The Psychologist

By karmadry

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Una terapia. Tres pacientes; Una prostituta, un joven gay y un atractivo asesino. Historias diferentes. Descú... More

Monday: Grace.
Wednesday: Gabe
Nota.
Monday: Grace. (II)
Wednesday: Gabe (II)
Friday: Jason (II)
Monday: Grace (III)
Wednesday: Gabe (III)
Friday: Jason (III)
Monday: Grace (IV)
Raíces

Friday: Jason.

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By karmadry

El viento frío me ondea el cabello y mis botas dejan pisadas sobre la nieve. El invierno está presente en Irlanda.

Estos días son perfectos para tomar un café y leer un buen libro de Stephen King acompañado con una suave melodía de mi cassette favorito de The Rolling Stones.

Doy una calada al cigarrillo que cuelga de mi mano y subo el volumen de mi celular para escuchar más cerca a Nirvana. Con cada paso que doy puedo sentir la emoción dentro de mí.

Porque, aunque suene imposible ya que no parezco ser la clase de persona que cuenta sus problemas a otra, iré a terapia.

R.J Miller.

Ese fue el nombre que había visto en aquella página de internet, y a su casa es donde me dirigía ahora.

¿Cuál será su nombre? Quizás Rose Jade, Rachele Jessica o Rhiannon Jennell. Bien, soy un asco combinando nombres.

Sigo caminando hacia mi destino. Por suerte poca gente transita por las calles de Dublín debido al frío y la nieve. Esto me da la oportunidad de pensar.

Ella es en lo único que pienso.

(...)

Varios minutos pasaron hasta que encontré su casa, era aún más chica que mi departamento y tenia unas grandes ventanas que en su momento estaban impecables hasta que la nieve las cubrió. Me gustaba bastante la humildad que reflejaba.

Tiré el cigarrillo y me quité los auriculares para presionar el timbre torpemente, estaba verdaderamente nervioso. Esperé un poco hasta que la puerta se abrió dejándome ver a una joven y linda muchacha de largo cabello negro con algunas ondas y ojos tan grises como un día de tormenta.

¿Cómo es que alguien puede tener unos ojos tan hermosos?

—Hola, ¿tú eres Jason Wells?  —preguntó con una sonrisa.

—Sí, ¿quién más sino? —contesté seco.

¿Por qué había dicho eso? Lo arruiné de nuevo, pero no lo hago a propósito.

La preciosa sonrisa de R.J Miller es remplazada por una mueca de disgusto. Bien, no he empezado mi terapia de la mejor manera.

—Un gusto, mi nombre de Rebecca Julie Miller, pero estaría bien que me digas Becca. —dijo con esa amabilidad que logra hacerte sentir cómodo.

—Bien, Rebecca.—Joder, parecía un niño consentido de cinco años. ¿Es que no puedo parar nunca?

Ella no dijo nada, sólo hizo un ademán para que la siguiera dentro de su casa. Por dentro no cambiaba demasiado, excepto por la sala repleta de fotografías de famosos del género rock.

—Nunca creí que fueras una aficionada a la música. —pensé en voz alta.

—Parezco no ser muchas cosas. —dijo frenando y girando sobre sus talones para verme. —Eres la primera persona que comenta algo sobre esto, todos lo miran y piensan, pero nadie comenta nada.

Asiento con la cabeza y busco a Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ron Wood entre los cuadros, doy con ellos en una esquina.

—¿Te gusta The Rolling Stones? —pregunté.

—Demasiado.—se limita a decir para luego entrar a un pequeño cuarto.

Dentro de el hay una mesa con dos sillones rojos, una repisa repleta de libros y una maquina para café algo descuidada en sobre una mesada. Rebecca me pidió que me siente, así que obedecí.

—¿Haz ido alguna vez a el psicólogo? —preguntó sosteniendo su cabeza entre sus manos.

—Nunca, aunque sé que siempre lo he necesitado.

—¿Por qué no fuiste antes?

Lo pensé un poco. La respuesta más obvia sería que soy un terco, pero la verdadera razón fue otra.

—He hecho algo horrible. Pero me sentí bien al hacerlo.—expliqué y luego dije en un susurro—Creo que me estoy volviendo un psicópata.

Ella no dice nada, supongo que debo contarle la historia.

(...)

27 de Noviembre de 2015.

Kiss suena en la radio mientras que las hojas secas del otoño caen sobre el capó del coche.

—Es hora.—anunció Luke.

El castaño miró a todos esperando una respuesta de afirmación.

—¿Tenemos que hacerlo? —preguntó esta vez Jeremy.

El miedo se notaba en los ojos azules del rubio, aterrado por la idea de tener que quitarle la vida a alguien.

—Si no lo matamos, nos matarán a nosotros.—respondió brusco.

Jeremy asiente y nos bajamos del auto con nuestras pistolas rozándonos la piel bajo el pantalón. Nos acercamos en silencio hasta la casa de Ronnie Smith, un viejo vendedor de drogas que todos los jueves olvida cerrar la puerta trasera.

—¿Y que haremos con Angie? —preguntó el rubio, su personalidad insegura solía jugarle en contra.

Angie era la esposa veinteañera que se colgaba de la fortuna de Ronnie. Era una mujer verdaderamente hermosa, con una larga melena rubia y dos diamantes celestes como ojos, pero era tan bella como engañosa; podía seducirte fácilmente y luego manipularte a su manera.

—Yo me encargo.—dijo Luke con un brillo lujurioso en sus ojos cafés.

—No le tocarás ni un solo pelo.—hablé por primera vez. No podía dejar que este idiota violara a una mujer.

Asintió sabiendo que si lo hacia le rompería todos los huesos de su miserable esqueleto.

—¿Y con Harry? —preguntó de nuevo. Harry era el hijo de un año de la familia Smith.

—No lo sé, Jeremy. Sólo cállate.—le espeté cansado.

No dijo nada más en todo el trayecto.

Entramos por la puerta de atrás que como suponíamos estaba abierta, sabíamos que posiblemente Ronnie y su mujer estarían durmiendo plácidamente.

Pobre del viejo, no sabía que ahora dormiría para siempre.

Casi todo estaba bajo una penumbra de oscuridad, excepto por la tenue luz que salía de una lámpara ubicada a un lado de la escalera.

—Cierren la boca y subamos.—ordenó Luke, parecía ser el comandante de la misión.

Y para su mala suerte, odio que me controlen.

—Hijo de puta.—susurré, sólo Jeremy me escuchó y largó una pequeña risa.

Subimos escuchando sólo el rechinar de los viejos escalones de mimbre mezclado con nuestras agitadas respiraciones. No tenia miedo, estaba dispuesto a ser un asesino a sangre fría si era necesario, pero Angie y Harry lograban darme un poco lástima.

Al final del pasillo había una puerta de madera oscura. Ese sería el lugar donde aquel narcotraficante daría su último suspiro.

Sacamos las pistolas y tomamos aliento.

Abrimos la puerta.

Nos encontramos a Ronnie y Angie medio desnudos en la cama, a dos prendas de tener sexo. Joder, esta mujer se ve realmente caliente en sólo corpiño y bombacha.

Ella pegó un grito para saltar de la cama y ponerse su camiseta. Su esposo nos miraba anonadado, con sus ojos casi salidos de orbitas mientras Luke le apuntaba a la cabeza.

—No griten.—ordenó el castaño de lo más tranquilo.

—¡Sal, Angie! —le gritó Ronnie.

Ella lo miró a él y luego a nosotros como pidiendo permiso. Unos llantos se escucharon desde una habitación más lejana.

Harry había despertado. Me recordó a mí de pequeño, con esas lágrimas empapando mí inocente rostro de niño mientras mi padre golpeaba a mí madre.

Le hice un movimiento con la cabeza para que saliera.

—Jeremy, controla que no llame a la policía.—le dije. El rubio asintió y corrió tras ella, casi agradecido de no tener que matar a nadie.

Ronnie nos miraba de una forma dura. El viejo aún seguía teniendo su orgullo a pesar de que lo sorprendimos a punto de follar con su esposa y estando sólo en unos boxers.

—Por favor, no aquí. Tengo una familia.—pidió.—Tengo un hijo al cual criar.

Yo solté una carcajada.

—¿Y qué me dices de todas las mujeres a las que violaste? Ellas también tenían una familia.—le espeté.

-¿Es por eso? ¿Es por tu obsesión con proteger a zorras? -dijo para luego reír.-Te digo, Jason, que todas ellas han quedado muy satisfechas.

Estábamos aquí, en su habitación apuntándole dos pistolas cargadas a su cráneo y a él se le daba por ser irónico.

El viejo tenía huevos.

—Eso no fue lo mismo que dijo Penny Reber a las autoridades.—le recordé, y él me lanzó dagas por los ojos.—Ahora cierra la boca, Smith. Nosotros decidiremos si vives o no.

Miré a mi compañero quien asentía como diciendo que era hora de volarle los sesos.

—Te llegó la hora.—dijo el castaño burlón.

Los ojos cafés de Ronnie se oscurecieren hasta ser casi negros. Puedo jurar que hasta se humedecieron un poco, pero logró ocultarlo a tiempo.

—¿Qué esperas? ¡Dispara ya!

Las palabras de este horrible narcotraficante me resultaron hermosas en ese momento. Supongo que se siente bien saber que alguien la está pasando peor que tú.

—Pero sólo te pido un favor, sácales de aquí.—dijo con sus ojos cafés suplicantes.

Sólo asentí, tampoco me agradaba la idea de que su familia durmiera con un cadáver dentro de la casa.

De pronto, pensé es su hijo. Cuando creciera preguntaría quien es su padre, y su madre le inventará una historia para alejarlo del dolor de saber que está muerto. ¿Quién sería esa figura heroica a la cual Harry admiraría? ¿Con quién vería los partidos de fútbol? ¿A quién le pediría consejos para cortejar a una mujer?

Ese niño crecería de la misma forma que yo; sin amor y con esa sensación de vacío que nunca te abandona.

Los recuerdos pasaban por mi cabeza como escenas de una película de mala calidad. Mi padre golpeando a mi madre. Mi madre llorando. Mi padre diciéndome que nunca sería suficiente. Yo llorando mientras tapaba mis oídos. Las botellas de alcohol estrelladas contra la pared. Sangre. Sangre. Sangre....

Apreté en gatillo sin pensar.

Las memorias me habían abrumado.

—¡Lo mataste! —gritó Luke.

El cuerpo de alguien que alguna vez fue Ronnie Smith, un importante proveedor de drogas millonario, yacía muerto en su lecho con un disparo de bala en la cabeza.

Joder, había matado a alguien y sentía como tocar el cielo con las manos.

La cara del castaño era épica, sus ojos muy sorprendidos y las manos que antes empuñaban con decisión una pistola, ahora temblaban.

—¿No era esto lo que queríamos?

Me acerqué al cuerpo y manché mi camiseta con su sangre. Su muerte había sido rápida, pero me encantaba esa sensación de poder y crueldad que me hacía sentir.

Con un cuchillo que tenía en mi mochila, grabé en pared una J rodeada por un círculo. Quería dejar mi marca en la escena del crimen, aunque eso sea totalmente estúpido.

—Vámonos, Jason.—dijo Luke con la voz temblorosa.

Lo seguí en silencio hacia donde Jeremy nos esperaba.

Cuando entré, vi al rubio sentado en una silla para niños y a Angie con su bebé en brazos.

—¡No! —gritó la rubia con lágrimas en los ojos.—¡Monstruos, crueles y despiadados monstruos!

La miré y con mi tono más calmado dije;

—Este es un mundo cruel y despiadado, donde respirar es peligroso y nuestro único propósito es dañar y ser dañados.

El llanto de Harry se me hacía más molesto que el olor putrefacto de la habitación continua.

Angie me miró con lágrimas en sus ojos celestes. Era normal que se sintiera mal; Nunca lo había amado de esas manera, pero había logrado tomarle un gran afecto a Ronnie. No lo quería como un esposo, pero quizás si como un padre.

—Vendrán conmigo.—dije tomando bruscamente la pálida muñeca de Angie.

Ella apretó con más fuerza a su hijo y trató de zafarse de mi agarre.

—¡No iré a ningún lado con ustedes, asesinos! —La palabra asesino ahora era mi favorita.

Le arrebaté a Harry de los brazos y me sorprendió lo parecido a mi que era; Tenia un escaso cabello negro y unos inocentes ojos verdes. Me lo imaginé en un par de años, con más cantidad de cabello pero esa inocencia de sus ojos reemplazada por un vacío enorme.

Alejé esos pensamientos y prácticamente corrí al auto seguido por Luke, Jeremy y Angie, sabía que no dejaría a su hijo.

Dejé al niño en la parte trasera quien lloraba desconsolado. Luego arranqué el motor y dejé que el coche se perdiera en la oscura carretera.

(...)

Cuando terminé, me faltaba el aliento de tan sólo recordar la bala atravesando su cráneo.

—¿Y qué pasó con ella? —preguntó Rebecca.

—Vino a mi departamento y tuvimos relaciones.—La pelinegra levantó una ceja divertida.—¿Qué? ¡Hasta la chupaba bastante bien!

Se echó a reír y yo lo hice junto a ella. No la estaba pasando tan mal después de todo.

—¿Has vuelto a ver a Harry? —preguntó.

—No, desde que Angie encontró a un tipo más rico y con la pija más grande, no le he vuelto a ver.—dije. Sentía pena, el pobre tenía a una madre adicta al sexo y un padre narcotraficante muerto.

—¿Qué ha pasado con Ronnie?

Un escalofrío recorrió mi espalda. Esta era la peor parte.

—Él...

Cuando iba a seguir, un pitido se escuchó de algún lugar.

Miré a la mujer frente a mi, quien me sonreía.

—Esta sesión ha terminado.

________________________________________
QUE NO CUNDA EL PÁNICO.
Volví.
Disculpen mi demora, pero tenía tonelada de tarea del colegio.
Comenten, voten y eso. :)
Los quiero♥
Jason en multimedia.

X.

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