Cúrame ▪︎ MISHO AMOLI

By chiarasmt

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**TRES PARTES JUNTAS** Primera parte: "Cúrame" - Terminada Segunda parte: "Ódiame" - Terminada Tercera parte... More

PRIMERA PARTE: CÚRAME - Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21 🔥
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
EPÍLOGO
SEGUNDA PARTE: ÓDIAME - Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8 🔥
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 🔥
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo
TERCERA PARTE: MÁTAME - Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 3

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By chiarasmt

...Supuse que ya no querrías saber más na de to' lo nuestro, supuse que no importaría que no hiciera más nunca más lo correcto por eso ni contesto
porque hiciste dejarme la piel

...

dijimos que pa' to' la vida, dijimos que en lo malo y bueno. Dijimos y to lo que dijimos se quedó en cosas que nunca ocurrieron...

🪐

- Que sepas que esto no me hace ni puta gracia -miré a mi hermano antes de salir del ascensor con todas sus maletas -. Debo de haber sido una persona horrible en otra vida -dramaticé.

- No seas dramas Gal, mamá quiere tenerme vigilado. Solo es un mes hasta que vuelva a Villarreal -Biel sacó las últimas cajas del ascensor.

- ¿Un mes? Ojalá fuera un mes. Te voy a tener que soportar los otros tres años de carrera. Mamá no se fía de ti, te acaban de echar del piso. ¡¿Tú lo ves normal?! -grité perdiendo los papeles.

- Bueno, tranquilita. No me grites que pareces mamá. Con una bronca ya tengo bastante -se apoyó en la pared y yo suspiré.

Saqué las llaves del bolsillo trasero de los pantalones y abrí la puerta del piso. Con su ayuda metí todo dentro y le dejé a él solo para que se organizará. Biel se mudó en septiembre con un amigo a Barcelona. Empezó la carrera y aunque estuviera viviendo en la misma ciudad que yo, apenas lo veía. Él hacía su vida y yo la mía, de vez en cuando algún fin de semana quedábamos, sobre todo cuando Estela subía. Pero todo cambió cuando lo echaron del piso, a él y a su amigo. Mi madre se cabreó tanto que la única opción viable que contempló fue metérmelo en casa. Tenía espacio suficiente, vivía en un ático y por suerte era bastante grande. Mi gran inconveniente fue que no me gustaba compartir piso, vivía muy bien sola y la convivencia se me hacía cuesta arriba.

- ¿Qué hay de cenar? -preguntó él desde su habitación.

- Lo que te hagas, yo he quedado -dije con desgana dejándome caer en el sofá.

- ¿No vas a cenar con tu hermano el día de tu cumpleaños? -se hizo el ofendido.

- ¿Quieres venir? -me giré para mirarlo, Biel arrugó la nariz y negó con la cabeza -. Entonces, ¿para qué preguntas?

- Para hacerte sentirte mal -se burló.

- Tranquilo, estoy curada de espanto -agarré la carpeta que había sobre la mesa y la abrí para darles el visto bueno a los dibujos.

Un mes antes Misho me pidió que le dibujara algo especial para tatuarse, quería tener a su amigo presente y aunque al principio me negué, finalmente acepté. Tardé demasiado porque apenas tenía tiempo y apenas lo veía. Se podría decir que nos llevábamos bien, pero tampoco era una relación más allá de cuatro palabras mal dichas. Nos saludábamos y poco más.

Miré los bocetos esperando una señal que me hiciera levantarme del sofá e ir a tocarle la puerta. Sabía que estaba aquí, antes de irme al instituto lo escuché hablar con Javi. Cada vez venía más, cada semana estaba aquí y a mí eso me alteró un poco. Me acostumbré a estar sin él, fue más fácil pasar página porque él no estaba presente.

Sé a ciencia cierta que si Misho hubiera estado aquí, jamás habría dado el paso con Álvaro. Lo había superado, o al menos eso me gustaba pensar, pero cuando lo volví a ver sentí que mi corazón contradijo a la razón. Al mirarlo a los ojos todo volvió y me paralicé por unos segundos recordando todos los momentos buenos que pasamos juntos. Lo malo apenas me afectaba, nunca fui de guardar rencor a las personas, me costaba, pero una vez que olvidaba todo me era indiferente. Con él fue extraño porque aunque no pudiera olvidarlo del todo aprendí a vivir con su recuerdo como una persona que me ayudó cuando más falta me hacía.

- ¡Biel! -grité para llamar su atención -. Ahora vengo -agarré la carpeta y me levanté del sofá.

- ¿Quiénes vais a cenar? -se paró en el umbral de la puerta.

Alcé una ceja y examiné la expresión facial de mi hermano. Se puso nervioso, como si ir a esa cena fuera a condicionarlo en algún ámbito de su vida.

- ¿Por qué lo preguntas? -me crucé de brazos y lo miré con picardía, él se aclaró la voz y me miró nervioso.

- Porqué no sería ético que yo, el mejor hermano del mundo, no vaya a tu cumpleaños -asentí con la cabeza, mientras él intentaba disimular.

- No te vas a ligar a la hermana de Aina, que lo sepas.

- ¡¿Cómo lo sabes?! -exclamó él a la defensiva.

- Porqué yo lo sé todo, venga deja eso para otro momento. Arréglate que te vienes -dije dándome la vuelta y caminando hacia la puerta.

- ¡¿De verdad?! -no pudo disimular la emoción -. Eres la mejor, Gal.

- Lo de Meritxell lo vamos viendo -dije alzando el dedo índice -. No la agobies, no hay nada peor que un tío pesado y tú eres pesado. Y si realmente está interesado en ella deja de seguir a todas esas tías en Instagram.

- No te entiendo -se cruzó de brazos.

- Es repulsivo -hice una mueca de asco -. Los tíos que seguís a trescientas mil tías en Instagram que no conocéis y que las seguís solamente porque están buenas no sois de fiar.

- Gala...

- No quiero que me debatas, solamente te estoy aconsejando. Haz lo que te dé la gana, yo ya te lo he advertido -caminé hacia la puerta.

- ¿A dónde vas? -preguntó en cuanto abrí la puerta.

- A darle una cosa a Marga -mentí -. Enseguida vuelvo, si te tienes que duchar hazlo, que cuando vuelva vamos a ir a contrarreloj.

- Pues no te entretengas que a esa señora le gusta mucho hablar -me advirtió, asentí con la cabeza y abandoné mi casa.

Caminé los veinte pasos exactos que separaban su puerta de la mía y toqué al timbre. Miré hacia ambos lados, algo nerviosa. Misho no tardó en abrir la puerta, sonreí en cuanto lo vi y le tendí la carpeta.

- Aquí tienes, si no te convencen dímelo e intento mejorarlos -me atreví a mirarlo a los ojos, él sonrió.

- Gracias y no te preocupes, seguro que me encantan. Espera un segundo -dijo antes de que pudiera hablar.

Se perdió por el pasillo dejándome sola durante unos minutos. Se hizo eterna la espera, quizás pasaron dos minutos, pero fueron larguísimos. El búlgaro apareció con una bolsa sobre las manos y fruncí el ceño al ver que era para mí.

- Y, ¿esto? -pregunté extrañada.

- Un regalo -evitó mirarme mientras se aclaraba la voz -. Es tu cumple, ¿no?

Apreté los labios reprimiendo la sonrisa. Se acordó y aunque parezca una tontería me hizo muy feliz saber que no se había olvidado de mi cumpleaños. Durante muchos años aquel día lo sentí como uno más, nada especial que celebrar. No me hacía especial ilusión, disfrutaba muchísimo más celebrando el cumpleaños de mis seres queridos antes que el mío. Que se acordara hizo que aquel día mereciera la pena, sin saberlo me dio el mejor de los regalos, me dio exactamente igual todo lo material, él se acordó y con eso me bastó.

- Sí, no tenías por qué -lo miré mientras sostenía la bolsa con las manos.

- Felicidades -sus ojos penetraron los míos dejándome sin aliento, se acercó a mí, consiguiendo que mi respiración se volviera irregular y me dio dos besos.

- Gracias -respiré hondo al sentir como mi cuerpo volvía a reaccionar ante su presencia. Por mucho tiempo que hubiera pasado él seguía causando lo mismo en mí -. Después de cenar vamos a ir de fiesta a alguna discoteca o a algún pub, todavía no sabemos a cuál, por si os queréis venir -dije intentando que no me temblara la voz.

- Vale, se lo comento a estos y te digo.

- Genial.

- Págate unos chupitos o algo -bromeó en cuanto hice el amago de irme.

- Ya veremos, Mihail. Hace mil que no bebo -confesé.

- Te has vuelto una chica sana, no te reconozco -vaciló en ese maldito tono de voz que tan loca que me volvía.

- Han cambiado muchas cosas en mi vida durante estos meses -abrí los ojos, él se rió.

- Ya veo ya. Me tienes que poner al día, entonces.

- Esta noche mismamente, si al final vienes, claro.

- Si va Alvarito lo veo complicado -empleó un tono de voz que lo dejo en evidencia, estaba celoso.

- Álvaro no viene, trabaja.

Horas más tarde

- Me voy a salir fuera, me estoy agobiando -le dije a Cata, ella levantó el pulgar y siguió hablando con un tío que se acababa de encontrar y que aparentemente conocía de algo.

Salir de aquel antro no fue tarea fácil, la multitud me agobió, me costó hacerme un hueco entre todas las personas que bailaban en la pista. Conseguí salir a la calle, la brisa nocturna me azotó con fuerza despejándome por completo. Me llevé la mano a la tripa y sentí como un arcada ascendía por mi cuerpo. Cerré los ojos, intentando aguantar la compostura y rezando para que no hubiera ningún conocido cerca. Caminé hasta la acera de enfrente y me senté en el bordillo, abrí la botella de agua, bebí un poco y me eché agua en la nuca. Sentía que todo me estaba dando vueltas.

- ¿No decías que no bebías? -apareció de la nada, alcé la mirada y su gran envergadura me tapó la luz.

- No estoy para bromas -dije apartando la mirada, evitando cualquier contacto visual -. No he bebido esta noche -me excusé -. No me encuentro bien, algo me ha sentado mal en la cena.

- A lo mejor has comido algo que no puedes -se agachó quedando a mi altura, me agarró de la barbilla y me obligó a mirarle a los ojos.

- Quítate de ahí si no quieres que te pote encima -sentí de nuevo otra arcada.

- Que romántico eso que me has dicho, para ser nuestra primera cita no está mal -vaciló.

- No estoy para gilipolleces, Mihail. Te lo estoy diciendo en serio, no me encuentro bien -le di un ligero empujón para apartarlo de encima.

Giré la cara sintiendo unas ganas inmensas de vomitar. Misho se colocó detrás de mí y me aguantó el pelo mientras yo me vaciaba. Sentí una vergüenza extrema, nunca antes había vomitado en público, me sentí expuesta y lo peor de todo fue que no bebí absolutamente nada. Me pasé la noche mirando como mis amigas disfrutaban y yo me quedaba rezagada en un segundo plano imaginando que mi vida era normal. Pero la realidad era muy distinta a lo que yo imaginaba, mi novio mandándome mensajes súper bonitos mientras que yo no podía dejar de mirar al que pudo ser mi novio y no lo fue.

- ¿Me llevas a casa? -le pedí.

- Sí, un momento -me quitó el bolso de las manos y sacó un pañuelo de papel.

Misho clavó sus ojos sobre los míos y con muchísima delicadeza pasó el pañuelo por mi boca. Bajé la mirada avergonzada. Se portó de diez aquella noche, aunque siempre tuvo que tirar pullitas o incluso bromear, y aunque me negué a aceptarlo, consiguió hacerme reír en un momento donde solo quise desaparecer.

- Mejor nos vamos a urgencias, estás muy pálida -colocó su mano en mi frente y frunció el ceño -. Y seguramente tengas fiebre.

- Vaya mierda de cumpleaños -suspiré colocándome bien el bolso.

- Técnicamente ya ha pasado -marcaban las cuatro y media de la madrugada, efectivamente mi cumpleaños ya había pasado -. Anda sube al coche -lo miré mal antes de abrir la puerta.

Nos montamos en su coche, cerré los ojos durante todo el trayecto. El silencio se apoderó de nosotros, su mano se movió inquieta, sin saber muy bien qué hacer. La de veces que estuvo pegada a mi pierna mientras conducía que se hizo raro no sentir su tacto en aquel momento. La adrenalina de estar a solas con él inundó mi cuerpo, el deseo se perdió por cada recodo de mi piel. Se volvió una tentación, una de esas que ya has probado y todo se incrementa. Apenas podía aguantarle el contacto visual, era mirarlo a los ojos y recordar cada momento a su lado, todo lo bueno aparecía y desaparecía en cuanto lo malo hacía sombra.

- ¿Te ha gustado el regalo? -preguntó en cuanto se paró en un semáforo.

- Te odio -respondí sin abrir los ojos -. ¿Cómo se te ocurre regalarme el bolso? Vale una pasta y ya casi que me había olvidado -me crucé de brazos.

- Lo querías -dijo tajante -. Y tú no te lo ibas a comprar. Dedicas demasiado tiempo a los demás, te olvidas de cuidarte a ti.

- Eso no es excusa -me quejé -. Si no me lo compré fue porque vi más importantes otras cosas.

- Te he dado el capricho, te mereces que te mimen un poco y yo no supe hacerlo en el momento que tocaba -sentí como el coche volvía a ponerse en marcha.

- Pues llegas tarde -dejé caer, escuché como murmuraba algo, pero no logré identificar que.

De nuevo reinó el silencio hasta llegar al centro de salud. Nos bajamos del coche y caminamos en silencio hasta la entrada. Me agobié solo de pensar en todo lo que se me iba a venir a la cabeza tras haber estado pasando tanto tiempo con él.

- Pasad a la sala de espera -me dijo aquel hombre en cuanto terminé de explicarle los síntomas que tenía.

- Cuanta gente hay -murmuré.

- Que mala suerte tienes, cuanto más gente haya más tiempo tienes que pasar conmigo -rodé los ojos mientras él reía.

- No eres gracioso -caminé hasta las sillas libres y me senté. Él se sentó a mi lado y cerré los ojos apoyándome en su brazo -. ¿Le puedes mandar un mensaje a mi hermano? -le di mi móvil, me lo quitó de las manos y al cabo de unos segundos me lo devolvió -. Gracias -murmuré.

- Nada -de aclaró la voz.

Su mano se perdió en mi pelo y comenzó a acariciarlo mientras yo luchaba contra mí misma. No quise ilusionarme, pero con él todo era tontería, sentía que cuanto más tiempo pasaba a su lado, todo lo que sentí una vez volvía. Quise pensar que igual podríamos llegar a ser buenos amigos, teníamos gente en común y por suerte o por desgracia coincidíamos bastante, éramos vecinos y a Nil se le escapó que a la larga querían mudarse a Barcelona.

- ¿Cómo llevas los entrenos? -pregunté en un intento de no matar el ambiente.

- Bastante bien -me despegué de su brazo y lo vi sonreír -. Siento que esta vez va a ser la mía.

- Esta Velada es la tuya, Mihail -sonreí -. El tiempo te lo debe.

- ¿Vendrás?

- Si me invitas, claro que iré -me miró perdiendo la mirada, me colocó el pelo detrás de la oreja y sus labios se curvaron ligeramente hacia arriba.

- Tú no necesitas invitación -tosió nervioso -. Siempre estás ahí a pesar de todo.

...

Perdonad si hay algún error en el capítulo de hoy, ayer me hicieron unas pruebas para detectar posibles alergias que me están causando eccemas en la piel y hoy no me encuentro muy bien debido a los parches que me han puesto en la piel. En cualquier caso, cuando me encuentre mejor, volveré a corregirlo.

Espero que os haya gustado el capítulo, si es así votad el capítulo y comentad lo que queráis. Estoy aprovechando esta semana para actualizar más seguido, ya que la semana que viene, el lunes más específicamente, comienzo la uni y me quita mucho tiempo de mi vida (y supongo que más este año que es el último). Así que me encantaría ver mucho apoyo, para volver a recuperar un poquito la motivación para seguir publicando capítulos. Muchísimas gracias por leer esta historia 🥰

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