo.

-No, no me quedare dormida -dijo firmemente, al notar que sus dos compañeros ya habían comenzado a cuchichear una nueva travesura.

Al parecer, era mentira que estaban creciendo. Los merodeadores no cambiaban nunca.

Pero así los quería Amelie.

A causa de esos pensamientos, no pudo evitar prorrumpir en carcajadas cuando escucho el gran anuncio que James tenía para hacerles:

-Quiero que ustedes sean las primeras personas en saber que... ¡Este año madurare!

Su sonrisa era orgullosa y arrogante, como las que solía enarbolar a menudo. A diferencia que esta dejaba desvelar un toque de seguridad en lo que transmitía.

-Que lo digas sólo te hace ver aún más inmaduro.

-¡Ja! ¿Madurar tú? -se burló Dylan-. No puedes estar ni un momento sin pelear con Am y dices que maduraras.

Tenía que admitir que ese era un buen punto. O al menos una buena razón como ejemplo para aquellos quienes no conocían los secretos que ambos chicos ocultaban. Ahora con ayuda de toda la familia Potter.

Amelie tembló. Dentro del mismo cubículo tal vez debería mantener su boca cerrada sobre varias cosas, no tan sólo de su presente, sino también de su pasado.

Se dio cuenta que su pecho explotaría en cualquier momento. Odiaba el sentimiento de tener secretos tan impenetrables y trascendentes.

-¡Claro que si puedo! -se defendió James, mientras Amelie seguía desaparecida y ahogada en sus pensamientos.

-Muéstramelo -lo reto Dylan, con una sonrisita burlona.

Sin previo aviso, James tomo a Amelie de la cintura y le dio un largo beso en la coronilla, tal como lo había hecho frente a la pared que dividía las plataformas 9 y 10. Rápidamente, salió corriendo del compartimiento, por temor a que ella reaccionará.

Inevitablemente, en vez de comenzar a maldecir -como Dylan suponía que su amiga actuaría-, Amelie se quedó mirando el lugar por donde James había salido con una sonrisita boba.

Mierda. En verdad amaba a Potter.

Una de las cosas que Amelie odiaba de sí misma, era su capacidad para destacar en la mala suerte. Y es que no había notado como el otro merodeador estaba pendiente de su expresión. Incrédulo y sorprendido.

-Te gusta James, ¿Verdad? -inquirió, con una sonrisita socarrona, en cuanto la muchacha se dio media vuelta y lo pillo observándola.

-¡Deja de decir idioteces, Belby!

-¡Vamos! A mí no puedes mentirme. Conozco muy bien esa mirada tuya -indicó, señalando su rostro y el lugar por donde había salido el aludido, alternativamente-. Te brillan los ojos, no olvides que te conozco bien.

Amelie se tapó la cara con ambas manos, odiaba cuando Dylan sacaba a relucir ese tema. Era un pasado tan, tan... lejano.

Su sonrojo era tan sobresaliente que trató desesperadamente el taparlo con los mechones de su cabello. Pero Dylan se dio cuenta a tiempo y soltó una pequeña risita, seguido de un movimiento de ambas cejas, dispuesto a querer intimidarla.

-¡No hagas eso!

-¿Eso qué? -río Dylan, volviendo a hacer el mismo juego con sus cejas, mientras Amelie volvía a tomar color en sus mejillas y se tapaba la cara con ambas manos. -Dijimos que nunca más volveríamos a hacer algún tipo de mención sobre eso... ¡No lo saques a flote!

-Oye, ya está olvidado. Fue hace cuatro años. Además, estábamos hablando de James...

Dylan se levantó de su asiento para sentarse junto a Amelie, dispuesto a extorsionarla de preguntas. Estaba tan cerca que Amelie podía sentir su aliento sabor a menta.

No quería admitir a Belby su amor por James... ¡Él era un merodeador! ¡No era de fiar! ¡Era el enemigo!

Por suerte, en ese mismísimo momento, pudo ver unos cabellos azabaches asomándose por la puerta del compartimiento.

-¡TRAICIÓN! -grito James, en cuanto noto que sus amigos estaban más cerca de donde los había dejado antes de irse-. ¡Me estas engañando!

Frunció el entrecejo. ¿Desde qué momento ella se había convertido en alguien de su pertenencia? ¡Como si fueron novios! ¡No tenía nada que reprocharle!

Aunque... en realidad no le molestaba...

-James dice que somos pareja -explicó Dylan, salvando a Amelie de sus pensamientos repletos de ilusiones-. Sólo ignóralo, es idiota.

-¡¿Cómo puedes decir idiota al padre de tus octillizos?!

Dylan rodó los ojos. Amelie también.

-¿Y así dices que maduraras?

Si había una cosa que ella detestara más que la arrogancia de James, era el que la ignoraran. Y en eso se especializaron ambos merodeadores por la siguiente hora. Como si no estuviese allí.

Más tarde, Fred y Dean volvieron, rendidos, sin dar ninguna palabra. Finnigan se desplomo sobre el asiento a su lado, refregando una y otra vez las manos por su cara. Estaba nervioso y parecía querer romper algo, por lo que Amelie alejo disimuladamente sus pertenencias de él. Seguramente Kyle lo había mandado a freír huevos de escreguto; pero ni Fred ni Dean dieron algún tipo de explicación a su comportamiento. Lucían rendidos y enfadados, por lo que tampoco parecía muy saludable preguntar lo que había ocurrido.

Amelie se fijó en la hora y, para su desgracia, noto que aún faltaban, al menos, dos horas para llegar al castillo. Debía encontrar a Kyle o a quien sea lo antes posible.

En el mismo instante en que se dispuso a levantarse, su salvación llamo a la puerta del compartimiento con tres golpes.

-¡Que aquí están, te dije!

-¿James y Amelie? ¡¿Juntos?! Carajos Albus, ¡Ten cuidado! Que si no están peleando seguramente están teniendo sex...

Los finos labios de Paris esbozaron una sonrisa inocente en cuanto se encontró con los furibundos rostros de los aludidos. Detrás de ellos, se escuchó una sonora carcajada y Dylan Belby se levantó de un brinco de su asiento, con una inmensa sonrisa de oreja a oreja.

-¡La acosas, Belby! -chillo Fred, tironeándolo de la túnica para obligarlo a volver a su lugar.

Roxanne Weasley se asomó al compartimiento. Tenía sus ojos azules con un brillo de diversión y su cabello negro cubriendo desordenadamente su tez morena. Puede que no pareciera hermana del pelirrojo, pero ambos tenían la misma sonrisa y mirada de travesura.

-¡Hola, Dy-dy!

-¡Que dejes de hacer eso! ¡No quiero que te acerques ni a más de quince metros de distancia de él!

-Oye, ya no insistas en eso. Tan solo es divertido molestarte, Fred. -rio Roxanne, antes de irse sin esperar ningún tipo de respuesta.

Su hermano bufo indignado, cruzándose de brazos, mientras que escrutaba con su furiosa mirada la estúpida sonrisa de Dylan, tal vez pensando en qué lugar dolería más un fuerte puño cerrado.

-Oigan, premios anuales y prefectos deben ir a los compartimientos especiales -indico Albus con autoridad, señalando con su cabeza que lo siguieran.

Sin replicar, James y Amelie obedecieron. Nunca se habían interesado por nada que estuviera relacionado con cargos de importancia en el colegio, ya que siempre habían creído que nunca serían merecedores de algo así, por lo que ahora no sabían que hacer. Según habían escuchado de algún que otro comentario, debían dar una charla a los prefectos de cómo actuar, pero... ¿Cómo iban a saber ellos si nunca habían sido prefectos?

El azabache la miro con incredulidad y rio, como si ambos hubieran tenido los mismos pensamientos. Ella lo imito, en el momento exacto en que él volvía a tomarla de la cintura para darle otro tierno beso en la coronilla antes de atravesar el compartimiento. Amelie frunció el ceño pero no se detuvo y lo siguió, mientras escuchaba como Albus y Paris se burlaban.

-¡Al fin llegan! -exclamo Neville Longbottom en cuanto vio a ambos llegar-. ¡Albus, ahijado mío! Oh, emmm... creo que debemos hablar.

El profesor no le dio tiempo al menor de los Potter de responder, ya que lo tomo por el codo y lo alejo de los demás, en dirección al pasillo, seguramente para que nadie pudiera escuchar su conversación. Amelie pensó que hablarían sobre el incidente de Alice.

Escaneo con sus ojos verdes el resto del compartimiento y se sonrojo rápidamente cuando se dio cuenta que todos los estaban observando. Se sentó antes de que alguien pudiera decir algo, así dejar de ser el centro de atención.

Emily y Louis -al parecer, premios anuales de Ravenclaw-, la saludaron animadamente desde la otra punta del compartimiento. Dentro también estaban Jenna Adams -quien la saludo quedamente con un asentimiento de cabeza- y Andrew Boot, de Slytherin. Solo faltaban los premios anuales de Hufflepuff.

-Creo que llamare a los prefectos... -musito Paris, retirándose del compartimiento algo incómoda.

-Aun no puede creer que estemos aquí -murmuro James sentándose a su lado.

-Y menos que menos juntos -añadió Amelie, sonriendo.

Unos minutos más tardes, el compartimiento se volvió mucho más incómodo de lo que ya era. No solo porque todos estaban muy callados, sino también, que apenas había espacio alguno para sentarse sin que los hombros disminuyeran el ancho del cuerpo de cada uno. Los prefectos constituían una misma cantidad que los premios anuales, por lo que la cantidad de ocupantes se había duplicado.

Rose Weasley estaba tomando asiento junto con su compañero Joseph Krum entre Emily y Adams, al mismo tiempo que Paris volvía a entrar al compartimiento junto con Alice Longbottom, para su mala suerte. La francesa se mordía el labio inferior de tal forma que Amelie creyó ver cómo la sangre comenzaba a fluir. Por detrás de ellas estaba Troy Spiegelman -al parecer el otro prefecto de Hufflepuff-, Ethan Corner -compañero de Paris- y, por último, Miranda Nott, amiga de Albus.

-¿Quién carajos dará la charla? -pregunto James, una vez que todos estuvieron sentados y el silencio seguía sin extinguirse-. ¡Yo nunca fui prefecto, ni siquiera sé cómo carajos estoy aquí!

-Tranquilízate, Potter.

-Es que es cierto, Moore... Tu y yo... ¡Solo sabemos destrozar cosas estando juntos!

-¡Ja! Claro. -murmuro Paris, sarcásticamente, mientras le daba un codazo a Amelie, quien adquirió un llamativo tono rosado en sus mejillas.

-¡Tu, Weasley fallido! -chillo James a su primo Louis, golpeándolo en el pecho-. ¡Tú di algo, fuiste un maldito prefecto!

-Calma -ordeno Albus, mientras entraba al compartimiento y se dirigía, sin atreverse a mirar a Alice, hacia el final del compartimiento junto a su compañera Slytherin.

-No entiendo porque estas tan alterado, James -musito Amelie, contrariada.

-¡¿Lo llamaste James?!

Todos los rostros del compartimiento ser volvieron hacia ella, asombrados. Los nombres de la mayoría de ellos los había conocido ese mismo día, pero al parecer eso no significaba que no supieran de su relación de odio con el mayor de los Potter.

Amelie abrió los ojos de par en par, tapándose la boca con ambas manos, sorprendida de sí misma.

-¡Merlín! ¡¿Qué pasa conmigo?! ¡ME SACAS DE MIS CABALES, POTTER!

-Gracias, pelirroja -respondió James sin inmutarse, girándose a ella para guiñarle un ojo con una de sus típicas sonrisas de lado.

Miranda Nott levanto su mano de manicura verde al aire, al mismo tiempo que daba un brinco de su asiento. Su coleta de cabello pelirrojo estaba recogida tensamente, por lo que se movió al compás de su movimiento. Amelie trato de verla a los ojos, pero apenas podía distinguir que eran de un color celeste cristal, dado que su flequillo en forma de cortinilla tapaba sus cejas y pestañas.

-¡Nott! -llamo James, como si se tratara de un profesor hablando a su alumna-. ¿Qué ocurre?

-¡¿Quién carajos nos explicara al final?! ¡Eres una mierda de premio anual, Potter!

-Que hermoso carácter... -murmuro James sarcásticamente, bajando su mirada al piso para que no lo escuchara-. Ya lo sé Nott. ¿Y sabes qué otra cosa me he dado cuenta?

-No otra vez, no otra vez, no otra vez... -pidió la muchacha, cruzando sus dedos en busca de buena suerte, mientras se desplomaba con los brazos cruzados junto a Albus, quien se limitaba a rodar los ojos.

-¡Que deberías cortarte ese puñetero flequillo! -Miranda suspiro, agradecida, pero no por mucho tiempo, ya que a James no le gustaba dar la satisfacción de tranquilidad a nadie en particular-. ¡Y que eres una pelirroja! ¡Y eres amiga de mi hermano! Lástima que eres Slytherin.

-¡OYE! -chillo Jenna, ofendida.

Instantáneamente, Amelie se asombró de encontrarse a sí misma peleando con Andrew Boot sobre cuál era la mejor de las casas: si Gryffindor o Slytherin. A su alrededor pudo escuchar también los gritos del resto de los alumnos, discutiendo y gritando los pros y contras de cada una de las casas. Hasta Albus estaba rojo de ira.

Las únicas personas que estaban pacíficamente sentadas fueron Troy Spiegelman y, para sorpresa de Amelie, Paris Peyton. Parecían desinteresados, como si todo fuera cosa de niños; ahora que lo pensaba... tal vez tenían razón. Lo que estaba haciendo era completamente inmaduro.

Pero no por eso iba a parar. ¡No iba a dejar que Boot ganara!

El conflicto termino luego de que Jenna desplomara a James en el piso con un fuerte y limpio golpe en el estómago. ¡Ja! Luego decían que Amelie era la de los impulsos...

Longbottom estaba más enfadado que la vez que los merodeadores habían decorado su despacho de rosa y platos con fotos de gatitos. Estaba furibundo y decepcionado. Echo a todos del compartimiento y les ordeno secamente que tendrían una semana de castigo por no dar el ejemplo que debían.

De cualquier forma, Amelie no pudo evitar pensar que nada hubiera pasado sin James. Lamentablemente, él quisiera admitirlo o no, siempre era la causa de todos los problemas, fueran a adrede o no. Tenía esa especialidad para pisotear momentos de la mejor forma.

Sin embargo, el mayor de los Potter no se quedó a reparar su error y ayudar a juntar todo lo que se les había caído y destrozado, sino que se fue del compartimiento con la excusa de que el estómago le dolía muchísimo. Pero, en cuanto Amelie salió, se tuvo que aguantar las ganas de tirarlo por la torre de Astronomía en cuanto llegaran a Hogwarts.

James estaba apoyado contra la puerta de uno de los compartimientos más cercanos de donde se había armado el alboroto. Y no estaba solo. Frente a él, con la mano dentro de su camisa -posiblemente disfrutando de sus abdominales-, se encontraba una muchacha pelirroja con la bufanda de Gryffindor. Amelie no la conocía, pero el hacerlo tal vez no era necesario como para disminuir sus instintos asesinos frente a ella.

-Oh, sí. No tienes idea alguna de cuan fuerte me golpeo Adams. Emm... si... justo ahí...

Carraspeo.

-¡Ah, Moore! -exclamo James volviéndose hacia la aludida, quien estaba con los brazos cruzados y una ceja hacia arriba, incrédula-. ¡Estaba esperándote!

Amelie no quería parecer celosa, pero... no, ningún pero. Esa zorra no iba a estar tocando a su James.

Sin dudarlo dos veces, lo tironeo del brazo y lo arrastro por el pasillo de vuelta al compartimiento de los merodeadores. Maldecía por lo bajo, sin notar como James la observaba divertido, tratando de seguir sus pasos apresurados a medida que ocultaba su ombligo como debía ser.

-¡¿Qué rayos te pasa?! -inquirió Amelie, con sus brazos en jarra, deteniéndose frente a él antes de llegar hacia sus amigos, tratando de parecer intimidante, cosa que definitivamente no podía lograr a causa de su escasa estatura.

-¡Sólo estaba hablando con Psique!

-¿Sólo hablando? ¿En serio? ¿Has notado que esa chica es notablemente más pequeña de edad que cualquiera de nosotros?

-¿Y qué? Es tan solo dos años más chica, ¡Tiene la edad de Albus y Paris!

Amelie bufo.

-Pero no estaban hablando -lo desafío, cruzándose de brazos-. Estaba... emmm... tocando, emmm... ¡Tu flácido estomago! -no iba a admitirle que tenía unos abdominales que derretían a cualquiera-. ¡Te estaba acosando tan solo con la mirada! ¡¿Qué no lo notas?!

-¿A esto le llamas flácido? -se atrevió James, levantando su remera provocativamente hasta enseñar su pecho y cada uno de sus distinguidos músculos abdominales. Amelie le pego un manotazo, mientras se mordía los labios con nerviosismo-. ¡Vamos! ¡Solo me estaba poniendo una crema para calmar el dolor!

-Adams tampoco te golpeo tan fuerte.

-¡Que sí! Aun me duele... y digo, ya que echaste a Psique hace unos segundos, ¿Podrías dejar tu escenita de celos para otro momento y hacerme los honores?

Saco el pote de crema de su bolsillo y se lo ofreció con su mano izquierda a medida que volvía a levantarse su camisa. Amelie lo observo indignada, antes de decidirse por darle una fuerte cachetada y entrar al compartimiento contoneando sus caderas al son de su coleta.

Los merodeadores la miraron con los ojos abiertos de par en par en el momento que James la precedió, frotándose la mejilla colorada con su mano derecha.

Ella no hacia escenas de celos. Y menos que menos a James Sirius Potter.

Aunque, posiblemente, las cosas siempre se verán cambiadas en cuanto haya una pelirroja de por medio.

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Mohlo by se ti líbit

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( 𝘍𝘓𝘖𝘙𝘌𝘚 𝘈𝘔𝘈𝘙𝘐𝘓𝘓𝘈𝘚 ) ELLA SABÍA QUE ALGÚN DÍA PASARÍA, QUE ÉL VENDRÍA A BUSCARLA CON SUS FLORES AMARILLAS...
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" ¿Qué pasaría si Ego hubiera conocido a Isagi un año antes del proyecto bluelock? En resumen, Isagi está muy chetado. " ̨ 𖥻 ִ ་ no ships...
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Taehyung definitivamente no estaba ansioso. Tenía 24 años y una carrera seria, era ya todo un hombre adulto, por amor a Dios; no estaba mirando const...
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Albus Potter tiene el presentimiento de que su quinto año en Hogwarts no será tranquilo. Tras haber sobrevivido a su cuarto año en el cual casi es as...