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Od EBolivar01

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Od EBolivar01


Para cuando Penélope se despierta, nota fácilmente que no está en el exterior, ni tampoco estaba en la tienda asignada, por lo cual, con el cuerpo adolorido, siente que puede gritar del dolor.

¿Dónde estaba? No lo sabe, pero pronto, cuando intenta sentarse, siente un peso sobre su estomago, ahí; una mata de cabellos rojizos le esperaba, cabellos tan desacomodados como por si solos se podría. 

—¿Papá?— cuestiona con voz cansada 

Un gimoteo sale de los labios de su padre, quien después de parpadear varias veces, posa sus ojos grises en ella.

—¡Nelly!— exclama fuertemente —Gracias a todos los dioses que has despertado 

—¿Qué ha pasado, padre?— cuestiona Penélope, sintiendo su garganta estar seca 

—¿Quieres agua?— cuestionó Félix, mientras se ponía de pie y proporcionaba un poco de agua a su hija —Bebe con cuidado querida 

Penélope estaba disfrutando del liquido que bajaba por su garganta, feliz de poder sentir que podo a poco se estaba recuperando, pero de pronto, recordó algo, o más bien a alguien.

—Padre, ¿Dónde esta su majestad?— interrogo de manera preocupada 

—Tranquila, Callisto esta siendo custodiado por nuestros guardias e incluso el emperador, no ha querido despejarse de él— expresó el pelirrojo —Pero hay serios problemas 

—¿Cuáles?

—Gloria Kellyn ha presentado cargos contra ti. Dice que tu le disparaste a su hermanastro y que por eso esta así— habló Félix, mientras le miraba —Hija...

—¡Eso es mentira! ¡Yo solo le he disparado a quienes nos querían matar a Callisto y a mi!— aseguró ella

—Lo se cariño, te creo, pero mientras se prepara un juicio, deberas de quedarte aquí— expresó Félix, mirando a su hija 

—¿Juicio? ¿Por qué?— interrogó ella con cierto miedo, sabía como terminaban estos mismos, siendo el duque quien siempre soltaba dinero para ocultar las burlas que ella sufría y que se cobraba —Padre, debe de creerme, no he hecho nada malo 

—Lo sé querida, por lo cual me voy asegurar que todos los que se atrevan a señalarte, sufran mil veces peor — sonrió dulcemente el pelirrojo 

Penélope no dijo nada. ¿Así se sentía el amor paternal? Con su padre dispuesto a bajar el mundo mismo a sus pies, y no dudando de ella como el duque de Eckhart hacía, mirándola como si fuera basura, como si su pecado hubiera sido nacer.

—Gracias por creerme papá— dice ella con lagrimas en sus ojos —Nunca antes, habían confiado en mí 

Al escuchar eso, Félix quiso ir a buscar al duque Eckhart. 

—Soy tu padre, siempre confiare en ti— asegura Félix, con sonrisa y abrazando a la niña de hermosos y largos cabellos magenta

—Te quiero papá— sonrió Penélope, mientras que su mente viajaba hacía Callisto Regulus, tenía que ir a visitarlo.



El marqués Allen, estaba en su tienda de campaña, meditando las cosas que estaban ocurriendo. Ciertamente no podía creer la suerte que se cargaba el bastardo que robaba el puesto de su nieto, pero incluso así, estaba furioso las acciones del viejo emperador. 

Furioso, golpea la mesa que esta frente de él. Tenía que pensar que hacer, y no ayudaba que algunos guardias no despegaban sus ojos de él, claramente era uno de los sospechosos que había, tenía que hacer algo cuanto antes, cuando decidió ir a visitar a los condes de Kelly. Saliendo de su carpa, se apresura a ir a verlos, escucha las voces de varias personas a su alrededor, burlándose de los asesinos que no habían podido ir contra el príncipe Callisto, susurrando en voz baja como el emperador si se preocupaba por el heredero y eso hace que apriete sus puños.

Llegando a la de los Kellyn, escucha los fuertes gritos de la chiquilla.

—¡Por favor, despierta!— gritaba de manera alarmante

—Jeje. En el bosque. Entonces vi a la diosa de la caza, jeje— dijo una voz, sabía que era el prometido de la muchacha 

—¡Hermano!
—Gloria, cariño cálmate— pidió su hermano a ella

—¡¿Eso es lo que piensas hermano?! ¡No puedo mostrar mi cara por ahí porque me da vergüenza! ¡Y todo por culpa de esa maldita mocosa Obeliana!— exclamó furiosa, haciendo una pataleta como una niña de cinco años 

—Gloria, cariño...

—¡Es tu culpa! ¡Lo único que tenías que hacer era apartarla y profanarla¡ ¡Nadie extrañara a esa maldita perra! ¡La odio!— sus gritos de odio hacía temblara a los guardias de su propia casa 

El hermano de Gloria Kellyn, la escucha. Su hermana grita como una mujer loca y vulgar, lo único bueno que tenía la niña; era su cuerpo.

—Niños— dijo el marqués, ya harto de los lloriqueos de la niña de cabellos azules 

—Marqués— saludo el hermano de Gloria

—¿Cómo se encuentra la condición del barón?— interrogó el mayor, mirando con asco al hombre que babeaba sobre la almohada 

—Se dice que es algo llamado efecto secundario mágico, como dijo mi hermana, fue gracias a un arco y unas flechas modificadas mágicamente— dijo Anthony Kellyn —Ahora su función cerebral se ha visto afectada, puede incluso tener el retroceso de un niño de cinco años

—Jeje. Diosa. Jeje— río el barón 

Gloria comenzó a gritar de manera chillona, furiosa de que Penélope fuera claramente el centro de atención de su prometido.

—¡Señor! ¡Señor!— exclamó un guardia ingresando a la carpa —Tenemos problemas, ¡Una escolta imperial viene hacia acá!

La tensión que sienten todos provoca que el marqués Allen se acerque lo más rápido hacía una posible salida. 

—¡H-Hermano!— exclamó Gloria, mientras trataba de cubrir con su cuerpo, el de su hermanastro —¿Qué pasa?

Antes de tan siquiera poder decir algo más, un escuadrón ingreso a donde estaban ellos, y ninguno de esos caballeros, eran conocidos por el marqués.

—¿Wilfredo Kellyn?— interrogó uno de los guardias, a ese si lo reconoció el marqués como el capitán del primer escuadrón al mando de Callisto, el señor Evans. —Queda arrestado por el intento de asesinato hacía el príncipe heredero Callisto Regulus y la princesa Penélope Eckhart 

—¡¿Qué?! ¡¿Qué estupidez están diciendo?!— grito Gloria, mientras trataba de evitar, inútilmente que no se llevaran a su hermano  —¡No pueden hacer eso!

Entre jalones, cachetadas por parte de Gloria y varias coloridas palabras, el marqués vio como tomaban al hermano enfermo (más bien loco) y lo sacaban de la carpa, bajo los gritos de Gloria. 

—¡Suéltenlo!— gritaba la chiquilla, saliendo detrás de ellos —¡Dije que lo suelten!

—Niña terca, ¿No entiendes que tu hermano estuvo involucrado con el intento de asesinato hacía el príncipe y la princesa?— cuestionó de pronto el duque Alpheus de Obelia, dando un paso al frente  —O será acaso de que usted si sabía contra el complot hacía el príncipe 

El marques Allen siente que es envuelto por los susurros que hay. ¿No nota esa mocosa que hay gente alrededor? La mirada de muchos están en ellos, la manera en como los mira a todos, es muy clara, y la vergüenza que se apodera de ellos, es aun más.

—¡Suficiente Gloria!— exclamó Anthony, jalando a su hermana de manera brusca 

—¡Suéltame, se lo llevan! ¡Se lo llevan!

Los berridos de la peli-azul, eran catastróficos, como los de un niño haciendo berrinches cuando no se le daba nada. Gritando y pataleando mientras observaba como se llevaban a su hermano, aunque incluso, el marqués noto algo más.

«Que asco» pensó, al notar la mirada que tenía la chiquilla. «Parece una amante pidiendo clemencia por su amado» y parecía que no era el único que lo pensaba.

—Que vergüenza
—¿Entonces los rumores son ciertos? Lady Gloria Kellyn se acuesta con su hermano
—Debe de ser mentira
—¿Lo crees? Mira como grita
—Oh dioses, ella sería capaz... ¡Inaudito!

Las palabras de las personas habían hecho temblar al marqués. Una cosa era mostrar el cariño fraternal a un hermano, y otra era aferrarse a él como una amante desesperada. 

Anthony Kellyn sentía un inmenso asco en su persona. Era el único en el condado Kellyn que había tratado de mostrarle a Gloria que estaba mal lo que estaba haciendo, ella, quien siempre se auto-señalaba como la perfección de la alta sociedad, estaba cometiendo pecado al darle la bienvenida a su hermanastro, pero claro, nunca fue escuchado. Anthony sabía que era por su parecido a la difunta condesa, cabello rubio pálido y ojos rosados, por eso su padre siempre lo dejaba fuera de escena, detestando su apariencia y ni que decir de su madrastra, quien cada que podía, le decía cuanto le odiaba a él y a su madre. Ahora, mirando a su hermana, quien lloraba desesperadamente y maldecía albino de ojos dorados, sabía que lo que fuera a ocurrir ahora en adelante afectaría su futuro, tenía que pensar en una solución rápida. 

Mientras tanto, el marqués Allen había huido de la escena, los comentarios hacía Gloria Kellyn eran escandalosos, y al no querer manchar su reputación, se aparto de ahí, prefiriendo pensar en una manera de salir impune de todo lo que se estaba pensando.



Los chismes corrían como fuego en un bosque y todo era gracias a Jeannette y Lady Ari. Ambas niñas habían congeniado muy bien, ambas eran dulces y carismáticas, cautivando a más de uno con sonrisas alegres y palabras de aliento, y parecían haberse vuelto las flores de la sociedad, porque en solo cuestión de un chasquido de dedos, más de uno les estaba siguiendo, cosa que ocuparon a su favor.

Ambas habían hablado de manera discreta con un grupo de las mujeres más comunicativas de la sociedad, diciendo lo que sabían, hablando en susurros y dando conjeturas. 

Jeannette, quien desde que supo lo que era; detesto ser mitad quimera, ahora lo estaba ocupando a su favor. Desplegando el mana que contenía grandes cantidades de magia negra que aun residía en su cuerpo y bajo la mirada de Lucas para que no se hiciera daño, puso la atención de todos ellos en ellas, haciendo que creyeran cada una de sus palabras.

—... ¡Que terrible noticia!— exclamó una de las damas, atrayendo su atención nuevamente —No me lo puedo creer

—Pero ha sido así, mi querida Lady Torpink, sino, ¿Qué otro motivo habría para los gritos de Lady Kellyn?— interrogó Lady Ari —Incluso, mis padres me han prohibido entablar una relación con ellos

—Eso explicaría tantas cosas— se lamentó una mujer, de hermosos cabellos anaranjados —¿Recuerdan cuando Lady Kellyn se le vio muy de noche con su hermanastro? ¡Dios!

—No solo eso— niega Jeannette levemente, sus ojos estaban enrojecidos, muchos creerían que eran de lagrimas, tristeza, solo ella sabría que era por la alergia que poseía cuando había un cambio de clima brusco. —Sebastián, el mayordomo del duque Robane, le comentó a mi tío que vio a Lady Mayra saliendo de un burdel junto a Lady Kellyn y su hermanastro, tres días antes de la competencia

Los gritos escandalosos de muchos llaman la atención de quienes están un poco apartados. La magia oscura de Jeannette estaba funcionando muy bien. 

—¡Que escandalo!— exclamó una mujer mayor de edad. A Jeannette le recordaba a la marquesa Solen, quien mayormente estaba de lado del duque Gabiel Robane. —Esa chiquilla todavía no debuta en la sociedad y ya anda metida en esos lugares, ¡Es una aberración!

Lady Ari, quien prefería hacer oídos sordos en algunas cosas, observó de reojo a su madre acercarse. La mujer, quien mayormente estaba con su padre para evitar que hiciera algo sumamente estúpido, parecía relajarse notablemente al verla a lado de la hermosa niña castaña.

—Oh, madre— saludo, mientras le mostraba un espacio libre en donde ella estaba sentada —Por favor, acompáñenos 

La baronesa asintió y se coloco a lado de su hija, notando de manera alegre que las mujeres con las que se rodeaba, no era el circulo venenoso de Kellyn y la condesa Dorothea.

—Mis niñas, disculpen la molestia, pero tengo una duda— habló una mujer ya adulta, parecía ser incluso la abuela de alguna de ellas, pero eso no quitaba lo elegante que se veía. —¿Dónde esta la princesa Penélope?

Ignorando claramente la falta del apellido «Eckhart» muchas también estaban preocupadas. Habían escuchado decir que tanto la dama como el príncipe heredero habían sido atacados por asesinos que iban por el imperial, pero había otros rumores por parte de cierto circulo social, donde la dama se había vuelto loca y había atacado al príncipe. 

Nelly esta bien— aseguró Jeannette, empleando el apodo que siempre ocupaba con la de cabellos magenta —Pero esta cansada, tanto ella como el príncipe heredero evadieron la muerte por poco, y no ayudo mucho que... que...

Jeannette se quedo callada, luciendo apenada y desplegando un poco más de su oscuridad.

—Mi señorita, ¿Qué paso?— pregunto una joven mujer, esposa de un barón, quien cargaba a su primer hijo 

—Es que fue horrible... Se que no tengo derecho alguno de decir algo, pero mi primo Ijekiel me lo contó, y estaba horrorizado— dijo con voz ahogada, pues nadie sabía que ella misma había ido con el equipo de búsqueda 

—Esta en confianza mi señorita— aseguró Lady Ari, quien tenía una idea de lo que se iba a decir a continuación

—Es que el joven duque Derrick Eckhart, se atrevió a alzar su mano en contra de Nelly, y el duque no hizo nada — dijo con voz rota, sus ojos enjoyados se habían llenado de lagrimas no derramadas —Mi primo dice que fue horrible, le estaba gritando tantas cosas que incluso Kiel se avergonzaba de tan siquiera repetirlas, solo se detuvo cuando el joven Patterson le propino un golpe...

Mientras más hablaba ella, todos los presentes caían ante su magia negra. Rompería todas las relaciones de la familia Eckhart desde ya, su papá y su padre le habían dado permiso (aunque su tío Roger no tenía que saber que igual lo llamaba «padre») para hacer todo lo que ella quisiera, y eso era lo que estaba haciendo. 

—Que horrible, quien viera a ese niño, creyéndose el dios mismo— dijo furiosa una de las mujeres mayores —Y peor aun, Gilbert sigue siendo un necio, parece que no aprendió después de haber desposado a esa chiquilla

—Oh cierto, los rumores dicen que aun sabiendo que a Lady Green estaba codiciando a un joven duque, él se caso con ella— dijo otra mujer 

—¿Green? ¿Cómo Evelyn Green?— interrogó de pronto Sebastián, llegando a lado de ellas —Me disculpo damas, es solo que venía a informarle a las señoritas que la princesa ya ha despertado 

—Gratas noticias Sebastián— sonrió Jeannette

—Muchacho, dijiste Evelyn Green, ¿La conoces?— cuestiono la misma mujer que había mencionado el nombre, importante poco que Sebastián fuera un mayordomo

—Lo hago mi señora. Evelyn Green fue conocida en Obelia como una mujer libertina, con dos hijos de un duque, ella intento decir que el tercero que crecía en su vientre, era de mi maestro, cuando este estaba esperando a su hija — expresó Sebastián, la atención de todas estaba en él —Para nuestra buena fortuna, ella se retiro solo un mes después, volviendo con su esposo

Las palabras de Sebastián sobre todos los presentes eran claras, indignación por el trato de los Eckhart hacía la dama y la información sobre la difunta duquesa Evelyn, la semilla de la duda y de la incertidumbre comenzó a subir en ellas. Mientras tanto, la baronesa Capell, madre de Lady Ari, miraba los ojos de la niña, joyas, joyas reales, ella no era tonta, ella había estudiado más de lo que las nuevas generación habían hecho y había reconocido la marca de la familia imperial de Obelia. Oh cuanto se iba a divertir. 



La última vez que Gilbert Eckhart vio a Penélope, fue cuando ese sujeto pelirrojo que se negaba a creer que era un duque, la había tomado en brazos y la había puesto a salvo. 

La palabras de ella todavía resonaban en su mente, delatando al barón Tullot por confabular contra de ella y del príncipe, el como incluso el emperador le había tomado la palabra y había hecho todo lo posible para salvarlos y como sin reparo, había mandado a encarcelar a los que pudieron identificar de la piedra de mana que había proyectado todo lo ocurrido. 

Pronto, su estomago se revolvió. Derrick le había dicho que Penélope solo había mentido, que trataba de centrar la atención en ella, pero había algo que le decía que no era así. Él mismo había visto la evidencia, había visto las piedras y las grabaciones de la misma, no podía creer que fuera algún tipo de mentira y mientras caminaba hacía la oficina del emperador, lograba escuchar los cuchilleos de las personas, burlándose de él por lo que creía, había sido el comportamiento de su hija. 

Al llegar al frente, espero a que le dieran el paso y cuando fue así, notó con amargura que los Obelianos estaban ahí. 

—Ah, duque entre— ordeno el emperador, mientras le daba una mirada rápida y se volvía a concentrar en esos sujetos 

—Su majestad, estoy aquí para pedirle que Penélope sea trasladada a una celda adecuada— dijo él, sin mirar a esos sujetos que le caían mal 

—¿Celda adecuada?— interrogó Anastacius, despejando su vista del la reparación del dije de Penélope —¿A qué se refiere duque?

Pero el duque no dijo nada, y Anastacius ya estaba ansioso de mostrarle su lado asesino a ese sujeto.

—Duque, hable— ordeno el emperador, tratando de reunir toda su paciencia 

—Si su majestad. Penélope cometió un delito, ataco a nobles y merece estar en una celda, no en un habitación

Bueno, la cordura de las personas en la habitación se escuchan rompiendo al escuchar la voz del joven duque.

—No sabía que su heredero fuera grosero— habló Roger, quien después de haberse echado el chisme de las rabietas de Kellyn, había vuelto a donde estaban ellos

—Él no...

—Lo ha sido duque, pero para su calma, la princesa se ha encontrado inocente, incluso mi hijo ha testificado antes de volver a dormir, que la princesa lo salvo y no solo eso, sino que también logró identificar a varios — expresó el emperador, recordando las palabras de su hijo 

—¡Pero ella...!

—¡Que insolente!— exclamó Anastacius, al notar como planeaba ese sujeto a gritarle al emperador —Duque, controle a su perro o vuelva a ponerle una institutriz, claramente el único que sabe como escuchar, es el niño de ahí 

Anastacius señalo a Reynold, quien se mantenía callado, mirando las grabaciones que estaban siendo recuperadas, claro hasta que sintió la vista de todos en él y los miro.

—¿Paso algo?— cuestionó de manera tranquila 

—No— dijeron a  coro muchos 

Pronto, las puertas se volvieron abrir, Félix estaba de vuelta, luciendo una brillante sonrisa en su rostro, misma que se fue apagando cuando vio a los Eckhart.

—¿Qué hacen ellos aquí?— interrogó, mirando a los demás —No, reordeno mi pregunta, ¿Quiénes se creen para estar aquí?

—¡El ducado Eckhart!— exclamaron el duque y su hijo al mismo tiempo, provocando que Anastacius se le acercara al emperador

—La estupidez no es contagiosa, ¿Verdad?— cuestionó en voz baja el imperial oculto

—No creo— niega el emperador, para después girarse a donde estaban ellos —Señores, queriendo evitar un derramamiento de sangre, le informo duque de Eckhart que sus funciones como benefactor de Penélope Eckhart ha sido retirado y la custodia de la menos pasa a manos del duque Félix Robane, por orden de la menor  — aquello provoco que el duque sintiera en el piso se le desmoronaba — A menos hasta la finalización del juicio, después de eso, se le asignara a la dama, un nuevo tutor 

«Nuevo tutor mi trasero» pensaron todos, incluso el emperador. Estaba más que claro que cuando el juicio terminara, la paternidad de Penélope estaría en boca de todos. 

«Tendré que llamar a Orión» pensó Félix, al recordar al hermano de su esposa, el único hermano que sinceramente se preocupaba por ella y quien también había quedado devastado con todo lo que ocurrió.  

—¡Su majestad no puede, Penélope es una mocosa estú...!

La palabras de Derrick Eckhart quedaron al aire cuando un magia se hizo presento. No era de Lucas, era de Félix quien los miraba con declaraciones de muerte. El duque, quien se había quedado callado, sintió que esa mirada ya la había visto antes, en Penélope, una mirada vacía, muerta, una mirada que prometía miles de cosas y a la vez nada.

«Es como si él... No, no puede ser» negó Gilbert, cuando su mente susurró la palabras padre. 

—Duque, las insolencias de su hijo me están dando migraña, y al menos que quiera saber porque soy la mano derecha del emperador, váyase — dijo fuertemente Félix 

Caín Regulus sentía que podía bailar encima de la besa. ¡Su futuro consuegro era genial!

—Largo, ¡Ahora!— grito furioso Félix 

Cuando ellos se fueron, sin olvidar que Reynold le pidió que le notificara si pasaba algo con Penélope, todos en la oficina observaron al pelirrojo.

—Mierda, me diste más miedo que Claude— dijo Anastacius, más pálido de lo que ya estaba —Por poco y me orino 

Si, Félix Robane era más peligroso de lo que muchos pensaban y eso que aun no habían visto nada.



Penélope miraba la ventana de la habitación donde estaba, era el día que se haría el juicio, un juicio donde muchos esperaban que ella cayera, pobres idiotas, no sabían lo que les esperaba. 

Sus ojos verdes griseases se posan de pronto en el sonido de la puerta siendo levemente golpeada.

—¿Señorita?— interrogan, era Emily, se eso no había duda —Permiso para ingresar

—Concedido, entra— dice ella, mientras se retiraba las sabanas de sus piernas 

Emily no es la única en ingresa, también lo hacen Jeannette y Sebastián, este último carga algo oculto, algo que si bien llama su atención, esta misma es desviada cuando la Jeannette se acerca a ella.

—Nelly, tío Félix dice que te harán el juicio en breve— dice ella —Hemos traído lo necesario para el juicio

—¿Lo necesario?— cuestionó interesada Penélope 

—Por supuesto señorita, ¿Acaso pensaba que el duque la enviaría sin ropa adecuada?— interrogó Sebastián 

El chillido de Jeannette llama su atención a donde la castaña esta señalando y siente que su garganta se cierra. Frente a ella, esta el vestido más hermoso que podría haber.

—¿Es para mi?— cuestiona sorprendida

—Así es señorita— asiente Sebastián, para después sonreír —¿Esta lista, para que la vistamos? 

Torpe, Penélope accede y es ayudaba a ir al baño, mismo que no sabe cuando fue arreglado para ella. El agua caliente baja por su cuerpo, es más que perfecto, siente sus músculos estar relajados, y su cabello es masajeado por Jeannette, quien no debería estar haciendo tales cosas al ser una nobles, pero no le importaba y aunque Sebastián estaba también en el baño, ninguna de ellas se sentía incomoda por estar con él. 

Penélope permite que su cuerpo sea lavado, deja que sus pensamientos vayan hacía cualquier parte, pero sobre todo a su padre, quien nunca la había dejado de lado. 

—Mi señorita, ya esta limpia— sonríe Emily, mientras se seca sus manos y las de Jeannette —Ahora vamos a sacarla 

—Gracias de verdad— sonríe de manera tranquila Penélope 

Una vez que ha sido vestida con su ropa intima, Penélope cierra los ojos, quiere ver como se ve aquella hermosa pieza de tela en su persona, y causando ternura en los otros tres, estos se apresuran a arreglarle, peinando sus largo cabellos magenta de tal manera que su rostro este a la vista de todos, sus pequeños pies son adornados por las zapatillas que aun no ha presenciado y cuando la voz de Jeannette diciéndole que ya se puede observar en el espejo, Penélope lo hace, abre sus ojos y la imagen que tiene de ella misma, es hermosa.

El vestido que su padre le ha mandado, es perfecto, nada que ver con el vestido que anteriormente se había visto obligada a usar cual la culparon de herir a Gloria Kellyn. 

El vestido en si era de tela negra, pero parecía haber sido sacada de un cuento de hadas. Con un hermoso corsé tenía un perfecto corte que dejaba a la vista su clavícula y cuello; mismo que era cubierto por una suave tela transparente del mismo tono negro y un sutil collar hermoso, con tirantes de encaje delicado y mangas de tela transparente negra, tenía hermosas piedras que podrían ser obsidianas u ónix, no lo sabía a ciencia cierta, pero estas mismas se entrelazaban con hermosos hilos dorados, resaltando por completo era parte. La falda del vestido tenía hermosas capas que realzaban aun más la belleza del vestido mismo, con holanes que resaltaban ciertas partes de la tela, mostrando los patrones que estos tenían en los bordes, junto a los hermosos hilos dorados. En un costado del lado izquierdo, donde terminaba el corsé y comenzaba la falda, había lo que parecía ser un enorme capullo de hortensias de un color azul oscuro con suaves cadenas de plata y oro, y del costado derecho un poco más abajo de donde estaba ubicado aquel glorioso mini huerto de hortensias, pequeños ramos más pequeños se esparcían en hermosas filas de tres, dos y uno, con suaves hilos dorados y al borde de la falda, justamente al final, había suaves capuchos de rosas azul oscuro, mismas que parecían ser más de nada negra. 

Sorprendida por su imagen, Penélope, quien llevaba sus manos desnuda, alzo delicadamente la tela, revelando unas hermosas zapatillas negras con adornos azules.

—¡Luces hermosa, hija!— exclamó Félix, quien había ingresado a la habitación  

—¿En serio?— cuestionó sorprendida de su imagen misma, girando suavemente su cabeza a los lados y apreciando el peinado que se le había hecho Jeannette.  —¿Soy yo?

—¡Claramente!— exclamó Lucas, quien llevaba su traje imperial al pie de la letra  

—Primera vez que te veo civilizado— bromeo Penélope con calma 

—Muy graciosa, lo mismo para ti— dijo Lucas, mirando a la de cabellos magenta  —¿Lista?

Penélope suspira y asiente. Esta vez no estaba sola, eso lo sabía; pues frente de ella estaba su familia, con su padre vestido de traje negro y azul, mismo que combinaba a la perfección con su vestido, su cabello pelirrojo siendo un punto llamativo como el de ella, le extiende la mano, con una sonrisa en su rostro.

—Estamos aquí para ti, querida— asegura su padre —Todos 

Los Obelia están ahí, vistiendo ropa elegante, pero a la vez discreta, aunque Penélope sospechaba que había algo más ahí.

—Te vamos ayuda, pero también tenemos varias cosas bajo la manga— se burló Anastacius al ver la mirada dudosa de su sobrina —Mi dulce sobrina, ¿Quién es tu tío favorito?

Antes de que Penélope pudiera responder, Roger le jaló de los cabellos, provocando que el azabache chillara del dolor.

—¡Suelta Roger, suelta!— exclamó Anastacius, mientras Jeannette se apresuraba a ayudar a su padre y Kiel estaba riéndose por lo ocurrido.  —¡Niños, ayuda!

—Te dije que te callarás, ¡Si su majestad se entera que le quieres robar a si sobrina, te matara!— exclamó el albino, mientras jalaba ahora la oreja del imperial  —¡Así que has silencio!

Divertida por todo lo que estaba ocurriendo, Penélope miro a su padre.

—Vamos

Asintiendo, padre e hija miran al resto, quienes dejan de pelear para comenzar su camino a lo que sería uno de los juicios más escandalosos de la historia de Eorka.



Penélope toma aire, respira tres veces y después mira a su padre. Es hora de que ingresen al lugar donde se hará todo el juicio y si todo salía como se esperaba, ella estaría con su padre de una buena vez.

—Respira varias veces— ordena su padre, y le dedica una suave sonrisa —Eres una Robane, ¿Recuerdas?

—Si— susurra, cierra los ojos y respira una ultima vez, cuando los vuelve abrir, el suave velo que lleva cubre parcialmente su cara, sabiendo que nadie sabe cuando esta o no nerviosa, mira a los guardias que estaban del lado del príncipe. —Estoy lista 

Cuando la puerta se abre, Penélope siente que hay una luz demasiado resplandeciente en el interior y escucha la voz de un hombre adulta.

—Ingresando, Penélope Eckhart, junto a su guardián Sir. Félix Robane — dicen, los nervios la consume, pero no dice nada más 

Cuando ingresa al lugar, los sonidos de sorpresa que todos hacen llaman su atención. La mirada de todos los presentes están sobre ellos, pero a ninguno le preocupa, a ninguno le importa, porque saben que esto saldrá a su favor. 

La había querido esposar tanto de sus manos como de sus piernas, los había reconocido como los perros falderos de la reina, pero terminaron esposados y golpeados, ellos. La iban a juzgar en las salas de reuniones, donde solamente podían ingresar nobles de alto rango.

«Si hubiera querido matarlos, hubiera dejado que Callisto les cortara la cabeza» pensó para si misma Penélope, mientras llegaba al frente de la jueza y del emperador, quien no dejaba de mirarla, a su lado, el segundo príncipe.

—Gloria y bendiciones sobre el sol del imperio de Eorka, saludos a la segunda estrella de Eorka— dijo ella, recordando como ellos saludaban —Saludos a la jueza que hoy preside este juicio 

Penélope no lo sabía, pero la educación que había demostrado fue tan maravillosa que muchos quedaron enamorados, pero lo que si notó Penélope, fue que estaba el escudo que Gloria Kellyn había presumido tanto, los haría caer.

—Penélope— llamó una voz

El duque de Eckhart no podía creer lo que veía. Penélope, la niña huérfana que había llevado a su hogar estaba frente de él, vestida con perfectas telas que resaltaban su belleza, una belleza que apenas notaba, pero ella, ella no lo miraba, ella no se separaba de ese hombre que claramente tenía intensiones con su hija. Derrick por su parte, observaba a Penélope con el ceño fruncido, molesto de ver como la mano de esa chiquilla, se aferraba a la de aquel sujeto.

—Tomen asiento todos— ordeno la jueza, quien era una buena amiga del emperador, pero eso no lo tenían que saber los presentes —Se dará inició al juicio que la condesa Gloria Kellyn y su sequito ha solicitado contra... — su voz se detuvo cuando miro el papel y después a la jovencita de cabellos magenta —Penélope Claudette Eckhart

Félix apretó los puños. El nombre de que su esposa había escogido y el nombre de su mejor amigo; no sonaban para nada bien con el apellido «Eckhart».

—Señoría, el segundo nombre es...

—Correcto— expresó la jueza, sabiendo que primero tenía que soltar lo del nombre de la dama, tal y como se lo había dicho el emperador  —Los registros indican que la dama menciono sus nombres una vez y así fue registrada 

«¿Qué?» cuestionó Gilbert Eckhart, mientras miraba a su hija. ¿Cómo es que él no sabía aquello? Giro para verla, pero ella no le devolvía la mirada. 

—Con la situación que se ha previsto brevemente, y por los actos señalados, el represéntate legal de legal de este cargo serán el duque Roger Alpheus — miro al albino, quien asintió, ¿Motivo? No lo sabían a ciencia cierta —Levanten las manos la familia de los que planteen objeciones 

Varias persona alzaron la mano y Penélope sentía el mana de su padre volverse poco a poco violenta.

—Princesa Penélope, durante el transcurso del concurso de caza, a sido acusada y juzgada por asesinato, de un total de siete nobles, por el honor de las personas del imperio de Eorka, jura usted el juicio con total sinceridad — dice la jueza, mirándola —Recordando así que la piedra donde esta su mano, es una piedra modificada para decir la verdad y nada más que la verdad 

—Acepto...— dijo Penélope, Lucas ya le había explicado un poco más acerca de esa piedra, misma que se ocupaban en juicios donde los testigos eran asesinados o gravemente heridos —Siempre y cuando a las personas que yo misma menciones, también sean interrogadas

—¡Que atrevimiento!— exclamó de pronto alguien entre la multitud  —¿Cómo te atreves?

—Me atrevo, como Gloria Kellyn se atrevió a agredir a la princesa Jeannette— sentenció Penélope, sin molestarse en mirar quien había sido el que hablo 

Varios murmullos se escucharon.

—Aceptado— sentenció la jueza —Bien, hay evidencia de todo lo que paso gracias a unas piedras de mana que estaban en el broche de la princesa y del príncipe heredero, así que después de los testimonios de que se den, se revelara la evidencia 

—¡No puede hacer eso!— grito el marqués Allen 

—Podemos, no nos vamos a arriesgar que los mentirosos y criminales se salgan con la suya— expresó la jueza, haciendo que el rojo de la cara del marqués aumentara —Ahora, cállese y siéntese

Penélope miro al vizconde que estaba frente de ella. Tenía el cabello anaranjado y los ojos verdosos, tenía varias vendas y parches, y aunque fingiera estar herido, se podría notar que todo era una farsa. 

—El día de ayer, siete personas, incluido Gaboil y yo nos reunimos para adentrarnos en la profundidad del bosque, justamente en la zona marcada con el listón dorado para atrapar al oso y afortunadamente nos encontramos con uno  — dijo el peli-naranja , sin saber que los siete nombres que él mencionaba ya estaban siendo 'interrogados' por Sebastián y Emily, siendo la primera lección de la pequeña castaña —Tras una agitada lucha con el oso, estábamos a punto de tener el éxito en la caza. Fue de repente que la señorita Penélope apareció con su ballesta y nos apunto con la misma 

—¿Una ballesta?— cuestionó Roger, mirando al hombre 

—Si, una ballesta, ¿Por qué?— pregunto groseramente el hombre 

—Simple curiosidad, siga — sonríe Roger, una sonrisa que Félix había visto en varias ocasiones

—Como decía, no sabía si nos estaba amenazando con entregarle la presa — dijo el hombre ganando susurros de las personas, quienes parecían quejarse de lo que se había dicho —Fue una presa que atrapamos primero por lo que trate de convencerla de buscar otro oso juntos, pero se mantuvo igual, y el barón Tullot se puso a discutir con la dama ?En es momento la señorita disparo sin dudar!

—¡Oh dios mío!
—¡Que salvaje!

—¡¿Cómo puede ser tan cruel?!— exclamó el Marques Allen, golpeando la mesa, mientras que el emperador se preguntaba si el hombre era idiota o qué

—¡Eso es!
—¡Eso es!

—En medio del pánico del momento, la princesa aprovecho para atacarnos. Todos terminamos gravemente heridos y perdimos la memoria — dijo el hombre, mientras se pasaba una de las manos por su cara, como si le doliera tan solo recordar. —Cuando recuperé la consciencia y abrí los ojos, ya me habían trasladado al campamento, pero mi amigo , el barón Tullot, él no fue encontrado y no sabemos donde esta 

«¿Acaso cree que mi hija a escondido un cadaver?» se cuestionó Félix, manteniendo su semblante serio «Es más probable que yo esconda un cadaver» pensaron Lucas, Anastacius, Roger y Félix

Penélope frunció el ceño. Ahí había varias consistencias, como por ejemplo lo de la ballesta, claramente Lucas había tenido su ballesta todo el tiempo, ella solamente había ocupado su arco y flechas. 

—Tengo una objeción— hablaron Derrick Eckhart y Roger al mismo tiempo

—Joven Duque Eckhart— llamó la jueza —Díganos que esta pasando 

—La ballesta de Penélope no tiene la finalidad de ser letal en lo absoluto. Es únicamente y eficiente para cazar animales pequeños y el tipo de magia que posee es para poder aturdirlos — expresó el propio Derrick, mientras que el hombre peli-naranja le miraba — Y entre sus efectos, causa perdida de memoria a corto plazo 

—Me alegra escuchar eso, joven duque, porque la ballesta de la señorita estuvo siempre en posesión de Sir. Lucas, quien se la pidió antes de la competencia de caza  — dijo Roger haciendo que muchos turnaran su vista de ella a Lucas —Me pregunto entonces, cómo es que recuerda tan detalladamente la situación

—Qué... esta diciendo, ¿Qué todo fue mentira?

—Es mentira, porque como dijo la jueza, hay evidencia que fue comprobada por todos los magos de este imperio, por el mago imperial de Obelia Sir. Lucas y por el propio príncipe heredero quien actualmente se encuentra en cama reposando la heridas que tuvo por los ataques de los asesinos — expresó Roger, notando como el mana de Félix parecía querer matar a todo el mundo —Y antes de que digan que ha sido una mentira, le he de recordar vizconde, que cuando un mago hace un juramento, este nunca puede mentir 

Los susurros de muchos se escucharon fuertemente, Caín Regulus estaba cada vez más emocionado.

—¡Eso no puede ser! ¡La magia para borrar la mente de las personas!¡Hay testigos de lo que paso con la princesa!— grito desesperado el hombre 

Las puertas del recinto se abrieron, Gloria Kellyn, la condesa Dorothea y el hermano de Kellyn ingresaron. El emperador apretó los puños, ¿Quién se había creído sobre de él para liberar al sujeto? Ya se las pagarían. Mientras tanto, la sonrisa que Gloria Kellyn le mando a Penélope, esta llena de burla.

—¡Es la diosa! Esa señorita es la diosa— dijo el hermano de Kellyn, mientras se dejaba caer de rodillas contra el suelo 

—¡Quédate quieto!— exclamó la mencionada, tratando de subir de nuevo a su prometido a la silla de ruedas, mientras que la condesa estaba horrorizada

Ayudaba por guardias, el Kellyn mayor quedo atado.

—...Dios, señorita Kellyn, hable por favor— pidió la jueza 

—En la fiesta de té, la señorita Eckhart nos apunto con la ballesta y nos amenazo, dijo que nos golpeaba nuestra memorias y estas se borrarían — dijo ella, mientras colocaba sus manos frente de ella —En esta fiesta de té, estábamos invitadas varias damas, incluyendo a la condesa Dorothea, ¿Verdad señora?

La condesa, quien llevaba un vestido azul pálido con holanes, cubrió su boca con la mano enguantada. 

—S-Sí, también lo escuche...

Félix sonrió, parecía que la desaparición del amante favorito de la condesa, la tenía nerviosa.

—Princesa Eckhart tiene alguna objeción o decir algo respecto a lo dicho— habló la jueza, viéndola

—Sí— asintió, dando un paso al frente, alzando la mano que contenía la piedra de mana que le obligaba a decir la verdad y solo la verdad —Condesa, usted y la señorita Kellyn, son unas víboras mentirosas — múltiples jadeos se escucharon en el recinto —Jamás amenace a nadie, di una advertencia cuando Gloria Kellyn se atrevió a alzar su mano contra Nette, pero a diferencia de ustedes, jamás dañe a nadie 

—¡Mientes!— exclamó Gloria, su rostro, tan duro como el de una mascara parecía mortificar a muchos 

—De ser así, no les molestara si llamamos a Nette,  ¿Verdad?— cuestionó Penélope —Oh a Lady Ari, quienes también estaban ahí 

—Adelante— dijo la jueza, tomando el papel y leyendo en voz alta —Pido la presencia de la princesa imperial, segunda estrella del imperio de Obelia, su alteza, la princesa Jeannette de Alger Obelia 

La conmoción del publico era grande, los presentes vieron como la niña que había sido agredida por Gloria Kellyn se acercaba al podio, vestida con un hermoso vestido negro y rojo, adornado con las joyas más hermosas del lugar, resaltando su belleza y en su cabeza, sujeta con fuerza, una corona se encontraba.

—E-Ella... E-Ella...— dijo la condesa, tan pálida como un muerto

—Su señoría, yo, segunda estrella del imperio de Obelia, haré algo mejor que contar lo que ocurrió en esa fiesta de té, se los mostrare — dijo Jeannette 

Con ayuda de su mana, la piedra que su broche portaba se activo, frente a todos, las grabaciones de ese momento fueron presentadas, las voces de todas las damas presentes comenzaron a ser identificadas y pronto, frente a todos ellos, la imagen de Gloria Kelly brincando salvajemente sobre Jeannette se hizo presente, así como el atrevimiento de la condesa Dorothea al lanzarle el té caliente a Penélope cuando esta trataba de alejar a las dos damas.

—¡Una advertencia Lady Kellyn, solo una! ¡Jeannette no es una dama normal como nosotras, ella es más y si usted vuelve a alzar su mano contra de ella, yo veré que el padre de esta niña lo sepa — sentenció Penélope en ese momento 

Todos vieron en ese momento como la propia Kellyn se burlaba de la de cabellos magenta llamándola «puta», «prostituta» y más sobre-nombres que estaban escandalizando a los presentes y que hacían que Félix quisiera ver sangre.

—Como puede ver su señoría, Penélope en ningún momento las amenazo, solo les dijo lo que pasaría como ella volviera hacerme algo y créame que mi padre solo esta esperando que este juicio termine para pedir sus cabezas por el atrevimiento que tuvieron al tocarme  — dijo Jeannette, su rostro frío, sin emociones, hacían temblar a más de uno, pues no estaba a la vista a la dulce niña que habían conocido 

—Por lo visto, la princesa Jeannette tiene todo grabado, y se puede ver claramente que en ningún momento amenace, solo protegía a la princesa tal y como me lo pidió el príncipe heredero durante la cena a la noche anterior de la competencia  — expresó Penélope disfrutando de la cara asustada de la condesa Dorothea —Aparte de que debo de señalar que el oso de están peleando, es mío, su majestad el príncipe heredero me ayudo a cortar su cabeza, y ambos la enviamos a donde estaba Sir. Lucas, quien sin temor a equivocarme a lo que escuche, la estuvo cargando por todos lados con una placa con mis iniciales, ¿No?

—Eso es correcto, muchos vimos al joven mago cargar la cabeza con él — asintió la jueza 

—Entonces, ¿Por qué razón la princesa Eckhart estaba sola con el príncipe heredero en el bosque?— interrogó el marqués Allen 

Penélope, quien llevaba su velo alzado, les presentó a muchos la imagen de sus mejillas sonrojadas, ya que ella se había acordado del beso que el imperial le había robado en esos momentos.

—Bueno... Yo... No se como decirlo— dijo ella apenada, sin atreverse a mirar a su padre por la vergüenza que sentía —El príncipe y yo nos reunimos en secreto.. porqué él y yo... — la tensión y atención estaban en el aire, todos querían saber que era lo que ella diría — Bueno, tenemos sentimientos por el otro

Las exclamaciones de sorpresa de todos fueron lo mejor para Penélope. La mirada furiosa de Gloria Kellyn era como la de una niña que le acababan de quitar algún dulce, mientras que la condesa Dorothea se volvía absolutamente pálida, claro que el emperador estaba divertido y emocionado, a diferencia de Óscar quien estaba muy pálido, más que nada por la sorpresa de que Jeannette fuera una princesa, pero lo que más llamo su atención, fue la de los Eckhart.

—¡¿Qué?!
—¡¿Qué dices?!
—¡Penélope E-Eckhart! ¡¿Que significa esto?!

—Su excelencia, silencio— pidió la jueza 

Oh, cuanto se estaba divirtiendo Penélope en esos momentos, pero claro, también estaba preocupada, su padre tenía un semblante serio.

—De ser así, ¿Cómo perdió el príncipe la consciencia?— interrogó el marqués Allen 

—¿Es idiota o se hace?— cuestiono fuertemente Anastacius, llamando la atención de muchos — Pero para aclarar, yo Anastacius de Alber Obelia, príncipe imperial de Obelia y padre de la Princesa Jeannette, confirmo que Obelia ofreció sus servicios para ubicar al príncipe y los encontramos nosotros junto al grupo de búsqueda del propio emperador, no es suyo, marqués

—Aparte de que encontramos esto— habló Félix, haciéndole una seña a uno de sus guardias  —La evidencia que encontró la princesa respecto a los asesinos y a las grabaciones 

—¡¿Qué?!— gritaron muchos
—¡No puede ser!

Frente a ellos, una nueva proyección empezó, donde los asesinos perseguían a los mencionados, donde Penélope sin reparo alguno, les había dado con las flechas, donde uno de ellos cuando los estaba atacando en el acantilado, se le cayó la máscara, revelando el rostro de Wilfredo Kellyn.

—¡Oh dios mío!
—¡La princesa es inocente!
—¡El culpable son los Kelly!

Los gritos de todos se mezclaban, pero a los Robane no les importaba, pues cuando mostraron la daga, vieron el adorno de Gloria Kellyn, mismo que fue confirmado por la condesa Dorothea. 

—¡Es mentira! ¡Ella lo robo de mi hermano!— grito de manera desesperada Gloria —¡Ella miente!

—Yo puedo aclarar eso— dijo una voz 

Frente a todos ellos, Callisto Regulus ingresaba, apoyado en el joven duque Ijekiel Alpheus y su mano derecha, Cedric Porter. Luciendo tan mal que a Penélope le daba pena el aspecto de Callisto, preocupándose de que le pasara algo malo por estar de pie y no descansando como debería de estarlo haciendo.

—¡Su alteza!— exclamó el marqués, ya esa un problema teniendo ahí al emperador, y ahora al príncipe heredero 

—Cállate— ordeno Callisto, mientras se ponía frente a la jueza, sus ojos rojos demostraban el disgusto que sentía por el hombre —Yo le diré todo lo que paso jueza, con todo lujo de detalle

Si bien, la presencia de Callisto era un milagro, los Obelianos supieron que era gracias a Lucas, talvez, él mismo había eliminado los rastros de sangre del imperial.

Callisto se tomo su tiempo para contar todo, aunque claro, se había saltado la parte donde el bastardo de hermoso cabello; le había besado, aunque no era algo que ella deseara que se supiera, ¡Su padre podría morirse! ¡O peor, matar a alguien! Mientras el hablaba, todos escuchaban atentamente, estaba más que claro que no esperaban la visita del rubio en esos momentos y habían estado tan confiados, que solitos cayeron.

—Esta claro que la princesa no es la verdadera culpable, por lo tanto, ordeno el encarcelamiento de los siete nobles, incluido el marqués Allen, el varón de Tullot, el conde Goyle, Lady Kellyn y la condesa Dorothea— expresó la jueza, mirando a los mencionados 

—¡No pueden hacer eso!
—¡Suéltenme!
—¡Asquerosos!

Gloria Kellyn miraba a Penélope, estaba claro que pensaba poder salirse con la suya, estaba más que claro que ella creía que por acorralar a la princesa, podría obtener más cosas, pero lo que nadie esperaba, era que cuando los iban arrastrando fuera del lugar, el emperador habló.

—Dejaran aquí a la condesa Dorothea y a Gloria Kellyn— dijo, mirando a las dos mujeres que habían sido arrodilladas frente de todos 

—¿Su majestad?— interrogó la jueza 

—Es no es el único juicio que se llevara a cabo— niega el emperador, sabía que era ahora o nunca, y ciertamente, no quería morir de estrés —Duque Robane 

Félix, da un paso al frente, bajo la mirada atenta de todos, sin los acusados a la vista y con solo las mujeres estando de rodillas frente de él, Félix habló.

—¡Yo, Duque Félix Robane, capitán del primer escuadrón del emperador y mano derecha del mismo, exijo un juicio hacía la custodia de mi hija perdida, las amenazas, burlas y gestos ofensivos, hacía Penélope Eckhart, realmente siendo esta la Penélope Claudette Robane de Tempes, futura duquesa Robane y quinta en la sucesión al trono de Tempes! — dijo Félix, mientras giraba para ver a donde estaban los Eckhart

—¡Concedido!— exclamaron, Caín, Callisto y la jueza, esta última golpeando su mazo con fuerza 

El juicio por la custodia de Penélope, apenas había comenzado. 









El vestido de Nelly, trate de hacer lo mejor describiéndolo, ya que no soy muy buena en eso, lo siento. 


¡Que comience el desmadre!

Pokraฤovat ve ฤtenรญ

Mohlo by se ti lรญbit

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