Devuelve mi Cabeza

By loria31

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Asdras, harto de la corrupción de la Iglesia, se venga y decapita a la nueva santa. Pero ella resucita y grit... More

Entra y se testigo creyente
La nueva Santa Capítulo I
El Halo Capítulo II
Acusación Capítulo III
El Falso Profeta Capítulo IV
Falsas esperanzas Capítulo V
Iconoclastia Capítulo VI
Los Flagelados Capítulo VII
Madera y Sal Capítulo VIII
El Coro Capítulo IX
Cenizas Capítulo X
Autoridad Capítulo XI
Campanas Capítulo XII
Rodeados Capítulo XIII
El día de favor Capítulo XIV
Tañendo campanas Capítulo XV
Aquella que no se salvó Capítulo XVI
Cerca de la Capital Capítulo XVII
Dilemas de una cabeza Capítulo XVIII
El distrito púrpura Capítulo XIX
Loria la Capital Capítulo XX
El único plan Capítulo XXI
La santa en la plaza Capítulo XXII
Buscando un milagro Capítulo XXIII
Encarcelado Capítulo XXIV
El nuevo santo Capítulo XXVI
Epílogo

El día de la Ascensión Capítulo XXV

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By loria31

Llegó por fin la fecha que todos esperaban, la más gran celebración de Conquista, la presentación y el ascenso de la nueva santa. Se colocaron imágenes de Crisanta. Su rostro se veía en todas partes.

Muchos aseguraban que la santa era falsa, que el decapitador huyó con su cabeza y la tenía escondida en algún lugar. Otros, que ese blasfemo y hereje, fue despedazado cuando irrumpió en la plaza, y que sus restos andaban por el Fondo.

Todos contaban diferentes rumores del mismo hecho, y las tensiones y las peleas entre los bandos estallaban por la más mínima provocación.

No acudieron los conventos más importantes, alegando que por la distancia era difícil llegar. Esto sumado a que el evento fue postergado muchas veces.

Boulus y Salina llegaron a la plaza luego del amanecer, parecía que el mundo entero se congregó en aquel lugar. Debían avanzar hasta el escenario central. Sin embargo, había demasiadas personas. No podían dar ni siquiera un paso.

—Cuando aparezca Asdras, será el momento —le dijo Boulus a Salina.

—¿Y si no aparece? —preguntó Salina.

—Lo hará —respondió Boulus sin titubear, tenía los ojos clavados en el frente.

. . .

Las grandes estatuas de la plaza fueron volteadas hacia el gran escenario, para que las imágenes de los antiguos santos también fuera testigos de lo que sucedería. El ascenso de la nueva santa.

Crisanta aguardaba su momento, le colocaron un armazón en los brazos y piernas, para que no se tambaleara al caminar. Por encima una túnica blanca, impoluta, adornada con muchas joyas doradas. Su aureola brillaba. Todo estaba en su sitio.

"Pero, mi cuerpo es un cadáver —se quejó en sus adentros—. Maldito Asdras". Las mujeres encargadas de llevar su velo llegaron.

—Su santidad —dijo una voz detrás de ella.

Era el sumo sacerdote Benictus, la mano del Sacerdocio. Un hombre mayor de aspecto afable. En los días de su recuperación. Crisanta se dedicó a escuchar todos los rumores y chismes, para enterarse de que sucedía en Loria y en la Institución. Al parecer, Benictus, no estaba contento con las decisiones que había tomado Acónito, y planeaba echarlo.

—Sumo sacerdote —dijo Crisanta agachando su cabeza. Notó como las partes rígidas de su cuerpo crujían.

—Oh, mi santa, no se agache ante mí —dijo el hombre arrodillándose ante ella—. Me honra con su presencia, con verla, parece que gozo de vida de nuevo.

"Cállate, viejo". Pensó Crisanta. Había sido maquillada para ocultar la podredumbre que sufría.

—Espero que estos años traigas mucha prosperidad al corazón de los fieles —dijo el hombre antes de alejarse.

"Incluso él puede subir las escaleras, y yo no". Lo miró con repudio. En eso apareció Acónito, el Lord Obligador. Siempre pululaba alrededor suyo, como una mosca sobre carne muerta.

Estaba sonriendo, casi siempre lo hacía. Acónito tenía una forma especial de incomodarla, soltando comentarios que la sacaban de quicio, o con alguna mirada.

—¿Lista? —le preguntó con una ceja levantada.

—Resucité para este momento —respondió Crisanta. Conteniendo sus ganas de gritarle—. Muchos saben lo que me pasa, y lo que oculto.

—Mentiremos. —Dijo Acónito encogiéndose de hombros—. Aquel bufón solo llevaba una muñeca de trapo con piedras brillantes.

"Tiene razón. Todo es una mentira". Crisanta rio para sus adentros. El hombre se alejó y subió por las escaleras.

. . .

Acónito se paró en medio del escenario, no dejaba de sonreír. A lo lejos estaba el sumo sacerdote al que le dedicó un gran saludo. El viejo en su silla lo miró con repudio, pero devolvió el gesto con una sonrisa falsa.

—¡Conquista, hoy estamos reunidos para el mayor evento! —gritó Acónito.

Las personas clamaron, todas al mismo tiempo. Una sola voz que clamaba, Crisanta.

—¡Quiero que reciban a la nueva santa! —dijo señalando a sus espaldas.

Crisanta se acercó despacio, siendo acompañada por dos mujeres que le ayudaban a caminar. Ella se paró y miró a todos, levantó un brazo y la ovación estalló.

—¡Crisanta, la dorada, es la nueva divinidad que acompañará a nuestra Iglesia! —continuó diciendo Acónito—. ¡Que sus plegarias por nosotros sean eternas, y que su halo nos bendiga!

La multitud pronunció un rezo fervoroso, casi parecía que se estuvieran desgarrando los pulmones.

Benictus, se acercó y se arrodilló de nuevo ante ella. Crisanta extendió su mano, el hombre besó sus dedos con alegría. Hizo una reverencia y volvió a su lugar.

Ahora debía hacerlo Acónito. "Tengo que besar un cadáver, excelente". Refleixonó Acónito. No podía hacer un gesto de asco, o todos pensarían que no mostraba su apoyo. La mano de Crisanta esperaba, y ella sonreía. "Maldita". Se quejó para sus adentros, mientras hincaba una rodilla en el suelo. Agarró la mano y rozó sus labios contra los fríos dedos.

—¡Qué los milagros de Crisanta sean eternos! —gritó Acónito, al instante de incorporarse.

Todas las piezas estaban en su sitio, la algarabía se palpaba en el ambiente, era hora de empezar con el verdadero espectáculo.

—¡Tráiganlo! —ordenó Acónito.

Asdras, vestido con una sencilla túnica gris, subió al escenario, detrás de él estaban dos guardias dorados.

—¿Lo ejecutarán aquí mismo? —preguntó Crisanta con una sonrisa.

Acónito sonrió aún más.

. . .

Boulus vio como su compañero estaba en el centro del escenario. "Lo matarán frente a todos". Pensó mordiéndose el labio.

—Tenemos que movernos, Salina. —Dijo a su amiga —. ¡Ahora!

Varios hombres del Fondo estaban en la multitud, en puntos estratégicos. Listos para abrirse paso e irrumpir en el acto. Y Boulus dio la orden para saltar a la acción.

. . .

Acónito continuó hablando:

—Por primera vez en la historia de la Iglesia. —Decía el Lord Obligador—. Nuestra sagrada Institución tendrá dos santos. ¡Quiero que todos reciban al santo elegido por el sacerdocio, Asdras de Campolivo!

El mundo entero se estremeció, nadie dijo nada. Todos se paralizaron. Crisanta se quedó tan entumecida, que perdió el equilibrio. Fue ayudada por sus acompañantes.

—¡¿Qué?! —el grito de Crisanta se escuchó en toda la plaza.

—El sol y la luna, forman un matrimonio. —Continuó diciendo Acónito, ignorándola—. Y eso comparten, Asdras y Crisanta. Uno es el santo elegido por el sacerdocio, y la otra, por la Obligación. ¡Espero que todos reciban sus milagros y obras!

No hubo respuestas, ni siquiera un grito de apoyo.

"¿Por qué hace esto? —se preguntó Crisanta—. ¿Por qué él? ¿Qué planea? ¿Acaso por esto se molestó el sumo sacerdote?" De repente aquella idea tuvo algo de sentido para Crisanta.

—Puedo entender la lucha de Asdras. —siguió diciendo Acónito—. Él vio cómo nuestra sagrada Institución, fue manchada por la corrupción. Así que te pido de la manera más humilde, que la limpies, y luego acompañes a Crisanta a velar por nosotros.

Acónito se arrodilló ante Asdras.

"Está loco". Pensó Crisanta, estaba acalorándose, su marchito cuerpo le dolía, en zonas ya muertas. Miró a Asdras, y pudo ver como temblaba, su cara estaba enrojecida por la rabia.

. . .

Boulus y Salina se abrían paso a través de las personas. Pero se detuvieron al ver lo que estaba sucediendo.

—Esto... no me lo esperaba. —Dijo Salina boquiabierta.

—Ese bastardo. —Dijo Boulus con el ceño fruncido—. Usó mi idea.

Alguien gritó a su lado, era un hombre que desenfundó una espada. Otro hizo lo mismo más allá. Luego otro y otro.

Estaban cerca del escenario, aquellos del Fondo lucharon para crear un hueco entre las personas, lo suficiente como para que Boulus y Salina corriesen.


.      .      .

Esperen... ¡¿ASDRAS ES UN SANTO?!

No vi venir eso, y eso que soy el autor...

¿Qué sucederá ahora?

En el próximo capítulo lo sabrán todo.

Además quiero agradecerles por haber leído esta historia.

La próxima semana subo el capítulo final.

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