Taehyung
¿Qué coño acaba de pasar?
Voy con Jungkook cogido del brazo, de camino al restaurante del hotel. Puedo sentir su interior y está tan confundido como yo. Por un lado, se siente arrepentido porque se ha dejado llevar, por otro, sabe que tampoco podemos hacer mucho más. Se escuda es que es nuestro deber. Lo que más le descoloca es que ha disfrutado y eso se escapa a su capacidad de comprensión.
Como a mí.
Mientras caminamos fingiendo una serenidad que no tenemos, puedo leer el pensamiento de todas las personas con las que nos cruzamos. Nos miran sorprendidos de que dos hombres como nosotros seamos tan obvios, yendo juntos. También puedo sentir su envidia. Miro a mi marido. Jungkook es simplemente un monumento. Lleva un pantalón de pinzas y un polo. Ambas prendas se ajustan a su perfecto cuerpo y trago porque no puedo negarlo, él es muy mi estilo. Decido bloquear mi mente de todo este ruido que llega a mi mente. No son lo que estoy buscando.
Cuando llegamos al comedor, un hombre joven nos pide el nombre y nos acompaña a una pequeña mesita que hay en la terraza desde la cual se pueden oír romperse las olas del mar. Cierro los ojos, aspire el intenso olor a mar y me vacío. Tengo que centrarme en el Sr. Lee. Respirando lentamente, bajo mi frecuencia cardíaca. Aún estoy con los ojos cerrados, cuando siento que Jungkook acaricia una de mis manos, que tengo apoyadas sobre el precioso mantel de lino, color hueso. Doy un respingo al ver genuina preocupación en sus ojos. Asiento despacio, sonriendo con cansancio. Me mira curioso y puedo sentir lo mucho que le cuesta creer en mi don.
Pero lo intenta.
Enseguida, el camarero nos pide la comanda. Los dos decidimos cenar langosta. Está deliciosa. El sommelier nos recomienda maridarla con un vino blanco que está realmente fresco. Durante la cena, Jungkook y yo hacemos planes para los siguientes días: snorkel, quads, senderismo... Ambos muy cuidadosos en no preguntarnos cosas que suenen raras en un matrimonio. Charlamos mientras entrelazamos nuestras manos sobre la mesa y ante los ojos de cualquiera somos una pareja más, en su viaje de novios.
Después de cenar, Jungkook me propone ir a la discoteca del resort. Nos sentamos en uno de los preciosos sofás de piel que hay y pedimos dos gin-tonics. Hay un DJ pinchando música. La melodiosa voz de Sam Smith me tienta. Me muero por salir a la pista a bailar, pero no me atrevo a proponérselo a mi marido. Le miro de reojo y entonces es cuando veo que tiene la mirada clavada en las dos Barbies. Las mira con deseo, pero puedo sentir que no le agradan. Sonrío internamente y me pregunto si él será 100% gay.
- Voy a pedir un par de copas más, ¿te parece? - me dice sin mirarme a la cara.
Tengo que reconocer que lo hace bien. Se levanta y le veo ir hacia ellas, que están en la barra, tonteando con el camarero. Jungkook tiene un magnetismo que hace que todo el mundo que le mira, gravite a su alrededor sin darse cuenta. Su espalda, ancha, se marca perfectamente con ese polo que lleva. Y sus muslos... si volvemos a tener que hacer algo indecoroso, me voy a dar el lujo de acariciar esos fuertes muslos.
Cuando llega hasta ellas, las dos le saludan toqueteándole el pecho. Resoplo porque odio a la gente así. Las dos me miran sin disimilo alguno y me pregunto qué le habrá contado Jungkook sobre mí.
El DJ pincha una canción de Lady Gaga y las dos hienas arrastran a Jungkook a la pista de baile. Yo les miro y pongo un puchero en los labios por si alguien está observándome. Jungkook baila con ambas mujeres y evita mirarme. Está haciendo muy buen papel porque se ha olvidado completamente de mí.
Cuando termino mi copa, me levanto y estoy dispuesto a marcharme sin mirar atrás, fingiendo enfado y decepción.
- ¿Ya se marcha? - me pregunta alguien.
Levanto la vista del suelo y entonces le veo. Sentado en otro de los sofás está él.
El Sr. Lee.
- La noche aún es joven, querido - me dice con voz paternal. - Sí, yo también soy coreano - me dice al ver mi cara de estupor.
- Estoy cansado - digo con voz triste.
- ¿El que su acompañante le haya abandonado no tendrá nada que ver con sus ganas de huir? - me pregunta directamente y yo frunzo el ceño por su atrevimiento. Sigo caminando, pero su voz me llama de nuevo. - Perdone a este pobre viejo, joven - me giro para mirarle. - Ne he podido evitar ver lo mucho que le ha afectado. - No digo nada y estrecho mis manos, fingiendo incomodidad. - ¿Le gustaría acompañarme? - me dice señalando el sofá donde estaba sentado.
- Yo... se lo agradezco señor... - tartamudeo.
- Sr. Lee - me tiende la mano para que se la estreche.
- Encantado. Yo soy Wang Taehyung - le doy una reverencia respetuosa. - Le agradezco mucho la invitación, Sr. Lee, pero prefiero irme a dormir ya - le doy un apretón.
- Hace una noche preciosa, Taehyung. Consiente a este pobre viejo y toma una copa conmigo - me pide. - Espero que no te importe que te tutee.
Niego tímidamente. Agarro mis manos, fingiendo nervios e indecisión. De manera dramática, cierro los ojos y acabo accediendo. Me siento a su lado. El Sr. Lee levanta una mano y un camarero viene de manera inmediata.
- ¿Qué te gustaría beber, Taehyung?
- Un gin-tonic por favor.
- Para mí, un whisky, Maurice - le pide al chico, que se marcha en cuanto tiene la comanda. - Te contaré un secreto querido - me dice agarrando una de mis manos. - El Hotel es mío, pero por favor, no se lo digas el resto de huéspedes. Me gusta pasearme por el hotel como si fuera un cliente más.
- No se preocupe, Sr. Lee, su secreto está a salvo conmigo - digo con confianza y el hombre ríe.
Su aura no es mala. Estoy junto a él, puedo sentirle, y su conciencia está tranquila. Me tengo que recordar a mí mismo que este hombre es un peligro, aunque sospecho que ni él mismo es consciente de ello.
- Cuéntame tu historia, Taehyung - me pide mirando a Jungkook, que está bailando con las Barbies.
Yo también le miro y dejo escapar un pequeño suspiro para darle dramatismo a mi historia. Miro a mi nuevo amigo, entrecerrando los ojos, como sopesando hasta dónde puedo contarle. El Sr. Lee me sonríe paciente y palmea mi mano para infundirme valor.
- Me casé con el amor de mi vida - miro directamente a Jungkook. - Mi corazón sólo late por él, pero el suyo no es tan fiel como el mío - me encojo como si de repente sintiera frío. - Este viaje, se supone que es nuestra Luna de Miel, ya que por trabajo no la pudimos hacer antes. La idea era renovar nuestros votos en su precioso hotel... - dejo la frase a medio terminar porque el camarero nos trae las bebidas.
- Entiendo - dice con pena. - Esto va a sonarte raro, querido, pero tengo la capacidad de poder leer bien a las personas y lo que yo creo es que tu esposo está tan acostumbrado a que tú le adores, que no tiene la necesidad de pelear por tu amor, porque tú se lo regalas.
- ¿No se supone que es lo normal entre dos personas que se quieren? - le digo a la defensiva. - ¿No es esa la razón por la que nos casamos? ¿Para amarnos toda la vida? - razono con vehemencia.
- ¡Oh! Querido, por favor, no te enfades. No era mi intención importunarte. Lo único que quería sugerirte es que, quizás, deberías mostrarle que tú también puedes tener a otras personas.
- Yo sólo le quiero a él - digo cansado.
- Pero eso sólo lo sabemos tú y yo, Taehyung - sonríe, malicioso. - Creo que tu esposo necesita comprender que eres una preciosidad y que cualquier hombre estaría desenado cortejarte.
- Por favor, Sr. Lee - finjo sonrojarme y dejo escapar una risa suave por lo que acaba de decirme.
- Lo digo completamente en serio, querido niño. ¿Te gusta bailar? - me pregunta de pronto.
- Me gusta mucho - admito.
- ¿Me permitirías hacer un pequeño experimento? - me dice mirando de reojo a mi marido.
- Eh... - dudo.
- Consiente a este pobre hombre - me pide divertido y yo asiento.
Lee levanta la mano y en menos de 30 segundos, un hombre de unos 50 años de aproxima a nosotros.
- Dígame, Sr. Lee - se acerca a su jefe.
- Por favor, pídele a Seojoon que venga.
El señor se va tal cual ha venido. Me sorprende lo educado que es con todo su personal y me tengo que recordar que es un hijo de puta redomado.
Seguimos charlando y no puedo decir que me caiga mal. Es muy paternalista conmigo, y parece tener genuina preocupación por mí. Estoy completamente absorto en cómo me está contando que decidió comprar este hotel, porqué se enamoró de su playa, cuando siento un aura poderosa entrar en mi radar. Levando la vista y veo a un hombre de unos 30 años acercarse a nosotros con paso decidido. Es alto, delgado y elegante. Coreano sin duda, por ese pelo moreno que lleva repeinado hacia un lado. Me recuerda a Jungkook. Lleva un elegante traje negro que se ajusta a su cuerpo como un guante, con camisa y corbata también negros. Es guapo y el muy cabrón lo sabe. Desde que su mirada se posa en mí, sonríe como un lobo.
- Buenas noches Sr. Lee - saluda con una reverencia.
- Park Seojoon, permíteme que te presente a mi nuevo amigo, Wang Taehyung - se dice mientras se levanta y yo le imito antes de hacer una reverencia. - ¿No te parece completamente delicioso? - dice el anciano viajando su mirada entre los dos.
- Un placer, Sr. Wang - me dice Seojoon haciéndome una reverencia que le devuelvo.
- El placer es mío - le digo tendiéndole la mano.
Para mi sorpresa, Park Seojoon tira de mí, quedando nuestras caras muy juntas.
- Te aseguro que el placer es mío - me susurra guiñándome un ojo.
El Sr. Lee toma asiento y nosotros le seguimos. El aura de Seojoon es poderosa, avasallante. Puedo sentir lo mucho que le gusto. Tiene pensamientos pecaminosos conmigo y eso que acaba de conocerme. Le miro bien y con lo guapo que es, no puedo evitar sentirme alagado. Pero hay algo más. Park Seojoon es oscuro. Su alma es tan negra como sus ojos. Aún no puedo saber si es bueno o malo, pero todo lo que está pensando me asfixia. Su cerebro trabaja deprisa, lo controla todo y entonces comprendo que es el jefe de seguridad del Sr. Lee.
Durante un rato, charlamos de cosas triviales. Seojoon tiene un agudo sentido del humor y se nota que le tiene mucha confianza al Sr. Lee por cómo le trata.
- Seojoon, ¿ves a aquel muchacho que viste el polo azul oscuro? - dice señalando en dirección a mi marido.
- ¿El que está bailando con esas dos Barbies recauchutadas? - dice levantando una ceja y no puedo reprimir una carcajada.
- Sí, ese mismo. Pues es el marido de Taehyung - asiente Lee.
- Vaya, lo siento - me dice Seojoon sin ningún sentimiento de pena.
- No seas malo, Seojoon. Taehyung es un romántico empedernido y está enamorado de su esposo. Pero este tiene un sentido de la lealtad un poco difuso... - Seojoon y yo no podemos evitar reír por el comentario.
Entonces, sin decir nada más, Seojoon se pone en pie y me tiende una mano, que miro aturdido, pues no sé qué pretende.
- ¿Bailas? - su sonrisa se amplifica.
Miro de reojo a Jungkook y finjo que verle tan entretenido con esas dos, me molesta. Así que vuelvo la mirada a Seojoon, le tomo la mano y me pongo en pie. En cuando estoy junto a él, coloca la mano en el límite de mi cintura, antes de posarla en mi trasero y me guía a la pista de baile cuando empieza a sonar Hotter than Hell de Dua Lipa.
Me encanta.