𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐓𝐫𝐞𝐬.

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Cuando el cochero llega al ducado Eckhart, espera un momento para ver que la dama baje, pero al ver que no es así, él mismo abre la puerta, teniendo la visión de su joven señorita durmiendo tranquilamente y siente paz.

John, ese era su nombre; él había ingresado al ducado hace un año y medio, y a diferencia de los demás; él no se había dejado llevar por los rumores que había acerca de la dama del ducado, para él, Penélope Eckhart era una niña que llenaban su falta de afecto con joyas, por eso; cada que podía, le entregaba una margarita de manera más sincera e inofensiva que podría haber, obteniendo como resultado unos ojos brillosos y alegres.

Tranquilo, pasa su mano por debajo de las múltiples capas de tela que resguardan las piernas de su señora y su otra mano en su espalda, logrando así cargarla y quedándose quieto un momento hasta que notó que su joven dama dejaba de moverse, talvez buscando una cómoda posición.

Sus pasos firmes pero tranquilos, lo guiaban hasta la enorme entrada donde la única que los recibió fue Emily, quien le lanzaba claras miradas interrogantes.

— Mi señora se ha quedado dormida en el carruaje — expresa John, logrando que Emily le mirara — No podía dejarla ahí sin más y no había nadie que me pudiera ayudar

— Comprendo — asiente la pequeña castaña pecosa — Gracias John

— Un placer Emily, la he de llevar a su habitación y posteriormente volveré por el joven duque —

John no espera nada más y comienza a seguir a Emily con tranquilidad, claro, hasta que se topan con el mayordomo, quien los observa y después a la dama en sus brazos.

— ¿Ahora qué hizo? — cuestiona el mayor, mirando con cansancio y frustración a Penélope, cosa que irrita a John y a Emily

—Mi señora se ha quedado dormida en el carruaje, el maestro Derrick sigue en la fiesta— expresa Emily, su voz sale tranquila, algo que no lograría John

—¿En serio? — dice bruscamente Pennel — ¿Por qué cada que esta niña esta cerca de alguien, hay problemas?

John solo puede presionar más el cuerpo de Penélope ha su pecho. Odia a Pennel, ese mayordomo no merecía estar tan siquiera cerca de Penélope, pues siempre había sido el que cubría las maldades de las otras sirvientas con la dama, y eso se lo había dicho Emily; y ahora lo confirmaba.

—Como sea, vamos Emily, tenemos que poner cómoda a la princesa del ducado — dijo John mientras seguía adelante — Al fin y al cabo, dudo que alguien se interés si la integridad de la dama es dañada o no, pero al duque si le importaría

Emily no dijo nada y siguió a su compañero, dejando al mayordomo ahí parado en el pasillo. John sabe que juega con fuego, pero se había prometido proteger a Penélope, costara lo que costara, por lo cual, no había ni dudado un poco cuando tuvo que hablar de esa manera, ni mucho menos, cuando tuvo que expresarse así.

Al llegar a la habitación de la dama, John la deja con cuidado en la cama, con el fin de que descansará y pudiera salir a buscar a su homenaje maestro. Mientras camina por los pasillos hacia las escaleras, se topa con el duque, quien lo mira.

—John, ¿Qué te trae por acá? — cuestiona el duque, observándolo y John aprovecha que el mayordomo no está

—Oh duque, verá la dama le dijo al joven duque que regresaba antes a la casa, pero cuando llegue, ella estaba dormida — señala con tranquilidad, para después poner una cara tímida —La he dejado en su habitación; pero nadie me quiso ayudar y el mayordomo insinuó que simplemente debí de despertarla y dejarla en la entrada de la mansión, temí que algo le pasara y la dama se viera profanada

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Where stories live. Discover now