La magia de Avalon: Mestiza [...

By norawolf2001

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La escuela de magia de Avalon reabre sus puertas, más grande y mágica que nunca, pero una nueva amenaza los a... More

Personajes nuevos
Prólogo
Capítulo 1: Regreso a Avalon
Capítulo 2: Ya pasara
Capítulo 3: El mundo
Capítulo 4: Adiós, Avalon
Capítulo 5: El reino de Forest
Capítulo 6: Prueba de nivel
Capítulo 7: Historia del mar
Capítulo 8: Te voy a amar
Capítulo 9: Pasos
Capítulo 10: Aprendiz en Forest
Capítulo 11: Parte del pasado
Capítulo 12: Un amanecer junto a un ángel
Capítulo 13: Bajo el mar
Capítulo 14: Sombras que nos acechan
Capítulo 15: Empieza el show
Capítulo 16: Momentos de amor
Capítulo 17: Superhéroe
Capítulo 18: Lo que parece
Capítulo 19: Heridas
Capítulo 20: Para sanar
Capítulo 21: Un invierno eterno
Capítulo 22: William Strauss
Capítulo 23: Yo contigo, tú conmigo
Capítulo 24: Daños
Capítulo 25: Nuevas etapas
Capítulo 26: Añoranza
Capítulo 27: ¿Preparados?
Capítulo 28: La sirenita y el elfo
Capítulo 29: El sol de Forest
Capítulo 30: El poder de atracción
Capítulo 31: Diez de octubre
Capítulo 32: Los que siempre están
Capítulo 34: Un rastro

Capítulo 33: Estar alerta

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By norawolf2001

El domingo por la mañana, algunos profesores de Avalon se reunieron en la escuela norte para tratar el repentino ataque, mientras los demás cuidaban de los alumnos. Margarita y Kongrag habían pasado la noche atendiendo a Rebeca y tratando de averiguar el origen de sus heridas.

—La chica está estable, se recuperará —les informó Margarita de madrugada, mientras el elfo seguía cuidando de la alumna.

Todos los profesores volvieron a respirar de nuevo.

—Menos mal —dijo Peters.

—¿Sabéis que le ha pasado? —preguntó Vanyan.

—Sus heridas eran a causa de zarpazos, como los de un animal; no muy profundos, por suerte, pero tenían veneno —contó la enfermera.

—¿Veneno? —cuestionó Peters.

—Huargos —comprendió Sierra.

—¿Huargos?

—Lobos demoníacos —aclaró Vanyan.

—¿Qué? Pero, ¿eso existe?

—Sí, y viven en las montañas de Avalon, en la zona prohibida —contestó Darion.

—¿Qué? ¿Hay lobos demoniacos ahí arriba?

—Antaño los demonios hicieron experimentos con diversas criaturas, utilizando su magia y su sangre, una de ellas fueron los lobos —contó Gutenberg.

—Los huargos son más grandes, fuertes y rápidos que un lobo normal, pero también más manipulables —agregó Arcos.

—¿Y por qué están aquí? —preguntó Peters, confuso.

—Avalon encontró una manada solitaria cerca de las montañas, eran animales indefensos, sin un amo, así que los ocultó, y protegió la montaña con un hechizo para que no pudieran salir —contó Sierra.

—Pero Avalon ya no está aquí, el hechizo ha debido quedar inhabilitado —comentó Arcos.

—Los huargos no atacan sin razón —mencionó Gutenberg.

—Estoy perdido —dijo Peters.

—Los huargos tienen sangre de demonio, fueron un experimento, creados para servir a sus amos. Sin un amo al que estar vinculados, son como cachorros desorientados —explicó Darion.

—Genial. ¿O sea que alguien puede estar utilizando a los huargos para atacar, igual que con los dragones?

—Temo que esto podría ser todavía peor —intervino Margarita—. El veneno de huargo es letal. Lo inoculan mediante las garras y los dientes. Un zarpazo o arañazo, como los que ha sufrido Rebeca, son difíciles de tratar, pero no imposibles; tenemos la ventaja del tiempo de nuestra parte. Pero si le clavan las garras por completo a alguien, el veneno entrará en su organismo con mayor rapidez, y en ese caso habría que tratarlo lo antes posible o morirá.

—Habéis tenido que trabajar dos personas solo por un zarpazo —señaló Vanyan—, ¿podríais curar a alguien si le clavan las garras por completo?

—Necesitaríamos más ayuda. El veneno solo se puede combatir con un antídoto, la magia curativa no sirve, por muy poderosa que sea, solo serviría para fortalecer el cuerpo de nuevo después.

—Espera —habló Peters de nuevo—. Has dicho que también pueden infectarse con un mordisco... ¿Qué pasaría en ese caso?

Todos se miraron entre ellos con angustia.

—En ese caso es probable que la persona no sobreviviera —aclaró Gutenberg.

Peters tuvo que controlar sus nervios para no entrar en pánico allí mismo.

—¿Estás segura de que han sido los huargos? —preguntó a Margarita.

—El veneno y los zarpazos apuntan a eso, pero habrá que hablar con ella cuando despierte.

—¿Habéis llamado a sus padres?

Los profesores volvieron a mirarse entre ellos.

—Lo haremos lo antes posible —aclaró Sierra.

Peters comprendía que informar de una posible amenaza en la escuela, sin saber cómo gestionarla, provocaría el pánico entre padres y alumnos. Pero también le parecía cruel no informar a la familia de Rebeca de lo que había pasado. ¿Y si no despertaba? Jamás podría perdonárselo.

—¿Cómo vamos a proceder? —preguntó Vanyan.

—Lo primero, cerrar la barrera por completo, que nadie entre ni salga hasta nueva orden a excepción de los profesores —decretó Sierra—. Pero tampoco quiero que ninguno salga por la noche, ¿entendido?

Todos asintieron.

—Los huargos son nocturnos, o bueno, no actúan bajo la luz del sol, así que podrían salir también en días nublados.

Peters se quedó pensativo unos segundos hasta que recordó algo.

—Los he visto —dijo de repente.

—¿Cómo?

—O sea, no los he visto, pero cuando anochecía o estaba nublado y casi no había sol, escuché algo en el bosque, pero pensé que eran imaginaciones mías.

—¿Y no pensaste en decírnoslo? —replicó Vanayan.

—Solo fueron como dos veces y no vi nada, creí que era mi paranoia por todo esto de los ataques de los demonios de agua.

—Podrían estar organizándose, buscando algo tal vez —comentó Sierra, pensativa.

—Debemos proceder con cuidado con esto o provocaremos el pánico en la escuela —dijo Darion—. Los huargos están unidos a la sangre de demonio, y no atacan si no son controlados por un amo; la única forma de hacer eso es...

—Teniendo sangre de demonio —concluyó Margarita.

—Desde el ataque a la escuela los alumnos están tensos y sus padres más todavía. Morgan es una harpía, un experimento de los demonios, tiene su sangre... y Lex también.

—Y yo también.

—Y ahora todo el mundo lo sabe —comprendió Peters.

—Si los alumnos se enteran de esto, temo que buscaran culpables, y si empeora comenzarán a tomarse la justicia por su mano.

—Se creará una división entre ellos —señaló Margarita.

—Ya la hay —dijo Peters—. ¿No os habéis fijado? Ya hay una brecha abierta entre Morgan, Roxy y sus compañeros. Lo noto en el comedor y en clase, sus compañeras se alejan de ellas.

—Con Lex pasa igual desde que empezó el curso, me lo mencionó Delia.

Darion se vio algo desconcertado, no se había dado cuenta de eso.

—No entremos en pánico aún, cada cosa a su tiempo —intervino Sierra—. Primero hay que asegurarse de que estamos en lo correcto. Margarita, regresa a la enfermería con Rebeca, cuidad de ella hasta que despierte; no sabemos las secuelas que podría tener, no debe estar sola.

—Sí, señora.

—Los demás regresad a la escuela sur y cerrad la barrera, decidles a los alumnos que por el momento no se podrá salir, es mera precaución.

—No creo que eso los tranquilice demasiado —dijo Arcos.

—No podemos mentirles, pero tampoco dar respuestas que no tenemos.

—Margarita debería hablar con las alumnas que encontraron a Rebeca, para asegurarnos de que están bien —sugirió Gutenberg.

—Cierto. Margarita.

—Yo me ocupo —aseguró la enfermera.

—Bien. Los demás seguid con vuestro trabajo, pero estad alerta; os seguiré informando de cualquier avance.

Ningún profesor estaba tranquilo, pero sabían que debían actuar con cautela y no precipitarse, cualquier cosa que hicieran podría tener repercusiones fatales. Solo les quedaba confiar en su intento y en que tomarían las mejores decisiones. Solo quedaba la fe.


Aquella noche, las alumnas de la escuela femenina apenas pudieron dormir por la angustia y el miedo, así que muchas se reunieron temprano en el comedor durante el desayuno.

—Misty, vamos, tienes que comer algo —le insistió Noa.

La elfa había tenido que pasar la noche en la habitación de Roxy porque no quería estar sola, y no había conseguido pegar ojo en toda la noche; aún estaba temblando.

—No tengo hambre.

Morgan sorprendió a Roxy poniéndole una mano en la espalda; tenía la mirada ausente.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó.

—Sí... Eso creo. Misty sigue algo asustada.

—¿Y tú?

La imagen del rostro de Peters ensangrentado tras el ataque de los dragones, pasó por la mente de Roxy como un flash.

—No es lo peor que he visto —contestó.

En la mesa de al lado, las alumnas de primero no dejaban de hablar de Rebeca, muy preocupadas y asustadas.

—¿Y si son demonios? El año pasado atacaron la escuela, ¿no?

—Vi a los profesores pasar por el pasillo con ella en brazos, sangraba mucho.

—Oh, cielos.

—¿Y si hay un asesino en el bosque?

—Tampoco te pases.

—Pero, ¿está muerta?

—Basta, chicas, lo estáis sobre pensando demasiado —intervino una alumna de tercero.

—¿Acaso no podemos estar asustadas? —preguntó Rey de repente.

—No ayuda inventar escenarios catastróficos, solo hará que entremos en pánico.

—O nos ayudará a estar alerta. —Rey se levantó de la mesa—. Es normal que tengáis miedo, y deberíais tenerlo. Avalon ya no es un lugar seguro, y lo seguimos comprobando.

—¿Qué crees que ha pasado? —preguntó una de sus amigas.

—Puede que una bestia, o brujas.

Toda la sala quedó en silencio.

—¿De qué hablas? —preguntó la alumna de tercero.

—Las brujas son personas que utilizan su magia para causar daño, auténticos monstruos malignos.

—¿Por qué atacarían a Rebeca? —cuestionó Amanda.

—¿Por qué nos atacan siempre en primer lugar? Desde el año pasado nos hemos visto amenazados por monstruos a nuestro alrededor, y una vez más nos demuestran que en Avalon no estamos a salvo.

—Ya basta, Rey —intervino Morgan, levantándose de su sitio—, estás asustando a las de primero.

—El miedo nos mantiene alerta.

—Y también nos separa —dijo Lizzy.

—Ya... ¿Podemos dejar de obviar lo que está pasando? ¿O de actuar como si todo esto no tuviera una razón.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Morgan.

—Primero nos atacan los demonios de agua, luego hechizan a los cambiapieles, y los dragones y los demonios oscuros arrasan el colegio, y ahora esto. Muy sospechoso que todo esto comenzará a ocurrir —Rey miró a Roxy— cuando ella llegó aquí.

—¿Qué estás insinuando?

—¿Dónde estaba Roxy cuando os atacaron a Lizzy y a ti? Oh, cierto, justo en el bosque, donde os atacaron.

—¿Cómo sabes eso?

—Todos lo saben —dijo Amanda.

—¿Insinúas que ella tiene algo que ver? ¿Por qué? —cuestionó Lizzy, acercándose a ellas.

—Un hada de fuego aparece en la escuela justo el año en que los dragones comienzan a atacarnos, y mira tú por donde, vence a uno de ellos.

—Peters estaba con ella —aclaró Lizzy.

—Y te recuerdo que te salvó la vida —replicó Morgan.

—Créeme, lo sé muy bien. —Rey se subió la manga de la chaqueta, dejando ver una enorme quemadura—. Recuerdo muy bien lo que pasó. También recuerdo que los demonios y los dragones aparecieron con ella. ¿Vamos a seguir obviándolo?

—Rey tiene razón —dijo otra alumna de tercero—. Es sospechoso y raro.

—Yo no he hecho nada —habló Roxy por fin, levantándose—. Apenas y sabía algo de dragones cuando llegué, y menos de demonios. Ni siquiera podía transformarme.

—Claro. ¿Quién sospecharía de la débil e inocente princesita?

—Te estás pasando, Rey —le advirtió Morgan—. ¿Qué pretendes con todo esto?

—Sobrevivir. —Rey miró a Lizzy—. ¿No es muy curioso que la hadita resultase ser también una sirena, y ahora el mar se encuentre en alerta por los demonios de agua? Dime, ¿cuántos soldados habéis perdido ya?

Roxy miró a Lizzy, algo desconcertada, sabía que los demonios de agua habían seguido atacando en el mar, pero no que el problema fuera tan grande.

—Ya basta —dijo Morgan a la defensiva.

—Eso son las brujas, bestias que pierden el control. Pero claro, Roxy no es el primer monstruo que pisa la escuela, ¿verdad?

Lizzy y Amanda las separaron en cuanto vieron que Morgan cerraba el puño.

—¡Ya basta! —exigió Lizzy—. Peleándonos no resolvemos nada. Si hay una amenaza ahí fuera, debemos mantenernos unidas, como hicimos contra los dragones.

—Si se avecina otra amenaza lo que debemos hacer es protegernos.

—¡Sí! —la secundaron algunas compañeras.

—No sabemos en quién podemos confiar, quien haya hecho esto podría estar aquí entre nosotros.

—Desconfiar unas de otras solo nos separará, y habrá aún más miedo. Debemos confiar en los maestros y mantenernos unidas. No podemos condenar a alguien por simples especulaciones y prejuicios. No hables de lo que no sabes.

—Sé perfectamente lo que es confiar y que una vil bruja te traicione. —Amanda se encogió de hombros. Rey oscureció la habitación, iluminándola únicamente con la luz de su mano—. Ya lo vimos el año pasado, ¿o no? Cuando menos lo esperemos, atacarán. La noche de las bestias, ¿ya la habéis olvidado? —Rey hizo figuras de luz, recreando la noche que los cambiapieles perdieron el control—. Atacaron desde dentro, hechizaron a nuestras compañeras y las convirtieron en bestias.

Las imágenes consiguieron asustar más a todas, algunas de las cuales se encogieron en el sitio con culpa por lo ocurrido.

—Rey, para esto —le pidió esta vez Amanda.

—Sabéis que tengo razón. No estamos a salvo aquí, y menos con bombas que en cualquier momento podría estallarnos en la cara.

Las amigas de Roxy y Morgan se aproximaron a ellas, junto a alguna compañera, mientras la mayoría apoyaban a Rey. Amanda se quedó en medio sin saber qué hacer.

—Se supone que en Avalon nos cuidamos entre nosotras, que valoramos las diferencias —dijo Morgan sin poder ocultar su decepción.

—¿Y quién ha cuidado de Rebeca? —cuestionó una de las amigas de Rey.

—¿Qué está pasando aquí? —intervino Peters, entrando junto a Vanyan.

Rey regresó la luz a la sala.

—¿Cómo está Rebeca? —preguntó una alumna.

—Vuestra compañera está bien, no tenéis por qué preocuparos —dijo Vanyan.

—¿Qué estabais haciendo? —preguntó Peters, severo.

Las chicas se miraron entre ellas con disimulo.

—Solo hablábamos —dijo Amanda—. Estábamos preocupadas.

—Todo está bien por el momento, pero por precaución hoy no se podrá salir, la barrera quedará cerrada.

—Terminad de desayunar y a vuestras habitaciones —les ordenó Vanyan.

Nadie replicó a los profesores, algunas volvieron a sentarse y otras, como Rey, se marcharon del comedor.

—¿Estáis bien? —le preguntó Peters a Roxy y sus amigas; parecían algo intimidadas.

—Sí —contestó Morgan.

Peters no pudo evitar fijarse en Roxy, que tenía la cabeza gacha y los puños cerrados.

Llevaron a las alumnas que se habían encontrado con Rebeca, a hablar con Margarita de una en una, para asegurarse de que estuvieran bien. Claramente, la más afectada fue Misty, que terminó llorando en brazos de la enfermera con un ataque de nervios. Morgan la acompañó al dormitorio, mientras Margarita charlaba con Roxy, pero el hada no parecía querer hablar, su expresión era confusa, costaba identificar cómo se sentía realmente.

Al regresar a su dormitorio se detuvo en la puerta, al escuchar hablar a sus amigas.

—En parte, Rey tiene razón —dijo Noa.

—¿Disculpa? —contestó Morgan, molesta.

—No me refiero a... O sea... —Noa se puso nerviosa—. Es todo muy raro. La conexión entre Roxy y todo esto es demasiada casualidad, pero no creo que realmente tenga nada que ver, no estoy diciendo eso.

—¿Y qué estás diciendo?

Morgan se levantó, intimidando bastante a Noa.

—Eh, vale, no os alteréis —intervino Lana—. Noa está siendo objetiva. Rey es una demente y haría cualquier cosa para llamar la atención, pero no anda tan desencaminada.

—No me lo puedo creer.

—Nadie aquí piensa que Roxy haya hecho daño a nadie.

—¿Y qué pensáis? ¿Qué controla a los demonios sin querer? ¿Qué te transforma por las noches como los hombres lobo? Pero, ¿os estáis oyendo?

—Hay un denominador común en todo esto, eso está claro, es mucha casualidad —dijo Merope—, pero Roxy jamás haría daño a nadie.

—¿Y si ese es el punto? —dijo Lizzy—. ¿Y si alguien está intentando hacerle daño a ella?

—Pero, ¿por qué? —cuestionó Misty.

—¿Por qué todas pensáis que tiene algo que ver? —preguntó Morgan a la defensiva.

—Nadie piensa que Roxy sea culpable de nada, Morgan —dijo Lizzy—, pero estamos preocupadas. Tantas coincidencias podrían ponerla en peligro, tanto si van detrás de ella como si no.

—Ya has visto lo que ha pasado en el comedor —dijo Lana—. Cuando la gente se asusta, buscan culpables para sentirse mejor, y ella es la persona más fácil a la que señalar.

—Aparte de mí, supongo. Yo también estaba ahí. ¿A mí también me vais a señalar con el dedo?

Roxy prefirió no entrar y se marchó. En cualquier otro momento se habría ido al bosque para despejarse, pero como no podía salir, se escondió en la sala de música. No estaba enfadada con sus amigas, no creía que hubieran dicho nada malo, se preocupaban por ella; pero estaba cansada, molesta y asustada.

Pasaron veinte minutos, y de repente escuchó un ladrido en el pasillo. Max entró en la sala y fue directo hacia ella, que se encontraba sentada en el suelo, apoyada en la pared. El perro se acurrucó en su regazo y le lamió la cara, sacándole una leve sonrisa.

—Estás aquí —dijo Peters desde la puerta, antes de sentarse a su lado—. A Max le caes muy bien.

—Al menos a él le agrado.

Roxy se sintió algo reconfortada con Max entre sus brazos, dejando que lo acariciara, mientras le daba pequeños lametones en las manos y a veces en la cara, como si quisiera consolarla.

—¿Qué ha pasado antes en el comedor?

—Mis compañeras no confían en mí, les doy miedo.

—¿Por qué?

Roxy lo miró.

—¿Tú crees que tengo algo que ver con los ataques?

Peters se sorprendió por la pregunta.

—¿Cómo? No. ¿Por qué pensaría eso?

—Es que todo coincide. Cada vez que han atacado la escuela, yo me he visto involucrada de alguna forma.

—Vives aquí, solo ha sido coincidencia.

—¿Y si no lo es?

—¿Qué quieres decir?

Roxy abrazó a Max, mientras le rascaba la cabeza.

—Toda mi vida se basa en un montón de preguntas sin respuesta. No sé quién es mi madre, de donde viene mi poder, ni hasta dónde puede llegar... Y tampoco logro comprender por qué la gente me odia tanto. —Los ojos de Roxy se cristalizaron—. ¿Qué he hecho para darles tanto miedo?

—¿Lo dices por tus compañeras?

—Por todos. En mi reino algunos me quieren, pero otros me temen, y no sé por qué. ¿Qué he hecho? Podría entenderlo después de la Navidad pasada cuando perdí el control, pero ¿antes? ¿Qué fue lo que les hice? ¿Y aquí? Desde que empezó el curso mis compañeras se apartan de mí, y ahora me han dejado de lado. He crecido escuchando cuchicheos y viendo el miedo en los ojos de la gente, pero nadie se ha parado a explicarme el por qué. ¿Soy una mala persona? —Hizo una pausa—. ¿Soy un monstruo?

—Jamás podría verte como una mala persona Roxy Brillet, y menos como un monstruo. —Las lágrimas comenzaron a resbalar por las mejillas de Roxy—. En el mundo están pasando cosas que no entendemos, y la gente tiene miedo, y cuando se asustan, señalan con el dedo cualquier cosa que no comprendan, en busca de respuestas. Tu poder, tu origen; no tenemos respuestas para ello. Es raro, sí, pero eso no te hace una mala persona, ni un peligro. No sé cómo serán las cosas en Lion King, pero aquí hay muchas personas que no te consideran una amenaza, y te apoyaremos y defenderemos si hace falta.

—Tengo miedo.

—¿De qué?

—De todo. Mis amigas estaban comentando antes la posibilidad de que esos ataques fueran para mí, que algo o alguien, quisiera hacerme daño.

—¿Por qué lo harían?

—No lo sé. Todo me parece una locura, pero veo las coincidencias y mi cabeza lo relaciona todo con el miedo...

—Con el miedo de los demás —comprendió Peters—. Roxy, eres una estudiante, y como tal, de lo único que debes preocuparte ahora, es de ti misma y de tus estudios. Aquí os preparáis justamente para enfrentar este tipo de cosas, y mientras aprendéis, nosotros estamos aquí para protegeros. Tal vez no siempre lleguemos a tiempo, pero siempre estaremos ahí.

Roxy lo miró a los ojos y vio aquella imagen de nuevo, a Peters ensangrentado, exhalando su último aliento de vida entre sus brazos.

—No quiero perder a nadie más.

Roxy rompió a llorar y Peters la rodeó con el brazo. Max rompió el abrazo, lamiendo sus lágrimas; parecía entender cómo se sentía.

—Haré lo que sea para manteneros a salvo. —Secó una de sus lágrimas—. Si alguna vez me necesitas, solo dispara al cielo y ahí estaré.

Roxy no sabía qué contestar, porque solo era capaz de pensar en una cosa: «Tampoco quiero perderte a ti». Se acercó de nuevo a él y lo abrazó, sollozando en sus brazos.


Cuando Roxy se sintió mejor, salieron de la sala de música, y en el pasillo se toparon con Luy, que casi se cae al divisar a Peters.

—Hey, frena un poco, hombre, que te la vas a pegar.

—¿Está bien, profesor? —le preguntó Roxy.

—Sí. Debes venir a la enfermería ya mismo —le dijo a Peters apresurado—. Rebeca ha despertado y está muy nerviosa, te necesitan.

Peters miró a Max y luego a Roxy.

—Roxy, ¿podrías cuidarlo un rato? —le pidió.

—Claro. Vamos, Max.

Roxy regresó a su dormitorio, acompañada de Max, y ambos profesores se dirigieron a la enfermería a toda prisa. Fuera, Vanyan los estaba esperando.

—¿Cómo está? —le preguntó Peters al verlo.

—Bien de salud, pero nerviosa, está algo asustada. Tienes que hablar con ella, contigo se sienten menos intimidadas.

Peters asintió y entró en la enfermería, donde también se encontraban Sierra y Margarita. Rebeca estaba incorporada en la camilla, bastante nerviosa, con la mirada gacha. Al ver entrar a Peters se relajó un poco.

—Profesor Peters —dijo con voz débil.

—Hey, hola, campeona. ¿Cómo te sientes?

—Adolorida, pero creo que bien.

—Nos alegra oír eso. Cielo, ¿recuerdas que te paso? —Rebeca comenzó a temblar, abría y cerraba los labios, como si intentara decir algo, pero no le salía—. Rebeca, mírame a los ojos —le pidió Peters con un tono suave, y ella obedeció—. Estás a salvo. Siento mucho lo que ha pasado, pero estamos aquí para ayudarte. Necesitamos saber qué está pasando, que te atacó.

—Está algo confuso, yo no... —Rebeca volvió a agachar la cabeza nerviosa.

Peters le puso una mano en el brazo con mucho cuidado.

—Hey, tranquila. Intenta respirar. Ya ha pasado todo, ¿vale? Si no quieres hablar ahora, no hace falta, lo importante es que estés bien.

Rebeca tardó unos segundos en mirar a Peters a los ojos de nuevo y encontrar las palabras para hablar.

—Estaba regresando a la escuela... Recuerdo que se estaba nublando. Creo que iba por la mitad del camino, más o menos, o no sé. —Hizo una pausa para recordar—. Entre en el bosque.

—¿Por qué?

—No lo recuerdo. Solo recuerdo estar en el bosque y vi algo... me atacó.

—¿Recuerdas lo que era? Tomate tu tiempo.

—Era un animal. Sí. Lo escuché y luego lo vi entre los arbustos. Intenté marcharme, pero me siguió y me atacó. —Rebeca comenzó a llorar, aún asustada por el recuerdo—. Era como un perro muy grande... como un lobo. Me araño y caí al suelo, forcejeamos un poco, pero... se fue. No recuerdo nada más.

—¿Recuerdas cómo era más o menos? —le preguntó Margarita con cautela.

—Como un lobo negro, muy grande. Tenía los ojos rojos —dijo horrorizada.

Los profesores se miraron entre ellos muy tensos, confirmando sus sospechas.

—Muchas gracias, Rebeca. Ahora descansa —le dijo Sierra, antes de salir de la enfermería.

—Lo has hecho genial, gracias —le dijo Peters—. Voy a buscarte algo de comer, ¿quieres? Hoy hay empanadas de carne.

Receba asintió y le sonrió levemente. Margarita se quedó junto a ella, mientras los profesores hablaban en el pasillo.

—¿Huargos? —preguntó Peters, temeroso.

—En efecto. Por la descripción y el veneno, la atacó un huargo, y uno despierto —dijo Sierra.

—Si tenía los ojos rojos es que lo estaban controlando, se encontraba en activo —señaló Vanyan.

—¿Y qué vamos a hacer ahora? —preguntó Luy, muy nervioso.

—Reorganizaremos las clases de mañana. Quiero que salgáis temprano a inspeccionar el bosque —dijo Sierra a Peters y Vanyan—. De momento, la barrera permanecerá cerrada hasta nueva orden.

—¿Por qué no vamos ahora? —preguntó Peters.

—El ambiente está muy tenso, os necesito aquí hoy. Además, no voy a mandaros ahí fuera sin un plan. No sabemos cuántos podría haber.

—Suelen ir en manada —comentó Vanyan.

—Llamaré a Arcos, luego os daré más detalles.

—Entendido —dijeron Peters y Vanyan al unísono.

Luy tembló ante el semblante serio de la familia, que compartía una mirada severa y vigilante. Cuando los tres actuaban de aquel modo, significaba que algo muy malo estaba pasando, y algo peor podría ocurrir.


Dios, tenía tantas ganas de escribir este capítulo y de poner esa canción en la escena de las chicas. El próximo capítulo será la trinidad investigando, va a estar gracioso.

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