El Clan De Los Mártires

By Elenadubon03

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Siglo XVII Un siglo controversial en Japón en el cual marcaba el paso de la era Shogunato una era que traía c... More

Introducción
El Coraje De Los Cerezos
La Casa Del Bambú
Primero Lo Primero
Determinación
¿Es Correcto?
No están Invitados| Parte 2
La Primera Señal: Los Mártires Ocultos
Los Mártires Ocultos | Parte 2
Un Forzoso Encuentro Y Una Nueva Desición
Invasión Nocturna
Motivos
Acechando El Hogar

No están invitados

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By Elenadubon03

-¿De que se trata esto?-
Preguntó Ryūga el líder ladrón, que estaba muy irritado mirándolos aún en el techo.

Ambos mayores bajaron del techo de un salto y aterrizaron frente a los ladrones y Ryūga el cual se sobresaltó al verlos acercarse.

-Es una pregunta curiosa-
Opinó Shiro cruzándose de brazos.

-Suelten a nuestros hermanos-
Reclamó Soshin más bien como advertencia.

-¿Hermanos?-
Cuestionó Ryūga al escucharla para después mirar a los mellizos y luego a ellos dos.
-No me digan que ustedes son los mal afamados Takeuchi-
Sonrió algo incrédulo pero rebosante a la vez.
-Ustedes-
Señaló a los recién llegados.
-No están invitados a este enfrentamiento-

-Esto se puso muy interesante-
Dijo el ladrón que tenía a Shinobu.

-Si los sueltas prometemos que ellos no los molestarán más-
Les dijo la joven a lo que el líder de los ladrones rió.

-¿Están jugando?-
Les preguntó con la misma actitud.

-No-
El mayor lo miró expresando profunda seriedad y con esa mirada carmesí tan filosa como katana.
-Ellos no los molestarán más-
Dijo.
-Porque nosotros lo haremos en sus lugares-

-¿Con que no vinieron solo a defender a sus hermanos?-
El líder alzó una ceja al darse cuenta.
-Ya veo-

-¿Aceptas o no?-

-De acuerdo-
Volteó hacia sus ladrones quienes soltaron bruscamente a sus jóvenes prisioneros que cayeron sentados.
-Dejaremos en paz a este par de pigmeos en cambio de ustedes-
Sonrió con malicia.
-No me sorprendería que terminen igual o peor que ellos-

Ambos jóvenes sacaron sus espadas al mismo tiempo dejando ver el brillo de las hojas filosas, siendo esas katanas igual de majestuosas que la de sus hermanos.
Los ladrones tomaron sus hachas y corrieron hacia ellos, de igual forma los dos jóvenes corrieron directamente hacia los ladrones para enfrentarlos, las espadas golpearon el filo de las hachas ambos atacando de forma diferente a sus enormes oponentes.
El líder de los ladrones se sorprendió por la manera de atacar de ambos hermanos, era más precisa en impredecible que la de los otros dos jóvenes.

Soshin era veloz, demasiado para que su oponente empezara a desesperarse por no poder predecir sus ataques mientras que Shiro era fuerte tanto que el ladrón al que se enfrentaba retrocedía al recibir sus ataques certeros.

Los dos más jóvenes miraban con asombro y admiración del como sus hermanos arremetían contra los bandidos e incluso Ryū estaba absorto tanto que lamentó por un momento haber aceptado el trato.
Tras hacer una danza letal con la espada Soshin desarmó a su oponente cuya hacha voló clavándose en la pared de una de las casas, el ladrón volteó por una fracción de segundo el cual fue sorprendido con un puntapié directo al rostro que lo hizo retroceder y un ataque realizado con los dedos de la chica que lo paralizó por completo ya que había tocado un punto exacto en su cuello provocándole esa reacción, ella era una experta para realizar ataques de ese tipo.

En el instante que todo eso ocurría el otro ladrón atacaba ferozmente a Shiro quien no deshacía la barrera defensiva que había formado con su katana, el bandido comenzaba a cansarse y aquello fue provecho para el muchacho quien convirtió su defensa en un impredecible ataque, una técnica que tomó desapercibido al bandido que retrocedió al ver el filo de la espada cortar el aire, aquello dio conclusión con un ataque giratorio fusionado con tres cortes decisivos y de frente con la katana.
Cuando el ataque del joven cesó el ladrón dejó de cubrirse con su hacha y rió al ver que no tenía ningún rasguño hasta que se percató que el mango de su gigantesca hacha se quebró por completo y estando asombrando se percató que la parte superior de sus ropas habían pasado por el mismo destino.
Era claro que se trataba de una advertencia.

El ladrón aún consternado vio a su joven oponente quien lo miró fijamente y guardó su espada, no lo atacaría con esta si el bandido estaba desarmado, Pero eso no quería decir que no estuviera absuelto pues un golpe directo al rostro dejó al gran sujeto inconsciente.

Ambos hermanos mayores después de haber dejado a sus oponentes en el suelo se dirigieron lentamente al líder de los ladrones quien estaba atónito, retrocedió con miedo encontrándose a los otros dos hermanos detrás de él así los cuatro acorralandolo.

-¡Esperen! Esto no ha terminado-

-Para nosotros si-

Estaba en problemas y su instinto lo condujo a sacar su obsoleta espada al momento que se abalanzaba hacia Soshin quien esquivó los dos primeros ataques y con una velocidad sorprendente sacó su espada desviando con una técnica igual de veloz los ataques del líder acorralado, no le costó mucho predecir los ataques de su agresor tanto que un ataque de ella desvío de nuevo el ataque de su rival por lo que con su otra mano libre la chica le dió un golpe con el borde de su mano directo al cuello dejando al ladrón sin respirar unos segundos los cuales ella tomó como provecho y con el mango de su espada le dió directo en la frente dejando noqueado al líder.
Ella guardó su espada tranquilamente para después voltear hacia sus hermanos quienes la miraban a ella.

-Tengo que.... Entrenar un poco más contigo-
Pensó en voz alta Shinobu después de presenciar los ataques de su hermana.

Ambos mayores miraron seriamente a los más jóvenes quienes fingieron no notarlo aunque se sentían algo pequeños frente a las miradas severas de ellos.

-Ah, hola, que bueno verlos-
Saludó un tanto nerviosa la melliza quien sonrió de la misma forma evitando verlos a los ojos, sentía que la convertirían en piedra.

-Un momento, ¿Cómo lograste salir?-
Cuestionó Suichi con asombro al recordar que habían encerrado a su hermano mayor a quien se dirigía y el cual no cambiaba su expresión molesta y severa.

Era un enigma para ambos el saber como este había logrado salir de la bodega.

La tensión del momento se vio interrumpida por un alarido de sorpresa, los cuatro voltearon hacia la puerta de la casa la cual se encontraba abierta desde la llegada de los ladrones, allí estaba la dueña de la casa, la modista, quien al ver a los maleantes en el suelo y a los muchachos que no pudo identificar por la oscuridad de la noche se alertó así dando pequeños gritos, después de un intento en vano para tranquilizarla Shinobu se escabulló a su lado para después oprimir con sus dedos una parte de su cuello por lo que aquello hizo que la mujer cayera inconsciente siendo sostenida por la chica.

-Llevénla adentro, no dejen rastro de que estuvieron allí-
Les ordenó Shiro a los dos menores quienes le hicieron caso, luego de exhalar para serenarse volteó hacia Soshin.
-Amarremos a estos tres-

Así transcurrió, los mellizos se llevaron a la mujer al interior de su casa mientras que los dos mayores se encargaba de amarrar a los tres maleantes ya agrupados con unas sogas de pescas que los mismos ladrones poseían, al terminar las dos asignaciones los cuatro se volvieron a reunir frente a la casa de la modista.

-Ustedes son increíbles...-
Soshin negó la cabeza al referirse a sus hermanos menores quienes intercambiaron miradas.

-Lo primero que se les dice que no hagan y es lo primero que hacen-
Ambos voltearon hacia Shiro quien los miraba con dureza.
-No puedo creer que sean tan irresponsables, ¿Tienen idea de lo que pudo haber pasado si no hubiéramos llegado? ¿¡Qué querían probar!? No se trata de un juego, esta es la vida real, el hecho que tengan espadas no significa que estén listos-
Les reprendió dándoles un golpe a cada uno en la cabeza, ambos se quejaron al instante.
-Si quieren que los tomen en serio deberían dejar de actuar como lo hacen, solo atraerán más Problemas-
Sin dejar de mirarlos con profundo enojo se limitó a voletarse.
-Par de idiotas...-
Susurró antes de alejarse.

Ambos adolescentes se quedaron en silencio, su orgullo no quería admitirlo pero la razón lo hacía, se habían equivocado.
Shinobu estaba temerosa, sabía que algo así iba a pasar pero la impresión siempre ganaba, de verdad ambos mayores estaban molestos y ni hablar del maestro cuando se diera cuenta. Miró a su mellizo de reojo quien se encontraba serio, sin mostrar temor aunque ella lo conocía bien, de seguro pensaba lo mismo.

Un bullicio y pasos entre las Calles llamó la atención de todos, un grito varonil fue suficiente para saber que se trataba de los samurais del clan Sakurai, sabían que si estos los encontraban en esa situación estarían en serios problemas.
Sin pensarlo los cuatro corrieron perdiéndose entre los callejones antes de que los soldados llegaran al lugar de los hechos.

..

-¿Creyeron que nunca me daría cuenta?-

Los cuatro se encontraban de rodillas ante el maestro, el dojo era un lugar de disciplina cuando se requería como también lo era para los entrenamientos arduos que los hacía crecer cada día pero esa no era la ocasión aquella noche.
El maestro miraba a sus alumnos estando estos con la cabeza gacha en señal de respeto y sumisión, sabían que estaban en serios problemas.

-¿Qué pretendían al escapar a altas horas de la noche?-
Los cuestionó seriamente mientras caminaba de un lado a otro.
-¿Cuáles eran sus motivos?-

-Maestro, todo esto es mi culpa-
El mayor de los cuatro fue quien habló primero.
-No debí descuidarme-

-Esa no fue la pregunta que hice-

-Queríamos detener a los ladrones de Ryū-
Habló Shinobu quien fue mirada por su maestro.
-Nos enteramos que robarían y matarían a una modista de kimonos en la zona Oeste del pueblo, fuimos a impedirlo-
Explicó un tanto nerviosa pero asumiendo la responsabilidad.
-De hecho solo fue idea de nosotros dos-

-Es cierto-
Afirmó Suichi sin abandonar la postura.

-Fue una tontería pensar que lo lograríamos solos-

-Ellos solo nos ayudaron para que no resultara peor-

Sus hermanos mayores los miraban a ambos de reojo o como les permitiera la posición de sumisión que tenían, en parte estaban algo sorprendidos por la capacidad de madurez que los menores habían demostrado al momento de asumir la culpa, no les sorprendieron que lo hicieran sino la manera tan serena en que lo habían hecho.

-Si ese es el caso es justo decir que primeramente agradeceremos a nuestro señor que las cosas no hayan pasado a mayores-
Dijo el maestro expresando agradecimiento.
-Ahora quisiera recordarles que no están del todo listos para usar sus espadas, les falta habilidad y madurez-
Les recordó mirando las espadas devueltas en el expositor.
-¿Derrotaron a los hombres de Ryū?-

-Si-
Respondieron todos.

-Saben que sus actos pueden traer consecuencias ¿No es así?, evitemos el alboroto-
Pidió con severidad.
-Recuerda que te encuentras en las vísperas de un compromiso-
Se dirigió a Soshin quien lo vio y asintió, claro que aquel recordatorio de dicho compromiso era un trago amargo.

-Permitame hacerle una pregunta maestro-
Suichi pidió la palabra a lo que él maestro accedió.
-¿Para usted cuál es el momento en el que deberíamos usar nuestras espadas? ¿Porqué nos las asignó si no estamos listos aún para portarlas?-

-La motivación es importante-
Respondió.
-Como existen motivaciones negativas existen las positivas, una motivación positiva los haría crecer sin prisa y eso es lo que estaban logrando poco a poco al ver esas espadas puestas en el expositor, pero luego apareció esa misteriosa carta y con ello los ladrones de Ryū, a base de esa motivación negativa tuvieron que apresurarse y responder al instinto protector de guerreros para impedir sus atrocidades-

-Respondimos a ese instinto como usted dice, pero en parte debo reconocer que fue nuestro orgullo al demostrar que habíamos mejorado-
Admitió la melliza de forma madura dejando a sus hermanos mayores perplejos por sus palabras.

El maestro la miró tranquilamente, como lo hacía un padre.

-Para ese orgullo y todo tipo de comportamiento indeseable deberán crecer día con día-
Les dijo mirándola especialmente a ella.
-Alimentar el espíritu, con los frutos del espíritu-
Siguió explicando.
-Si las cosas suceden es por algo. Por ahora dediquense a crecer en fuerza física como en espíritu para que nadie los humille-

Hubo un momento en el que hubo silencio, un momento de reflexión.

-De hecho maestro.... Ellos no fueron los únicos que planearon detener el robo-
Dijo Shiro refiriéndose a sus hermanos menores quienes levantaron la cabeza por inercia y un tanto extrañados.

-No solo fuimos para traerlos de vuelta, habíamos planeado responder a las acciones descritas en la carta-
Prosiguió Soshin bajo la mirada atenta del maestro.

-¿Qué?-
Reaccionó de inmediato Shinobu ante la confesión de los dos.

-¿Y no nos iban a llevar?-
Les reclamó Suichi con indicios de alterarse.

-Silencio-
Ordenó el maestro por lo que estos le obedecieron.
-En este caso, todos trabajarán como el equipo que son para terminar lo que empezaron, no olviden los valores espirituales ni la moral de un verdadero Samurái-
Prosiguió para después ver al primogénito.
-Tu serás el líder, tu los guiarás-
Al decir aquello el mencionado asintió con obediencia.
-Todos se comportarán con madurez y pondrán en práctica todo lo que han aprendido hasta este día-

-Si maestro-
Dijeron al unísono.

-Los dejaré terminar con la tarea de averiguar las razones por la que se les envió la carta a ustedes, llegarán al fondo de todo esto. Si alguien los necesita es justo responder-
Se apoyó en el bastón que le servía como soporte.

-Si maestro-
Respondieron.

-Pero no están absueltos del castigo que recibirán por haberse escapado-
Al decir aquello los cuatro se quedaron en silencio.
-Todos-
Les aclaró firmemente.

-Lo recibiremos-
Dijo finalmente Shiro.
-Si recibimos el bien ¿Porque no hemos de recibir el mal?-
Recitó aquella frase que pertenecía a un escrito antiguo, al hacerlo los demás estuvieron de acuerdo.

-Así es-
Afirmó Soshin con tranquilidad.

-Merecemos un castigo digno de nuestro actos-
Dijo finalmente Shinobu.

Okamoto los miraba a todos sin cambiar la seriedad y la profunda serenidad de sus ojos, se sentía orgulloso de tenerlos como protegidos y haberlos críado.

..

Era una mañana la cual teñía el cielo de celeste y dorado, bajo ese firmamento claro se encontraba el campo de arroz en el cual trabajaban los hermanos, quitaban las cizañas que lez había crecido a los cultivos, era extraño ya que cuidaban con mucho esmero el campo, pero habían supuesto que se trataba de una casualidad de la naturaleza ya que así se encontraban muchos campos vecinos.

-Bien, por ahora solo nos queda averiguar quién envió la carta-
Habló Suichi de repente al terminar de arrancar una gran raíz de cizaña.

-Sabemos que es una mujer-
Mencionó Soshin mientras cortaba algunas raíces con un cuchillo.

-Si pero de allí no pasamos-

-Tengan paciencia-
Les dijo tranquilamente Shiro haciendo el mismo trabajo.
-Debemos saber las verdaderas razones por la que nos la envió a nosotros desde el inicio-
Vió a sus hermanos.
-Acepto que fui un poco duro con ustedes al haberlos reprendido de esa manera frente a la casa de la modista-
Admitió por lo que los mellizos lo miraron un poco incrédulos.
-Ustedes saben que siempre he sido así pero es por protegerlos-
Bajó un poco la voz mientras lo explicaba.

-¿Un poco duro?-
Preguntó Shinobu con una sonrisa poniendo sus manos detrás de su espalda.

-Si, no del todo-
Le respondió volviendo a arrancar cizaña.

-¡Oh Dios santísimo! ha sucedido un milagro hoy, justamente hoy-
Expresó Suichi con exageración de manera intencional, consideraba un milagro escuchar a su hermano disculparse con él por lo que este solo negó con su cabeza al escuchar al mellizo mientras seguía trabajando, una pequeña sonrisa apareció en su rostro unos segundos.

-Baja la voz, no hagas un alboroto-
Le indicó Soshin de inmediato.
-Además algún campesino puede escucharte-
Miró a los lados con preocupación, asegurándose que no hubiera nadie cerca.

-Dios santísimo, ha sucedido un milagro hoy-
Volvió a repetirlo pero esta vez a susurros de una manera mas discreta pero igual de exagerada, como si lo estuviera gritando al campo.

Sus hermanas rieron por ello hasta que la chica mayor recordó algo.

-Aunque es justo recalcar que lo que pasó en la bodega estuvo mal y no se debe volver a repetir-
Ella se puso sus manos en su cadera dirigiéndose a los adolescentes quienes contenieron la risa por unos segundos al recordar lo que habían hecho.

-Si porfavor-
Pidió el mayor volteando hacia ellos por lo que ambos no dejaron rastros de lo que les causaba risa.
-Si vuelve a pasar esta vez seré duro del todo-

-Que miedo, Dios te oiga-
Le dijo la melliza fingiendo no tener un poco de miedo ante la advertencia.

-¿Cuando a dejado de hacerlo?-
Le respondió está vez de forma tranquila.

-Oigan, esta cizaña no se va a quitar sola-
Les recordó Soshin mostrándoles las raíces que recién había arrancado.

-Ya vamos-
Le respondió Shiro acercándose hacia donde ella estaba para buscar más cizaña.

-Que mandona-
Dijo Suichi para molestarla mientras se acercaba.

Mientras veía a los tres acercarse hasta donde ella estaba un mareo la invadió, aquello fue tan fuerte que dejó caer la canasta y las herramientas que estaba usando. Sus hermanos se alertaron al instante y se acercaron a ella para ver lo que le ocurría, afortunadamente el mareo ya había pasado.

-¿Estás bien?-
Le preguntó el mayor sosteniendola de los brazos.

Ella asintió.

-Se me ha permitido que se me revele algo-
Respondió mirando a sus sorprendidos hermanos.

Estos guardaron silencio un momento, aquello no era nuevo pero no había ocurrido algo parecido hace muchos años.

-¿Qué cosa?-
Preguntó Shiro.

-¿Recuerdas a la mujer que parecía adinerada?-
Le dijo ella quitándose algunos largos mechones de su rostro a lo que su hermano se mostró un poco pensativo al escucharla.
-A la que salvaste del maleante en la plaza-
Especificó y él asintió.

-¿Qué con ella?-

-Creo que fue la que nos envió la carta-

...

-Es aquí donde todas las mujeres se reúnen-
Explicó Soshin mientras abría su sombrilla rosada con flores de cerezos dibujadas en esta al igual que su kimono.
-Parte de la aristocracia o no-

Shinobu y Soshin se encontraban en una especie de territorio apartado del bullicio del pueblo, se trataba de un jardín perfectamente cuidado decorado con cerezos, bonsais junto a otras flores, había un tranquilo y estrecho río que cruzaba debajo de un elegante puente color rojo, estando arriba de este se podían admirar a las carpas nadar, mientras que en el otro puente del mismo color era una simple decoración en la que no habían más que flores debajo.
Aquello era un pequeño paraíso en el cual todas las mujeres se reunían para convivir, todas vestidas con hermosos y finos kimonos, era un lugar especialmente para ellas aunque era más para las mujeres con un alto estatus social o las que lograban sostenerse económicamente.

-¿Porqué crees que la encontraremos?-
Le cuestionó Shinobu viendo disimuladamente a más de una dama refinada pasar a su lado.
-Entre muchos kimonos floridos nos confudiremos-
Miró la variedad de damas que circulaban por el jardín, todas con kimonos y sombrillas de colores pasteles y floreadas.

-Anímate-
Le sonrió mientras la adolescente sostenía de mejor manera su sombrilla color lila como su kimono.
-Además si ella nos reconoce es capaz de que de una u otra manera se acerque a nosotras para hablar sobre el mismo asunto y aprovecharemos a preguntarle la razón de su carta-

-¿Y porqué estás segura que fue ella?-
Ambas empezaron a caminar.

-Vas a creer que es un disparate-
Respondió la mayor a su pregunta.
-Pero tuve una visión-
Eso último lo dijo en voz baja.

-¿Visiones? ¿Otra vez?-
Shinobu mostró su impresión al instante, siempre susurrando.
-Creí que se te habían quitado-

Hace muchos años, un poco después de la muerte los padres de los chicos, Soshin aún siendo una niña había tenido una serie de sueños o pesadillas que solían mostrarse como episodios de su vida que nunca habían ocurrido hasta que estos al paso de los días se cumplían o cosas que habían ocurrido que nadie sabía y le eran reveladas, Okamoto no tuvo duda y reconoció que a la niña se le había obsequiado un don especial, un don divino como lo eran esas visiones las cuales resultaban ser ciertas, aquel don era descrito por aquellos misioneros como un don poco frecuente en algunas personas que eran evangelizadas por ellos, cualquiera podría tener algunos dones solo tenían que despertarlos y ella lo había hecho.
Aún estando despierta solía tener revelaciones de ese tipo hasta hace unos tres años que dejaron de surgir pero al parecer estas estaban de regreso.

-Yo también, pero al parecer volvieron-
Hizo una pausa.
-Además todas sus características señalan que pudo haber sido ella-

Continuaron caminando por todo el jardín portando sus sombrillas y abanicos como todas las demás mujeres, pero las hermanas lucían verdadermante hermosas y finas.
Siguieron caminando hasta llegar al puente en el cual no corría río por debajo, Pero se vieron obligadas a acortar su camino cuando un grupo de doncellas de la misma edad de Soshin se habían puesto enfrente de ellas, las tres jóvenes se inclinaron como saludo al igual que las hermanas a las cuales no se les había esfumado la curiosidad.

-Hermanas Takeuchi, ¿Cómo han estado?-
Les saludó una de ellas la cual sostenía un kimono llamativamente rojo, con estampado florido como el de todas, las tres jóvenes realizaron una reverencia de saludo.

-Muy bien señorita Katō, gracias por preguntar-
Respondió Soshin con amabilidad y haciendo una reverencia.

-¿Cómo han estado ustedes?-
Cuestionó otra de las muchachas la cual tenía puesto un kimono color verde claro.

-Bien dentro de lo que cabe-

-Escuché por allí que la cosecha ya a iniciado-
Le dijo la llamada señorita Katō con una sonrisa.

-Así es, estamos en ese proce..-

-Que bueno saberlo-
Interrumpió a Takeuchi quien solo se limitó a verla con serenidad.
-Lamento ser mal educada, más bien anticipada, pero queríamos que nos aclararas algo-
Se disculpó al momento de que su mirada se llenaba de curiosidad como las de las otras dos.
-¿Es cierto que ya se anunció tu próximo compromiso?-

Para Shinobu fue difícil disimular la impresión que le causaba esa pregunta y ni siquiera hablaba de ella, simplemente se sorprendía de lo rápido que corrían los chismes, su hermana pensaba lo mismo Pero esta se mantuvo igual de tranquila está vez ensamblando una sonrisa corta.

-Parece que la noticia ya corrió-
Respondió Soshin manteniéndose de la misma forma.

-¿Es verdad?-
Preguntó tercera muchacha, la cual solo se mantenía escuchando hasta el momento.

-Si-

-¿Quién te desposará? ¿De quién se trata?-
Preguntó la del kimono verde con interés muy dudoso como las otras dos.

-Aún no lo sé...-
Respondió con sinceridad.
-No lo conozco, ni creo que él me conozca-
Desvío la mirada a otra parte mientras el viento movía uno de sus pocos mechones sueltos que sobresalían de su cabello recogido.

-Pero si eso carece de importancia-
Katō prosiguió mientras movía su abanico.
-Al fin se te presenta el privilegio de casarte sin problemas-
Dijo con una sonrisa mientras que las otras dos disimulaban sus risas.
-No es que sea algo que hayamos visto fuera de la realidad si no que es inesperado-
Fingió ser cordial.

-Si ¿verdad?-
Les respondió Takeuchi sin prestarle atención a esas actitudes.

"No puedo entender como puede ser tan tolerante con ese tipo de comentarios"

Pensó Shinobu tratando de parecer interesada de lo que hablaban las conocidas por mera cortesía pero en realidad quería practicarles una técnica de jiujitsu.
Miró de reojo sus alrededores en donde el ambiente era similar, señoras y señoritas hablando, todas con sombrillas como abanicos, aunque había crecido para pertenecer a ese tipo de ambiente no se sentía del todo cómoda entre tantas mujeres sofisticadas las cuales hablaban mal de su familia a sus espaldas.
Fijó su vista en una mujer que le llamó la atención, no solo por el kimono negro de estampado floreado que llevaba que además era muy elegante sino porque estaba detrás de un árbol viéndola fijamente por lo que al hacer contacto con la adolescente esta volteó a otra parte y se alejó.

-Señora-
La llamó Shinobu por lo que esta caminó aún más rápido.
-¿Señorita?-
Hizo lo mismo que la mujer al acelerar sus pasos.

Fue tras ella llamando la atención de varias mujeres que la miraron de forma extraña pero eso no le importaba, aquella desconocida la estaba viendo a ella y a su hermana y era por una razón.

"¿Será que es la dueña de la carta?"

Pensó mientras recogía un poco de su kimono para avanzar con libertad pero su camino fue frenado por un par de señoras refinadas que empezaron a intercambiar palabras, ella trató de esquivarlas pero estas le habían cortado el paso pues el camino era estrecho y lo único que quedaban eran árboles al rededor por lo que no podía rodear.
Abrió paso entre las señoras pidiéndoles disculpas y haciendo reverencias, pero no sirvió de mucho al ver que había perdido a la misteriosa.

Volteó hacia su hermana la cual seguía en el puente y esta la miraba un poco confundida al igual que el grupo de jóvenes con las que hablaba quienes pausaron la conversación al ver su comportamiento.
Se acercó a ellas pero no fue hasta que se fijó en el barandal marrón del puente, se acercó allí y miró debajo del puente, para su sorpresa allí estaba la desconocida parada como si se estuviera escondiendo.
Sin pensarlo la adolescente se subió al barandal sin importarle que la vieran y se lanzó del puente para caer ágilmente justamente frente a la mujer misteriosa la cual se sobresaltó y pegó un grito.

-Perdone, no quise asustarla-
Alzó sus manos e hizo una reverencia disculpándose.
-De verdad lo siento por haberla asustado de esa manera-

La mujer no respondió, más bien se le quedó mirando aún muy temerosa.

-¿No me recuerda? Yo si la recuerdo a usted-
Se acercó unos pasos.
-Fue el otro día en los puestos de frutas, un ladrón la atacó-
Explicó aún con las manos alzadas por lo que la mujer solo la miraba.
-Mi hermano fue quien intervino-

La desconocida no tuvo una expresión fija, más bien parecía algo desorientada.

-Si, sé quién eres-
Respondió.

-En este caso tengo una pregunta para usted-
Le dijo con tranquilidad.
-¿Puede tener la cortesía de responderla?-

La mujer volteó a los alredores aún un poco insegura.

-¿Qué sucede?-
Ambas voltearon hacia Soshin quien había llegado, la desconocida se asustó de igual manera al verla por lo que la joven se acercó lentamente.
-Disculpe... ¿Quién es usted?-

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