🎸 𝑷𝑼𝑵𝑲 𝑻𝑨𝑪𝑻𝑰𝑪𝑺 ||...

Door haruwtf_

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- Soy un año mayor que tú punk, no me hables de experiencias. - Y yo llevo siendo Spiderman 2 años más que tú... Meer

Holi
Prólogo
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Door haruwtf_

— Cariño, ¿te encuentras bien? —mi padre se detuvo y me observó— Estás paliducha...

¿Era mi padre consciente de a quién tenía trabajando en su empresa?

— Sí, sí. No es nada. —él me sonrió con dulzura— Clase de gimnasia, solo estoy algo cansada.

— ¿Quieres un vasito de agua?

— No, no... —me senté en una silla frente a su escritorio y observé una fotografía sobre la mesa— Bueno, mejor tráeme agua por favor.

Él me sonrió y salió de la oficina. Observé la foto de nuevo, mi padre, otro hombre y el alcalde estaban dándose un abrazo de colegas.

Me negaba a admitir que Wilson Fisk y Norman Osborn eran amigos de mi padre.

Miré hacia la puerta que estaba cerrándose. Un cosquilleó me obligó a levantarme de la silla y observar toda la sala con detalle.

Por suerte no había cámaras por ningún lado.

Kingping y El Duende Verde tenían el propósito de acabar con Spidermoon.

¿Mi padre sabía quiénes eran ellos en realidad?

— Por favor, —di un leve suspiro— dime que no es verdad...

Me acerqué al cajón principal y lo abrí, había muchos papeles.

Ojeé un poco por encima hasta que vi una carpeta con el título "Spidermoon". Mi corazón empezó a latir deprisa.

¿Mi padre estaba en mi contra?

El sentido arácnido retumbó en mi cabeza avisándome de peligro.

Cogí la carpeta lo más rápido que pude y la metí en mi mochila. Casi volando me senté en la silla en la que estaba anteriormente.

La puerta se abrió y mi padre entró con dos vasos de agua en las manos.

Mi corazón dio un vuelco al recordar que no había cerrado el cajón.

— Aquí traigo el agua cielo. Bien fresquita y potable para ti. —según se iba acercando mis nervios incrementaban.

Mis ojos viajaron desde el cajón que podía observar desde mi lugar, a mi padre y viceversa.

— Gracias papá. —él dejó los vasos en la mesa y se dirigió a su asiento cuando la puerta de la oficina se abrió de par en par.

No lo pensé mucho y cuando mi padre giró toda su atención al nuevo presente, deslicé la mano bajo la mesa y lancé una telaraña atrayendo el cajón hacia mi, cerrándolo a su vez. Provocando un pequeño sonido en seco.

Cogí un vaso y cuando mi padre se giró hacia a mi de nuevo, tosí falsamente y bebí agua para calmar los nervios y el latido desenfrenado.

— ¿Has oido un golpe? —negué levantando las cejas, él se sentó en su silla.

De pronto mi tripa rugió.

— ¿Has venido aquí sin comer? —tragué todo el agua que retuve en mi boca y pensé en una respuesta rápida.

— Mamá dijo que era urgente, llegué a casa y vine lo antes posible.

— Entonces vete a casa ya, comes algo y descansas. —se levantó y elevó sus manos simulando ser Goku— Le diré a Klaus que te acompañe a casa.

— ¿Quién? —me levanté junto con él y aferré mi mano a la correa de mi mochila con todas mis fuerzas.

— Klaus, el guardaespaldas de la entrada. —mi pulso se aceleró un poco.

— Oh, no. No hace falta papá. —me coloqué la mochila en el hombro y lo miré.

— Si es porque es hombre no te preocupes, se lo pediré a Helga. —me coloqué delante suya evitando que andara hacia la puerta.

— En serio papá, no pasa nada. —él abrió la boca para reprochar— Vine sola y puedo volver sola. Soy una Echo, puedo defenderme sola.

Por un momento en mi mente se cruzó Taylor, perderla de vista un segundo fue el mayor error de mi vida.

— ¿Estás segura? —asentí— Helga y Klaus no tendrán problema alguno si... —lo interrumpí con un abrazo.

Noté como se tensó un poco, pero sus brazos me rodearon por la espalda.

— Hablo en serio, puedo sola.

Me acompañó hasta el ascensor y me despedí de él para volver a casa.

Por el camino mi mente analizaba cada duda que tenía pero sólo conseguía crear más preguntas sin respuesta.

Si era sincera, tenía miedo de que mi padre pudiera estar metido en este mundo. Miedo de que se encontrara en un bando diferente al mío. O miedo de que lo pudieran estar manipulando.

Antes de que pudiera darme cuenta, llegué a casa.

Iba a un paso acelerado y constantemente vigilaba por si alguno de esos guardaespaldas pudiera estar persiguiéndome.

— No hay ninguna razón para ello Elowen... Sólo relájate. —me hablé a mi misma al entrar en mi propiedad.

Subí al cuarto y dejé la mochila en el suelo.

Desde mi habitación podía ver la puerta del despacho de mi padre.

¿Habrá más cosas allí?

Me senté en la cama y abrí la mochila, la carpeta estaba un poco arrugada pero por suerte no había ningún papel arrugado.

Me quité las zapatillas y me puse cómoda para ojear un poco el papeleo.

Había fotos mías con el traje y pequeños textos junto con ellas.

Mi tripa volvió a rugir, había olvidado por completo de nuevo que tenía que comer algo.

Aparté con cuidado la carpeta y me levanté para bajar a la cocina.

Estaba a punto de cruzar la puerta cuando escuché unos pequeños golpecitos en la ventana.

Al girarme pude ver a Hobie con su traje tratando de abrir la ventana.

Me pidió ayuda haciendo un pequeño gesto con la cabeza y yo negué con una pequeña sonrisa.

La ventana tenía truco, para poder abrirla tenías que hacer fuerza hacia el otro lado y luego iba fluida en su apertura.

Me apoyé en el tocador de mi cuarto viendo la escena hasta que consiguió entrar.

Se giró y la cerró con cuidado para girarse de nuevo hacia mi. Tan sólo le bastó dar dos pasos para llegar a mi posición.

Fue cuando llegó a mi lado que me acordé de como empezaba a sentirme a su lado.

Él me miraba aún con la máscara y tenía la cabeza un poco hacia abajo, la altura entre nosotros era notoria y la distancia entre nosotros era algo corta.

Mi corazón se aceleró un poco más al percatarme de que me encontraba encerrada entre su cuerpo y el tocador.

— ¿Estás sola Jack? —tragué saliva y asentí.

Él se quitó la mascara y la dejó en la superficie del tocador.

— Necesitas arreglar esa ventana... —se separó un poco de mí al girarse para ver la ventana— ¿Estudiando?

Mi mirada se clavó en la cama, los informes sobre Spidermoon estaban completamente expuestos.

— Sí, nada importante. —lancé una telaraña atrayendo la carpeta hacia mí para luego girarme y guardarla en el primer cajón.

— ¿Emocionada? —me preguntó Hobie al mirarme de reojo.

— Un poquito solo. —arrugué mi nariz y luego sonreí al ver su cara.

— Con esa cara envejeces 20 años. —dijo abriendo el portal, me había invitado a ver un concierto suyo y yo no me negué en absoluto.

— Oh, vaya, ¿de verdad? Entonces creo que debería empezar a cuidarme un poco más, ¿no? —lo miré alzando una ceja.

— Tal vez tengas razón. Nadie quiere que se te arruine esa cara bonita, Jack.

— Mentir también te hace envejecer. —respondí ante su comentario.

— Por suerte yo no miento.

Pero antes de que pudiera contestar, de un empujón me metió al portal.

Al llegar caí al suelo, si no me hubiera empujado hubiera aterrizado con los pies y no con la cara.

— Auch... —me sobé la cara recordando al rozar con la mano que tenía varios moratones.

— Veo que pierdes facultades Jack Escarcha. —comentó Hobie al llegar del portal.

— Cállate Punk.

Él sonrió de lado y me miró como dudando si decir algo pero optó por quedarse callado.

Lo seguí hasta su casa, por el camino iba observando todo, hoy podía observar todo con claridad.

La noche que llegué aquí por primera vez no podía ver nada, pero ahora era todo muy diferente a mi Londres.

Abrió la ventana de su casa y me dejó pasar primero.

Por extraño que fuera, todo estaba bastante ordenado. Luego me acordé de que Gwen vivía con él.

— Puedes cambiarte en mi cuarto. —me avisó y señaló una puerta.

Al entrar cerré de nuevo la puerta y observé el lugar.

Me cambié lo más rápido que pude y abrí la puerta encontrándomelo de frente.

— Hola. —saludé.

— Hey. —me devolvió el saludo escaneándome de arriba abajo, provocando un pequeño rubor en mis mejillas.

— ¿Pasa algo? —pregunté apartándome de la puerta para dejarle entrar.

— Venía a ver si estabas lista. —dijo pasando por mi lado y acercándose a su armario.

— Lo estoy... —observé de nuevo el lugar, tenía posters de todo tipo, di un pequeño bostezo ganándome una mirada por su parte— ¿Y Gwen?

— Ni idea. —respondió y sacó varias camisetas para tenderlas en la cama— ¿Cuál?

— ¿Cómo qué cuál?

— Escoge una. —dijo y me acerqué a su lado para ver mejor las camisetas.

— ¿Para qué? —pregunté mirándolo de reojo, él sonrió de lado de nuevo.

— No pensarás llevar esa camiseta a un concierto de rock, ¿verdad?

— ¿Qué problema tiene mi camiseta?

— Oh ninguno. Pero no creo que destacar entre todos con tu camiseta de Hello Kitty sea de tu agrado. —golpeó levemente su dedo con mi hombro y sentí una descarga.

— Me la regaló mi madre. No te metas con ella.

— Jamás me metería con tu madre. —levantó las manos.

— Hablaba de la camiseta... —murmuré y observé las camisetas— Esta está chula.

— Bien. —cogió el resto y las tiró dentro del armario, fui a coger yo la que quedaba sobre la cama pero él se adelantó y se acercó a la puerta— Date prisa. —y dicho eso, me la lanzó a la cara, por suerte pude esquivarla.

Me cambié la camiseta rápidamente y salí de su cuarto. Él estaba en el sofá tumbado boca abajo esperándome.

— ¡Hey punk! —pegó un salto y quedó de pie de espaldas a mi, al girarse sonrió.

— Te queda grande.

— A diferencia de ti, yo no mido metro noventa. —dije acercándome a la puerta para esperarlo yo a él.

— No es culpa mía que midas lo mismo que un Pitufo. —abrió la puerta y me dio un leve golpe en la cabeza.

— Mido uno setenta y cinco, no soy un Pitufo... —pasé de largo bajando las escaleras del edificio.

Durante todo el viaje al lugar donde tocaba con sus colegas no paró de llamarme enana.

Al llegar se escuchaban risas en el interior, Hobie tocó la puerta y pude distinguir unos pasos acercándose.

La puerta de metal chirrió y un chico de nuestra edad le chocó el puño a mi acompañante.

Intercambiaron varias palabras hasta que sus ojos se desviaron hacia mi.

Dibujé una pequeña sonrisa y lo saludé con la mano. En cambio él, sonrió abiertamente y tras empujar a Hobie y bajar un escalón me rodeó con sus brazos.

— ¡Tú debes de ser Elowen! —me apretujó entre sus brazos y me dolió todo el cuerpo.

— Oye, oye, la vas a ahogar. Deja que respire. —habló Hobie en mi defensa.

— Tranqui bro, no te la voy a quitar. —me dejó en el suelo algo agitada— No hace falta que te pongas celoso.

El chico palmeó su espalda y agarró mi mano para arrastrarme con él al interior.

Miré a Hobie, le sonreí levantando los hombros y él me devolvió un pequeño suspiro para luego entrar y cerrar la puerta.

Todos se presentaron y yo los imité. Algunos tocaban la batería, otros el bajo, otros cantaban...

Mientras todos preparaban los instrumentos, me hicieron un hueco en un sofá que tenían.

— Estábamos ansiosos por conocerte. —dijo Dan, el chico que abrió la puerta— Eres la primera invitada que tenemos, así que estamos un poco nerviosos por tocar.

— ¿Soy la primera? —pregunté con algo de curiosidad, él se sentó a mi lado.

— Ajá. —dirigió su mirada a Hobie, que estaba enchufando algo.

— ¿Por qué no ha venido nadie más?

— Oh pequeña Elowen... —pasó su brazo por mis hombros— Eso es algo que te tendrá que contar tu guitarrista.

¿Mi guitarrista?
Un calor me inundó entera.

Iba a objetar cuando mi tripa rugió por tercera vez en el día.

— ¿Tienes hambre, linda? —Dan apartó su brazo y giró todo su cuerpo hacia mi.

— Ehm... No, no te preocupes. Comeré algo al llegar a casa. —respondí para tranquilizarlo.

— ¿No has comido nada en todo el día? —la voz de Hobie desvió mi mirada del chico que tenía al lado a la suya.

— No... —me fue imposible mentir al notar la mirada de todos en la sala.

— ¡Pues vamos a comprarte algo! —Dan se levantó de un salto— ¿Qué quieres? ¿Pizza? ¿Sandwich? ¿Pollo? —al ver mi cara calló unos segundos— Bueno, ya veremos. Señores, tenemos que socorrer a la dama. Andando.

Dan abrió la puerta y empujó a todos los que tenía en su camino hacia fuera.

— Tú. —señaló a Hobie— Te quedas con ella por si se desmaya y tienes que practicarle el boca a boca. —noté como la sangre se me subía a los mofletes— Y tú. —me señaló a mi— Si te aburres puedes tocar mi batería.

Cuando terminó su monólogo, se acercó a la puerta y nos mandó besos voladores para luego cerrar la puerta de golpe.

No pude contener más la tensión y los nervios que solté una carcajada sonora.

— Perdónalo, es el más pequeño del grupo.

Me levanté del sofá y me acerqué a la batería.

— No te preocupes, parece un buen chico. —dije para que luego reinara el silencio.

Cogí las baquetas y di pequeños golpes suaves, no pretendía hacer ningún ritmo.

Iba a hablar cuando un bostezo me interrumpió.

— No comes, no duermes. ¿Qué más? —giré el asiento de la batería para observar a Hobie.

— El trabajo de un superhéroe es lo que conlleva. —él terminó de ajustar algo en su guitarra y me miró.

Su mirada tenía cierto ápice de preocupación.

Se acercó lentamente y se arrastró otra silla para sentarse frente a mi con muy poco cuidado.

Yo sonreí un poco ante aquello y él imitó mi acción.

Sus ojos se desviaron hacia mi frente y su sonrisa se desvaneció en segundos.

— ¿Qué te pasó? —preguntó y arrastró todo su cuerpo junto con la silla a mi lado.

— ... —no sabía como responder teniéndolo tan cerca, así que me quedé callada.

Su mano se elevó y sentí su tacto sobre mi frente. La piel de mis brazos se puso de gallina.

Sus ojos estaban concentrados en mi golpe y los míos en los suyos.

De pronto bajó su mirada a mi pómulo, ahí descansaba otro golpe. Seguramente el maquillaje que llevaba se había corrido un poco revelando así la realidad, bajé la mirada al suelo.

Mi corazón bombeaba deprisa, sentía el calor que emanaba el moreno y notaba su respiración sobre mi.

Tuve que tragar varias veces y relamer mis labios por los nervios. Y en ese momento fue cuando sentí su agarre en mi mentón.

Tan sólo le bastó con elevar un poco la mano para que mi mirada volviera a la de él. Pero la suya estaba ligeramente más abajo.

Tragué de nuevo al notar que estaba algo más cerca.

Pero todo lo que estaba ocurriendo o estaba por ocurrir se vio interrumpido por el golpe que provocó la puerta al ser abierta de par en par.

Hobie se levantó de golpe y el aire que él me había arrebatado volvió a mi.

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