SALVANDO MR SKI LOUNGE

By cristipiccola

27.9K 1.2K 573

Nicole Maybank es la mejor patinadora de la isla con un pie en las prรณximas olimpiadas. Connell es el mejor j... More

๐‘ท๐‘ณ๐‘จ๐’€๐‘ณ๐‘ฐ๐‘บ๐‘ป
๐‘ท๐‘น๐‘ถ๐‘ณ๐‘ถ๐‘ฎ๐‘ถ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ผ๐‘ต๐‘ถ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ซ๐‘ถ๐‘บ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ป๐‘น๐‘ฌ๐‘บ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ช๐‘ผ๐‘จ๐‘ป๐‘น๐‘ถ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ช๐‘ฐ๐‘ต๐‘ช๐‘ถ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘บ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘บ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘บ๐‘ฐ๐‘ฌ๐‘ป๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ถ๐‘ช๐‘ฏ๐‘ถ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ต๐‘ผ๐‘ฌ๐‘ฝ๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ซ๐‘ฐ๐‘ฌ๐’
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ถ๐‘ต๐‘ช๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ซ๐‘ถ๐‘ช๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ป๐‘น๐‘ฌ๐‘ช๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ช๐‘จ๐‘ป๐‘ถ๐‘น๐‘ช๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ธ๐‘ผ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ช๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ซ๐‘ฐ๐‘ฌ๐‘ช๐‘ฐ๐‘บ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘บ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ซ๐‘ฐ๐‘ฌ๐‘ช๐‘ฐ๐‘บ๐‘ฐ๐‘ฌ๐‘ป๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ซ๐‘ฐ๐‘ฌ๐‘ช๐‘ฐ๐‘ถ๐‘ช๐‘ฏ๐‘ถ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ซ๐‘ฐ๐‘ฌ๐‘ช๐‘ฐ๐‘ต๐‘ผ๐‘ฌ๐‘ฝ๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ฝ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ฝ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘ฐ๐‘ผ๐‘ต๐‘ถ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ฝ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘ฐ๐‘ซ๐‘ถ๐‘บ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ฝ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘ฐ๐‘ป๐‘น๐‘ฌ๐‘บ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ฝ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘ฐ๐‘ช๐‘ผ๐‘จ๐‘ป๐‘น๐‘ถ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ฝ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘ฐ๐‘ช๐‘ฐ๐‘ต๐‘ช๐‘ถ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ฝ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘ฐ๐‘บ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘บ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ฝ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘ฐ๐‘บ๐‘ฐ๐‘ฌ๐‘ป๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ฝ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘ฐ๐‘ถ๐‘ช๐‘ฏ๐‘ถ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ฝ๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘ฐ๐‘ต๐‘ผ๐‘ฌ๐‘ฝ๐‘ฌ
๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ป๐‘น๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘จ ๐’€ ๐‘ผ๐‘ต๐‘ถ
๐‘ฌ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ณ๐‘ถ๐‘ฎ๐‘ถ
๐‘จ๐‘ฎ๐‘น๐‘จ๐‘ซ๐‘ฌ๐‘ช๐‘ฐ๐‘ด๐‘ฐ๐‘ฌ๐‘ต๐‘ป๐‘ถ๐‘บ

๐‘ช๐‘จ๐‘ท๐‘ฐ๐‘ป๐‘ผ๐‘ณ๐‘ถ ๐‘ป๐‘น๐‘ฌ๐‘ฐ๐‘ต๐‘ป๐‘จ

413 22 5
By cristipiccola

"¿𝙴𝚜𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚑𝚞𝚎𝚕𝚘 𝚎𝚜...? 𝙿𝚘𝚛𝚚𝚞𝚎 𝚎𝚜𝚝𝚘𝚢 𝚊 𝚙𝚞𝚗𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝚟𝚘𝚖𝚒𝚝𝚊𝚛"

NICOLE MAYBANK

Connell y yo nos pegamos todo el camino de vuelta a casa hablando sobre la sesión de fotos de hoy. Los chicos de hockey estaban más que acostumbrados a ese tipo de sesiones, por lo que tampoco ha sido una novedad para ellos. Solían tener al fotógrafo en casi todos los partidos, por lo que casi siempre parecían que estaban en una sesión de fotos constante. Yo había sido testigo de lo bien que se lo pasaban mientras jugaban al hockey y del buen rollo que había entre ellos a la hora de echar las fotos.

Para nosotros, había sido un día increíble. Estábamos acostumbrados a las típicas sesiones de fotos en las que tenías que estar concentrado porque eran las fotos importantes para las diferentes competiciones que teníamos. Siempre había un ambiente más serio y más profesional, ya que los fotógrafos solo cumplían órdenes de la gente que llevaba toda la organización, por lo que nosotros teníamos que comportarnos de la misma manera porque, además de ser los representantes de cada estado (y cada país cada equis años), manteníamos una imagen frente al resto de compañeros a los que nos enfrentábamos. Y eso había que reflejarlo en las fotografías promocionales, por lo que no solía ser un ambiente tan divertido como el que habíamos presenciado hoy.

Pero lo de hoy era como volver a tener diez años y estar jugando en el parque con tus mejores amigos. No hemos parado de reír en toda la tarde y en ningún momento ha habido algo que nos haya hecho sentirnos incómodos o como si tuviéramos que demostrar algo frente a la cámara y frente al resto de compañeros. Hemos actuado como si todos perteneciéramos al mismo equipo y no hiciéramos deportes completamente diferentes. He podido entablar conversación con algunos de los chicos del hockey que me han caído super bien y he podido recuperar alguna relación que se había quedado estancada con algunos de mis compañeros de compañía.

Hacer esta sesión con Martina, Gael y Connell ha sido una de las mejores experiencias de toda mi vida. Los cuatro nos conocemos desde hace mucho tiempo y sabemos cómo sacarnos a relucir los unos a los otros cuando hay gente alrededor. Gael ha sido completamente el alma de la fiesta, como siempre, a pesar de que sea un chico serio y que por su forma de estar da la sensación de ser una persona bastante borde, su personalidad es completamente diferente a lo que su exterior grita. Es una persona alocada, siempre está haciendo reír y no le da miedo hacer el tonto delante de todo el mundo. La gente estaba encantadísima de verlo parlotear sobre cosas sin sentido y, todo se ha revolucionado cuando el capitán del equipo de hockey se ha unido a su mano derecha.

No hace falta que diga que los capitanes del equipo, bueno, uno de ellos de manera oficial, son la combinación perfecta. Tampoco hace falta que diga que son el alma de todo el equipo y que, sin ellos, nada de esto sería lo mismo. Tampoco hace falta que diga que todo el mundo está encantados con ellos y que si ellos no están, se nota. Connell se unió a Gael y, entre los dos, se encargaron de unificar a los equipos como si fuéramos uno solo. No sé cómo lo hacían, tenían ese don. Siempre lo han tenido. En las fiestas hacían exactamente lo mismo. Siempre consiguen unir a todo el mundo y acababan haciendo cualquier locura que al día siguiente acababa en boca de todos por todas las universidades del campus. Siempre han tenido ese magnetismo en todo el mundo, desde el minuto uno en que los dos entraron ese equipo. Y verlos a los dos así, verlo a él así después de toda la semana tan intensa que vivimos, hace que la tranquilidad se apodere de mi pecho y que la confianza que sentía entre nosotros se vea mucho más fuerte que antes. Que nuestra relación se haya hecho mucho más fuerte.

Jamás pensé que lo que Connell ocultaba a todo el mundo era eso. Nunca creí que él pudiera llegar a sufrir todo lo que sufrió y, cuando lo descubrí, el mundo se hizo mucho más pequeño. Pero, lo que de verdad me dejó impactada, fue verlo ahí de pie, saliendo adelante cada día. Intentando ser lo mejor en ese mundo en el que nos movemos y donde a la mínima que pasa te acribillan. Verlo ahí, después de saber todo el daño que ha sufrido, me hace admirarlo como persona. Pero no solo a él, sino a todos los que han conseguido seguir su camino. Incluidos los que han siguen haciéndolo aunque tengan que volver más veces de las que les gustaría.

—¿Entonces prefieres pizza o hamburguesa? —la voz de Connell me trae de nuevo al presente. Está revisando la aplicación donde vamos a pedir la cena y, cuando nota que no contesto, levanta la mirada de la pantalla. Supongo que tengo que tener una cara de panoli porque empieza a reírse a carcajadas.

—¿Qué te hace tanta gracia? —pregunto, algo enfadada.

—Oh, no pongas morritos —dice, entre risas, cogiéndome un pellizco en las mejillas—. ¿Sabes que estás muy guapa cuando te enfadas?

—Déjame en paz. Estás riéndote de mí —aparto la cara y miro hacia otro lado. Su carcajada vuelve a retumbar en el autobús.

—¿Te has enfadado? Pero si no me ha dado tiempo a hacer nada —se queja y estoy segura de que está poniendo un puchero. Le encanta dar pena.

—Es que siempre haces lo mismo —respondo, cruzando los brazos, girando hacia él de nuevo. No puedo evitarlo, su expresión de «pobre de mí» me hace reír, incluso cuando estoy enfadada.

—Vale, prometo que no volveré a reírme —declara con solemnidad, poniendo una mano sobre su corazón como si fuera un juramento importante.

—Está bien, pero no pongas esa cara de cachorrito abandonado. No me hace efecto —digo, intentando mantener una expresión seria mientras luchaba contra una sonrisa.

—¡Oh, vaya! Mi plan ha sido descubierto —exclama, dramáticamente, poniéndose una mano en la frente como si fuera a desmayarse.

—Eres ridículo —le digo, riéndome finalmente y sacudiendo la cabeza.

—Ridículo y adorable, no olvides eso —responde con una sonrisa traviesa, haciéndome reír aún más.

—Dios, no te pega nada —ruedo los ojos—. Bueno, mentira, sí que te pega.

—¿Eso es un halago o un insulto? —pregunta, confundido.

—Tómatelo como quieras —me encojo de hombros. Connell vuelve a reírse.

—No te preocupes, reina del hielo. Sé que en el fondo te mueres por mis huesos —canturrea, alzando las cejas.

—¿Tus huesos? Eso es nuevo. Normalmente, dicen que se mueren por alguien entero —comento, sonriendo de lado.

Connell finge una expresión de asombro dramático.

—Oh, ¿estás diciendo que no soy suficiente para ti? ¿Necesitas a alguien completo?

—Exacto. Me estás fallando en la parte de «ser humano completo» —bromeo, señalándolo con el dedo.

—Vaya, mi ego no puede soportar esto —dice, llevándose una mano al pecho como si estuviera herido.

—Tu ego sobrevivirá, estoy segura. Es tan grande que probablemente tiene su propio seguro de vida —respondo, riendo.

Connell me mira con una sonrisa de diversión.

—Oye, no te burles de mi ego. Es un ego muy frágil.

—Oh, pobrecito. Deberíamos ponerle un cojín de seguridad y un casco —bromeo, jugueteando con él.

—Me estás tomando el pelo, pero no puedo evitarlo, me encanta —admite con una risa.

Connell pasa un brazo por detrás de mis hombros y me pega a su costado, sus labios no tardan en pegarse a los míos y dejar un suave beso sobre ellos. Una sonrisa boba se planta en mi cara. Es que no puedo con él, juro que intento hacerme la fuerte y no caer en sus encantos, pero es imposible. No cuando me mira con esa cara de niño travieso.

—Entonces, ¿pizza o hamburguesa? —vuelve a preguntar.

—¿A ti? —Connell sonríe de lado.

—Vaya, tú sí que sabes cómo hacer que una pregunta simple se vuelva interesante —murmura, muy pegadito a mí.

—Tengo un buen profesor, la verdad.

—¿Ah, sí?

—Sí —mis ojos se deslizan hacia sus labios y yo me humedezco los míos, provocándolo—. ¿Se notan las clases? —Connell suelta un suspiro, controlándose, antes de contestar.

—Mucho. Espero que seas de sus mejores alumnas.

—De las mejores no, la mejor.

Connell y yo nos bajamos del autobús justo en la parada de mi casa y avanzamos hacia ella lo suficientemente hambrientos. No sabría decirte si por las ganas de comer o por las ganas de comernos el uno al otro. Lo bueno, es que vamos a poder descubrirlo de las dos formas porque mis padres no van a estar en casa esta noche. Mamá le ha preparado a papá una sorpresa y no van a volver hasta tarde. Como no sabían cuánto iba a tardar la sesión de fotos, han decidido dejar a Nicholas con mi abuelo Luke. Así que tenemos la casa para nosotros solos hasta bien entrada la madrugada.

Después de dos intentos por meter la llave en la cerradura, ya que a Connell se le había ocurrido la maravillosa idea de ponerse muy pegadito a mí y susurrarme todo lo que me va a hacer en cuanto ponga un pie en la casa, entramos. Soltamos las cosas de cualquier manera, ni siquiera encendimos la luz. Yo quise hacerlo, pero Connell me arrinconó contra la pared y perdí cualquier sentido de la cordura.

—¿Ahora sí que tengo todo el derecho de mirar qué maillot te has puesto? —murmura sobre mis labios.

—Creo que sí, que te lo mereces —respondo, con un beso.

Nuestros labios se encuentran en un suave y coqueto roce mientras seguimos de pie en el pasillo, inmersos en nuestra pequeña burbuja de complicidad. Connell me mira con esos ojos traviesos que hacen que me derrita por dentro. Su mano se posa en mi cintura, trazando círculos lentos con su pulgar mientras nuestros labios están a solo centímetros de distancia. Hay una electricidad en el aire que hace que cada pequeño gesto y mirada sea intensamente cargado.

En un acto instintivo, entrelazo mis dedos con los suyos, sintiendo la calidez de su piel. Nuestros cuerpos están cerca, pero no lo suficiente como para perder la sensación de anticipación que nos rodea. Es como si estuviéramos bailando en el borde de algo más grande, algo que ninguno de los dos se atreve a cruzar por completo.

—Espero que lleves los condones en esa maleta, señorita —escucho una voz que me resulta terriblemente familiar. Los ojos se nos abren de par en par y nos separamos rápidamente, nuestras manos aún entrelazadas.

Mis padres están parados frente a nosotros, con sonrisas traviesas en sus rostros. Mi madre levanta una ceja con expresión de "te pillamos", con mi hermano pequeño en brazos, mientras que mi padre intenta disimular esa cara que siempre pone cada vez que tiene que hacer frente a una situación que no le hace ningún tipo de gracia.

Connell y yo intercambiamos una mirada entre divertida y avergonzada. Aunque no estábamos haciendo nada fuera de lo común, el ambiente coqueto y las miradas intensas han sido suficientes para delatarnos.

—Sí, estábamos... revisando los detalles del maillot de competición —explica Connell, tratando de mantener la compostura.

—Por supuesto, por supuesto —dice mi madre, con una mirada que claramente dice «sí, claro».

Mi madre nos guiña un ojo y mi padre niega con la cabeza, como si estuviera completamente impresionado por nuestra "dedicación" a los detalles del maillot. Nos damos cuenta de que no nos están tomando en serio en absoluto.

—¿Vosotros no ibais a salir a cenar? —pregunto, intentando ocultar la vergüenza.

Papá y mamá comparten una mirada cómplice.

—Y nos vamos, pero ha surgido un problemita —responde papá.

—¿Qué problemita?

—¿Os importaría quedaros con Nick? Sería solo por esta noche —explica mi madre, con una sonrisa esperanzada.

Sé que esta situación no está dentro de los planes de Connell y míos para la noche. Habíamos imaginado una noche tranquila para nosotros dos, sin preocupaciones ni responsabilidades. Pero el tono de súplica en la voz de mi madre me hace darme cuenta de que están realmente necesitados.

Comparto una mirada breve con Connell y este asiente de forma sutil.

—Claro, mamá, no hay problema —respondo con una sonrisa, intentando ocultar mi decepción.

Mamá me dedica una sonrisa un poco triste. Supongo que se olía que Connell y yo organizaríamos planes para nosotros dos solos. De mi padre ni hablemos, él está más que encantado con que su hija no tenga que utilizar los condones que tiene en su mochila y, sobre todo, que no los use aquí en su casa. Connell, que es más listo de lo que todos pensamos, se da cuenta de que la noticia no me ha hecho especial ilusión y que mi madre se siente algo culpable. Por lo que coloca un brazo por encima de mis hombros y con su enorme y brillante sonrisa, hace que mi madre se relaje del todo.

—Está bien, de verdad. Nosotros nos ocupamos del pequeño campeón —añade Connell, con su encanto característico.

Se separa de mí y, con sumo cuidado, se acerca a mi madre para coger a mi hermano en brazos, que no se queja cuando nota el cambio de brazos. Mamá sonríe con los ojos brillosos y asiente en modo de agradecimiento. Mientras mis padres se preparan para salir, Connell y yo nos miramos con complicidad. Aunque nuestros planes para la noche han cambiado drásticamente, sé que estaremos bien. Le susurro un «gracias» y él me guiña el ojo como respuesta.

—Salgan y disfruten. Nosotros estaremos bien aquí —asegura Connell, sonriendo.






Las dos primeras horas de la noche habían sido un verdadero sueño. Connell y yo nos habíamos reído, charlado y jugando con Nicholas. Parecía estar de buen humor, y habíamos comenzado a creer que sería una noche tranquila y agradable. Pero entonces, todo cambió en un instante. El bebé soltó un grito agudo y comenzó a llorar inconsolablemente. Mis cejas se fruncieron en confusión, y miré a Connell buscando respuestas. Él también parecía desconcertado, con los ojos fijos en el pequeño en mi regazo, cuyos sollozos llenaron la habitación.

—¿Qué le pasa? —susurré, más para mí misma que para Connell.

—No lo sé, parece molesto —respondió Connell, su voz ligeramente tensa mientras intentaba calmar a Nick, acariciándole la barriguita.

Comenzamos a buscar desesperadamente cualquier cosa que pudiera estar causando el llanto. ¿Habíamos olvidado algún juguete o pañuelo favorito? ¿Había un problema con la temperatura de la habitación? Movimos al bebé un par de veces, intentando buscar la causa hasta que Connell habló:

—¿No huele un poco mal? —preguntó, frunciendo el ceño.

Una idea cruzó mi mente y supe al instante que es lo que estaba pasando. Una carcajada se escapó de mis labios y ya no pude hacer nada para pararla. Connell me miró con cara de no entender nada.

—¿De qué te ríes? —miré al bebé y luego me llevé las manos a la boca para ocultar la sonrisa. Connell miró al bebé, inspiró de nuevo el aire y supo al momento la razón por la que me estaba riendo—. No me jodas. ¡No me digas que se ha cagado!

Yo seguí riéndome.

—Dios, voy a vomitar —se quejó, llevándose la mano a la nariz y apartándose de mi lado.

La situación era la siguiente: yo miraba a mi chico mientras intentaba calmar al bebé y él, estaba en una esquina del sofá, sentado en el brazo y con la nariz tapada mientras intentaba contener las arcadas.

—Habrá que cambiarlo, ¿no?

Connell y yo intercambiamos miradas determinadas y comenzamos a pelear por quién tendría el "honor" de cambiarlo.

—Yo no puedo. Lo siento, te encargas tú.

—Connell tú eres rápido. Debes hacerlo tú mientras yo lo entretengo.

—No pienso asomarme ahí. Como lo haga, vómito. Lo juro —me advirtió.

—Sé un hombre y cámbiale el pañal a mi hermano.

—Sé tú el hombre y cámbiale el pañal a tu hermano —contraatacó

—¡¿Es que no lo ves?! ¡El pobre está sufriendo!

—¡Pues date prisa!

—Piedra, papel o tijera —propuse.

—¿Qué?

—Piedra, papel o tijera. El ganador obtiene el honor de cambiar el pañal —dije con una sonrisa. Connell suspiró, era tan competitivo que sabía que no iba a rechazarlo.

—Bien.

Nos enfrentamos, manos listas para jugar. Mis dedos formaron tijera, mientras que Connell eligió papel.

—¡Tijera corta papel! —exclamé triunfante. Este, frunció el ceño.

—Otra, no me parece justo.

Negué con la cabeza y volvimos a colocar nuestras manos. Contamos hasta tres y volvimos a enseñar nuestras manos. Las mías formaban una piedra, las de él unas tijeras.

—¡Todo tuyo, capitán! —exclamé

Mis risas llenaron la habitación mientras observaba cómo Connell parecía tener todo bajo control mientras se preparaba, pero entonces su expresión cambió. Sus ojos se agrandaron ligeramente y su mano se posó en su nariz.

—¡Oh, Dios!  ¡No puedo! ¡Esto huele realmente mal! —exclamó, mirándome con una mezcla de sorpresa y disgusto.

—No defraudes a tu equipo —le animé.

Connell me lanzó una mirada juguetona mientras comenzaba a cambiar el pañal de Nicholas. A pesar de sus gestos exagerados y dramáticos, podía ver que estaba cuidando de mi hermano con cuidado y ternura. Después de unos minutos de esfuerzo concentrado y muchas risas de mi parte, Connell finalmente terminó su tarea. Se sentó en el sofá, haciendo una mueca cómica. Tenía la cara algo blanca debido a los numerosos intentos de contener las arcadas.

—No voy a olvidar ese olor en la vida.

❄❄❄❄❄❄

El ambiente en el pabellón era eléctrico, vibrante de emoción y anticipación. La multitud reunida parecía formar una entidad propia, llena de pasión y devoción por el equipo. Los colores del equipo adornaban cada rincón, creando un escenario visualmente impresionante. Mis padres, junto con Martina, sus padres y Gael, avanzamos por el pabellón, rodeados de aficionados emocionados y voces animadas. A medida que nos acercábamos a nuestro asiento, pude sentir la emoción que emanaba de todos los rincones del lugar. Los aficionados intercambiaban comentarios sobre el equipo, los jugadores y, por supuesto, el esperado fichaje de Connell.

Nos acomodamos en nuestros asientos, que tenían una vista perfecta del escenario central. El corazón me latía con fuerza mientras observaba a la multitud que llenaba las gradas. Los rostros de los aficionados estaban llenos de expectación y alegría, todos unidos por su amor por el equipo y su deseo de celebrar este momento importante. La luz se intensificó, enfocando el escenario donde se llevaría a cabo la presentación oficial. Un gran letrero con el nombre de Connell y su número de jugador colgaba sobre el escenario, iluminado de manera llamativa.

El presentador subió al escenario, y la multitud estalló en vítores y aplausos. La emoción en el aire era palpable, y sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral mientras miraba alrededor. Las banderas del equipo ondeaban en las manos de los aficionados, creando una ola de color y movimiento que complementaba la energía del lugar. El presentador comenzó a hablar, compartiendo detalles sobre el equipo y sus logros recientes. La multitud escuchaba atentamente, pendiente de cada palabra que salía de su boca. Y entonces, llegó el momento que todos habían estado esperando: la presentación oficial de Connell.

—Este jugador ha demostrado una y otra vez su valía en la cancha, conquistando corazones y llevando al equipo a la victoria. No solo es un atleta excepcional, sino también una inspiración para todos nosotros, recordándonos que con esfuerzo y determinación, podemos alcanzar nuestras metas más ambiciosas.

La música de fondo subió de intensidad y la multitud respondió con aplausos aún más fuertes, el entusiasmo palpable en el aire. El presentador continuó, aumentando la emoción con cada palabra.

—Hoy, damas y caballeros, tenemos el honor de dar la bienvenida a alguien que no solo se une a nuestro equipo, sino también a nuestra familia. Les presento con orgullo al nuevo fichaje, alguien que seguramente dejará su huella en cada juego, en cada gol y en cada momento de gloria que compartiremos juntos. ¡Demos un cálido aplauso y una ovación de pie a nuestro nuevo jugador, Connell Hollander!

Los aplausos se convirtieron en una ovación ensordecedora, el pabellón temblaba con la emoción de la afición. Las luces parpadearon y destellaron mientras el nombre del jugador aparecía en las pantallas gigantes, su imagen proyectada para que todos la vieran. Segundos después, Connell apareció en escena, robando toda la euforia que la gente desprendía. Levantó ambas manos y saludó al público que, en ese momento, empezaba a corear su nombre. Sentí un latido acelerado en mi pecho mientras lo observaba, mi corazón lleno de orgullo.

El presentador le pasó el micrófono y Connell lo agarró algo inseguro. Martina y yo compartimos una mirada, ambas sabíamos que estaba acojonado y que lo único que quería era bajarse de ese escenario cuanto antes.

—¡Buenas tardes a todos! —saludó, su voz resonando con entusiasmo, pero algo temblona—. No puedo expresar con palabras lo agradecido que me siento en este momento. Estar aquí, frente a todos ustedes, en este increíble pabellón, es un sueño hecho realidad.

La multitud respondió con aplausos y vítores, y Connell sonrió con gratitud antes de continuar.

—Quiero empezar agradeciendo a mi familia, que siempre ha estado a mi lado, apoyándome en cada paso de este viaje. Mamá, papá, Martina, gracias por ser mi apoyo incondicional, por creer en mí cuando yo mismo a veces dudaba. Por permitirme seguir mis sueños. Este logro es de todos nosotros.

La emoción resonó en su voz mientras hablaba de su familia, y algunos ojos se humedecieron en la multitud. Connell continuó con una sonrisa y una mirada de amor y gratitud.

—También quiero dar las gracias a mis amigos, esos que me han acompañado desde el principio, los que me han motivado incluso en los momentos más difíciles. Han sido mi equipo fuera de la pista, y este éxito también es suyo. Gael, tío, no sé qué haría sin ti. Solo espero que la vida te de la oportunidad que llevas tanto tiempo esperando y que sepas que nunca podré agradecerte todo lo que has hecho por mí durante todos estos años atrás. Voy a echar mucho de menos el no verte a mi derecha.

La multitud aplaudió con fuerza, reconociendo la importancia de la amistad en su vida. Gael asintió y le lanzó un beso, a pesar de que fuera casi imposible que nos viera con claridad. Connell respiró profundamente y su mirada se posó en mí. Los nervios me recorrieron de arriba a abajo.

—Y por último, pero ciertamente no menos importante, quiero agradecer a alguien muy especial. A esa persona que ha estado a mi lado en cada paso de este viaje, que ha sido mi apoyo inquebrantable, mi motivación y mi fuente constante de inspiración. A ti, reina del hielo, gracias por aquella tarde en la galería, por creer en mí incluso en los momentos en que yo no quise que lo hicieras, por mostrarme que soy más fuerte de lo que pensaba. Tú eres mi motor, mi impulso y mi alegría, y no podría estar más agradecido por tenerte en mi vida. Gracias por elegirme, a pesar de que me haya costado lo mío que lo hicieras.

Las lágrimas se agolparon en mis ojos y solo pude llevarme las manos al pecho. Sin duda alguna, jamás en la vida me arrepentiría de haberlo elegido. La gente volvió a aplaudir y vitorear.

—Hoy, en este día tan especial, me siento agradecido por cada persona que ha sido parte de mi camino. Este fichaje es un logro de todos nosotros, una prueba de que cuando trabajamos juntos y creemos en nosotros mismos, los sueños se hacen realidad. Estoy emocionado por esta nueva etapa y por lo que está por venir. Gracias a todos por su apoyo, y prometo dar lo mejor de mí en cada partido.

Connell levantó el puño con determinación, y la multitud respondió con aplausos y vitoreos. Los ojos del castaño brillaban con emoción mientras miraba a la multitud. Los aplausos continuaron mientras el presentador cedía el escenario, dejando que la emoción de la multitud llenara el espacio.

Las luces del estadio iluminaban la pista central, y la multitud rugía de emoción mientras Connell, con su uniforme del equipo, daba la vuelta protocolaria para saludar a la afición. Yo estaba en medio de la multitud, mi corazón latiendo con fuerza mientras seguía sus movimientos con los ojos. Era un momento que había esperado y soñado durante mucho tiempo, verlo en el escenario que amaba, recibiendo el reconocimiento y el aplauso que merecía.

Después de saludar a los aficionados y saludar a los compañeros de equipo, finalmente llegó a donde estaba su familia en la pista. Su rostro se iluminó con una sonrisa mientras abrazaba a sus padres y a Martina, recibiendo sus felicitaciones y palabras de apoyo. Observé desde la distancia, sintiendo una mezcla de emoción y orgullo al verlo rodeado de su familia. Cuando Connell finalmente se separó de su familia, sus ojos buscaron los míos en la multitud. Mi corazón dio un vuelco mientras sus miradas se encontraban, y una sonrisa se curvó en sus labios mientras me indicaba con su dedo índice que me acercara a él.

Me coloqué frente a él y los dos nos fundimos en un abrazo que duró unos segundos de más. Sabía que teníamos a todo el pabellón pendientes de nosotros, por lo que los nervios se instalaron en mi estómago con brutalidad.

—Gracias por estar aquí —dijo, su voz llena de gratitud.

—No podría haberme perdido este momento por nada del mundo —respondí, con una mezcla de emoción y asombro.

Sin previo aviso, se inclinó y suavemente me besó en los labios. Un cosquilleo recorrió mi piel mientras sus labios se encontraban con los míos, y sentí como si el mundo se desvaneciera a nuestro alrededor. Era un beso suave pero cargado de significado. La gente a nuestro alrededor comenzó a silbar. Connell pasó una mano por mi mejilla, acariciándola con ternura.

—Gracias por estar siempre a mi lado, por ser mi apoyo incondicional —dijo, su voz llena de emoción sincera.

—Siempre estaré aquí para ti —respondí, sintiendo un nudo en la garganta ante sus palabras.

La multitud seguía animando y aplaudiendo a su alrededor, pero en ese momento, éramos solo nosotros dos. Nos abrazamos con cariño, compartiendo un momento de conexión e íntimo. Finalmente, Connell se apartó un poco y me miró con una sonrisa juguetona.

—Bien, creo que debería volver al trabajo antes de que me llamen la atención —dijo, su tono lleno de humor.

Reí suavemente y asentí.

—Vete y haz que todos se enorgullezcan de ti, capitán.

Con un último beso en la mejilla, se dirigió de nuevo hacia el centro de la pista, saludando a los aficionados y disfrutando de su merecida recompensa. 

--------------------------------------

¡Hola, hola! ¿Qué tal? Ya estoy por aquí de nuevoooooooooo. Bueno, amigas, siento deciros que ha llegado el momento. El próximo capítulo será el capítulo final de la historia y nos tocará despedirnos de Connell y Nicole para siempre. No sé como explicaros lo que siento ahora mismo en el pechito. Mis chiquitines han salido a la luz después de tenerlos más de un año rondando por mi cabeza y ahora no sé cómo me voy a despedir de ellos y como voy a seguir viviendo sin sentarme a escribir sobre ellos. Ay, Dios, nunca estoy preparada para decirle adiós a ninguno. Creo que nunca voy a llegar a estarlo del todo. Es que los voy a echar muchísimo de menos. 

¿Qué os ha parecido? Por Dios, cambiemos de tema porque voy a entrar en un estado de depresión que no va a ayudarme a superar este momento. CONNELL ES OFICIALMENTE JUGADOR DE LOS RED HAWKS AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA. Mi mocoso se hace mayor y soy una mami orgullosa viéndole cumplir sus sueños. ¿El momento de ellos dándose un beso delante de media isla? QEHBFVUWBEFUVBDSKCM, NO PUEDO CON TANTO AMOR, LO JURO. Que repartan o algo. Y ya no hablemos de ellos dos siendo pillados por mamá y papá. Por Dios, que risa me ha entrado cuando estaba escribiéndolo. Es que me gusta ser un poquito cruel, para que vamos a mentirnos. 

Todo dicho y hecho por hoy, nos vemos en unos días con más. Muchas gracias por darle todo el amor que le habéis dado a Connell y Nicole desde el principio de la historia. Ya os escribiré mis famosos textos de agradecimientos, que tampoco quiero ponerme aquí a despedir nada porque todavía nos queda un capítulo y el epílogo. Os leo por comentarios como siempre :)

Os quiere, Cris. 

Continue Reading

You'll Also Like

79.8K 5.3K 11
ยฟQue hubiera pasado si deku hubiera tomado otro camino luego de hablar con all might en el capรญtulo 2 de Boku No Hero? No se hubiera enterado de que...
113K 7.8K 16
Si el prรญncipe Ben le puede ser infiel a Mal, ยฟpor quรฉ ella no deberรญa serlo? Si el prรญncipe es un idiota, ella tambiรฉn puede... Mรกs te vale no serlo...
2.1K 198 37
Felipa Cambeiro es raptada cada cierto tiempo, porque es alguien... importante. Pero ยฟy si este รบltimo rapto tuviese otro sentido, uno que conllevarรญ...
1.4K 106 6
cuando los gemelos Dipper y Mabel regresaron a casa se llevaron una sorpresa sus padres se abian divorciado ya que la mama de los gemelos se enterรณ...