Cúrame ▪︎ MISHO AMOLI

By chiarasmt

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**TRES PARTES JUNTAS** Primera parte: "Cúrame" - Terminada Segunda parte: "Ódiame" - Terminada Tercera parte... More

PRIMERA PARTE: CÚRAME - Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21 🔥
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
EPÍLOGO
SEGUNDA PARTE: ÓDIAME - Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8 🔥
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 🔥
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo
TERCERA PARTE: MÁTAME - Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 26

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By chiarasmt

...Tú eres lo que queda cuando no hay más nada. Sostienes mis pilares, mis sueños, mis balas. Tú eres una salvación, bendita salvación. Tengo miedo que no me deja ni dormir, miedo que me quita las  ganas de vivir...

🪐

MISHO

— ¿Estás bien? —Beatriz acudió corriendo hacia donde me encontraba, asentí con la cabeza haciéndole ver que yo apenas había sufrido daños.

— Estoy bien —sonreí algo forzado —. Gala...

Se me hizo un nudo en la garganta al revivir en mi mente ese momento. Sentí el impacto en la parte trasera del coche, ella perdió el control y dimos dos vueltas acabando sobre el otro carril. Por suerte a mí no me pasó nada, pero ella perdió el conocimiento. Me agobié muchísimo porque en ese momento no supe que hacer. Me bajé del coche y llamé a emergencias, mientras insultaba al gilipollas que nos había dado. Era joven, de mi edad más o menos, iba borracho y encima tuvo el valor de vacilarme. Por suerte la ambulancia llegó pronto y nos llevaron al hospital, avisé a su madre, la cual no tardó en acudir, presa del pánico. Aunque por suerte todo estaba bajo control.

— Ha perdido el conocimiento, le están haciendo una radiografía, por lo visto se ha roto algo, no me han querido decir el que —me acomodé en la silla.

A pesar de estar bien, me dolía hasta el alma. Sentía que tenía moratones por todo el cuerpo y la cabeza estaba a punto de estallarme.

— Mi niña —obligué a mi suegra a sentarse a mi lado e intenté calmarla.

— Siento mucho lo de la cena —me disculpé sin motivo. A Beatriz le hacía mucha ilusión pasar la nochebuena con nosotros y por aquellas circunstancias no pudo ser.

— La cena es lo de menos, lo importante es que vosotros estéis bien —me acarició la mejilla y le dediqué una sonrisa.

Estela y Biel no tardaron en llegar, se sentaron al lado de su madre y yo aproveché para ir a por unos cafés para ellos. Necesitaba caminar un poco y mantener la mente ocupada, pensar en cómo estaba ella me producía ansiedad. Todo pasó muy rápido, no fui consciente hasta segundos más tarde, cuando la vi inconsciente el mundo se paralizó. No nos ayudaban, nadie nos decía nada, me agobié tontamente, pero es que necesitaba que me dijeran algo, daba igual si era bueno o malo, pero necesitaba saber como estaba. Aquella incertidumbre me provocó una angustia espantosa, sabía que estaba bien, dentro de todo lo malo ella estaba estable, pero en cuanto comentaron que igual la entraban a quirófano todo dejó de tener sentido en mi cabeza.

Fui directamente a la cafetería del hospital, era tarde, quizás las ocho y media, ya había anochecido y para ser el día que era, el hospital estaba bastante colapsado. Pedí tres cafés, a mí no me entraba nada en el cuerpo, la ansiedad me quitó el hambre y la sed. Volví a la sala de espera y vi a Beatriz hablando con una de las enfermeras. Aceleré el paso y caminé hasta donde ellas se encontraban.

— Vale, muchas gracias —la madre de Gala asintió con la cabeza, su expresión facial no me dio buenas esperanzas. La sonrisa se esfumó de su rostro en cuestión de segundos —. Siéntate, por favor —me pidió de forma seria.

Le di el café y la miré a los ojos esperando a que hablara. Fueron segundos lo que tardó en abrir la boca, pero en aquel momento se hizo eterno.

— La van a operar por lo visto se ha roto el brazo —dijo agobiada —. Ya está en quirófano —me informó.

— Si queréis id a poneros más cómodos, seguramente la espera sea larga. A mí no me importa quedarme aquí mientras tanto.

Beatriz me miró pensativa, durante unos segundos estuvo valorando mi propuesta y finalmente aceptó. Biel y Estela estaban algo más tranquilos que ella, pero igualmente se notaba que estaban muy nerviosos. Yo me mantuve sereno, al menos de cara al público, todo iba por dentro. Me quedé algo más tranquilo en cuanto me comentaron que ya estaba en quirófano. Beatriz estaba tan nerviosa que apenas pudo expresarse, me pareció percibir que ni ella sabía lo que estaba diciendo.

— Tardo nada —me dijo, asentí con la cabeza —. Con lo que sea escríbeme.

— Descuida —sonreí.

Los vi marcharse con él café en la mano, me volví a sentar en aquella silla tan incómoda. Saqué mi móvil del bolsillo y me puse a mirar fotos nuestras. No sé en qué momento me pareció buena idea, pero contra todo pronóstico resultó ser algo muy reconfortante. Verla, aunque fuera en la pantalla, supuso algo de calma, nunca antes me había parado a ver todas y cada una de las fotos que teníamos, ella lo hacía a diario, sobre todo cuando no estábamos juntos. Y en aquel preciso instante comprendí porque lo hacía.

Al día siguiente de madrugada

— Ya está despierta, ha preguntado por ti —dijo Beatriz nada más salir de la habitación —. Pasa y la ves. Por cierto, quería agradecerte que me hayas dejado pasar a verla primero.

— Faltaría más, eres su madre —me levanté de la silla y la miré a los ojos aclarándome la voz —. Yo la quiero, pero tú la quieres más y tenías que ser tú la primera en ver que estaba bien.

— Gracias —me dio un abrazo para mi sorpresa, dentro de aquella fachada de mujer rica y prepotente, se escondía una mujer que había sufrido durante toda su vida y que estaba intentando cambiar su forma de actuar con los demás.

Nunca me cayó mal, creo que fue porque la calé desde el primer segundo. No era mala persona, solamente miraba por ella misma y por su bienestar. Nunca se puso en la piel de sus hijos, cosa que con el tiempo aprendió y fue entonces cuando recuperó la relación con ellos. Me sorprendió para bien que mi madre y ella conectaran, aunque fuese raro porque no tenían nada que ver, supuso un alivio para mí, pero sobre todo para Gala.

— Pasa —me acarició el brazo —, voy a bajar a por algo de comer, ¿quieres algo?

— No, gracias. Hace como una hora que cené —sonreí.

— Ay es verdad —se llevó las manos a la cabeza —. Me lo ha dicho Biel. Bueno, te dejo, pasa, está un poco sensible —me advirtió.

Me puse recto y caminé hasta el interior de la habitación. Por suerte solo estaba ella, mis ojos fueron directos hacia Gala. Estaba tumbada en la cama, con el brazo escayolado y con los ojos brillosos de haber estado llorando. Al verme una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Me acerqué a ella y con cuidado me senté en el borde de la cama, me acerqué y junté mi boca con la suya.

— ¿Cómo estás? —le di un beso en la frente, ella se encogió de hombros.

— Bien, aunque me duele y estoy todavía bajo los efectos de la anestesia así que si digo alguna tontería no lo tengas en cuenta por favor —no pude evitar reírme.

— Lo importante es que estés bien —le acaricié la mejilla y ella sonrió —. Con suerte mañana o pasado estás en casa, ¿no? —pregunté con dudas, lo había escuchado de pasada en una de las conversaciones que habían mantenido Beatriz y el cirujano.

— Eso parece, vaya Navidades —negó con la cabeza —. En fin —suspiró.

— Lo importante es que estés bien —le retiré el pelo de la cara y noté como tenía un par de puntos cerca de la ceja izquierda —. ¿Te han puesto puntos en la ceja izquierda? —le pregunté de forma absurda porque la respuesta era clara.

— Sí, tenía un buen corte —se encogió de hombros —. Tú estás bien, ¿no? —asentí con la cabeza, ella comenzó a inspeccionarme detenidamente —. Menos mal —suspiró aliviada —. ¿Por qué pones esa cara? —frunció el ceño confundida.

— No recuerdo que te hayas hecho sangre, tengo el momento borroso, pero no sé —no pude hablar en aquel momento mi mente entró en colapso.

— Anda dame un beso y no te rayes que estoy bien —me agarró de la camiseta y me atrajo hacia ella.

Juntó sus labios con los míos haciendo que todos los males se disparan.

Un par de días después, Nochevieja.

Sentados sobre el sofá de casa de su madre mirábamos la tele expectantes esperando darle la bienvenida al nuevo año. Gala se apoyó en mi brazo y se quedó un par de minutos mirándome. Con el rabillo del ojo pude ver como poco a poco sus ojos brillaban y esbozaba una amplia sonrisa. Nunca nadie me había mirado igual, sus pupilas se dilataban, su mirada brillaba cada vez que me miraba, fue como si cuando lo hacía todo dejaba de importar en ella.

— Abrázame, por fi —susurró bajito para que su madre no pudiera escucharla.

Giré la cara lo justo y necesario para mirarla, me rogó con los ojos, levanté el brazo y ella se acomodó sobre mi pecho, con cuidado de no hacerle daño en el brazo, rodeé su cuerpo. Su madre sonrió al vernos, pero no dijo nada.

Aquella fue la nochevieja más extraña de mi vida. Estaba sentado en el sofá de la casa de mi suegra, viendo el típico programa donde cantan y hacen el ridículo mientras mi novia se quejaba porque le dolía el brazo y no quería tomarse el antiinflamatorio y la suegra al otro lado, mirando el móvil y de vez en cuando admirando lo que hacíamos. Fue bastante surrealista, pero para nada fue incómodo. Esa misma mañana Gala salió del hospital, Beatriz insistió en que lo mejor para ella era quedarse en casa descansando y no me opuse. Hasta después de reyes no teníamos pensado volver a Barcelona.

Le acaricié el pelo mientras noté como poco a poco iba cerrando los ojos.

— No te duermas —le dije, ella gruñó.

— No aguanto, Mihail. Las pastillas me provocan mucho sueño —volvió a acomodarse en mi pecho.

— Sí queréis podéis iros a la habitación —sugirió su madre.

— No te vamos a dejar sola mamá.

— Por favor, Gala. No es la primera vez que me tomo las uvas sola, vosotros no las vais a tomar. Id a la habitación y descansad, estáis incómodos aquí —me supo fatal verla tan preocupada por nosotros.

— No estamos incómodos —dije para que no se sintiera mal.

— Por mucho que lo intentéis no va a funcionar, de verdad que no me importa —ante aquel tono de voz me dio la impresión de que nos estaba prácticamente echando del salón.

— Si no hay más remedio —Gala se levantó del sofá y caminó descalza hasta la habitación.

La seguí a paso lento. Cerré la puerta y suspiré. Gala se sentó en el borde de la cama y me miró. Automáticamente volvió a sonreír. Tragué saliva nervioso porque no sé cómo lo hacía, pero siempre que me miraba de aquella forma tan inocente provocaba que todo mi cuerpo reaccionara al instante. Sus ojos azules penetraban los míos dejándome sin respiración.

— Te vas a reír, pero... —durante unos segundos se calló, dejándome completamente intrigado —creo que mi madre está saliendo con alguien.

Soltó la bomba así como si nada, fruncí el ceño y negué con la cabeza, aquello era prácticamente imposible, pero ella parecía estar muy segura de lo que estaba diciendo. No es que no pudiera tener a alguien especial, pero durante los días que Gala estuvo en el hospital no vi ningún comportamiento extraño en ella, es más, apenas cogía el móvil, se centró en su hija. Y poco que pude compartir con ella me dejó muy claro que no estaba interesada en conocer a nadie. Pero claro,  podía haberme mentido perfectamente. Al final Gala la conocía muchísimo mejor que yo.

— ¿Estás segura? —me senté a su lado mientras ella miraba el suelo como si su mente estuviera maquinando algo.

— No, pero es lo que creo. Hoy la he visto muy rara, no sé. Quizás estoy perdiendo la cabeza —se tapó la cara con la mano que no tenía vendada y resopló —. ¿Sabes lo que necesito? —me miró de forma seria, tan seria que por un momento me preocupé.

— ¿El qué? —mis ojos desviaron la mirada hacia sus labios, los cuales se acababa de chupar para hidratarlos.

— Un buen polvo —respondió ella, solté una risilla irónica mientras negué con la cabeza sin poder creérmelo —. Llevamos una puta semana sin follar, Mihail.

— No me lo puedo creer —me tapé la cara con las manos —. ¿Ahora?

— Yo no he dicho que tenga que ser ahora —me agarró de la barbilla y me obligó a mirarla a los ojos.

— Estás entrando en zona peligrosa, Galita.

— Ya estoy en zona peligrosa, Mihail. Desde hace muchísimo tiempo —su dedo acarició mis labios —. Una pena que esté convaleciente.

— Eso no es excusa —le aparté la mano —. Si estás enfadada por algo dímelo —dije al notar como su actitud cambió en cuestión de segundos. Ya nos conocíamos lo suficiente como para saber que le pasaba al otro.

— No me importa, pero sí que me gustaría saber porque has estado hablando con Álvaro y con Hugo estos días.

...


Al final he juntado la parte tres con la segunda porque sentía que se iba a hacer muy larga la historia así como he recortado el número de capítulos. Dadle amor a estecapítulo, votad y comentad que se agradece siempre. 🤍🤍🤍

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