La magia de Avalon: Mestiza [...

By norawolf2001

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La escuela de magia de Avalon reabre sus puertas, más grande y mágica que nunca, pero una nueva amenaza los a... More

Personajes nuevos
Prólogo
Capítulo 1: Regreso a Avalon
Capítulo 2: Ya pasara
Capítulo 3: El mundo
Capítulo 4: Adiós, Avalon
Capítulo 5: El reino de Forest
Capítulo 6: Prueba de nivel
Capítulo 7: Historia del mar
Capítulo 8: Te voy a amar
Capítulo 9: Pasos
Capítulo 10: Aprendiz en Forest
Capítulo 11: Parte del pasado
Capítulo 12: Un amanecer junto a un ángel
Capítulo 13: Bajo el mar
Capítulo 14: Sombras que nos acechan
Capítulo 15: Empieza el show
Capítulo 16: Momentos de amor
Capítulo 17: Superhéroe
Capítulo 18: Lo que parece
Capítulo 19: Heridas
Capítulo 20: Para sanar
Capítulo 21: Un invierno eterno
Capítulo 22: William Strauss
Capítulo 24: Daños
Capítulo 25: Nuevas etapas
Capítulo 26: Añoranza
Capítulo 27: ¿Preparados?
Capítulo 28: La sirenita y el elfo
Capítulo 29: El sol de Forest
Capítulo 30: El poder de atracción
Capítulo 31: Diez de octubre
Capítulo 32: Los que siempre están
Capítulo 33: Estar alerta
Capítulo 34: Un rastro

Capítulo 23: Yo contigo, tú conmigo

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By norawolf2001

Darion recordaba perfectamente la primera vez que entreno con Peters. Vanyan le insistió en que lo hiciera, porque quería mostrarle las habilidades del nuevo profesor.

Peters cayó al suelo nuevamente, después de que Darion lo atizara con la vara de madera con la que entrenaban. Vanyan los contemplaba divertido, sentado en una roca. Darion pretendía demostrar que era mejor que el nuevo, y lo era, ciertamente, pero Peters siempre respondía levantándose con una sonrisa. No era capaz de hacer que se rindiera.

—Otra vez —volvió a pedir.

—Pero bueno, ¿es qué nunca se cansa? —dijo Darion, provocando la risa del elfo.

—Ya te he dicho que es persistente. —Peters atacó de nuevo y Darion respondió con rapidez, pero esta vez Peters fue más hábil que él y consiguió tirarlo al suelo—. Y también aprende rápido.

Darion le pegó una patada en las piernas a Peters, se levantó con rapidez y lo golpeó de nuevo con la vara, tirándolo al suelo una vez más.

—No lo suficiente —se jactó.

Esta vez Peters gruñó al levantarse, algo frustrado.

—Otra vez —pidió de nuevo.

Darion se sentía algo irritado. Peters era mucho más joven que él y aun así parecía estar casi a su nivel. Además, se notaba que Vanyan disfrutaba de su compañía. Todos estaban encantados con el nuevo profesor. ¿Acaso no hacía nada mal?

—Lo reconozco, eres bueno —admitió resignado.

—¿En serio? Vaya, gracias. —Peters parecía sentirse halagado viniendo de él—. Pero aún quiero seguir aprendiendo.

—Eso es bueno.

Vanyan se levantó y se acercó a ellos.

—Te dije que se parecía un poco a ti, no se da por vencido y siempre quiere saber más.

—En eso último es más como tú.

—Pues vaya equipazo haremos en el torneo —dijo Peters ilusionado.

Durante el verano representarían a Avalon en el torneo de Centauris. Era la primera vez que la escuela competía, a pesar de haber sido invitados durante años, pero les hacía falta el dinero del premio, y no pudieron rechazarlo.

—Ya tengo alumnos a los que entrenar, no tengo tiempo para instruir al niño grande de la escuela Norte.

—¡Hey!

—Hay que ganar ese torneo, o el curso que viene, muchos alumnos se quedarán sin beca —les recordó Vanyan.

Darion miró a Peters y lo analizó. ¿Incluir a alguien nuevo en el equipo, con quien nunca habían trabajado, era la mejor opción para ganar? No veía como eso los ayudaría, solo complicaría más las cosas, pero tampoco podía negarse.

—Como digas. —Le devolvió la vara—. Tengo asuntos que atender, ya entrenaremos para el torneo. Mientras tanto, enséñale tú para que no sea un estorbo.

Peters quería replicar, pero prefirió callarse. Aún era nuevo allí y no quería enemistarse con nadie, y menos con Darion, sabía lo importante que era para Vanyan.

—Creo que no le caigo bien —comentó cuando Darion se marchó.

—Últimamente, parece que no le cae bien nadie. No es él mismo desde que volvimos.

Aquello fue lo último que escuchó al irse. Ciertamente, nada era igual desde que estuvo en los guerreros de élite. La gente pensaba que el mundo estaba en paz, pero no era cierto, solo que ahora las guerras se ocultaban, y cualquier ataque era tratado como «un caso aislado» a ojos del mundo, para que no cundiera el pánico. Darion había visto cosas... Había sentido el caos en carne propia, la desesperación de no haber podido hacer más, de llegar tarde. Y toda su vida se sintió así, como si no fuera suficiente. Siempre debía esforzarse más que los demás, y ahora esa era su forma de vida: hacer más.

El lunes por la noche fue incapaz de pegar ojo, y para su sorpresa, fue por su discusión con Peters. Lo reconocía, siempre le tuvo celos. Peters era un genio (como Vanyan), aprendía con mucha rapidez, y además siempre se mostraba tan valiente y capaz de todo. Criarse con Vanyan, un prodigio que parecía hacerlo todo bien, no fue fácil, sobre todo porque él tenía más dificultades que los demás para aprender. Pero al menos le consolaba que Vanyan no fuera bueno en la parte social. Él tampoco es que fuera el mejor, pero su empatía siempre lo llevo a ser muy amigable. Sin embargo, Peters era perfecto en todo. En un año ya parecía tener su nivel y el de Vanyan en combate, tenía mejor control de su magia que él, y se había hecho amigo de toda la escuela. Hasta sus alumnas lo adoraban, era el profesor favorito de Avalon.

Sí, le tenía envidia. Ojalá todo le resultara tan sencillo de conseguir. Pero, conocía a Peters, y sabía que en el fondo era todo fachada, nunca lo tuvo fácil. Sí, era un prodigio y una persona muy sociable, lo cual le facilitaba mucho las cosas, pero cargaba con mil demonios que lo destrozaban por dentro. Era tan bueno con todos, porque nunca nadie lo fue con él, y no quería ser como los monstruos que lo criaron.

Se sentía fatal. Peters era un gran amigo, siempre lo había sido, incluso cuando lo rechazó. No debió pagar sus frustraciones con él.

—La he cagado —se dijo en mitad de la noche, comprendiendo lo que ya sabía: debía ir a disculparse con Peters.


El martes tras las clases, Peters se encontraba en la sala de profesores junto a Vanyan, preparándose un té, mientras el elfo trabajaba. Había estado de bastante mal humor desde su pelea con Darion. Lo disimulaba frente a sus alumnas, pero con Vanyan no podía ocultar su berrinche. Y es que parecía un niño pequeño haciendo un numerito, o eso pensaba Vanyan.

—¿Por qué no mejor te haces una tila? Parece que te hace falta.

—Estoy perfectamente, gracias. —Peters se acercó la taza a la boca y se quemó al instante—. Mierda.

—Deja que se enfríe, genio.

Peters dejó la taza sobre la encimera y se pasó la mano por el rostro, algo triste y molesto. Darion ya le había contado a Vanyan lo que había pasado y el elfo prefirió no meterse (por el momento), con la esperanza de que lo solucionaran por su cuenta. Pero aquello parecía haber afectado a Peters más de lo que imaginaba.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado.

—Sí. ¿Por qué no iba a estarlo?

—Nunca te había visto así.

—Así, ¿cómo?

—Dolido, ofendido... Peleado con un amigo.

Peters agachó la cabeza. Era consciente de que se estaba comportando como un niño, pero tampoco sabía cómo llevar la situación. Él sabía que Darion no pretendía ofenderlo, que solo explotó en ese momento. Pero le había dolido lo que dijo, porque era Darion, y aunque tuvieran una relación algo rara, se querían, él era consciente de ello. Eran amigos. Nunca había tenido amigos y ahora no sabía cómo debería comportarse ante esto.

De repente llamaron a la puerta. Peters y Vanyan se miraron algo extrañados. Si alguien llamaba a la puerta de la sala de profesores, debía ser una alumna. Peters fue a abrir, pero para su sorpresa a quien encontró allí fue a Darion.

—Hola.

Peters le cerró la puerta en la cara y puso el cerrojo para que no entrara. Luego se dirigió de nuevo a la encimera y tomó un sorbo de su té.

—¿Quién era? —preguntó Peters.

—Nadie.

Vanyan arqueo una ceja.

—Acabas de cerrarle la puerta en la cara a mi novio, ¿verdad?

—Sí.

Vanyan se levantó y le abrió la puerta a Darion.

—Gracias, cariño.

Vanyan lo saludo con un beso.

—Pasa. Os dejo solos. —Miró a Peters—. Sé bueno.

Peters contestó sacándole la lengua, luego se cruzó de brazos y esperó a que Darion dijera algo.

—Hola —los saludo Darion, algo nervioso—. ¿Qué tal?

—Mal. ¿Qué quieres?

Darion suspiró.

—Pedirte perdón.

—¿Por qué? ¿Acaso no era verdad lo que dijiste?

—Sí. ¡No! O sea... No lo decía en serio. Lo siento. No quería hacerte sentir mal.

Peters esperó a que dijera algo más, pero no lo hizo, y eso le sentó aún peor. Quizá estuviera equivocado, y Darion no lo apreciaba tanto como él.

—¿Ya está? ¿Eso es lo único que tienes que decir?

—Sé que lo has pasado mal, no debí decir que lo tuviste fácil...

—Por favor. —Peters lo interrumpió muy molesto—. ¿En serio crees que eso es lo que me sentó tan mal?

—¿No? —Darion dejo de ver enfado en Peters y solo vislumbro tristeza y decepción, lo cual lo hizo sentir peor—. Peters yo... Lo siento. No quiero que sigamos peleados.

—Creí que éramos amigos.

—Y somos amigos. —Darion balbuceo un poco, como si no estuviera seguro de lo que decía, y fue como otro dardo para Peters.

—Ahora mismo, no quiero perdonarte.

Peters se marchó, no fue deprisa, pero tampoco lo siguió nadie. Vanyan se contuvo para no correr tras él, pero parecía querer estar solo. No pudo evitar mirar a su novio con reproche.

—Luego soy yo el insensible —le dijo antes de irse. No iba a meterse. Se prometió no hacerlo. Además, sabía que su novio sería capaz de arreglar las cosas, aunque aquella situación con Peters era rara, así que no sabía cómo se lo tomaría él.


Cuando Peters, Vanyan y Darion comenzaron a entrenar para el torneo de Centauris, no les fue muy bien. Trataban de sacar adelante una complicada convergencia, que implicaba un gran control sobre su magia y una buena conexión entre ellos, la cual, claramente, no había en aquel momento. Un día Darion se frustró tanto que abandonó el entrenamiento. Camino hasta llegar al río y disparó al agua, molesto, para desahogarse. El agua saltó por los aires y provocó un agujero en la tierra, pero no demasiado profundo, no había disparado muy fuerte. Se sentó en el suelo de brazos cruzados y trató de relajarse. Ser de los reinos del fuego implica que tus emociones sean más intensas que las de la mayoría, o sea que si te molesta algo, lo hace a niveles casi extremos. Es algo difícil de gestionar.

—¿Sabes? Cuando eras pequeño recogíamos juntos cosas en el bosque: ramitas, hojas, flores, piedras bonitas... y luego las utilizamos para hacer manualidades.

Darion miró a Sierra sorprendido, no se había dado cuenta de que estaba allí. Tenía una cesta y se encontraba recogiendo flores y piedras con formas raras y brillantes. El recuerdo de su infancia le hizo sonreír un poco.

—Lo utilizaba para adornar mis dibujos —rememoró—. Eran horribles.

—Bueno, has mejorado desde entonces. ¿Por qué estás tan decaído?

Darion dudo qué contestar. No sabía si estaba enfadado, frustrado o triste, o incluso puede que todo a la vez. Gestionar sus emociones nunca se le dio demasiado bien.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

Sierra siguió buscando piedrecitas a la orilla del río.

—Claro —contestó despreocupada, como si supiera lo que iba a preguntar.

—Peters. ¿Por qué él?

—¿Qué quieres decir?

—¿Qué hace aquí? ¿Qué tiene tan especial?

—¿Te parece especial?

Darion hizo una mueca.

—No. Es... raro.

—«Raro», suele ser la palabra que algunos utilizan para referirse a personas especiales, con cualidades que envidian.

Darion abrió la boca, pero de ella no salió ni una palabra, así que terminó agachando la cabeza, avergonzado. Abrirse con Sierra siempre le había resultado muy fácil.

—Todo es diferente ahora y no me gusta —reconoció.

—¿Te sientes apartado?

—No lo sé. Desde que volví del ejército todo ha sido diferente. Percibo las cosas de otra manera. Y supongo que esperaba encontrar algo de normalidad al volver a casa. Me equivocaba.

—Si todo siguiera igual no habrían servido de nada tantos años fuera, ¿no crees?

—Volví con... una ligera esperanza de poder arreglar las cosas con Vanyan. Pero no como pareja, como amigos. Cuando regresó quería recuperar a mi compañero, que estuviéramos bien.

—Pero él no lo pone fácil.

—Vanyan es de todo menos fácil. —Sierra se rio—. Siento que llevamos años jugando al gato y al ratón, sin ser nada, pero siendo algo al mismo tiempo.

—Lo que vosotros tenéis es muy especial.

—Lo sé —murmuró Darion, cabizbajo—. Pero desde que llegó Peters, es como que todo es diferente, pero de manera radical. Como si el tiempo se hubiera parado y ahora hubiera vuelto a empezar, y ya no comprendo nada de lo que pasa a mi alrededor. ¿Se entiende acaso lo que digo?

Sierra guardó silencio unos segundos, pensando en su respuesta.

—Yo lo comprendo. —Darion la miró, esperando un consejo o incluso una respuesta clara a lo que le pasaba—. Peters vino aquí buscando mi ayuda y yo se la di.

—Apenas lo conoces.

—Puede que no. Pero no sería el primer crío al que acogemos sin conocerlo demasiado.

Darion se rio.

—Tiene veinte años, no es ningún niño.

—Y nunca lo ha sido. —Darion la observó, confuso—. Peters es como un niño grande en este momento. Ha recibido una formación muy avanzada y tiene unos conocimientos propios de alguien de tu edad, no de la suya. Pero, a pesar de todo, no sabe nada del mundo. Nunca pudo ser un niño, ni elegir por sí mismo. Imagina lo que habrá tenido que pasar para huir de esa forma de todo su reino.

—Debe ser horrible vivir así. —Lo compadecía, porque a pesar de todo lo que había sufrido, él tuvo la inmensa suerte de ser adoptado por Arcos, de tener un hogar donde siempre lo armaron y apoyaron—. Es un chico que necesitaba ayuda, vale. ¿Qué más? ¿Qué lo hace tan especial?

Sierra sintió cierta satisfacción, de que Darion comprendiera de aquella manera como hacía las cosas y porque.

—Lo has visto entrenar, has visto sus capacidades.

—Sí, lo sé. Es un prodigio, igual que Vanyan —dijo con desdén.

—Sin embargo, siento que se parece más a ti. —Darion se mostró confuso de nuevo—. Tiene un gran control de su magia, muy bueno. Pero siento que no ha sacado aún su máximo potencial. Es una persona atrapada en sí misma. Lo han criado en una jaula y apenas ahora está comenzando a sacar el pie de ella. Vanyan es muy poderoso por sus habilidades, por todo el trabajo que ha hecho y su prodigioso cerebro. Tú, sin embargo...

—Tengo una magia muy fuerte.

—Posees un poder casi único, Darion. Y cuanto más grande es el poder...

—Más difícil es controlarlo. ¿Por eso quieres que se quede aquí, para controlarlo?

—No. Peters es una persona llena de pureza en muchos aspectos. No tiene maldad, o más bien lucha por no tenerla. Lo cual no necesariamente es algo bueno. Pero, en este momento, veo como esa gentileza, casi inocencia, transmite una buena energía a Vanyan y a toda la escuela. ¿No lo has notado?

Darion frunció el ceño. Ese era precisamente su problema, claro que lo había notado. Peters conectaba con Vanyan de una manera diferente, especial; había cautivado a sus alumnas con su carisma; y hasta se había ganado el cariño de los profesores. Había llegado como el sol para iluminarlo todo y derretir ese frío hielo que estaba congelando la escuela, pero él sentía que lo estaba cegando.

—No entiendo nada. ¿A dónde quieres llegar con todo esto?

—Peters necesitaba ayuda... y nosotros también. —Lo último pareció que le costaba admitirlo—. Creo que él os hace bien y os necesita.

—¿A mí?

Sierra sintió cierta ternura, porque no estaba hablando con un profesor, alumno, o un viejo amigo, habla con su niño, con su pequeño Darion, que aún parecía necesitar los consejos de su madre.

—Tienes un corazón lleno de amor, Darion, pero las tragedias pueden amargar un corazón noble y bueno. ¿Quieres saber por qué quise que trabajéis juntos? Porque veo a un joven asustado y perdido, con un alma pura, que solo necesita gente que le quiera. Igual que Vanyan y tú cuando llegasteis aquí. —Aquello tocó el corazón de Darion y tuvo que apartar la mirada para contenerse. No quería llorar, se suponía que él ya no era un llorón. Sierra se acercó a él y se agachó a su lado, poniéndose a su altura—. Los cambios son buenos, nos hace avanzar y mejorar. El cambio trae personas a nuestra vida que no sabíamos que necesitábamos.

—¿Y qué persona crees que será Peters para mí?

—Lo que él más necesita ahora, un hermano.

Sierra lo besó en la frente y acarició con dulzura su mejilla. Se levantó y le tendió la mano. Darion la tomó y se incorporó.

—Tenemos que volver a quedar para pintar.

Darion sonrió.

—Sí. Lo siento. Hace mucho que no pasamos tiempo juntos.

Sierra lo abrazó y Darion sintió que se cargaba de energía. Le transmitía tanta calidez, tanta paz. Creyó que crecer implicaba tener que afrontar solo sus problemas, intentar ser el fuerte por los demás, pero a veces eso es imposible, y necesitas que tu madre te abrace y te dé un empujoncito.

Tras su charla con Sierra, Darion regresó con Peters y Vanyan, y encontró al mago solo, practicando. Se encontraba tratando de hacer una manifestación de su magia. Consistía en manifestar tu magia a tu alrededor de manera física. Era algo complejo y difícil de mantener. No era lo mismo que hacer una esfera de luz o mover el agua. Al manifestar la magia de manera física, la atmósfera del lugar cambia, y se puede sentir la energía de esa magia, su poder. Si consigues hacer esto sin que tu poder se descontrole, obtienes un gran control sobre tu magia, que provoca que manifestarla en tu interior, sea bastante sencillo. Era como usar tu magia sin tener la marca mágica, lo cual causa un gran descontrol.

Peters estaba sentado en el suelo, intentando concentrarse para manifestar su magia, pero no lo lograba. En cuanto sentía una extraña vibración se detenía, asustado por las consecuencias.

—Esa sensación es normal —dijo Darion de repente—. Estás intentando sacar la magia de tu cuerpo, no transmitirla a través de él. Tu cuerpo se agita y es bastante desagradable.

—Ni sabía qué se podía hacer.

—¿Y por qué quieres hacerlo ahora?

Peters se encogió de hombros.

—Si no me pongo a vuestra altura solo seré un estorbo.

Darion se sintió mal por sus palabras. Peters seguía sin agradarle del todo, pero tampoco había hecho algo malo para que lo tratara así.

—Todos seremos un estorbo si no nos esforzamos. Así que, —Se acercó y le tendió la mano—, ¿entrenamos?

Peters lo miró y sonrió. Tomó su mano y, de alguna forma, fue como el inicio de algo. Meses después compitieron en el torneo de Centauris y ganaron, y fue ahí, en el momento de la victoria, que se hicieron amigos.

Darion todavía lo recordaba. La camaradería que había entre ellos era única. Los tres eran bastante diferentes entre sí, y tenían relaciones muy distintas entre ellos. Pero habían aprendido (y en parte seguían haciéndolo) a ser los mejores compañeros. El año pasado Darion estaba desesperado porque Vanyan se abriera de nuevo a él, que abriera su corazón y aceptara el amor que había entre ellos. Fue una larga espera, pero lo consiguió, y en gran parte gracias a Peters y su incansable apoyo hacia ambos. Ahora era Darion quien no se abría lo suficiente, negando que Peters se había convertido en una pieza clave en su vida.

De repente, se dio cuenta de porque Peters estaba tan dolido.


Darion fue a buscar a Peters al auditorio, suponiendo que estaría allí, ya que lo habían visto salir de la escuela, y así era. El auditorio tenía butacas que se ocultaban bajo tierra, y en ese momento estaban todas colocadas. Peters se encontraba en la primera fila, sentado en una de ellas. Darion caminó hacia él y se sentó a su lado, mientras Peters evitaba mirarlo, pero no se apartó de él, ni dijo nada.

—Lo siento. —Peters pareció querer replicar, pero Darion siguió hablando—. Siento no haber sido capaz de abrirme a ti, de ser el amigo que mereces, cuando tú siempre lo has sido. Siempre te tuve envidia. Eso ya lo sabes. Siempre me ha costado más que a los demás hacerlo todo. De crío era un llorón y un cobarde. Era torpe, vergonzoso, tímido... Un cuadro enano. —Peters contuvo la risa—. Crecí intentando ser mejor siempre. Y cuando llegaste, vi cómo conectabas con Vanyan, cómo conseguías en cuestión de semanas aquello que a mí me llevó años. Eso que pensaba que solo yo había logrado. Y me puse muy celoso. Pero sabía que no era tu culpa, ni era algo malo. Tú siempre has sido un gran amigo y yo no he sabido corresponderte igual.

—Eso no es cierto del todo. Has sido un buen amigo.

—Tal vez... Pero no un hermano. —Peters se quedó sin habla por un momento—. Me cuesta mucho decir esto. Pero... —Peters sonrió, divertido por el excesivo esfuerzo de Darion por decirlo—. Te quiero. Y no eres solo mi amigo, eres mi hermano. Un hermano insoportable —Peters se rio—, pero mi hermanito. Y mi cuñado. Eso lo primero.

Ambos trataban de contener las ganas de llorar. Eran muy sensibles, pero no querían mostrarlo, hacía mucho que Darion trataba de evitar que sus lágrimas salieran por cualquier cosa. A Peters, simplemente, le habían enseñado a no hacerlo.

—Yo también te quiero —dijo Peters sin mirarlo—. Y gracias por decirme esto.

—Entonces, ¿me perdonas?

—No.

—¿Qué?

Peters no contestó, solo observó el escenario y la mesa de mezclas, sobre la que se encontraba un portátil abierto. Darion se acercó al portátil, sospechando lo que Peters quería que hiciera, y por desgracia, acertó.

—¿Me vas a obligar a hacerlo?

Peters solo respondió con una sonrisa. Darion suspiro y le dio al Play, antes de subir al escenario. Su expresión era de completo bochorno en ese momento, y la de Peters, de sorpresa, en verdad no esperaba que subiera al escenario a cantar.

Peters había compuesto una canción sobre su amistad con Darion y Vanyan hacía ya casi un año y se la había enviado a ambos. Siempre le hizo ilusión cantarla con ellos, pero estos nunca quisieron. Así que Peters no creyó que Darion realmente cedería y comenzaría a cantarla. ¿Cuándo se la había aprendido?

Vanyan los había estado espiando todo el tiempo y cuando Darion se subió al escenario a cantar, entró en el auditorio y lo acompañó, arrastrando a Peters al escenario con ellos.

La canción hablaba de ellos. De cómo se habían conocido hacía unos años, pero parecía que llevaban juntos toda la vida. La canción hablaba de cómo juntos podían afrontarlo todo, y de cómo, aún en la distancia, seguirían siendo el apoyo del otro.

Fue un momento bonito y algo ridículo, lo cual para Peters era el paraíso. Darion y Vanyan tendían a rechazar esos momentos locos y algo infantiles, en los que solo se dejaban llevar como niños. Peters les devolvía a esos momentos y por eso lo querían tanto.

Cuando terminaron la canción, Peters los abrazó a ambos con fuerza, conmovido por lo que acababa de pasar. Sí que lo querían y mucho.

—Te perdono.

Vanyan se apartó para que Peters abrazara a Darion, y se rio al ver como su novio ya se estaba avergonzando por tanto cariño.

—Vale, pero suéltame ya, eh. Peters, fuchi. —Peters se apartó y se limpió las lágrimas con la mano rápidamente—. Mira que eres llorón.

Peters se rio.

—Tú siempre tendrás el título de bebé llorón de Avalon, cariño —dijo Vanyan—. Peters es nuestro niño grande.

Peters y Darion se miraron con complicidad.

—Cállate, elfo estúpido —dijeron al unísono.

—Me lo he ganado —admitió Vanyan, rodeándolos con los brazos.

—Entonces, ¿estamos bien? —preguntó Darion, algo inseguro.

—Claro que sí. Somos hermanos, ¿no?

—Darion y yo no —dijo Vanyan.

—Pues sois los que se han criado juntos —bromeó Peters—. Lleváis un rollito muy raro.

Vanyan y Darion se echaron a reír, mientras Peters bajaba del escenario y apagaba el equipo.

—¿Estás bien? —le preguntó Vanyan a Darion.

Darion suspiró.

—La verdad es que sí. Me he quitado un peso de encima.

—Cariño, este peso —Señaló a Peters— no nos lo quitaremos de encima nunca.

—¡Eh! —protestó Peters.

La pareja bajó del escenario y salieron los tres del auditorio, mientras hacían bromas y se lanzaban pullas tontas.


He llorado. La trinidad me puede 

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