𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐓𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚

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En nueve días, hubieron muchos cambios en Eorka. 

La llegada de Orión de Tempes-Black  había causado un pequeño disturbio en la rutina de muchos. No solo por ser el temido por las guerras en las que había participado y la gente había muerto por estar en su camino, sino que también, por la caótica magia que podía ocupar. 

Penélope por su parte, había quedado fascinada con su tío. El hombre era de un carácter sumamente aterrador, pero al mismo tiempo, parecía comprenderle muy bien, aunque claro, el lugar el «tío favorito» parecía seguir perteneciendo a Claude, quien estaba alegre por eso. 

Su tío no solo tuvo la idea de darle a ella una pequeña «compensación» por haber faltado tantos años y no poder cuidarla, sino que también había ayudado a la familia de Lady Ari cuando la reina había apuntado hacía ellos, con el fin de que apoyaran al príncipe Óscar y como no había tenido buenos resultados, había comenzado a mandar a dañar las florerías que la familia Rossi poseía y cuando ella le había comentado a su familia lo que pasaba, bueno, la fracción del segundo príncipe había perdido a varios partidarios. 

En esos momentos, mientras estaba estudiando con ayuda de Athanasia y Jeannette, sus ojos grises se posaron en la carta escondida entre sus libros, una carta que le había llegado por parte de Reynold y ciertamente, no había querido abrir dicha carta. No es que tuviera miedo del contenido, sino que ya había recibido uno por parte del duque, donde le pedía que volviera al ducado, que serían una buena familia, pero ella ya no quería saber nada de ese lugar. 

—¿Nelly?— llaman de pronto y es la propia Athanasia quien esta frente de ella, llamando su atención.—La modista ha llegado para darnos nuestros vestidos para probárnoslos, vamos 

—¿Eh? Claro, vamos— sonríe Penélope 

Aun inmersa en sus pensamientos, Penélope sigue pensando en la carta que había llegado por parte de Reynold y se sentía frustrada. Sabía que estaba bien, pues parecía que él y Jeannette estaban intercambiando cartas y aunque había pasado nueve días, parecía que las cartas eran más de las esperadas, pero mientras que Reynold alias el «algodón de azúcar caduco» no hiciera nada malo, o estúpido hacía la pequeña Nette.

El palacio del príncipe heredero era aun más hermoso de lo que Penélope había podido estar recordando de esos días. Las hermosas joyas que habían sido devueltas a las manos de Callisto, brillaban de manera hermosa, y los adornos que habían pertenecido a la antigua emperatriz, estaban nuevamente donde correspondían. En las manos de Callisto. 

Caminando por los pasillos, pronto logra ver a John y a Eclipse, quienes estaban con una niña de cabellos marrones arenosos como los del segundo y vestía un bonito vestido sencillo, pero elegante, de falda color verde pálido y una hermosa camisa de holanes que le hacía ver tan pequeña y adorable ante la vista de Penélope.

—Saludos a sus altezas— saludaron a coro, dando una suave reverencia cada uno 

—Es un gusto verlos tan bien— sonrío Athanasia

—Es cierto— asintió Jeannette con calma 

Penélope por su parte, no tuvo que decir nada. Su guardia y amigo sabían que ella no era de muchas palabras, y no se sentían molestos, ni siquiera la hermana de Eclipse se sentía molesta, su hermano le había contado que la dama de cabellos magenta había sido tratada en el lugar donde se vio en la obligación de llamar hogar, y se sentía ofendida. ¿Quiénes se habían creído para tratar así a la dama? De solo pensarlo le molestaba.

—Hemos venido a ver los vestidos que han traído— hablo con calma Penélope —¿Han visto a Lucas e Ijekiel?

—Sir. Lucas fue ha 'hablar' con el conejo blanco— señalo John, para después mirar a Eclipse, como si estuviera verificando lo dicho y ganando una afirmación de él.— Y el joven duque Ijekiel esta con el príncipe Callisto, están terminando de ajustar las cosas para el baile de mañana 

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu