Russian || MD 2

By kawaii_sush

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Dean Mackay es un joven modelo cuya vida parecía ser perfecta a simple vista, sin embargo, su destino quedó s... More

Que comience la fiesta
Solo es historia
Frío
Polos opuestos
Propuesta
Espacio en blanco
Jaque
Lealtad
Apuesta
Silencio
Cacería
Cláusula
Celebremos
Blanco
Corre
Sokolov
Control
Mío

Rojo

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By kawaii_sush

Dean

Hace cinco meses.

Me acomodé la gorra y los lentes de sol mientras me miraba en el espejo del auto. Pensé seriamente en no bajarme al divisar más allá a unos tres paparazzis bastante cerca de la puerta del nuevo café que solía frecuentar. Los tres buitres miraban alrededor con caras de pocos amigos mientras sostenían sus enormes cámaras. No era la primera vez que los veía. Esos tipos mágicamente siempre estaban en los lugares a los que iba y algo me decía que eran mi propio manager y mi publicista aquellos que los mantenían informados sobre mi paradero con tal de tenerme siempre en las revistas y páginas de chismes. Roger y Conrad no comprendían lo importante que es para mí tener algo de privacidad de vez en cuando...

Salí del auto y caminé cabizbajo hacia el local evitando a toda costa hacer contacto visual con ellos. Levanté un poco la cabeza cuando recordé que una vez casi choco con un poste de luz al escapar de la atención de un grupo de paparazzis.

—¡Dean! ¡Dean! ¡Una foto, por favor! —lancé un resoplido al cielo y abandoné mi fallido intento de pasar desapercibido. —¡A ver una sonrisita! —me contuve de mostrarles uno de mis dedos mayores cuando gritaron eso. Un día de estos saldré a acosarlos con una cámara para que vean lo que se siente.

Entré rápidamente en el café dejando fuera a los hombres. Dejé caer mis hombros sintiéndome más relajado al ver que el lugar estaba desierto en el interior. Caminé hacia una de las mesas y me senté mientras me sacaba la gorra y los lentes, aspiré el delicioso aroma del café recién hecho. Miré alrededor a la vez que una alta chica pelirroja se me acercaba de prisa con una cálida y agradable sonrisa.

—Hola, Frankie —saludé a la chica cuando llegó a mi lado tambaleándose un poco por los enormes tacones morados que traía. Me declaraba fan de las chicas altas que usaban tacones gigantes, a mi parecer, lucían geniales.

—Dean, ¿cómo estás? —me preguntó mientras sacaba una libretita de su sobrio delantal verde, lista para tomar mi orden. Sonreí un poco observando sus ojos color café y las llamativas pecas que cubrían casi todo su rostro, las cuales le daban un aire un tanto inocente y aniñado, a pesar de que probablemente estaba en sus veintes.

—Estoy bien, gracias. ¿Y tú qué tal? —le respondí con calma mientras comenzaba a hojear el menú sobre la mesa. Sabía lo que iba a ordenar, pero me gustaba torturarme viendo las fotos de los postres que ofrecían.

—Muy bien. ¿Vas a querer lo de siempre? ¡Los croissants acaban de salir del horno, sí o sí debes comerte uno! —levanté la vista del menú al escucharla hablar con tanta efusividad, sus ojos brillaban con emoción. Hice una mueca y consideré su sugerencia por un milisegundo hasta que negué lentamente con la cabeza haciendo desaparecer toda la felicidad de su rostro.

—Quizás otro día, hoy solo tomaré un cappuccino —dije dedicándole una pequeña sonrisa y cerrando el menú, ella lanzó un dramático suspiro y asintió.

—Has dicho eso desde que nos conocimos —reconoció sonriendo un poco mientras guardaba la libreta sin siquiera haber apuntado la orden, me rasqué la nuca con un poco de incomodidad. Frankie no lo sabía, pero si me comía uno de esos croissants o cualquier cosa con harina... Nadie ni nada podría detener al monstruo que se desataría. Comenzaría con eso y terminaría comiéndome un pastel entero yo solo. —Volveré enseguida —asentí cuando dijo eso antes de retirarse rápidamente.

Miré alrededor. Lo que más me gustaba de este lugar era el hecho de que el único cristal que mostraba el exterior estaba en el techo, dejando pasar también la luz del sol. Como las paredes eran completamente cerradas, solo adornadas con posters y cuadros, nadie afuera podía ver el interior o tomar fotos. Todo el ambiente era muy privado.

Me puse de pie y caminé hacia el baño para lavarme las manos. Llevaba casi todo el día de reunión en reunión. Apenas eran las tres de la tarde pero ya me sentía exhausto. Solo me detuve en este lugar porque está bastante cerca de mi casa y para que la cafeína me activara un poco más.

Después de salir del baño miré hacia mi mesa y me extrañó ver a alguien en ella a pesar de que había dejado mis cosas en una de las sillas. ¿No las vio? La persona estaba de espaldas a mí pero por su complexión física noté que se trataba de un hombre con gorra negra. Me acerqué, tomé mis cosas de la silla y me senté en la mesa de al lado sin prestarle más atención.

Pude sentir de vez en cuando que el hombre me miraba pero ni siquiera aparté la vista de mi celular. Miré la hora. Habían pasado unos cinco minutos y todavía no había señales de Frankie, lo cual era un tanto extraño. Ella siempre se regodeaba diciendo que preparaba los cafés en menos de tres minutos. Solté un suspiro y miré a la mesa de al lado disimuladamente. Abrí un poco la boca con sorpresa al ver que en la mesa que me habían robado había una taza de café con mi cappuccino, lo reconocí por la letra "D" hecha en canela que Frankie siempre le ponía al igual que un mini corazón. ¿Ese es mi café? El hombre agarró la taza y sopló varias veces la bebida que todavía humeaba. Le miré el rostro, era un hombre de ojos verdes y rasgos suaves. Sus labios y nariz eran algo pequeños, sus cejas eran castañas pero pude notar que su cabello era pelirrojo por unas cuantas hebras que se le escapaban de la gorra. Él me miró en ese momento y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

—¡Ese no es tu café, David! —el estridente grito de Frankie me sobresaltó, ella se acercó al hombre con los ojos ardiendo en furia. El pelirrojo se quedó sorprendido cuando la chica le arrebató el café de las manos antes de que siquiera lo probara.

—Pero estaba aquí y tiene una "D" —reclamó él con el ceño fruncido, Frankie lo asesinó con la mirada y puso la taza frente a mí con algo de brusquedad, me mordí el labio y miré con duda el café que poco antes había sido soplado por el desconocido de ojos verdes. No solía ser muy quisquilloso, pero ahora mismo me incomodaba un poco la idea de tomármelo después de haber presenciado aquello.

—Discúlpame, Dean. Parece que mi tonto hermano cree que su nombre es el único que comienza con la letra D en este mundo —replicó la pelirroja mirando mal al hombre, el cual puso los ojos en blanco pero luego me observó mientras intentaba sonreír de forma provocativa, aunque más bien le había salido como una graciosa mueca. Reprimí una risita. No me sorprendió mucho el hecho de que sean hermanos, tenían un gran parecido físicamente y Frankie jamás le hablaría así a un cliente común y corriente.

—No te preocupes, no es nada —le contesté tratando de aliviar su evidente preocupación y vergüenza.

—Hola, soy David —me eché un poco hacia atrás por la repentina cercanía del hombre, él se había sentado frente a mí mientras extendía una mano, la cual estreché tras haber salido de mi asombro.

—Soy Dean —me limité a contestar pensando rápidamente en inventar alguna excusa para marcharme sin siquiera haber tocado el café.

El tal David se quitó la gorra dejando a la vista una maraña de rizos pelirrojos, arrugué la nariz cuando un fuerte y desagradable aroma a moras me invadió, probablemente se trataba del shampoo del hombre.

—Déjalo en paz —le dijo Frankie mirándolo con advertencia antes de ir a atender a los nuevos clientes que entraron en el local.

Miré alrededor con incomodidad al sentir que David no me despegaba sus curiosos ojos de encima. Este podría ser un excelente momento para emprender mi huida.

—Siento que te he visto antes, ¿no nos conocíamos ya? —suspiré cuando preguntó eso escrutándome con la mirada. ¿Por qué tuviste que hablar? Me rasqué la nuca y negué lentamente. —No seas tímido, ¿eres de esos que fingen que no han conocido a alguien solo para lucir geniales?

—¿Qué? —dije un poco indignado y algo molesto por lo confiado y cómodo que lucía de repente, él levantó las manos y soltó una risita. —No conozco muchos pelirrojos, creo que sí te recordaría —agregué mirando su llamativo cabello, eso lo hizo sonreír aun más, rodé los ojos y me levanté.

—Ya sé dónde te he visto —arqueé una ceja cuando dijo eso tratando de hacerse el misterioso, lo observé expectante, me dio un poco de risa cómo señaló la silla para que me volviera a sentar.

Tomé asiento nuevamente y sonreí un poco cuando él miró alrededor con falsa sospecha, parecía a punto de contarme el secreto más grande del mundo.

—¿Estás listo? —preguntó levantándose de golpe de la silla, asentí levemente. Él me agarró una mano tomándome desprevenido y me incitó a levantarme, cuando lo hice caminó hacia una puerta que llevaba al segundo salón del café. ¿Para qué quería que me sentara si pensaba levantarse?

Ignoré aquello en cuanto señaló una de las paredes. Me quedé impactado al ver el enorme collage de fotos mías que adornaban el espacio, todas eran en blanco y negro. Miré cada una de las fotos, tenían tamaños distintos, algunas eran pequeñas, otras medianas y grandes. En una de ellas salía sonriendo, en otra miraba al cielo, en la más grande corría en un campo de flores mientras agarraba una larga bufanda, aparté la vista después de ver que en una de las fotos salía sobre un caballo con una camisa semi abierta. Recordaba esa sesión, pero no tenía ni idea de que esas fotos estaban en este lugar.

—Hasta que finalmente viniste a esta zona, ya se me había hecho raro que nunca preguntaras dónde estaban tus fotos —miré a Frankie cuando se recostó del marco de la puerta, ella tenía una gran sonrisa. Me sentí culpable y no le dije la verdad. Probablemente cree que vengo a este lugar porque me contrataron en el pasado, cuando realmente había sido una recomendación de Roger hace unos meses, solo que se le olvidó mencionar ese pequeño detalle...

En los últimos tres meses había estado trabajando en piloto automático. Firmaba los contratos sin siquiera verlos, recibía el dinero, iba a los sets, posaba y me marchaba a mi casa. Necesitaba unas vacaciones.

—Quedaron muy bien —le dije mientras miraba otra vez las fotos. Por más agotado que esté siempre daba todo de mí en las sesiones, aunque era evidente que no sabía dónde terminaban mis fotos...

—Son perfectas —Frankie y yo miramos a David cuando murmuró eso fascinado, sentí un poco de bochorno cuando desvió la vista hacia mí y se mantuvo observándome con adoración por unos segundos.

—Tienes mucho talento, Dean —dijo Frankie mirando de reojo a su hermano con mucha extrañeza, le sonreí levemente.

—Gracias —respondí apartándome el cabello del rostro. —Me gustaría quedarme más tiempo conversando, pero ya tengo que irme —me excusé mientras fingía mirar la hora en mi celular, saqué mi tarjeta y se la pasé a Frankie.

—Vuelvo enseguida —dijo mientras se retiraba, me distraje mirando alrededor mientras la esperaba.

—Ni siquiera tocaste tu café —murmuró el hombre a mi lado, me encogí de hombros sin darle importancia.

—Puedes tomártelo —contesté mientras caminaba de regreso al salón principal, él me siguió de cerca.

—¡Déjame invitarte algo más!

Me giré hacia él cuando exclamó eso sonando un poco desesperado, sus ojos verdes me miraban suplicantes. Comencé a negar con la cabeza. Ahora mismo deseaba llegar a mi casa, quitarme todo y darme un largo baño de espumas.

Debía admitir que David era un poco atractivo, aunque definitivamente no era mi tipo. Esos inocentes e ingenuos ojos verdes me hacían pensar que era una persona demasiado bondadosa, buena y sana. Nada que ver con los destructores con los que he salido en los últimos años. Aunque si algo he aprendido a lo largo de la vida, es que no todo es lo que parece.

—Ya tengo que irme —le contesté algo apenado mientras me ponía la gorra y los lentes de sol otra vez. Aun a través de ellos pude notar la gran decepción escrita en el rostro del pelirrojo. Parece un buen tipo, pero no tenía ninguna intención de conocer a alguien nuevo...

Mi última relación fue hace un año, aunque sí he tenido unos cuantos encuentros fugaces con algunas personas, pero he aprovechado al máximo mi soltería. Me sentía bien al estar lejos de la toxicidad de las relaciones...

—¿Puede ser otro día? Por favor —me sorprendió que el pelirrojo siguiera insistiendo aun cuando era demasiado evidente que no quería aceptar su propuesta.

—¿Por qué quieres hacer eso conmigo? —le pregunté con curiosidad. No he sido la persona más amable del mundo con él, no me encontraba de muy buen humor hoy, pero aún así el hombre me miró entre sorprendido y ofendido, como si hubiese preguntado una tontería y poco después me miró de arriba abajo, arqueé una ceja.

—Eres hermoso —admitió todavía algo embobado, forcé una sonrisa.

—Gracias, pero esa no es razón suficiente... —le dije con algo de burla mientras tomaba mi tarjeta cuando Frankie se acercó. Una alarma de preocupación pareció encenderse en los ojos de David al escuchar mi respuesta. Él se quedó callado mientras veía a su hermana ir hacia otros clientes.

—También me gusta mucho tu acento inglés, es demasiado sexy... —lo miré con escepticismo cuando dijo eso tratando de salvar la situación, pero sólo lo empeoró. Me reí un poco al ver como bajaban gotas de sudor por su frente. Su nerviosismo era palpable.

—Fue un placer, David... —me despedí antes de caminar hacia la puerta.

Me detuve cuando sentí su mano agarrar mi muñeca izquierda, me di la vuelta con el ceño fruncido. Él me soltó de inmediato luciendo muy impactado.

—¿Tú también sentiste eso? —preguntó tocándose la mano con nerviosismo, lo miré confundido. ¿Sentir el qué? —Esa conexión entre nosotros cuando te toqué... —soltó de repente leyendo mi confusión, me llevé una mano a la boca para disimular mi risa. Este tipo está alucinando...

—¿Eso es lo que le dices a todos? —quise saber dejando de ocultar la risa que me provocó aquello, dejé de reírme al ver lo serio que estaba. ¿Acaso esto no era un numerito barato?

—Sí... a veces funciona... olvídalo —cuando dijo aquello forzando demasiado una risita supe que estaba mintiendo. Me bajé un poco los lentes y pude ver lo sonrojado que estaba, parecía a punto de morir de la vergüenza. —Perdona si te molesté, gracias por el café... —lo observé sentarse en la mesa y tomar rápidamente la taza, sentí algo de pena al verlo darle un rápido sorbo al café caliente para después soltar la taza mientras maldecía. Se había quemado la lengua...

Sé que después me arrepentiré de esto...

—Supongo que puedes invitarme un jugo o algo más —murmuré arrastrando la silla para sentarme frente a él. Su sonrisa de oreja a oreja me sorprendió y sentí como su buen humor me contagiaba un poco a pesar de solo haber aceptado por pena.

—¡Frankie! —llamó a su hermana sin dejar de mirarme. Solo tomaré algo con él y me marcharé en cuanto tenga la oportunidad...

Actualidad.

No quería levantarme de la cama a pesar de que David me miraba indignado y dolido, también parecía estar esperando que fuese hacia donde él estaba junto a los demás, quienes lucían todavía estupefactos.

—También te faltó llamar a los vecinos —giré mi cabeza automáticamente hacia Vladimir cuando dijo eso sarcásticamente burlándose de David, el cual se veía cada vez más enojado con cada segundo que pasaba.

Sabía a la perfección por qué el pelirrojo los despertó, quería usarlos de testigos o de escudo contra la ira de Vladimir. No lo culpaba por eso, aunque sí me pareció que exageró un poco.

—¿Qué significa todo esto, Dean? —su tono violento me hizo mirarlo con frialdad. Él ya vio el frasco de las pastillas junto a la droga pulverizada así que debería saber o al menos tener una idea de lo que sucedió.

—Yo te voy a decir a ti lo que significa todo esto...

—Vladimir, no... —le dije rápidamente al verlo levantarse de la cama tras soltar aquello mirando fijamente a David. El ruso me miró sin ocultar su molestia, pero aun así no se acercó al pelirrojo.

—Quisiera ver de lo que eres capaz —todos nos quedamos helados cuando David se acercó a Vladimir con rapidez y con intenciones de golpearlo, observamos como el ruso esquivó el puñetazo que le lanzó el pelirrojo borracho. Maldije en voz baja cuando lo agarró del cuello y lo levantó un poco del suelo usando apenas un solo brazo. Todos estábamos boquiabiertos. Vladimir lo lanzó contra la pared a su lado como si se tratara de una bolsa de basura. Sus ojos mieles lucían vacíos mientras miraba a David, el cual estaba ahora tirado en el piso moviéndose un poco, lucía bastante adolorido. ¿En qué rayos estaba pensando? Vladimir era tres veces más grande que él...

Yo estaba sin palabras. Vladimir frunció el ceño mirándome, tragué duro cuando regresó su atención a David, el cual ni siquiera se había podido levantar del suelo.

—¡Ya basta, Vladimir! —grité cuando él se dirigió hacia David, él me ignoró completamente y agarró al pelirrojo por el cabello obligándolo a mirarlo a la cara. Noté como había sangre saliendo de una herida en su cabeza, me cubrí la boca impactado.

—Vladimir... —lo llamó Dominik con molestia, todos lucían igual de tensos que yo, y no era para menos, David apenas podía tener los ojos abiertos y Vladimir lo miraba como si estuviese planeando hacerlo desaparecer.

No alcancé a escuchar lo que el ruso le susurró al oído pero con ver la mirada de terror en David supuse que había sido una amenaza. Vladimir lo soltó y salió de la habitación sin siquiera mirarme. Todos soltamos un suspiro en cuanto se marchó. Devolví mi atención a David cuando Shelly y Harry se acercaron a él para socorrerlo.

Sentí la mirada de todos sobre mí en cuanto Abigail cerró un poco la puerta de la habitación. Me levanté de la cama con la sábana alrededor de mi cuerpo, todos lucían incrédulos. Deben creer que estoy completamente desnudo. Miré mal a David, el cual estaba ahora sentado en el piso luciendo bastante impotente, cuando comenzó a llorar todos me acusaron con la mirada.

—Sé lo que probablemente están pensando... pero les aseguro que no es nada de eso —dije con cautela al sentirme algo presionado. No quería decir en voz alta todo lo que sucedió. Me avergonzaba en sobremanera que se enteraran de lo que hizo David.

—¿Qué? ¿Que le fuiste infiel a David con Vladimir y al parecer también usan drogas juntos...? —Shelly me preguntó eso en un susurro que al parecer todos escucharon ya que esperaban una respuesta.

—No le fui infiel, pasaron muchas cosas y terminamos en esta situación, y no... tampoco nos drogamos juntos, Shelly, por Dios... —murmuré algo molesto a pesar de que todas las pruebas señalaban que eso había sucedido. Dylan estaba en completo silencio, me alivió ver lo relajado que lució tras escucharme. Él sí me creía.

—De todas las cosas que pensé que eras, traidor no era una de ellas —casi rompo mi cuello al girarlo hacia David al oír sus amargas y rencorosas palabras. Tiene que ser un chiste...

—¿Tú me vas a hablar de traición? Te conviene quedarte callado —dije con molestia mientras buscaba mi pantalón con la mirada, al no ver señales de él me encaminé hacia el closet de Vladimir mientras sentía todos los ojos siguiéndome.

—Deberíamos dejarlos solos para que ha...

—¡Solo he sabido darte amor todos estos malditos meses!  —David interrumpió a Dylan con brusquedad, detuve mi camino hacia el closet y lo miré encolerizado.

—Y drogas también, no olvides eso —solté ácidamente dejándolo perplejo, ya no me importaba que lo supieran. Era obvio que esta situación no tendría ningún tipo de arreglo. —¿Creíste que nunca me daría cuenta de que cambiaste mis pastillas por c-cocaína? Hoy casi me muero por tu culpa —agregué dirigiéndome hacia ese desgraciado, mi voz se quebró un poco cuando mencioné aquella cosa que casi me quita la vida. David lucía muy sorprendido al igual que los demás, alcancé a oír como ahogaban exclamaciones cuando dije aquello.

—Eres un malnacido —Cameron tuvo que agarrar a Dominik cuando iba a tirársele encima a David, quien ahora era objeto de las miradas de desprecio de los demás. No me sentí mal por él. Ha estado viéndome la cara todo este tiempo sin importarle para nada mi salud.

—Sabes muy bien que yo no hice eso —me asombró su descaro cuando se levantó del piso y me encaró. En su mirada relucía la honestidad, lo cual me chocó bastante. ¿Cómo puede ser tan cínico y falso?

—Encontré las pastillas en tu bolso —puntualicé molestándome cada vez más por su descaro. Creí que se mostraría arrepentido o que huiría, pero no que lo negaría. Él no titubeó, en cambio soltó una risa amarga mientras las lágrimas seguían bajando por sus mejillas.

—¿De verdad no lo ves? ¿Nadie aquí lo ve? ¡Esto es cosa de ÉL! —gritó dramáticamente señalando hacia la puerta, arqueé una ceja mientras los demás intercambiaban miradas. —Roger me llamó hace un rato para ver por qué no contestabas sus mensajes, me contó todo lo que pasó con tus contratos... Vladimir Sokolov quiere destruirte por alguna razón, y esto es solo parte de su propósito... y vaya que lo está logrando si de verdad crees que yo sería capaz de poner tu vida en riesgo...

A pesar de lo sinceros que lucían los ojos de David, y de la confianza con la que hablaba, algo dentro de mí me gritaba que mentía.

Vladimir no pudo haberme hecho esto. Con solo recordar la genuina preocupación que noté en él aunque sea por unos segundos esta noche, sabía que él no podría estar detrás de todo esto. Los cuchicheos de los demás no me hicieron dudar de mi convicción, ni tampoco las lágrimas de David, quien ahora tenía mis manos agarradas con fuerza.

—Me descubriste, ¡bravo! —cuando todos miramos hacia la puerta sentí un horrible nudo en el estómago. Vladimir estaba ahí parado aplaudiéndole a David con una expresión bastante sarcástica.

—No es cierto... —susurré mirando a Vladimir y olvidándome de la presencia de todos los demás. El ruso me mantuvo la fría mirada haciendo que se intensificara el dolor en mi estómago. —Salgan todos, por favor —les pedí en voz baja mientras alejaba mis manos de los huesudos y húmedos dedos de David, quien de repente me provocaba náuseas con solo verlo.

—¿Te quieres quedar a solas con ese? Ya admitió que es su culpa, te lo dije, ¿no? —la irritante voz de David me dio dolor de cabeza. Él hablaba en susurros, se notaba el miedo que tenía de que Vladimir lo escuchara.

—Sal, por favor —repetí mirándolo con todo el desprecio posible, él se quedó petrificado. No confiaba para nada en él, sentí que la venda en mis ojos finalmente había caído.

Todos comenzaron a salir con expresiones preocupadas, no pasé por alto la significativa mirada de Dominik, él miró desde Vladimir hacia mí y negó disimuladamente. Entendí aquello. Él tampoco creía que esto era cosa de su mejor amigo.

Giré mi rostro cuando David intentó tocar una de mis mejillas, él dejó caer la mano y tras soltar un suspiro siguió a los demás mientras cerraba la puerta.

—¿Y bien? ¿Por qué intentas culparte de algo que no hiciste? —le pregunté al pelinegro en cuanto nos quedamos a solas, él enarcó una ceja y se recostó de la pared.

—Yo lo hice, Dean. Fin del asunto, tienes que creerle a Elmo —negué cuando dijo eso seriamente, me acerqué a él y levanté la cabeza para ver sus determinados ojos.

—¿Y por qué no te creo nada? —pregunté entrecerrando los ojos, él bajó la mirada a mis labios, los cuales me relamí inconscientemente.

—Deberías hacerlo... —susurró acercándose un poco más a mí, tragué duro al sentir mi pulso acelerarse. Nos observamos durante unos segundos que se sintieron eternos...

No dije nada cuando él acercó las manos a mis hombros, sin apartar esos cautivadores ojos color miel echó lentamente hacia atrás la gruesa sábana que me cubría, la cual cayó al piso dejándome expuesto ante él. No pude moverme ni emitir ningún sonido cuando sus ojos bajaron por todo mi cuerpo, solo tenía mi ropa interior puesta. Él me deseaba. Podía verlo en su expresión, sus ojos no mentían. Mi corazón no podía latir más rápido cuando él le echó un rápido vistazo a la cama detrás de nosotros...

—Iré por tu ropa.

Traté de disimular mi decepción cuando dijo eso, su mirada había vuelto a ser fría otra vez...

Levanté la sábana y volví a cubrirme con ella. No levanté la vista cuando Vladimir me pasó mi pijama ya limpio y seco, al parecer lo había puesto en la lavadora ya que estaba un poco caliente. Me vestí sin hacer contacto visual con él. Había un gran silencio incómodo entre los dos.

—¿En qué momento cambiaste las pastillas? —le pregunté de repente fingiendo seguirle la mentira, él se encogió de hombros.

—Le pedí a uno de mis hombres que lo hiciera cuando llegué, no sé exactamente en qué momento lo hizo —respondió tranquilamente con una sonrisita de diversión, me crucé de brazos. De verdad no comprendía por qué insiste en culparse.

—¿Quieres que te odie más, es eso? —quise saber mientras pensaba en mil posibilidades más, Vladimir soltó un suspiro.

—David está planeando algo, al principio pensé que drogándote solo buscaba tener sexo contigo, pero puede ser que tenga otro propósito...

Tuve que morderme el labio inferior con fuerza. Sabía que todo lo anterior había sido mentira y que David era el verdadero culpable, pero...

—Entonces al culparte solo buscabas que yo no terminara con él... —murmuré deseando estar equivocado, pero el silencio de Vladimir lo confirmó. Asentí levemente sintiendo una espinita en el corazón. —Te da igual que esté con alguien así con tal de averiguar qué está tramando... aun después de ver que casi muero... —comenté fingiendo una risa, él apretó la mandíbula y no negó aquello. —No sé cuál de los dos es peor —reconocí finalmente antes de caminar hacia la puerta y salir de allí, lo último que vi fue la mirada carente de arrepentimiento del ruso. ¿Cómo podía ser tan egoísta?

—¡Dean! —ignoré el llamado de David cuando crucé por la sala, todos estaban ahí reunidos.

—Estoy muy cansado, no quiero hablar ahora —dije apresurándome en subir las escaleras, David y Dylan venían detrás de mí. Prácticamente corrí hacia la habitación y cerré la puerta en cuanto entré. —¡Puedes dormir en el sofá! —le grité a David sabiendo que me escucharía. Me quité las pantuflas y me tiré sobre las frías sábanas de la cama.

Esta noche, aunque sea por un momento, pensé que todavía quedaban cosas buenas dentro de Vladimir. Pero me equivoqué. ¿Cómo puede pretender que seguiré con alguien que ha estado drogándome?

Mis ojos se llenaron de lágrimas al caer en la cuenta de que muchas de las veces que he tenido sexo con David me he sentido mareado y perdido, pero siempre había creído que era por el alcohol o porque no tenía ganas de hacerlo con él...

Comencé a temblar al recordar que en varias ocasiones despertaba desnudo en las mañanas con él a mi lado sin recordar lo que había sucedido la noche anterior.

Me levanté, y con las piernas como gelatina caminé hacia la puerta, las lágrimas no tardarían en salir de mis ojos si realmente había ocurrido lo que estaba rondando por mi cabeza en este momento...

Al salir no me sorprendió encontrar a David mirando por una de las ventanas en el pasillo, al escuchar la puerta miró rápidamente hacia acá. Me hice a un lado para que entrara en la habitación, cosa que hizo en completo silencio. No podría volver a pegar un ojo en mi vida si no aclaraba esto...

Cuando cerré la puerta y me recosté de ella observé a David sentarse en la cama con su expresión de falsa inocencia. Soy un completo estúpido por haber creído en él. Con todas las malas experiencias que he tenido, ya debería saber que cualquier persona que se me acerca tiene una mala intención oculta.

—¿Sabes cómo se le llama al acto de tener sexo con una persona inconsciente o que no está en sus cinco sentidos? —le pregunté haciendo caso omiso del miedo que ahora sentía hacia él. Mi pregunta lo tomó desprevenido, pero por el pánico que noté en él supe que sabía a qué venía ese tema. Quise vomitar. Era como si su expresión corporal delatara su culpabilidad.

Cerré los ojos y me mordí el labio hasta sentir el sabor metálico de la sangre. Me contuve para no ir hacia él e intentar matarlo yo mismo.

—D-Debería d-denunciarte —susurré abriendo los ojos, no pude evitar comenzar a llorar al imaginar cuántas veces debió haberme hecho eso.

—S-Siempre e-estuviste consciente... a-a veces s-solo e-estabas b-borracho... —me dieron arcadas al escucharlo, se veía más nervioso que nunca mientras jugaba con sus temblorosas manos. El asco y el repudio que sentí hacía él no tenían comparación.

—Recoge tus cosas y vete ahora mismo de aquí si no quieres que llame a la policía —dije firmemente mientras abría la puerta, él lucía incrédulo.

—¿Estás consciente de que son las 2 de la mañana? —preguntó desesperado mientras se levantaba, salí rápidamente alejándome de él.

—Sí, ahora sí estoy consciente —respondí con frialdad mientras señalaba las escaleras invitándolo a irse. Él todavía no parecía creer que iba en serio.

Regresé a la habitación y tomé su bolsa deportiva, se la lancé con rabia pero él no hizo ningún intento por tomarla por lo que cayó al suelo.

—Mañana te enviaré tus otras cosas, pero ahora, lárgate de aquí —dije tomando mi celular y mostrándole que llamaría a la policía si no me hacía caso. No había ni una pizca de duda en mí. No quería tenerlo cerca ni volver a verlo otra vez. Ni siquiera tenía voluntad para retener las lágrimas que no dejaban de salir de mis ojos.

—No me iré de aquí, no voy a rendirme contigo —lancé un grito cuando se acercó y me rodeó con sus brazos, me removí con mucha violencia haciendo que se apartara perplejo.

—V-Vuelve a a-acercarte y... y-y... —mi labio tembló frenéticamente al igual que todo mi cuerpo, el temor no me dejó seguir hablando cuando él me miró con rabia, finalmente quitándose la máscara de inocente oveja.

Agarré la bolsa con su ropa y salí despavorido de la habitación, él venía detrás de mi diciéndome que estaba cometiendo una equivocación. En cuanto bajé las escaleras abrí la puerta principal y lancé la bolsa a la calle. David frunció el ceño y se acercó a mí con enojo, traté de zafarme cuando me agarró los brazos y me los apretó con mucha fuerza.

—¡Suéltame! —grité mientras trataba inútilmente de apartarlo, en sus ojos se veía la rabia contra mí que probablemente había estado conteniendo desde hace meses.

—Algo está pasando... —en cuanto escuchamos la voz de Dylan provenir de la cocina David me soltó y su expresión cambió radicalmente a una de falso arrepentimiento.

Me sentí aliviado cuando Dylan y Will se acercaron de prisa a nosotros, le agradecí al cielo que no se hubiesen ido a dormir todavía.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Will mirándome, su ceño se frunció cuando miró mis brazos. Me miré, tenía unas marcas rojas en ellos. Cameron y Vladimir salieron de la cocina segundos después, este último se quedó un poco más alejado de nosotros, lo ignoré al verlo sentarse tranquilamente en un sillón.

—David ya se iba —me limité a decir ahora mirando al pelirrojo que parecía a punto de llorar otra vez. —Vete —le dije secamente mirando desde él hacia la oscura y fría calle.

—¿Pretendes que camine hasta la ciudad con esta oscuridad? —asentí en cuanto David preguntó eso, todos me miraron. —No conozco este país y mucho menos esta ciudad... —murmuró aterrorizado, lo miré sin darle ningún tipo de importancia a eso.

—No hay taxis a esta hora, tal vez todo esto puede esperar a mañana —ni siquiera miré a Cameron cuando sugirió eso. Él no tiene ni idea de quién es David realmente.

—Lárgate, ¿o prefieres que te lleve la policía? —pregunté con fingida curiosidad, David se limpió las lágrimas de cocodrilo y dejándonos sorprendidos se arrodilló frente a mí.

—Perdóname, por favor, te juro que nunca lo hice con una mala intención... t-te p-prometo q-que n-no volverá a s-suceder. T-Te a-amo m-más que a n-nada en e-este mundo —él volvió a llorar con fuerza y trató de agarrar mi mano, pero sin dudarlo le di una gran bofetada con la vista borrosa por mis propias lágrimas.

—Me das asco —declaré alejándome de él. —Y prepárate, porque te voy a denunciar —dije haciendo un gran esfuerzo por mantenerme firme. Él negó rápidamente todavía arrodillado.

—Ya lo oíste, lárgate —le agradecí en silencio a Will cuando lo agarró por la parte trasera de la camisa que llevaba y lo arrastró hacia afuera.

—¡Te vas a arrepentir de esto! —vociferó David mirándome con dolor. Will cerró la puerta quitándonos de la vista a ese miserable.

—¿Estás bien? —asentí cuando Dylan me preguntó eso muy preocupado.

—Cuanto drama —murmuró Vladimir con burla mientras se servía un vaso de whiskey, ni siquiera tuve fuerzas para mirarlo mal.

—Si vas a demandarlo tendremos que reunir todas las pruebas posibles... ¿en esta casa hay cámaras? —Cameron le preguntó aquello a Will sin perder ni un segundo, el rubio hizo una pequeña mueca cuando Will negó lentamente. Me sentía un poco tranquilo al tener conmigo a un fiscal y a toda una familia de abogados.

—No te preocupes, Dean. Vamos a encontrar la forma de hacerlo pagar por lo de hoy...  —expresó Dylan sobando mi espalda, suspiré y me dirigí a las escaleras.

—Gracias, pero no demandaré a David por lo que sucedió hoy —confesé mientras comenzaba a subir. Otra vez sentí un gran vacío en mi interior y mucha oscuridad alrededor. Me sentía triste, decaído y... Sucio.

—¿Entonces por qué va a ser? —me detuve a mitad de las escaleras cuando Will preguntó eso confundido, respiré hondo y por un momento pensé en no decirles al sentirme avergonzado. Dylan y Cameron también lucían atentos, de reojo noté como Vladimir escribía en su celular sin prestarme atención.

—Por violación —solté sin más remedio, tarde o temprano se enterarían si realmente llevaba a cabo la denuncia. Sus expresiones no tuvieron precio, incluso Vladimir me miró muy sorprendido y consternado en ese momento.

Me di la vuelta y seguí subiendo las escaleras con calma. Esperaba que Vladimir se estuviera sintiendo al menos un poco culpable o arrepentido por haber querido que siguiera mi relación con David. Aunque conociéndolo, ese hombre no debe estar sintiendo nada...

Pude sentir su mirada sobre mí hasta que subí el último escalón. Entré en la habitación y otra vez me volví a tirar en la cama. Esta vez sintiéndome en paz al saber que no estaba bajo el mismo techo que David.

La paz me duró dos segundos hasta que enterré la cara en una almohada y lloré imaginando las cosas que David probablemente me hizo.

No hice ningún comentario cuando la puerta se abrió, giré el rostro y vi a Dylan entrar, él apagó las luces y se acostó a mi lado abrazándome.

—Pensé que él era diferente... —le dije mientras limpiaba mis lágrimas y nos acomodábamos bajo las sábanas, pude sentir su respiración en mi cuello.

—Yo también esperaba que lo fuera —susurró recostando la cabeza de mi pecho. —¿C-Cuándo f-fue que e-el...

Dylan se quedó callado sin terminar de formular la pregunta, sus ojos azules se veían llenos de terror. Suspiré y le expliqué todo.

—... no estoy más alterado porque no estaba consciente de esas cosas, no recuerdo casi nada... —terminé diciendo sintiéndome frío. Estaba frustrado. Sabía que David había hecho cosas con mi cuerpo después de drogarme, pero me daba mucha impotencia no recordar al menos lo suficiente como para poder demandarlo. Quería hacerlo, pero sabía que sería difícil sin tener ningún tipo de prueba.

—¿Ya revisaste las grabaciones de tu casa? —en cuanto Dylan preguntó eso me reincorporé con prisa y tomé mi celular. Él se sentó y me miró con atención.

—Recuerdo que a la mañana siguiente del cumpleaños de su hermana me desperté desnudo sin saber nada —le dije mientras buscaba la fecha en la aplicación que controlaba las cámaras de seguridad de mi apartamento.

Me recosté del espaldar de la cama con Dylan a mi lado. Adelanté la grabación del día del cumpleaños de Frankie. Esa tarde habíamos ido a comer con toda su familia y en la noche David y yo habíamos ido a mi casa.

—¡Ahí! —exclamó Dylan haciéndome retroceder un poco. Vimos en el video cómo David y yo llegábamos al apartamento. Yo lucía completamente sobrio.

¿Quieres un poco de vino? me preguntó David mientras me quitaba la bufanda.

No, me duele un poco la cabeza. Ahora mismo solo quiero dormir —dije yo mientras me acostaba en el sofá. Dylan y yo nos miramos cuando notamos la mueca de desagrado que hizo David en el video cuando yo no lo estaba mirando. Siempre ha sido un doble cara.

¿Qué tal una piña colada? —insistió David acercándose para masajear mi espalda, yo sonreí un poco y asentí. Resoplé al ver lo fácil que era para él usar mis debilidades para manipularme. Conoce las cosas a las que nunca diría que no.

Ya vuelvo —dijo David mientras se dirigía a la cocina. Cambié el video a la cámara de la cocina, lo observamos preparar las bebidas mientras cantaba. Entrecerré los ojos al verlo sacarse un frasco de los bolsillos, Dylan agarró mi mano con fuerza cuando vimos a David echándole algo a una de las bebidas.

Pusimos otra vez el video de la sala cuando él se dirigió hacia allá llevando las dos copas.

Gracias le dije con una sonrisa mientras tomaba la copa que él me pasó. Me tomé toda la bebida en unos cuantos tragos mientras veía la película que David había puesto.

Los minutos pasaron y yo me comencé a quedar dormido. Se notaba como me costaba tener los ojos abiertos.

Dylan y yo nos mantuvimos agarrados de manos mientras veíamos a David darse cuenta de que me había quedado inconsciente. Él acarició mi rostro por unos cuantos segundos hasta que apagó la televisión y se levantó, justo cuando creí que se marcharía, él se quitó los pantalones y los boxers...

Detuve el video.

—N-No puedo ver e-esto —dije otra vez queriendo llorar. Dylan me abrazó con fuerza. Una cosa era saber que aquello había sucedido probablemente muchas veces, y otra cosa era verlo con mis propios ojos...

—No tienes que hacerlo ahora. Envíame el video, Dominik, Cameron y yo nos haremos cargo del resto. Pueden pasar meses antes de que tengas que verlo en la corte... —cuando Dylan dijo eso dejé caer mis hombros y le pasé el celular.

—Envíatelo. No quiero que nadie más aparte de ustedes sepa esto, a menos que sea Roger, por favor —le pedí con súplica, él asintió solemnemente y apartó mi celular para abrazarme otra vez. —Aunque creo que lo mejor será olvidar que todo eso sucedió... es decir, ya terminé con David, no quiero volver a verlo jamás... —dije rápidamente considerando seriamente esa opción, Dylan soltó un suspiro y me atrajo más hacia su cuerpo. Si lo demandaba, tendría que soportar el juicio de millones de personas, los paparazzis no me dejarían en paz y sería un enorme escándalo. Todo el mundo sabría lo que me sucedió...

—Ignorarlo no cambiará el hecho de que sucedió. Tienes que pensar bien lo que quieres hacer. Yo estaré aquí para ti, al igual que todos, sin importar la decisión que tomes —admiré su rostro iluminado por la luz de la luna. Se veía muy serio, sonreí un poco. Los rasgos de niño delicado que Dylan había tenido en su adolescencia fueron sustituidos por unos más marcados y masculinos con el paso de los años. Sus ojos azules como el cielo rebosaban bondad para sus seres amados, así como también lucían fríos para cualquier otra persona externa que siquiera intentara acercarse a él. Todo el bullying que sufrió en los últimos años en el instituto terminaron volviéndolo más fuerte y serio, al igual que el trauma que compartimos durante más de una década.

—Tú eres el verdadero amor de mi vida —admití sacándole una sonrisa.

—Lo sé —contestó antes de darme un beso en el cabello.

. . .

Gruñí al escuchar toques en la puerta, entreabrí los ojos un poco y en cuanto noté toda la claridad que había me escondí bajo las sábanas. Quería quedarme aquí todo el día y olvidar lo que sucedió anoche...

—Dean —me quité las sábanas de encima y miré al techo por unos segundos al escuchar a Klaus al otro lado de la puerta. Noté que Dylan ya no estaba a mi lado. ¿Qué hora era?

—Puedes pasar —dije antes de bostezar. Tomé mi celular de la mesita de noche y me pasé una mano por el cabello al ver todos los mensajes y llamadas perdidas que tenía de Roger.

Recosté la cabeza de una mano y observé a Klaus entrar en la habitación mientras leía los mensajes. Bajé el celular en cuanto vi que tenía una bandeja en sus manos, me quedé extrañado cuando él se acercó y la dejó sobre una de las mesitas.

—Me pidieron que te trajera el desayuno —no pude evitar sonreír cuando dijo eso señalando la bandeja blanca sobre la cual había café, croissants, huevos revueltos, fresas, queso y salchichas.

—Gracias —dije muy animado mientras tomaba la taza de café. —Pero todo esto es demasiado, ¿quieres un poco? —le pregunté mientras miraba los croissants con tentación. Cuando levanté la mirada Klaus me sonrió y se sentó en la cama junto a mí, lo observé tomar uno de los pequeños panecillos y darle una gran mordida, me quedé boquiabierto al ver que estaban rellenos de chocolate. Se me hizo agua la boca.

Agarré uno y lo mordí, estaba muy crujiente por fuera pero suave en el interior y el chocolate no era dulce, lo cual me pareció perfecto. Este ha sido el viaje del descontrol para mí...

—¿Dahlia los hizo? —le pregunté al castaño mientras dejaba la mitad del pan sobre la bandeja y le daba un pequeño sorbo al café. Klaus asintió y se comió lo que dejé.

—Se te ve muy bien el cabello alborotado —dejé el café a un lado y me cubrí por completo con las sábanas cuando dijo eso sonando divertido, él se rio y las apartó dejándome a la vista. Sonreí un poco y me miré en el espejo que había a un costado. Como todas las mañanas, mi cabello parecía un nido de ondas y rizos revueltos.

Tomé un pedazo de queso y me lo comí mientras miraba a Klaus, ver sus ojos color esmeralda se sentía como estar viendo a Cameron.

—¿Dónde está tu prometido? —cuando preguntó eso mi buen humor comenzó a menguar un poco, él lo notó de inmediato ya que hizo una mueca de arrepentimiento.

—Ex-prometido, y ya se fue... —aclaré terminándome el café, Klaus asintió mientras tomaba un cuadrito de queso. Agradecí que no hiciera más preguntas.

Él se levantó de un tirón y abrió las ventanas a la vez que estiraba sus brazos. El día estaba excelente. Me levanté de la cama y me asomé por una de las ventanas mientras sentía los rayos del sol en mi rostro. Miré hacia la playa y me sorprendió ver a Dahlia, Aiden, Harry y Vladimir jugando volleyball. El ruso llevaba puesto un pantalón corto de baño color negro. Sentí la sangre concentrarse en mi rostro al ver su cuerpo de revista. Sus piernas largas estaban igual de trabajadas que el resto de su cuerpo, lucían fuertes y esbeltas. Su torso, al igual que su espalda, eran anchos y bien proporcionados a su gran altura, sus pectorales me dejaron cegado por un segundo, bajé la mirada por sus abdominales bien definidos, se veía todo sudado bajo el sol, al ver su cabello mojado entendí que se había estado bañando en la playa. Casi me da un vuelco en el corazón cuando él dio un salto y el pantalón se le bajó un poco, desde aquí pude ver como se le marcaba su gran virilidad, en cuanto él miró hacia acá con una sonrisa cerré la ventana y las cortinas con el corazón disparado por la sorpresa.

Cuando miré a mi lado me encontré con Klaus recostado de la pared con una expresión un tanto molesta.

—¿Y ya arreglaron sus malos entendidos? —clavé la vista en el piso cuando preguntó eso, era obvio que estaba hablando de aquel ruso. Vladimir y yo estábamos a años luz de arreglar nuestros desacuerdos, gracias a él, porque es un hombre rencoroso, irracional y con el ego en la estratosfera.

—Eso nunca sucederá —respondí mientras caminaba hacia el baño para lavarme la cara, noté de soslayo que Klaus hizo una pequeña mueca pero después me sonrió con calma, me fijé en sus brazos tatuados antes de entrar al baño. —Me gustan tus tatuajes —comenté desde aquí subiendo la voz para que me escuchara.

Él no respondió así que asomé la cabeza por la puerta para ver si se había ido, pero él se encontraba en la misma posición de antes observando hacia acá con una... ¿Mirada seductora?

—Voy... a lavarme la cara —dije rápidamente señalando mi rostro, él asintió y caminó hacia la puerta.

—Estaré abajo —comentó dedicándome una última mirada antes de cerrar la puerta. Suspiré con alivio en cuanto se fue.

Espero haber imaginado esa mirada de hace un momento. Recordé que en su habitación tenía muchas fotos pegadas, en varias de ellas salía con una chica rubia... Probablemente sea su novia. Rezo para que así sea. Klaus no podía tener ningún tipo de interés en mí... No solo porque es el hijo de Cameron y Dominik, sino porque literalmente le doblaba la edad. Jamás le haría a alguien lo mismo que experimenté cuando era adolescente.

Abrí la llave del lavabo y me mojé el rostro con agua fría sacando de mi cabeza las nuevas teorías que tenía relacionadas con mi sobrino no-sobrino.

No había caído en cuenta de lo relajado que me siento al pensar en que ya no tendré que seguir fingiendo con David. La ligereza que sentía en mis hombros era inmensa. Sonreí un poco. Es como si no me hubiese dado cuenta de toda la energía que me succionaba estar con él, me sentía libre y feliz.

Cuando sequé mi cara miré mi cabello con dudas, ni siquiera había intentado desenredarlo y ya me dolían los brazos. Enterré los dedos en él y traté de estilizarlo un poco. En cuanto estuvo más o menos aceptable me cepillé los dientes y salí de la habitación. Me dio igual salir en pijama. Declaro este como el día en que todo me da igual. Se suponía que este viaje también era una especie de vacaciones, las cuales Vladimir, gracias a su intervención no solicitada, alargó indefinidamente al dejarme sin trabajo.

Estiré mi cuerpo y decidí salir a correr un poco para relajarme aun más. Cuando bajé las escaleras ni siquiera miré hacia la cocina al escuchar a los demás allí. Abrí la puerta de la entrada y salí de la casa sintiendo de inmediato el reconfortante calor del sol. Miré las pantuflas blancas que tenía, eran cómodas pero no sabía si lo suficientemente resistentes como para correr.

Me encogí de hombros y comencé a caminar por la calle privada mientras miraba las demás casas del solitario residencial. Las casas de playa suelen estar vacías la mayor parte del año, por lo que no me sorprendió ver que no habían rastros de otros seres humanos en todo el lugar.

Cerré los ojos mientras caminaba y escuchaba el sonido de las olas, y de una que otra gaviota a lo lejos. Caminé por cinco minutos hasta que sentí que ya había entrado un poco en calor así que decidí trotar, miré mis pies. Era un poco más pesado trotar con pantuflas que con tenis deportivos, aun así aumenté la velocidad y corrí por la calle admirando las palmeras, el sol y la brisa fresca. Abrí los brazos y corrí con una sonrisa hasta que se me salió una pantufla y terminé tropezando, caí al frío asfalto con las manos abiertas, las cuales evitaron que me lastimara la cara, me reí un poco y me volví a levantar mientras reanudaba mi ejercicio y me sacudía las palmas sucias del ancho pantalón de pijama que llevaba.

Estuve corriendo por casi veinte minutos cuando finalmente divisé a alguien más allá, me sorprendió ver que era Palitos de Queso, el cual lucía igual de sorprendido al verme, noté que a pocos pasos de él estaba otro de los guardaespaldas de Vladimir.

—¡Dean! —exclamó el fuerte rubio de ojos azules, su sonrisa divertida me indicaba que mi aspecto no era el más favorecedor en este momento.

—Hola —dije deteniéndome frente a él y recuperando un poco el aliento, estaba todo sudado y lleno de adrenalina. El otro guardaespaldas, un pelinegro de ojos marrones, se acercó a mí, los dos me miraron de arriba abajo y se rieron un poco, me rasqué la nuca y yo también me reí sin darle importancia a mi apariencia.

—Viniste corriendo desde la casa en... ¿cuál es la palabra? ¿cómo se llama eso? —preguntó Palitos de Queso mirando con confusión mis pies y señalándolos.

—Pantuflas, y sí, realmente se ve más incómodo de lo que es —mentí sabiendo que fue una pequeña tortura para mis pies, ellos se volvieron a reír y me miraron con escepticismo sin creérselo. Miré sus pies, ellos usaban gruesas botas militares color negras, al igual que el resto de su ropa. —Deben estar ahogándose en este calor y con esa ropa negra —dije sintiendo un poco de lástima por ellos, pero los dos extranjeros se encogieron de hombros restándole importancia.

—El calor no es nada. Esto es un paraíso comparado con...

—Mikhail —el pelinegro interrumpió a Palitos de Queso, cuyo nombre parecía ser Mikhail. El rubio se calló de inmediato y se quedó completamente serio. Los dos hombres se miraron fijamente. ¿Qué iba a decir?

—Pero bueno, extrañaré este país —confesó Mikhail mirando alrededor con una pequeña sonrisa, sentí una punzada en el estómago cuando el otro hombre asintió estando de acuerdo con él.

—¿A dónde van? —pregunté vagamente, la mirada del rubio se iluminó.

—Pronto nos iremos a casa —contestó con felicidad. Otra vez sentí un dolor en el estómago. Vladimir no puede irse como si nada y dejarme con todo este lío que armó en mi vida...

—¿Pronto cuándo? —quise saber ahora con molestia, los dos hombres me miraron atentamente y negaron.

—Eso es información confidencial —respondió el rubio con seriedad, rodé los ojos.

—¿Ustedes estuvieron aquí toda la noche? —les pregunté mientras me sacaba la camiseta toda mojada por el sudor, me la puse en los hombros cuando ellos asintieron. —¿Entonces vieron a David cuando se fue? —indagué mientras me imaginaba al pelirrojo caminando solo en la oscuridad. Los dos hombres intercambiaron una larga mirada.

—¿David? —preguntó Mikhail arqueando levemente una ceja mientras hacía memoria. —¡Ah! ¡El pelirrojo! —exclamó asintiendo, no pasé por alto que volvieron a intercambiar otra mirada. —Sí, lo vimos —agregó el rubio con una sonrisa amable, suspiré y asentí.

Me despedí de ellos y comencé a caminar en dirección a la casa. Mientras me alejaba los escuché hablar en ruso y reírse a carcajadas, entrecerré los ojos. Tenía un presentimiento extraño...

Corrí sintiendo como el viento secaba el sudor de mi cuerpo. Cuando llegué a la casa abrí la puerta con la respiración entrecortada y todos me miraron desde la sala principal. Todos estaban en trajes de baño, excepto por Vladimir y su padre, los cuales estaban hablando en una esquina. El ruso menor me miró de reojo, aparté la vista de él y subí al segundo piso para darme una ducha.

Sonreí un poco al ver a Klaus y a Celine sentados en uno de los balcones. Sin hacer ruido entré en mi habitación y me di una rápida ducha. En cuanto salí del baño tomé mi celular y llamé a Roger.

¡Miren quien recordó que existo! —exclamó exageradamente en cuanto contestó.

—Perdón, han estado pasando demasiadas cosas —me disculpé rápidamente, lo escuché suspirar.

¿Y alguna de esas cosas involucra hacer las paces con Sokolov? —rodé los ojos cuando preguntó eso sonando lleno de esperanza.

—Él no quiere paz, Roger, así que tendré que darle guerra —dije apoyando el celular entre mi hombro y mi mejilla mientras me ponía los pantalones.

No cometas ninguna locura —me advirtió con enojo. Por alguna razón recordé como ayer casi nos matamos en el auto. —Otra cosa, David me llamó muchas veces anoche, me dijo que lo dejaste... ¿sabes el daño que esto nos hará? —Roger sonaba bastante molesto, sabía que David iría de inmediato a contarle aquello.

—Supongo que no te dijo por qué lo hice —dije con fastidio mientras escuchaba el sonido de varios autos afuera, me acerqué para cerrar las ventanas. —David ha estado drogándome y literalmente violándome cuando me quedaba inconsciente —le expliqué con frialdad, Roger pegó un grito al cielo. Fruncí el ceño al ver por la ventana. Los guardaespaldas de Vladimir estaban ahí abajo reunidos, vi cómo el alto ruso salía de la casa mientras hablaba por teléfono.

Esto es muy grave, Dean. ¿Cómo puedes decirlo tan tranquilo? Debemos ir con la policía lo antes posi...

—No, Roger. De verdad no quiero alargar esta situación con David, con que esté lejos de mi vida es suficiente —lo interrumpí rápidamente al escucharlo mencionar a la policía. Necesitaba pensar fríamente las cosas antes de decidir qué hacer.

¡No dejaremos que se salga con la suya! —exclamó mi manager y amigo lleno de rabia. No pude prestarle más atención al ver que Vladimir guardó su celular en el bolsillo. Él iba vestido con un suéter negro con cuello de tortuga y unos pantalones de igual color. Él me miró y me hizo una señal de despedida ladeando la cabeza, tenía una suave sonrisa en su rostro. Lo miré mal hasta que vi a Celine salir de la casa y abrazarlo por un buen rato. —¿Dean? ¿Me estás escuchando?

—Lo siento, Roger, te llamo en un momento —dije antes de colgarle. Salí de la habitación y choqué contra el pecho de Klaus, lo miré, él me inspeccionó con la mirada luciendo muy arrepentido.

—Discúlpame, iba a tocar —se excusó muy preocupado.

—No te preocupes, ¿sabes a dónde va Vladimir? —le pregunté con algo de prisa mientras caminaba hacia las escaleras.

—Sí, va de regreso a la ciudad —me detuve en cuanto Klaus respondió eso de inmediato mirándome confundido. Me sentí como un estúpido cuando su respuesta me alivió, aunque sentía algo extraño en el corazón... Un poco de inquietud, pero no sabía si se debía a la conversación con Roger o a Vladimir.

—¿Sabes cuándo se irá del país? —le pregunté mientras bajábamos juntos las escaleras, noté que la pregunta pareció incomodarle un poco.

—La semana que viene —contestó desviando la mirada hacia las paredes. Me sentí más relajado. Todavía tenía tiempo para que pasara algún milagro y Vladimir se arrepienta de sus decisiones.

En cuanto entramos en la sala me senté junto a Evie en el sofá, sus mejillas se sonrojaron un poco y sus ojos grises lucían bastante felices, le sonreí de regreso. Algo me decía que Evie y yo nos llevaríamos muy bien de ahora en adelante...

También había notado la cercanía que ella tenía con Vladimir, ayer los vi caminando juntos por la playa mientras hablaban, al igual que en otras ocasiones donde los he visto muy unidos. Se nota que tienen una muy buena relación.

—¿Dónde está David? Tengo que vencerlo hoy —no me inmuté cuando Aiden entró en la sala con un control de videojuegos en las manos y buscando a David con la mirada, el peliazul se quedó confundido cuando recibió varias miradas fulminantes por parte de sus padres.

—Ahora nos toca jugar a nosotros —dijo Dahlia arrebatándole el control de las manos, tomé el que me pasó Evie y miré hacia la gran pantalla frente a nosotros. Era Mario Kart. Estuvimos jugando ese y otros juegos por unas cuantas horas, gané varias partidas. Solo nos levantamos del sofá cuando todos se dirigieron al comedor.

—Quiero la revancha —le dije a Dahlia después de que me venciera en Mortal Kombat, la pelinegra sopló su control como si fuese una pistola y sonrió con chulería.

—Tendrás el mismo destino otra vez —respondió enlazando nuestros brazos y llevándome al comedor. Me senté a su lado y miré a Klaus cuando me pasó un plato, lo tomé sin prestarle mucha atención y comencé a servirme de la comida. Aiden estaba mirándome con la cabeza descansando sobre una de sus manos, sus ojos grises ardían en celos, él se apartó el cabello del rostro y lanzando un bufido dejó de mirarme. Suspiré. Genial. Parece que estoy en medio de un drama adolescente. Pero la actitud de Aiden solo me confirmaba que no eran ideas mías, Klaus definitivamente tiene algún tipo de interés en mí. Omitiendo la extraña situación me enfoqué en comer la deliciosa pasta de camarones...

El resto de la tarde fue bastante tranquila. Jugué un poco de volleyball y caminé por la playa durante varios minutos. Aunque mi cuerpo no se sentía estresado, mi mente estaba muy inquieta y mi corazón dolía por alguna razón que todavía no entendía.

"David me escribió, llegó a la ciudad hace una hora y me preguntó si ya hablé contigo". Leí el mensaje que Roger me acababa de enviar. Me sentí un poco aliviado, por un momento creí que los guardaespaldas de Vladimir le habían hecho algo. Aunque lo eché de la casa en mitad de la noche, si le pasaba cualquier tipo de problema, yo sería el único responsable. Toda su familia e incluso todos los medios sabían que había venido aquí conmigo.

"Bloquéalo. Esta noche subiré un mensaje diciendo que terminamos". Después de enviarle eso me recosté de la silla de playa y observé el cielo anaranjado mientras el sol se ocultaba. Abrí la aplicación de notas y comencé a redactar el mensaje de la ruptura del compromiso. Anunciarlo yo mismo era la mejor opción. Si lo dejábamos en manos de las revistas de chismes entonces la gente crearía mil teorías, al hacerlo yo aun así sacarían sus propias conclusiones pero al menos se limitarían un poco más.

—¡Dean! ¡Ya nos vamos! —bloqueé la pantalla del celular cuando Aaron gritó aquello desde la casa, me levanté y caminé hacia allá después de tomarle una foto al atardecer.

Después de lavar mis pies llenos de arena, subí por mis cosas y en cuanto salí de la casa me subí en el asiento trasero del convertible rojo de Abigail, la rubia me lanzó un beso cuando Shelly se montó a su lado. Diez minutos después, todos estábamos de camino hacia Londres.

You make me... feel like I'm living a teenage dream, the way you turn me on... —los tres cantamos con fuerza Teenage Dream de Katy Perry, recosté mi cabeza del asiento y miré el cielo ya oscuro lleno de estrellas. Me sentía feliz, estaba contento... Pero todavía sentía la extraña punzada en el corazón de vez en cuando.

Tres horas después cuando llegamos a la casa me sentía agotado, en cuanto me despedí de Shelly, Abigail y Harry me dirigí arrastrando los pies hacia la habitación. Agradecí no haberme cruzado con Vladimir en ningún momento.

Cuando iba a abrir la puerta Dylan llegó corriendo hacia mí y me miró con detenimiento.

—¿Te sientes bien? ¿Como te lo pasaste hoy? —preguntó rápidamente con interés mientras abría la puerta, esbocé una pequeña sonrisa cuando entramos en la habitación.

—Me siento bastante bien a decir verdad —respondí caminando hacia el mural de fotos de Klaus, entrecerré los ojos viendo las fotos con la chica rubia. —¿No has notado algo raro en tu sobrino? —le pregunté girándome hacia él en cuanto cerró la puerta, lo observé tirarse en la cama mientras se reía.

—¿Qué? ¿Que te mira como si fueras un trozo de carne asada? —mi boca se quedó abierta por unos segundos cuando preguntó eso sarcásticamente.

—Ay, no puede ser —dije pasándome una mano por la cabeza, para sorpresa mía Dylan se echó a reír. —Esto es horrible, ¿cómo puedes reírte de eso? —mascullé sintiendo un poco de desesperación, mi mejor amigo resopló y tomó dos almohadas que luego puso bajo su cabeza mientras me miraba entrar en pánico.

—¿Qué más puedo hacer? —la risa de Dylan no me causaba ni un poco de gracia, me quedé con los brazos en jarra mientras sentía la vergüenza carcomerme.

—¿Qué pensarán Dominik y Cameron? —pregunté caminando de un lado a otro.

—Klaus no es la persona más discreta del mundo, creo que todos se han dado cuenta... lo que me sorprende es que tú apenas lo hayas notado... —detuve mis pasos cuando él dijo eso mirándome con curiosidad, luego puso los ojos en blanco. —Aunque claro, con Vladimir cerca era normal que no te fijaras en nada más —masculló algo fastidiado, me senté en la cama y no negué lo que dijo aunque no estaba del todo de acuerdo con eso. —En cuanto a Klaus, no te preocupes, está en su etapa de adolescente caliente, ya se le pasará cualquier fantasía loca que tenga contigo...

—¿Estás seguro? —le pregunté con incertidumbre, él me miró con mucha confianza y asintió, me sentí más tranquilo. —Vladimir se irá la semana que viene, tengo que convencerlo de que me deje en paz antes de eso... —murmuré acostándome, él se sentó en la cama y me miró confundido.

—¿La semana que viene? Dean... Vladimir se fue para Rusia esta mañana... —me reincorporé con violencia en cuanto escuché eso, el dolor en mi corazón se intensificó. Negué lentamente, no podía creerlo, pero Dylan lucía muy seguro de sus palabras.

—P-Pero... Pero Klaus me dijo que era la próxima semana...

—¿Klaus? ¿Decidiste creerle al mismo Klaus que está fantaseando contigo y cuyo mayor adversario era Vladimir? Dean, por favor... —Dylan me miraba como si fuese un ingenuo, y vaya que lo fui. Nunca hubiese imaginado que Klaus me estaba mintiendo.

—Es tu sobrino, no creí que me mentiría en la cara —declaré sintiéndome molesto y traicionado, pero sobre todo, sentía que el vacío dentro de mí se había intensificado en sobremanera. Sentí mucho frío y soledad en mi interior...

—Ya lo dijiste, es mi sobrino, con menos razón debiste creerle —puntualizó negando con desaprobación, me levanté de la cama y respiré hondo tratando de mantener la calma.

Ahora que Vladimir se fue sin siquiera despedirse, ¿qué rayos se supone que haré con el desastre que dejó en mi vida?

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