Luna de Sangre

By ladyhabsburgo

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Harry es un purasangre mafioso, infame y despiadado y Louis el omega que el destino puso en su vida para camb... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35

Capítulo 19

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By ladyhabsburgo

Louis se encontraba comiendo de un pequeño tazón de moras frescas que Aeve había llevado para él por la tarde, luego de la comida. Las comía vagamente mientras hojeaba con suavidad las páginas de un libro de botánica en sus manos, concentrado y guardando datos relevantes en su cabeza.

Podía escuchar el crujir de la leña consumiéndose en la chimenea al frente suyo y también sentía el cálido rumor del fuego calentar sus mejillas. Eran días de nieve, y aunque en ese momento no estuviese nevando no evitaba que el clima fuese frío y denso.

Louis agradecía tener varios abrigos encima, junto a un par de mantas y cojines en su (nombrado por él mismo) nidito de lectura. Sí, ese pedacito de suelo donde mantas y cogines que olían a él -y también a cierto alfa rizado- se arremolinaban alrededor suyo delante de la chimenea. Era su lugar favorito para estar dónde solía pasar gran parte del tiempo.

Habían pasado ya varios días desde que las cosas se habían aclarado suavemente entre él y Harry. Las rutinas de ambos no habían cambiado mucho y si bien Louis a veces se encontraba deseando algo más qué hacer aparte de andar solamente por ahí existiendo, no podía quejarse ya que Harry realmente se esforzaba lo suficiente para que estuviese cómodo en cualquier sentido y aspecto. Así que Louis se quedaba en la habitación, y como no tenía ningún amigo ni compañero, solo a veces salía a caminar por los pasillos curioseando en una parte u otra perdiéndose allí y allá porque realmente la casa era muy grande.

También se había escabullido demasiadas ocasiones dentro de la biblioteca -privada- de Harry para tomar uno que otro libro que le pareciera interesante y aunque los pequeños montoncitos alrededor de la habitación cada día estuviesen más altos, el alfa no mencionaba nada al respecto. Y el omega lo agradecía.

Aunque Louis no iba a mentir. No podía pasar el resto de su vida leyendo libros como un ratón de biblioteca. Sus días realmente se estaban volviendo cansados de hacer prácticamente nada.

Y cómo Harry le había dicho que podía decirle cualquier cosa, le comentaría respecto a eso. Hacerlo seguramente evitaría cualquier altercado o malentendido en el futuro. La falta de comunicación no sería más un problema entre ellos, el omega se lo había prometido al alfa.

Después de todo, Louis solo quería algo qué hacer. No sabía si podía pensar en permitirse seguir con sus estudios, pero eso sería bueno ya que siempre le había ido relativamente bien en la escuela.

Ya miraría opciones una vez que hablase con su alfa.

Porque irremediablemente lo había aceptado y podía admitirlo y decirlo en voz alta sin molestias o preocupaciones.

Harry era su alfa.

A menudo Louis ocupaba su mente pensando en diferentes cosas. A veces analizaba todo desde su llegada a ese lugar y aunque le seguía resultando algo extraño, había comprendido que a pesar de la manera grotesca en la que había llegado ahí, había podido acostumbrarse.

Se había podido acostumbrar a compartir sus mañanas con un alfa que le sonreía mientras se acomodaba la corbata y él seguía enredado en las sábanas calientitas de la cama con ojitos somnolientos.

Se había podido acostumbrar a las constantes preguntas del mayor sobre si estaba bien o si necesitaba algo. Se había podido acostumbrar a esa fragancia fuerte y confortante con toques de madera, lluvia y tabaco.

Simplemente se había podido acostumbrar a Harry e incluso disfrutaba y se sentía cómodo con su compañía.

Eso sólo significaba una cosa.

Y Louis la había aceptado.

Su instinto le decía que era sólo eso, instinto. Su parte racional ni siquiera intentaba meterse en ello, porque bastaba con darle una larga mirada a Harry para comprender porqué era ahí donde debía estar.

Louis se preguntaba que tan correcto era mirar a Harry de la forma que comenzaba hacerlo.

Se preguntaba que tan correcto era que sus manos hormiguearan con impaciencia por acariciar sus rizos o que sus ojos azules fuesen a parar de vez en cuando en los brillosos y rosados labios del alfa. Que su mente se perdiera en cada pequeño lunar de su rostro, o en la sombra suave de sus pestañas, en sus manos grandes, en los anillos de sus dedos, en lo ancho de su espalda, o la tinta en sus tatuajes.

Se preguntaba que tan correcto era enamorarse de Harry Styles.

El purasangre mafioso, impredecible, infame y maldito.

Porque a pesar de ser su alfa, Harry traía muchísimas cosas consigo detrás. Y no todas esas cosas eran buenas.

Louis había leído sobre el clan de los purasangre por ahí, el nombre de Harry siendo uno de los principales encabezando la lista. Cuando leía las descripciones, las acusaciones y los actos cometidos simplemente se preguntaba si era que se trataba de la misma persona que él conocía.

Se preguntaba que tan dispuesto estaba él mismo a involucrarse en todo eso. A aceptar todo aquello.

Mafia. Asesinatos. Injusticias.

Todo eso y más era lo que había detrás del alfa.

Ese alfa con ojos suaves y cálidos, de rizos chocolate y sonrisa amable. De tacto cuidadoso y palabras bajas de voz ronca.

Ya no tenía más opción, Louis no quería tener más opción.

"Soy malo, pero no contigo."

Cerró el libro en sus manos y sus ojos fueron a parar al fuego que consumía la madera en la chimenea.

Quería evitar ser una mala persona, pero dudaba de lograr el cometido al haber aceptado su lugar a lado de Harry.

No deseaba ser una mala persona, pero recordar a esos omegas amordazados y temerosos saliendo de aquella casona, la chica rubia cayendo muerta delante de sus ojos, aquellos omegas llenando con su sangre un enorme cubo de agua, le hacían sentir que eso era lo que era, malo. Por haberlo ignorado.

Pero, ¿podía comentar? ¿podía hacer algo al respecto aún cuando apenas estaba haciendo un espacio en la vida del que se hacia llamar su alfa?
O quizás el mundo ya estaba muy jodido, y él simplemente tenía que aceptarlo.

A pesar de la incomodidad en su pecho, no sentía que estuviese en sus manos. El todavía no era nadie ahí.

Ni siquiera debería pensar meterse en cosas que no eran de su incumbencia. Él no podía hacer nada.

Sólo era el omega de Harry.

Sólo un omega más.

¿Cierto...?

[...]

Para su sorpresa, cierto alfa rizado apareció empujando la puerta de la habitación antes del anochecer.

Louis se encontraba mirando el cielo desde el ventanal principal, que por las cuestiones del clima frío, permanecía cerrado.

El omega observó al alfa sobre su hombro y él se veía como siempre.
Sonriente, impecable y con una pisca de algo más en sus brillantes ojos verdes.

Louis le regaló una sonrisa también, dándose la vuelta para observarlo de frente—. Hola —saludó por lo bajo.

Harry seguía sonriendo, permaneciendo con ambas manos detrás de su espalda en un gesto formal.

—Hola omega —le saludó también.

Louis ladeó la cabeza dudoso y parpadeó—. ¿Llegas temprano? —cuestionó.

El alfa soltó un suave respiro y avanzó los pasos restantes hasta quedar considerablemente cerca del joven ojiazul. El omega levantó la mirada y entrelazó sus dedos delante suyo. Volvió a sonreír.

—No. —Harry tragó saliva suavemente y lamió sus labios—. Yo sólo... Vine a verte. Como siempre.

Louis parpadeó y sus labios se separaron suavemente. Un sentimiento cálido le recorrió el pecho y se dio cuenta de que era su omega, complacido.

—Como siempre... —repitió, su suave sonrisa todavía adornando su rostro—. Estoy bien. Mi día ha ido bien, ¿el tuyo que tal?

Harry ladeó suavemente la cabeza y le miró con ojos tranquilos pero analíticos. Torció una suave mueca y luego soltó un suave respiro.

—Yo realmente creo que... Bueno, yo siento que te aburres mucho aquí. —le dijo algo dudoso, las palabras sonando más a una pregunta—. Te siento... Frustrado y, agobiado.

Louis parpadeó. Era increíble como no había tenido que siquiera mencionar algo al respecto y Harry ya lo sabía. Lo había sentido.

El omega carraspeó—. Oh... Vaya. Bueno eso, hm, sí. Yo estaba pensando en decírte pronto.

El gesto del alfa pareció decaer un poco—. ¿Decirme qué? ¿Quieres volver a casa? —preguntó por lo bajo—. ¿Porque aquí es muy aburrido, no te gusta?

Louis rápidamente negó y una de sus manos se aferró al antebrazo del alfa, sujetando suavemente la tela de su traje.

—No, no. —volvió a negar—. No es eso.

Escuchar al alfa decir aquello le había tomado por sorpresar. ¿Por qué era difícil imaginarse lejos de él? Si al principio era todo lo que había querido. Suspiró. Eso había quedado muy atrás, lo sabía. Fue antes de saber lo que su corazón realmente pedía. Su lugar estaba ahí y de solo pensar irse a otro lugar, le incomodaba en la piel y el pecho.

—¿Entonces? —murmuró el alfa—. ¿Qué querías decirme?

—Bueno que... Yo podría hacer algo, no lo sé. Ayudar a Aeve, cuidar de las plantas, algún trabajo. Soy bueno en muchas cosas, solo... Es exasperante estar aquí sin hacer nada —chasqueó suavemente la lengua, mirando a Harry con ojos suaves—. No me malintérpretes, me gusta aquí. Me gusta estar aquí y que tú también estés. Solo... Necesito hacer algo porque es tedioso solo ver cuatro paredes, ¿lo entiendes? Si sigo así me moriré de aburrimiento —dramatizó.

Harry entonces sonrió, pareciendo casi aliviado—. Hm... Pensé que era de ese modo. Sé que, la mayor parte del tiempo estoy lejos de ti porque de verdad hay muchas cosas qué hacer, pero quiero que sepas que me gustaría pasar todo el tiempo del universo a tu lado si de mí dependiera, haciendo cualquier cosa. —el alfa entonces se acercó un poco más—. Te prometo que encontraré algo en lo que puedas distraerte porque realmente comprendo tu situación, lamento no haber preguntado antes.

Louis le sonrió—. No te preocupes, alfa. Gracias.

Entonces fue el turno de Harry al carraspear.

—Aunque se me había ocurrido algo para... Salir de aquí y que pudieras tener algo de aire fresco. Estar todo el tiempo en casa es irritante, yo lo sé. Hablo por mí mismo también.

Louis rió un poco y asintió—. Sí que lo es. ¿Qué se te ocurrió?

Entonces Harry trajó una de las manos que tenía detrás suyo al frente y le extendió a Louis una rosa roja grande de pétalos vivos y hermosos.

El omega perdió un poco el aliento y sus mejillas se colorearon de un rojo suave. Él jamás había recibido algo así de nadie. Era la primera vez.

Una rosa significaba mucho.

La primer rosa significaba todo.

Para suerte de Louis, la primer rosa en su vida le estaba siendo ofrecida por un alfa hermoso, amable y gentil con él. Un alfa al que tenía confianza.

Se la ofrecía su alfa, así que la tomó en un suave movimiento y se la llevó al pecho, sujetándola con ambas manos para después darle una mirada complacida al purasangre.

Harry sonrió con su propio orgullo llenándole el pecho inflando a su alfa interior.

El alfa no tuvo que preguntar, Louis sabía bien de qué se trataba así que se adelantó.

—Sí —murmuró sonriente acunando la rosa como si fuese lo más frágil que alguna vez había sostenido—. Acepto... Una cita contigo, alfa.

Entonces el purasangre pidió con un gesto suave la mano del joven y cuando la obtuvo, besó su dorso con suavidad—. Gracias. Voy a cuidarte omega, siempre. Lo prometo.

Porque un omega era frágil y hermoso, como una flor. Y un alfa era grande y poderoso, teniendo el poder de proteger. Harry iba a proteger a su flor, hasta su último aliento.

[...]

Louis esperaba paciente sentado en el sofá de la habitación con ambas manos puestas en su regazo. Se había echado apenas un simple vistazo al espejo luego de vestirse y fue suficiente ya que en realidad no le preocupaba lucir de una manera u otra. Siempre había sido un omega simple y común, y aunque fuese a tener su primera cita, vestía de manera casual. Quizás, solo quizás, se había tomado la molestia de arreglar su cabello y poner una boina encima.

Harry le había dicho que volvería alrededor de las diez de la noche a recogerlo para posteriormente marcharse a donde sea que fuesen a ir, el purasangre no mencionó muchos detalles. Solo había dicho "creo que te gustará" y también le había pedido a Louis amablemente que se abrigara muy bien, así que eso es lo que el omega había hecho.

Louis veía perdidamente la bonita rosa que Harry le había obsequiado, la cual reposaba dentro de un pequeño jarrón de cristal en uno de los buro al lado de la cama. Era tan bonita que sentía al omega en su pecho casi chillar, pero lo contenía, mostrando solamente una pequeña sonrisa de lado.

Diecinueve años y había apenas obtenido su primer rosa. No sabía qué sentir al respecto, pero estaba seguro de que era un sentimiento positivo el que le recorría el cuerpo.

Realmente nunca se esperó ser cortejado por nadie en el pasado, y en la actualidad, luego de saber que Harry era su alfa, no esperó ser cortejado tampoco, ya que pues, se cortejaba para hacer una unión formal de alfa y omega, pero Louis y Harry parecían haberse saltado ese paso, ya que eran más que eso.

Destinados.

Su alfa destinado lo cortejaba.

Tuviese sentido o no, la emoción le hacia cosquillas en el pecho.

Cuando el reloj estaba justo para marcar las diez de la noche la puerta se abrió y el alfa, como siempre, asomó primero la cabeza.

—¿Omega? —le llamó suavemente.

Louis sonrió y se pusó de pie, acercándose en dirección del alfa.

—Hola, estoy ya listo.

Harry entonces se adentró—. Estás muy bonito. —le sonrió—. Tú estás bonito todo el tiempo. Hoy, mañana y siempre.

A pesar de sus mejillas tomando un suave color rojo, Louis se quedó algo sorprendido ya que el alfa también parecía estar más que listo. Usaba un abrigo negro hasta las rodillas, una camiseta de botones color negro debajo junto a unos jeans oscuros y unas botas café. Sus rizos recogidos detrás de su cabeza en un moño dejando solamente unos cuantos cabellos escapar encima de su rostro.

Louis le miró en silencio durante unos segundos y luego de que Harry ladeara la cabeza, el omega reaccionó y parpadeó un par de veces.

No había visto a Harry vestir tan normal antes. El alfa a diario era solo trajes, corbatas y pijama por la noche.

Algo recorrió el pecho del omega, pues encontró al alfa realmente, realmente, muy atractivo.

Harry incluso parecía más joven. Louis no iba a mentir, mirar a Harry en trajes formales, con joyas caras adornando sus manos y cuello junto a su ceño fruncido, le hacía lucir como un alfa mayor y malhumorado la mayor parte del tiempo, que por lo general el atuendo le iba bien debido al papel que llevaba en su trabajo.

Pero en ese momento era distinto. En ese momento parecía sólo un joven común y corriente recogiendo a su omega para salir de paseo.

El estómago de Louis se sintió cálido y extraño. ¿Eran esas las ridículas mariposas?

—¿Omega...? —Harry murmuró algo extrañado.

Louis volvió a parpadear. Harry le había hecho un cumplido y él solo se había quedado viéndole como un tonto. Carraspeó y tomó una pequeña bocanada de aire.

—Oh... —sonrió nerviosamente y sus ojos se encontraron con los del alfa—. Hm, gracias. Eh, tú... Tú también estás muy, como... Muy guapo. Eh, sí.

El purasangre parpadeó y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios—. Gracias omega, ¿nos vamos? —le extendió su mano a Louis y éste la tomó antes de perderse nuevamente en la bonita imagen de Harry siendo un alfa común y corriente.

Salieron de la habitación tomados de la mano y recorrieron el pasillo silencioso pero muy iluminado. Las estrellas y el cielo nocturno podían verse a través de los ventanales.

—¿Puedo preguntarte algo? —murmuró Louis.

Harry volteó a verle por encima de su hombro y le sonrió, deteniéndose un momento hasta que Louis llegó a su lado para pasar suavemente una mano por su espalda y traerle más cerca de su cuerpo. El omega sonrió y pasó también su mano por la espalda del alfa, comenzando entonces a caminar abrazados.

—Claro omega, siempre. Lo que quieras.

—Hm... Es que no sé si sea grosero preguntar.

Harry frunció suavemente el ceño mientras volvía a dedicarle una sonrisa—. No siento que tú pudieses preguntar algo grosero.

—Bueno... ¿Me dirías que edad tienes?

El purasangre rió por lo bajo.

—Tampoco siento que vayas a creerme. —respondió.

—Lo intentaré.

—Veinticuatro.

Louis parpadeó. Ni en sus más bellos sueños él podría tener todo lo que Harry tenía a esa edad. Pues era algo joven.

Volteó a verle, con cejas arriba y labios separados—. ¿Lo prometes?

Harry rió, su mano se apretó suavemente en su cintura y le atrajó todavía más hacia él.

—No hay una razón para mentir, omega. Yo nunca te mentiría.

Louis sonrió de lado y luego de unos segundos volvió a mirar al alfa.

—¿Quieres saber cuántos tengo yo?

Harry volvió a darle una mirada mientras seguían caminando a lo largo del pasillo con pasos cortos y calmados. Le sonrió—. Ya lo sé.

—¿Lo sabes? ¿Cómo?

—¿Cómo no saberlo? Tienes dos añitos. Mirate, tan pequeño.

Louis frunció el ceño y soltó una pequeña carcajada incrédula.

—No puedo creer que me hayas dicho eso —negó. Quiso ocultar la sonrisa en su rostro pero falló—. Si yo luzco como un bebé entonces tú luces como un anciano.

Fue el turno de Harry para reír.

—No te molestes omega, es solo una broma. —aclaró por lo bajo, apretando de vuelta su cintura. Louis le regaló una cálida sonrisa—. Sé que cumplirás tus veinte pronto. Cuando la luna brilla mucho, la nieve cae y en el hogar se respira la familia.

Louis parpadeo, dudoso—. Noche buena —murmuró.

El purasangre asintió—. Sí. Estaba por mencionar el olor a galletas y la suave melodía de los villancicos.

El omega se quedó un poco perplejo. A veces, era bastante difícil comprender que Harry iba más allá de ser un simple purasangre mafioso.

—Sí Harry, mi cumpleaños es en noche buena —mencionó bajito—. ¿Cómo lo sabías?

El alfa alzó los hombros—. Sé muchas cosas sobre ti, omega. Te sorprenderías.

—¿Y cómo es que las supiste?

El alfa le dio una mirada, corta y suave—. La Luna. —le dijo simple—. Siempre es la Luna.

Louis estuvo a punto de cuestionar cuando escuchó pasos delante suyo. Estaban a unos cuantos metros de llegar a las escaleras, por lo cual Louis pudo distinguir a Zayn y Liam terminando de subir. El pelinegro caminaba en silencio mirando algo en su móvil, mientras el jovencito iba detrás suyo con la mirada abajo y con postura casi tímida.

Louis atrapó la mirada de Liam durante apenas un segundo, ya que el chico le rehuyó y siguió observando el suelo. Extraño. Así fue el sentimiento que recorrió a Louis.

Zayn y Harry se dedicaron escuetas miradas durante unos segundos mientras caminaban hasta estar de frente y el pelinegro habló—. ¿Saldrás? —preguntó.

—Sí. Cena y paseo. ¿Tú?

Zayn negó—. Iré a dormir. Fue un día difícil.

Harry asintió—. Vale. Que descanses.

Zayn chistó suavemente—. ¿Luke? —preguntó.

—En su habitación.

—¿Aeve le ha llevado la cena?

Harry divagó—. Sí, pero ya sabes como ha estado. Se niega a comer.

El pelinegro frunció el ceño—. ¿Es que tiene cinco años o qué? Joder, todo por ese estúpido omega.

—Hablaré con él —murmuró Harry—. Que tengan buena noche.

—Y tú.

Luego de eso, siguieron cada quien su camino. Louis todavía sin creer que Liam no había sido capaz de volverlo a ver, permaneciendo en total silencio detrás de Zayn. Tanto, que hasta Harry lo notó.

—¿Liam y tú no hablan más? —preguntó mientras bajaban las escaleras.

Louis analizó sus opciones. Decirle la verdad a Harry y confesar que Zayn le había básicamente prohibido a Liam hablarle, o quedarse callado para no provocar problemas entre los alfas.

No sería la discordia entre nadie, así que ligeramente alzó los hombros—. Liam me culpó de que Mike se haya ido. Ha dicho que... Es mejor que no seamos más amigos.

Harry frunció el ceño—. ¿Y tú estás bien con eso?

El omega hizo una mueca—. Supongo que sí.

Finalmente llegaron al final de las escaleras y Harry le dio una mirada a Louis de ojos serios y labios juntos.

—No fue tu culpa. Michael se fue porque esa fue su decisión.

Louis no sabía cuánto podía creerle aquello a Harry pero simplemente asintió.

—Por supuesto alfa, eso yo lo sé.

El mayor asintió y llegaron entonces hasta la enorme puerta principal. Harry colocó una larga, larga, pero muy larga contraseña en el panel adherido en la parte central de la puerta y esta soltó un suave pitido para después abrirse. El frío del exterior se coló con rapidez acariciando sus rostros y moviendo con suavidad sus cabellos. Las mejillas de Louis se sonrojaron con rapidez pero avanzó cuando Harry caminó fuera todavía sujetando con suavidad su mano.

La fragancia de muchos alfas distintos llegaron hasta la nariz de Louis que se frunció como una reacción natural. Volteó en distintas direcciones y ahí estaban los guardias. Eran caras nuevas y distintas a las que recordaba agregando también que eran una cantidad más grande que antes.

Por instinto se pegó un poco más a Harry y caminaron bajando las pocas escaleras que restaban de la entrada principal para finalmente llegar a donde un vehículo oscuro esperaba con las puertas abiertas. El purasangre ayudó a subir a Louis y también le colocó el cinturón de seguridad, luego cerró la puerta y subió por el otro lado.

El chofer encendió el vehículo y pronto se pusieron en marcha.

—¿Guardias nuevos? —preguntó Louis un tanto confundido.

Harry asintió, colocándose también su cinturón de seguridad—. Sí.

—¿Qué pasó con los demás? No recuerdo a ninguno. —comentó.

Harry se quedó callado durante unos momentos, luego simplemente alzó los hombros—. No hacían bien su trabajo.

—Oh, ¿y les despediste a todos?

Harry ignoró la pregunta y observó demasiado interesado el reloj de su muñeca. Entonces Louis frunció el ceño.

—Harry.

—¿Sí? —el alfa no le miró.

—Eran muchas personas.

—Lo sé.

—¿Qué pasó con todos ellos?

Finalmente el purasangre suspiró—. No preguntes sobre cosas que no quieres saber, omega.

Louis quedó un momento en blanco. Después comprendió. Tragó saliva y simplemente apartó la mirada. Harry entonces tomó su mano y a pesar del silencio, la sujetó durante todo el camino.

Louis todavía no estaba muy seguro de poder con el peso de una culpa, que a pesar de no ser suya, caía con fuerza sobre sus hombros.

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